Titulitis, modernidad capitalista y moral judeo-cristiana

Por El Rincón de Martinico

Este texto nace del hastío de estudiar siempre a los mismos autores en un grado como es el de Sociología, una formación universitaria estatal-capitalista que más que hacerme pensar me ha hecho alejarme y distanciarme de una formación reglada, en este caso, el del estudio de las sociedades dentro del marco de la modernidad capitalista.

Por otro lado pero muy al hilo de lo que estoy abordando en estas líneas, la UNED -Universidad donde he cursado estos últimos años de mis estudios-, se sitúa en un contexto o mejor dicho en un paradigma educativo, donde el empacho memorístico y el posterior vómito de datos se presenta como las únicas opciones posibles para superar los grados  y acceder a sus tan ansiadas titulaciones.

Esta realidad nos sitúa en unos tiempos donde la competitividad, la mayor productividad y un sin fin más de proyecciones infinitas marcan los pasos del ser humano de hoy en día, una especie animal que proyecta su existencia como si su propia vida fuera interminable, pues bien, por suerte o por desgracia para nosotros/as nuestras vidas son finitas; en un absurdo ejercicio del querer más y más nos hemos olvidado de lo más simple, vivir. Con esto no quiero decir ni mucho menos que no debamos de esforzarnos o de adquirir conocimientos, pero lo que sí vengo a decir, es que es más que necesario darle una vuelta radical a nuestro modelo educativo y laboral.

Actualmente Occidente y las sociedades post-industriales que habitan en su seno, se estructuran en torno a sistemas piramidales donde el credencialismo más salvaje y los enfrentamientos entre iguales son una dinámica constante en todas y cada una de sus sociedades; lo más preocupante de este contexto de lucha despiadada, es que tanto la izquierda como la derecha han asumido las reglas del juego de este imaginario colectivo donde existe una cima pero también una base; ergo deberán existir siempre dominados/as para que existan privilegiados/as.


Fuente de la imagen: http://andandoporlasnubesdelaeducacion.blogspot.com

La ausencia de un proyecto político integral para la clase trabajadora y la asimilación del esquema capitalista  por parte de nuestra clase, nos ha llevado a un callejón sin salida donde el “sálvese quien pueda” ha sido la norma dominante en las familias trabajadoras. Este hecho ha llevado a que miles y miles de familias de las clases populares se esforzaran en dotar a sus hijos e hijas de formación superior para que estos/as tuvieran mejores condiciones laborales y de futuro de las que ellos/as habían disfrutado. La consecuencia de dicha realidad  ha sido el aumento exponencial de las cohortes de estudiantes universitarios, lo cual ha provocado a su vez, un superábit de titulados/as y una falta de puestos de trabajo en la parte media y alta del organigrama social.

Durante unos años la base de la pirámide poblacional aguanto ya que los y las migrantes ocupaban los puestos de trabajo que los hijos e hijas de la clase trabajadora autóctona no querían desempeñar. Actualmente y con el paso de los años, esta situación ya no es la misma y legitimamente los hijos e hijas de esos migrantes también han accedido a estudios superiores; como es totalmente lógico dentro del tablero que supone la modernidad capitalista el anhelo de estas castellanas, navarras, catalanas, etc, en la gran mayoría de los casos, es el de alcanzar empleos de “mayor prestigio” que los que desarrollaban sus progenitores.

La situación narrada en el párrafo anterior nos emplaza a un contexto donde el dinero y la “formación infinita” son la única salida para aquellas personas que aspiran en un mundo precario a unas ocupaciones con mejores condiciones laborales, lo cual es entendible pero desde mi punto de vista un error; explicaré porque de la mano de tres puntos:

  1. Concebir el nivel de vida en base a un nivel de consumo-es decir bienes materiales que puedes adquirir- no es una premisa ni posible a nivel ecológico ni aplicable desde un punto de vista socio-igualitario
  2. El aprendizaje memorístico y anclado en el coste económico no es la mejor vara de medir o de formar a los/as profesionales del futuro
  3. Pensar o creer en un sistema piramidal donde el que supuestamente se forma en oficios universitarios puede alcanzar puestos de la cúspide de la pirámide y el obrero manual o artesano ha de sustentar la base, genera un paradigma de desigualdad donde la frustración, la tensión social y la infelicidad suelen ser ingredientes del día a día del 99% de la población.

Vivimos tiempos oscuros donde afortunadamente también existen alternativas que nos arrojan otro tipo de modelos educativos y otros métodos de formarnos como profesionales y seres humanos; las pedagogías libertarias y alternativas conjugadas con los modelos socio-educativos que se están implantando en lugares como Kobane, representan un hilo de esperanza del que podemos tirar y tirar hasta la consecución de un telar donde la diversidad de métodos y de formas de aprender, den paso a una norma en unas sociedades que necesitan urgentemente otro modelo de producir y otro modelo de vida. Es en torno a esta reflexión donde no solo tenemos que mirar a los países del sur, que también, si no que del mismo modo es necesaria una mirada hacia atrás a como y de que manera vivían nuestros ancestros, tanto en Castilla, como en el resto de pueblos de Europa; urge si se me permite la expresión una “re-indigenización” ,una vuelta a nuestras raíces más profundas donde el aprendizaje científico se hibríde con el popular y mitológico, reconectar con el pasado de una manera crítica para construir un futuro colectivo tolerante.

A modo de conclusión, este texto es una herramienta que debe entenderse desde el mayor pragmatismo posible, un texto que desde una clara visión eco-libertaria pretende remover las conciencias de aquellos y aquellas que también trabajan y creen en el sistema educativo estatal. Como bien decía Chomsky, existen dos tipos de objetivos para la transformación de la sociedad, los que se dan a medio-largo plazo y los que se dan a corto plazo,por ello y aunque en mi caso no creo que el Estado sea la mejor forma de organización social ni lucho por su hegemonía, sería una satisfacción para mi que aquellos y aquellas que sí creen en dicha forma de organización social entren a cuestionarse el sistema socio-educativo de arriba abajo, al igual que a replantearse aspectos como el nivel de consumo, de producción, la reducción de la jornada laboral o la implantación de un sistema retributivo que permita a la gente vivir por el mero hecho de ser personas.

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