Nuestra identidad como personas

Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
Rumbero
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Mensaje por Rumbero » 08 Oct 2007, 00:13

Alquimista: Yo eso último no lo he entendido.

Yo también me apunto a lo de persona en el mundo.

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Alquimista loco
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Mensaje por Alquimista loco » 08 Oct 2007, 00:30

Rumbero escribió:Alquimista: Yo eso último no lo he entendido.
Supongo que te referirás a la pregunta.
DecontrolSchizo82 escribió:Yo también quiero eso de ser "ciudadano del mundo" o "universalista", o algo así, que suena muy vago y abierto a todo tipo de posibilidades locas y divertidas.
Eso, cosa de bohemios.

Rumbero
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Mensaje por Rumbero » 08 Oct 2007, 01:17

No, me refería más bien a esto:
Alquimista loco escribió: Pero lo que verdaderamente me inquieta es la posibilidad de que a alguien como tú le moleste el desapego que se pueda tener hacia lo reprimido
¿Se puede tener desapego hacia lo reprimido? Hay varias teorías del desapego, y Stirner hizo en buena parte suya esa filosofía. Pero no entiendo el desapego acia la cosa reprimida.

Además, ser universalista no es ni loco, ni lo veo divertido ni de bohemio. Es dar un paso a la comprensión de que el mundo es uno, y las diferencias anécdotas. Es una identidad capaz de unir muchas identidades y de manetenerlas vivas a la vez.

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Alquimista loco
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Mensaje por Alquimista loco » 08 Oct 2007, 01:35

No hablaba del desapego hacia cualquier cosa reprimida, hablaba del simple sentimiento de desapego hacia la cultura concreta a la que se refería DecontrolSchizo82 en su mensaje, a cuya revalorización daba prioridad por encima de la "experimentación apátrida"*.

A mí tampoco me parece ni de locos ni de bohemios, de ahí mi inquietud al ver que quizás (y hago énfasis en el quizás, ojo) se esté ridiculizando un sentimiento ajeno sencillamente por no haberlo experimentado uno mismo. El rollo cosmopolita es tan vago y difuso como la noción misma de patria. Y si hace escasos mensajes se dejó claro que no se podía procesar de manera tan fría y racional (simulando el funcionamiento de un ordenador) ese aspecto de la identidad, no sé por qué suerte de criterio mágico no-fríamente-racional se determina qué sentimiento es El Adecuado y cuál no, quedando el inadecuado para los bohemios pintorescos y excéntricos.


* No sería el primer caso en el que se ridiculiza una idea para subordinarla a algún interés: http://img103.imageshack.us/img103/1702/aip083hc0.jpg

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Siroco
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Mensaje por Siroco » 08 Oct 2007, 06:34

Alquimista loco escribió:...Y si hace escasos mensajes se dejó claro que no se podía procesar de manera tan fría y racional (simulando el funcionamiento de un ordenador)
Razonar es algo que se puede hacer sobre cualquier tema. Se puede razonar la descripción de una roca, y se puede razonar describiendo la identidad. Siempre quien describe selecciona unos rasgos y deja a un lado otros, así que todo razonamiento no es más que una interpretación de la realidad. Yo me limito a dar mi propia interpretación, que se acercará más a la realidad, o menos. ¿Que no se puede ser racional a la hora de analizar los sentimientos nacionales, amorosos o de cualquier tipo? Claro que se puede. Por otra parte, lo que dice Alquimista Loco del sentimiento nacional, es correcto en mi opinión. Los nacionalistas suelen ser incapaces de definir su cultura, por lo vago y abierto de la misma. Por eso llegan a decir eso de "ser de tal sitio es ser de tal sitio". Y con eso les basta y les sobra.

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DecontrolSchizo82
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Mensaje por DecontrolSchizo82 » 08 Oct 2007, 10:49

No menosprecio el rollo de "ciudadano del mundo". Simplemente digo que para algunos, no resulta una opción. Es como cuando leía lo de "mi lengua no me provoca más apego que el de un instrumento. Sirve para comunicarme, y ya está. Como una cuchara, es un simple instrumento para un fin". Y alguien le contestaba "Por supuesto que para ti tu lengua es sólo un instrumento y no te preocupa más allá de ello. Es la puta segunda lengua más hablada del mundo y no va camino de la desparición ni has vivido en tus carnes el que se te discrimine por utilizarla".

Me encanta el rollo de "ciudadano del mundo", insisto. Pero cuando has oído lo de "a mí me hablas en español que estamos en España" o incluso a bocas anarquistas (no lo digo por los presentes, en serio) soltarte putrefactas palabras como "buscas provocar la desunión", pues como que te resulta un poco difícil que te la resbale tanto el tema.

Con lo de locas y divertidas posibilidades hacía referencia a que en la teoría y en cierto contexto, la idea suena genial. En otros trasfondos, creo haber experimentado que su aplicación es un salvoconducto para la inactividad en un frente que entiendo necesario.
And the world did gaze, in deep amaze,
at those fearless men, but few
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might shine through the foggy dew.

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AaA
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Mensaje por AaA » 08 Oct 2007, 20:53

Siempre resulta mas facil ser cosmopolita y antinacionalista cuando parte de tu cultura (parte de tu identidad) no es discriminada ni esta por desaparecer.

Lo digo por el gran numero de españoles que no se consideran nacionalistas, cuando luego a la hora de la verdad... que les toquen "su" territorio o su lengua. Por suerte el anarquismo esta casi totalmente libre de estas tonterias.

Brutus
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Mensaje por Brutus » 08 Oct 2007, 22:13

Para quienes fuimos desertores, prófugos e insumisos, y nos negamos a vestir uniforme y a besar la bandera, ser antinacionalista y antimilitarista no fue nada fácil. Fuimos universalistas y cosmopolitas, porque queremos que nuestra cultura, nuestras tradiciones y nuestras costumbres, basadas en la guerra, la avaricia y la dominación, sean discriminadas por la revolución y desaparezcan. Queremos barrer lo viejo y traer lo nuevo y lo mejor. Por eso somos antinacionalistas.

Rumbero
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Mensaje por Rumbero » 09 Oct 2007, 07:17

AaA escribió:Siempre resulta mas facil ser cosmopolita y antinacionalista cuando parte de tu cultura (parte de tu identidad) no es discriminada ni esta por desaparecer.
Hay gente que se ha hecho cosmopolita, antinacionalista y anarquista, cuando ha comprendido lo falso de la nación, cómo se emplea esa cosa para maltrato. La identidad de una persona buena, solidaria, que se enfrenta a la injusticia y que procura un mundo mejor, siempre está en peligro, siempre está discriminada y siempre está por desaparecer. El anarquismo siempre es una opción fácil a cualquiera que entienda esto.

vaevictis
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Mensaje por vaevictis » 09 Oct 2007, 08:11

La verdad es q sobre este tema sufro vaivenes de opinion: por un lado entiendo el empeño de defender lo q te intentan negar por la fuerza, pero por otro lado no resulta muy logico utilizar los mismos argumentos q el enemigo para combatirlo; solo digo q al nacionalismo hay q tenerlo respeto y miedo, y q es un peligro ningunearlo
Muchachos: ahí tenéis a una vanguardia que lleva la antorcha hacia el futuro donde refulge la Nada": jorge (el d este foro)

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Tyler_Durden
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Mensaje por Tyler_Durden » 09 Oct 2007, 08:11

Una cosa es entender la lengua como algo a proteger, así como (a pesar de que pienso que no sirven de nada) las tradiciones que no impliquen autoridad. Eso no tiene nada que ver con la idea de nación burguesa, sino como forma de proteger la propia cultura, sin imponerla claro.

Yo no me considero ni cosmopolita ni patriota, me siento de la Tierra, del planeta. Creo que es lo más concreto que existe en este ámbito.

Pero ya sabemos que todo depende de dónde seas, y a qué Estado pertenezcas. ¿Acaso hay forma "real" de sentirse español, aparte del nacionalismo casposo y totalizante y del toro de Osborne, el flamenco y las corridas?

¿Y el orgullo nacional? ¿Borra los acontecimientos históricos que desagradan a quienes lo profesan? ¿O se mantiene intacto a pesar de ellos?

Los nacionalismos dependen mucho del hecho de ser propios del Estado colonizador o de la colonia. Lo segundo es la reacción propia ante la opresión. Unión entre la gente en torno a un objetivo irracional. Lo malo es la cantidad de extrañ@s y desagradables compañer@s de viaje con quienes te puedes encontrar.
Y entonces ocurrió algo. Me solté. Me sumí en el olvido, oscuro, silencioso y completo. Al perder la esperanza, hallé la libertad.

duducou
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Mensaje por duducou » 09 Oct 2007, 09:22

Revista del IES Lucus Solis. Sanlúcar la Mayor. Sevilla.
LA OTRA GENERACIÓN DEL 98
Mito y realidad en torno a la España de 1898

La pérdida de Cuba y Filipinas y demás posesiones imperiales españolas en 1898 (salvo las africanas) fue un hito que extendió la conciencia de decadencia y una reacción ideológica por parte de una limitada fracción de la burguesía ilustrada que tomó cuerpo en la forma de regeneracionismo y una especie de revolución «desde arriba» (como años antes preconizara Joaquín Costa). En otros casos, se propugna la invención de España a partir de una interpretación más o menos extravagante de la geografía y la historia (A. Ganivet, M. de Unamuno, Azorín, R. de Maeztu). En cualquier caso, la crisis del 98 es uno de los lugares comunes más socorridos de cierta casta intelectual española cuyo horizonte intelectual no sobrepasaba los límites autorreferenciales de una tradición e historia idealizadas con el único fin de proceder a una fundación metafísica de España. Aunque algunos de los representantes de la llamada generación del 98 se aproximaron en algún momento de su vida a los movimientos de masas progresistas (Azorín, Maeztu, Unamuno), enseguida se separan de ellos y se encierran en su propia retórica elitista. En realidad, los problemas que enfrentaba la numerosa población miserabilizada (agraria e industrial) de España distaba mucho, en su formulación y en las soluciones propuestas, de la manera como se planteaban los problemas la pequeña fracción de la clase media ilustrada. 
Esta falta de capacidad para entender la realidad social es lo que indujo el uso retórico de la crisis del 98 por los autores de fin de siglo pasado y que haya encontrado su prolongación en la recuperación igualmente retórica y oportunista de la supuesta generación del 98 por parte de la casta alfabetizada por la Falange. De hecho, es inevitable sentir cierta prevención, cuando no antipatía, por todo lo que rodea al noventayocho, en la medida que la tematización de España fue pasto preferido de la crema académica del falangismo que pretendía compensar la realidad de unos hechos (derrota del «glorioso» ejército español y crisis del 98) con la ampulosa fabulación de un inefable «ser» español, con el socorro del paisaje mesetario, la exégesis de los místicos castellanos y la evocación/invención de una cuantas gestas medievales. Es decir, la tematización de la crisis de fin de siglo en el marco definido por un universo y unas categorías típicamentefeudales. 
por un universo y unas categorías típicamente feudales. 
Así las cosas, la "preocupación por España" de la burguesía ilustrada finisecular poco podía dar de sí, incluso para los más bienintencionados regeneracionistas. Era este un camino en el que los escasos hallazgos sugerentes se pierden entre abundantes reflexiones estrafalarias (Ganivet, Unamuno). Los pensadores del 98 agotan toda su perspectiva en la paramera Castilla (en la ruralidad, en fin), y con ello demuestran una vez más su incapacidad de asumir la ciudad, las masas y lo que todo ello representa en cuanto impulso de cambio y posibilidad de construcción de una nueva sociabilidad. Lejos de la fascinación que experimentara Baudelaire por la ciudad, los noventayochistas españoles se horrorizan ante lo urbano, que es encarnación de los valores de la modernidad, y se repliegan en la reminiscencia (la visión fetichizada del paisaje rural y la tradición). De ahí que su intención modernizadora aunque reclamara ciertos vínculos con los aíres europeos, no sobrepasa en realidad los límites de la meseta castellana. 
Desde luego, la experiencia de la derrota y la decadencia, aunque abrió una vía de reflexión en un sentido aparentemente modernizador y práctico (regeneracionismo) se quedó muy por debajo de las exigencias de su tiempo. Para la burguesía regeneracionista, la crisis del 98 ofrecía la oportunidad de sacarse de encima el lastre feudal, en cuanto la derrota en la guerra colonial entrañaba el último estadio en la decadencia de la España del Antiguo Régimen. Pero, además de su escasa relevancia en la coyuntura dominada por la oligarquía feudal y la Iglesia Católica, la burguesía regeneracionista naufragó entre el elitismo y el despiste. Pues demostró ignorancia o incapacidad para comprender lo que realmente sucedía en Europa y en la propia España en el terreno del pensamiento y de los movimientos sociales. Se enteraban poco y mal. Incluso a lumbreras como Miguel de Unamuno, que decía haber leído la obra de K. Marx, el conocimiento de los pensadores europeos le sirvió de bien poco. 
El fracaso del regeneracionismo y de la voluntad modernizadora (europeizante) de la burguesía ilustrada cabe atribuirlo a su propia endeblez estructural en la formación social española, que chocó, de una parte, con la inercia reaccionaria de la oligarquíaterrateniente y la Iglesia Católica, y de otro lado, se encontró con el pujante dinamismo del movimiento obrero. Fue éste el verdaderamente regeneracionista, aunque no en el sentido que pretendían Costa y la Institución Libre de Enseñanza, que no pasaban de un programa de reformas desde arriba y con una intervención de carácter marcadamente institucional. 
Frente al denominado "problema español" que enfrentaban a su manera las distintas corrientes de la burguesía ilustrada, la subjetividad emergente con la condición obrera plantea otro problema. En sí misma, la clase proletaria comporta otra problemática. La condición proletaria adquiere una dimensión social, histórica y política específica a esa particular manera de estar en el mundo que comporta, asimismo, otra concepción del mundo, otra identidad, otra sociabilidad formalmente antagónica a las expresiones de la identidad, comunidad nacional, etc., de la ideología burguesa dominante (tanto de las expresiones progresistas, como de las reminiscentes o reaccionarias). La conciencia de España, de lo español, etc., carece de sentido para esa subjetividad proletaria emergente que sufre las consecuencias del desastre colonial, pero reinterpretando la crisis del 98 desde unos supuestos y con unas perspectivas totalmente distintas (y contrapuestas) a las de los publicistas noventayochistas. 
De hecho, la realidad que conforma el movimiento obrero (socialista y anarquista) y sus inquietudes representa la verdadera tensión modernizadora de la sociedad española de su tiempo. Frente a la superchería de lo español se introduce una conciencia universalizadora no constreñida a las categorías nacionales, que bajo la forma del internacionalismo proletario, y aún con todas sus limitaciones, significaba una apertura real y práctica a ideas y modos de hacerque truncaban la tradición feudal dominante y que los intelectuales salvapatrias pretendían reeditar. De hecho, el asociacionismo obrero representaba una práctica que proyectaba formas de sociedad antagónicas a las diferentes expresiones de la sociedad burguesa. Era otra manera de entender las relaciones sociales entre las gentes que, como el mismo Gerald Brenan reconoce con cierta sorpresa, no imitaban las formas y hábitos de la clase dominante. 
Por otra parte, el asociacionismo, heredero de las expresiones autoorganizativas surgidas al calor de la revolución francesa y del socialismo utópico, expresa una forma de sociabilidad diferente a la burguesa; pretendía ser ante todo una forma de vida y de entender las relaciones sociales entre iguales, alternativas a las formas burguesas.  
En cualquier caso, el hecho es que en los centros obreros se hablaba de otras cosas (se cuestiona el principio económico capitalista, los contenidos del saber burgués, la posibilidad de cambio social, etc.), se pensaba en otros problemas. Lo mismo cuando Ricardo Mella salía al paso de los desvaríos de Alomar y Maeztu, que cuando Anselmo Lorenzo abomina de la patria en su conferencia de 1902 acerca del «criterio libertario» (hace suyas las palabras de Spies, uno de los mártires de Chicago: El patriotismo es el último refugio de los infames). 
Frente a la autocomplacencia en la derrota y el reencuentro mitificado con la propia historia (intrahistoria unamuniana) que acaba por convertirse en un simple anacronismo para uso de retóricos de provincias, las organizaciones obreras representan la posibilidad abierta al futuro de ruptura real con el pasado y el oscurantismo imperante. El movimiento obrero es el verdadero agente de la Modernidad, mediante la incorporación de valores (laicismo, librepensamiento, etc.) que, recuperados de la Ilustración y afirmados sobre la razón materialista de su condición de clase, se convierten en una fuerza motriz verdaderamente progresista. 
La constitución de la subjetividad obrera como movimiento social (en sus dos vertientes: socialista y anarquista), constituye asimismo una problemática moderna, actual, centrada en la dinámica real de la Historia y, en consecuencia, modernizadora. Ahí es cuando la Modernidad toma una dimensión significativa en España, y lo hace con todas las limitaciones y contradicciones de su circunstancia histórica. De hecho, es en el entorno de la cultura proletaria donde se dan los mayores avances en la lucha contra el analfabetismo. Los ateneos anarquistas y las casas del pueblo socialistas fueron los verdaderos centros de una cultura proletaria. Las editoriales vinculadas al movimiento obrero (Ciencia Social, que a partir de 1895 daría cabida en sus páginas a intelectuales como Ignacio Iglesias y Pere Corominas; La Revista Blanca, fundada por Federico Urales réplica de La Reviste Blanche francesa donde colaboraban Zola y Mallarmé, en la que escribieron Unamuno, Giner de los Ríos y los principales pensadores anarquistas) fueron de las más prestigiosas en su momento y estaban abiertas a las colaboraciones de los intelectuales más progresistas. Muchas de las expresiones culturales más ricas del primer tercio de este siglo encontraron en ese entorno proletario el medio para su desarrollo. 
Surgía así, en el ámbito de la problemática proletaria, de esa "otra España" que el manoseado tópico de las dos Españas apenas deja entrever, el embrión de una cultura obrera que, por limitados que nos puedan parecer hoy sus resultados, estaba cargada de una tensión universal y modernizadora que ningún otro grupo social o clase estuvo en condiciones de asumir. Es en este sentido que cabría reivindicar una reflexión sobre el 98 y sus implicaciones, ajena por completo al tópico y al academicismo sesgado, y que recupere, en fin, el hilo conductor de la Modernidad. 

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Siroco
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Mensaje por Siroco » 13 Oct 2007, 10:34

Bèstia Negra escribió:El idioma, mas que crear identidad, és un factor identitario entre otros. Para mí, el catalan és mi lengua materna y eso, guste o no, siempre será así, aunque llegue a dominar muy bien otras lenguas.
Intento explicar que esto no tiene por qué ser así siempre. El idioma —no he dicho que no sea así— será un factor identitario (o no si dos poblaciones que se identifican de la distinta manera hablan el mismo idioma). Pero uno tiene la opción de elegir o de construir su identidad. Recientemente han muerto Gorz y Dorine por pacto de suicidio. Yo de la obra —comprometida con la revolución— de André Gorz he leído muy poco y menos he entendido por mis limitaciones. Pero Gorz eligió ser "otra cosa".
Ante la movilización general en 1939 en vísperas de lo que será la Segunda Guerra Mundial, su madre lo interna en una institución católica en Lausana (Suiza). Gorz tenía quince años. Pasó toda la guerra allí. Se enteró que su padre (judío convertido en cristiano) había sido expropiado, que lo habían desalojado de su piso, que la edad y el matrimonio mixto con una aria lo habían salvado de los campos de la muerte. En el bachillerato suizo decide negar su identidad alemana y su idioma natal. Rompe con todo lo germano, abandona las tradiciones nacionales y culturales, renace intentando construirse libremente su propia identidad. Mayo de 1940: este adolescente inquieto, crítico y convulsivo es testigo de la ignominiosa derrota de Francia en pocas semanas. La humillación nacional gala, pueblo representante del iluminismo y las mejores tradiciones democráticas, lo hacen identificarse con Francia. Adopta la nacionalidad y el idioma: no hablará más en alemán durante 44 años
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... hp?t=30557

La identidad que nos viene del nacimiento, es azar, un accidente. Uno puede rechazar toda la Historia previa, que no es más que el relato de lo que hacen los poderosos de sus correrías. Si uno quiere, puede dejar a un lado, hasta su idioma natal. Porque podemos ser —tal vez—, aquello que queramos.

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Bèstia Negra
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Mensaje por Bèstia Negra » 13 Oct 2007, 18:52

Ya, la identidad se la construye el sujeto a su medida. Esto és evidente. Pero lo que és innegable és la coherción que se ejerce sobre él socialmente para que adopte unos códigos y tambien la propia conveniencia de adaptarse a esa coyuntura. Sin estos códigos, dificilmente vas a poder sobrevivir, y mas cuando el ser humano és un ser débil físicamente que ha desarrollado estratégias de supervivencia a partir de cooperación (sociedad). El tio ese repudió lo germano, pero en cambio adoptó lo francés. No sale de estos esquemas, solo que rechaza una pertinencia para acogerse a otra. Yo puedo renegar de mi lengua materna. Por supuesto, pero és una decisión consciente plenamente y tendré mis motivos para adoptarla. De hecho, no deja de ser una decisión política, aunque sea puramente subjetiva.

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Siroco
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Mensaje por Siroco » 13 Oct 2007, 19:59

Bèstia Negra escribió:De hecho, no deja de ser una decisión política, aunque sea puramente subjetiva.
Dijiste que el idioma natal siempre lo es, y ya ves que no necesariamente. Ser alemán, también es una decisión política y subjetiva. Igual que ser español o ser catalán es una decisión política y subjetiva. Ser español no tiene nada de natural, porque es una construcción social, lo mismo que lo es un calzoncillo o un hacha de piedra.

El lugar de nacimiento constriñe, pero no determina. Tú, si eres esquimal, comerás foca, porque es lo que hay, y te abrigarás. Pero el hielo no determina de forma inevitable tu forma de pensar y tu manera de ser. Podemos elegir.

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