26 de septiembre: ¿Huelga “general” de un día o huelga general indefinida?

Hace unos días los dos sindicatos oficialistas principales del país, la Confederación General de Trabajadores de Grecia (Gsee) y la Confederación de Empleados Públicos (Adedy), convocaron una huelga general de un día para el miércoles 26 de septiembre de 2012.

Se supone que esta huelga fue convocada en respuesta a las nuevas (y una vez más últimas según el gobierno) medidas anunciadas por el gobierno de turno y la política gubernamental en general. Desde hace muchas décadas las respuestas del sindicalismo vendido a la patronal y nutrido del Estado se limitan a alguna huelga simbólica como esta, para mostrar a los trabajadores que está luchando y resistiendo, y por supuesto a ataques verbales contra el gobierno de turno.

Esta vez el sindicalismo oficialista emitió comunicados contra “las políticas de empobrecimiento que han llevado a un dramático aumento del desempleo y que empujan a la economía griega a un callejón sin salida”, ha jurado (otra vez) que va a luchar por “anular las destructivas políticas neoliberales y las medidas anti-obreras y antisociales” y que “no se puede aceptar ninguna medida más de austeridad”.

¿A quién tratan de engañar? Son cada vez menos los que les hacen caso. En las últimas manifestaciones huelguistas, en las concentraciones convocadas por estos sindicatos participaron unos centenares de personas, en su mayoría esbirros partidistas y sindicalistas profesionales que aspiran a ser diputados, ministros o altos ejecutivos en las corporaciones estatales. Pero antes de llegar a serlo tienen aprobar una prueba. Tienen que demostrar a sus amos que han sido capaces de manipular, desviar y sobre todo apaciguar la rabia social, de convencer a las masas de que el camino de la adjudicación y la sumisión es vía única para ellas, de que “se ha hecho todo lo posible”. Este es el trabajo sucio y el rol político que han asumido.

Al mismo tiempo que la sociedad griega está recibiendo por parte del Capital y del Estado una de las ofensivas más crueles en la historia contemporánea del país, el sindicalismo oficial es uno de los apoyos del Poder en su tentativa de conducir al pueblo a la pobreza y la indigencia, y de imponer el totalitarismo.

Después del último paquete de medidas penosas tomadas hace unos meses, ahora se pretende eliminar del todo los convenios y la negociación colectiva, aumentar la edad de jubilación, eliminar del todo las pagas extras (de Navidad, Pascua y vacaciones) de todos los pensionistas y los funcionarios públicos (después del último recorte que sufrieron hace un año, convirtiéndose en un único “subsidio” de 800 euros ), así como todos los derechos laborales que se han quedado en pie, abolir el salario mínimo, recortar aún más los pocos subsidios que existen, eliminar el subsidio de paro para los que trabajan por temporada, recortar aún más las pensiones asistenciales e.tc. A las nuevas (y por enésima vez últimas…) medidas tomadas por el gobierno y sus amos trasnacionales vamos a dedicar una entrada especial.

Al mismo tiempo es un secreto a voces que las huelgas “generales” de este tipo no son ni huelgas ni generales. Muchos trabajadores del sector público van a trabajar el 26 de septiembre, como lo han hecho en todas las huelgas anteriores, ya por no tener más remedio de hacerlo ante la amenaza del despido o por ser trabajadores autónomos que no están convencidos de la necesidad de la huelga.

Puede ser que el 26 de septiembre en el centro de Atenas todo esté cerrado y que la manifestación que se realizará sea enorme. Sin embargo, la pregunta que surge es si el movimiento social está contento o satisfecho con esta imagen del centro de la ciudad, pasando por alto lo que va a ocurrir en las afueras, en las pequeñas ciudades y en los pueblos. ¿Nos conformamos sólo con los enfrentamientos con la Policía en el centro de Atenas o aspiramos a la generalización de la rebelión?

Lo “difícil” y al tiempo el desafío de nuestros tiempos es la diseminación de la huelga general en todas partes en vez de las huelgas apaciguadoras, de la rebelión en vez de la sumisión, de la auto-organización en vez de la adjudicación, de las estructuras horizontales en vez de la jerarquía, de la participación en vez de la pasividad, de la contra-violencia en vez del pacifismo. Lo “difícil” y al tiempo el desafío de nuestros tiempos es la desestructuración de la ideología dominante en cada aspecto de nuestra vida. Todo esto requiere acción, trabajo, insistencia, consecuencia y un discurso asequible y concordante con la actualidad.

El dilema principal que se plantea el 26 de septiembre es: ¿Rebelión o sumisión? ¿Huelga “general” de un día o huelga general indefinida?

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