Testet (Tarn): ecos de la guerra en marcha.
29 de octubre de 2014
En la niebla circundante no podemos pasar por alto ciertas cuestiones excluidas del debate por los medios dominantes y su lógica del espectáculo permanente.
La concentración prevista sobre el emplazamiento del proyecto de embalse estaba anunciada como pacífica. Algunos días antes, la prefectura hacía saber que no habría presencia policial en la zona durante el fin de semana del 25 y 26 octubre. En la página tantquilyauradesbouilles.wordpress.com [1] el 22, se podía leer que "la prefectura de Tarn ya se somete al acontecimiento/evento: el prefecto se ha compormetido a que ningún gendarme esté presente en la zona durante el fin de semana. Este encuentro sucederá sin riesgo de violencia ni de represión. El número y la determinación mostrarán nuestra fuerza y propiciarán la victoria. ¡Venid numerosxs con buen humor!"
Para quien lo dudaba, aquellxs que fueron a la zona este fin de semana no se preparaban para la guerrilla.
Pero entonces, cuando los primeros participantes llegan el viernes por la tarde, la noche se ilumina. Una caseta de obra y un generador quedan en la zona, en el nivel del aparcamiento construido para acoger las máquinas de la obra. Esa misma noche, marchan en forma de humo.
¿Quién podía sinceramente pensar que el material dejado en la zona a defender (del Testet) permanecería intacta cuando una concentración contra el proyecto de pantano está anunciada desde hacía más de un mes? ¿Quién vendrá a decirnos que los equipos del pantano tuvieron el tiempo de retirar todo de la zona excepto estos dos elementos, lo bastante poco costosos para no representar una pérdida demasiado importante, pero lo suficiente para dar una pátina de legitimidad a la vuelta de las fuerzas del orden a la zona?
Este incendio marcó la vuelta de los maderxs a la zona y por lo tanto los enfrentamientos
Al día siguiente, la mañana se desarrolla en un ambiente familiar y festivo. Nos proporciona un placer gracioso el ver a todas esas bandas de críxs correr por todas partes, personas de todas las edades pasearse alrededor de la Métairie, ella que fue tan a menudo cercada por las milicias con armaduras azul marino. Las conferencias, los testimonios, la obra de teatro y el comedor social, el programa se desarrolla bajo el sol y con una sonrisa.
La tregua finaliza hacia las 16h30. Los de azul están de vuelta a la altura del aparcamiento, aumenta la tensión. El cara cara se desarrolla entre el aparcamiento y la colina que sube hacia el bosque. Se sucedrán unas cuatro horas de enfrentamientos, o más bien de guerra asimétrica. 200 personas tirando por lo alto, encapuchadas o no, violentas o no, payasxs activistas y pacifistas hacen frente a robots con armaduras, escudos, cascos y armas varias en sus manos. Parece que representan el orden y la ley. ¿Pero entonces qué pintan allí? ¿Provocar a todo el mundo? ¿Qué protegen? Ya no queda nada más que quemar o sabotear. Peor, ¿qué protegen?
Visiblemente nadie. En cambio atacan, a punto de quemar lo que queda de bosque en Sivens con sus granadas incendiarias. Provocan incendios en diferentes ocasiones, disparos rectos de gases lacrimógenos, después las granadas ensordecedoras, dispersoras que explotan por todas partes. Apuntan al medio de la personas presentes, “al montón”. Varios heridxs son evacuadxs mientras que estxs locxs de uniforme continúan espantándolxs: un hombre en estado de shock se desmaya a mi lado, se le lleva a un margen evitando en la medida de lo posible los botes de gas que nos son voluntariamente lanzados encima. El equipo médico toma el relevo.
Sí, se lanzaron piedras. Y puede ser que algunas de ellas hayan rozado sus cascos. Sí, se arrojaron patatas. ¿Y qué? ¿Es eso lo que llaman terrorismo? Nosotrxs no dejamos tuertx a nadie, y aún menos asesinamos. Sí, somos varixs lxs que preferimos permanecer encapuchadxs. Pero es por razones bien simples y mucho menos novelescas que lo que se puede dejar oír. El fichaje policial es una realidad. Lxs robots a lxs que hacíamos frente están equipadxs con cámaras y nos graban permanentemente. Buscan el mínimo pretexto para hacer caer aquellxs que les molestan bajo el auspicio de la ley reservada a lxs terroristas. El anonimato es un derecho, y lo tomamos. No, no tenemos ninguna gana de dar armas suplementarias a su dictadura. La capucha y la elección de ropas más bien oscuras permiten, a imagen de los zapatistas, crear una masa unida y soldada, sin diferencia de sexo, estatus o color. Y además, de un modo muy pragmático, más vale tener algo cubriendo la nariz para continuar respirando en medio de una nube de gas lacrimógeno.
He aquí nuestras explicaciones, pero ¿dónde están las suyas? ¿Por qué estaban allí el sábado por la tarde cuando todo estaba tranquilo e iba mejor de lo previsto en la zona? ¿Por qué había más de 40 camiones de unidades de movilidad y una decena de furgones de antidisturbios?
Los enfrentamientos de la tarde llegaron a su término cuando, después de una pausa por los dos lados, lxs resistentes deciden marchar ellxs mismxs. Se les deja plantados en su línea estúpida, sin adversarixs. La noche se desarrolla normalmente hasta la 1 de la mañana. En el famoso aparcamiento quedan algunos furgones y los de azul se reúnen alrededor. Tienen dos grandes proyectores que deslumbran a las personas llegadas a ver lo que pasa. Al principio no son numerosas, pero como reacción a los primeros llamamientos de los policías (“¡Gendarmería Nacional, dispérsense, vamos a recurrir a la fuerza!”) otrxs se les suman La orden dada en las filas resistentes ha sido no disparar lxs primerxs. “Se espera a que ellxs comiencen, no se hace nada antes”.
Las primeras bombas lacrimógenas rasgan la noche, seguidas de las primeras piedras. Alguna alcanzan justo a las carrocerías de los furgones. El grueso de la masa de personas presentes se aleja un poco de las verjas del aparcamiento. No se ve gran cosa y varios de nosotrxs caen en las zanjas de la obra al correr para escapar de las granadas. Cuatro cohetes son lanzados, tocan el suelo después de haber dejado una estela resplandeciente. Ninguna toca un vehículo y ni mucho menos un madero. En cambio las granadas enviadas desde el campo adversario pasan muy cerca, sus explosiones resuenan a través de la zona, extendiendo el velo de la guerra sobre el ambiente festivo.
Abandoné la zona del aparcamiento a la 1h30 de la mañana. Estaba sola en ese momento. Sin pareja y cansada por la jornada ya no veía capaz de permanecer en el frente. Pasé el trayecto de vuelta a la tienda a preguntarme porqué habían permanecido cuando a las 20h todo era calma. En mitad de este cara a cara nocturno, tenía miedo de sus armas y me sentía terriblemente vulnerable dentro de mi pobre sudadera con capucha.
A la mañana siguiente, durante el café, nos enteramos de la muerte de Rémi. Todxs estamos sonadxs, bajo shock. Después llega una mezcla de tristeza y de rabia y la urgencia de una respuesta.
Ahora quedan muchas preguntas. Realmente me gustaría que se me explique por qué había maderxs en la zona, sobre todo el sábado cuando ya no había nada que proteger. Personalmente no puedo evitar ver allí el medio de arruinar un fin de semana festivo que había llevado a gente a la zona del proyecto. No puedo creer que lxs promotorxs del pantano hayan podido olvidar o no haber tenido el tiempo de sacar la caseta de obra y el generador antes de la concentración. Rémi parce ser la víctima de una estrategia de pirómanxs y de maderxs a quienes hace ya mucho tiempo que se les ha dado carta blanca en esta zona.
C a m i l l e