El 15-M: Visión de un anarcosindicalista
Enviado por Jesús García en Jue, 26/05/2011 - 17:36
He querido dejar pasar unos días para no caer en demasía en una visión que provenga más del sentimiento de emoción que de un análisis más sosegado. Tampoco se trata de esperar a que todo haya pasado, si es que pasa, en donde los comentarios del “ya lo decía yo” pueden parecer un tanto arrogantes. Así que antes de que las asambleas de los campamentos, que se reparten por toda la geografía, acuerden la continuidad de las mismas, el organizarse de otra forma, o el diluirse, me he decidido a dar una opinión de cómo creo que los anarcosindicalistas deberíamos entender y participar en este movimiento autodenominado del 15-M.
Por un lado, hay que entender que la inicial convocatoria de Democracia Real Ya, ha quedado ampliamente superada por las circunstancias y el devenir de esta inicial convocatoria. Ahora, mejor o peor, consistente o inconsistentemente, lo cierto es que son las asambleas de cada campamento los que van marcando las pautas de las acciones y de los puntos reivindicativos.
Habrá quien considere estas formas asamblearias imperfectas. Lo son. Todas las formas lo son, las asamblearias también. Ahí radica precisamente lo que las hace libres. Cualquier tipo de dirigismo es rechazado, impidiendo que grupos organizados o ideologías del tipo que sean se hagan con las mismas. Las formas se asemejan cuando menos al asamblearismo que los anarcosindicalistas proponemos en algunos de los conflictos que nos enfrentan al Capital. Los acuerdos evidentemente no, pero eso no debiera de preocuparnos, ni de alejarnos de la participación.
Habrá quien considere que los puntos que se vienen aprobando, son desde cualquiera de las ramas del anarquismo, y entre ellas la del anarcosindicalismo, como inasumibles. No les falta razón. Pero si uno se queda en eso, lo que les falta es visión, estrategia y sentido común. Las asambleas en la calle, más con lo numerosas de algunas, tendrán como resultado acuerdos muchas veces “revisionistas” en el mejor de los casos, y simplemente ridículos en el peor. Pero el propio hecho de ser debates horizontales, libres los convierten en un lugar idóneo en donde los libertarios pueden defender sus posturas, se aprueben o no.
Ya quisiera yo que esta “spanish revolution” se filtrara al mundo del trabajo. ¿Nos encontraríamos ante el mismo dilema sobre si participar o no? Quizás en vez de preguntárnoslo, lo mejor sería que lo impulsáramos. De momento, entre los miles de personas que en las calles viven y debaten y dentro de la gran heterogeneidad, se encuentran gran parte de los jóvenes precarios o parados a los que tantas veces nos dirigimos y les pedimos que se organicen, que se autoorganicen. Pues ahí los tenemos. Ellos han elegido este modelo. Hagámosles ver desde la opinión de sus iguales, nuestras propuestas, nuestro modelo de auto organización. Hablémosles de anarcosindicalismo, de cómo nosotros también proponemos, hemos propuesto siempre, las asambleas. De cómo esa ira contra la clase política, contra los banqueros, contra las Instituciones, tienen, han tenido siempre en el anarcosindicalismo un referente.
Hablemos de Historia, de movimiento obrero, de formas comunales, de cooperativas, de antimilitarismo, de cómo hacer las asambleas operativas, de cómo rechazamos las jerarquías, de cómo buscamos los métodos de relación horizontal. Quizás no le llamen anarquismo, pero lo están descubriendo, lo están practicando.
La labor de los Libertarios debe ser pedagógica. Si somos anti-autoritarios, seámoslo. Ni mandar ni obedecer es una consigna tan válida para nosotros como para ellos. No les llevemos dogmas, llevémosles experiencias, vivencias.
Si aspiramos a que esto se viva en el hoy “atascado mundo sindical”, hagamos que la calle sea un poco más libre y esto se filtrará tarde o temprano al mundo de las empresas. La perdida de miedo a la “autoridad” los está haciendo más libres, y nuestras ideas solo tendrán éxito en un mundo de hombres y mujeres libres.
Si sus propuestas nos parecen flojas, propongamos otras mejores, pero eso hay que hacerlo desde la igualdad y la libertad de la participación y no desde fuera. Eso sólo creará rechazo, y una vez más, nuestras ideas no se empaparán de tanta sangre nueva y rebelde que en las plazas se encuentra. Que no parezcan nunca nuestras críticas, que habrá que hacerlas, se asemejen a esas que la caverna mediática les lanza. Que no parezcan nunca nuestros comentarios que provienen de la inactividad o el resentimiento sino que vean en ellos, propuestas, y que en nuestros cuerpos late la misma sangre de deseos de mandar al modelo a tomar viento. Hagámosles ver que es el Capital y el Estado quienes frenan, lo hicieron siempre, esos deseos de mayor Libertad, de mayor Democracia. Eso que nosotros siempre le pusimos el nombre de Bella Acracia.
Salud.
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