Prácticas de autoescuela en una prisión

Preguntan en el tema anterior (prácticas de educación social en prisión http://www.alasbarricadas.org/noticias/?q=node/12447), que cómo pudieron los presos dar las prácticas de autoescuela si allí no había sitio. El acratosaurio os transcribe el párrafo de la trabajadora en el que comenta cómo lo hizo. Tiene que quedar claro que todo cuanto cuenta el acratosaurio en su consultorio, es la pura verdad. Antes de comentar las cartas que recibo, verifico la veracidad de los hechos. En este caso la trabajadora en prácticas es una mujer (una persona) sensible, animosa, sufriente, que demuestra que en las cloacas más grandes florece la imaginación, y os lo enseño, para que no caigáis nunca en comportamientos estereotipados, ni os limitéis a pontificar con la doctrina en la mano. Así me dice ella:

"Llegó el momento de realizar las prácticas de autoescuela en la prisión. Todos los internos estaban emocionados y yo no tenía idea de cómo salir de ese proceso. Los internos me proponían auténticas barbaridades como la reconstrucción de un coche y hacerlo funcionar por la rampa de la entrada del módulo. Yo les intentaba hacer comprender que aquello era imposible, que no nos iban a dejar. Lo resolví con imaginación, o como pude: cuatro sillas, dos delante y dos detrás. En la delantera izquierda se sentaba el sujeto y yo ejercía el rol de examinadora en la silla de detrás. Cuando yo decía: “¡Sr. (tal), Salimos!”, el sujeto tenía que representar lo mismo que si entrase en un coche de verdad: es decir, abrirla puerta, sentarse, ponerse el cinturón de seguridad, mirar los retrovisores y arrancar el motor del vehículo imaginario. Las risas (por mi parte también, lo reconozco) eran desternillantes porque evidentemente los primeros suspendían por olvidarse poner el cinturón de seguridad, etc. La primera vez que pedí un voluntario, el que salió se olvidó de colocarse el cinturón. Me salió del alma y le dí una colleja enorme... "¡El cinturón coño!" Se volvió y me dijo "¡señorita qué hostia me ha dao joder", y yo encogida hasta que todo el mundo se puso a reír... Yo le iba diciendo "a la izquierda", "rampa y stop", "acelera joder, cuidao con el paso de cebra", y simulábamos el ruido del motor... Por supuesto cuando se examinaron, todos aprobaron."

Camaradas, mil años de gloria a las personas de alma desgarrada. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno

Comentarios

Seguro que ninguno de los internos se olvidó nunca más de ponerse el cinturón de seguridad. Quien bien te quiere, te hará reír.

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