Luigi Lucheni

De Ateneo Virtual
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Luigi Lucheni (París, 22 de abril de 1873; Ginebra, 19 de octubre de 1910). fue un anarquista italiano.

Había nacido en 1873 y era hijo de una humilde criada italiana y un padre desconocido. Para ocultar este hecho, la madre se marcho de Italia. Tuvo a su hijo en París y lo abandonó. Se crió en un orfanato y en diferentes familias que, según parece, sólo tenían interés en cuidar de él para aumentar sus ingresos. Desde los diez años tuvo que trabajar duramente y después de una larga búsqueda encontró trabajo temporal en obras de Suiza. En 1896 se enroló en la caballería italiana en la campaña de Abisinia, donde fue distinguido con unos cuantos galones. El esperado ascenso a la vida civil después de su exitosa carrera militar, sin embargo, no se produjo.

Contemplar la pobreza de las clases bajas de la sociedad, y su vida sostenida con el mínimo necesario para sobrevivir, le provocaron un sentimiento de odio a las clases altas. Se inició, entonces, en el anarquismo y en el estudio de las obras de sus teóricos que propugnaban la supresión de toda autoridad, jerarquía y formas de control social, por considerarlas indeseables y opresoras, especialmente las instituciones capitalistas, cuyos efectos eran devastadores para las clases más desfavorecidas.

Cuando el rey de Italia Humberto I sofocó una revuelta de obreros en Milán en mayo de 1898, Luigi Lucheni juró venganza y planeó diversos atentados, a pesar de no tener dinero para viajar a Italia. Al conocer un anuncio del Ministerio de Asuntos Exteriores de Ginebra se enteró de la visita de la emperatriz Elisabet de Baviera Sissí. Esperó pacientemente todo el 10 de septiembre del año 1898 delante del hotel de lujo de Ginebra Beau Rivage. Cuándo Sissí ese dirigía, junto con su criada, de camino a un barco de vapor que se encontraba en el lago Lemán, Lucheni la apuñaló con una lima triangular que habría sido fabricada por él mismo. Con ello le causó pequeñas heridas, que en un primer momento pasaron desapercibidas e hicieron del atentado una obra de astucia. Nadie se dio cuenta de que le había clavado un estilete a la altura del corazón. Ni siquiera la propia "Sissi" se dio cuenta al principio. Pero luego comenzó a sentirse mal, y cuando ya se había subido al barco de vapor su rostro congestionado alarmó a los allí presentes. Ella se quejaba de un dolor en el pecho, y cuando le desabrocharon el corpiño vieron por fin la mancha de sangre a la altura del corazón. La emperatriz murió después de diversos desmayos aquel mismo mediodía. Lucheni había alcanzado su objetivo.

Luigi no tenía nada en contra de la emperatriz. "Sissi" era solo un miembro más de esa clase ociosa y explotadora que se lucraba del sudor y la sangre de los trabajadores, y que además exhibían sin pudor un insultante nivel de lujo y derroche en una Europa asolada por la miseria, donde la mayoría de la población vivía y trabajaba en condiciones inhumanas. Millones de personas morían de hambre y enfermedades para beneficio de unos pocos.

Pocos minutos después del atentado (que en un primer momento se tomó como un ataque de un gamberro) Lucheni fue preso por los peatones y entregado a la policía. Se confesó enseguida como el autor del atentado e incluso se señaló orgullosamente como tal. El 10 de noviembre fue condenado a cadena perpetua por asesinato con premeditación y alevosía, ya que en Suiza no existía la pena de muerte. Durante su estancia en la cárcel intentó escribir unas memorias, pero estas le fueron confiscadas por los guardianes.

El 19 de octubre de 1910 apareció ahorcado con un cinturón en su celda, tratándose de un suicidio segun la versión oficial.

El acto de Luigi Lucheni fue un grito liberador y justiciero contra la nobleza y la burguesía que oprimían a la clase obrera. Lucheni fue coherente en todo momento y nunca intentó ocultar su acción ni mostró arrepentimiento. Estaba convencido de que la Justicia con mayúsculas estaba de su parte, y no le importaba para nada lo que dijera la justicia burguesa. Los grandes movimientos sociales y políticos del siglo XX estaban ya en marcha y nadie podría detenerlos.

Parece ser que antes de clavar su estilete, Lucheni levantó ligeramente la sombrilla que llevaba "Sissi". Cuando luego le preguntaron por qué había hecho eso, él respondió: “Debía asegurarme que era ella, no hubiera podido soportar matar a una criada inocente”. La vida de Luigi Lucheni podría haber sido la de un explotado más que acepta con resignación su destino, pero él prefirió dejar testimonio de rebeldía ante un sistema social absurdo e injusto. Quién nada tiene, nada puede perder.