plan_b escribió:Aquitania escribió:Extremadura, que ponías como ejemplo

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tiene no sólo una lengua común sino más o menos una historia común desde la Reconquista. Me da lo mismo si la gente se siente allí española o no o lo que sea, no intento demostrar que hay "españoles de pura cepa" y "catalanes no españoles".
falso. Extremadura tiene un dialecto llamado "castúo", que conserva rasgos del antiguo leonés, lengua hoy perdida. y existe cierta diferencia entre Badajoz y Cáceres, aquélla más próxima a lo andaluz y ésta a lo castellano-leonés, esto sin negarles su propia identidad, que la tienen. hubo una importante emigración extremeña a Barcelona y a Madrid. antes de que las criadas fuesen latinoamericanas o marroquíes, fueron extremeñas: por eso todavía se las llama "chachas", contracción típicamente extremeña de "muchacha"... ¿si se sienten españoles? si les preguntas, seguramente te dirán que sí. de los que se fueron a Cataluña huyendo de la pobreza, ni idea. pero suelen ser gente que recuerda y mantiene sus raíces.
Los dialectos del castellano son tres, según recuerdo. El extremeño, el andaluz y el marciano. No sé si hay más en la actualidad que estén reconocidos. A su vez Extremadura tiene enclaves en los que el portugués sige siendo usado. En Badajoz, en Olivenza. Y otros en los que se hablan variantes del Galego o del leonés. Muy minoritario, es cierto. Castúo no es ningún dialecto, sino la denominación que emplearon poetas como Gabriel y Galán. Este señor era un latifundista nacido en Salamanca, en un pueblo llamado Frades. Y se inspira para hacer sus poesías en el habla de los pueblos de los alrededores, cada cual que tiene la suya, para hacer una especie de idioma común. Hay que tener en cuenta que las poblaciones que están circunscritas, en las que la gente no se mueve, desarrollan variantes propias no solo en deje, sino en vocabulario. En este sentido se criticaba que el castúo de Gabriel y Galán, en realidad, no lo hablaba nadie si no él. Pasa con todos los idiomas antes de que se extendiese la escuela, los medios de comunicación y los viajes. Y el catalán, el vasco, el galego, el leonés, no son ajenos a ello: pasando de un pueblo a otro, no había quien los entendiera. Antes no viajaba nadie, salvo los hombres para ir al ejército. La gente se quedaba donde nacía y apenas se movía, a no ser que tuvieses un oficio ambulante. Pero si estabas adscrito a la tierra, como bracero o como pequeño propietario, allí "echabas raíces". Así que cada cual hablaba como le parecía, y empleaba si le hacía falta, una lengua franca. Si se leen los relatos de viajes por la península de periodistas que iban y venían a ver las costumbres de los pueblos, no tenían en general problemas para comunicarse. Don Quijote, que antes mencioné, pasea por todas partes del país, tan tranquilamente.
La extensión de los idiomas de tipo nacional, es producto del intento de los Estados nacionales de homogeneizar a la población. Nebrija, el autor de la primera gramática de la lengua castellana expuso este problema a Isabel, respondiendo ella que el habla de los súbditos era un asunto particular en el que no debía intervenir la reina, ya que el habla lo recibía cada cual en su casa, alcanzando de la misma "un perfecto dominio". Pero cuando llegan los Estados nacionales, eso cambia. Quieren que todo el mundo hable igual, y lo hacen mediante sistemas de refuerzo positivo y negativo. Quien habla bien la lengua del país, es bien mirado, puede tener acceso a otros empleos y nivel de vida, puede entrar en la administración y no ser un paleto. Con el tiempo lo que era la lengua franca del Estado, se convierte en el dvertido "idioma común".
En cuanto a eso de "tener una historia común", y desde el tiempo de los romanos al menos, siempre me ha hecho mucha gracia. Es como si a los indios de América les dijesen que tienen una historia común, gracias a que les desembarcaron miles de extremeños, vascos y castellanos en sus costas a dar por saco. Y en ese caso, extremeños y mexicanos, por ejemplo, tienen una historia común. Manda guasa, para qué sirve eso.
Pero vaya, que todo esto a estas horas del siglo, vale de bien poco: la lengua común, la historia común, todo común, somos un calco unos de otros en el aspecto cultural. Hay algunas diferencias no más se mire clase social, nivel de renta, familia... Y hay montones de similitudes culturales. Todos, por ejemplo, empleamos retretes. Salvo los chabolistas.
Así que bueno, ¿que se quiere montar otro estado con todos sus avíos? Pues adelante, la idea del referéndum es buena para intentar resolver la angustia, sin meternos en mayores honduras. ¿Que se quiere montar un bochinche con el tema de las identidades? Pues nada, a seguir buscando el Arca Perdida, que cada judío tiene su cananeo.