
1) La propagación de la COVID-19 devasta la población carcelaria de EEUU, con una tasa cuatro veces más alta entre los reclusos que entre la población general
Democracy Now [1], 30 de diciembre de 2020. - La COVID-19 continúa propagándose de manera devastadora entre la población carcelaria de Estados Unidos. Información publicada por la agencia de noticias Associated Press y la organización The Marshall Project [2] revela que uno de cada cinco reclusos ha dado positivo por coronavirus, lo que representa una tasa cuatro veces mayor que la de la población general. Al menos 275 mil presos han contraído COVID-19 desde el inicio de la pandemia, y más de 1.700 han muerto por coronavirus.
El estado de Washington ha comenzado a vacunar a los reclusos y al personal carcelario en un intento por frenar los brotes de la enfermedad.
Mientras tanto, el estado de Nueva York ha suspendido temporalmente las visitas a las cárceles en medio del aumento vertiginoso de los casos de coronavirus. Los activistas en defensa de los derechos humanos dicen que la medida solo genera más sufrimiento [3]a una población que ya está en una posición vulnerable.
2) Año Nuevo, misma lucha por la abolición

It's Going Down [4], 1 de enero de 2021. - Con el informe de The Marshall Project sobre la mesa, con el dato de que uno de cada cinco presos en los EE. UU. ha tenido covid-19, el año 2021 promete ser de lucha intensa. En las últimas semanas hemos conocido que los presos políticos Russell Maroon Shoatz [5], Mutulu Shakur [6], Eric King [7], Rattler [8], Jaan Laaman [9] y Joe Dibee [10] dieron positivo por covid-19. Desde abril, otros presos políticos como Marius Mason, Sundiata Acoli, Reality Winner, Jeremy Hammond y Jalil Muntaqim también han contraído el virus. Los presos políticos ancianos Imam Jamil Al-Amin [11], Ed Poindexter [12], David Gilbert [13], Chip Fitzgerald [14], Leonard Peltier [15] y muchos otros enfrentan graves riesgos debido a su confinamiento continuo.
Volviendo la mirada hacia 2020, nos alegramos por la vuelta a casa de varios presos políticos, incluidos Chuck y Delbert Africa (el último de los MOVE 9 aún encarcelado), Ramsey Orta, Chelsea Manning, Red Fawn Fallis, David Campbell, Jay Chase, Jeremy Hammond y Jalil Muntaqim . Lamentamos que Delbert Africa falleciese en junio, pero pudo hacerlo fuera de los muros de la cárcel. Desde el asesinato policial de George Floyd en mayo, hemos sido testigos de un aumento de personas dispuestas a enfrentarse directamente al sistema, muchas de las cuales enfrentan actualmente largas condenas de prisión si son declaradas culpables. Brindar apoyo y solidaridad a estos grupos e individuos será primordial en el próximo año. La Corte Suprema de Pensilvania ha desestimado una petición para recusar a la Oficina del Fiscal del Distrito en el caso de Mumia Abu-Jamal. Aún se desconoce qué significa esto para Mumia.
En medio de las preocupaciones por la extensión de covid-19 en las cárceles de EEUU, se hace constar el encarcelamiento a mediados de diciembre de varios de los Kings Bay Plowshares 7 [16], activistas católicos por el desarme de edad avanzada, que llevaron a cabo un sabotaje simbólico de armamento nuclear en el cincuenta aniversario del asesinato de Martin Luther King.
Rebekah Jones [17], una antigua analista de datos del Departamento de Salud, vio su casa allanada por la policía en una investigación tras su denuncia de irregularidades en las cifras oficiales de covid-19 en Florida.

3) Camaradas presos en Alabama se unen al sabotaje económico del sistema penal
Swift Justice Inc [18], 1 de enero de 2021. - El Movimiento Alabama Libre - Free Alabama Movement [19] (FAM) está instando a los habitantes del estado de Alabama y de todo el país a unirse a su clamor por un colapso económico de 30 días [20] del sistema penal a partir del 1 de enero a las 12:01 a.m. #30DayEconimicBlackout
2021, las personas que están encarceladas dentro de Instituciones Penitenciarias de Alabama, junto con sus allegados en el exterior, pretenden poner en marcha una huelga económica de un mes contra el sistema penal en represalia contra la injusticia, el abuso y la esclavitud industrializada en las cárceles. Las siguientes personas se encuentran actualmente encerradas en Kilby Correctional Facility bajo régimen de aislamiento. Se han comprometido a unirse a la causa de la única forma que pueden, haciendo una huelga de hambre.
Bernard Jemison – 179080
Brandon Cargill – 214181
Gerald Griffin – 247505
Karon Similton – 294981
Patrick Banegos – 297614
Ronnie Miller – 244648
Kenyeda Johnson – 231169
Pat Brown – 275685
Delbert Tillery – 183233
Deandre Wilson – 224433
Cornelius Bridges – 264222
El sistema penal de Alabama se encuentra actualmente en una crisis humanitaria en toda regla, ante la que el gobierno está haciendo la vista gorda. Los dirigentes de nuestro estado no están haciendo lo que se les ha llamado a hacer para preservar y proteger las vidas de quienes están bajo su custodia.
4) Cómo son las prisiones durante el confinamiento por covid: entrevista con un trabajador encarcelado de Pensilvania
Workers World [21], 27 de diciembre de 2020. - Desde principios de noviembre de 2020, más de 3.000 trabajadores presos y al menos 1,200 carceleros han dado positivo por Covid-19 en Instituciones Penitenciarias de Pensilvania (PA DOC). Desde marzo pasado, al menos 58 personas enjauladas por DOC han muerto a causa de la pandemia. La mayoría de estas muertes han tenido lugar en las últimas seis semanas. El 21 de diciembre, Workers World entrevistó a Bryant Arroyo, preso en el Instituto Correccional del Estado (SCI) Frackville, sobre su vivencia de este brote masivo de Covid-19.
(Bryant Arroyo): Lo primero que quiero decir es que esta instalación está realmente en ruinas, del techo a los cimientos. No tuvimos ningín caso de Covid durante los últimos siete u ocho meses. Instituciones Penitenciarias debería haber tomado una instalación libre de Covid como un modelo para las demás. Pero hay un factor clave en esto: como estaba limpia, abrieron las puertas para llenarla con positivos de otros centros, para obtener fondos federales. Accedían a fondos federales por tener casos de Covid.

- ¿Te han hecho pruebas?
BA: EL 17 de noviembre nos hicimos la prueba mi compañero de celda, Christopher Smith y yo. El día 19, me informaron de que mi resultado era negativo. El 24 de noviembre, un oficial vino y escoltó a mi compañero hacía la enfermería, informándole de que había dado positivo, de que le iban a hacer una nueva prueba y de que guardará silencio sobre ello. El 29 de noviembre, llaman a Chris y le dicen confidencialmente que vaya haciendo el equipaje, porque le van a poner en cuarentena.
Para mí está claro que tendría que haberse puesto en cuarentena en este intervalo del 17 al 29, no once días después. Esta inacción me puso en peligro, en una posición vulnerable para contraer COVID. El caso es que lo dejaron allí. Y no lo pusieron en cuarentena de inmediato, como hicieron con todos los demás.
En consecuencia, presenté una solicitud a los superiores administrativos y médicos. No he recibido ninguna de las dos pruebas, la prueba de anticuerpos u otra prueba de COVID, que debería haberme dado como resultado de que Chris dio positivo por COVID.
No sólo pusieron en peligro mi vida y mi salud, sino que también lo hicieron con los miembros del personal y sus familias, porque ellos vuelven a sus domicilios fuera. Así que todos los días que nos duchábamos, usábamos el teléfono, usábamos la cantina, él convivía con el resto de la población penitenciaria.
La respuesta del superintendente fue: "Tienes que apuntarte para una consulta médica y dejar que ellos determinen si se necesitan pruebas adicionales. No realizamos pruebas de anticuerpos de forma rutinaria ". La respuesta del supervisor médico: "Si tuvieras COVID, habrías desarrollado anticuerpos. No hay indicación de que se complete una prueba de anticuerpos ".
Me siento como ante un intento de asesinato. Todos los demás que dieron positivo fueron retirados, excepto mi compañero de celda, ¡durante 11 días! Ahora todavía estoy esperando su próximo movimiento.
- Como medida sanitaria, sólo podéis salir media hora de vuestra celda, ¿cómo afecta eso a todos?
BA: Hay muchos problemas de salud mental. El deterioro y los efectos de esto van, claramente, a mayores. Anoche hubo una pelea en la celda de al lado y los sacaron a los dos. Así que ahora uno está en el hoyo y el otro en el hospital. Eso sucedió anoche, cerca del amanecer. Ese es un problema de salud mental.
Y a medida que la olla a presión se mantiene hirviendo, este es el resultado; no poder salir y hacer ejercicio y recibir luz solar, una combinación de factores de la monotonía de la misma rutina una y otra vez, en un espacio agobiante. Este es el resultado.
Mi otro vecino de galería, Luke Edward Miller, 'Dr. Pantell', tomó sus medicamentos sin ninguna explicación. Luego también se desorientó, actuando de manera errática, de una manera que los guardianes tuvieron que hacerse cargo. Y luego le dieron una visita por Skype con el psiquiatra porque no había personal psiquiátrico disponible. Pero la medicación que está tomando, que se supone que debe dejar de tomarla, no debería cortarla de inmediato, porque convulsiona. Sus emociones se alteran, según me explicó a través de las rejillas de ventilación.
Ayer le pregunté cómo se encontraba. Me explicó, ya sabes, que no se siente bien, pero está tratando de controlarse para que no lo pongan en el hoyo por conducta inadecuada. Me pidió información sobre abogados. Entonces le di el contacto de un abogado que se ocupa de la negligencia médica. Un día tras otro, el mismo médico le vuelve a recetar los mismos medicamentos.
Otro ejemplo es el de Marcelle McLendon y Dennis McClain, quienes dieron positivo. Se trataba de personas que fueron inmediatamente trasladados cuando volvieron a aparecer en la lista de positivos de COVID. Eran dos de las cinco personas que evacuaron inmediatamente del ala el 29 de noviembre. Les había informado de la habilitación de un hospital satélite en el gimnasio, con lo que pensaban que los iban a poner allí. La Unidad de Modificación del Comportamiento era el hospital hace 18 años y lo reabrieron por la situación del COVID.
Pero el traslado inmediato de McLendon y McClain fue a la RHU, que es la unidad de aislamiento, y los metieron en una celda que no tenía electricidad ni agua caliente. Fueron encerrados y se les negó el acceso a llamadas telefónicas. Fueron maltratados, como si hubieran cometido una infracción disciplinaria. En realidad, eran presos comunes castigados por hacerse pruebas de COVID. Es como que te castigasen por tener COVID. Es un atolladero y un verdadero conflicto de conciencia. Porque la persona con síntomas sólo recibe agua de las enfermeras. Esto y castigo. Y luego, en lugar de la cuarentena de catorce días, los dejaron allí durante siete días, y luego volvieron a las zonas comunes sin hacerse nuevas pruebas. Simplemente los trasladaron. Sí, es una debacle total.
- Sabemos que muchos presos rechazaron la vacuna contra la gripe. En el caso de la vacuna para Covid, ¿la tomarán todos o habrá mucha resistencia?
BA: Cuando empezaron a promover la vacuna contra la gripe, dijeron que ingresarían cinco dólares en la cuenta de cada preso que se la pusiera. E inmediatamente, se corrió la voz. A los colegas que me preguntaron, les dije que nunca había visto a la cárcel pagar a alguien porque se lleva algo. Este es el primer punto.
Segundo punto, cada pago de Instituciones Penitenciarias o del gobierno tiene que ver con experimentos. A mi modo de ver, les ha salido el tiro por la culata. Negarse a aceptar fue un flaco favor de mucha gente. Han tenido que firmar un documento disculpando a la prisión en caso de que se mueran. El caso es que mucha gente no lo aceptó, a pesar de un incentivo de cinco dólares. Sonaba sospechoso. Hubiera sido mejor para ellos decir, "sólo estamos aplicando las vacunas, quien la quiera la tiene".
- ¿Será diferente con esta vacuna?
BA: Pienso que sí. Y te diré por qué. Una es que hemos estado encerrados durante más de ocho, nueve meses. La gente se muere de ansia por volver al día en que puedan decir que hay algo de normalidad y que hay más tiempo asignado para actividades, más movimiento, programas escolares, biblioteca jurídica. Todos esperan la vacuna. Y yo soy uno de ellos. Tan pronto como llegue aquí, daré el paso ofreciendo mi brazo. Vamos a ponerlo ahí. Está bien, y también debería llegar a los empleados.
En este momento, la biblioteca jurídica es muy limitada. La única forma de llegar a ella es mostrar un documento de tribunales con un plazo que se agota. En caso contrario, sólo puedes solicitar determinadas cosas. Y todo te llega en precario, como las fotocopias. Tengo correspondencia pendiente con abogados y con un patólogo forense, pero estoy obligado a darles información que está reservada a la confidencialidad entre abogado y cliente, la privacidad de esa carta se pierde cuando pasa por la ventanilla, aunque digan bien, solo la vamos a fotocopiar. No lo sé. ¿Lo guardo en mi archivo o lo envío a seguridad?
Así van las cosas, un camino lleno de callejones sin salida, en que nos arrastra una cinta de procesamiento de carne. Es como una producción en serie, se acumula una montaña de pollos que son todos iguales, y sólo interesa que el ritmo no pare.
- Ahí está el caso de un hombre de 38 años llamado Cornelius Staine, con una sentencia de cinco años en SCI Pine Grove, que murió de COVID hace un par de semanas.
BA: Eso es no tener una sentencia de cinco años, sino una condena a muerte, un ejemplo excesivo de cómo estas instituciones abortan la vida. Porque no hay medicación.
Habrá un problema tras otro mientras las cosas se lleven así. Un amigo mío llamado Shawn Saunders comentó que es nuestro derecho constitucional cuestionar y buscar justicia para uno mismo y para todos aquellos que se encuentran en una situación similar. Dijo que en SCI Frackville a diario hay un desequilibrio y una mala gestión en las actuaciones para la cuarentena de covid. Los cuidados posteriores son insuficientes para los muchos presos que se encuentran actualmente aislados y que se han enfermado por covid, quedando con problemas respiratorios no tratados, dolores de pecho, problemas digestivos y dolores corporales constantes. No es sólo el deterioro creciente de la salud mental entre el conjunto de los presos. Él denuncia que esta es la nueva pauta de injusticia a gran escala que debe ser desafiada con el objetivo final de reemplazarla con responsabilidad, seguridad, curación, en lugar de castigo.
Cuando tenemos delante el panorama general, nos tienes a todos mirándonos unos a otros y diciendo, ¿qué hacemos?
La única instrucción del departamento médico es que nos hidratemos y, con suerte, superaremos el proceso. La cuarentena es una lotería, porque fuera de las ocho camas de la enfermería, solo queda un hospital satélite que no sabemos si han abierto o no. En noviembre, la prisión compartió un video advirtiéndonos que nuestra agua estaba contaminada y podría comprometer nuestra salud, pero ahora, solo unas semanas después, ¿quieren que bebamos más agua como tratamiento para el COVID? Es espantoso.
