De la ilusión al realismo...

 

En menos de un mes, del 24M al 13J, la "renovación" de la política española ha pasado de la ilusión al realismo para cuantos creían posible que se iba a poner fin al régimen del bipartidismo instaurado con la "Transición" del 78, Y no sólo porque los resultados de las elecciones municipales han obligado a los podemistas a pactar -en muchos lugares- con los socialistas (que antes eran de la "casta") para desbancar al PP, sino también porque, en las alcaldías así ganadas o hasta en las que se ha logrado entronizar alcaldes nuevos gracias a candidaturas populares, el realismo ha hecho que el cambio se quede en gestos más o menos simbólicos: algunos prometiendo en vez de simplemente jurar o después de hacerlo, otros utilizando los transportes públicos para acudir a los actos y algunos hasta atreviéndose a recordar que la Alcaldía no es una Iglesia e incluso otros a dar el "bastón de mando" para que sea guardado en un Museo... 

El "cambio" ha comenzado pues con gestos que, más allá de lo simbólico, no garantizan que lo que va a seguir será una gestión verdaderamente participativa; pues, hasta la Ada Calau, que es una de las que ha llegado más lejos en la gesticulación simbólica para democratizar la rutina entronizadora, sólo ha pedido que se les eche "si no cumplimos lo que hemos dicho". Es decir: que se les juzgue por los actos, como es lo corriente en una democracia electiva. Acaso no es para eso que sirven las elecciones: para sancionar, a los que no hayan cumplido sus promesas, eligiendo  otros. 

Independientemente pues de la ilusión y satisfacción que puedan tener los votantes de haber conseguido echar de esas poltronas a políticos y políticas que se consideraban propietarias de ellas, los resultados de las elecciones y de los pactos par elegir alcaldes muestran que los Partidos de la "casta" bipartidista siguen siendo los más votados y que, por consiguiente, seguimos en el régimen del 78, aunque en algunas ciudades y pueblos no manden los que mandaban antes. Como también muestran esos resultados que el "cambio" quedará limitado, en el caso de las autoridades municipales "progresistas" recientemente elegidas,  a presentar, al término de su mandato, un balance limitado a menos o ninguna corrupción, un poco más de justicia social en las ayudas a los menesterosos y algunas medidas favorables a la laicidad y a una menor dependencia a la monarquía.

Claro que entonces se podrá decir, en nombre del realismo, que "algo es algo" y que "por algo se comienza", y que, si el pueblo no es capaz de ir más lejos, debemos seguir haciendo confianza a los que algo hacen o que, por lo menos, lo intentan...

Estamos pues comenzando, en el terreno político municipal, otra etapa más de espera de “resultados” para poder juzgar a los elegidos y saber si debemos, como lo ha pedido Ada Calau, echarlos si no cumplen lo dicho...

Una etapa de espera en la que, en nombre del realismo, se tendrá que dejar pasar el tiempo del mandato para juzgar sus  “resultados”. Cuatro años de espera y de no hacer nada que pueda comprometer el mandato que se les ha dado. Es decir: cuatro años en los que la ciudadanía deberá conformarse a que sean otros los que decidan -en su nombre- por ella. Estamos pues de nuevo en lo viejo: votar y esperar...

Afortunadamente, el calendario electoral nos ofrece -mientras tanto- otra oportunidad de volvernos a ilusionar; pues en noviembre -si no antes- los españoles podrán votar de nuevo. Y esta vez será para elegir a los que gobernarán en todo el país durante los próximos cuatro años.

El problema es que los resultados del 24M y todo lo visto para llegar al 13J obligan a pensar las elecciones generales con realismo; pues los podemistas, que creían poder conquistar los Cielos en esas elecciones, se en obligados -como los otros- a moderar la retórica y a entrar de lleno en las alianzas y pactos con otras fuerzas… Y ya no para ganar las elecciones sino para arrancar -por lo menos- un porcentaje de poder lo menos residual posible frente a los pepistas, los pesoistas y los ciudadanistas. Inclusive en el caso de seguir confirmándose que se está pasando del bipartidismo al cuadripartismo.

Difícil será pues ilusionarse en un tal contexto y con un tal panorama. Por lo que más bien cabe preveer lo contrario si los Partidos -del sector que sigue pretendiéndose de izquierda y progresista- no anteponen la unión, para echar al PP del poder, a la pretensión de ser el Partido ganador. Es decir: que ni siquiera es seguro que podamos tener esa satisfacción.

Estamos pues en pleno realismo político. Como antes, el "cambio de política" no funciona y ya no ilusiona.

En política hay que ser -como siempre- realistas, y el realismo ya sabemos lo que es y lo que produce: más de lo mismo.

Se quiso aprovechar retóricamente la dinámica antisistema del 15M para "cambiar" la política institucional y lo único que han conseguido es “renovar“ las caras y reforzar el multipartidismo...  De ahí que siga vigente la denuncia del 15M: "dicen que es democracia y democracia no es".  

 

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