Permitidme que os haga de “exégeta” e interprete a mi modo lo que decís.
Para mi lo carraco dice que el lenguaje en manos del poder se ha convertido en una herramienta para amaestrar, dominar, dividir, segregar y someter, entrando el lenguaje en las academias y escuelas han pretendido domesticarnos y manipular esta herramienta que (añado yo) es fruto de nuestra creatividad. El no se opone a que cada uno hable como quiere, solo hace hincapié en como el poder usa esta herramienta como una rienda, cuando no como un par de ojeras, e incluso como una zanahoria.
Y Aquitania argumenta que esto se debe a una artificiosa argucia de los Gobiernos todopoderosos para relacionar Patria con lengua, y Estado con pueblo. Así, encadenando el concepto de Nación con las herramientas de expresión y comunicación se consigue circunscribir nuestras mentes a una mentira, y se nos hace creer que cuando alguien defiende su derecho a hablar tal y como se le antoje, defiende en realidad una entidad Patriótica, cuando lo que defiende en realidad es su derecho individual como hablante.
Si os dais cuenta los dos defendéis (casi) lo mismo, solo que partiendo desde un punto distinto. Por decirlo de forma simple, el planteamiento de lo carraco es el principio crítico, del que derivaría el planteamiento revelador de Aquitania.
Uno dice el Estado pretende convertir el lenguaje en un yugo que nos anquilose y controle, y el otro contesta, es cierto, pero ese no el origen ni el fin “natural” del lenguaje, por lo tanto impidámoselo recuperando el lenguaje como una reivindicación Personal y no patriótico-nacional.
Los dos coincidís en que cada uno debe de hablar como quiere, y en que toda coacción de este derecho es una forma de opresión, entonces ¿se puede estar más de acuerdo?
Yo por lo menos he defendido ambas tesis desde el principio, pues no las veo más que como los reflejos de una sola. (Y si me he equivocado y ahora cada uno quería decir otra cosa, pedid el “libro de reclamaciones”).
P.D: Y ninguno de vosotros, por lo menos por vuestras opiniones, ha demostrado ser ni insolidario, ni españolista, ni nacionalista, ni sexista, ni nada.
