Preguntas sobre teoría entre el Anarquismo y el Marxismo
- Acratosaurio Rex
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Yo lamento que te hayas quedado con la boca abierta ante la simplicidad y belleza de mi argumento, por eso te digo: intérnate y deja de estudiar a Lenin. Quien se libra del poder, no ejerce la tiranía, sino que se la sacude. El esclavo que se subleva, está en situación de legítima defensa y no ejerce la dominación, sino que se libra de ella. Lo mismo que la mujer que se libra de un violador, no es una autoritaria. Ay de los leninistas que se arrastran con piel de sapo, porque de ellos será el reino de los sapos.
- Manu García
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¿Y quién habló de tirar piedras y de revoluciones con guantes de seda?TRAPERA escribió:y quien te dijo que yo apoyo a ese comunismo que nombras?, que tiene que ver los ejemplos que me das de liberacion del poder? si no hay autoritarismo temporal y bien ejercido hacia ciertas cosas no hay revolucion que valga o te crees que todos los parasitos sociales van a decir "viva la anarquia!! propiedad colectiva!! eso es ramanticismo e ingenuidad, no exixten revoluciones perfectas y con guantes de seda
No se porque hablas de traidores yo no me identifico, o para no ser traidor anarquista tengo que taparme la cara , salir con mi grupo de 4 o 5 tirar piedras aun mc donalds y llevar una bandera negra??? y q e despues salga en los noticieros, la verdad una tactica lamentable que aleja a las masas, para miq ue los traidores al anarquismo son otros...
AménAcratosaurio escribió:Ay de los leninistas que se arrastran con piel de sapo, porque de ellos será el reino de los sapos.
"No más derechos sin deberes, no más deberes sin derechos"
- Acratosaurio Rex
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Por eso yo os digo: ¡Desconfiad de los líderes que os dicen que no existe diferencia entre la violencia del poderoso y vuestra reacción ante ella! ¡Desconfiad de los traidores! Esa idea es propia del hombre que habla con lengua de serpiente, y que quiere, o bien manteneros en la pasividad, o que le obedezcáis.
Yo canto a la chillaneja
si tengo que decir algo
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso.
Yo canto la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso.
De lo contrario, no canto.
Y mueran los traidores.
Yo canto a la chillaneja
si tengo que decir algo
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso.
Yo canto la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso.
De lo contrario, no canto.
Y mueran los traidores.
- free lancer
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El anarquismo no es una simple estructura formal, no es un formalismo que se pueda trasladar a través de las diversas situaciones socio-históricas; está lleno de contenidos, situados y concretos, que le dan su forma, y por eso el anarquismo ha sido rabiosamente actual durante tantas décadas siendo aún vigente desde otra perspectiva.
La renovada actualidad del anarquismo no se debe a que los anarquistas hayan desarrollado una actividad propagandística, o pedagógica, que haya conseguido convencer a las gentes. Tampoco se debe a que la presencia de los anarquistas en las luchas haya sido lo suficientemente intensa y acertada como para atraer hacia ellos sectores importantes de la población. Nada de todo esto. Sea cual sea el ámbito que se quiera considerar, la actividad de los anarquistas no traspasa desde hace tiempo la esfera de lo testimonial.
La renovada actualidad del anarquismo no tiene nada que ver con el activismo político de los anarquistas; se debe más bien a la conjunción de una serie de factores que dibujan un nuevo escenario donde algunas de las intuiciones más básicas del anarquismo encajan a la perfección y encuentran nuevas posibilidades de expresión. Estos factores tienen que ver con la propia evolución de nuestras sociedades, y en particular con la nueva economía del poder que las conforma, así como con los desarrollos tecnológicos que se están produciendo en las últimas décadas. Estos factores también tienen que ver con las grandes experiencias históricas que nos ha deparado el siglo XX, y con algunas de las aportaciones más relevantes del pensamiento contemporáneo.
Intentaré poner en paralelo algunos de los factores que acabo de mencionar y algunas de las intuiciones básicas que caracterizan al anarquismo, y que siempre giran, de una forma o de otra, en torno a la especial importancia que otorga el pensamiento anarquista a la problemática del poder y la autoridad.
El desglose pormenorizado de la nueva economía del poder que se instala en nuestras sociedades requeriría tomos y tomos de laboriosos análisis. Tan sólo aludiré aquí a la sutil combinación y a la fina sinergia entre los ejercicios de poder basados en el control de las poblaciones, y los ejercicios de poder centrados en el control individualizado, así como a la constante extensión de las facetas de la existencia que pasan a constituirse como blanco de las intervenciones del poder. Todo esto, posibilitado en buena medida por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y también de la comunicación, aproxima de tal forma el ejercicio del poder al día a día de nuestra existencia, que difícilmente se puede evitar en la actualidad acallar el sentimiento de que el ejercicio del poder constituye un fenómeno omnipresente y del cual conviene preocuparse en primerísima instancia, tal y como lo apuntaban las intuiciones anarquistas. Esas intuiciones recelaban también de cualquier planteamiento expresado en términos de centralismo, sea éste democrático o no. Y resulta que las nuevas tecnologías posibilitan hoy el desarrollo de relaciones horizontales muy alejadas de los modelos verticales que se perfilaban hasta hace poco como los únicos susceptibles de proporcionar cierta eficacia organizativa.
Pero, más profundamente, la intuición anarquista según la cual las relaciones de dominación desbordan con mucho las relaciones y los modos de producción, aunque siempre se puede encontrar algún tipo de engarce con estos últimos, ha recibido y está recibiendo amplia confirmación social mediante la emergencia y el auge de nuevos movimientos sociales centrados en unos procesos de exclusión y de discriminación que son transversales respecto de las relaciones de dominación económicas.
Por otra parte, las grandes experiencias históricas que nos ha deparado el siglo XX, especialmente las que afectaron a los llamados “socialismos reales” , caso de la Revolución en España, también han contribuido a situar dramáticamente en un primer plano la importancia, nada superestructural ni secundaria, que reviste el fenómeno del poder. La intuición anarquista de que lo instituido siempre acaba traicionando los anhelos que animan los procesos instituyentes, tanto si nos referimos a la consolidación de las agendas teóricas como a la consolidación de las organizaciones que las implementan, o a la consolidación de las situaciones políticas alumbradas por los procesos revolucionarios, ha quedado visibilizada de forma perentoria.
En el campo del pensamiento contemporáneo son varias las aportaciones que han contribuido a redescubrir y a situar en primer plano la importancia de las relaciones de poder. Pero más allá de estas aportaciones, me gustaría destacar otro factor que da cuenta, quizá, de la buena sintonía y del encaje que se produce entre algunos aspectos del pensamiento anarquista y algunas de las formulaciones más incisivas y más actuales del pensamiento contemporáneo.
La falta de sistematicidad y de sofisticación teórica del anarquismo, su anclaje en la razón práctica y en la intuición más que en la razón científica, han contribuido a que el pensamiento anarquista fuese menos permeable que otras formulaciones, como el marxismo por ejemplo, a las influencias de la ideología de la modernidad, a los supuestos de la Ilustración y a los supuestos cientificistas de la razón científica. Quizá sea por esto por lo que el anarquismo conecta mejor con ciertas formulaciones posmodernas y también con las nuevas concepciones en torno a la naturaleza de la razón científica.
Esa insistencia anarquista en vincular estrechamente las opciones políticas y las opciones de vida, es decir, el anarquismo como forma de ser y vivir, como dispositivo de fusión de lo político y de lo existencial, como convencimiento de que no se puede posponer para después de una eventual revolución la puesta en práctica de los principios de vida socio-antagónicos, y que no se puede supeditar el presente a las promesas ubicadas en el futuro. Todo esto conecta también con las experiencias y con el ethos actual de buena parte de esa gente que se suele etiquetar de antisistema, y que pugna por crear espacios de vida y formas de ser alternativas.
Por lo demás, basta con mirar atentamente al presente para percibir, aunque sea vagamente, que las formas que está tomando el nuevo imaginario subversivo, que prescinde, naturalmente, y quizá felizmente, del vocablo “anarquismo” para autodefinirse, guarda, sin embargo, un inconfundible “aire de familia” con el pensamiento anarquista y con sus intuiciones básicas.
Aprovecho este momento, después de haber mencionado tantas veces la palabra “intuición”, para abrir un paréntesis y para aclarar que cuando me refiero a “intuición” o a “intuiciones”, no me estoy refiriendo, por supuesto, a nada que se asemeje a una inefable inspiración caída del cielo o del platónico mundo de las ideas. Las intuiciones básicas del anarquismo están enraizadas en un denso fondo de experiencias multiseculares y de saberes más o menos soterrados, que constituyen el legado depositado por infinitas luchas contra la dominación y contra la explotación.
La nueva expresión del antagonismo social que ya está naciendo apresurada y caóticamente bajo nuestros propios ojos, se está inventando sobre la marcha, en las mismas condiciones de efervescencia instituyente que presidieron la invención del viejo anarquismo, y con el mismo radical escepticismo frente a todos los esquemas heredados, incluido el anarquismo, en tanto que se ha convertido, él mismo, en un esquema heredado.
Ya no se aceptan hoy en día los idearios y las agendas totalizadores que pretenden contemplarlo todo bajo un punto de vista estable y omnicomprensivo. No se tiene ningún reparo en robar y mezclar fragmentos pertenecientes a diversas tradiciones ideológicas y construir con estos fragmentos, y con nuevos fragmentos extraídos de las corrientes de pensamiento más contemporáneas, unas configuraciones ideológico-políticas caleidoscópicas y fluidas, en constante recomposición.
Los referentes identitarios y las posiciones de lucha ya no buscan la estabilidad, la permanencia y la fijación que ofrecían tanto las ideologías como las organizaciones del pasado. La guerra de movimiento sustituye a la guerra de trincheras, tanto en el plano ideológico como en el plano del activismo socio-político.
Las fijaciones que cristalizan puntualmente para posibilitar los enfrentamientos son posiciones deliberadamente precarias y provisionales. Se disuelven y se recomponen constantemente en busca de nuevos escenarios de conflicto.
La articulación, flexible y cambiante, sustituye en el actual imaginario antagonista a la vieja imagen de “la organización” como estructura estable, asentada en el espacio y en el tiempo. La nueva disidencia ya no habita entre las paredes sólidas de una organización pensada como un “edificio” (”nuestra casa”, solían decir, por ejemplo, los viejos anarquistas para referirse a la CNT); su lugar se dibuja en forma de redes que nacen, cristalizan, se transforman y se desvanecen sin ninguna nostalgia por su posible solidificación.
Quienes están forjando actualmente el nuevo disenso socio-político carecen de cartas de navegación, las tienen que ir dibujando poco a poco, al igual que lo hicieron antaño quienes fueron creando el anarquismo por medio de sus textos, de sus debates y de sus luchas. Sus múltiples operaciones de resistencia conducen a resignificar lo político, a desestabilizar los antiguos significados, y a forjar un nuevo ethos subversivo. Pero no como fruto de una pura teorización, ni tampoco como mero resultado de un examen crítico de los esquemas heredados. Las nuevas formas de pensar, de ser y de vivir el antagonismo social se conforman, al igual que lo hizo el viejo anarquismo, desde dentro y como efecto de las luchas que suscita el nuevo orden social. Por eso, los nuevos movimientos sociales conectan tan rabiosamente con las nuevas condiciones sociales de existencia.
Al insistir reiteradamente sobre “el aire de familia” que une al anarquismo con el actual antagonismo social, no quisiera dar a entender que todo el antagonismo social radical congenie con postulados afines al anarquismo. Está claro que frente a la desigualdad, a la discriminación, a la explotación, a la dominación y a la injusticia social, son muchas y muy diversas las respuestas antagónicas que se pueden articular. El anarquismo, o algo que se le parezca, es tan sólo una de esas respuestas, y otras opciones son posibles y plenamente legítimas.
Si algunas de las nuevas respuestas socioantagónicas mantienen cierto “aire de familia” con el viejo anarquismo, es porque conectan con el rasgo más específico y más distintivo del anarquismo. Me estoy refiriendo a su hipersensibilidad frente a la autoridad, a su rechazo frontal de todas las manifestaciones de poder, o mejor dicho, del ejercicio de poder; y me estoy refiriendo a su intuición de que no hay ningún ejercicio de poder que no deba ser vehementemente cuestionado como radicalmente contradictorio con cualquier finalidad libertadora, como letal, a corto, medio o largo plazo, para cualquier finalidad emancipadora.
Más vale equivocarse, pero tomando las decisiones desde abajo, que acertar siguiendo directrices, vengan de donde vengan. En esto radica precisamente el “aire de familia” entre el nuevo anarquismo, que ya no se llamará anarquismo, y el viejo anarquismo.
El anarquismo es básicamente crítica, enfrentamiento y voluntad de subversión de las relaciones de poder, y las relaciones de poder, contrariamente a lo que pretenden las utopías anarquistas, son intrínsecas a lo social, entonces algo de lo que inspira al anarquismo tiene garantizada una actualidad que perdurará mientras existan sociedades. No me estoy refiriendo, claro está, al anarquismo como producto socio-histórico ya conformado e instituido, sino a aquello que, con otras denominaciones y con otras conformaciones, seguirá haciendo del cuestionamiento de las relaciones de poder su principal cometido, sean cual sean las modalidades que adopten estos efectos. En este sentido, y sólo en este sentido, las proclividades anarcoides del pensamiento crítico y de las luchas sociales presentan una actualidad que desborda las épocas y entronca, no ya con las “largas duraciones” descritas por algunos historiadores, sino con larguísimas duraciones.
Permitidme ahora que concluya en clave interiorista, quiero decir, mirando hacia dentro del movimiento anarquista y dirigiéndome a quienes se ubican en la esfera de influencia del anarquismo.
Lo que está naciendo en estos momentos sólo puede ser radicalmente innovador, subversivo y actual, desde la diferencia con nuestros propios esquemas, desde su transgresión y desde su profunda transformación.
Abandonar las viejas cartas de navegación y no ofrecer resistencia a las mutaciones. Ahí está el reto, en el momento presente.
La renovada actualidad del anarquismo no se debe a que los anarquistas hayan desarrollado una actividad propagandística, o pedagógica, que haya conseguido convencer a las gentes. Tampoco se debe a que la presencia de los anarquistas en las luchas haya sido lo suficientemente intensa y acertada como para atraer hacia ellos sectores importantes de la población. Nada de todo esto. Sea cual sea el ámbito que se quiera considerar, la actividad de los anarquistas no traspasa desde hace tiempo la esfera de lo testimonial.
La renovada actualidad del anarquismo no tiene nada que ver con el activismo político de los anarquistas; se debe más bien a la conjunción de una serie de factores que dibujan un nuevo escenario donde algunas de las intuiciones más básicas del anarquismo encajan a la perfección y encuentran nuevas posibilidades de expresión. Estos factores tienen que ver con la propia evolución de nuestras sociedades, y en particular con la nueva economía del poder que las conforma, así como con los desarrollos tecnológicos que se están produciendo en las últimas décadas. Estos factores también tienen que ver con las grandes experiencias históricas que nos ha deparado el siglo XX, y con algunas de las aportaciones más relevantes del pensamiento contemporáneo.
Intentaré poner en paralelo algunos de los factores que acabo de mencionar y algunas de las intuiciones básicas que caracterizan al anarquismo, y que siempre giran, de una forma o de otra, en torno a la especial importancia que otorga el pensamiento anarquista a la problemática del poder y la autoridad.
El desglose pormenorizado de la nueva economía del poder que se instala en nuestras sociedades requeriría tomos y tomos de laboriosos análisis. Tan sólo aludiré aquí a la sutil combinación y a la fina sinergia entre los ejercicios de poder basados en el control de las poblaciones, y los ejercicios de poder centrados en el control individualizado, así como a la constante extensión de las facetas de la existencia que pasan a constituirse como blanco de las intervenciones del poder. Todo esto, posibilitado en buena medida por el desarrollo de las nuevas tecnologías de la información y también de la comunicación, aproxima de tal forma el ejercicio del poder al día a día de nuestra existencia, que difícilmente se puede evitar en la actualidad acallar el sentimiento de que el ejercicio del poder constituye un fenómeno omnipresente y del cual conviene preocuparse en primerísima instancia, tal y como lo apuntaban las intuiciones anarquistas. Esas intuiciones recelaban también de cualquier planteamiento expresado en términos de centralismo, sea éste democrático o no. Y resulta que las nuevas tecnologías posibilitan hoy el desarrollo de relaciones horizontales muy alejadas de los modelos verticales que se perfilaban hasta hace poco como los únicos susceptibles de proporcionar cierta eficacia organizativa.
Pero, más profundamente, la intuición anarquista según la cual las relaciones de dominación desbordan con mucho las relaciones y los modos de producción, aunque siempre se puede encontrar algún tipo de engarce con estos últimos, ha recibido y está recibiendo amplia confirmación social mediante la emergencia y el auge de nuevos movimientos sociales centrados en unos procesos de exclusión y de discriminación que son transversales respecto de las relaciones de dominación económicas.
Por otra parte, las grandes experiencias históricas que nos ha deparado el siglo XX, especialmente las que afectaron a los llamados “socialismos reales” , caso de la Revolución en España, también han contribuido a situar dramáticamente en un primer plano la importancia, nada superestructural ni secundaria, que reviste el fenómeno del poder. La intuición anarquista de que lo instituido siempre acaba traicionando los anhelos que animan los procesos instituyentes, tanto si nos referimos a la consolidación de las agendas teóricas como a la consolidación de las organizaciones que las implementan, o a la consolidación de las situaciones políticas alumbradas por los procesos revolucionarios, ha quedado visibilizada de forma perentoria.
En el campo del pensamiento contemporáneo son varias las aportaciones que han contribuido a redescubrir y a situar en primer plano la importancia de las relaciones de poder. Pero más allá de estas aportaciones, me gustaría destacar otro factor que da cuenta, quizá, de la buena sintonía y del encaje que se produce entre algunos aspectos del pensamiento anarquista y algunas de las formulaciones más incisivas y más actuales del pensamiento contemporáneo.
La falta de sistematicidad y de sofisticación teórica del anarquismo, su anclaje en la razón práctica y en la intuición más que en la razón científica, han contribuido a que el pensamiento anarquista fuese menos permeable que otras formulaciones, como el marxismo por ejemplo, a las influencias de la ideología de la modernidad, a los supuestos de la Ilustración y a los supuestos cientificistas de la razón científica. Quizá sea por esto por lo que el anarquismo conecta mejor con ciertas formulaciones posmodernas y también con las nuevas concepciones en torno a la naturaleza de la razón científica.
Esa insistencia anarquista en vincular estrechamente las opciones políticas y las opciones de vida, es decir, el anarquismo como forma de ser y vivir, como dispositivo de fusión de lo político y de lo existencial, como convencimiento de que no se puede posponer para después de una eventual revolución la puesta en práctica de los principios de vida socio-antagónicos, y que no se puede supeditar el presente a las promesas ubicadas en el futuro. Todo esto conecta también con las experiencias y con el ethos actual de buena parte de esa gente que se suele etiquetar de antisistema, y que pugna por crear espacios de vida y formas de ser alternativas.
Por lo demás, basta con mirar atentamente al presente para percibir, aunque sea vagamente, que las formas que está tomando el nuevo imaginario subversivo, que prescinde, naturalmente, y quizá felizmente, del vocablo “anarquismo” para autodefinirse, guarda, sin embargo, un inconfundible “aire de familia” con el pensamiento anarquista y con sus intuiciones básicas.
Aprovecho este momento, después de haber mencionado tantas veces la palabra “intuición”, para abrir un paréntesis y para aclarar que cuando me refiero a “intuición” o a “intuiciones”, no me estoy refiriendo, por supuesto, a nada que se asemeje a una inefable inspiración caída del cielo o del platónico mundo de las ideas. Las intuiciones básicas del anarquismo están enraizadas en un denso fondo de experiencias multiseculares y de saberes más o menos soterrados, que constituyen el legado depositado por infinitas luchas contra la dominación y contra la explotación.
La nueva expresión del antagonismo social que ya está naciendo apresurada y caóticamente bajo nuestros propios ojos, se está inventando sobre la marcha, en las mismas condiciones de efervescencia instituyente que presidieron la invención del viejo anarquismo, y con el mismo radical escepticismo frente a todos los esquemas heredados, incluido el anarquismo, en tanto que se ha convertido, él mismo, en un esquema heredado.
Ya no se aceptan hoy en día los idearios y las agendas totalizadores que pretenden contemplarlo todo bajo un punto de vista estable y omnicomprensivo. No se tiene ningún reparo en robar y mezclar fragmentos pertenecientes a diversas tradiciones ideológicas y construir con estos fragmentos, y con nuevos fragmentos extraídos de las corrientes de pensamiento más contemporáneas, unas configuraciones ideológico-políticas caleidoscópicas y fluidas, en constante recomposición.
Los referentes identitarios y las posiciones de lucha ya no buscan la estabilidad, la permanencia y la fijación que ofrecían tanto las ideologías como las organizaciones del pasado. La guerra de movimiento sustituye a la guerra de trincheras, tanto en el plano ideológico como en el plano del activismo socio-político.
Las fijaciones que cristalizan puntualmente para posibilitar los enfrentamientos son posiciones deliberadamente precarias y provisionales. Se disuelven y se recomponen constantemente en busca de nuevos escenarios de conflicto.
La articulación, flexible y cambiante, sustituye en el actual imaginario antagonista a la vieja imagen de “la organización” como estructura estable, asentada en el espacio y en el tiempo. La nueva disidencia ya no habita entre las paredes sólidas de una organización pensada como un “edificio” (”nuestra casa”, solían decir, por ejemplo, los viejos anarquistas para referirse a la CNT); su lugar se dibuja en forma de redes que nacen, cristalizan, se transforman y se desvanecen sin ninguna nostalgia por su posible solidificación.
Quienes están forjando actualmente el nuevo disenso socio-político carecen de cartas de navegación, las tienen que ir dibujando poco a poco, al igual que lo hicieron antaño quienes fueron creando el anarquismo por medio de sus textos, de sus debates y de sus luchas. Sus múltiples operaciones de resistencia conducen a resignificar lo político, a desestabilizar los antiguos significados, y a forjar un nuevo ethos subversivo. Pero no como fruto de una pura teorización, ni tampoco como mero resultado de un examen crítico de los esquemas heredados. Las nuevas formas de pensar, de ser y de vivir el antagonismo social se conforman, al igual que lo hizo el viejo anarquismo, desde dentro y como efecto de las luchas que suscita el nuevo orden social. Por eso, los nuevos movimientos sociales conectan tan rabiosamente con las nuevas condiciones sociales de existencia.
Al insistir reiteradamente sobre “el aire de familia” que une al anarquismo con el actual antagonismo social, no quisiera dar a entender que todo el antagonismo social radical congenie con postulados afines al anarquismo. Está claro que frente a la desigualdad, a la discriminación, a la explotación, a la dominación y a la injusticia social, son muchas y muy diversas las respuestas antagónicas que se pueden articular. El anarquismo, o algo que se le parezca, es tan sólo una de esas respuestas, y otras opciones son posibles y plenamente legítimas.
Si algunas de las nuevas respuestas socioantagónicas mantienen cierto “aire de familia” con el viejo anarquismo, es porque conectan con el rasgo más específico y más distintivo del anarquismo. Me estoy refiriendo a su hipersensibilidad frente a la autoridad, a su rechazo frontal de todas las manifestaciones de poder, o mejor dicho, del ejercicio de poder; y me estoy refiriendo a su intuición de que no hay ningún ejercicio de poder que no deba ser vehementemente cuestionado como radicalmente contradictorio con cualquier finalidad libertadora, como letal, a corto, medio o largo plazo, para cualquier finalidad emancipadora.
Más vale equivocarse, pero tomando las decisiones desde abajo, que acertar siguiendo directrices, vengan de donde vengan. En esto radica precisamente el “aire de familia” entre el nuevo anarquismo, que ya no se llamará anarquismo, y el viejo anarquismo.
El anarquismo es básicamente crítica, enfrentamiento y voluntad de subversión de las relaciones de poder, y las relaciones de poder, contrariamente a lo que pretenden las utopías anarquistas, son intrínsecas a lo social, entonces algo de lo que inspira al anarquismo tiene garantizada una actualidad que perdurará mientras existan sociedades. No me estoy refiriendo, claro está, al anarquismo como producto socio-histórico ya conformado e instituido, sino a aquello que, con otras denominaciones y con otras conformaciones, seguirá haciendo del cuestionamiento de las relaciones de poder su principal cometido, sean cual sean las modalidades que adopten estos efectos. En este sentido, y sólo en este sentido, las proclividades anarcoides del pensamiento crítico y de las luchas sociales presentan una actualidad que desborda las épocas y entronca, no ya con las “largas duraciones” descritas por algunos historiadores, sino con larguísimas duraciones.
Permitidme ahora que concluya en clave interiorista, quiero decir, mirando hacia dentro del movimiento anarquista y dirigiéndome a quienes se ubican en la esfera de influencia del anarquismo.
Lo que está naciendo en estos momentos sólo puede ser radicalmente innovador, subversivo y actual, desde la diferencia con nuestros propios esquemas, desde su transgresión y desde su profunda transformación.
Abandonar las viejas cartas de navegación y no ofrecer resistencia a las mutaciones. Ahí está el reto, en el momento presente.
Cosas veredes que farán fablar las piedras
Me parece genial el analisis de Free lancer pero en cuestión de vislumbrarlo en la practica y en algo concreto no lo veo, quizas porque en valladolid no exista esa via o porque lo unico nuevo que surge es lo viejo pero con aire fresco, con ganas de hacer cosas y de mejorar permanentemente.
Regeneración Libertaria
Tierra y Libertad
Todo por hacer
La Iconoclasta
Puede que lo que hacemos no traiga siempre la felicidad, pero si no hacemos nada, no habrá felicidad.
Acratosaurio Rex escribió:Por eso yo os digo: ¡Desconfiad de los líderes que os dicen que no existe diferencia entre la violencia del poderoso y vuestra reacción ante ella! ¡Desconfiad de los traidores! Esa idea es propia del hombre que habla con lengua de serpiente, y que quiere, o bien manteneros en la pasividad, o que le obedezcáis.
Yo canto a la chillaneja
si tengo que decir algo
y no tomo la guitarra
por conseguir un aplauso.
Yo canto la diferencia
que hay de lo cierto a lo falso.
De lo contrario, no canto.
Y mueran los traidores.
Totalmente de acuerdo, nunca dije que la violencia del poderoso es igual a la violencia del oprimido, malinterpretas loq ue digo si esto va dirijido a mi, yo dije que todarevolucion es autoritaria, y no todos los oprimidos van a estar de acuerdo con la revolucion porque se lo mejor para todos, es mas puede que se alien con el poderoso por ignorancoa u otros factores, pero en una revolucion no siempre vas a tener a todos los poderosos de un lado y a todos los oprimidos de otro y que el enfrentamiento ocurrira sin crisis y armonicamente o de forma natural, y luego esta la transicion o los dueños del poder o los que nunca tuvieron poder pero estan del aldo de ellos se van a quedar con los brazos cruzados?
Y mueran los traidores de accion
- lo carraco
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Re: anarquia
bueno, dicho esto por mi se cierra el debate, está claro que para sustituir a la dictadura del capital hay que recurrir a la dictadura del partido, yo me vuelvo al campo, me monto una comuna y me olvido del mundo: a tomar viento!TRAPERA escribió:4)Lo de la cultura asamblearia es medio discutible, siempre hara falta gente mas informada y armada teoricamente para "dirigir" en el buen sentido a la gente, es un mito anarquista de que todos participan igualmente con lasmejrores intenciones, hay gente que no sirve para nada, lo siento pero no todo es color de rosa, seria de deasear que fuera asi como dices, pero historicamente nunca lo a sido ni nunca lo sera
Y qué bonito sería si no fuera mentira
D.B.
D.B.
- Acratosaurio Rex
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Una mujer que se sacude a un violador de encima, no es una autoritaria. Un anarquista que se sacude a un dominador de encima, no es un autoritario. Y en esa sacudida, da igual que quien la realiza sea uno, mil o diez mil, da igual que la humanidad entera se le oponga, porque en ese momento de rebeldía, esa persona es TODO. Por eso, la revolución anarquista nunca será autoritaria. Leninistas y Trotskistas que citáis a Lenin y que os camufláis con ramajos traicioneros para parecer lo que no sois y alabar al partido correcto y al líder correcto: Lenin dijo misa, pero el Acratosaurio Rex, ha hablado.
Definición de Pueblo en: viewtopic.php?t=30571
¿Cómo organizaré el mundo? en: viewtopic.php?f=27&t=32842&start=0
Conoce y aniquila la traición en: viewtopic.php?t=25433
¿Cómo organizaré el mundo? en: viewtopic.php?f=27&t=32842&start=0
Conoce y aniquila la traición en: viewtopic.php?t=25433
- Peterpan
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A ver, yo quiero retomar el tema por el cual inicié este post. Por mi parte no me interesa discutir cuál de los dos visiones es la más correcta. Yo lo tengo claro, la táctica Marxista-Lenininsta no es la mía. Tengo muchos más argumentos para posicionarme como Anarquista...
Creo que esta respuesta que me estáis dando la encuentro suficientemente válida. Quien se rebela no es autoritario, sólo se libera. Considerar autoritario o no, implica dos visiones del mundo bastante distinta.
Me surgen las siguientes dudas. Lenin habla una vez hecha la revolución, lo que se implantaría "La Dictadura del Proletariado". Es decir, que se implantaría un Autoritarismo contra los Burgueses. Esto implicaría que los Obreros y sobreentiende que el Partido (La historia ha demostrado que siempre ha acabado siento el partido y no los obreros) imponen un poder contra los burgueses que los explotaron.
Aquí estoy algo confuso, ya que el Anarquismo implica que sea los obreros organizados federalmente en sectores industriales, en comunidades, Naciones, etc.. y federarse según las necesidades. Es decir, cómo crea oportuno cada sociedad. Y entonces destruyen el Estado. Esto implicaría filosóficamente que no hay un autoritarismo en la sociedad.
Sin embargo, el Marxismo supone mantener el Estado hasta su extinción, en el cual el Partido lo controlaría. El Estado estaría controlado por Asambleas Populares (Soviets). Estado bajo control Obrero. El Estado sería Autoritario. (La historia demostró lo poco que duró ese control Obrero, aquí la razón por los que muchos nos oponemos al Marxismo)
Está claro, la diferencia entre las dos posiciones. Pero, me surge la siguiente duda. El Marxismo queda claro que es Autoritario contra los Burgueses, pero ¿ El Anarquismo una vez consumada la Revolución ?
El tema es confuso de definir. Pero, creo esencial tener claro estás cosas cuando debates estos temas... por eso pregunto
Acratosaurio Rex escribió:Una mujer que se sacude a un violador de encima, no es una autoritaria. Un anarquista que se sacude a un dominador de encima, no es un autoritario. Y en esa sacudida, da igual que quien la realiza sea uno, mil o diez mil, da igual que la humanidad entera se le oponga, porque en ese momento de rebeldía, esa persona es TODO. Por eso, la revolución anarquista nunca será autoritaria. Leninistas y Trotskistas que citáis a Lenin y que os camufláis con ramajos traicioneros para parecer lo que no sois y alabar al partido correcto y al líder correcto: Lenin dijo misa, pero el Acratosaurio Rex, ha hablado.
Creo que esta respuesta que me estáis dando la encuentro suficientemente válida. Quien se rebela no es autoritario, sólo se libera. Considerar autoritario o no, implica dos visiones del mundo bastante distinta.
Me surgen las siguientes dudas. Lenin habla una vez hecha la revolución, lo que se implantaría "La Dictadura del Proletariado". Es decir, que se implantaría un Autoritarismo contra los Burgueses. Esto implicaría que los Obreros y sobreentiende que el Partido (La historia ha demostrado que siempre ha acabado siento el partido y no los obreros) imponen un poder contra los burgueses que los explotaron.
Aquí estoy algo confuso, ya que el Anarquismo implica que sea los obreros organizados federalmente en sectores industriales, en comunidades, Naciones, etc.. y federarse según las necesidades. Es decir, cómo crea oportuno cada sociedad. Y entonces destruyen el Estado. Esto implicaría filosóficamente que no hay un autoritarismo en la sociedad.
Sin embargo, el Marxismo supone mantener el Estado hasta su extinción, en el cual el Partido lo controlaría. El Estado estaría controlado por Asambleas Populares (Soviets). Estado bajo control Obrero. El Estado sería Autoritario. (La historia demostró lo poco que duró ese control Obrero, aquí la razón por los que muchos nos oponemos al Marxismo)
Está claro, la diferencia entre las dos posiciones. Pero, me surge la siguiente duda. El Marxismo queda claro que es Autoritario contra los Burgueses, pero ¿ El Anarquismo una vez consumada la Revolución ?
El tema es confuso de definir. Pero, creo esencial tener claro estás cosas cuando debates estos temas... por eso pregunto

«Come, join in the only battle wherein no man can fail,
where whoso fadeth and dieth, yet his deed shall still prevail»
by William Morris, The day is coming (Chants for socialists)
ja
Lo carassco nadie hablo de dictadura DE PARTIDO, lees cosas que no son.
Actratosaurio, toda revolucion es autoritaria, no se que entiendes tu por autoritarismo en un una revolucion, los ejemplos que tu das son obvios.
"la revolucion anarquista nunca sera autoritaria", entonces la revolucion anarquista esta destinada a fracasar, que poco conoces a la gente dinosaurio....
peterpan, preguntales comos eria el anarquismo contra los burgueses, los no burgueses y todos los otros elementos despues de consumada la revolucion
Actratosaurio, toda revolucion es autoritaria, no se que entiendes tu por autoritarismo en un una revolucion, los ejemplos que tu das son obvios.
"la revolucion anarquista nunca sera autoritaria", entonces la revolucion anarquista esta destinada a fracasar, que poco conoces a la gente dinosaurio....
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- Acratosaurio Rex
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El acratosaurio rex se siente muy satisfecho de que hagas esa pregunta, porque solemos debatirla en las sesiones de terapia de grupo. Te planteo el siguiente ejemplo sacado de mi vida cotidiana. La Comunidad Terapéutica en la que resido (antiguo manicomio), está regida por una serie de profesionales: siquiatra, sicóloga, trabajadores sociales, terapeuta ocupacional, enfermera... En la pequeña sociedad que formamos, los internos estamos sometidos a un reglamento y obedecemos las prescripciones y el horario. Si mañana los locos derribásemos el sistema de dominación y estableciésemos un régimen de igualdad y libertad anarquista, dejaría de haber profesionales y locos, y tan solo habría personas libres. Y entonces sería imposible que los locos ejerciésemos la dominación contra los profesionales, dado que ni unos ni otros existirían. Las revoluciones leninistas, fruto de la traición y el poder omnímodo de supuestos dirigentes clarividentes, por supuesto que establecen una dictadura, quitan a unos y ponen a otros. La revolución anarquista, simplemente destruye y libera, tanto a unos como a otros. La revolución anarquista rompe las cadenas, la de los dominados, sí. Pero también las de los dominantes. Espero haber sido suficientemente claro. Porque el Acratosaurio Rex, ha hablado.Peterpan escribió:Pero, me surge la siguiente duda. El Marxismo queda claro que es Autoritario contra los Burgueses, pero ¿ El Anarquismo una vez consumada la Revolución ?
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¿Cómo organizaré el mundo? en: viewtopic.php?f=27&t=32842&start=0
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- Peterpan
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Re: ja
Yo digo:TRAPERA escribió:
peterpan, preguntales comos eria el anarquismo contra los burgueses, los no burgueses y todos los otros elementos despues de consumada la revolucion
Como ves leí bien, conozco la idea de Dictadura del Proletariado, pero la idea es muy bonita, pero la historia ha demostrado que fue más la dictadura del Partido con el Gran Cerdo a la Cabeza (Recomiendo "Rebelión en la Granja")Peterpan escribió:]Me surgen las siguientes dudas. Lenin habla una vez hecha la revolución, lo que se implantaría "La Dictadura del Proletariado". Es decir, que se implantaría un Autoritarismo contra los Burgueses.
Lo que ha fracasado es la Revolución Marxista-Leninista, y no solo lo ha hecho una vez. Nosotros tenemos las excusa de que los Stalinistas nos traicionaron en la Guerra Civil... Hasta que tengamos nuestra oportunidad, no nos van a poder acusar de fracaso. Lo demás es pura especulación, más propia del fracaso del MarxismoTRAPERA escribió:Lo carassco nadie hablo de dictadura DE PARTIDO, lees cosas que no son.
Actratosaurio, toda revolucion es autoritaria, no se que entiendes tu por autoritarismo en un una revolucion, los ejemplos que tu das son obvios.
"la revolucion anarquista nunca sera autoritaria", entonces la revolucion anarquista esta destinada a fracasar, que poco conoces a la gente dinosaurio....

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- Peterpan
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Por mi parte yo me considero respondido. Estoy satisfecho y lo tengo todo más claroAcratosaurio Rex escribió:El acratosaurio rex se siente muy satisfecho de que hagas esa pregunta, porque solemos debatirla en las sesiones de terapia de grupo. Te planteo el siguiente ejemplo sacado de mi vida cotidiana. La Comunidad Terapéutica en la que resido (antiguo manicomio), está regida por una serie de profesionales: siquiatra, sicóloga, trabajadores sociales, terapeuta ocupacional, enfermera... En la pequeña sociedad que formamos, los internos estamos sometidos a un reglamento y obedecemos las prescripciones y el horario. Si mañana los locos derribásemos el sistema de dominación y estableciésemos un régimen de igualdad y libertad anarquista, dejaría de haber profesionales y locos, y tan solo habría personas libres. Y entonces sería imposible que los locos ejerciésemos la dominación contra los profesionales, dado que ni unos ni otros existirían. Las revoluciones leninistas, fruto de la traición y el poder omnímodo de supuestos dirigentes clarividentes, por supuesto que establecen una dictadura, quitan a unos y ponen a otros. La revolución anarquista, simplemente destruye y libera, tanto a unos como a otros. La revolución anarquista rompe las cadenas, la de los dominados, sí. Pero también las de los dominantes. Espero haber sido suficientemente claro. Porque el Acratosaurio Rex, ha hablado.Peterpan escribió:Pero, me surge la siguiente duda. El Marxismo queda claro que es Autoritario contra los Burgueses, pero ¿ El Anarquismo una vez consumada la Revolución ?

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A los 5 minutos llega la policia los cagan a palos y no pasa nada porque los locos no les importan a nadie y restablecen el antiguo psiquiatrico (eso es en un psiquiatrico imaginense en una sociedad en la que se les ha quitado el poder a algunos) ayayayay lo que es la teoria!! en lo referente a Lenin estoy de acuerdo con el dinosaurio acrataEl acratosaurio rex se siente muy satisfecho de que hagas esa pregunta, porque solemos debatirla en las sesiones de terapia de grupo. Te planteo el siguiente ejemplo sacado de mi vida cotidiana. La Comunidad Terapéutica en la que resido (antiguo manicomio), está regida por una serie de profesionales: siquiatra, sicóloga, trabajadores sociales, terapeuta ocupacional, enfermera... En la pequeña sociedad que formamos, los internos estamos sometidos a un reglamento y obedecemos las prescripciones y el horario. Si mañana los locos derribásemos el sistema de dominación y estableciésemos un régimen de igualdad y libertad anarquista, dejaría de haber profesionales y locos, y tan solo habría personas libres. Y entonces sería imposible que los locos ejerciésemos la dominación contra los profesionales, dado que ni unos ni otros existirían. Las revoluciones leninistas, fruto de la traición y el poder omnímodo de supuestos dirigentes clarividentes, por supuesto que establecen una dictadura, quitan a unos y ponen a otros. La revolución anarquista, simplemente destruye y libera, tanto a unos como a otros. La revolución anarquista rompe las cadenas, la de los dominados, sí. Pero también las de los dominantes. Espero haber sido suficientemente claro. Porque el Acratosaurio Rex, ha hablado.