Ratas

Les iremos a buscar, ya se pueden esconder donde quieran porque les buscaremos, sea en una cueva o en una alcantarilla, que es donde se esconden las ratas. Tampoco les servirá esconderse detrás de unas siglas, o de una asociación, o de una capucha, o de una revista, o de una asamblea que no representa a nadie, o incluso detrás de una silla de la universidad (David Piqué, comisario general de coordinación territorial de los Mossos d’Esquadra, 20/04/2012)

 

Les voy a tratar de usted por lejanía de especie, no por educación. Como todo el mundo sabe, Las Ratas no tenemos ni respeto ni educación.

    Sin embargo, por alguna extraña circunstancia, sabemos algo de historia. Misteriosamente, en las cloacas por donde merodeamos hay libros de esta materia. ¿Saben ustedes algo de historia? ¿Saben ustedes algo del III Reich? Permítanme que les mencione el siniestro documental nazi El judío eterno (1940), donde a través de ficticios mapas históricos se comparaba al mayor Enemigo nazi de entonces, los judíos, con las ratas. En Maus, un cómic ambientado en la II Guerra Mundial que recibió el premio Pulitzer, estos mismos enemigos, un “cáncer social que debía ser perseguido”, en términos nazis, también son representados como un tipo de roedor.

    El Enemigo debe ser derrotado por la fuerza; Las Ratas, exterminadas. El que habló de El Enemigo ha sido ascendido. El que habló de Las Ratas fue el más aplaudido el Dia de les Esquadres, la festividad de los Mossos. Entonces, la mayoría de los asistentes se pusieron en pie para encomiar la tesis de que Las Ratas deben ser perseguidas hasta su último escondrijo. Está claro; no se puede permitir la presencia de estos cuerpos extraños, infectos y terriblemente peligrosos, en nuestra sociedad. 

     Pero; ¿por qué entonces andarse con medias tintas y únicamente reformar el código penal? ¿Solo se trata de que la gente tenga más miedo al sistema”, como dijo el conseller Felip Puig? El Enemigo está por las alcantarillas de la ciudad, detrás de una revista o por las aulas de la universidad. Contra esta tremenda amenaza, ¿qué supone entonces incluir como delito de “atentado a la autoridad” quedarse sentado con los brazos en alto o hacer acto de presencia en una movilización espontánea? ¿Qué supone tipificar la difusión de protestas a través de internet como “delito de integración en organización criminal”? Si estas restricciones de derechos hubiesen existido durante las acampadas del 15M y en los días de la Primavera Valenciana, hoy no habría sitio en las prisiones para tanto delincuente, para tanto Enemigo, para tanta Rata. Y eso que actualmente España tiene el orgullo de tener la mayor tasa de presos de toda Europa Occidental. No podemos bajar la guardia, hay que continuar en la dinámica, ya que estamos acostumbrados a ser los campeones de Europa. Como dijo Berlanga, Todos a la cárcel.

    El que habló de Las Ratas es una persona letrada, al contrario que los roedores que anidamos los albañales. En el proyecto final del máster en Políticas Públicas de Seguridad de la UOC que realizó, aportó al mundo de la ciencia y la investigación un manual de actuación policial en manifestaciones. Filtrado en la red, en la página 28 se puede leer, a modo de ejemplo:

Incluso si la concentración o manifestación, que es de lo que estamos hablando, no se prevé bastante violenta, se puede llegar a provocar un poco, con detenciones poco justificadas y nada pacíficas unos días antes para calentar el ambiente. También se pueden hacer ‘redadas’ preventivas en los lugares donde se encuentran habitualmente personas cercanas a la ideología de los convocantes con la excusa de buscar drogas o lo que sea necesario. La ‘redada’ estará especialmente mal hecha y con un trato humillante para encender más los ánimos, si es necesario.

    Bajo estas directrices y reconocimientos como “las cargas policiales en ningún momento quieren ser disuasorias, no se disimula”, en torno a un centenar de jóvenes Enemigos y Ratas han sido detenidos en los últimos tiempos, tras la huelga general del 29 de marzo y el 12M-15M. Algunos permanecieron en prisión preventiva varias semanas, otros todavía lo hacen, como es el caso de Andreu. Un Enemigo valenciano, que había salido del hospital pocas horas antes tras habérsele realizado un trasplante, fue detenido en un autobús en marcha al más puro estilo hollywoodiense. Otro fue llevado a los calabozos cuando participaba en una cacerolada contra Bankia, supuestamente por “robar pólvora” el 12M. Esta semana, un juez de Barcelona ha imputado a dos mossos por detención ilegal y lesiones a un joven de 18 años. Otras Ratas enemigas han sufrido persecuciones selectivas, teléfonos pinchados o imputaciones por atentado a la autoridad por el simple hecho de estar en una protesta e identificarse frente a un no-identificado. ¿Su número de placa? ¡Un 43 de mi bota en tu cara!

     Las palabras no se las lleva el viento. “Provocar un poco, con detenciones poco justificadas y nada pacíficas” es parte de un trabajo que evidencia una violencia legalizada, una manera cotidiana de actuar y una forma de pensar. Es inseparable de la criminalización del diferente, del que no está dispuesto a consentir los abusos del poder. Este, hoy como ayer, es tildado de Enemigo o Rata. Mientras esta violencia legal aumenta, también se vuelve natural, se normaliza, se torna sigilosa en el día a día. Mientras algo atufa a setenta años atrás, cuando los alemanes iban de gris, no parece tan raro que unos encapuchados armados entren a un campus universitario a llevarse a estudiantes.

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