Nueva "Vuelta de Tuerca" del Capitalismo

Texto historico de Alfredo M. Bonanno donde se analizan las diferentas transformaciones del capitalismo en su fase postindustrial y la posibilidad de intervenir sobre ellas de una manera anarquica.
Los carabinieri y la magistratura romana descontestualizaron el presente texto alegando que se trataba del programa fundacional de una banda armada denominada O.R.A.I (Organizacion Revolucionaria Anarquista Insureccionalista) dando inicio al denomonado "Proceso Marini".

NUEVA “VUELTA DE TUERCA” DEL CAPITALISMO.

DESARROLLO DEL CAPITALISMO A NIVEL MUNDIAL.

Al terminar los años 70 y a principios de los 80, el orden industrial productivo de los países más avanzados, en condiciones de guiar el capitalismo en todo el mundo, estaba en crisis. La relación entre instalaciones y productividad nunca había sido peor. La lucha sindical y proletaria en general, especialmente las manifestaciones más agresivas y violentas guiadas por varias estructuras revolucionarias de clase, había consolidado un costo de la mano de obra totalmente desproporcionado a los ingresos del capital. Parecía que todo el sistema caminara hacia su natural colapso, siendo incapaz de reajustarse internamente o bien no teniendo la fuerza para recurrir a drásticas reducciones del costo del trabajo y la ocupación.
Pero desde ya, en la primera mitad de los años 80 las cosas fueron cambiando velozmente. La reestructuración industrial tomó el camino de la electrónica, los sectores productivos , primario y secundario, es decir agricultura e industria, se contrajeron con fuertes reducciones ocupacionales, mientras el sector terciario se amplió con desmesura, absorbiendo una parte de la mano de obra licenciada y atenuando por consiguiente los contragolpes sociales que los capitalistas temían más que cualquier otra cosa.
En suma, no se produjeron aquellas sublevaciones y aquellas revoluciones metropolitanas que los patrones temían, no se produjo una presión real e intolerable del ejército proletario de reserva, sino que todo tendió suavemente hacía una modificación productiva.
Las grandes industrias sustituyeron las instalaciones fijas por nuevas instalaciones robotizadas en condiciones de alcanzar, con modestas inversiones, niveles de flexibilidad productiva antes impensables. El costo del trabajo disminuyó en su relación con la producción, sin con ello causar una reducción en la demanda, porque el sector terciario estaba abasteciendo óptimamente líneas de rédito suficientes para bombear el sistema capitalista en su conjunto. La mayor parte de los trabajadores licenciados, si no encontraron otra ocupación, lograron encontrar un modo de apañarse entre los pliegues del nuevo modelo capitalista: flexible y permisivo.

LA NUEVA MENTALIDAD, CAPITALISTA Y DEMOCRÁTICA.

Todo esto no habría sido posible sin el surgir de una nueva mentalidad, flexible en el puesto de trabajo, con reducción de la cualificación profesional y aumento de la demanda de pequeños trabajos complementarios unos de otros, y principalmente sin la consolidación de la mentalidad democrática.
La antigua ilusión jerárquica, sobre la cual se basaban los sueños de la carrera de las clases medias y de mejoras salariales del proletariado, ha muerto para siempre. Y esto fue posible gracias a una intervención articulada a todos los niveles. En la escuela, con la adopción de programas de enseñanza menos rígidos, más asamblearios, menos cargados de contenidos, pero más adaptados a construir en los jóvenes estudiantes una personalidad “suave” en grado de adaptarse a un futuro incierto que habría hecho espantarse a sus progenitores. En la gestión política de los países capitalistas avanzados, donde un autoritarismo a menudo formal se casaba con formulas periféricas de democratización gestionaria, donde la gente es consultada no tanto en decisiones serias como en los procesos ficticios del mecanismo electoral y refrendario. En la producción donde, como habíamos visto, la desaparición de la cualificación profesional volvía a los productores domesticados y flexibles. En el mismo espíritu de los tiempos, que veía acabar cualquier veleidad de certeza filosófica y científica, para proponer un modelo “débil”, pero basado no sobre la búsqueda de el riesgo y sobre la elección del coraje, sino sobre el arreglo en el periodo más breve, sobre el principio de que nada es seguro pero todo se puede arreglar.
La mentalidad democrática así construida no contribuye solamente a la desaparición del viejo, y por tantos aspectos superado, autoritarismo, sino también a la formación de una condición pasiva de posibles compromisos, al nivel que sea. Una degradación moral en la cual la dignidad del oprimido terminaba por estar controlada y malvendida tras la garantía de una penosa supervivencia. Las luchas se alejaban y se debilitaban.

OBSTÁCULOS A LA LUCHA INSURRECCIONAL CONTRA EL CAPITALISMO POSTINDUSTRIAL Y EL ESTADO

Sin duda el primer obstáculo está constituido por esa mentalidad flexible, amorfa, no tanto asistencialista a la vieja manera, en cuanto deseosa solamente de encontrar un nicho en el cual sobrevivir, trabajando lo menos posible, aceptando todas las reglas del sistema, despreciando ideales y proyectos, sueños y utopías. Los trabajadores del capital han hecho un óptimo trabajo en este sentido, de la escuela a la fábrica, de la cultura al deporte, todo colabora y concuerda con construir individuos modestos en todos los aspectos, incapaces de sufrir, de encontrar al enemigo, de soñar, de desear, de luchar, de agitar.
Después, condición relacionada con la precedente, el segundo obstáculo está dado de la marginación del papel productivo en el conjunto del complejo post - industrial. El desmembramiento de la clase de los productores es ya una realidad no sólo un proyecto nebuloso, y estas divisiones en tantos pequeños sectores, a menudo antitéticos unos de otros, produce un agravamiento de la misma marginación.
Esto produce la superación veloz de cualquier estructura tradicional de resistencia del proletariado, partidos y sindicatos en primer lugar. Estos últimos años han hecho ver el ocaso progresivo del sindicalismo a la vieja usanza, incluyendo aquel que conservaba veleidades revolucionarias y autogestionarias, pero más que cualquier otra cosa han hecho ver el ocaso de los partidos comunistas que pretendían imponer la construcción de un estado donde el socialismo se realizaba, en sustancia, a partir del control policiaco y la represión ideologizada.
De frente a estas dos colosales claudicaciones, no se puede decir que haya sido especificada una estrategia organizativa en condiciones de responder a las mutadas condiciones de la realidad productiva y social en su conjunto.
La propuesta que los anarquistas insurreccionalistas han avanzado, especialmente aquellas que más coherentemente se dirigen hacía la constitución de estructuras informales basadas en la afinidad de individuos y grupos, no han sido todavía comprendidas en sus posibles desarrollos prácticos, y han recibido una acogida tibia de parte de no pocos compañeros, y esto es debido a una cierta reticencia , en cualquier caso comprensible, a abandonar la antigua mentalidad para aplicar nuevas concepciones de lucha y nuevos métodos organizativos.
Más adelante diremos más sobre este punto que en nuestra opinión permanece central en la lucha contra las nuevas estructuras de la represión y el control total por parte del Estado y el Capital.

LA REESTRUCTURACIÓN TECNOLÓGICA.

La revolución tecnológica contemporánea, fundada esencialmente sobre la instalación informática generalizada a todos los aspectos de la vida, sobre el láser, el átomo y la ciencia de las partículas subatómicas, sobre nuevos materiales que permiten el transporte y la utilización de energía antes impensable, sobre las modificaciones genéticas aplicadas no sólo a la agricultura y los animales sino también al hombre, no se ha limitado a cambiar el mundo. Ha hecho más. Ha producido condiciones de imprevisibilidad tales que no es posible hacer previsiones o programas atendibles, no sólo por parte de todos aquellos que intentan mantener el estado de cosas presente todo el tiempo posible, sino también por parte de todos aquellos que intentan destruirlo.
El motivo esencial es debido al hecho de que las nuevas tecnologías, interactuando entre nosotros e insertándose en un contexto tecnológico que tiene una historia y un desarrollo de al menos dos mil años de antigüedad, puede producir consecuencias inimaginables, algunas totalmente destructivas, bien al margen de los absurdamente pensables efectos de cualquier explosión atómica
De aquí la necesidad de un proyecto destructivo de la tecnología en su conjunto, de un proyecto de lucha que piensa como fase primera y esencial la destrucción, que funde todo su acercamiento programático, de naturaleza política y social, sobre la indispensabilidad de parar el actual proceso, de otro modo irreversible, de la tecnología.

REESTRUCTURACION POLÍTICA, ECONOMICA Y MILITAR.

En la práctica, la reestructuración tecnológica se realiza a través de profundas modificaciones en el sector económico. Estos cambios tienen consecuencias sobre el orden político de los países del capitalismo avanzado, mientras el sector militar sufre ulteriores modificaciones, ya sea seguido de cuanto va aconteciendo en el sector económico, del cual es inseparable, ya sea seguido de cuanto va acaeciendo en el orden político y en las formas de reunión del consenso.
Las nuevas fronteras del capitalismo post - industrial se basan en procesos de larga difusión y sus disposiciones continuamente en movimiento. A la vieja concepción estática de la producción, legada al volante de las grandes instalaciones, volante capaz de poner en movimiento los multiplicadores del consumo, se va sustituyendo la idea genial de la velocidad de cambio, de la continua y siempre más aguerrida competencia en la producción especializada, en el detalle dotado de estilo y personalidad. El nuevo producto post industrial ya no tiene necesidad de mano de obra cualificada, sino que viene directamente dispuesto sobre la línea productiva a través de simples programaciones del robot que manejamos. Esto consiente reducciones increíbles de los costos de almacenamiento y distribución, mientras se incrementan los costes derivados de la obsolescencia de los productos no vendidos.
Todo esto, como posibilidad del capital, ideado podríamos decir en torno a la primera mitad de los años 80, se volvió objeto del capital a finales de estos mismos 80. Por lo cual el reflejo político de los nuevos arreglos económicos no podían permanecer igual que antes. De aquí los considerables cambios del último tramo del pasado decenio y del inicio de este en el que nos encontramos. Estos cambios se orientaban hacia una preventiva y decidida selección de los aparatos de dirección y control, con objeto de abastecer a las nuevas necesidades productivas, por lo cual muchos aspectos gubernativos de algunos países industrializados avanzados han visto un periodo de mayor autoritarismo, como ha sucedido en países símbolo de un cierto modelo productivo, USA y Gran Bretaña. Para más tarde pasar a gestiones políticas más articuladas y flexibles, para satisfacer siempre mejor las necesidades económicas de todo un conjunto de países que ahora va tomando un orden coordinado a nivel mundial.

CAÍDA DEL SOCIALISMO REAL, RENACIMIENTO DE NACIONALISMOS DIVERSOS.

En una realidad capitalista retraída no era pensable un acercamiento de los países del socialismo real más allá de la línea de la cauta y recíproca sospecha. Pero el nacimiento de un nuevo capitalismo, fundado sobre una capacidad productiva basada sobre la automatización telemática a nivel mundial no sólo ha hecho posible este acercamiento sino que lo ha transformado en un cambio radical primero, y en una caída definitiva e irreversible, cuanto indecente, después. Regímenes fuertemente autoritarios, fundados sobre el equívoco del internacionalismo proletario (o sobre otro equívoco más o menos aparentemente antitético) regían malamente las nuevas necesidades impuestas por la producción y el enlace económico a nivel mundial. Los regímenes autoritarios que aún quedan, si no quieren quedarse en una precaria y temporal situación marginal, deben abrirse a profundos cambios en sentido democrático. Todo endurecimiento constriñe a los grandes partners internacionales del desarrollo industrial a endurecerse y a declarar la guerra, de un modo u otro.
En este sentido también ha cambiado profundamente el papel del instrumento represivo militar en sentido específico. Es decir, se ha agudizado su función represiva interna, mientras que la externa se ha adecuado al papel policiaco desarrollado por los USA, papel que debería continuar todavía durante varios años, hasta que nuevas caídas y nuevas crisis puedan intervenir y rediseñar rápidamente nuevos equilibrios tan precarios y peligrosos como los actuales.
En esta perspectiva el renacer del nacionalismo comporta un elemento positivo, aunque sea limitado, y un elemento negativo de considerable peligrosidad. El primero es rápidamente especificado: consiste en el abatimiento y en el relativo desmembramiento de los grandes estados. Todo movimiento que se dirija hacia este objetivo es siempre de saludar como un acontecimiento positivo, no como un movimiento regresivo, incluso si en su aspecto exterior se presenta como portador de valores tradicionales y ahistóricos. El segundo elemento, peligroso en grado máximo, viene dado por el riesgo de una progresiva difusión de pequeñas guerras entre pequeños estados, guerras declaradas y combatidas con inaudita ferocidad, capaces de causar sufrimientos inhumanos, en nombre de principios miserables y de intereses otro tanto miserables. Muchas de estas guerras favorecerán a un mejor orden productivo del capitalismo post - industrial, muchas de ellas serán pilotadas y gestionadas por su cuenta por grandes colosos multinacionales, pero en el fondo representaran una enfermedad transitoria, una gravísima crisis epiléptica, después de la cual las condiciones sociales podrán desarrollarse hacia la constitución de fuertes estados a nivel internacional, en grado de controlar las estructuras más pequeñas, o hacia violentas transformaciones por añadidura impensables, siempre más destructivas de cualquier recuerdo de los viejos organismos estatales.
De momento, podemos indicar sólo en líneas generales una posible evolución, partiendo del examen de las condiciones presentes.

POSIBILIDADES DE DESARROLLO DE LA LUCHA INSURRECCIONAL DE MASAS HACIA EL COMUNISMO ANARQUISTA.

El fin de la función defensiva y resistencial de las grandes organizaciones sindicales de trabajadores, correspondiente a la caída del centralismo clásico de la clase obrera, permite hoy examinar de manera diferente una posible organización de lucha partiendo de los posibilidades reales de los excluidos, es decir de esa gran masa de explotados, productores y no productores, que al momento se encuentran desde ya fuera del ámbito salarial protegido o están por ser arrojados fuera.
En efecto, el anarquismo insurreccional y revolucionario, proponiendo un modelo de intervención en la realidad de las luchas que se funda precisamente sobre la organización de grupos de afinidad y sobre el coordinamiento operativo de estos grupos con el fin de crear las mejores condiciones para una salida insurreccional de masa, encuentra inmediatamente, también entre los compañeros más interesados, una dificultad inicial no fácilmente superable. Muchos sostienen que se trata de una postura ya fuera de tiempo, válido a finales del siglo pasado pero hoy decididamente “pasado de moda”. Y las cosas serían simplemente así si las condiciones productivas, particularmente la estructura de la fábrica, hubiesen permanecido las mismas que hace cien o ciento cincuenta años. Con aquellas estructuras, y con las correspondientes organizaciones sindicales de resistencia, el proyecto insurreccional, vistas las mutadas condiciones conjuntas políticas y militares a nivel internacional, estaría entonces más perdido. Pero esas estructuras no existen ya. También han desparecido la relativa mentalidad productiva, el respeto por el puesto de trabajo, el placer de la calidad del trabajo, la posibilidad de carrera, el sentimiento de pertenencia a un grupo productivo, del cual se derivaban los sentimientos asociativos del grupo de resistencia sindical, que en caso de necesidad podía también transformarse en grupo de ataque para luchas más duras, para sabotajes, actividad antifascista y cosas así.
Ahora bien, estas condiciones han desaparecido. Todo se ha modificado radicalmente. La mentalidad de la fábrica no existe más. El sindicato es una palestra para negociantes y políticos, la resistencia salarial y defensiva en general es un filtro para garantizar pasajes dulces a niveles de costo de la mano de obra cada vez más adaptados a los nuevos ajustes del capital. La disgregación se ha extendido fuera de la fábrica, llegando al tejido social, despedazando vínculos de solidaridad y de significado en las relaciones humanas, transformando a la gente en extraños sin rostro, en autómatas inmersos en el caldo imbebible de la gran ciudad o en el silencio mortal de la provincia. Los intereses reales son sustituidos por imágenes virtuales, creadas a propósito y utilizadas para garantizar el mínimo de cohesión indispensable al mecanismo social en su conjunto. Televisión, deporte, espectáculos, arte y cultura tejen una red en la cual permanecen enredados todos aquellos que están en la práctica esperando los acontecimientos, aparcados en espera de la próxima revuelta, de la próxima crisis económica, de la próxima guerra civil.
Es esta la condición general que es necesario tener presente cuando hablamos de insurrección. Nosotros anarquistas insurreccionalistas y revolucionarios nos referimos a una condición en acto, no a cualquier cosa que debe todavía llegar, que esperamos que llegue pero de la cual no estamos seguros. Ni siquiera nos referimos a un modelo lejano en el tiempo, que como soñadores tratamos de reconstruir ignorando las grandes transformaciones presentes. Nosotros vivimos en nuestro tiempo, somos hijos de este fin de milenio, y portadores de la radical transformación de la sociedad que vemos bajo nuestros ojos.
No sólo mantenemos posible una lucha insurreccional, sino que , en la total disgregación de los valores resistenciales, pensamos que esta sea la perspectiva a través de la cual nos deberíamos encaminar si no queremos aceptar totalmente las condiciones impuestas por el enemigo, si no queremos convertirnos en esclavos lobotomizados, peleles sin significado en el mecanismo telemático que nos hospedará en un futuro ya en la puerta.
Franjas cada vez más consistentes de excluidos se están descolgando de cualquier consenso, por tanto de cualquier relación de aceptación y de esperanza en un porvenir mejor. Estratos sociales que antes se consideraban establemente fuera de cualquier riesgo social, están actualmente implicados en una inconsciente precariedad, de la cual no pueden salir empleando los viejos métodos de la dedicación en el trabajo y de la moderación en el consumo.
Los anarquistas insurreccionalistas se insertan precisamente en este contexto extremadamente disgregado, y desde aquí avanzan en su proyectualidad revolucionaria.

LA ORGANIZACIÓN REVOLUCIONARIA ANARQUISTA INSURRECCIONALISTA.

Pensamos que en sustitución de las federaciones y los grupos organizados de modo tradicional, modelos justificados por estructuras sociales de una realidad ya inexistente y superada, habrá que construir grupos de afinidad, constituidos por un número no muy grande de compañeros, ligados por un profundo conocimiento personal, grupos capaces de unirse entre ellos a través de las ocasiones periódicas de luchas, teniendo el objetivo de realizar acciones precisas contra el enemigo.
En el curso de estas acciones se debe poder encontrar el modo de discutir y por tanto profundizar los aspectos teóricos y prácticos de las posibles futuras acciones a realizar.
Respecto a los aspectos prácticos se pondrá de acuerdo para la colaboración entre grupos e individualidades, encontrando los medios, la documentación y todo cuanto sea necesario para la realización de las acciones mismas. Respecto a los análisis se intentará hacerlos circular lo máximo posible, ya a través de nuestra prensa, ya a través de reuniones y debates que tengan por objeto argumentos específicos.
El punto central en torno al cual hacer rotar una estructura organizativa insurreccional no es por tanto el congreso periódico, típico de las grandes organizaciones de síntesis o de las federaciones oficiales del movimiento, sino que viene dado por el conjunto de las situaciones de lucha que devienen así en ataques contra el enemigo de clase y momentos de reflexión y de profundización teórica.
Los grupos de afinidad pueden a su vez contribuir a la construcción de núcleos de base. El objetivo de estas estructuras es el de sustituir, en el ámbito de las luchas intermedias, a las viejas organizaciones sindicales de resistencia, también a aquellas que insisten en la ideología anarcosindicalista. El ámbito de acción de los núcleos de base está constituido por tanto por la fábrica, por lo que permanece de esta, los barrios, las escuelas, los guettos sociales y de todas aquellas situaciones en las que se materializa la exclusión de clase, la separación entre incluidos y excluidos.
Cada núcleo de base es constituido casi siempre por la acción propulsiva de los anarquistas insurreccionalistas, pero no está constituido sólo por anarquistas. En su gestión asamblearia los anarquistas deben desarrollar al máximo su función propulsiva contra los objetivos del enemigo de clase.
Diversos núcleos de base pueden constituir coordinadoras con el mismo objetivo, dándose estructuras organizativas más específicas pero siempre fundadas sobre los principios de la conflictividad permanente, la autogestión y el ataque.
Por conflictividad permanente entendemos la lucha ininterrumpida e incisiva contra las realizaciones y los hombres que realizan y gestionan el dominio de clase.
Por autogestión entendemos la independencia absoluta de cualquier partido, sindicato... La búsqueda de los medios necesarios para la organización y la lucha debe ser por tanto hecha exclusivamente a base de suscripciones espontáneas.
Por ataque entendemos el rechazo de todo pacto, mediación, pacificación, compromiso con el enemigo de clase.
El campo de acción de los grupos de afinidad y de los núcleos de base está constituido por las luchas de masas.
Estas luchas son casi siempre luchas intermedias, las cuales no tienen un carácter directamente e inmediatamente destructivo, sino que se proponen a menudo como simples reivindicaciones, teniendo el objetivo de recuperar más fuerza para mejor desarrollar la lucha hacia otros objetivos.
El objetivo final de estas luchas intermedias sigue siendo de cualquier modo el ataque. Naturalmente, compañeros solos o grupos de afinidad, independientemente de cualquier relación organizativa más compleja, pueden decidir atacar directamente estructuras, individuos y organizaciones del capital y del estado.
En un mundo como el que se está consolidando bajo nuestros ojos, donde el capital informático está ya saldando definitivamente las condiciones del control y del dominio , a un nivel de totalidad sin precedentes, aplicando una tecnología que no podrá ser nunca usada de un modo diferente a mantener este dominio, el sabotaje vuelve a ser el arma clásica de lucha de todos los excluidos.

POR QUÉ SOMOS ANARQUISTAS INSURRECCIONALISTAS.

Porque luchamos junto a todos los excluidos por aligerar y posiblemente abolir las condiciones de explotación impuestas por los incluidos.
Porque mantenemos que es posible contribuir al desarrollo de las revueltas que van naciendo espontáneamente por todas partes haciéndolas volverse insurrecciones de masa y por tanto reales y verdaderas revoluciones.
Porque queremos destruir el orden capitalista de la realidad mundial que gracias a la reestructuración informática se ha convertido tecnológicamente útil, solamente a los gestores del dominio de clase.
Porque estamos por el ataque inmediato y destructivo contra estructuras concretas, individuos y organizaciones del capital y del estado.
Porque criticamos constructivamente a todos aquellos que se retardan en posiciones de compromiso con el poder o que sostienen ya imposible la lucha revolucionaria.
Porque mucho mejor que esperar, estamos decididos a pasar a la acción incluso cuando los tiempos no están maduros.
Porque queremos acabar con este estado de cosas ya, y no cuando las condiciones externas hagan posible su transformación.
He aquí los motivos por los que somos anarquistas, revolucionarios e insurreccionalistas.

Alfredo Maria Bonanno
Casa Circondariale Trieste
Via Papiniano,1
34133 Trieste
Italia

*El presente texto se incluye en el libro "No podreis Pararnos" editado conjuntamente por la Editorial Klinamen y les Ediciones Conspiracion.

Aviso Legal  |  Política de Privacidad  |  Contacto  |  Licencias de Programas  |  Ayuda  |  Soporte Económico  |  Nodo50.org