¿Quién fue Auguste Vaillant?El Anarquista que no quiso matar

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Charles_Gallo
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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 12:27

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Este es el antecesor de Bresci y Acciarito, Giovanni Passanante, el primero que atento contra Humberto I en Napoles, al poco de su coronación en 1878.


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Dos versiones más

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Juicio a Passanante.

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 12:28

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Ficha de Lucheni

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 12:52

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Resultado de la bomba colocada en 1892 por Ravachol en la casa del fiscal Boulot (responsable de las duras condenas a Decamps y Dardare, tan solo por manifestarse el 1º de Mayo y aguantar impertérritos una brutal paliza policial que casi los mata, en ningún momento obtuvieron asistencia médica).

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 12:57

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Santo Caserio

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 13:08

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Deportados a la Guayana (sobre todo a la Isla del Diablo) esa suerte corrieron Duval, Pini, Jacob y miembros de la Banda Bonnot como Diedonne y Metge.


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Intento de ridiculizar a los "apaches" en los libelos burgueses ("apaches" es como se llamaban a los anarquistas "ilegalistas", expropiadores y "recuperadores" o partidarios de la "violencia de abajo", aunque también se usaba simplemente para denominar al ala más radical, tal y como se puso de moda posteriormente, aunque algunos como Buenacasa acuñaron y popularizaron el apelativo "pieles rojas").

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 13:23

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Bomba en el restauraten Very, 1892 (Veryfication)

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Explosión en la comisaria, de la bomba que los policias recogierón en la calle Bons-Enfants en 1892.

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Bomba del Liceo en 1893, tirada aparentemente por Santiago Salvador



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Bomba tirada en el Parlamento Francés por Vaillant en 1893 (sin victimas mortales).

Charles_Gallo
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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 13:25

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Detención de Henry

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 13:30

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El "Trabajador de la Noche" Alexandre Marius jacob

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 13:44

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Los "Cuatro Malditos", las "Bestias Negras" de la burguesía... Los cuatro Individuos cargados de sensibilidad que en muchos casos simplemente no supieron por donde canalizarla... aún así, tal y como decía Louis Lecoin: "Cierto, los actos individuales no pondrán fin a todos los déspotas y a todos los despotismos, y será necesaria una revolución; pero esos actos son un símbolo, pues indican dónde hace falta golpear"... quizás algunos de sus actos, por ejemplo el de Vaillant, nos marcaron una estupenda "diana".

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 13:48

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Santiago Salvador

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Mensaje por Charles_Gallo » 21 May 2007, 14:15

La Java des Bons-Enfants

(Canción compuesta por Raymond Callemin la-Ciencia y Francis Lemonnier hacía 1912, nada que ver con las futuras reinterpretaciones que de dicha canción hizo Guy Debord, desde luego la sintonia es bastante más "bella")


Dans la rue des bons enfants,

On vend tout au plus offrant.

Y'avait un commissariat,

Et maintenant il n'est plus là.



Une explosion fantastique

N'en a pas laissé une brique.

On crut qu'c'était Fantômas,

Mais c'était la lutte des classes.



Un poulet zélé vint vite

Y porter une marmite

Qu'était à renversement

Et la retourne, imprudemment.



L'brigadier et l'commissaire,

Mêlés aux poulets vulgaires,

Partent en fragments épars

Qu'on ramasse sur un buvard.



Contrair'ment à c'qu'on croyait,

Y'en avait qui en avaient.

L'étonnement est profond.

On peut les voir jusqu'au plafond.



Voilà bien ce qu'il fallait

Pour faire la guerre au palais

Sache que ta meilleure amie,

Prolétaire, c'est la chimie.



Les socialos n'ont rien fait,

Pour abréger les forfaits

D'l'iinfamie capitaliste

Mais heureusement vint l'anarchiste.



Il n’a pas de préjugés.

Les curés seront mangés.

Plus d’patrie, plus d’colonies

Et tout pouvoir, il le nie.



Encore quelques beaux efforts

Et disons qu'on se fait fort

De régler radicalement

L'problème social en suspens.



Dans la rue des bons enfants

Viande à vendre au plus offrant.

L'avenir radieux prend place,

Et le vieux monde est à la casse !

(Hay una parte muy interesante en la que se nos dice: "Los `socialos´ [socialistas autoritarios], no hicieron nada para aliviar el dolor de la infamia capitalista ¡Pero afortunadamente llegó el Anarquista!". En aquel momento, ésta simple estrofa hirió muchas sensibilidades, el ensañamiento con que se ridiculiza a la policía fue menos comentado que la irritación que ocasionó en las bancadas "estatistas"... de ahí que en la época de esplendor de los "Bandidos Trágicos" se pidiera su cabeza desde la "derecha" y la "izquierda"... hay excepciones de socialistas cuasi libertarios como Severine... pero si olvidamos a los muchos incombustibles Anarquistas, (siempre solidarios, los Faure, Pierre Martín y tantos otros, decepcionados y heridos pero generosos) podemos decir que por ironías como estas, y tantas otras, se reclamó chorros y chorros de sangre, desde luego un precio desproporcionado... muchos de la Banda Bonnot eran asesinos, eso es innegable, pero a su vez recíprocamente sabían recibir la muerte... hay tantos otros que han sido, son y seguirán siendo asesinos y nunca han recibido más que "elogios".)

Charles_Gallo
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Mensaje por Charles_Gallo » 22 May 2007, 13:28

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Otra versión del atentado de Bresci


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Ravachol, "trabajando" en St-Denis



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Lucheni


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Ravachol en la Concergerie

(Todo son obras de Flavio Constantini)

Charles_Gallo
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Mensaje por Charles_Gallo » 22 May 2007, 13:46

La ilegalidad
Teoría del ilegalismo anarquista desarrollada bajo diferentes aspectos

(Algunos fragmentos de la opinión de Emile Armand)

Un cierto número de anarquistas, haciendo consciente y deliberadamente tabla raza de los escrúpulos tradicionales y de la honradez codificada, deciden resolver por su propia cuenta el problema económico de modo extra-legal, o sea por medios atentatorios a la propiedad, por las diferentes formas de la violencia o de la astucia, infracciones todas que las leyes castigan más o menos severamente.

Se comprende perfectamente que un anarquista no se acomode al yugo del salario y a la odiosa servidumbre del cuartel, que repudie al patrón y al jefe militar, que no se preste a producir sin saber por qué y para quién y que no se deje matar en la guerra. Prisión, cuartel, producción asalariada y ciega son para él tres efectos de la misma causa, tres símbolos de un mismo estado de cosas de esclavitud. Por tanto, instintivamente rehuye su nefasta influencia y cuando se somete forzosamente es siempre a pesar suyo.

La tendencia ilegalista ha tenido serios teóricos del anarquismo y es preciso examinarla para poder emitir un juicio, tanto más cuanto que unos cuantos desaprensivos pudieran aprovecharse de la confusión consiguiente para justificar actitudes poco recomendables, amparándose del calificativo anarquista…

Si un anarquista en verdad se resuelve a vivir al margen del código no es sólo por este hecho de cumplir ilegalidades que merece tal nombre. El anarquista ilegal comprende perfectamente que no destruye las condiciones económicas existentes como tampoco las destruye el que sufre los rigores del trabajo impuesto, ni el propagandista, orador o escritor, ni mucho menos el terrorista…

Los ilegalistas convencidos reconocen que sus gestos dependen de su propio temperamento, que su vida es una experiencia poco recomendable y que no todos los anarquistas son aptos para seguirla. En todo caso, el que la adopta no por eso se verá disminuido intelectual o moralmente. Con este criterio podemos reconocer siempre al verdadero camarada y no otorgaremos nuestra confianza al falso…

El proceso de los bandidos trágicos, por los hechos que en 1911 aterrorizaron a París y que costó la vida a una docena de anarquistas, demostró claramente el peligro de la práctica ilegalista. Por románticas que hayan parecido las hazañas de Bonnot, Callemin, Garnier, Vallet y compañía, no se debe olvidar que el ilegalismo paroxismal no puede ser en modo alguno la consecuencia obligada del anarquismo individualista, pues éste es en principio una actitud moral e intelectual, una deliberada rebeldía individual de temperamento y reflexión, una filosofía crítica de propia defensa y negativa de la ley, de la moral y de la sociedad actuales.

El ilegalismo puede ser una de las formas o modalidades anarquistas, pero lo que nos interesa sobre todo, no es esta peligrosa táctica, sino el empleo de las facultades cerebrales, del tiempo y de los recursos de que disponen los que se dicen anarquistas...

El mejor camarada es el que dentro o fuera de la legalidad, consagra su actividad y su fuerza a la difusión de las ideas y a la escultura de su individualidad.

Reflexionando fríamente, no hay heroicidad en la muerte de los desgraciados camaradas ilegalistas, arrastrados, empujados y lanzados sobre la guillotina, bajo las miradas de magistrados satisfechos, de periodistas bufos y de policías astutos, como tampoco la hay en la actitud del anarquista, refractario intelectual y moral que vive legalmente, lo que no es óbice para que en el terreno económico también llegue a actos contrarios a la ley. Creemos que el negarse a pagar impuestos o a servirse del dinero o de los valores financieros en las transacciones o en el cambio de productos del trabajo personal, son actos interesantes por sí mismos y por su repercusión. Tampoco faltan los gestos enérgicos, como son: rehusar el servicio militar, la obediencia a toda prescripción de la autoridad que limita la libertad de escribir o de hablar, la comparecencia ante cualquier tribunal y por cualquier causa, la sujeción de los pequeños a una educación de Estado, de iglesia, etc.; las ocasiones abundan para ser un luchador. Algunos camaradas han sido encarcelados o enviados a presidio por haber adoptado esas actitudes, que difieren sobre todo de ciertas famosas hazañas porque son menos ruidosas, aunque necesitan el mismo coraje para realizarlas, sin provecho alguno para los que las llevan a cabo.

Hemos de confesar que sentimos gran simpatía por los irregulares, o sea los que viven al margen de la sociedad, y creemos que no se debe ser la víctima, sino el beneficiario moral y materialmente de las teorías que cada uno profesa.

No podemos, sin embargo, dejar de observar que hay actitudes de rebeldía tan nobles y valerosas como pueden serlo las del refractario que hace oficio de ilegalismo económico, actitudes terminantes que no se prestan a equívocos, puesto que solo los anarquistas son capaces de efectuarlas.

Cuando los anarquistas cometen acciones que les colocan, no moral o intelectualmente, sino materialmente bajo la sanción social, nada más fácil para defenderles y excusarles, que poner en evidencia ante los que les vilipendian, que el conjunto social perpetra continuamente crímenes mayores que los que algunos individuos pueden llevar a cabo aisladamente.

Es innegable que el medio tolera o aprueba una infinidad de atentados a la libertad individual o a la vida de los humanos, que no tienen punto de comparación con la nimiedad que representan los más atroces crímenes del ilegalismo anarquista.

Cualquiera comprende, que en el estado en que vivimos, el derecho de matar es ejercido sin restricción por los más fuertes y privilegiados (razas, grupos, individuos) en detrimento de los más débiles y desposeídos.
Sin piedad, las razas llamadas superiores, persiguen a sangre y fuego a las pretendidas inferiores, y en el océano de crímenes sociales, los calificados de anarquistas no representan más que una imperceptible gota de agua…

Los mutilados, los descuartizados, los quemados, los estropeados, los empobrecidos en nombre del progreso occidental. ¡Qué triste figura la del homo sapiens ante esta teoría infinita de hombres, mujeres y niños resucitados y viniendo de todos los puntos del mundo atrasado! La máscara de hipocresía y de moralidad caería delante de esta masa sangrienta sacrificada; demostrando que las grandes palabras de justicia, de paz, de orden público, no son sino encubridoras de la más exaltada avidez y ferocidad…
¿En qué se fundan, pues, nuestras modernas sociedades para recriminar a los pobres bandidos contemporáneos que actúan por su propia cuenta?...

¡Pobres bandidos aislados! ¡Lástima que no poseáis temperamento de explotadores! Establecidos fabricantes de cristal en el Este o en el Norte de Francia, o tejedores en Rouen, o en Lille, o vendedores de conservas en Chicago o contratistas de confecciones en Londres, hubierais podido matar lentamente, a fuego lento, sin riesgos, con la impunidad más completa; más aún: patentados, condecorados, honorables comerciantes, industriales, filántropos, hubierais juzgado a los mediocres criminales, enviándolos al presidio o al patíbulo y lamentándoos todavía de que existe demasiada indulgencia para los delincuentes.
No. La sociedad en particular y en general, no vale más que los que han roto violentamente el contrato social. No es este un hecho nuevo. El carpintero de Nazareth empleó el mismo argumento con la desgraciada adúltera a quien los honestos israelitas querían perseguir a pedradas y a quienes Jesús dijo que el que estuviera libre de pecado lanzase la primera piedra, sin que ninguno se atreviese a hacerlo. Verdadera o imaginaria, esta historia prueba que en todos los tiempos los guardianes de las conveniencias sociales no han sido mejores que quienes las han infringido.

Pero este es un argumento que no podemos aprovechar en la obra educativa que perseguimos, y ya que no podemos hacer declarar a los que execran el ilegalismo anarquista que ellos interiormente se sienten inferiores, a lo menos hagamos constar que en nuestro fuero interno, los que sabemos juzgar con libre criterio nos sentimos valer más...

Ahora bien; si de acuerdo con los teóricos más serios hemos tratado de razonar, explicar, comprender y limitar la práctica del ilegalismo, es decir, el ejercicio de los oficios escabrosos no inscritos en el registro de los tolerados por la policía, queriendo demostrar que el anarquista ilegal puede sernos simpático, en cambio nos parece injustificable el ilegalismo paradológico bajo el punto de vista anarquista individualista. Porque no queriendo directamente dominar ni explotar, el anarquista individualista no consentirá jamás en hacer sufrir más todavía a las víctimas del estado económico. Sería ilógico e indigno. No se pondrá, pues, al lado de los que esquilman al rebaño, sino que se separará, demostrando así su superioridad mental…

En todo caso, el anarquista individualista, adversario de la violencia, salvo el caso de legítima defensa, bien establecida, no se hará solidario de los ilegales, que no dudan en llegar hasta el atentado personal o el crimen.

En conclusión, hemos de hacer constar que no somos en absoluto refractarios al ilegalismo. Consideramos que es cuestión de temperamento, pues lo mismo que hay anarquistas con inclinaciones artísticas, los hay con predisposiciones ilegalistas. Por tanto, aunque no los aprobemos, juzgamos a los anarquistas ilegalistas como de nuestro mundo.

(Opinión de Armand muy controvertida, muchos aunque no compartieron sus criterios lo entendieron como un gesto de solidaridad… otros lo llamaron simplemente “cobarde”, por no atreverse a “llevar a la practica su propia predica, creer que no había que respetar la legalidad sin atreverse a realizar actos ofensivos contra ella”, también se dijo “proclama la resistencia, simplemente reaccionar contra el medio, contra el poder, pero nunca atacarlo… solo responder a sus ataques, pero jamás lanzarlos por nosotros mismos… eso se llama pasividad”. Que cada cual saque sus conclusiones.)

Charles_Gallo
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Mensaje por Charles_Gallo » 22 May 2007, 13:53

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Armand, solidario con el ilegalismo a "su manera", aunque si es cierto que siempre fue generoso con los ilegalistas.

Charles_Gallo
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Mensaje por Charles_Gallo » 22 May 2007, 14:43

Albert Libertad no solo defendía a los ilegalistas, si no también alababa la teoría del Ilegalismo. Muchos de los miembros de la Banda Bonnot se nutrieron de sus enseñanzas, Soudy, Callemin, Vallet y Garnier son un ejemplo, defendió a Bresci, a Czolgosz, a Morral y Liabeuf, además un acto destacable, fue de los pocos anarquistas que no le dieron la espalda a Luigi Lucheni … muchos dicen que el mismo hubiera sido un ilegalista “practico” (de hecho en muchos aspectos lo era) s no hubiera sido por el inmenso esfuerzo físico que eso le suponía (una poliomielitis le obligaba a andar con muletas, sus piernas no llegaron a desarrollarse del todo).

Hacer una semblanza de este personaje sería algo muy complejo, su vida es tan rica en detalles, tragedias y anécdotas que daría para varias novelas.

Abandonado en un orfanato (según parece su padre era un alto cargo militar, y de vez en cuando lo visitaba de madrugada para que nadie conociera la existencia de su hijo “bastardo”). Cuando consigue irse del auspicio no tiene donde vivir ni que comer, se dedica a vagabundear y a mendigar (eso tan criticado por cierto “elitismo” de izquierdas), aparentemente se escondía tras los arbustos en los caminos, y cuando alguien adinerado aparecía salía bastón en ristre (Bernard Thomas dice: “como un fauno”) y “pedía dinero”, parece ser que el bastón tenía cierta capacidad “persuasiva”.

Una noche Sebastián Faure lo encontró durmiendo en un portal, y tras una corta conversación lo llevó al periódico Le Libertarie, allí comió, durmió y vivió, y se convirtió en un experto tipógrafo, además su auto didactismo lo destaco como un magnifico escritor, cuyo estilo personal, muy provocador e iconoclasta, seducía a la gente.

Un compañero español lo apodó Libertad (ésta era la palabra que Albert tenía siempre en la boca), pero un comentario desafortunado de algún “elitista” que se hacía llamar “anarquista” (respecto a sus bastones y a su pobreza), le decidió a irse del periódico… Faure desconocía sus verdaderos motivos.

Así volvió a la mendicidad, acudía a las iglesias donde obligaban a los “nómadas” a escuchar misa si querían comer, pero en una de las peroratas del cura, esta vez contra los Anarquistas, Albert se levanto lo insulto gravemente y nunca más pasó por allí.

Se busco un cuartucho, consiguió una vieja imprenta manual y publicó el primer número de L´Anarchie, periódico Individualista (aunque el mismo Libertad no era un “individualista”, su oposición a las “ideas generales”, su critica a las tradiciones, incluyendo a las obreras, no lo convertían en un partidario del “egoísmo filosófico” o del “individualismo hedonista”, mucho menos de otras posturas con cierto tufo “aristocrático”… Libertad solo sabía ser él mismo, ese era todo su credo).

Pronto colaboraron con él Mauricius, Peref-Javal y André Lorulot. Con este último tuvo una relación contradictoria… Lorulot se convirtió al principio en el “máximo representante de la teoría ilegalista”, sin embargo siempre desde unos postulados “ultra-cientifistas” que asfixiaban y vencían la paciencia de cualquiera. Su culto a la “ciencia” no era similar al que podía tener Callemin, para Callemin la ciencia era “el trabajo de campo”, la hipótesis convertida en acción, en pasión, la práctica del laboratorio transferida al campo emocional, al terreno práctico y sentimental.

Lorulot solo entendía la ciencia como un dogma, como algo inerte que merece ser observado y respetado, implicado al principio con la Banda Bonnot (tan solo por que era amigo de algunos, Monier por ejemplo, y estuvo relacionado sentimentalmente con Louise y Jean, ex compañeras de otros miembros de la banda), terminaría por considerarse “libre pensador” y adherirse al “bolchevismo”.

La vida de Libertad fue por otros derroteros, escritor de artículos eternos como “El culto a la carroña” (sobre el culto funerario), y tantos otros anti electorales (Como "El Elector es el criminal) y anti militaristas, creador del grupo “Les Iconoclastes”, creador del súmmun de las parodias al presentarse con una candidatura anti electoralista a las propias elecciones, y compulsivo orador (casi todo los días daba alguna “conferencia”), de él no ha trascendido casi nada (tal vez sus “escarceos” amorosos) pero nada más. Sin embargo para la Autoridad suponía un peligro constante, se ha intentado afirmar que murió de sífilis o de hepatitis, lo cierto es que una noche de 1908 fue sacado de una conferencia por varios policías, lo llevaron a un callejón y ahí, pateándolo y saltando con los dos pies juntos sobre su pecho, su abdomen y su cabeza, le reventaron el estomago y los pulmones… fue enterrado en una fosa común, aunque después de una larga pugna lo compañeros consiguieron enterrarlo con una pequeña lapida… cosa que el bueno de Libertad no hubiera aprobado.

Recordemos su celebre frase: “Miren, Yo escupo en sus ídolos; escupo sobre Dios, escupo en la Patria, escupo a Cristo, escupo a las Banderas, escupo al Capital y al Becerro de oro, escupo a las Leyes y a los Códigos, a los Símbolos y las Religiones: son juguetes, me burlo de eso, me río de eso... "
Última edición por Charles_Gallo el 24 May 2007, 17:38, editado 2 veces en total.

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