Cantabria: el turismo que viene

Briega.

La industria turística se ha convertido en un sector importante de la economía española y también de la cántabra. Está estrechamente relacionada con la construcción y el proceso de urbanización. Sus orígenes se remontan a la etapa aperturista del franquismo (a partir de la década de 1960), pero conoce un verdadero boom en la década de 1980, que se prolonga hasta la actualidad. A lo largo de todos estos años el territorio se ha visto expuesto a una violencia infraestructural que se traduce en costas masificadas, espacios naturales invadidos y barrios populares transformados en bazares postmodernos. Cabe señalar que este proceso económico no hubiese sido posible sin el paralelo negocio de las drogas y de las armas y su necesidad de lavado y blanqueo de dinero. Aunque la burbuja inmobiliaria estalló en 2008, la industria del turismo no ha dejado de desarrollar lo que Henry Lefebre llama la producción del “espacio abstracto”, la producción de cambios independientemente de las necesidades básicas de la ciudad. La industria más voraz transforma la ciudad para volverla atractiva a la demanda vacacional.

Quien ve por la televisión a tres activistas encapuchadas pintando un autobús turístico con el mensaje "El turismo mata los barrios" no puede entender los motivos que empujan a emplear la acción directa para denunciar esta problemática. Quienes sufren las consecuencias directamente sí. En Canarias y Mallorca, el monocultivo de atracciones para viajeros es tan agresivo que ya empieza a tener sus respuestas populares y sus manifestaciones antiturísticas. Fenómeno que también se está dando en grandes ciudades. Barrios como el de Gracia (Barcelona) o San Francisco (Bilbao) son ejemplos de esta violencia que expulsa a sus habitantes por la subida de precio de los alquileres y del nivel de vida, la propagación del Airbnb, así como la desaparición de espacios convivenciales que son sustituidos por terrazas y lugares cuyo requisito imprescindible para frecuentarlos es gastar dinero. 

A pesar de que el urbanismo de esta ciudad lleve décadas apadrinado por planes turísticos, Santander es una ciudad todavía en vías de desarrollo en este aspecto. La rememoración del incendio de 1941, que irónicamente supuso un salto cualitativo en la expulsión hacia las afueras de un montón de habitantes santanderinos, es un buen ejemplo de cómo convertir el centro en un parque temático por medio de campañas culturales. Se trata de una estrategia turistificadora que se reproduce como fotocopias en muchas ciudades.

Qué sería de la turistificación en nuestra tierra sin la “Cantabria infinita” del populismo desarrollista  del PRC con su cara más mediática a la cabeza. Que sería de este proceso capitalista sin la especulación urbanística del gobierno popular de Santander. Promovido desde el Ayuntamiento y con la ayuda de empresas como Tecnurban, el turismo se ha convertido en una de las fuentes principales de negocio y generación de riqueza en la ciudad. Es así como todo el suelo rústico sin protección se pone en el punto de mira de la especulación. El PGOU de 1984 ya comenzó a perfilar la construcción de infraestructuras de comunicación para conectar el centro de la ciudad con la zona norte. Será con el PGOU de 1997 cuando Monte, Cueto, San Román, Peñacastillo, la bahía y el paseo marítimo se perfilen como zonas clave de los planes de extensión y/o mejora del suelo urbano, al servicio del turismo. Como ejemplos, el por aquel entonces ya existente Palacio de Festivales o la planificación del Parque de las Llamas. Así, no es de extrañar que en el mapa que reparte la oficina de turismo veamos que las zonas de el Sardinero y de la Magdalena resalten junto a una columna vertebral que recorre el paseo Pereda (dominado por el Centro Botín), hasta Mataleñas. En cambio, barrios como por ejemplo Cazoña quedan completamente fuera de la cartografía turística.

Frente a la acusación mediática y política de “turismofobia”, término utilizado para criminalizar los actos de resistencia al turismo, debemos tener en cuenta que es la supervivencia de los barrios, la defensa de las relaciones comunitarias, extendidas en el tiempo y permanentes en el lugar que se habita, y la resistencia contra el capitalismo lo que está en juego. Pese a que la prensa cántabra se vanaglorie de la ausencia de este rechazo al turismo,en Santander podemos encontrar algunos resquicios de este descontento. El colectivo “Conglomeradas: el espacio urbano puesto en cuestión” realizó diversas actividades críticas con el urbanismo y con el punto de mira en el tema del turismo. Por su parte, en 2017 surgió la campaña “Incendioturismo”, en la que se comparaba los efectos del incendio de 1941, que expulsó a una parte de los habitantes del centro a la periferia de Santander, con los efectos gentrificadores que está provocando el turismo en la actualidad.

Pero como apuntó hace poco un militante migrante y antirracista, no son tanto “los turistas” los culpables, como la industria del turismo, que fábrica relaciones sociales capitalistas y genera el consumo de lugares. En un mundo atravesado por viajes de Ryanair, y con unos movimientos sociales domesticados por la confianza en el desarrollo cultural como herramienta liberadora, podríamos preguntarnos en qué medida el ocio alternativo y los proyectos reivindicativos contribuyen o no a los procesos de gentrificación y turistificación, cuando hacemos uso, por ejemplo, de los privilegios de un turista o cuando impulsamos iniciativas artísticas y culturales patrocinadas por bancos e instituciones.

El turismo es enemigo de las dinámicas vecinales y las prácticas de apoyo mutuo. Toda una maquinaria violenta se refuerza para que así sea. Un ejemplo de ello lo tenemos en el puerto de Santander. Una línea de ferri abierta para la ciudad irlandesa de Cork durante este mismo verano supone el refuerzo policial de la zona portuaria y la detención de personas migrantes entre una normalidad marcada por selfis, terrazas llenas, helados y bicicletas. Además de imponer un ritmo de vida, el turismo también coloniza el espacio. No contentándose con espacios estrictamente turísticos, el Ayuntamiento de Santander pretende introducir a las masas viajeras en los barrios a través de aplicaciones de la smartcity como es el caso del proyecto smartbudy; un canal de "comunicación" entre habitantes y turistas cuyo objetivo es prolongar la estancia de los segundos. Se buscan con ello la “sardinerización” de la ciudad. El modelo turístico que se promueve es el de gente adinerada y dispuesta a gastar. Así, el Centro Botín se ha convertido en una de las banderas más importantes para la promoción hotelera.

Las relaciones esporádicas, efímeras y mercantiles que produce el ocio de tiempo libre y periodo vacacional también se producen por la “flexibilización” y el trabajo precario que genera una constante movilidad; entre despido y despido, entre ciudad y ciudad, entre trabajo y trabajo, entre contrato y contrato. De esa manera se pierde la constancia necesaria para generar un tejido social fuerte, diluida entre las necesidades de vender nuestro cuerpo como fuerza de trabajo. Esta precarización de la vida se nota especialmente en verano. Mujeres, migrantes, chavales... echando largas jornadas de curro en, por ejemplo, hostelería y limpieza. Con casi un 70% de jóvenes con trabajo temporal en temporada alta, la comunidad cántabra es la que presenta mejores datos en crecimiento turístico y rentabilidad económica del norte de España. El crecimiento del empleo en verano, con las falsas ilusiones de recuperación económica,  hacen buena gala de la llegada de turistas. Sin embargo, invisibilizan la explotación laboral que sostiene la industria del entretenimiento y la apertura de muchos negocios pensados para las necesidades del turista sobre el vecino. 

 

Para enriquecer este artículo hemos querido dejaros algunos enlaces que puedan nutrir más esta crítica, y darnos que pensar y aprender de resistencias al turismo en otros lugares para elaborar las nuestras ante el turismo que viene;

Grupo libertario de pensamiento crítico

https://www.briega.org/es/opinion/colonialismo-salvaje-turismo

Publicación Etcétera. La ciudad Mercancía

http://www.alasbarricadas.org/noticias/node/39440

El modelo turístico ahoga baleares. Periódico Diagonal. 2016

https://www.diagonalperiodico.net/global/31028-balears-la-azada-al-merce...

Defender el barrio. Sobre vivienda y turistificación en Canarias

https://lasoli.cnt.cat/31/08/2017/defender-barrio-sobre-vivienda-y-turis...

Pueblos originarios y turismo en América Latina. La conquista continúa

http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-1732200...

Enlaces relacionados / Fuente: 
http://www.briega.org/es/opinion/turismo-que-viene
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