Los ideales anarquistas de Libertad y de Control de la Comunidad son son una amenaza para la gente pero espanta las élites

Publicado en Its Going Down. Traducido por ALB Noticias.

Dana Ward y Paul Messersmith-Glavin debaten por qué las élites y los políticos se apresuran a demonizar el anarquismo, debido a que su idea de un mundo sin dominación y explotación amenaza el orden dominante, no al público.

L@s anarquistas asustan a las élites privilegiadas y a sus seguidores autoritarios no simplemente porque los objetivos principales del movimiento hayan sido abolir las fuentes del poder de las élites - el Estado, el patriarcado y el capitalismo - sino porque el anarquismo ofrece una forma viable de organización social y política alternativa basada en colectivos laborales, asambleas vecinales, federaciones de abajo hacia arriba, escuelas libres centradas en l@s niñ@s y una variedad de organizaciones culturales que operan sobre la base de la cooperación, la solidaridad, la ayuda mutua y la democracia directa y participativa. En oposición a todas las formas de jerarquía, dominación y explotación, l@s anarquistas trabajan para crear una cultura basada en el acceso igualitario a los recursos, haciendo posible el ejercicio genuino de la libertad. Durante el último siglo y medio, y en particular en las últimas dos décadas, los principios de autogestión del anarquismo han proliferado en todo el mundo y también se han convertido en parte de los procedimientos operativos habituales de la protesta. Dado que las élites no tendrían cabida en una sociedad anarquista igualitaria, no es de extrañar que los gobernantes tiemblen ante la idea de "jurisdicciones anarquistas".

Las sombrías realidades de la crisis climática, la pandemia del coronavirus y la violencia policial en curso han destapado las deficiencias del liderazgo actual y del sistema de gobierno existente, al tiempo que brindan oportunidades, como todas las crisis, para crear un cambio significativo. El que logremos o no un giro histórico - hacia una sociedad fundamentalmente diferente - dependerá en parte de poder mantener la presión política militante y creativa en las calles mientras construimos simultáneamente formas de contrapoder, contrainstituciones y organizaciones que prefiguren la visión anarquista de una sociedad libre.

Los políticos siempre han utilizado grotescas caricaturas del anarquismo para justificar el asesinato, las palizas, la deportación y el encarcelamiento de anarquistas, much@s de ellos inmigrantes recientes, cuyo único delito es creer en la posibilidad de un mundo mejor.

Este es un momento de agitación cultural significativa en lo que respecta a los problemas que giran en torno a la raza, enfrentados por una severa reacción política y el intento de reatrincherarse del poder patriarcal blanco. En contraste con el primer movimiento Black Lives Matter de hace varios años, surgidos en respuesta a los asesinatos de Trayvon Martin y Mike Brown, está creciendo una comprensión por parte de la gente blanca de cómo las formas históricas de opresión continúan moldeando nuestras vidas. Black Lives Matter puede ser el mayor movimiento de protesta social en la historia de Estados Unidos. En los primeros dos meses después de que la policía asesinara a George Floyd en Minneapolis, aproximadamente de 15 a 26 millones de personas (hasta el 8% de la población) han participado en las protestas del Black Lives Matter.

El presidente emplea desgastados estereotipos para deslegitimar el movimiento en las calles al afirmar que l@s anarquistas y l@s Antifa (antifascistas) son elementos siniestros detrás de estas protestas. Sin embargo, la gran mayoría de los participantes del movimiento son de hecho personas pobres y de clase trabajadora de color y sus aliados blancos. Este es en gran parte un levantamiento espontáneo. L@s anarquistas están de hecho en las calles en solidaridad, exigiendo justicia, tal como lo han estado desde que el anarquismo pidiese por primera vez la abolición del capitalismo y el Estado en el proceso de creación de un movimiento obrero de masas en la década de 1860. En concreto, las tácticas utilizadas en el actual levantamiento son una combinación de métodos históricamente probados, perfeccionados durante décadas de lucha y nuevas adaptaciones ante una policía cada vez más militarizada y brutal.

L@s anarquistas de hoy no lideran ni instigan las protestas actuales. El rol anarquista en las acciones, sin embargo, va mucho más allá de estar en las calles con las demás manifestantes. Desde el resurgimiento del anarquismo en la década de 1990, cuando se utilizaron los principios organizativos anarquistas para bloquear las reuniones de la Organización Mundial del Comercio en Seattle, el anarquismo ha permeado los movimientos de oposición contemporáneos. El énfasis anarquista en la acción directa y la militancia callejera ayuda a definir los movimientos de hoy, al igual que el uso de grupos de afinidad y tácticas del bloque negro. El horizontalismo militante es el estándar de protesta actual.

Twitter:

The rebellion that exploded after the murder of #GeorgeFloyd which sparked an uprising in Minneapolis + spread to cities across the US, has brought literally tens of millions of people into the streets. Yet to hear the media tell it – support for the movement is waning. A thread. pic.twitter.com/dkwp7O4rl1

— It's Going Down (@IGD_News) September 29, 2020

La importancia de las incansables protestas contra la violencia policial es que el ingrediente clave para un cambio exitoso es la disrupción militante de la vida cotidiana, como hemos visto en Portland, Louisville, Rochester y muchas otras comunidades de todo el país. Sabemos por estudios de 323 movimientos violentos y noviolentos en todo el mundo, que las protestas que movilicen al menos al 3,5 por ciento de la población pueden producir un cambio de régimen. Si bien las protestas de hoy no tienen que ver con un cambio de régimen, sino con un cambio social y político, hay motivos para esperar que las protestas de hoy creen una inflexión histórica que será mucho más significativa que cambiar meramente el ocupante de la Oficina Oval. A medida que nuestra sociedad y su establishment político continúan sumidas en el caos, el anarquismo ofrece una salida viable, una forma de organizarnos de manera libre y cooperativa fuera del proceso electoral. En parte por esta razón, las élites vilipendian a l@s anarquistas.

Los políticos siempre han utilizado grotescas caricaturas del anarquismo para asustar a los ciudadanos y justificar el asesinato, las palizas, la deportación y el encarcelamiento de anarquistas, much@s de ell@s inmigrantes recientes, cuyo único delito fue creer en la posibilidad de un mundo mejor. ¡Qué irónico, entonces, que sean l@s anarquistas quienes sean percibid@s como violent@s, cuando en realidad la gran mayoría de la violencia ha sido perpetrada por quienes trabajan para el capitalismo y el estado! Sin embargo, l@s anarquistas han hecho importantes contribuciones a nuestra historia al crear espacios para nuevas posibilidades en el proceso de "exigir lo imposible". El anarquismo actual ha cambiado mucho desde sus orígenes en el siglo XIX, pero los principios básicos siguen siendo los mismos y se pueden ver en acción en las calles y en el trabajo que se lleva a cabo en los vecindarios de ciudades y pueblos grandes y pequeños.

Hace más de cien años, en su libro, El Apoyo Mutuo: un factor en la evolución, el anarquista Peter Kropotkin argumentó en contra de la interpretación de Herbert Spencer sobre Charles Darwin, señalando que la evolución no es impulsada por la competencia entre de las especies, sino más bien que aquellas especies que cooperan, en su mayoría, son las más adecuadas para sobrevivir. La cooperación social nos permite a los humanos cuidarnos los unos a otros y trabajar conjuntamente para superar la adversidad. Así es exactamente como la gente ha respondido a la pandemia del coronavirus. Como ha observado Jia Tolentino en The New Yorker: “Los colectivos informales de cuidados infantiles, los grupos de apoyo para personas transgénero y otras organizaciones ad-hoc funcionan sin líderes o sin la financiación filantrópica de la que dependen la mayoría de las organizaciones benéficas. No existe un directorio completo de dichos grupos, la mayoría de los cuales ni buscan ni reciben mucha atención. Pero, de repente, parecen estar en todas partes".

La gente está respondiendo con cuidados, cooperación y apoyo mutuo en mitad de la calamidad de la pandemia del coronavirus, el frenesí de la brutalidad policial y los recientes y devastadores incendios forestales en la costa oeste de Estados Unidos. En Portland, Oregón, la gente ha estado en las calles protestando en apoyo de las vidas de los negros y contra la policía durante más de cien días consecutivos, y solo se ha tomado un breve descanso durante los incendios forestales. Se han formado innumerables colectivos, organizaciones, grupos de afinidad y bloques. Como observa Roger Peet, de la Cooperativa de Artistas Justseeds, “Ha habido un gran florecimiento de pequeños núcleos que brindan una variedad ecléctica de servicios a la población que protesta: bocadillos, lavado de ojos, cascos, escudos cuidadosamente construidos, cuidado de heridas, edición de folletos, agua, comunicación y más. Estas redes de ayuda mutua y de pequeñas estructuras proporcionan una infraestructura de mejora para el contexto nocturno de protesta, pero también proporcionan algo coherente para hagan los participantes, fuera del vago objetivo de simplemente protestar". Se han organizado clínicas espontáneas para ofrecer atención médica a los manifestantes, para ayudar con los efectos físicos y emocionales por trauma por el uso de la fuerza bruta y contra la exposición a la guerra química utilizada por la policía. Y con la calidad del aire de la costa oeste - recientemente la peor del mundo debido a los incendios forestales masivos - l@s militantes derivaron por un tiempo su actividad para brindar ayuda debido a la catástrofe. Desde los médicos callejeros en el frente de las protestas y el socorro en casos de catástrofe natural hasta los organizadores en Brooklyn que les llevan alimentos a las personas vulnerables durante la pandemia, la acción directa y la iniciativa de la gente común está marcando una diferencia material en la vida cotidiana de las personas.

A medida que nuestra sociedad y su establishment político continúan sumidos en el caos, el anarquismo ofrece una salida viable, una forma de organizarnos de manera libre y cooperativa fuera del proceso electoral. En parte por esta razón, las élites vilipendian a l@s anarquistas.

También hay un reconocimiento generalizado en Estados Unidos del fracaso del Estado como método viable de organización social. Desde hace décadas, con la desilusión por la guerra de Estados Unidos en Vietnam, el escándalo del Watergate y las revelaciones sobre el papel del FBI en la represión de los movimientos sociales, la insuficiencia del Estado se ilustra actualmente con la inepta respuesta federal a la pandemia del coronavirus. Se trata de una red de seguridad social rota que protege a muy pocos, un entorno en colapso y un racismo sistémico impuesto por la policía militarizada. Cada vez es más evidente que el gobierno no puede resolver estas múltiples crisis. L@s anarquistas presentan alternativas fundamentales y urgentes al poder jerárquico y a una sociedad basada en la explotación y la dominación.

La disrupción en las calles cambia el debate político. Así como el movimiento Occupy Wall Street cambió los debates públicos para centrarlos en la desigualdad económica, las protestas de hoy han cambiado el debate para centrarlos en el racismo sistémico. A medida que el debate cambia, los valores cambian, las prioridades se alteran, surgen nuevas alianzas y se vuelven alcanzables posibilidades antes inconcebibles. También sabemos que habrá una reacción inevitable. El factor más importante que limitará la reacción será la fuerza de las comunidades de resistencia que surgen como resultado de que las personas se vean a sí mismas en el movimiento. La gente necesita permanecer en las calles, agitando, manteniendo la presión para mantener el enfoque en abordar estos problemas. Otra protección para los movimientos sociales es contar con el apoyo de la población del lado de l@s manifestantes.

Twitter:

As faith in institutions collapses + popular rebellion grows, both Trump + Biden have attacked anarchists – likening them to terrorism + chaos. But what is anarchism, a movement nearly destroyed by fascism + Stalinism + given new life in struggles against neoliberalism? A thread. pic.twitter.com/ecRugLJtwo

— It's Going Down (@IGD_News) July 29, 2020

Hemos logrado avances significativos en la lucha política por la opinión pública, por lo que los ataques contra Black Lives Matter, Antifa y el anarquismo han aumentado dramáticamente. La derecha se está movilizando para proteger los privilegios y el poder blanco, patriarcal y capitalista. Un beneficio importante de la participación en las protestas es el sentido de pertenencia a un poderoso vehículo de cambio social y el conocimiento de que no está solo en su indignación. El sentido de identidad resultante fortalece la voluntad de resistir en el momento y también lo prepara para futuras batallas.

No importa quién sea elegido en noviembre, esta agitación y construcción de movimiento debe continuar. A pesar de la demonización de la administración actual, l@s anarquistas de hoy trabajan para crear una sociedad libre no solo a través de manifestaciones callejeras militantes, sino participando en la organización del lugar de trabajo, en proyectos de ayuda mutua y en la creación de organizaciones y contrainstituciones directamente democráticas. Necesitaremos una proliferación de huelgas salvajes, como las promulgadas por los jugadores de la NBA en apoyo de las vidas de los negros, y la generalización de las políticas de oposición en toda la sociedad. L@s anarquistas están creando una cultura que modela el desafío a la supremacía blanca, valora las vidas de los negros y defiende a quienes estamos bajo ataque porque somos vulnerables, ya seamos queer, trans, mujeres, clase trabajadora o sin hogar. Todas nosotras.

Las actuales élites políticas y las clases dominantes tienen un gran interés en mantener las cosas como están, incluso si eso implica que la policía asesine continuamente personas negras, intervención militar extranjera y una crisis climática que se intensifica peligrosamente.

La acción directa de los movimientos sociales desde abajo es un potente motor de la historia. Los cambios importantes en las democracias occidentales ocurren cuando la legislación intenta ponerse al día y responder a la presión de los movimientos sociales, como los disturbios y la organización de movimientos por los derechos civiles de los años cincuenta y sesenta. El mundo de hoy está lejos de los ideales anarquistas y requerirá cambios sociales fundamentales en todos los ámbitos de la vida, desde cómo nos organizamos económicamente hasta cómo decidimos las prioridades sociales y políticas. Las actuales élites políticas y las clases dominantes tienen un gran interés en mantener las cosas como están, incluso si eso implica que la policía asesine continuamente personas negras, intervención militar extranjera y una crisis climática que se intensifica peligrosamente. No van a ceder voluntariamente el poder ni compartirán la riqueza, como se ha demostrado a lo largo de la historia. Es fundamental tener un movimiento social en las calles, lugares de trabajo, barrios y ciudades. Un movimiento militante lleva a la gente común a dialogar con quienes toman las decisiones de la élite. Nos hace difíciles de ignorar. A medida que las personas logran victorias concretas, el movimiento continúa y se construye hasta un momento decisivo en el que es posible un profundo cambio social, económico y político. En este proceso, l@s anarquistas están motivad@s para empoderar a las personas para que compartan el poder colectivamente en lugar de permitir que las élites acumulen el poder para sí mismas.

Twitter:

Speaks volumes about mass media that not one article has been written about how autonomous groups across #Portland + beyond are mobilizing to provide #mutualaid fire relief after months of media milking the protests for all they were worth. Photo via @PDXEWOKS pic.twitter.com/tTDwujlj3p

— It's Going Down (@IGD_News) September 15, 2020

Los movimientos sociales también necesitan una visión de futuro. El anarquismo nos apunta en la dirección de crear un mundo libre e igualitario. El anarquismo ofrece una sociedad en la que nadie queda fuera, en la que ninguna necesidad básica permanece insatisfecha y, lo más importante, una cultura igualitaria en la que nadie está por encima o por debajo o en el camino del ejercicio genuino de la libertad.

Compartimos la desesperada necesidad de una sociedad fundamentalmente diferente. Que no cause estragos en el medio ambiente en busca de beneficios, donde la policía ya no asesine a personas de color para preservar la supremacía blanca, libre de la explotación del trabajo de la gente y libre de violencia misógina, una sociedad donde las personas afectadas por las decisiones políticas sean las que toman esas decisiones. Una sociedad directamente democrática que se oponga principalmente a la dominación y la explotación es algo que nos ofrece el anarquismo y por eso es tan peligroso para quienes detenta el poder.

Dana Ward es profesora emérita de Estudios Políticos en el Pitzer College, donde fundó y mantiene Anarchy Archives.

Paul Messersmith-Glavin es un organizador anarquista desde hace mucho tiempo y miembro del Instituto de Estudios Anarquistas (IAS) y del colectivo de revistas Perspectives on Anarchist Theory.

 

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