Sobre "continuidades" y "cambios" en la Indignación
En un reciente artículo (*), que aún está en la sección “análisis”, Manu García nos da a conocer su balance sobre las “continuidades” y los “cambios” que se han producido en la “Indignación”, desde la irrupción del 15M hace dos años.
El problema que plantea dicho artículo es que Manu presente su análisis y sus conclusiones y propuestas en nombre de los libertarios en general y que utilice, además, expresiones que no son usuales en el imaginario libertario y que se prestan a confusión.
Que lo que él consideró hace dos años como “lo más notable” de la irrupción del 15M, “la entrada en liza y la politización incipiente de una franja nada despreciable de jóvenes técnicos y profesionales proletarizados por la crisis”, le parezca ahora que no ha redundado “en un aumento en los niveles de claridad política y de densidad orgánica, por la continuidad de una ‘enorme debilidad de las organizaciones reivindicativas y las expresiones políticas de las clases subalternas’”, pese a que “desde entonces a esta parte el deterioro de las condiciones de vida de este sector se ha profundizado”, me parece discutible.
Por supuesto, Manu tiene el perfecto derecho de pensarlo y decirlo de la manera en que lo ha dicho. Cada uno se expresa como puede y quiere…
No obstante, me parece que ciertas expresiones, tales que “claridad política” y “densidad orgánica”, merecían ser precisadas para saber el sentido que ellas tienen en su análisis; puesto que él parece lamentar que esa franja no haya conseguido aumentar esos “niveles” de “claridad política” y “densidad orgánica”.
Es verdad que, en un texto libertario, tales expresiones no requerirían ser precisadas; pues es obvio que, para un libertario, la “claridad política” significa ser consciente del simulacro, de democracia, que es la democracia llamada “representativa y delegativa”, y que la “densidad orgánica” significa extensión de las organizaciones horizontales, sin jerarquías y autónomas.
Tales expresiones no plantearían problema si, en el texto, no aparecieran otras cuyo sentido, precisamente por la ambigüedad semántica, induce a pensar que no se trata de un texto libertario sino de uno que, a pesar de ser político y partidista, no quiere aparecer como tal. De ahí que me haya parecido necesario poner en evidencia esa ambigüedad para ver si es posible salir de ella.
Sobre todo para saber dónde se sitúa Manu; pues, aunque nos hace asumir su pensamiento a todos los libertarios, parece más bien hablar desde otro campo. El de “la izquierda rupturista y el sindicalismo combativo” que, según él, ha conseguido conectar “con ese magma social difuso activado por los efectos de la crisis sobre franjas sociales amplias”; pero careciendo aún “de la capacidad de capitalizarlo y apuntar hacia la constitución de alternativa hegemónica”. Una “alternativa hegemónica” que si ha sido posible constituir –según él- en algunos territorios, fundamentalmente Euskal Herria y Cataluña, “en que este polo se caracteriza por un elevado acumulado orgánico y político y habilidad y altura de miras para moverse con flexibilidad en escenarios cambiantes”. Pero sin decir en qué consiste tal “alternativa hegemónica” ni los límites de tal “flexibilidad”...
Como tampoco nos dice cuál es ese embrionario “poder popular” que, según el, en Andalucía ha interesado a la opinión pública a través de esos “embriones” (“ocupaciones” y “expropiaciones”) que han generado “simpatías en torno a ellos”. Por lo que me parece legítimo interrogarse sobre el por qué de utilizar tal oxymoron, “poder popular”, sabiendo lo que se entiende por poder (inclusive con minúscula) en el pensamiento libertario, y que, para esas “ocupaciones” y “expropiaciones”, la expresión usual de los libertarios es la de experiencias o prácticas de acción directa.
Y no sólo me parece legítimo por razones de clarificación semántica sino también por razones políticas; pues bien sabemos (por lo menos los libertarios) lo que es el “poder popular” del Partido Popular en España y el “poder popular” instaurado en Cuba, Venezuela, China, Corea del Norte, etc., desde los partidos que detentan la hegemonía del Estado.
Y es legítimo preguntarse el por qué de tal ambigüedad porque Manu agrega que, a pesar de esos “embriones”, “no se ha conseguido entrar en el campo de la disputa y la construcción de alternativa hegemónica.” Es decir: que lamenta que no se haya podido construir tal hegemonía… Claro que Manu no dice de quién, con quién y sobre quién; aunque, por el contenido del artículo, parece ser que, para él, es con “la izquierda rupturista y el sindicalismo combativo”.
Que el lo piense y lo desee es, repito, su derecho; pero me parece un abuso presentar tal deseo como el de los libertarios. Que yo sepa, ninguna de las organizaciones libertarias ha tomado acuerdos en este sentido y, si nos atenemos a lo que primaba en las proclamas del 15M, pocos debían ser los que soñaran con una alternativa hegemónica.
Una cosa es luchar juntos contra el enemigo común y otra construir una “alternativa hegemónica”
Que, para Manu, lo “fundamental” siga siendo insistir en construir una “organización popular sólida, con protagonismo de masas, con independencia de clase, con iniciativa”, vale.
¡Claro que puede seguir haciéndolo! Pero debería hacerlo en su nombre y en el de los que piensen como él; pero debería evitar de decir: “como lo hemos tendido a hacer los libertarios”.
Salvo si, al hablar de organización popular, por sólida que se desee que sea, se está hablando de una organización no autoritaria, horizontal, completamente diferente a lo que son las organizaciones “sólidas” y “con protagonismo de masas” tuteladas por el “poder popular” realmente existente. Pues me parece que la mayoría de los libertarios seguimos aspirando a una sociedad sin poder de unos sobre otros.
Octavio Alberola
(*) http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/25727
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Comentarios
Comentario a la rápida
Octavio, por supuesto que es legítimo que no te guste el lenguaje empleado en el artículo, o que no compartas algunas de las opiniones vertidas en él, pero desde luego que no hay ninguna pretensión en él de hablar a nombre de todos quienes nos consideramos libertarios.
Veo que centras tu crítica al artículo en el uso de conceptos que consideras que no deberíamos usar los libertarios porque lo emplean otras corrientes políticas (por ejemplo, "poder popular"). Pero si nos perdemos en un asunto de "patriotismo terminológico" y nos ponemos quisquillosos, nos podríamos cuestionar, también, por qué seguir utilizando conceptos como "democracia" (que maneja el Partido Popular), "socialismo" (PSOE), "libertario" (Zapatero se definió como tal, también la extrema derecha norteamericana usa el término "libertarian"), "autogestión" (supongo que no tendría pedigree libertario al 100% y nunca, siguiendo tu razonamiento, deberíamos haberla empleado, pues procede de la Yugoslavia de Tito), "anarquía" (¿hace falta que explique la polisemia de la palabra y su significado para la mayoría de la población?)...
Y bueno, acabaríamos por renunciar al uso del lenguaje o inventando una "neo-lengua" para comunicarnos.
Pero no se trata de eso, sino de (también en ese campo de la fijación de sentidos y creación de consensos), disputarle la hegemonía al capitalismo. Lo siento si no te gusta la expresión.
Respuesta rápida...
Manu: Admito que, como dices, no había ninguna intención de tu parte en hablar, en el artículo, "a nombre de todos quienes nos consideramos libertarios". Pero reconocerás que es en ese sentido que se podían interpretar estas frases: "Los libertarios tendimos a resaltar" y "como lo hemos tendido a hacer los libertarios".
Sabes bien que no es un problema de "patriotismo terminologico" sino de terminología clara, y veo que en tu respuesta no la aclaras; justificándolo con lo de no ser "quisquillosos"...
Los términos no sólo pueden ser polisémicos sino que muchos de ellos se prestan a confusión. Por eso los libertarios, al hablar de libertad, precisan que es para TODOS y no sólo para unos cuantos, como la entienden los que aspiran al poder.
La expresión "poder popular", que reconoces es empleada por otras corrientes y que es, además, la denominación de la institución de control de masas en Cuba, Venezuela, etc., es un buen ejemplo; pues no ignoras que, para esas corrientes y esos regímenes, el concepto de "poder popular" es bien preciso y corresponde practicamente a una forma del poder del Estado.
Que tú quieras utilizar tal expresión en un sentido diferente es tu derecho; pero, me parece que si es en un sentido libertario, se debe precisar bien que no tiene nada que ver con lo que es el "poder popular"para esas corrientes y en esos países.
Y ya puestos en lo de "fijación de conceptos y creación de consensos", reconocerás que es tan impreciso y anodino decir "construyamos la anarquía" que "disputarle la hegemonía al capitalismo".
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