Nada justifica la violencia machista

Por No es lo mismo ser loca que loco

Son varias las situaciones que tienden a seguir a una situación de violencia patriarcal (sea esta física, psicológica o sexual) generalmente lo primero, es la minimización de la situación de violencia (el ejemplo ya clásico es el de: “no fue un golpe, si no que un empujón”), la equiparación entre las violencias (“nos golpeábamos en lxs dos”), o directamente la atribución de la responsabilidad a la víctima (“mira lo que me haces hacer”, “tú me vuelves loco”), pero cuando finalmente se destapa la olla y el tipo en cuestión queda expuesto como un agresor, no es raro escuchar, que estos busquen, como parte de sus “disculpas”, justificarse en sus “problemas”, en su “infancia difícil”, en como él también ha sido víctima de violencia en el pasado, y que no sabrían relacionarse de otra forma.

Vivimos en una sociedad violenta, que tiende a dañar de una u otra forma a todas las personas que la conforman, pero utilizar esto como una excusa para estas situaciones de violencia, nos parece indignante (además si ese fuera el juego, los hombres definitivamente no serían quienes tendrían “más excusas” para esto).

La violencia machista no puede ser justificada en nada, es una forma de dominación, y quien la ejerce es un agresor, independiente lo victimizada que haya podido ser esta persona a través de su vida, de su chapa política, o de si tiene un diagnostico psiquiátrico.

Estos últimos dos descriptores los empleamos, por un lado, debido a las diversas denuncias de agresiones que han levantado mujeres respecto a sus exparejas en entornos marxistas y anarquistas, y por otro, debido a que consideramos que la patologización psiquiátrica de la agresión machista tiene diversas aristas, todas ellas negativas, que han sido nuestra principal motivación para escribir esta nota.

La idea de que todo aquel que ejerce violencia machista es un “enfermo mental” (adjetivo que nos repugna, pero que utilizamos debido a que es el término utilizado coloquialmente en estos contextos) mantiene y refuerza el mito de que las personas locas son peligrosas, que deben ser alejadas de la sociedad, e intervenidas (violentamente) por la psiquiatría y sus dispositivos, pero además, también sirve para justificar al agresor, ya que este no podría cuestionarse sus propias formas de actuar ya que se encontraría limitado debido a su “condición mental” (léase con ironía), nuevamente fomentando el primer mito.

Nos posicionamos contra la psiquiatría en todas sus formas, no solamente aquellas alojadas dentro de sus instituciones y que se pasean por ahí con batas blancas, sino que también de aquel “psiquiatra internx” que nos genera el ser educadxs en esta sociedad donde todos los problemas son personales, internos, biológicos y que en último caso pueden ser farmacologizados.

¡NADA JUSTIFICA LA VIOLENCIA MACHISTA! ¡CONTRA LA PSIQUIATRÍA DEL PATRIARCADO!

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