La solidaridad no se mendigaba. Se ejercía con la misma intensidad tanto con compañerxs de lucha como con compañerxs desconocidxs. Limones, piedras, agua y diferentes elementos para hacerle frente a la represión se repartían entre lxs presentes. Las bases estuvieron, y estarán. Las cúpulas no brillaron ni brillarán jamás. La plaza grita: “El pueblo unido, jamás será vencido” mientras se expulsa a los mercenarios uniformados. La plaza exige: “Que se vayan todos, que no quede, ni uno solo”.