La película que vamos a ver esta noche,
Vida en sombras (1948), dirigida por Lorenzo Llobet-Gracia, es una película relativamente desconocida, pues no tuvo ningún éxito ni cuando se produjo ni cuando años más tarde se estrenó. El equipo técnico era el que solía tener Carlos Serrano de Osma, que era amigo de Llobet y que en un primer momento iba a participar en la película como asesor. La película se rodó en Barcelona entre noviembre de 1947 y febrero de 1948. Fueron protagonistas Fernando Fernán Gómez –que hace aquí una de sus mejores y más profundas interpretaciones a lo largo de la carrera tan brillante que ha desarrollado este actor, recientemente premiado en el festival de Berlín- y María Dolores Pradera.
Para la película se barajaron varios títulos: el primero, ‘Bajo el signo de las sombras’, es el que quizás mejor define la película e incluso la propia historia del mismo Llobet. Es una película sobre el cine. Llobet hace en ella una reflexión sobre el cine como espectáculo, sobre el cine como pasión, y finalmente sobre el cine como forma de vida. Vida en sombras no responde a las premisas de una película de un director de oficio, sino que más bien es la película de un cineasta, de un cinéfilo, de un hombre que siente el cine y que ama el cine hasta la médula. Llobet-Gracia vivía en Sabadell y estaba desde su infancia enamorado del cine (Bertini, Polo, Chaplin, Melies) y enganchado a su cámara Pathé Baby pasó de la adolescencia a la juventud. Fue coleccionista de películas, cineasta amateur y miembro del cineclub de Sabadell Amics del Cinema. Realiza películas amateur siempre en función de ideas cinematográficas que siente apasionadamente y que le obsesionan, a las que rodea de un leve argumento que ya le interesa mucho menos.
En 1948 decide hacer su primera película profesional,
Vida en sombras. Él mismo financió la película, y pidió un permiso para rodar la película que le fue retirado cuando el rodaje ya había comenzado. Se prohibió el guión por falta de calidad y por una serie de consideraciones de tipo censura. Llobet tuvo que hacer una serie de correcciones al guión por las que finalmente fue aprobado, pero no las llevó a la práctica en la película. Hipoteca sus propiedades y la empresa familiar de transportes se va por ello al traste. La película cuando se termina se clasifica en tercera categoría, lo que dificulta el estreno. Cuando Llobet está revisando el montaje muere su único hijo, lo que le lleva a la locura y al internamiento en un sanatorio psiquiátrico en el que se le somete a electrochoques. Al salir no vuelve a realizar ninguna película profesional.
Vida en sombras se estrena años más tarde en programa doble, sin ningún eco.
En 1973 Ferrán Alberich la descubre en el cine-club de Sabadell y se dedica a investigar la historia de la película y a intentar reconstruirla, ya que el negativo original no existe. La filmoteca española financia estos trabajos de reconstrucción y finalmente la restauración se presenta en el festival de cine de Valladolid de 1984. Es una hermosísima película.
(Presentación de 'Vida en sombras' por Fernando Méndez-Leite para su emisión en 'La noche del cine español' de la televisión pública made in Spain,
el 11 de marzo de 1985).
A pesar de los años que han pasado, es difícil no dejarse fascinar por los muchos méritos de
Vida en sombras. No sólo por los intrínsecos, que son muchos, sino por lo que tiene de rebeldía cultural, de decir algo para la España sumida militarmente en la ignorancia de los primeros años del franquismo a base de traer el lenguaje de lo mejor de la cultura europea y de los clásicos contemporáneos del cine y hacerle decir algo vivo sobre la realidad del pais. Si esto es asi en general, desde un punto de vista cinéfilo, y vista la importancia que tiene en la trama una proyección de
Rebeca (Alfred Hitchcock, 1940), no deja de asombrar y emocionar que la realidad de la guerra y las pérdidas que conlleva motivase a Llobet para resaltar la importancia de Hitchcock como artista -algo que la crítica más exigente no haría hasta años después, dejando al cineasta encasillado en la casilla de 'meramente comercial'-.
Recientemente se han hecho dos publicaciones que vuelven a poner en el candelero -de la cinefilia- a
Vida en sombras: la restauración de la Filmoteca de Catalunya, distribuida por el sello (en bancarrota) 'Intermedio', y el libro colectivo editado por Shangrila Textos Aparte
Vida en sombras - El hechizo del cine, la herida de la guerra. Del DVD, el resto de obras de Llobet que acompañan en él a
Vida en sombras y de sus textos de apoyo nada puedo decir porque aún no me ha dado el presupuesto. Del libro de Shangrila puedo decir que como es marca de la casa está pulcrísimamente editado y lleno de informaciones y análisis interesantes, pero hay dos cosas en las que no estoy de acuerdo -frente al libro y frente a la mayoría de la gente que ha visto la película:
- No puedo compartir el empeño de encontrar en
Vida en sombras resistencia política antifranquista añadida a la cultural. La película es claramente derrotista en su discurso político, la valoración de los tiempos de la II República en ella (y con todos los recursos del cine de Llobet para subrayarla) es la que hace del franquismo un "mal menor" que liberó a las "personas inocentes" del caos. Ahí tenemos a la protagonista, hija de un militar africanista, cuya condición no es enjuiciada críticamente en ningún momento, y la vida acomodadísima de un protagonista que deja de trabajar para dedicarse a la melancolía y que se pasa al bando franquista sin que nadie se lo pida. La acumulación de crucifijos en la película puede resultar siniestra, pero para la audiencia que ya los considera siniestros, no dentro de la lógica de la historia. Sólo hay un elemento no propagandístico en la neutralidad con la que es expuesto un combate callejero.
- Mucha de la gente que niega este derrotismo político, entiende sin embargo que el cierre en aparente círculo de la película es un elemento fatalista y derrotista: el que la película acabe con el protagonista poniendo en escena como director de cine precisamente la primera secuencia de la película que hemos visto se lee como símbolo de que el personaje está atrapado en un delirio... Por contra, yo creo que ese cierre es precisamente el elemento que rompe el círculo: hacer real la película es precisamente mostrar que el protagonista ha sido capaz de poner en marcha la iluminación estética que ha compartido con su audiencia. El cine se ha levantado ante los ojos de la audiencia no como un muro, sino como una llave, la del lenguaje que, precisamente, el protagonista quiere usar para salir de su postración. La película es políticamente derrotista pero un elogio de la creatividad, la de un cineasta que, como se indica en el libro que comentamos, no veía en su condición de amateur una carencia, sino la libertad de las hipotecas del cine industrial que le permitía explorar al margen de lo normal para su sociedad. Las sombras de la película son luz para la inteligencia que las quiere interpretar.
