La sección sindical de CNT en la UNED se había propuesto el pasado día 20 de diciembre, denunciar, frente a las autoridades que componen el Consejo Social, su directa responsabilidad en la debacle social que vive la universidad y la sociedad en su conjunto, así como preguntarle al excelentísimo, magnífico, ilustrísimo y bondadosísimo rector qué opinaba sobre la sentencia favorable a nuestra compañera Tania. Queríamos entregar en persona (lo de persona va por nosotros no por los nominados) al señor Alierta, al señor Ullastres, a los representantes de patronal y sindicatos y a las autoridades políticas presentes, los premios de los que son merecedores (ver texto del panfleto más abajo), pero el nutrido séquito del personal de seguridad nos impidió el paso. Todavía nos sigue sorprendiendo que unos mileuristas (en el mejor de los casos) explotados trabajen con tanto ahínco para preservar inmaculada la imagen de los milloeuristas. Así que, tras unos leves empellones que no pasaron a mayores, el séquito de seguridad, en un alarde de fantasía, decidió trazar una imaginaria región bautizada como “vía de evacuación”, a la que no podíamos acceder so pena de vernos trasladados a otra dimensión. Y es que esta escena encarna a la perfección el modo en que la providencia política y mercantil establece el reparto de los recursos, entregándonos a la “plebe” fantasías e ilusiones (de libertad, de democracia, de derechos, de igualdad, de vías de evacuación) en tanto ellos no paran de dar rienda suelta a su grosero materialismo glotonesco.

A pesar de ello conseguimos infiltrar a un compañero en el salón de actos, en el que irrumpió comentando a los presentes que sólo tenía dos aficiones en su vida, una mascar chicle y otra repartir panfletos y que se había quedado sin chicle. Menos mal que el compañero no llevaba unas gafas de las que usa el protagonista de “Están vivos” (John Carpenter, 1988) porque sino el pobre hubiera salido espantado.
Fuera los compañeros siguieron repartiendo panfletos, bien recibido en algunos casos, como ocurrió entre algunas chicas del coro y con un antiguo rector, que nos instó a hacer la revolución, comentario del que tomamos buena nota. Inspirados por la parte del coro que se había pasado por nuestro piquete y aprovechando que el acto del Consejo Social había tocado a su fin, los compañeros decidieron organizar su particular coro entonando el “Comilonibus igitur”, nuestra particular versión del “Gaudeamus igitur”, dedicado a los tragaldabas y zampabollos que iban subiéndose a los lustrosos coches oficiales.
Y sin más incidentes el piquete quedó disuelto a la espera de que los gobernantes de la universidad vuelvan a pecar de su fanfarria, para poder decirles algunas cosillas a la cara.
Sindicato de Enseñanza e Intervención Social
Sección Sindical UNED