Voy a lanzarme a analizar el artículo de FRM, a pesar de que, hasta el momento, solo haya leido hasta la página 6 (de 17).
Para empezar, la definición de lo que considera intervención política es lo suficientemente inexacta como para englobar realidades muy diversas. Más adelante intentaré argumentar que esta falta de definición le permite hacer anticipaciones arriesgadas sin temor a equivocarse (como el punto 5, a continuación).
Las ideas que utiliza para definir la intervención política son las siguientes:
1-Por lo general institucional. Respuesta a crisis política para obtener resolución conforme a los intereses del poder gubernamental
2-Ejercicio de mercadotecnia
3-En cuestiones sustanciales, es el recurso previo al uso de la fuerza militar/policial
4-Modelo repetido desde la Revolución Francesa: Tomar a las masas apáticas y distanciadas del Estado para llevarlas a ser creyentes y devotas del poder.
5-Se planifica una cada decenio, y cada 30 años una de mayor importancia.
Más adelante afirma que lanzar una intervención tal contra el sistema de dominación permitiría "desencadenamiento de un alzamiento popular que alterase la correlación de fuerzas primero y abriera, en un segundo momento, camino a la realización revolucionaria de la libertad". Si volvemos a los puntos, vemos que todos son aplicables a una acción institucional, pero solo el 2 y, quizá, el 3 a una acción que parta desde el bando revolucionario.
En definitiva, sobre la intervención política a desarrollar por los revolucionarios nos dice poco más que: Es un ejercicio de mercadotecnia y, en cuestiones sustanciales, el recurso previo a la guerra abierta. A mi esto apenas me dice nada.
Respecto a los ejemplos: Revolución naranja, Primavera árabe, 15M... ¿Son sucesos comparables? ¿No cae en una generalización que hace dificil entender a qué se refiere? ¿Pretende decir que son intervenciones políticas institucionales? ¿Que el 15M y la primavera árabe estuvieron orquestados por el poder?
Afirma (luego lo desarrolla más) que la II República Española es una brillante intervención política planificada por equipo de próceres (entre ellos, Ortega y Gasset). Es decir, que la proclamación de la República es un plan del poder (Cabe preguntar ¿De qué poder? ¿Fue cosa de Alfonso XIII? ¿De los terratenientes?) para llevar a las masas a ser creyentes del Estado.
Sí que deja caer que la intervención política es una cuestión fundamentalmente práctica, un saber "ateórico" "experiencial". Que esa es la metodología apropiada para hacer frente a operaciones de ese tipo. Esta es una buena forma de cubrirse las espaldas ante la falta de documentos que atestigüen la interpretación histórica y política de Félix. Solo quienes renieguen del cientifismo (esto es, de las pruebas históricas) podrán analizar dichas intervenciones políticas y, en suma, combatirlas. Que es una forma de decir que el analisis subjetivo que realiza solo pueden aceptarlo quienes lo hagan acríticamente. Luego sin embargo habla de rechazar análisis subjetivos, así que por ahí lo desarrollo más adelante.
Paso a citar otra cuestión que me parece esencial:
"en él (el combate político) prevalece y vence el bando que más ideas aporte y más persuasivas sean éstas"
Esto me parece particularmente equivocado. Ya se lo comenté personalmente en otra ocasión. Primero de todo: Obviamente no prevalece el bando que más ideas aporta. La cantidad de ideas no importa para nada. Respecto a la persuasión, cobran mayor importancia cuestiones secundarias que están por encima de las propias ideas. La repetición, la difusión, las capacidades de la persona que emite la idea, el nivel de los receptores, etc. cuentan más que una sólida argumentación.
Esto no es afán de polemizar, sino que resulta importante aclararlo porque cuando dice:
"Verdad como calidad y propaganda como cantidad, así que es una lucha de la calidad contra la cantidad, lo que convierte en un error estratégico fatal intentar enfrentar cantidad a cantidad, propaganda a propaganda."
Manipula sutilmente apoyándose en las afirmaciones anteriores, de una forma tal que soterra varias verdades evidentes. Primero: Una verdad minoritaria nunca "vence" en la práctica a una mentira bien difundida, precisamente de eso hace uso la propaganda goebbeliana. Segundo: No hay oposición tal entre verdad y propaganda, la propaganda puede difundir verdades o mentiras, así como tanto la verdad como la mentira pueden ser propagadas.
Considero esto esencial pensando, como recomienda el propio Rodrigo Mora, en términos de estrategia. Si basamos nuestra estrategia en enfrentar calidad a cantidad, es decir, si nos olvidamos de construir medios que combatan la propaganda del sistema porque centramos nuestro trabajo en buscar una teoría cargada de verdad en cada detalle, nos encontraremos realizando estudios para elaborar un discurso que sea la quinta esencia de la verdad verdadera radical, pero nadie lo leerá nunca, porque no llegará a nadie.
Uso el término teoría a propósito, porque por mucho que Félix se empeñe en rechazar las teorías y cubrir su discurso de un manto de verdad, la Verdad con mayúsculas está lejos del alcance de la comprensión de cualquiera. Y mucho menos se puede expresar por escrito. El mero hecho de utilizar un lenguaje ya falsea la realidad, mucho más cuando mostramos nuestra propia interpretación, argumentando que esa es la Verdad y no damos lugar a variaciones, a otras teorías e interpretaciones (el acercamiento a la realidad desde diversas ópticas siempre suele acercarse más a la Verdad o, en términos de Unx Más, cuatro ojos ven más que dos). Por ejemplo, entiendo que para él el hecho de que la II República es una intervención política planificada desde el poder es una verdad irrefutable. Para mi es una teoría suya. Equivocada, además, igual que el resto de sus afirmaciones históricas cercanas a la conspiranoia.
Una cosa es apostar por la verdad, aceptar la realidad y no ocultarla, aplicar nuestras teorías a la práctica, no mentir para obtener beneficio político, ser honestos como revolucionarios... Efectivamente, son cuestiones clave. Pero no es esto lo que nos dice Félix. Él argumenta que la verdad es contraria a la propaganda y, en sí misma, capaz de vencer políticamente. Eso es un error estratégico sustancial. De hecho, él mismo debería ser consciente de que si sus discursos han empezado a tener difusión no ha sido por su carga de verdades (que no es mucha, en ocasiones), sino por su tour maratoniano de conferencias en los últimos tiempos, por la repetición machacona de sus argumentos, por el movimiento que le ha dado a sus libros, que enseña repetidamente en cada acto al que acude. En definitiva, por la propaganda que se ha hecho (y le han hecho) a sí mismo.
Tengo bastantes más cosas apuntadas para redactar. De hecho, por ahí he dicho que iba a desarrollar más ciertas cosas y tal, pero creo que lo voy a dejar por hoy, que ya es bastante y tengo otras muchas cosas que hacer.
