Chuck Morse. De: New Formulation, Vol. 2, No. 2.. Traducción de Libértamen [1]
- El desafío magonista [2]
- 1906 – 1908: Pico [3]
- Actividad [4]
- Declive: 1911-1922 [5]
- Resultados [6]
- ¿El magonismo hoy? [7]
Ricardo Flores Magón es uno de los anarquistas más importantes de la historia de América. El movimiento que dirigió e inspiró sacudió al Estado mexicano a principios del siglo XX y contribuyó a sentar las bases de la revolución mexicana de 1910. También participó en movimientos radicales en Estados Unidos y fue un problema de seguridad que llegó a las más altas esferas del gobierno estadounidense.
La bibliografía sobre Magón y los magonistas (como se conocía a sus camaradas) se ha ampliado considerablemente en las últimas décadas y ahora es posible desarrollar una apreciación más completa del movimiento que en cualquier momento anterior. Se pueden explorar los dilemas personales de Magón y sus cómplices a través de diversas biografías académicas, leer sobre el impacto de los magonistas en regiones específicas de Estados Unidos y México, o estudiar las contribuciones magonistas al radicalismo mexicano en general[1].
Los anarquistas debemos dar la bienvenida a esto no sólo porque nuestros predecesores finalmente están recibiendo el reconocimiento histórico que merecen, sino también porque ahora tenemos los recursos necesarios para emprender una confrontación profunda con el legado magonista.Ahora es posible hacerse una idea muy clara de cómo los magonistas intentaron crear una revolución anarquista, de las consecuencias que tuvo su actividad, así como determinar si hay aspectos de su actividad que debamos emular hoy.
Los libros aquí reseñados son especialmente útiles. El magonismo: historia de una pasión libertaria, 1900-1922, de Salvador Hernández Padilla, estudia toda la historia del magonismo desde su aparición a principios de siglo hasta su desaparición de la escena política en los años veinte. El fenómeno magonista en México y en Estados Unidos 1905-1908 de Ricardo Cuauhtémoc Esparza Valdivia examina la actividad magonista en México y Estados Unidos en los años indicados por el título.
En conjunto, estas obras ofrecen una imagen completa de la experiencia magonista. Revelan un movimiento social profundamente radical que estuvo a punto de derrocar el régimen de Porifirio Díaz, el dictador que gobernó México desde 1884 hasta la Revolución Mexicana de 1910. Pero también revelan un movimiento que se vio acosado por problemas insolubles tanto en su concepción como en su organización.
El desafío magonista
El desafío revolucionario magonista puede dividirse en tres categorías: los años anteriores a 1906 (cuando el movimiento estaba tomando forma), los levantamientos de 1906 y 1908 (el punto álgido del movimiento), y el periodo comprendido entre 1911 y la muerte de Magón en 1922 (los años de decadencia).
En los años previos a 1906, que son tratados tanto por Esparza Valdivia como por Hernández Padilla, los magonistas eran poco más que un irritante menor para el gobierno mexicano y aún no poseían una estrategia revolucionaria coherente. Sin embargo, se produjeron tres transformaciones que más tarde tendrían gran importancia. En primer lugar, Magón pasó de ser un radical reformista a un revolucionario, gracias a su exposición a las ideas anarquistas (y a la persecución política que sufrió)[2]. En segundo lugar, Magón abandonó México para trasladarse a Estados Unidos y establecerse en el país que sería la base del movimiento magonista y su hogar durante el resto de su vida. Y, finalmente, el vehículo organizativo central de los magonistas, el Partido Liberal de México (PLM) fue fundado el 5 de septiembre de 1905 en San Luis, Missouri.
1906 – 1908: Pico
Es de 1906 a 1908 cuando los magonistas adquieren su máxima expresión como movimiento revolucionario.Los magonistas, que eran la oposición más activa al régimen de Díaz en ese momento, participaron en huelgas, lanzaron levantamientos militantes y propagaron incansablemente sus puntos de vista. Estos años son la preocupación central del Magonismo de Hernández Padilla y esencialmente el único enfoque del Fenómeno Magonista de Esparza Valdivia: la principal diferencia entre los dos es que la perspectiva más amplia de Hernández Padilla le permite situar este período en el contexto del desarrollo del Magonismo en su conjunto, mientras que Esparza Valdivia compensa su visión más limitada con un mayor detalle y un comentario político más matizado.
Los magonistas fueron inequívocamente revolucionarios durante estos años, aunque la naturaleza de su revolución era confusa y estaba moldeada por aspiraciones profundamente contradictorias. Por un lado, sus objetivos estaban definidos en el famoso Programa de 1906 del PLM, que era esencialmente un documento socialdemócrata. El Programa, que se reproduce en Magonismo de Hernández, pedía reformas constitucionales, como la reducción del mandato del presidente a cuatro años y la eliminación de los tribunales militares en tiempos de paz, y planteaba diversas reivindicaciones relativas a la relación entre capital y trabajo, como la jornada de ocho horas y el salario mínimo, etc. Desde luego, no se trataba de un programa anarquista.Como afirma Esparza Valdivia, «uno de los aspectos más importantes de este programa radicaba en la creación de un Estado con conciencia social, que interviniera para mejorar las condiciones del trabajador…para que obreros y campesinos puedan gozar de sus derechos constitucionales. «[3]
Los objetivos socialdemócratas del movimiento magonista se articularon aún más en una carta enviada al presidente estadounidense Theodore Roosevelt por Magón y su camarada Antonio Villarreal. «Al triunfo de la revolución», escribieron, «la Junta [del Partido Liberal] se hará cargo provisionalmente del gobierno, y convocará al pueblo a elecciones. El pueblo elegirá nuevos gobernantes, y los ciudadanos favorecidos por el voto público tomarán desde luego posesión de sus cargos, mientras la Junta se disolverá. El nuevo gobierno tendrá la obligación de llevar a cabo el programa del Partido Liberal, que es precisamente el objeto de la revolución»[4].
Por otra parte, el anarquismo de Magón fue madurando durante este periodo y se convirtió en una influencia cada vez más significativa en la actividad del PLM (aunque no manifestó públicamente sus convicciones anarquistas hasta años más tarde). En una carta de 1908 a su hermano Enrique y a Práxedis Guerrero (ambos magonistas activos) explicaba los motivos de tal ocultación.Escribió:
«Para obtener grandes beneficios para el pueblo, beneficios efectivos, trabajar como anarquistas nos aplastaría fácilmente… todo se reduce a una concepción de mera táctica. Si desde el principio nos hubiéramos llamado anarquistas nadie, o sólo unos pocos, nos habrían escuchado. Sin llamarnos anarquistas hemos ido sembrando en la mente ideas de odio contra la clase poseedora y contra la casta gubernamental… esto se ha conseguido sin decir que somos anarquistas… todo, pues, es cuestión de táctica.
Debemos dar tierra al pueblo en el curso de la revolución; para que los pobres no sean engañados… para no poner a toda la nación en contra nuestra, debemos seguir la misma táctica que hemos practicado con tanto éxito: seguiremos llamándonos liberales en el curso de la revolución pero en realidad estaremos propagando la anarquía y ejecutando actos anarquistas.
Sólo los anarquistas sabrán que somos anarquistas. Y les aconsejaremos que no nos llamen anarquistas para no asustar a tales imbéciles que en el fondo de su conciencia albergan ideas como las nuestras, pero sin saber que son ideales anarquistas, por lo que están acostumbrados a oír hablar de los anarquistas en términos desfavorables. «[5]
Esparza Valdivia explica este enfoque contradictorio afirmando simplemente que «los magonistas tomaron su discurso público del liberalismo y su estrategia del anarquismo. «[6]
Actividad
En la práctica, el PLM intentó vincularse al incipiente movimiento obrero industrial radicalizando y apoyando la huelga de mineros en Canenea y también la rebelión obrera entre los trabajadores textiles en Río Blanco (a principios y finales de 1906, respectivamente). La participación del PLM en ambos acontecimientos careció de objetivos fuertemente articulados y sirvió principalmente para hacer ver al gobierno mexicano que pretendían convertirse en una auténtica amenaza. Este fue el alcance de la participación magonista en el movimiento obrero.
Fue a través de la actividad militar del PLM como la organización planteó el desafío más serio y alcanzó su mayor notoriedad. Los magonistas iniciaron un levantamiento tras otro en un (vano) intento de desencadenar una insurgencia generalizada contra el régimen de Díaz.
La oleada de levantamientos comenzó en los últimos meses de 1906, poco después de la publicación del Programa del PLM. El PLM había dividido la República en cinco zonas y estructurado su ejército jerárquicamente en torno a la Junta del PLM: en cada zona, un magonista de confianza actuaba como delegado de la Junta, que comunicaba órdenes a través de él a los jefes de las guerrillas regionales que, a su vez, mandaban a varios subjefes.Como es típico de este tipo de estructuras celulares, sólo Magón y otros miembros de la Junta conocían los nombres de todos los combatientes y el alcance total de las actividades de la organización.
La mala planificación, la comunicación inadecuada y los esfuerzos combinados de las fuerzas de seguridad mexicanas y estadounidenses condenaron al fracaso muchos de estos levantamientos. Por ejemplo, el 6 de septiembre se frustró una rebelión en Douglas, Arizona, cuando los magonistas fueron detenidos por la policía de Estados Unidos. Otro intento de levantamiento en Cananea fue frustrado el 15 de septiembre, así como uno planeado en San Luis Potosí. Un intento de tomar la ciudad de Juárez el 21 de octubre también fue destruido por las detenciones, al igual que otro posible levantamiento en La Perla de la Laguna.
Otras campañas del PLM tuvieron más éxito. Por ejemplo, el 26 de septiembre un grupo de guerrilleros tomó con éxito Jiménez, Coahuila, aunque fueron dispersados rápidamente debido a un ataque por sorpresa de 80 soldados mexicanos. Numerosos magonistas murieron en el conflicto y otros huyeron a la frontera con Estados Unidos, donde fueron apresados por la policía de ese país. El 30 de septiembre, trescientos magonistas atacaron la ciudad de Acayucan, en el sureño estado de Veracruz. El líder del grupo, Hilario Salas, resultó herido y sus fuerzas se dispersaron. Dos días después, los magonistas repitieron el ataque y fueron dispersados de nuevo.El 4 de octubre, en la sierra de Soteapan, unos 350 magonistas de la región, en su mayoría indígenas, libraron una encarnizada batalla contra las tropas federales, a las que infligieron grandes pérdidas. Tras el ataque huyeron a la selva y fueron perseguidos por tropas bajo las órdenes directas de Porfirio Díaz.
Así, escribe Esparza Valdivia, terminó la «primera oleada de intentos magonistas por construir una insurrección en el país», que se desarrolló «mientras el gobierno mexicano y el estadounidense actuaban cada vez más conjuntamente para extinguir un conflicto que involucraba a ambos países en sus conexiones y consecuencias»[7 ].
En 1908, tras un breve periodo de reflexión y reorganización, los magonistas lanzaron una nueva oleada insurreccional desde las ciudades de Los Ángeles, El Paso y Austin.
Aunque un ataque planeado para el 23 de junio en la ciudad de Juárez fue frustrado por los arrestos y tres más fueron frustrados en el estado de Sonora, otros tuvieron más éxito. El 24 de junio se produjo un levantamiento en Viesca, Coahuila. Veinte rebeldes mataron al comandante de la policía y a tres de sus empleados, atacaron la casa del presidente municipal, se llevaron el dinero que encontraron en las oficinas públicas, así como armas y otros artículos de las tiendas. Tras una batalla, los guerrilleros cortaron la línea telegráfica y destrozaron las vías del tren mientras huían y, dos días después, mataron a un miembro de un equipo de avanzada enviado para buscarlos.Los rebeldes sólo fueron derrotados cuando se enfrentaron a una fuerza de aproximadamente 500 hombres. Cuatro días después, el 28 de junio, cincuenta magonistas atacaron la ciudad de Las Vacas y un edificio de aduanas en la frontera de Texas y México. Las oficinas de los funcionarios mexicanos y un cuartel de tropas fueron incendiados. Los magonistas sufrieron pérdidas durante la batalla que siguió. El 30 de junio los magonistas lanzaron dos bombas contra una aduana vacía en Palomas y, antes de huir, perdieron a un camarada en el combate subsiguiente[8].
Decadencia: 1911-1922
En 1911 los magonistas entraron en un declive que continuaría hasta la extinción total del movimiento con la muerte de Magón en 1922. Aunque fue un periodo de eclipse, los magonistas realizaron algunas intervenciones importantes en los meses finales de 1910 y principios de 1911.
A finales de 1910 un grupo de magonistas se sublevó con las fuerzas de Francisco Madero, sin dejar de estar organizacionalmente separados, en Bachíniva, Chihuahua. Madero, que asumió la presidencia de México tras la caída del régimen de Díaz, era el líder de la tendencia moderada y abiertamente reformista dentro del movimiento revolucionario mexicano. A esta colaboración con Madero pronto siguió la deserción fulminante de numerosos magonistas al bando de Madero.
Sin embargo, «en los meses de diciembre de 1910 y enero de 1911, pequeños núcleos de magonistas continuaron luchando en forma independiente», señala Hernández Padilla»[9] Por ejemplo, Práxedis Guerrero, uno de los magonistas más activos y talentosos, encabezó un ataque y capturó el pueblo de Janos, Chihuahua, el 30 de diciembre. Murió en este asalto (a la edad de 28 años) y se convirtió en uno de los mártires del movimiento.
La mayor campaña militar de los magonistas se desarrolló en la primera mitad de 1911. El 29 de enero un puñado de magonistas tomaron Mexicali, en el estado de Baja California, y el 8 y 9 de mayo Tijuana. Las fuerzas magonistas también ocuparon San Quintín, Santo Tomás, San Elmo y Santa Catarina en el este de la península. La ocupación de Baja California se convirtió en una comedia de errores y, a mediados de junio, los magonistas fueron derrotados por las tropas del gobierno mexicano (ahora bajo el control de Madero). Numerosos soldados magonistas fueron apresados y ejecutados salvajemente «a razón de seis por día»[10].
En 1911 el PLM también publicó su Manifiesto, de contenido explícitamente anarquista y que sustituyó al reformista Programa de 1906 como principal declaración de principios de la organización. Aunque esto puso fin a la ambigüedad ideológica que había perseguido al movimiento durante años, su publicación coincidió con el declive de la presencia magonista en los asuntos nacionales, por lo que no produjo grandes efectos. En efecto, mientras Magón «seguía relatando la existencia de grupos de guerrilleros del PLM que actuaban en algunas regiones del norte de México, concretamente en la Sierra de Burro…. todo parece indicar…que los grupos guerrilleros no tenían influencia real. «[11]
Ricardo Flores Magón murió en la Penitenciaría de Leavenworth en 1922, a la edad de cuarenta y nueve años, mientras cumplía una condena de veinte años por violar la Ley de Espionaje y varios reglamentos postales. Aunque algunos afirman que fue asesinado, las pruebas parecen sugerir que las autoridades penitenciarias lo asesinaron indirectamente al negarle la atención médica necesaria para su diabetes.
Resultados
Los magonistas plantearon un formidable desafío al Estado mexicano y es difícil no sentirse impresionado por la cantidad y la extensión geográfica de los levantamientos que lanzaron, los daños materiales que infligieron al Estado mexicano y el gran número de personas que movilizaron. Esto es especialmente notable si se tiene en cuenta que la mayor parte se desarrolló en el transcurso de cinco cortos años y se organizó desde varias ciudades de Estados Unidos.Sin embargo, Magón fracasó claramente a la hora de alcanzar su objetivo genuino (la revolución social), su objetivo declarado (la toma del poder del Estado por el Partido Liberal), o de construir un movimiento radical que pudiera sobrevivir más allá de su muerte.
¿Por qué? En El fenómeno magonista, Esparza Valdivia sostiene que los magonistas estaban condenados al fracaso por su incapacidad para atraer a las clases realmente privadas de sus derechos. Señala que aunque los magonistas intentaron agitar y dirigir a los trabajadores de las principales industrias, el magonismo sólo resonó entre las clases medias que eran, afirma, «el principal soporte del ideal magonista»[12] Hernández Padilla hace una afirmación más específica en Magonismo. Señala que la base social del Partido Liberal estaba «compuesta por pequeños grupos de trabajadores, sectores de la clase media urbana y algunos terratenientes -principalmente de los estados del norte- [que estaban] descontentos con el gobierno central»[13].»Y, aunque el «programa del Partido Liberal incluía entre sus principales demandas la defensa de los intereses campesinos, en la práctica la Junta dio prioridad a la tarea de vincularse, influir y organizar al proletariado industrial», por lo que no logró avances significativos entre los campesinos (entre los que los zapatistas, por ejemplo, tenían gran apoyo)[14].Afirma que la incapacidad de hacer del campesinado un foco organizativo se convirtió en «una de las principales debilidades del PLM como organización opositora de izquierdas….». Sin este apoyo, era poco menos que imposible llevar a cabo con éxito una revolución social en México»[15]. «Ambos autores también afirman que el PLM estaba debilitado por las contradicciones ideológicas no resueltas entre el ala más moderada y reformista del partido y el ala anarquista liderada por Magón.
Los comentarios de Esparza Valdivia y Hernández Padilla ayudan a explicar por qué los magonistas no construyeron un movimiento revolucionario de base más amplia. Sin embargo, ninguno de los autores se pregunta qué habría ocurrido si los magonistas hubieran desencadenado realmente el levantamiento generalizado que esperaban provocar. ¿Habrían tomado el poder y convocado elecciones, como exigía su Programa, o habrían abolido el Estado, como exigían las convicciones anarquistas de Magón? El hecho de no plantearse esta pregunta sugiere que los autores no se toman muy en serio los objetivos más ambiciosos del PLM. Y tal vez con razón: todo parece indicar que el PLM habría quedado inmovilizado por las contradicciones irreconciliables de sus objetivos si se hubiera enfrentado de verdad a la cuestión del poder.
A pesar de que el movimiento no logró alcanzar sus objetivos más ambiciosos, sí produjo varias consecuencias secundarias importantes.En El fenómeno magonista, Esparza Valdivia argumenta que los magonistas tienen una gran responsabilidad en provocar que Porfirio Díaz concediera una entrevista que se considera un factor clave en el estallido de la revolución mexicana. En esta entrevista, que concedió al periodista estadounidense James Creelman, Díaz declaró que apoyaba el surgimiento de partidos de oposición y que no se presentaría a la reelección. Esto alentó el desarrollo de fuerzas opositoras que, al final, no pudo contener. Esparza Valdivia afirma que Díaz hizo estas declaraciones en un esfuerzo por asegurar a los lectores estadounidenses sus credenciales democráticas y que necesitaba hacerlo porque sus campañas represivas contra los magonistas habían comprometido seriamente su imagen en Estados Unidos. Si este fuera el caso, se podría afirmar que los magonistas fueron responsables del colapso final del régimen de Díaz, pero el argumento no es convincente porque depende de una afirmación sobre los motivos de Díaz, que son imposibles de determinar.
Los magonistas también construyeron un legado radical que no sólo ha enriquecido al anarquismo sino también a la conciencia nacional mexicana. Esparza Valdivia señala que los magonistas radicalizaron el discurso de la Revolución Mexicana al mostrar «que no bastaba con conservar la Constitución de 1857 y las ideas de la Reforma,[Esta exigencia, los puntos en que insistieron para resolverla y las acciones que llevaron a cabo de acuerdo con el proyecto anarquista para hacerla realidad, fueron su contribución más importante a la historia nacional»[16]. Este legado, continúa Esparza Valdivia, se plasmó en la Constitución Mexicana de 1917, que fue considerada la realización plena de los propósitos de la Revolución Mexicana y que tomó del Programa del Partido Liberal Mexicano sus rasgos más originales y su orientación hacia lo social[17].
¿Magonismo hoy?
Creo que es fácil ver por qué el movimiento magonista sería atractivo para los historiadores, pero ¿qué aspectos de su actividad querrían emular los anarquistas contemporáneos?
Está claro que el coraje, la militancia y la insistencia del movimiento en plantear «la cuestión social» son encomiables y deberían ser tomados en serio por los activistas de hoy en día. Aunque esta observación pueda parecer de perogrullo, no se puede exagerar la importancia de estas cualidades para los disidentes.
Sin embargo, más allá de eso, creo que hay poco en la política de Magon que uno quisiera replicar hoy en día. La duplicidad ideológica de Magón -el hecho de que ocultara su anarquismo bajo la bandera liberal- era una forma de realpolitik que debe ser despreciada por cualquiera que valore la discusión franca de ideales y convicciones. Asimismo, la estructura organizativa del Partido Liberal era jerárquica y no permitía la democracia interna. De hecho, organizativamente, el PLM tiene más en común con un partido de vanguardia marxista-leninista que con las formas descentralizadas comúnmente asociadas al anarquismo. Finalmente, los magonistas, como tantos anarquistas, mantuvieron la ingenua creencia de que el descontento social sólo necesitaba ser provocado para estallar en una explosión revolucionaria, y este atajo para la creación de un movimiento revolucionario genuinamente informado y empoderado es profundamente insostenible. El cambio social es mucho más complejo que eso y esa perspectiva concede demasiada importancia a los actos de pequeños grupos e individuos.
Aunque los anarquistas deberían dar la bienvenida a la creciente literatura sobre el magonismo y aprovechar la oportunidad de estudiar el movimiento en profundidad, no surgen héroes imponentes del legado que los magonistas nos han dejado. Es imperativo que exploremos las contribuciones de nuestros predecesores y también imperativo que recordemos que las bases de una política verdaderamente revolucionaria para las Américas aún están por forjarse.
Notas
[1] Por ejemplo, véase Ward S. Albro, To Die on Your Feet: The Life, Times, and Writings of Praxedis G. Guerrero (Fort Worth, TX: Texas Christian University Press, 1996), Ward S. Albro, Always a Rebel: Ricardo Flores Magon and the Mexican Revolution (Fort Worth, TX: Texas Christian University Press, 1992), y James A. Sandos, Rebellion in the Borderlands: Anarchism and the Plan of San Diego, 1904-1923 (Norman, OK: University of Oklahoma Press, 1992).
[2] Esparza Valdivia afirma que Magón se hizo anarquista debido a encuentros con anarquistas en San Luis, aunque no fundamenta esta afirmación y no está apoyada por otros autores. Parece que el anarquismo de Magón se desarrolló a partir de su exposición a la literatura anarquista que circulaba en la época. Ricardo Cuauhtémoc Esparza Valdivia, El fenómeno magonista en México y en Estados Unidos 1905-1908 (Zacatecas: Universidad Autónoma de Zacatecas, 2000), 44.
[3] Ibídem, 65.
[4] Citado en Salvador Hernández Padilla, El Magonismo: historia de una pasión libertaria, 1900-1922 (México, DF: Ediciones Era, 1984), 89.
[5] Los dos primeros párrafos son de Ward S. Albro, Siempre rebelde: Ricardo Flores Magón and the Mexican Revolution (Fort Worth, Texas: Christian University Press, 1992). El último párrafo es de Jacinto Barrera Basols, Correspondencia 2: 1919-1922 (México, DF:Fondo Editorial Tierra Adentro, 2000), 468.
[6] Esparza Valdivia, El fenómeno magonista en México y en Estados Unidos 1905–1908, 182.
[7] Ibid., 75.
[8] Ibid., 158.
[9] Hernández Padilla, El magonismo: historia de una pasión libertaria, 1900–1922, 137.
[10] Ibid., 163.
[11] Ibid., 195.
[12] Esparza Valdivia, El fenómeno magonista en México y en Estados Unidos 1905–1908, 180.
[13] Hernández Padilla, El magonismo: historia de una pasión libertaria, 1900–1922, 167.
[14] Ibid., 167.
[15] Ibid., 168.
[16] Esparza Valdivia, El fenómeno magonista en México y en Estados Unidos 1905–1908, 184–185.
[17] Op cit.
[]
https://theanarchistlibrary.org/library/chuck-morse-magonismo-an-overview [8]
