Julián Pacheco. Un artista ante un muro

Entrevista póstuma a Marisol Caldito en torno a su libro sobre el pintor “Julián Pacheco, un anarquista del pincel”.

  • ¿Por qué elegiste como tema de tu libro, a este pintor, Pacheco?
  • En 1999 encontré por una serie de circunstancias, varias obras de Julián Pacheco, hasta entonces desconocido para mí. A través del señor Herberg conocí su obra, y descubrí a un pintor antifascista, libertario, autodidacta, que trataba de una manera muy interesante los temas sociales de su tiempo.
  • ¿Qué es lo que tiene de interesante la obra de Pacheco?

     

  • Pacheco hace tres aportaciones al arte. La primera, desde el punto de vista técnico, emplea mucha materia para dar cuerpo a sus cuadros. Dan como resultado una obra de mucho peso, pero consistente y duradera. A otros autores de mayor renombre, que emplean técnicas similares, a los pocos años se les caen las obras, y los restauradores tienen que estar trabajando para evitar que se deterioren;  la segunda, en el plano estético su obra es muy atractiva. Pacheco consiguió que su pintura, que no es en general realista, pero que se inspira en la realidad, llegue al pueblo común,  sin formación artística, porque es precisamente del pueblo fue de quien se inspiró Julián. La tercera aportación se encuentra en sus temas, que son de actualidad imperecedera. Buena parte de su arte es social, y denuncia el terrorismo de Estado, la represión, el colonialismo, la caridad, la religión. Por ejemplo. Muchos de los cuadros de su etapa española, versan sobre la corrupción.

    Corrupto con sobre


    Su serie de “I Corrotti”, muestra a figuras deformadas, grotescas, que representan a políticos, militares, curas, banqueros, llevándose sobres de dinero en negro. Podemos sin ningún esfuerzo mirar sus cuadros de hace cuarenta años, como si fueran de hoy mismo.
  • Dices que Pacheco fue influido por el pueblo. ¿Puedes explicar cómo muestra esa influencia? 
  • Por ejemplo, en sus “muros”. Un muro de Pacheco, es un cuadro que muestra un pedazo de pared de una ciudad, de un pueblo, de una calle, que expresan un momento de la historia social del pueblo. La huelga de los mineros, la protesta de las mujeres, la denuncia de la represión, las ejecuciones del franquismo contra miembros de ETA o del FRAP… Aparte, Pacheco pinta también escenas de vida cotidiana, fuentes, lugares, que le evocan los lugares que frecuenta y que le parecen interesantes. Pacheco era de Cuenca, y siempre mantuvo una vinculación afectiva con esa ciudad y sus gentes. En mi opinión, su obra supera a la de muchos otros autores contemporáneos suyos, que han tenido mucho más reconocimiento.
  • ¿Y a qué se debe esa falta de reconocimiento?
  • A los temas que plantea: la dictadura, la monarquía como continuación de la dictadura, la corrupción política en la democracia, que en su momento fue del PSOE, y el pueblo como sujeto de derechos que le son arrebatados. En este país, ser crítico con los políticos, se paga con el ostracismo y el olvido. 
  • ¿Cómo has acometido el estudio de la obra de Pacheco?
  • Comencé a escribir este libro, en torno a 1999, y al poco tiempo, desgraciadamente, murió Julián. Sólo me dio tiempo a entrevistarlo una vez. Por lo que en estos años, he contado con la ayuda de Celia Pardo (su viuda), de Miguel Herberg, que era poseedor de mucha obra suya y de un amplio archivo fotográfico, y de otras personas. Durante  cinco años me dediqué a recopilar, entrevistar y leer artículos referidos a él. Fue complejo reconstruir su trayectoria. Una vez dispuestos los materiales, estructuré el tema en dos vertientes. Por un lado, explico cómo es la obra, mostrando cómo se ha de mirar y analizar un cuadro. Yo soy una persona que tiende a mostrar las cosas de manera que cualquiera pueda entenderlas, así que mediante este libro, se aprende no sólo mirar, si no también a comprender. Quien quiera entrar en un museo, y saber qué está viendo, tiene a su disposición un manual sencillo. Por otro lado expongo la trayectoria vital de Julián, sus vicisitudes en Barcelona, su época en el exilio en Francia y en Italia, la época de vuelta a Cuenca.  Este aspecto del libro, puede interesar a quienes están intentando recuperar nuestra memoria histórica.
  • Han pasado desde que terminaste el libro en 2004, diez años. Qué ha pasado en esta  década para que tarde tanto tiempo en ver la luz este trabajo.
  • Primero lo presenté a las instituciones académicas. Al fin y al cabo, se trata de un trabajo científico en torno al arte, y tanto la Universidad de Castilla la Mancha como otras, querían publicar el libro. Pero cuando lo mandaban a revisar, y lo leía el revisor, lo devolvían diciendo –básicamente– que había que llevar a cabo modificaciones en el tratamiento que daba a la dictadura franquista, y a la monarquía constitucional. No te lo decían claramente, pero era esa la exigencia. Así que el libro durmió en el limbo de los cajones universitarios, largos años en los que se me iban dando largas. 
  • Bueno, pero hay otras editoriales más de izquierdas, antifascistas, libertarias… 
  • Cuando exploré el camino de las editoriales alternativas, que pensaba que iban a responder afirmativamente enseguida, me encontré con más largas. Unos porque estaban muy atareados sacando libros de personas que decían que iban a morir  pronto. Otros me señalaban que era un libro con ilustraciones a color, y que eso es caro. Los de más allá, te decían, sencillamente, que a los anarquistas, libertarios e izquierdistas no les interesa el arte y no comprarían un libro de arte. Otro editor se arruinó. Con otra no me entendí… En fin, muchos problemas.
  • ¿Te decían de verdad que el arte no interesa al pueblo?
  • Los editores suelen tener ideas muy claras, o eso piensan, de lo que compra la gente, y la mayoría trabajan por dinero, aunque en mi caso lo haga por amor al arte. En este caso, creo que se equivocan. Pienso que los trabajadores sabrán apreciar el trabajo de Julián Pacheco, y que el libro tendrá una amplia distribución, no solo en este país, si no también en Italia, que fue la otra patria de Julián Pacheco. No es que el arte no le interese al pueblo. Es que se deja al pueblo fuera del arte, que es completamente diferente.
  • ¿Quién fue Julián Pacheco? 
  • Un niño nacido en Cuenca, en la posguerra, en una familia en la que le padre era ordenanza de la Cámara de la propiedad. Creció en un ambiente apolítico, que para nada se metía con el Régimen. Pero Pacheco era una persona inquieta, inquisitiva. Los estudios no le interesaban, se escapaba de clase, le dio por dedicarse a torear. Su madre, por alejarle de los ruedos, le pagaba clases de pintura, y por ahí comenzó su vocación artística.
  • ¿No tuvo formación política, o influencias de izquierdas?
  • Ninguna. Bueno, sí. Las influencias que tenía eran las que tenía cualquier persona en  esos años del Nacional Catolicismo: de derechas. Su familia intentaba disuadirlo de cualquier tipo de compromiso político, ni con los fascistas, ni con los de izquierdas. Con 21 años, y con una formación de autodidacta en su mayor parte, ya que la  disciplina de las clases no la soportaba, expone en salas de Cuenca, y cuando justamente se ve con posibilidades de liberarse de la familia, es llamado al servicio militar. Cumple en Madrid, amargado, esos años de soldado.Allí tiene la suerte de conocer a un capitán, Aldecoa, un amante del arte, el cual le facilita la vida en la mili para que pinte y visite los museos de Madrid, donde se identifica sobre todo con Goya. Él iba observando las tendencias de su época, desde las informalistas a las abstractas, sintiéndose atraído por el aspecto estético de las mismas, pero sin comprenderlas, dada su falta de formación en cuanto a la evolución de las vanguardias. Una vez terminada la mili, se traslada a Barcelona.
  • ¿Y cómo se asienta en esa ciudad? ¿Trabaja, tiene contactos?
  • Se va allí y sobrevive pintando acuarelas, paisajes callejeros, marinas, obras decorativas dedicadas al turismo mayormente. Y no tiene contactos, pero nuevamente tiene la suerte de su lado, porque se cruza con Eugène Kurakin tomando copas de noche por los bares. Kurakin fue un pintor americano herido en la Guerra de Corea, que cobraba una paga del Estado. Asentado en Barcelona, formado en la Action Painting y sin problemas económicos, se hace amigo de Julián. Pacheco, que hasta entonces no simpatizaba con la abstracción, quedó absolutamente fascinado por las obras de este pintor, por la sensualidad de unas enormes telas de 2 y 3 metros de alto, repletas de colorido y de materia. Le sedujeron la libertad expresiva de los drippings y las manchas de color. Fue Kurakin quien metió de lleno a Pacheco en el ambiente artístico catalán. Fue asistiendo a conferencias y exposiciones, donde se va nutriendo Julián, y donde empieza a experimentar con la abstracción. También es en Barcelona donde se empieza a sentir identificado con los problemas de su entorno, las huelgas, luchas de mineros, la resistencia antifranquista, la libertad de expresión… Ten en cuenta que en España, en los años sesenta, el Régimen deja que los pintores vivan su vida, mientras no se metan con él. Es decir, que pueden expresar sus sentimientos, siempre que no se entiendan. De ahí el empuje de la abstracción en las dictaduras, ya que no supone ninguna molestia una obra incomprendida, de esas  “que un niño puede hacer” según dicen.
  • ¿Y no es así?
  • No. La abstracción tiene un sentido. Hay que comprenderla. Pero Julián sentía que a la abstracción, en relación con él, le faltaba algo. Y es contemplando las callejas cercanas a la habitación en la que vivía, calles de paredes descochadas, comidas por la humedad, llenas de dibujos, manchas, arañazos, paredes cercanas al puerto dondela gente escribía sus mensajes. Blanco de yeso sobre moho y estructuras pétreas. La visión de los muros viejos, húmedos y escritos le proporcionó el componente de realidad que él necesitaba para comunicarse con los demás.
  • Tapies tengo entendido que también fabricaba muros…
  • Hay una diferencia esencial entre Tapies y Pacheco. En los muros de Tàpies la materia es más activa, adquiere formas e interactúa con otros materiales como madera u objetos, con una entidad propia. Tiene un papel fundamental como elemento compositivo y lingüístico, en obras que expresan el sentir de su autor, a través de lo sensorial de la materia y lo transcendental del símbolo, con un sentido metafísico. En Pacheco, en cambio, la materia es soporte, conforma un muro que es arañado, teñido, desgastado y erosionado. El artista encarna a la Naturaleza plasmando sus efectos sobre la tierra llevada a la vertical. Las formas que adopta la materia plástica son derivadas de construcciones arquitectónicas, las que le otorga el hombre común con una finalidad no artística. Tapiès expresa sus sentimientos. Pacheco muestra al pueblo. También se diferencian en la técnica. Pacheco realiza sobre la tela una especie de revoque de apariencia similar a la del muro de construcción, pero utilizando como aglutinante una resina sintética (acetato de polivinilo) y como materiales de carga, arena, piedras de río y blanco de España. En obras posteriores añadirá también cenizas. Una mezcla hecha con intención de proporcionar solidez a sus obras. Tapies por el contrario, valora más lo efímero como cualidad, lo que le conduce a una utilización precaria de los materiales.
  • Volviendo al periplo de Pacheco…
  • En 1963 Pacheco, que no se mordía la lengua, comentó públicamente que estaba en contra de cualquier tipo de censura en el arte, y a favor de la libertad de expresión, lo  cual le valió varias visitas de la policía, y viendo que el ambiente se tornaba oscuro, se exilió y marchó a Paris. Allí se relacionó con otros exiliados españoles, intelectuales, escritores, artistas… Sus muros obtuvieron buenas críticas, pero no los vendía. Los primeros tiempos son duros y sobrevive empleándose como lavaplatos, o toreando en plazas desmontables en Francia. Es en esa época concurre a mítines y conoce a los provos, grupo surgido en Amsterdam a principios de los años sesenta que estaba formado por jóvenes, estudiantes y artistas que manifestaban en la calle –mediante happenings, graffitis y panfletos– su disconformidad con la sociedad de con- sumo. Movimiento pacifista, ecologista, okupa, de liberación sexual e ideología ácrata que utilizaba en sus manifestaciones la provocación mediante lo aparentemente absurdo y caótico. La toma de las calles como escenario de sus actos y de las paredes para expresarse mediante los graffitis tienen mucho en común con los muros que plasmaba Julián Pacheco, además de compartir con ellos el espíritu revolucionario. Pacheco siente la conexión entre estos graffitis y sus muros de tal manera que adoptará, con el tiempo, el término «provo» para denominar su obra más crítica. En este ambiente, es invitado a participar en la exposición “España Libre” con un  Muro, que se muestra en cinco ciudades italianas con buena repercusión en la crítica. Tengo que decir también, que a pesar de que los Muros están presentes en toda su trayectoria artística, Pacheco se lució también en otros estilos, como el figurativo, la caricatura, el pop-art, la abstracción surrealista, la figuración crítica… Con otros temas, lúdicos, recreativos. Fue un pintor polifacético, que trabajó hasta su último día. A raíz de su relación con Italia, se estableció en Urbino donde aprendió grabado, y continuó relacionándose con numerosos intelectuales, escritores, artistas… Él siempre decía, que la suerte que había tenido, era que mucha gente le había enseñado muchas cosas, porque él por sí mismo, nunca habría podido adquirir esos conocimientos, mucho menos en la escuela. Aprendió de personajes como Alberti, Umberto Eco, Paco Ibáñez, Violeta Parra… Que le facilitaron materiales con los que interpretar el mundo.
  • Tras la muerte de Franco vuelve a España…
  • Sí, pero ya la polémica no le iba a abandonar en el resto de su vida. En Italia había adquirido un nombre, sus relaciones con el mundo antifascista, sus ideas rupturistas, le provocan conflictos. En la Bienal de Venecia de 1976, en una muestra con el  enunciado de España, vanguardia artística y realidad social 1936-1976, Julián comprueba que en la selección de artistas españoles, había varios con nombre, pero que a su juicio habían sido manipulados por el franquismo o colaborado con él. Y ni corto ni perezoso, retira sus obras de la Bienal y denuncia la manipulación de una muestra que excluye hechos históricos como la República, la situación del pueblo vasco, o el movimiento anarquista. 
  • Debió de ser un escándalo…
  • Un escándalo mayúsculo. La prensa italiana de la época se hizo eco. Julián se solidarizó así con todos los artistas de vanguardia que fueron excluidos de la Bienal, firmando un manifiesto que rechaza el espíritu comercial de la muestra y la manipulación política. No solo retiró su obra sino que hizo declaraciones en la prensa donde exponía sus opiniones sin ningún tipo de pudor: «estoy contra un arte elitista, es hora de que el artista baje a la calle para que se nutra de cultura popular. Sin embargo también, ha de ser el propio pueblo quien debe llegar a un estado de madurez». El pueblo no necesitaba ser guiado como un rebaño por los intelectuales. Había de tener una evolución propia; pero también: «debe caminar junto aquellos  artistas que se nutren de él y que van abriendo a la vida nuevas formas de expresión. Igualmente el artista ha de tener una libertad expresiva absoluta».
  • Manifestaba además Julián que: el artista no ha de subordinarse a un presunto nivel intelectual popular. el pueblo no es que sea ignorante u obtuso, sino que se le somete desde el poder a la ignorancia. Además no debemos perder de vista que detrás de la presunta libertad del artista se hayan en multitud de ocasiones graves servidumbres a los requerimientos del Mercado del Arte, y discursos oscuros que intentan ocultar la vaciedad de ideas de los vendedores, de los críticos, de los compradores de arte o de los propios autores. Si no existe comunicación, simbiosis, identidad, interdependencia entre el pueblo y sus artistas, sus obras nacen muertas. Estos son los pensamientos de Pacheco, cuyo deseo era que la Bienal de 1976 hubiera sido un punto de análisis, de renovación para la cultura española y de impulso para el pueblo que siempre había defendido.
  • Estas declaraciones no le harían ningún bien.
  • No. De cara a obtener mecenas y buenas críticas, no le ayudó hablar así. 
  • ¿Qué apoyos tuvo en España, a su vuelta?
  • Apoyos oficiales, ninguno. Volvió a España, impulsado por su segunda esposa, Celia Pardo, Celia era muy optimista sobre las posibilidades de cambio en España. Las expectativas que se despertaron en la Transición no se cumplieron, y Pacheco acabó teniendo conflictos con la Iglesia, con los militares, con los políticos… Julián desde que estuvo en Italia hasta su muerte, siempre pudo sobrevivir de su pintura. La gente que le compraba su obra, lo hacía por su valor intrínseco. De las autoridades, nunca le ofrecieron nada, y él tampoco se prodigó buscando. Pacheco solo tuvo el apoyo de  su mujer, de sus amigos y de los que amaban su arte.
  • Decías al principio, que en este libro analizabas las obras de Pacheco, de manera que una persona que no entendiese de arte, podía obtener claves para contemplar una obra de arte. ¿De qué manera llevas a cabo el análisis?
  • Analizo los cuadros, primero realizando una composición esquemática de su contenido, que muestra las diversas zonas del cuadro, y la importancia de las mismas a la hora de dirigir la mirada. Después integro el cuadro en el estilo que emplea, ya que Pacheco fue muy polifacético. A continuación llevo a cabo una descripción del cuadro, destacando colores, tipo de pinceladas, materiales empleados y símbolos presentes. Luego, contextualizo la obra en el momento histórico en que es compuesta, relacionándola con los acontecimientos que inspiran al pintor, como puede ser la crisis, la corrupción, la república, la hambruna en Biafra…
  • ¿Quieres añadir algo más a lo dicho?
  • Que la obra de Pacheco debería ser conocida por el pueblo, porque fue del pueblo de quien se nutrió para elaborarla, y fue a quien se la dedicó. Pacheco fue un obrero del arte. Trabajó siempre mucho y su obra es enorme. Es una obra que posee un fuerte compromiso social, y destaco de ella su capacidad comunicativa, su don para despertar sentimientos encerrados, que es la finalidad del arte. Las características plásticas de la obra, los materiales empleados, la forma de trabajarlos, sus texturas y colores sugerentes, sus composiciones armónicas en medio de un aparente caos. El reconocimiento que tuvo Pacheco en Italia, en Francia, o en otros países que exponen su obra, no ha tenido la misma repercusión en un país como este, en el que la conciencia crítica, la insumisión al poder y el amor a la libertad, son cualidades denostadas.
  • Gracias por habernos permitido entrevistarte.
  • No hay de qué. Gracias a ustedes.

     

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