Me refiero a que si vamos a un congreso para decidir algo en común, al estar federado aceptaré el resultado aunque no me guste, ya que se supone que todos vamos a pensar más o menos parecido y aunque haya divergencias no serán insoportables. Si voy a un congreso y decidimos que allí se verá si hacemos una presa o si lo dejamos tal cual, cuando vaya voy a ir con la idea de aceptar lo que salga me guste o no. O no iré, me desfederaré y esperaré a ver que se acuerda para oponerme o no.Pablo (A) escribió:Pero en caso de que se aceptase esto, la federación dejaría de ser libertaria, al atribuir poderes a un tal "organismo superior".
¿Cuándo os oprime España?
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La Mona Chita
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Re: ¿Cuándo os oprime España?
Re: ¿Cuándo os oprime España?
¿Y por qué no un tema nuevo?Aquitania escribió:Pues habéis llegado a un punto muy interesante del debate, la verdad.
Coincido con Pablo en que es necesario detenerse ahí, y debatir sobre cómo creemos que debería aplicarse el federalismo libertario.
Es que hoy por hoy el título de este tema no refleja para nada el contenido de su totalidad, y sería una pena que un debate que se está llevando más bien que mal se pierda posibles lectores/as porque el título no parezca interesante o no refleje el contenido.
Re: ¿Cuándo os oprime España?
Venga pues esa separación, estoy de acuerdo con Germinal.
Hoy condenará la Audiencia
a un ladrón principiante
por no robar lo bastante
para probar su inocencia...
Ser cenetista

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Re: ¿Cuándo os oprime España?
Yo también. Pero propongo que se desde el ejemplo que ha puesto regan, que es de donde se entiende de qué hablamos... si puede ser...
Tienen una bandera negra,
a media asta sobre la esperanza.
(Léo Ferré)
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Re: ¿Cuándo os oprime España?
Estoy de acuerdo, no no he perdido el hilo Aquitania, ahora cabria entrar en que
particularidades serian las que definirian la diferenciacion de unas fedraciones,(¿nacionalidades?) de otras.Hasta que punto se puede, y en base a que intereses se
haria, o si a medio plazo sria beneficioso o no para la gran mayoria e.t.c.
¿Se corre el riesgo de federaciones de 1ªy2ª?y por lo tanto tensiones...;si os parece
que 1º habria que tener claro que el territorio(iberico),no tiene arrendado nada a
ninguna nacionalidad y por lo tanto e de libre disposicion,o mejor dicho, comun usufructo o no,e.t.c.En fin,chorradas de esas...lo digo por si no os parece al hilo,
podeis ignorarlo sin mas.
SALUD.
particularidades serian las que definirian la diferenciacion de unas fedraciones,(¿nacionalidades?) de otras.Hasta que punto se puede, y en base a que intereses se
haria, o si a medio plazo sria beneficioso o no para la gran mayoria e.t.c.
¿Se corre el riesgo de federaciones de 1ªy2ª?y por lo tanto tensiones...;si os parece
que 1º habria que tener claro que el territorio(iberico),no tiene arrendado nada a
ninguna nacionalidad y por lo tanto e de libre disposicion,o mejor dicho, comun usufructo o no,e.t.c.En fin,chorradas de esas...lo digo por si no os parece al hilo,
podeis ignorarlo sin mas.
SALUD.
"el@ Anarko lucha por el bien de tod@s, por una sociedad de hermanos entre hermanos,gente sana,educada y
alegre.Por eso,el que se adapta y obtiene ganancias de la labor de esclav*s,no es,ni puede ser @narkista";
alegre.Por eso,el que se adapta y obtiene ganancias de la labor de esclav*s,no es,ni puede ser @narkista";
Re: ¿Cuándo os oprime España?
Yo creo que no hay que ignorar lo que indicas, es algo bastante interesante. El debate podría también tener en consideración que esas federaciones se basan en nacionalismos que se basan en reinos e imposiciones del pasado, y hasta que punto eso es libertario, del mismo modo que se habló de las abstracciones nacionales contra el individuo.Farru escribió:Estoy de acuerdo, no no he perdido el hilo Aquitania, ahora cabria entrar en que
particularidades serian las que definirian la diferenciacion de unas fedraciones,(¿nacionalidades?) de otras.Hasta que punto se puede, y en base a que intereses se
haria, o si a medio plazo sria beneficioso o no para la gran mayoria e.t.c.
¿Se corre el riesgo de federaciones de 1ªy2ª?y por lo tanto tensiones...;si os parece
que 1º habria que tener claro que el territorio(iberico),no tiene arrendado nada a
ninguna nacionalidad y por lo tanto e de libre disposicion,o mejor dicho, comun usufructo o no,e.t.c.En fin,chorradas de esas...lo digo por si no os parece al hilo,
podeis ignorarlo sin mas.
SALUD.
Re: ¿Cuándo os oprime España?
Pues... sí, son cosas a tomar en cuenta, pero...
Esto me ha sorprendido:
Besançon escribió:
Luego, a lo que dice Farru: es que yo no pienso que el territorio se deba gestionar pensando en la "gran mayoría", sino en los intereses de quien vive ahí (en cada sitio, valle, municipio, lo que sea); y que la federación sirva para coordinar, y mantener un espíritu libertario de solidaridad, para que las cosas no acaben funcionando como en reinos de taifas.
Pero eso de que el territorio de la Península Ibérica es de usufructo común, me parece dudoso. Si yo consumo fresas de Almería es gracias a un sistema de transporte basado en el petróleo barato, la producción en invernadero y demás, y eso es ecológicamente insostenible.
Lo lógico sería que yo consumiera lo que se produce en el área periurbana de mi ciudad (cosa que pasaba en los años 60, en que el 75% de lo que se consumía en Barcelona se plantaba en la zona).
Entonces, no es muy lógico que yo decida cómo se debe gestionar el territorio de Teruel, si no he estado allí enb mi vida ni sé qué se planta ni cómo se vive. Me parece que la realidad de los recursos exige gestionar el territorio a más pequeña escala que "toda la Península junta"
Esto me ha sorprendido:
Besançon escribió:
La federación entendida desde un punto de vista libertario se basa en reinos e imposiciones? Perdón, quizá no lo he entendido bien.El debate podría también tener en consideración que esas federaciones se basan en nacionalismos que se basan en reinos e imposiciones del pasado, y hasta que punto eso es libertario, del mismo modo que se habló de las abstracciones nacionales contra el individuo.
Luego, a lo que dice Farru: es que yo no pienso que el territorio se deba gestionar pensando en la "gran mayoría", sino en los intereses de quien vive ahí (en cada sitio, valle, municipio, lo que sea); y que la federación sirva para coordinar, y mantener un espíritu libertario de solidaridad, para que las cosas no acaben funcionando como en reinos de taifas.
Pero eso de que el territorio de la Península Ibérica es de usufructo común, me parece dudoso. Si yo consumo fresas de Almería es gracias a un sistema de transporte basado en el petróleo barato, la producción en invernadero y demás, y eso es ecológicamente insostenible.
Lo lógico sería que yo consumiera lo que se produce en el área periurbana de mi ciudad (cosa que pasaba en los años 60, en que el 75% de lo que se consumía en Barcelona se plantaba en la zona).
Entonces, no es muy lógico que yo decida cómo se debe gestionar el territorio de Teruel, si no he estado allí enb mi vida ni sé qué se planta ni cómo se vive. Me parece que la realidad de los recursos exige gestionar el territorio a más pequeña escala que "toda la Península junta"
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Re: ¿Cuándo os oprime España?
También hay que tener en cuenta que el federalismo no conlleva siempre una exclusividad, no necesariamente es "un territorio una administración (federal)", si no que en un mismo territorio pueden convivir diferentes administraciones diferentes, aunque en cuestiones como la de los medios de transporte estarán obligados a organizarse conjuntamente.
Otra forma de federalismo sería la basada en costas, o mejor, en cuencas fluviales. En ese sentido, lo que hagan al Ebro en su nacedero o su zona media de vida, también afeta a su desembocadura, por lo que es lógica una coordinación y puesta en común de intereses en un tema tan necesaro como el agua (fuente de salud, alimento e higiene, y cada vez más de energía). Todo esto no tiene nada que ver con la cultura particular que puedan tener los del nacimiento con los de la desembocadura, pues lo que les uniría es el bienestar común.
Creo que era Eliseo Reclús quien habló de las cuencuas fluviales como espacio natural de comunicación.
Otra forma de federalismo sería la basada en costas, o mejor, en cuencas fluviales. En ese sentido, lo que hagan al Ebro en su nacedero o su zona media de vida, también afeta a su desembocadura, por lo que es lógica una coordinación y puesta en común de intereses en un tema tan necesaro como el agua (fuente de salud, alimento e higiene, y cada vez más de energía). Todo esto no tiene nada que ver con la cultura particular que puedan tener los del nacimiento con los de la desembocadura, pues lo que les uniría es el bienestar común.
Creo que era Eliseo Reclús quien habló de las cuencuas fluviales como espacio natural de comunicación.
Re: ¿Cuándo os oprime España?
Muy cierto lo que dices, Cizalla.
Yo más que en administraciones únicas, me lo imagino como diferentes círculos de coordinación, que no son excluyentes. Lo que pasa es que para unas cosas hace falta coordinación más amplia (transportes, ríos) y para otras quizá no tanto, no?
Yo más que en administraciones únicas, me lo imagino como diferentes círculos de coordinación, que no son excluyentes. Lo que pasa es que para unas cosas hace falta coordinación más amplia (transportes, ríos) y para otras quizá no tanto, no?
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Re: ¿Cuándo os oprime España?
Claro, para mantener un sistema de explotación agrícola comunal de un valle no creo que sea necesaria una coordinación más allá del mismo valle, aunque es muy posible que diferentes valles o municipios busquen la unión con otras zonas para intercambio de productos, tecnología, trabajo, equipos de especialistas técnicos (impacto mediambentale, productividad, climatología, fauna y flora, etc)....
Esto es la utopía, digamoslo así. La realidad entre la lucha de la nueva sociedad socialista y libre y la vieja capitalista, quizá no permita en sus primeros estadios este tipo de experiementos en todo su explendor, y lo más lógico esque impere una centralización y una administración un territorio por el simple hecho de tener al enemigo a las puertas (y dentro).
Devido a la irregular implanatción de la industria, también habría que ver como se gestiona esto, pues hay relaciones de dependencia que habría que ir subsanando (así como la dependencia almentaria de la ciudad respecto al agro) con sentido de solidaridad y reparación. Se iría subsanando, como dices, volviendo a una economía agricola de cercanía en las zonas más urbanizadas, descongestionándolas, y en el medio rural recuperando la agricultura popular selecciondo los adelantos técnicos positivos y a la vez diversificando las actividades económicas/sociales (facturera, investigación, educación)...pero esto ya es otro tema que tiene más que ver con la economía y el desarrollo socialista y libetario.
Esto es la utopía, digamoslo así. La realidad entre la lucha de la nueva sociedad socialista y libre y la vieja capitalista, quizá no permita en sus primeros estadios este tipo de experiementos en todo su explendor, y lo más lógico esque impere una centralización y una administración un territorio por el simple hecho de tener al enemigo a las puertas (y dentro).
Devido a la irregular implanatción de la industria, también habría que ver como se gestiona esto, pues hay relaciones de dependencia que habría que ir subsanando (así como la dependencia almentaria de la ciudad respecto al agro) con sentido de solidaridad y reparación. Se iría subsanando, como dices, volviendo a una economía agricola de cercanía en las zonas más urbanizadas, descongestionándolas, y en el medio rural recuperando la agricultura popular selecciondo los adelantos técnicos positivos y a la vez diversificando las actividades económicas/sociales (facturera, investigación, educación)...pero esto ya es otro tema que tiene más que ver con la economía y el desarrollo socialista y libetario.
- El Errabundo
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Re: ¿Cuándo os oprime España?
Con mi siguiente mensaje no trato de “monopolizar” el debate (a no ser que se me, requiera me abstengo de intervenir), sólo pretendo ofrecer una herramienta teórica (aunque de marcado carácter práctico), sin poder obviar cierta ascendencia histórica.
Empezamos por ponernos en situación sobre el origen y las pretensiones de la propuesta Federalista.
El Nacionalismo como fiebre entre la juventud “radical” es algo en auge desde principio de siglo XIX, suele considerarse que la fuerza del Romanticismo le dio alas, pero realmente también dentro de esta corriente hay contrariedades, entre distintos autores como Goethe y Shelley (heredero este último del individualismo anti-patriotero de Godwin), que se enfrentaban ideológicamente con Schiller y Byron, y aún dentro de los propios autores, como Espronceda, que se ahogaba en rancio patriotismo español a la vez que decía aquello de “mi única patria la mar”.
El auge del nacionalismo fue en aumento con las primeras manifestaciones del recién nacido siglo, y hasta Bakunin creyó encontrar en el movimiento polaco y eslavo una palanca para desencadenar la que ya denominaba “Revolución Social”. Celebra un congreso eslavo que le decepciona por la estrechez del mismo, lucha en todas las barricadas, sean francesas, checas, o alemanas, y después de 14 años “hibernando” y de su rocambolesca fuga, presencia la última sublevación nacional que apoyó, la “última cabalgata polaca”, y su desilusión fue de tal grado que marchó a Italia en pos de otros aires…, y allí encontró lo que buscaba. Vio pequeños pueblos sin ninguna consciencia de “nación”, vivían de forma autónoma, y sólo eran hostigados por los gobiernos locales y el hambre. Mostrándose hostiles, a unos y a otros, observaban con displicencia a los mensajeros de un nuevo amo, los propagadores del “Risurgimiento”.
Allí Bakunin conoció a Saverio Friscia quién según Nettlau: “[Era] amigo igualmente de Proudhon socialmente un anarquista, habría renunciado en lo nacional voluntariamente a la Italia unificada, si hubiese podido realizar una Sicilia independiente o federada con otras partes de la región italiana” (“La Anarquía a través de los Tiempos”), y a Carlo Pisacane, luchador cercano a los garibaldinos (como Fanelli) pero por muy diversos motivos, como nos vuelve a decir Nettalau. “[Pisacane] repudió tanto los pequeños Estados como los grandes, y para evitar el mal de unos y de otros, concibió la división del territorio italiano en comunas unidas por pacto elaborado provisionalmente por un congreso de las regiones liberadas del territorio nacional […]” (Ibíd.). Sin embargo, esto era demasiado vago para Bakunin, sus relaciones, pero sobre todo el ejemplo práctico, le harían concebir distintas ideas. Así nos cuenta el devenir bakuniano el mismo Nettlau: “Él, Bakunin, consideraba abortados hacia fines de 1863 los movimientos nacionalistas, es decir, llegados entonces bajo el control de los hombres de Estado, de Francia, de Prusia, Rusia, el Piamonte, y puso su esperanza en lo sucesivo en los movimientos sociales que renacían. […] [Bakunin defiende que la] asociación y federación son la base de la reconstrucción después de la demolición y la liquidación del sistema presente. Lo que le interesa, no es un porvenir anarquista perfecto, que deja elaborar a los hombres futuros como ellos quieran, sino los fundamentos de la nueva sociedad, esa base que mejor impida una recaída y garantice una evolución progresiva”. Y todo esto culminará en su gran obra, publicada en 1868 (y extraída de una conferencia dada ante la liga de la Paz y la Justicia en 1867) bajo el nombre de “Federalismo, Socialismo y Antiteologismo” (que echará su sustancia sobre mi posterior exposición).
No obstante, al bueno de Nettlau se le olvidó en estas páginas ahondar en una de las causas de esta canalización nueva en las energías bakunianas… Una de las principales influencias federalistas de Bakunin fue el incomprendido (antes y ahora) Pierre-Joseph Proudhon. Antes de que Bakunin pisara suelo italiano y viera con sus propios ojos el escepticismo popular, ya Proudhon había escrito “Del Principio Federativo” (1863), un compendio de esa nueva teoría Libertaria, llamada Federalismo.
La coyuntura no era favorable, tal y como se lamentaba el propio Proudhon, y como nos cuenta Pi y Margall: “En Europa, principalmente en Francia y Bélgica, se abogaba calurosamente por la recién desenterrada teoría de las nacionalidades. […] Enfurecióse la democracia de todas partes al oírle, y le llenó de ultrajes. Atribuíase por unos su conducta al solo afán de singularizarse; por otros, a la mala intención de perder a los mismos cuya defensa afectaba tomar con tanto celo; por otros, a una infame traición; por otros, a un estrecho patriotismo. Llovían acusaciones contra él, y se le presentaba como el más acérrimo enemigo de la unidad de Italia” (Prólogo “Del Principio Federativo”). Redundando en este prólogo he aquí una opinión personal de Pi, cuando aún exhibía su “deje” libertario: “Está ahora muy en boga una teoría de que hemos hecho ya mérito: la de las nacionalidades. Créese generalmente que la naturaleza y la historia determinan a una los límites de los diversos pueblos que ha de haber en el mundo, y que la tarea política de hoy consiste en reducirlos a esas fronteras o restituírselas si les han sido usurpadas. Así, sobre todo en Europa, se piensa casi exclusivamente en la reconstitución de las naciones […].
Esta teoría ¿es verdadera? Observemos por de pronto que pueblos encerrados dentro de esas pretendidas fronteras naturales, lejos de simpatizar ni de tender a reunirse en un solo cuerpo, se aborrecen de muerte […] Añádase ahora que las llamadas fronteras geográficas no suelen ser consideradas tales sino por constituir o haber constituido mucho tiempo los límites de dos pueblos; que acá se pretende que las forma un río, allá una cordillera […]. La historia por fin no es tampoco criterio para la determinación de las nacionalidades, pues las más de las agrupaciones históricas han sido debidas al derecho de la fuerza y no a la fuerza del derecho.
[…]
¿Por qué hoy, aleccionadas ya por la historia, no han de tratar de constituirse sobre un principio mejor las nuevas como las viejas naciones? ¿Por qué, en vez de seguir fundándose en el principio de autoridad, no han de poder establecerse sobre el de libertad, que es hoy el predominante? ¿Por qué, si por aquella senda corre tan gran riesgo la autonomía del individuo, del municipio y de la provincia, no han de empezar sancionándola y acabar con el reconocimiento de un poder central destinado a dirigir los intereses nacionales? ¿Por qué, en una palabra, no han de abandonar el régimen autocrático por el federativo?”.
Ya Proudhon llevaba alzando su voz contra el nacionalismo desde 1859, y por ello fue calumniado como “papista”, “monárquico”, “reaccionario”, “traidor de la revolución”, “pagado por tal o cual gobierno”, pero la realidad es que defendía una teoría tan difícil de elaborar en determinados ambientes como fácil es de asimilar por cualquier persona bien intencionada. Así respondió Proudhon: “En cuanto a esta fracción degenerada de la democracia, que ha creído poder avergonzarme con lo que denomina los aplausos de la prensa legitimista, clerical e imperial, sólo les dirigiré por el momento unas palabras: que la vergüenza, si tal existe, debe caer plenamente sobre ella. Era a ella a quien le correspondía aplaudirme: y el mayor servicio que podré hacerle será el de demostrarlo de modo fehaciente” (“Del Principio Federativo”).
(Entramos ya en la parte teórica).
Existe una dicotomía insalvable entre dos conceptos: Autoridad y Libertad. Sin entrar en material de Perogrullo es obvio que la primera pasa por regular y restringir las acciones humanas y la segunda por contribuir a su libre desarrollo. Las fórmulas que una y otra nos presentan responderán, en consonancia, a la naturaleza de las mismas. La Autoridad sólo concibe una forma de organizar las cosas: Administrando de forma rígida las relaciones humanas, impidiendo que se desenvuelvan de forma “espontanea”, limitando el marco de acción de los individuos, determinándolos en base a los designios de una “voluntad superior”, que sólo puede materializarse en una forma de Poder, y que encuentra su más eficiente representación en una Autoridad central que pueda concentrar en sus manos los destinos de los individuos y los grupos que estos componen… Esto es lo que se denomina Centralismo o Unitarismo. Para el Centralismo el átomo individual es sacrificable, vale para bien poco, y los deseos, preferencias o elecciones de este deben de restringirse o anularse en beneficio de una “empresa mayor” que -dictaminada por el poder central- puede ser “el bien común”, “la voluntad general”, “la identidad colectiva”, “la grandeza de la nación”, “el porvenir de la patria”, “la preeminencia de la sociedad”, abstracciones todas ellas que, o no significan nada; o de nada valen cuando el Individuo que las compone se ve obligado a naufragar en ellas.
Esta es la máxima de los Imperios, de las “grandes” y “viejas” naciones, la idea que les insufla vida, y es, a su vez, el sueño de las “pequeñas” o “nuevas” naciones, a lo que aspira todo conglomerado que trata de regular algo tan complejo como el Individuo. Las “grandes” naciones necesitan sojuzgar y mantener la “unidad” de la centralidad A con respecto a las limítrofes B y C, pues sin estas su imperio se desmoronaría, no obstante, cuando B y C consigan desligarse de A y sacudirse su yugo, reproducirán la táctica de A siempre y cuando se nieguen a reconocer que, igual que era injusto el poder que A tenía sobre ellas, lo será el negarse a reconocer la posibilidad de su desfragmentación, o incluso desintegración, si las D y E que la componen también quieren desvincularse de su proyecto, si obligan a estas a componer una “unidad”. Y a su vez D y E serán igual de despóticas si no entienden que los distintas letras minúsculas que los componen, las f, g, h, i, etc., es decir, los Individuos, quieren dotarse así mismo de un Nombre mayúsculo y no reconocer ninguna “unidad” que no surja de la simpatía. La “Nación”, al no comprender el fenómeno personal, al mirar con ojo distinto al creyente y al escéptico, al extrovertido y al solitario, sólo puede desencadenar en el intento de “aglutinar” a unos sujetos, con independencia de los gustos y preferencias de estos, en una misma “masa uniforme y monolítica”, el llamado “ganado patriótico” (Albert Libertad), sin más diferencia entre el que se compone aquí o allá que el simple tamaño del “rebaño”. Usando términos de Proudhon: “Esto es lo que se expresa por la palabra NACIONALIDAD, escrito en el frontispicio de su nuevo programa. No satisfecha de convertirse en el partido del statu quo, se ha convertido en partido retrógrado. Y como la nacionalidad, tal como la comprende y la interpreta la democracia tiene como corolario la unidad, ha consagrado definitivamente su abjuración, declarándose definitivamente poder absoluto, indivisible e inmutable. La nacionalidad y la unidad, he aquí pues la fe, la ley, la razón de Estado, he aquí los dioses actuales de la democracia” (“El Principio Federativo”).
La base del Federalismo es otra bien distinta, para este son los Individuos los que deben tomar las decisiones sobre el conglomerado, y no este sobre ellos. La esencia, primera, indisoluble, inexorable, insacrificable, prístina, del Federalismo, es la autonomía integral del Individuo, lejos de esto todo carece de existencia real. En palabras de Anselmo Lorenzo: “El federalismo necesita previamente, como condición esencial de existencia, la autonomía de los individuos, la de los grupos de individuos y la de las federaciones de grupos, sin cuyas autonomías vivas, conscientes y activas no hay más que centralización y dominio sobre masas abúlicas” (“El Proletariado Militante”). Y según Rudolf Rocker: “El federalismo, es la libre correlación establecida de abajo arriba, poniendo por encima de todo el derecho de autodeterminación de cada miembro, y reconociendo tan sólo el acuerdo orgánico entre todos basándose en intereses semejantes y de convicciones comunes” (“Anarcosindicalismo”). Es decir, no hay más potestad que la del individuo de ser cuanto quiera ser, de unirse con quien quiera o alejarse de quién le desagrade, de establecer alianzas sin más requerimiento que la apetencia y la afinidad. El Federalismo se basa por tanto en los libres pactos entre los Individuos para hacer obras comunes y organizarse como prefieran. Me preguntaran quizás ¿entonces que será el “colectivo” no tendrá “carácter propio”? El colectivo será lo que nunca se le ha dejado ser, lo que nunca se ha reconocido, y lo que siempre, bajo un velo oscurantista, ha sido, aún cuando no podemos reconocerlo: Nada más y nada menos que el reflejo de la multiplicidad de preferencias y deseos de los Individuos que lo componen. El colectivo, como arcilla fresca, será la representación de lo que los individuos quieran, si todos se tiñen de un color de ese se tintara; si cada uno mantiene una gama distinta, tendrá que vestirse de lunares y mostrar su riqueza cromática. Tendrá que mantener su capacidad camaleónica pues el colectivo no es nada más que lo que los Individuos que le dan vida quieren que sea. Así, cuando por fin se comprenda que el individuo no debe plegarse ante el colectivo, ni este último estar sujeto a la voluntad autocrática de un único individuo, cuando se le vea como la manifestación de Todos los Individuos que acepten integrarlo, la confrontación autoritaria entre lo “común” y lo “particular”, no tendrá razón de ser.
Quedando claro que es el Individuo el que dota de carácter al colectivo, se concluye que la formación de este solo puede formarse por el establecimiento de pactos libres y voluntarios, siempre susceptibles de ser rotos por cualquiera de ambas partes, pues un acuerdo irrompible no es más que una carta otorgada de esclavitud. La idea es dar vida a una Federación cuando haya suficiente gente dispuesta a “seguir adelante”, a mantener el pacto acordado, pues de lo contrario crear una Federación sin el empuje de los contratantes sería un mero acto mortuorio, intentar dotar de vida a lo que siempre fue un cadáver, se me objetará ¿Y cómo podrá subsistir entonces una Federación? Intentando ser tan atractiva y útil para los federados que el interés de los mismos sea el de garantizar su supervivencia. La Intención debe ser crear una Federación que no sea lesiva para los contratantes, que suponga un beneficio para cada uno de sus componentes, que avenga y desemboque en el bien de todos los que se han comprometido a formar parte de ella, y esto solo se consigue maximizando la libertad de los afectados y garantizando su igualdad material.
Recapitulando: La Federación, en su núcleo, no es más que el libre acuerdo entre dos o más Individuos que conservan su independencia, autonomía e individualidad, pero que deciden -en base a la afinidad, simpatía, afecto, preferencias, o los más diversos motivos- laborar en conjunto con un fin temporal, de aspiración indeterminada, o incluso perenne.
Los motivos que crean las Federaciones nos son indiferentes. Todo Individuo tiene el auto otorgado derecho de ser y definirse como quiera y todo conjunto de Individuos que, voluntaria, libre y conscientemente, compartan dichas cosas en común, también. El individuo debe ser lo que deseé, creer en lo que quiera, creerse lo que se le antoje, engañarse como prefiera, descubrir las verdades que le dé la gana, debe de poder tener fe o ser descreído, de poder usurpar una historia ajena o crearse la propia, de hacer germinar en si una cultura, beber de todas, adoptar una conocida o desecharlas todas, de hablar como le apetezca, mantenga una lengua minoritaria entre las muchedumbres de otro idioma, se adapte al son que oye, o se decida a tirar por el desagüe todo idioma conocido y se dedique a crear el suyo, rompiendo la idea del lenguaje como herramienta comunitaria, del idioma como herramienta comunitaria y del habla como menospreciado efecto individual. Si esto es valido para el individuo es extensible para todos los Individuos que compartan dichos elementos de forma electiva. Teniendo que ser conscientes de la herejía anti hegemónica que esto puede desencadenar en el propio corazón del conglomerado, no coartando sus efectos, entendiendo que si la libertad da vida al grupo que componen, es la misma Libertad la que puede hacer que los Individuos que engendraron dicho grupo sean los mismos que lo disuelvan y le den muerte. Se me reprochará ¿Pero en tales sociedades los Dioses y las Naciones desaparecerán?, sencillamente se individualizaran o se compartirán y pondrán en común cuando guste o se consideré pertinente. Cada uno podrá tener su Dios en si mismo y su Patria sobre sus suelas, uniéndose o desconectándose a antojo. Si quiere lo contrario que “predique”, le queda el recurso del “proselitismo”, nada habrá de malo en ello cuando la imposición se desenmascaré como una herramienta de unos individuos sobre otros y cuando, libres de estructuras protectoras, podamos repeler la compulsión del individuo con la misma facilidad con que podemos desoír su sermón.
Dice Proudhon: “Nada cabría temer por parte de la propaganda religiosa, de la agitación clerical, de las repulsiones del misticismo, del contagio de las sectas. Que las Iglesias sean libres, del mismo modo que las opiniones y la fe el pacto les garantiza la libertad, sin temor a las consecuencias de la misma. La Confederación las envuelve y la libertad las equilibra: aun suponiendo que los ciudadanos se vieran unidos por la misma creencia, animados por un mismo ardor, su fe jamás se podría volver contra su derecho, ni su fervor prevalecer contra su voluntad” (“Del Principio Federativo”).
Ultimando este punto: La Federaciones se establecerán por mera afinidad –siendo irrelevante en que se sustenté esta-, sin más cortapisa que la voluntad de los participantes.
Pero ¿Cómo se organizarían las Federaciones? La fórmula tradicional es está: De lo sencillo a lo complejo (lo que se entiende como el “de abajo a arriba” según el verbo de Bakunin) o en otras palabras:
Individuo
Federación Local
Federación Regional
Confederación Mundial
(Aquí los términos son caprichosos, quienes quieran pueden hablar de “Federaciones Nacionales” en vez de “Regionales”, o pueden incluirlas como un paso posterior a estas, que añadan si gustan una “Confederación Interregional”, y que concluyan, si les apetece, en la clásica “Confederación Internacional”. Simplemente me he abstenido de ponerla para no entrar en contradicción con la ausencia, en mi esquema, de “Federaciones Nacionales”).
Pasamos a explicarnos. Igual que un Individuo puede aliarse con otro y así dar vida a una Federación; dos Federaciones – o más- pueden aliarse y dar con ello vida a un conjunto de Federaciones más amplio, hasta alcanzar un nivel Planetario. Igual que los Individuos se alían por diferentes simpatías e intereses, las Federaciones harán lo propio, con fines sociales, económicos –productivos-distributivos-, medio ambientales, etc. Las Federaciones pueden ser a su vez de distintas características –dependiendo del carácter que quieran infundirle los afectados y de las propias características personales de los asociados-, las habrá productivas, gremiales, netamente empáticas, sociales, culturales, o de tendencia integral, siendo potestad del Individuo decidir donde quiere o no prestar su concurso, o si quiere ser eremita en su propia caverna. Esto no devendrá en menoscabo ni de uno ni de otros, pues tal y como dice Cesár de Paepe: “En cuanto a la constitución de los grupos productores, la espontaneidad de los intereses revolucionarios que les han dado nacimiento será el punto de partida de su organización y del desarrollo de esta organización desde el punto de vista de la organización social. Habiéndose agrupado libremente para la acción revolucionaria, los trabajadores continuarán este libre agrupamiento para la organización de la producción, del intercambio, de la circulación, de la instrucción y de la educación, de la higiene, de la seguridad; y lo mismo que, en las luchas revolucionarias, la actitud hostil de un individuo en tal grupo, de un grupo en tal comuna, de una comuna en tal región, de una región en la internacional, no han podido evitar la marcha triunfante de la revolución, del mismo modo el aislamiento, cuando se trate del desarrollo de las conquistas de la revolución, no podrá parar la marcha progresiva de las masas trabajadoras actuando libremente […] Nótese bien la diferencia esencial entre el Estado obrero y la federación de comunas. El Estado determina lo que es servicio público y la organización de ese servicio público; he aquí la actividad humana reglamentada. En la federación de comunas, hoy el zapatero trabaja en una habitación de su casa; mañana, por la aplicación de un descubrimiento cualquiera, la producción de calzados puede ser centuplicada y simplificada a la vez: entonces los zapateros se unen, se federan, establecen sus talleres, sus manufacturas, y entran así en la actividad general. Lo mismo ocurre con todas las ramas de la actividad humana: lo que está restringido se organiza de una manera restringida; lo que es general, de una manera general, tanto en los grupos como en las comunas y federaciones. Es la experiencia, la vida de cada día, puesta al servicio de la libertad y la actividad humanas” (“De los servicios Públicos”).
Y aún Luigi Fabbri: “Los anarquistas se oponen enérgicamente al espíritu autoritario y centralista de los partidos de gobierno y de todas las concepciones políticas estatales, centralistas por naturaleza. Por tanto, conciben la futura vida social sobre bases federalistas, del individuo a la corporación, a la comuna, a la región, a la nación, a lo internacional, sobre la base de la solidaridad y del libre acuerdo. Y es natural que este ideal se refleje también sobre la organización de la producción, haciendo preferir un tipo, en cuanto sea posible, de organización descentralizada; pero no como regla absoluta a imponerse a todos los lugares y en todos los casos. El mismo ordenamiento libertario, por otra parte, haría imposible imponer una solución tan unilateral” (“Anarquismo y comunismo científico”).
El Federalismo no es por tanto más que un garante de la autonomía individual y un pontenciador y facilitador de los libres y voluntarios acuerdos tomados entre seres iguales, materialmente, pero únicos en diversidad y singularismo. Es la toma de conciencia del individuo que le lleva a buscar una forma de aliarse con sus semejantes sin convertirse en lacayo de estos y sin que estos se subordinen o plieguen vasallescamente a sus designios. El “Individuo federalista” es, en palabras de Kropotkin: “[El partidario] de libre iniciativa, de libre inteligencia, de uniones queridas y libremente consentidas, veía en sí mismo el punto de partida de toda sociedad. No buscaba remedios en la obediencia, no pedía un salvador en la sociedad. Érale desconocida la idea de disciplina cristiana y romana” (“El Estado y su papel histórico”). Consciente de esto encuentra un organismo idóneo para desarrollarse en una consecución de pequeños e independientes comunidades que, desde lo productivo a lo social, desde lo rural a lo urbano, vaya articulándose desde los problemas locales cuya repercusión se reduce directamente a un limitado número de asociados, hasta las repercusiones de estas o los grandes problemas “globales” que han de ser abordados con el concurso inmediato de las voces singulares que componen, si así lo quieren, esa “globalidad”. Volviendo otra vez a Rocker: “La sociedad se convierte en una liga de comunidades libres que ordenan sus asuntos de acuerdo con las necesidades, por sí mismas, o asociadas a otras, y en las cuales la libertad del hombre no tiene una limitación en la libertad igual de los demás, sino su seguridad y confirmación. «Cuanto más libre, independiente y emprendedor sea el individuo en una sociedad, tanto mejor para ésta.» Esta organización del federalismo en la que Proudhon veía el porvenir inmediato de la humanidad, no sienta limitaciones definidas contra las posibilidades de ulterior desarrollo, y ofrece las más amplias perspectivas a todo individuo y para toda actividad social” (“Anarcosindicalismo”).
Esta ha sido una de las piedras de toque del Anarquismo durante décadas y décadas. Nace cuando dicho sentimiento se revela como una efectiva teoría de sublevación popular, emerge de los conflictos del XIX, se fragua y refulge, ardiente, de las chispas que desprendidas del choque de “estoques” que se produjo en la propia AIT de la segunda mitad del citado siglo. Allí a los anarquistas se les denominaba, no sólo “anti autoritarios” y “socialistas revolucionarios”, también “autonomistas” y “federalistas”. Era esa una de las vitales confrontaciones entre Marxismo y Anarquismo: por un lado la idea de reglamentación central, de disciplina unitaria de cuartel, de “quiste” orgánico, de patrioterismo estrecho, de Consejo General; por el otro la Individualidad, la libre cooperación, la autonomía de hombres y grupos, el Internacionalismo amplio, sin horizontes restrictivos, el espíritu de las Federaciones afines a la Alianza. Así lo glosa Kropotkin: “El conflicto entre los partidarios de Marx y los de Bakunin no tenia un carácter personal; era el resultado inevitable del antagonismo entre los principios federales y los centralizadores; el municipio libre y la paternal tutela del Estado; la acción espontánea de las masas y el mejoramiento de las condiciones capitalistas existentes por medio de la legislación” (“Memorias de un Revolucionario”).
Y creo que con eso pongo el broche a este pequeño texto teórico del que espero que alguien pueda sacar utilidad y, a ser posible, las siempre inestimables conclusiones personales. Sin redundar más en el tema, concluyo con la vieja y sentenciosa consigna proudhoniana:
“En resumen, quien dice libertad dice federación, o no dice nada; quien dice socialismo dice federación, o no dice nada”. (“Del Principio Federativo”).
Sin más, Salud.
Empezamos por ponernos en situación sobre el origen y las pretensiones de la propuesta Federalista.
El Nacionalismo como fiebre entre la juventud “radical” es algo en auge desde principio de siglo XIX, suele considerarse que la fuerza del Romanticismo le dio alas, pero realmente también dentro de esta corriente hay contrariedades, entre distintos autores como Goethe y Shelley (heredero este último del individualismo anti-patriotero de Godwin), que se enfrentaban ideológicamente con Schiller y Byron, y aún dentro de los propios autores, como Espronceda, que se ahogaba en rancio patriotismo español a la vez que decía aquello de “mi única patria la mar”.
El auge del nacionalismo fue en aumento con las primeras manifestaciones del recién nacido siglo, y hasta Bakunin creyó encontrar en el movimiento polaco y eslavo una palanca para desencadenar la que ya denominaba “Revolución Social”. Celebra un congreso eslavo que le decepciona por la estrechez del mismo, lucha en todas las barricadas, sean francesas, checas, o alemanas, y después de 14 años “hibernando” y de su rocambolesca fuga, presencia la última sublevación nacional que apoyó, la “última cabalgata polaca”, y su desilusión fue de tal grado que marchó a Italia en pos de otros aires…, y allí encontró lo que buscaba. Vio pequeños pueblos sin ninguna consciencia de “nación”, vivían de forma autónoma, y sólo eran hostigados por los gobiernos locales y el hambre. Mostrándose hostiles, a unos y a otros, observaban con displicencia a los mensajeros de un nuevo amo, los propagadores del “Risurgimiento”.
Allí Bakunin conoció a Saverio Friscia quién según Nettlau: “[Era] amigo igualmente de Proudhon socialmente un anarquista, habría renunciado en lo nacional voluntariamente a la Italia unificada, si hubiese podido realizar una Sicilia independiente o federada con otras partes de la región italiana” (“La Anarquía a través de los Tiempos”), y a Carlo Pisacane, luchador cercano a los garibaldinos (como Fanelli) pero por muy diversos motivos, como nos vuelve a decir Nettalau. “[Pisacane] repudió tanto los pequeños Estados como los grandes, y para evitar el mal de unos y de otros, concibió la división del territorio italiano en comunas unidas por pacto elaborado provisionalmente por un congreso de las regiones liberadas del territorio nacional […]” (Ibíd.). Sin embargo, esto era demasiado vago para Bakunin, sus relaciones, pero sobre todo el ejemplo práctico, le harían concebir distintas ideas. Así nos cuenta el devenir bakuniano el mismo Nettlau: “Él, Bakunin, consideraba abortados hacia fines de 1863 los movimientos nacionalistas, es decir, llegados entonces bajo el control de los hombres de Estado, de Francia, de Prusia, Rusia, el Piamonte, y puso su esperanza en lo sucesivo en los movimientos sociales que renacían. […] [Bakunin defiende que la] asociación y federación son la base de la reconstrucción después de la demolición y la liquidación del sistema presente. Lo que le interesa, no es un porvenir anarquista perfecto, que deja elaborar a los hombres futuros como ellos quieran, sino los fundamentos de la nueva sociedad, esa base que mejor impida una recaída y garantice una evolución progresiva”. Y todo esto culminará en su gran obra, publicada en 1868 (y extraída de una conferencia dada ante la liga de la Paz y la Justicia en 1867) bajo el nombre de “Federalismo, Socialismo y Antiteologismo” (que echará su sustancia sobre mi posterior exposición).
No obstante, al bueno de Nettlau se le olvidó en estas páginas ahondar en una de las causas de esta canalización nueva en las energías bakunianas… Una de las principales influencias federalistas de Bakunin fue el incomprendido (antes y ahora) Pierre-Joseph Proudhon. Antes de que Bakunin pisara suelo italiano y viera con sus propios ojos el escepticismo popular, ya Proudhon había escrito “Del Principio Federativo” (1863), un compendio de esa nueva teoría Libertaria, llamada Federalismo.
La coyuntura no era favorable, tal y como se lamentaba el propio Proudhon, y como nos cuenta Pi y Margall: “En Europa, principalmente en Francia y Bélgica, se abogaba calurosamente por la recién desenterrada teoría de las nacionalidades. […] Enfurecióse la democracia de todas partes al oírle, y le llenó de ultrajes. Atribuíase por unos su conducta al solo afán de singularizarse; por otros, a la mala intención de perder a los mismos cuya defensa afectaba tomar con tanto celo; por otros, a una infame traición; por otros, a un estrecho patriotismo. Llovían acusaciones contra él, y se le presentaba como el más acérrimo enemigo de la unidad de Italia” (Prólogo “Del Principio Federativo”). Redundando en este prólogo he aquí una opinión personal de Pi, cuando aún exhibía su “deje” libertario: “Está ahora muy en boga una teoría de que hemos hecho ya mérito: la de las nacionalidades. Créese generalmente que la naturaleza y la historia determinan a una los límites de los diversos pueblos que ha de haber en el mundo, y que la tarea política de hoy consiste en reducirlos a esas fronteras o restituírselas si les han sido usurpadas. Así, sobre todo en Europa, se piensa casi exclusivamente en la reconstitución de las naciones […].
Esta teoría ¿es verdadera? Observemos por de pronto que pueblos encerrados dentro de esas pretendidas fronteras naturales, lejos de simpatizar ni de tender a reunirse en un solo cuerpo, se aborrecen de muerte […] Añádase ahora que las llamadas fronteras geográficas no suelen ser consideradas tales sino por constituir o haber constituido mucho tiempo los límites de dos pueblos; que acá se pretende que las forma un río, allá una cordillera […]. La historia por fin no es tampoco criterio para la determinación de las nacionalidades, pues las más de las agrupaciones históricas han sido debidas al derecho de la fuerza y no a la fuerza del derecho.
[…]
¿Por qué hoy, aleccionadas ya por la historia, no han de tratar de constituirse sobre un principio mejor las nuevas como las viejas naciones? ¿Por qué, en vez de seguir fundándose en el principio de autoridad, no han de poder establecerse sobre el de libertad, que es hoy el predominante? ¿Por qué, si por aquella senda corre tan gran riesgo la autonomía del individuo, del municipio y de la provincia, no han de empezar sancionándola y acabar con el reconocimiento de un poder central destinado a dirigir los intereses nacionales? ¿Por qué, en una palabra, no han de abandonar el régimen autocrático por el federativo?”.
Ya Proudhon llevaba alzando su voz contra el nacionalismo desde 1859, y por ello fue calumniado como “papista”, “monárquico”, “reaccionario”, “traidor de la revolución”, “pagado por tal o cual gobierno”, pero la realidad es que defendía una teoría tan difícil de elaborar en determinados ambientes como fácil es de asimilar por cualquier persona bien intencionada. Así respondió Proudhon: “En cuanto a esta fracción degenerada de la democracia, que ha creído poder avergonzarme con lo que denomina los aplausos de la prensa legitimista, clerical e imperial, sólo les dirigiré por el momento unas palabras: que la vergüenza, si tal existe, debe caer plenamente sobre ella. Era a ella a quien le correspondía aplaudirme: y el mayor servicio que podré hacerle será el de demostrarlo de modo fehaciente” (“Del Principio Federativo”).
(Entramos ya en la parte teórica).
Existe una dicotomía insalvable entre dos conceptos: Autoridad y Libertad. Sin entrar en material de Perogrullo es obvio que la primera pasa por regular y restringir las acciones humanas y la segunda por contribuir a su libre desarrollo. Las fórmulas que una y otra nos presentan responderán, en consonancia, a la naturaleza de las mismas. La Autoridad sólo concibe una forma de organizar las cosas: Administrando de forma rígida las relaciones humanas, impidiendo que se desenvuelvan de forma “espontanea”, limitando el marco de acción de los individuos, determinándolos en base a los designios de una “voluntad superior”, que sólo puede materializarse en una forma de Poder, y que encuentra su más eficiente representación en una Autoridad central que pueda concentrar en sus manos los destinos de los individuos y los grupos que estos componen… Esto es lo que se denomina Centralismo o Unitarismo. Para el Centralismo el átomo individual es sacrificable, vale para bien poco, y los deseos, preferencias o elecciones de este deben de restringirse o anularse en beneficio de una “empresa mayor” que -dictaminada por el poder central- puede ser “el bien común”, “la voluntad general”, “la identidad colectiva”, “la grandeza de la nación”, “el porvenir de la patria”, “la preeminencia de la sociedad”, abstracciones todas ellas que, o no significan nada; o de nada valen cuando el Individuo que las compone se ve obligado a naufragar en ellas.
Esta es la máxima de los Imperios, de las “grandes” y “viejas” naciones, la idea que les insufla vida, y es, a su vez, el sueño de las “pequeñas” o “nuevas” naciones, a lo que aspira todo conglomerado que trata de regular algo tan complejo como el Individuo. Las “grandes” naciones necesitan sojuzgar y mantener la “unidad” de la centralidad A con respecto a las limítrofes B y C, pues sin estas su imperio se desmoronaría, no obstante, cuando B y C consigan desligarse de A y sacudirse su yugo, reproducirán la táctica de A siempre y cuando se nieguen a reconocer que, igual que era injusto el poder que A tenía sobre ellas, lo será el negarse a reconocer la posibilidad de su desfragmentación, o incluso desintegración, si las D y E que la componen también quieren desvincularse de su proyecto, si obligan a estas a componer una “unidad”. Y a su vez D y E serán igual de despóticas si no entienden que los distintas letras minúsculas que los componen, las f, g, h, i, etc., es decir, los Individuos, quieren dotarse así mismo de un Nombre mayúsculo y no reconocer ninguna “unidad” que no surja de la simpatía. La “Nación”, al no comprender el fenómeno personal, al mirar con ojo distinto al creyente y al escéptico, al extrovertido y al solitario, sólo puede desencadenar en el intento de “aglutinar” a unos sujetos, con independencia de los gustos y preferencias de estos, en una misma “masa uniforme y monolítica”, el llamado “ganado patriótico” (Albert Libertad), sin más diferencia entre el que se compone aquí o allá que el simple tamaño del “rebaño”. Usando términos de Proudhon: “Esto es lo que se expresa por la palabra NACIONALIDAD, escrito en el frontispicio de su nuevo programa. No satisfecha de convertirse en el partido del statu quo, se ha convertido en partido retrógrado. Y como la nacionalidad, tal como la comprende y la interpreta la democracia tiene como corolario la unidad, ha consagrado definitivamente su abjuración, declarándose definitivamente poder absoluto, indivisible e inmutable. La nacionalidad y la unidad, he aquí pues la fe, la ley, la razón de Estado, he aquí los dioses actuales de la democracia” (“El Principio Federativo”).
La base del Federalismo es otra bien distinta, para este son los Individuos los que deben tomar las decisiones sobre el conglomerado, y no este sobre ellos. La esencia, primera, indisoluble, inexorable, insacrificable, prístina, del Federalismo, es la autonomía integral del Individuo, lejos de esto todo carece de existencia real. En palabras de Anselmo Lorenzo: “El federalismo necesita previamente, como condición esencial de existencia, la autonomía de los individuos, la de los grupos de individuos y la de las federaciones de grupos, sin cuyas autonomías vivas, conscientes y activas no hay más que centralización y dominio sobre masas abúlicas” (“El Proletariado Militante”). Y según Rudolf Rocker: “El federalismo, es la libre correlación establecida de abajo arriba, poniendo por encima de todo el derecho de autodeterminación de cada miembro, y reconociendo tan sólo el acuerdo orgánico entre todos basándose en intereses semejantes y de convicciones comunes” (“Anarcosindicalismo”). Es decir, no hay más potestad que la del individuo de ser cuanto quiera ser, de unirse con quien quiera o alejarse de quién le desagrade, de establecer alianzas sin más requerimiento que la apetencia y la afinidad. El Federalismo se basa por tanto en los libres pactos entre los Individuos para hacer obras comunes y organizarse como prefieran. Me preguntaran quizás ¿entonces que será el “colectivo” no tendrá “carácter propio”? El colectivo será lo que nunca se le ha dejado ser, lo que nunca se ha reconocido, y lo que siempre, bajo un velo oscurantista, ha sido, aún cuando no podemos reconocerlo: Nada más y nada menos que el reflejo de la multiplicidad de preferencias y deseos de los Individuos que lo componen. El colectivo, como arcilla fresca, será la representación de lo que los individuos quieran, si todos se tiñen de un color de ese se tintara; si cada uno mantiene una gama distinta, tendrá que vestirse de lunares y mostrar su riqueza cromática. Tendrá que mantener su capacidad camaleónica pues el colectivo no es nada más que lo que los Individuos que le dan vida quieren que sea. Así, cuando por fin se comprenda que el individuo no debe plegarse ante el colectivo, ni este último estar sujeto a la voluntad autocrática de un único individuo, cuando se le vea como la manifestación de Todos los Individuos que acepten integrarlo, la confrontación autoritaria entre lo “común” y lo “particular”, no tendrá razón de ser.
Quedando claro que es el Individuo el que dota de carácter al colectivo, se concluye que la formación de este solo puede formarse por el establecimiento de pactos libres y voluntarios, siempre susceptibles de ser rotos por cualquiera de ambas partes, pues un acuerdo irrompible no es más que una carta otorgada de esclavitud. La idea es dar vida a una Federación cuando haya suficiente gente dispuesta a “seguir adelante”, a mantener el pacto acordado, pues de lo contrario crear una Federación sin el empuje de los contratantes sería un mero acto mortuorio, intentar dotar de vida a lo que siempre fue un cadáver, se me objetará ¿Y cómo podrá subsistir entonces una Federación? Intentando ser tan atractiva y útil para los federados que el interés de los mismos sea el de garantizar su supervivencia. La Intención debe ser crear una Federación que no sea lesiva para los contratantes, que suponga un beneficio para cada uno de sus componentes, que avenga y desemboque en el bien de todos los que se han comprometido a formar parte de ella, y esto solo se consigue maximizando la libertad de los afectados y garantizando su igualdad material.
Recapitulando: La Federación, en su núcleo, no es más que el libre acuerdo entre dos o más Individuos que conservan su independencia, autonomía e individualidad, pero que deciden -en base a la afinidad, simpatía, afecto, preferencias, o los más diversos motivos- laborar en conjunto con un fin temporal, de aspiración indeterminada, o incluso perenne.
Los motivos que crean las Federaciones nos son indiferentes. Todo Individuo tiene el auto otorgado derecho de ser y definirse como quiera y todo conjunto de Individuos que, voluntaria, libre y conscientemente, compartan dichas cosas en común, también. El individuo debe ser lo que deseé, creer en lo que quiera, creerse lo que se le antoje, engañarse como prefiera, descubrir las verdades que le dé la gana, debe de poder tener fe o ser descreído, de poder usurpar una historia ajena o crearse la propia, de hacer germinar en si una cultura, beber de todas, adoptar una conocida o desecharlas todas, de hablar como le apetezca, mantenga una lengua minoritaria entre las muchedumbres de otro idioma, se adapte al son que oye, o se decida a tirar por el desagüe todo idioma conocido y se dedique a crear el suyo, rompiendo la idea del lenguaje como herramienta comunitaria, del idioma como herramienta comunitaria y del habla como menospreciado efecto individual. Si esto es valido para el individuo es extensible para todos los Individuos que compartan dichos elementos de forma electiva. Teniendo que ser conscientes de la herejía anti hegemónica que esto puede desencadenar en el propio corazón del conglomerado, no coartando sus efectos, entendiendo que si la libertad da vida al grupo que componen, es la misma Libertad la que puede hacer que los Individuos que engendraron dicho grupo sean los mismos que lo disuelvan y le den muerte. Se me reprochará ¿Pero en tales sociedades los Dioses y las Naciones desaparecerán?, sencillamente se individualizaran o se compartirán y pondrán en común cuando guste o se consideré pertinente. Cada uno podrá tener su Dios en si mismo y su Patria sobre sus suelas, uniéndose o desconectándose a antojo. Si quiere lo contrario que “predique”, le queda el recurso del “proselitismo”, nada habrá de malo en ello cuando la imposición se desenmascaré como una herramienta de unos individuos sobre otros y cuando, libres de estructuras protectoras, podamos repeler la compulsión del individuo con la misma facilidad con que podemos desoír su sermón.
Dice Proudhon: “Nada cabría temer por parte de la propaganda religiosa, de la agitación clerical, de las repulsiones del misticismo, del contagio de las sectas. Que las Iglesias sean libres, del mismo modo que las opiniones y la fe el pacto les garantiza la libertad, sin temor a las consecuencias de la misma. La Confederación las envuelve y la libertad las equilibra: aun suponiendo que los ciudadanos se vieran unidos por la misma creencia, animados por un mismo ardor, su fe jamás se podría volver contra su derecho, ni su fervor prevalecer contra su voluntad” (“Del Principio Federativo”).
Ultimando este punto: La Federaciones se establecerán por mera afinidad –siendo irrelevante en que se sustenté esta-, sin más cortapisa que la voluntad de los participantes.
Pero ¿Cómo se organizarían las Federaciones? La fórmula tradicional es está: De lo sencillo a lo complejo (lo que se entiende como el “de abajo a arriba” según el verbo de Bakunin) o en otras palabras:
Individuo
Federación Local
Federación Regional
Confederación Mundial
(Aquí los términos son caprichosos, quienes quieran pueden hablar de “Federaciones Nacionales” en vez de “Regionales”, o pueden incluirlas como un paso posterior a estas, que añadan si gustan una “Confederación Interregional”, y que concluyan, si les apetece, en la clásica “Confederación Internacional”. Simplemente me he abstenido de ponerla para no entrar en contradicción con la ausencia, en mi esquema, de “Federaciones Nacionales”).
Pasamos a explicarnos. Igual que un Individuo puede aliarse con otro y así dar vida a una Federación; dos Federaciones – o más- pueden aliarse y dar con ello vida a un conjunto de Federaciones más amplio, hasta alcanzar un nivel Planetario. Igual que los Individuos se alían por diferentes simpatías e intereses, las Federaciones harán lo propio, con fines sociales, económicos –productivos-distributivos-, medio ambientales, etc. Las Federaciones pueden ser a su vez de distintas características –dependiendo del carácter que quieran infundirle los afectados y de las propias características personales de los asociados-, las habrá productivas, gremiales, netamente empáticas, sociales, culturales, o de tendencia integral, siendo potestad del Individuo decidir donde quiere o no prestar su concurso, o si quiere ser eremita en su propia caverna. Esto no devendrá en menoscabo ni de uno ni de otros, pues tal y como dice Cesár de Paepe: “En cuanto a la constitución de los grupos productores, la espontaneidad de los intereses revolucionarios que les han dado nacimiento será el punto de partida de su organización y del desarrollo de esta organización desde el punto de vista de la organización social. Habiéndose agrupado libremente para la acción revolucionaria, los trabajadores continuarán este libre agrupamiento para la organización de la producción, del intercambio, de la circulación, de la instrucción y de la educación, de la higiene, de la seguridad; y lo mismo que, en las luchas revolucionarias, la actitud hostil de un individuo en tal grupo, de un grupo en tal comuna, de una comuna en tal región, de una región en la internacional, no han podido evitar la marcha triunfante de la revolución, del mismo modo el aislamiento, cuando se trate del desarrollo de las conquistas de la revolución, no podrá parar la marcha progresiva de las masas trabajadoras actuando libremente […] Nótese bien la diferencia esencial entre el Estado obrero y la federación de comunas. El Estado determina lo que es servicio público y la organización de ese servicio público; he aquí la actividad humana reglamentada. En la federación de comunas, hoy el zapatero trabaja en una habitación de su casa; mañana, por la aplicación de un descubrimiento cualquiera, la producción de calzados puede ser centuplicada y simplificada a la vez: entonces los zapateros se unen, se federan, establecen sus talleres, sus manufacturas, y entran así en la actividad general. Lo mismo ocurre con todas las ramas de la actividad humana: lo que está restringido se organiza de una manera restringida; lo que es general, de una manera general, tanto en los grupos como en las comunas y federaciones. Es la experiencia, la vida de cada día, puesta al servicio de la libertad y la actividad humanas” (“De los servicios Públicos”).
Y aún Luigi Fabbri: “Los anarquistas se oponen enérgicamente al espíritu autoritario y centralista de los partidos de gobierno y de todas las concepciones políticas estatales, centralistas por naturaleza. Por tanto, conciben la futura vida social sobre bases federalistas, del individuo a la corporación, a la comuna, a la región, a la nación, a lo internacional, sobre la base de la solidaridad y del libre acuerdo. Y es natural que este ideal se refleje también sobre la organización de la producción, haciendo preferir un tipo, en cuanto sea posible, de organización descentralizada; pero no como regla absoluta a imponerse a todos los lugares y en todos los casos. El mismo ordenamiento libertario, por otra parte, haría imposible imponer una solución tan unilateral” (“Anarquismo y comunismo científico”).
El Federalismo no es por tanto más que un garante de la autonomía individual y un pontenciador y facilitador de los libres y voluntarios acuerdos tomados entre seres iguales, materialmente, pero únicos en diversidad y singularismo. Es la toma de conciencia del individuo que le lleva a buscar una forma de aliarse con sus semejantes sin convertirse en lacayo de estos y sin que estos se subordinen o plieguen vasallescamente a sus designios. El “Individuo federalista” es, en palabras de Kropotkin: “[El partidario] de libre iniciativa, de libre inteligencia, de uniones queridas y libremente consentidas, veía en sí mismo el punto de partida de toda sociedad. No buscaba remedios en la obediencia, no pedía un salvador en la sociedad. Érale desconocida la idea de disciplina cristiana y romana” (“El Estado y su papel histórico”). Consciente de esto encuentra un organismo idóneo para desarrollarse en una consecución de pequeños e independientes comunidades que, desde lo productivo a lo social, desde lo rural a lo urbano, vaya articulándose desde los problemas locales cuya repercusión se reduce directamente a un limitado número de asociados, hasta las repercusiones de estas o los grandes problemas “globales” que han de ser abordados con el concurso inmediato de las voces singulares que componen, si así lo quieren, esa “globalidad”. Volviendo otra vez a Rocker: “La sociedad se convierte en una liga de comunidades libres que ordenan sus asuntos de acuerdo con las necesidades, por sí mismas, o asociadas a otras, y en las cuales la libertad del hombre no tiene una limitación en la libertad igual de los demás, sino su seguridad y confirmación. «Cuanto más libre, independiente y emprendedor sea el individuo en una sociedad, tanto mejor para ésta.» Esta organización del federalismo en la que Proudhon veía el porvenir inmediato de la humanidad, no sienta limitaciones definidas contra las posibilidades de ulterior desarrollo, y ofrece las más amplias perspectivas a todo individuo y para toda actividad social” (“Anarcosindicalismo”).
Esta ha sido una de las piedras de toque del Anarquismo durante décadas y décadas. Nace cuando dicho sentimiento se revela como una efectiva teoría de sublevación popular, emerge de los conflictos del XIX, se fragua y refulge, ardiente, de las chispas que desprendidas del choque de “estoques” que se produjo en la propia AIT de la segunda mitad del citado siglo. Allí a los anarquistas se les denominaba, no sólo “anti autoritarios” y “socialistas revolucionarios”, también “autonomistas” y “federalistas”. Era esa una de las vitales confrontaciones entre Marxismo y Anarquismo: por un lado la idea de reglamentación central, de disciplina unitaria de cuartel, de “quiste” orgánico, de patrioterismo estrecho, de Consejo General; por el otro la Individualidad, la libre cooperación, la autonomía de hombres y grupos, el Internacionalismo amplio, sin horizontes restrictivos, el espíritu de las Federaciones afines a la Alianza. Así lo glosa Kropotkin: “El conflicto entre los partidarios de Marx y los de Bakunin no tenia un carácter personal; era el resultado inevitable del antagonismo entre los principios federales y los centralizadores; el municipio libre y la paternal tutela del Estado; la acción espontánea de las masas y el mejoramiento de las condiciones capitalistas existentes por medio de la legislación” (“Memorias de un Revolucionario”).
Y creo que con eso pongo el broche a este pequeño texto teórico del que espero que alguien pueda sacar utilidad y, a ser posible, las siempre inestimables conclusiones personales. Sin redundar más en el tema, concluyo con la vieja y sentenciosa consigna proudhoniana:
“En resumen, quien dice libertad dice federación, o no dice nada; quien dice socialismo dice federación, o no dice nada”. (“Del Principio Federativo”).
Sin más, Salud.
"Me asombraba la estupidez de mi especie que no se alzaba como un solo hombre y se sacudía unas cadenas tan ignominiosas y una miseria tan insoportable. En cuanto a mí, decidí, –y jamás he desviado el pensamiento de esta decisión– zafarme de esa odiosa situación, y no asumir jamás ni el papel de opresor ni el de oprimido".
William Godwin
William Godwin
Re: ¿Cuándo os oprime España?
A sido un placer, El errabundo.Y gracias, porque esto me autorreafirma en ciertos aspectos de los que podia haber transigido, en cierto modo y me señala los que apenas vislumbraba.Si, ya veo que tambien los que no tanto...
Bueno,Aquitania y demas...,a partir de aqui si se abre otra "dimension" en el hilo,
aunque yo necesito digerirlo mejor,(tendre que leerlo 4 veces).
salu2
Bueno,Aquitania y demas...,a partir de aqui si se abre otra "dimension" en el hilo,
aunque yo necesito digerirlo mejor,(tendre que leerlo 4 veces).
salu2
"el@ Anarko lucha por el bien de tod@s, por una sociedad de hermanos entre hermanos,gente sana,educada y
alegre.Por eso,el que se adapta y obtiene ganancias de la labor de esclav*s,no es,ni puede ser @narkista";
alegre.Por eso,el que se adapta y obtiene ganancias de la labor de esclav*s,no es,ni puede ser @narkista";
Re: ¿Cuándo os oprime España?
Es un debate, muy interesante. Tanto que debería salir de internet, para llegar a las calles.
Negra la bandera, ninguna su frontera.
-
LUITA_x_AUTOCHESTION
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Re: ¿Cuándo os oprime España?
Hola un post muy interesante el que esta teniendo lugar.
A ver a mi lo que me hace gracia es que en general estamos de acuerdo que el esquema tiene que ser
Individuo
Localidad
Comarca/redolada
Pueblo, region, nacion (entendido como ente cultural)
Y confederacion global.
La mayor diferencia la veo (o creo verla a lo mejor me equivoco) es que algunos ven el ambito regional en iberia y otros en los distintos pueblos culturales que componen iberia. Y no podria ser una solucion una organizacion a nivel de pueblos culturales y otra iberica que diera lugar a otra mas global??
A ver a mi lo que me hace gracia es que en general estamos de acuerdo que el esquema tiene que ser
Individuo
Localidad
Comarca/redolada
Pueblo, region, nacion (entendido como ente cultural)
Y confederacion global.
La mayor diferencia la veo (o creo verla a lo mejor me equivoco) es que algunos ven el ambito regional en iberia y otros en los distintos pueblos culturales que componen iberia. Y no podria ser una solucion una organizacion a nivel de pueblos culturales y otra iberica que diera lugar a otra mas global??
Re: ¿Cuándo os oprime España?
Si bueno, creo estar en lo cierto al decir que los anarkistas, de diversas tendencias,
siempre que han puesto su buen hacer y confinza al servicio de las luchas independentistas han salido escaldados. El errabundo da datos y aporta analisis de los que se involucraron en algunas, pero yo, me limitaria a lo que nos concierne mas
de cerca, es decir, España y sus nacionalidades desde 1898 por ser, en mi opinion,
punto de inflexion y 1937, para cuando sobre todo en Catalunya, la suerte estaba echada.Me refiero a las esperanzas puestas en el gobierno Compains.
Y qued claro, que no todo me parece que fuera una chapuza y que para ser consecuentes con "la idea", era lo que tocaba, pero de ahi a no sacar ninguna lectura
de los acontecimientos ni hacer autocritica va un trecho.
Si algun dia volvemos a ser lo que fuimos en tiempos, debieramos tenerlo en cuenta.
Recomiendo, 1898 Las claves del desastre.
No es un libro de simpatizantes, pero tampoco se alinea con nadie, da los datos y
analiza situaciones, sin mas.
En fin, que se puede ser consecuente para con lo libertario, dejando mas o menos
claro que nuestros objetivos van mas haya de colaborar a la dignidad identitaria de
las realidades hispanicas o ibericas o ....
SALU2.
siempre que han puesto su buen hacer y confinza al servicio de las luchas independentistas han salido escaldados. El errabundo da datos y aporta analisis de los que se involucraron en algunas, pero yo, me limitaria a lo que nos concierne mas
de cerca, es decir, España y sus nacionalidades desde 1898 por ser, en mi opinion,
punto de inflexion y 1937, para cuando sobre todo en Catalunya, la suerte estaba echada.Me refiero a las esperanzas puestas en el gobierno Compains.
Y qued claro, que no todo me parece que fuera una chapuza y que para ser consecuentes con "la idea", era lo que tocaba, pero de ahi a no sacar ninguna lectura
de los acontecimientos ni hacer autocritica va un trecho.
Si algun dia volvemos a ser lo que fuimos en tiempos, debieramos tenerlo en cuenta.
Recomiendo, 1898 Las claves del desastre.
No es un libro de simpatizantes, pero tampoco se alinea con nadie, da los datos y
analiza situaciones, sin mas.
En fin, que se puede ser consecuente para con lo libertario, dejando mas o menos
claro que nuestros objetivos van mas haya de colaborar a la dignidad identitaria de
las realidades hispanicas o ibericas o ....
SALU2.
"el@ Anarko lucha por el bien de tod@s, por una sociedad de hermanos entre hermanos,gente sana,educada y
alegre.Por eso,el que se adapta y obtiene ganancias de la labor de esclav*s,no es,ni puede ser @narkista";
alegre.Por eso,el que se adapta y obtiene ganancias de la labor de esclav*s,no es,ni puede ser @narkista";

