Ante la farsa electoral en Cuba: la necesidad de una auténtica democracia revolucionaria

Apenas unas horas antes de la segunda etapa de las elecciones en Cuba, presentadas con su habitual propaganda en los medios oficialistas y el pedantismo que la acompaña, supimos que el artista y activista Adonis Milán había sido detenido sin que se supiera su paradero. No importa, el Gobierno sabe que el enfoque, tanto adentro del país (por falta de información) como afuera (por falta de interés), será (casi) exclusivamente sobre el resultado final de este proceso: la designación del sucesor a Raúl Castro.

Efectivamente, este domingo 11 de marzo, se eligen los miembros de la asamblea nacional, entre los cuales saldrá el próximo dirigente cubano. Esto marca un punto histórico para el archipiélago y determinará su porvenir. Más allá de la habitual propaganda, estos comicios serán la excusa para justificar las próximas traiciones del Estado hacia el pueblo que pretende defender.

Cabe, desde luego, mirar cómo funciona este proceso electoral, desenmascararlo (ir más allá de la propaganda simplificadora, provenga de donde provenga, y aunque el sistema sea opaco y complejo) y proponer otra vía, sin caer en la trampa de las elecciones de las “democracias” liberales, las cuales también viven un divorcio con las masas que supuestamente representan.

¿Cómo se elige al presidente en Cuba?

Aquí, solo nos interesará el proceso a través del cual se elige el presidente. Las etapas son las siguientes:

1) Elección de los delegados a las asambleas municipales

Elección directa y pública de los candidatos en asambleas generales

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Elección directa y secreta de los delegados a las asambleas municipales

Los electores se reúnen en asambleas generales de cada área de la circunscripción a la que pertenecen. Las personas que lo deseen, proponen candidatos, exponiendo “brevemente” (Granma, http://www.granma.cu/elecciones-en-cuba-2017-2018/2018-03-11/sistema-electoral-cubano-iii-19-07-2017-21-07-40) sus razones. Después de que cada elector haya tenido la oportunidad de expresarse a favor o en contra de los nominados, se realiza una votación pública para elegir a los candidatos de las futuras elecciones.

Todo esto, bajo el control de las comisiones electorales de circunscripción, quienes son constituidas en últimas instancias por la Comisión Electoral Nacional, designada a su vez por el Consejo de Estado, o sea el propio Gobierno (el cual en teoría está siendo elegido por esta vía). Estas comisiones publican las fotos y las biografías de los candidatos, las cuales incluyen “los méritos, la capacidad y las condiciones personales” (Granma, http://www.granma.cu/elecciones-en-cuba-2017-2018/2018-03-11/sistema-electoral-cubano-vi-09-08-2017-22-08-53) de cada uno.

Se organiza luego las elecciones en la circunscripción, en un proceso clásico de voto secreto con boletas y urnas. Quedan así electos los delegados a las asambleas municipales.

Este proceso lleva en sí muchas carencias democráticas:

No hay debate ni confrontación de ideas o programas. El único espacio (corto) de intercambio es cuando un elector propone un candidato en las asambleas generales explicándose “brevemente” (artículo 83 c) de la Ley 72, Ley Electoral). Luego se debate a favor o en contra de la candidatura de esta persona, pero no hay presentación de ningún programa o propuesta.

Tampoco habrá debate entre la nominación de los candidatos y la elección del delegado ya que “todo elector sólo tomará en cuenta, para determinar a favor de qué candidato depositará su voto, sus condiciones personales, su prestigio, y su capacidad para servir al pueblo.” (artículo 171 de la Ley 72, Ley Electoral). ¿Cómo poder escoger, y luego controlar con rendiciones de cuenta, a alguien sin saber qué mandato o ideas defiende?

La elección de los candidatos, etapa más “democrática” del proceso, se hace de manera pública, sin voto secreto.

El proceso, desde la nominación de los candidatos a la elección, pasando por la organización de las asambleas generales, está controlado en última instancia por el propio Gobierno (Consejo de Estado), a través de la Comisión Electoral Nacional y sus ramificaciones locales (artículo 21 de la Ley 72, Ley Electoral). No existe, desde luego, un contrapoder independiente que pueda controlar el proceso e inquietar a los miembros del Gobierno, ya que estos son jueces y partes de la farsa.

Esta etapa es importante ya que estas asambleas juegan un papel primordial en la designación de los candidatos a diputados, los cuales escogen entre ellos a los miembros del Consejo de Estado y al presidente.

 

2) Elección de los diputados

Creación de las comisiones de candidaturas

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Designación de los candidatos por las comisiones

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Aprobación de las candidaturas por las asambleas municipales

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Elección de los diputados mediante un voto directo y secreto

Los integrantes de las comisiones de candidaturas son designados por las cúpulas (nacional y territoriales) de las organizaciones de “masas” (o sea organismos oficialistas mediantes los cuales el Estado ejerce el control sobre la sociedad civil[1]): CTC (Central de Trabajadores de Cuba), CDR (Comités de Defensa de la Revolución), FMC (Federación de Mujeres Cubanas), ANAP (Asociación Nacional de Agricultores Pequeños), FEU (Federación Estudiantil Universitaria) y FEEM (Federación de Estudiantes de la Enseñanza Media).

El objetivo de las comisiones es de presentar a las asambleas municipales los proyectos de candidaturas, para su aprobación. Los candidatos pueden ser miembros de estas asambleas o no.

A través de un voto secreto y directo, los electores tienen la posibilidad entre escoger uno, varios o todos los candidatos así designados.

En esta segunda etapa también, nos encontramos con limitaciones al proceso democráticos. Además de que siga habiendo una total ausencia de debate (solo se eligen personas a cargos, no un rumbo que seguir para la sociedad), los candidatos son seleccionados a través de organizaciones controladas por el Estado (aunque las asambleas municipales – electas directamente – aprueben los candidatos, éstos son designados por las comisiones de candidaturas).

3) ¿Cómo se elige al presidente?

Los diputados eligen, entre ellos, al presidente del Consejo de Estado. Este consejo se encarga tanto el poder ejecutivo como del poder legislativo, ya que la asamblea nacional solo se reúne dos veces al año de manera plenaria, esencialmente para aprobar lo que ya haya decidido el Consejo de Estado.

En resumen, el Gobierno logra neutralizar el proceso electoral cubano mediante una ausencia de debate de ideas y programas (solo se puede hablar de los “méritos” de los candidatos durante las elecciones a las asambleas municipales) y manteniendo un control durante todo el proceso de designación de los candidatos, tanto en las asambleas generales con sus comisiones electorales y en la lista de candidatos a diputados mediante las organizaciones oficiales “de masas”.

En definitiva, una buena síntesis de la farsa actual es que se presentan 605 candidatos para… 605 puestos de diputados. Hasta en este detalle se le quitó al pueblo cubano su derecho de escoger.

¿Qué alternativa a esta farsa?

En los medios de prensa extranjeros, controlados por sus estados respectivos o por intereses privados, se plantea que debería aplicarse un sistema de democracia representativa. En esta óptica se deja muy rápido de lado la desconfianza de la población hacia esas instituciones (altos niveles de abstención y auge de los partidos “antisistema”), el hecho de que los políticos representan los intereses de las élites a las que ellos mismos pertenecen, que el acceso a los medios de comunicación es injusto según las ideas defendidas y que si, a pesar de todo, un partido demasiado rebelde gana las elecciones, el poder económico aplasta lo que fue decidido por las urnas. Y cuando eso no es suficiente, se utilizan las armas. Véase el caso de Salvador Allende en Chile.

Pero entonces, ¿cuál sería una alternativa revolucionaria y realmente democrática? La respuesta está en la propia historia de los movimientos sociales. Desde muy temprano, las luchas se dotaron de organismos autónomos capaces de guiarlas de manera democráticas. Esto sucedió durante la Comuna de París en 1871, las revoluciones rusas (la palabra “soviet” significa “consejo” en ruso) de 1905 y 1917 (antes del golpe de estado bolchevique), el mayo 1968 francés,… La clave está en cómo desarrollar estos organismos y mantenerlos independientes frente a intereses ajenos.

De estas estructuras se puede uno inspirar para crear un sistema de democracia directa: organizar elecciones en asambleas de base en cada barrio – con debates, libertad de tendencias – que elijan a delegados a instancias superiores representando por ejemplo una ciudad y luego una provincia, las cuales elegirán a representantes al nivel nacional. En cada momento, estos delegados se someterían a rendiciones de cuenta de sus electores y serían revocables. No simples autómatas que se reúnen dos veces al año para aplaudir a los líderes.

Este sistema mantendría el poder a la base de la sociedad, asegurando que sus necesidades sean la prioridad. No haría falta montar todo un sistema complejo y opaco para esconder el control omnipresente del poder ejecutivo y manipular a los ingenuos (sobre todo extranjeros, ya que son pocos los cubanos de a pie quienes se dejen mentir). Este sistema sería la base de un sistema igualitario y libre, condición sine qua non del socialismo.

[1] Este control del estado sobre la totalidad de la sociedad es lo que define al Estado cubano como “totalitario”. El objetivo de este texto no es entrar en el debate de que sí o no el régimen vigente en Cuba es de esa naturaleza, pero sí se puede preguntar en esta perspectiva: ¿si no hubiese totalitarismo, por qué no se reconocen a las organizaciones independientes? ¿Sería la sociedad cubana un ámbito donde solo existe un pensamiento único sin divergencias?

Enlaces relacionados / Fuente: 
https://espartacocuba.wordpress.com/2018/03/12/ante-la-farsa-electoral-en-cuba-la-necesidad-de-una-autentica-democracia-revolucionaria/
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