El “golpe de Estado de los civiles”, como ha sido extrañamente calificado el alzamiento militar en Egipto, ha probado que no vale solamente con que los cambios sociales se produzcan desde abajo. En ocasiones, como acaba de ocurrir ahora en El Cairo, puede existir un fuerte apoyo de movimientos sociales y de formaciones de izquierda con resultados netamente antidemocráticos. Esa fórmula que entronca directamente con la doctrina del poder popular, es un trampatojo que se remita desde arriba con un nuevo despotismo gracias a la violencia del “Estado profundo”.