Está dividido en unos pocos capítulos, ahí va.
Por The Langlois, http://onhl.blogspot.com/
La verdadera acción de la competencia
Una de las más grandes falacias que todavía sostienen algunos sectores dentro de la ciencia económica —si es que puede incluírseles dentro de ella, ya que este tipo de afirmaciones no se basan, aunque exijan lo contrario, en la más mínima observación de la realidad económica— es aquella que indica que toda competencia tiende necesariamente a la concentración de capitales y al monopolio. Este postulado pertenece a aquellos que se exponen en forma de axioma, como si fueran evidentes por sí mismos y no requirieran la más mínima fundamentación. Es justamente ante esta situación —la necesidad de fundamentar lo que se ha dicho— en donde tal afirmación se desmorona sola.
Para analizar cuál es realmente el efecto de la competencia en el mercado, debemos tener en cuenta ciertos aspectos previos. El mercado en el que nos enfocaremos será uno decididamente libre. La acción del Estado será relegada a un segundo plano, no tendrá ningún tipo de protagonismo en nuestro análisis. Ni favoreciendo a ciertos competidores con protección ante la competencia extranjera, ni otorgando subvenciones, ni ninguna otra ingerencia de ningún tipo —incluso su existencia podría ser obviada. También debe tenerse en cuenta que el mercado al que nos referimos es al del “ramo” industrial. Los efectos de la competencia en el mercado inmobiliario cumplen otras normas, que necesitarían ser examinadas en otro artículo. Esto es algo que David Ricardo tuvo siempre muy presente, a diferencia de muchos de sus seguidores socialistas. Por ahora sólo nos preocuparemos por la competencia en donde los involucrados son el capitalista y el trabajador, en un contexto de capitales fijos [1].
I
Lo primero que debemos analizar para comprender la acción de la competencia es su origen. Cualquier análisis de la misma que no parta desde este punto, pone en duda su validez.
El origen de la competencia es el monopolio. No debemos entender por “monopolio” en este caso a un productor protegido de la competencia por parte del Estado, sino como una situación particular que se da en una sociedad en la que el comercio todavía no se ha desarrollado lo suficiente. En una sociedad en la que el comercio no se ha extendido a la producción de un producto x, quien se dedique a producirlo y a comercial con él, dispondrá de una posición monopólica, dado que es el único productor de x. Los efectos de una posición de monopolio son sabidas: el productor, o los productores, tienen mayor control del precio del producto x frente a la demanda. También sabemos que la calidad de su producto x tiende a decrecer o a mantenerse estática, por más que la demanda crezca o disminuya.
Esta situación es la que suscita la competencia. Los ingresos de nuestro primer productor son lo suficientemente altos —gracias a su posición de monopolista— como para “seducir” a otros productores a dedicarse a la producción de x. Poco a poco comienzan a aparecer otros productores que compiten contra el que en algún momento fue un monopolista —siempre y cuando no exista ningún tipo de restricción externa a la competencia.
Obviar este punto equivale a presuponer que en el libre mercado comienzan muchos productores a producir x simultánea e inconcientemente, lo cual sería un milagro de mágica coordinación. Equivale a decir que el origen de la competencia es la competencia, lo cual es un absurdo tanto teórica como empíricamente. Por el contrario, reconocer que el monopolio es el origen de la competencia, que el hecho de que un productor adquiera ingresos muy altos produciendo un bien que hasta el momento nadie producía [2] es el que motiva a otros productores a competir con él, equivale a reconocer que los monopolios no son imbatibles ni todopoderosos, sino que son quienes generan sus propios competidores en vez de destruirlos.
Notas
[1] Ver Qué es y qué no es el Capitalismo. http://onhl.blogspot.com/2007/12/qu-es- ... lismo.html
[2] No nos referimos específicamente a la producción de un bien totalmente novedoso, también puede admitirse innovaciones en la calidad y matices de un producto ya existente, que le permitan dar al productor un salto sobre sus competidores.