Un año más, la Semana Negra vuelve a visitar nuestra ciudad. En unos tiempos en que arrastramos de manera cada vez más degradante nuestras miserables vidas entre el horror del trabajo asalariado, el terror del paro y el absurdo del consumo frenético de mercancías que al día siguiente están desfasadas o directamente superfluas (y eso para quienes tienen la “suerte” de tener tal capacidad de consumo), nuestros avezados promotores culturales y autoridades políticas competentes nos ofrecen otro buen cazu de mediocridad en la forma conocida de la Semana Negra, esa Disneylandia para trotskistas y gilipollas por donde desfilan, aparte de algunas primeras espadas del espectáculo (gente “comprometida”, etc.), en general, toda una gama de payasos de los que hacen muy poca gracia. Como “atrezzo” indispensable, claro está, las masas de personas atomizadas, en busca de algo de satisfacción inmediata entre el bocadillo chorizu, la última baratija cultural y el viaje en la noria.
Y se desarrolla, precisamente, sobre los terrenos donde durante años un montón de gente con intenciones más o menos sinceras se partió la cara entregada al espectáculo de la lucha de clases. Que este engendro de la SN haya acabado aquí, parece un resultado consecuente para con la derrota del proletariado en el vertedero asturiano. Para más inri, la edición presente se dedica al movimiento obrero, se sobreentiende que en homenaje a su exterminio (son los mismos que le erigen museos), visto el plantel plagado de personajes que, bien son liquidadores declarados de la lucha obrera, bien son buenrrollistas bienintencionados que juegan el inevitable papel de tontos útiles.
En este sentido, sobresalen por su importancia las negras figuras de los cabecillas de las empresas sindicales, Toxo y Méndez, unos personajes cuyas vidas ya no es que no tengan nada que ver con la de cualquiera de nosotras, que vivimos la pesadilla de una vida vivida como mera supervivencia, sino que trabajan directamente por nuestra derrota. Su existencia y su actuación son antagónicas con cualquier posible resurgimiento de nuestra comunidad de clase explotada. Somos pobres, pero no idiotas, y es por eso por lo que llamamos a contestar a esta basura como se merece. Que se vayan a tomar el pelo a sus padres. CC OO y UGT, configurados como un buen negocio sindical, al margen de iniciativas de base más o menos honestas, trabajan por nuestro hundimiento. Y la salida no puede ser la de reforzar los polos de un sindicalismo minoritario que hace de la falsa protesta su seña de identidad, escenificando así lo que constituye: el Partido de la Impotencia. Sólo la lucha proletaria imponiendo las necesidades humanas reales contra la abstracción de la economía, al margen y contra todo tipo de estructuras e ideologías que nos frenan, puede sacarnos de este atolladero.
Mención especial merece otro payaso de corte mucho más siniestro, el José Luis Trapero, uno de los capos de esa banda democrático-policial denominada Gossos de Escuadra, tristemente célebre por sus algaradas callejeras y sus alardes de agentes prodisturbios. Una muestra de esos tipos grises, de esos alumnos avanzados de la Internacional de la Represión que importan las técnicas más avanzadas de la contrainsurgencia urbana directamente desde las plazas Tahrir o Taksim. La sola presencia de tipejos como estos ya justificaría el incendio de esta feria del humor negro.
Estamos derrotadas, estamos disgregadas, estamos desmoralizadas, pero aprendemos rápido. Tomamos nota de nuestras debilidades, pero también de nuestras potencialidades. Nos estamos organizado, contra el sindicalismo policiaco y contra la policía sindical. Nos estamos acercando…
Coordinadora Anticapitalista
Vertedero asturiano, Julio de 2013