Declaración de Occupied London ante el “desmantelamiento” de Amanecer Dorado: La justicia burguesa no existe

Y así, en la soleada y apacible mañana del 28 de septiembre, el estado y los medios, dentro y fuera del territorio griego, se despertaron antifascistas. Aquellos días en los que exactamente las mismas personas avivaban el nazismo y las autoridades fomentaban el racismo institucional, el totalitarismo y el empobrecimiento sistemático… ¿fueron solo una pesadilla? Desde luego que no. Tras el asesinato de Pavlos se han dado mucha prisa intentando presentar un rostro amable; pero, a pesar de todos sus esfuerzos, la rabia continúa. Cinco años después de que Alexis cayera muerto en aquella esquina de Exarcheia seguimos luchando con los mismos zombies del poder a los que nuestra revuelta ha atacado pero con los que no ha conseguido acabar.

Durante todos estos años, el número de las hermanas y hermanos muertas a manos del estado o sus criaturas no ha dejado de aumentar. Katerina Goulioni, Nikolas Todi. Cheikh Ndiaye, Mohammad Atif kamran, Shehzad Luqman… Katerina murió bajo vigilancia en un traslado penitenciario, Nikolas, Cheikh y Mohammad asesinados por la policía, a Shehzad lo mataron a navajazos los mismos nazis que le quitaron la vida a Pavlos el 17 de setiembre. Junto con quien sabe cuántos otros, torturados y arrancados de las calles, recluidos en Amygdaleza o algún otro de los numerosos campos de concentración, condenados a la muerte y luego, porque en la homogeneización nacional no hay espacio ni siquiera para la memoria de la mayoría de sus víctimas, también al olvido. Quienes hoy parecen haberse despertado antifascistas son los mismos que ordenaron la detención de setenta mil inmigrantes en un solo año, que han estigmatizado a las mujeres seropositivas, que trataron de recluir en masa a los drogadictos. Los mismos que, diariamente, conducen a mujeres y hombres a la desesperación y el suicidio… Y la lista no deja de crecer.

 Y ahora, tras todos estos años, el mismo poder estatal que alimentó a los nazis parece haber decidido que ya no los necesita más, que deben ser desechados. ¿Es esto justicia? Por supuesto que no: ¿Cómo podrán jamás los victimarios hacer justicia a sus víctimas? Decidan o no mantener a sus retoños a su lado, éste es el mismo poder que, de mil modos diferentes, ha condenado a todas nuestras hermanas y hermanos a la tortura y la muerte, que ha fortalecido el racismo y el fascismo como un elemento más del día a día, que ha consolidado y perpetuado el abuso sobre los cuerpos y mentes de emigrantes, lesbianas y gays, antifascistas, parias y excluidos de su sistema: Todos y cada uno de quienes no encajamos en su asfixiante norma de unidad nacional y orden social.

No hemos sido nosotros quienes hemos descabezado a Amanecer Dorado sino el propio sistema que lo ha parido. Así que no tomemos esto por justicia: Jamás veremos venir ninguna de quienes únicamente han traído injusticia y explotación.