Contra Su-historia, contra el Leviatán (Fredy Perlman

Conservacionismo, Antidesarrollismo, cuestionamiento de la tecnología, naturismo, alternativas al sistema industrial capitalista, cambio climático...
Invitado

Mensaje por Invitado » 01 Jun 2006, 12:01

[Capítulo 5]


5.

Los israelitas que se retiraron del cautiverio Egipcio y luego procedieron a poner en marcha un gusano propio, no introdujeron, por sus esfuerzos, nada nuevo al levanto, despistando las innovadoras teorías de sus mentores.

Ocuparon los campos y casa de aquellos que eran capaces de derrotar militarmente, y luego trataban de seguir los preceptos del líder muerto.

Además de darles el abstracto Yahvé, Moisés se dice que les dio sus numerosas leyes por las cuales se van a mantener limpios ante el inmortal ojo abstracto. Después de mantenerse limpios por dos o tres generaciones empezaron a copiar las costumbres de sus no-limpios vecinos. Delirantes oradores tienen ataques de frenesí mientras tratan de entender lo que Moisés tenia en mente.

Estos estallidos públicos, ataques y trances parecen haber sido comunes en todos los antiguos Leviatanes y hacen parecer al menos libres a esos lugares, comparados con las jaulas de control en las que iban a vivir.

Habiéndose acostumbrado a las casas y campos de los cananeos expropiados, algunos de los oradores se preguntaron si Yahvé no podría querer que su gente tuviese algunas de las cosas buenas de sus vecinos fenicios o algo de las armas de hierro y eficacia militar de sus vecinos filisteos. Un delirante profeta descubrió que los israelitas tenían solo el concepto de Rey de Reyes mientras la gente del este, los asirios, tenían la cosa real en la figura de Ashur-rabi segundo.

Un hombre llamado Saúl acepto el desafió y rápidamente emulo a los asirios reclutando tropas. Saúl es asesinado cuando testeaba las fuerzas de sus tropas contra los filisteos de hierro, y un hombre mas familiar con las costumbres de los gigantes de hierro reconfiguró el Leviatán en algo comparable al gusano filisteo. El Rey David después reduce a los hijos de Levi, que habían sobrevivido hasta ahora en eficientes maquinas asesinas desplegadas en un ejercito permanentemente reforzado por mercenarios de hierro.

Con esta fuerza, el monarca es al fin capaz de completar el resto del sueño de Moisés y Débora, reducir Moab, Ammon, Edom y Aram. Luego se alió con los adoradores de Baal fenicios de Tiro contra sus anteriores aliados filisteos, revelando mediante lo fácil de su victoria que los hombres de hierro no eran gigantes.

El victorioso monarca, incitado por otro orador, emulo a los adoradores de Baal construyendo un templo para su dios. El echo de que este dios no es una reliquia de un pasado pre-leviatánico, pero si es el Rey de Reyes, la abstracción del Leviatán mismo, no molesta a nadie. El dios de este templo es tratado exactamente de la misma manera que los dioses de los Zigurats.

El hijo del Rey David heredo la corona y redujo todavía más gente en el nombre de dios, exactamente como los babilonios hicieron en nombre de Marduk, los Asrios en el de Ashur y los Fenicios en el de Baal. Los orígenes y rasgos de los dioses son diferentes, pero nada mas lo es, incluso después de que el Leviatán se dividiera en dos camorristas Leviatanes llamados Israel y Judah. Las historias son Sumero-Akkadian, la ley Babilónica, los proverbios Egipcios, los salmos Fenicios.

Hay un destello de algo diferente cuando el orador Elisha se enfurece contra esta falta de originalidad por parte de gente que tiene un dios tan inusual, pero este orador no triunfa en iniciar un nuevo comienzo o aun un segundo Éxodo.

Stanley Diamond señalaría que el Libro de Job es una apología para esta falta de ganas de moverse en una dirección más humana y significativa. La riqueza personal en un mar de pobreza parece no poder reconciliarse con viejos modos de sociabilidad para el arcaico Job, hasta que el se convence a aceptar la riqueza como una retribución por la ciega sumisión a un inescrutable dios.

La complacencia de los posteriores puritanos descriptos por Max Weber ya esta siendo públicamente conocida. Tal complacencia no será denunciada hasta que el igualitario pastor Amos se queje contra ella, pero para ese entonces ya será demasiado tarde, tal como Amos lo vera personalmente en la escritura en la pared. El tecer Tiglath Pileser recondicionara un Leviatán Asirio moribundo en una eficiente maquina de guerra y empezara a tragarse toda Mesopotamia y el Levanto. El sucesor del militar, el segundo Sargon, se tragara el primer estado de Israel y deportara a sus habitantes, y Sennacherib se encargara de un barrido similar en el estado de Judá. Será durante sus largos cautiverios en Asiria y luego en Babilonia que los herederos de Moises forjaran algo nuevo. La figura del Mesias que los condujo fuera del anterior cautiverio les dará no solo esperanza sino también una solidaridad poco común entre cautivos de cualquier era.

* * *

Esta falta de originalidad por parte de los liberados herederos de Moisés no puede ser atribuida a una circunvalación por ejércitos contrarevolucionarios hostiles, una excusa que los herederos de Lenin usaran mas tarde. Los Israelitas en Canaan no son molestados por los ejércitos de los gigantes ni tampoco por aquellos de los Pigmeos por veinte o diez generaciones (el numero depende de si uno puede confiar o no en la generalmente aceptada cronología; su veracidad será cuestionada)

El gigante hitita dejo de molestar en el Levanto porque desapareció de repente. Este flojo Leviatán vio el poder de Egipto en Kadesh descomponerse tan completamente que los Griegos que después plantaron árboles de olivo sobre sus enterradas fortalezas nunca recordarían su nombre. Los Israelitas que escribieron el libro iban a recordar solo el nombre de los Hititas, y la grandeza del progreso de esta Civilización no iba a ser recordada hasta que arqueólogos de nuestros días la desenterraran de montones de polvo. Ninguna invasión masiva o sequía o movimiento tectónico se necesita para explicar el quiebre de este heredero para el destino de Mohenjo Daro. Los escribas Egipcios que presenciaron la monstruosa caída de su vecino simplemente dijeron que nadie se paro a defender a Khatti. Las bandas de Myceneans, Phrygians y Ionians resistiendo la conscripción dentro de los ejércitos del Leviatán de Anatolia son capaces de destruir el ultimo fortín de Khatti por la misma razón que Atila el Hun (?) mas tarde será capaz de saquear Roma. El monstruo había sido evacuado.

Los inmortales si mueren después de todo y no solo cuando son tragados por Leviatanes mayores. Los inmortales también se mueren cuando sus contenidos humanos se van y permiten que se pudran las carcazas. Los gusanos artificiales no tienen vida propia.

Bailarines forman círculos alrededor de Cybel, la diosa Tierra, y celebran su recobrada libertad. Todavía estarán bailando por diez o quince generaciones mas tarde cuando los visitantes atenienses los describen como gente gobernada por reinas, que es como los atenienses posteriores entenderán que son la gente que no es gobernada ni por Archons ni Reyes.

Seria una exageración decir que nada permanece en Anatolia del gusano Hitita. Anteriores conscriptos, los Myceneans armados con hierro, bandas de aventureros ionianos y asesinos cuyas explotaciones Homero celebrara, son heridas sin cicatrizar dejadas en la Tierra de Cybele, en Anatolia, por el último Leviatán. Los segmentos continúan operando. Pero estos segmentos permanecen solo como pestes en las afueras de los pacíficos pueblos hasta que el pulpo fenicio los llena con su lodo púrpura.
El gigante Egipcio deja de molestar el Levanto por razones similares, a pesar de que esta Leviatan no se descompone completamente como su vecino Hitita. Se congela. Teniendo que promover potenciales conspiradores, teniendo que comprar a lideres de pandillas laborales revoltosas, teniendo que negociar con anteriores provincias que desertaron a aventureros libaneses, los egipcios ya no se aventuraron a hacer nada que sus predecesores no hayan hecho. Esta postura conservadora les da al Faraón, sacerotes y a la gente una amplia ocasión de mostrar debido respeto en los templos a los dioses muertos. ¿No era esta la principal meta de los fundadores del gusano? Los dioses vienen primero en Egipto; el modernismo y la secularidad solo barrerían lo poco que queda de un largo pasado muerto.

El gigante asirio también dejo al Levante tranquilo, al menos por diez o veinte generaciones, antes de que se trajera y deportara a los habitantes fenicios e israelitas del Levante. Pero retornare a este gigante mas tarde. Primero voy a mirar a los pigmeos, los fenicos de Tiro, Sidan y otros enclaves independientes, los vecinos de los israelitas en Canaan. Estos vendedores marítimos son llamados Hombres Rojos u Hombres Púrpura por la gente en todas las costas que sus barcos pueden llegar debido a que los fenicios tienen un monopolio mundial en tintura púrpura, y lo cuidan bien. Sus ropas y vestidos púrpuras son tan preciosos en todo el mundo como el oro y el uranio lo serán en siglos posteriores.

***

Los hijos de Levi establecieron la más cercana relación con sus vecinos fenicios, llegando tan lejos como casarse con mujeres de Tiro y, en ocasiones, postrándose ante Baal. Sospecho que es precisamente esta cercanía la que ayuda a explicar la falta de originalidad de los israelitas levantinos. La maldición del trabajo cae fuertemente sobre los cultivadores y cosechadores que dieron una parte sustancial de su temprana cosecha por vestidos púrpuras y otras cosas de sus ricos vecinos, la mayoría de ella de lugares distantes.

El prejuicio de siglos posteriores iba a retratar a todos los judíos como mercantes, pero desde el tiempo del Rey David hasta el del Rey Hazekiah las dificultades del comercio son mas ajenas a ellos que lo que lo es Baal. Ellos son granjeros, o más correctamente, campesinos. En nuestros días podemos decir que los dos pequeños estados israelitas son colonias económicas de los rapaces fenicios, y como los Zeks en posteriores colonias económicas, ellos no tienen ni el tiempo ni la energía para ser originales.

Los vestidos y otras chucherías que los hombres de Tiro dan tan generosamente a sus trabajadores vecinos cuestan poco a los fenicios, y en retorno los pueblos mercantiles son abastecidos con mucho del ganado y granos que necesitan de sus amistosas tierras interiores. No necesitan mandar barcos a Anatolia o Syracuse para asegurar sus necesidades, y pueden cargar sus barcos con cosas mucho más livianas y preciosas que ganado y trigo.

Los mercantes fenicios, cuyo principal secreto es dar cosas que a ellos les cuestan poco y tomar cosas que cuestan a otros mucho, transportan siempre mayores cantidades de cosas abundantes en un lugar a otro donde son raras. Y continúan transportando hasta que las cosas originalmente abundantes son depredadas de su fuente, en este momento empiezan a depredar otra.

Antes del tiempo del Rey Salomon de Israel y de su suegro el Rey Hiram de Tiro, árboles como también elefantes abundaban el en Levanto. Después de los reinados de estos parientes, todos los árboles levantinos están en los cascos de los barcos y en las paredes de los templos, y los elefantes se están volviendo tan exóticos en el Levanto como el Caribou.

Grandes barcos fenicios ahora cruzan el mar rojo y los mares arábicos para recoger colmillos de los indios asesinos de elefantes, hambrientos por púrpuras levantinos y minerales libaneses. En términos de reducción de seres vivos a formas en que puedan ser llevados en barcos, y en términos de embarcar flora y fauna asesinada de lugares donde podían florecer a lugares donde no podían florecer, el pulpo artificial fenicio es un mayor depredador de la Biosfera que todos los tempranos Leviatanes combinados. La lucha del Espíritu Occidental contra lo salvaje (wilderness) le deberá a los fenicios más que tinturas púrpuras.

Las veinte o diez generaciones que empiezan con la caída de los hititas y termina con la conquista asiria son la gran era de la metrópolis levantina, no de su colonia económica. El Hombre Artificial con forma de pulpo de los pequeños Tiro y Sidon son los únicos Leviatanes que aun operan en el oeste de China, y aun me atrevería a adivinar que la relativa quietud de la maquina de guerra llamada Asiria se debe al menos en parte a la embestida de las comodidades exóticas, las compras de las cuales significa un esfuerzo incluso para los términos asirios.

Aun, los precursores fenicios de los atenienses, venecianos y pioneros americanos son mas pobremente documentados que cualquier otro antiguo Leviatán. Aprendemos acerca de ellos mayormente por lo que otros dicen de ellos. Los mercaderes llevan sus secretos a la tumba.

Todo lo que sabemos es que su imperio pulpo consistente en barcos y puertos de comercio abraza mucho, sino es que la mayoría, de las costas del mundo. Sabemos que establecieron sus puestos en las playas de África y en la costa española del Atlántico. Barry Fell sugerirá que los barcos fenicios cruzaran el picado océano siglos antes que los navegantes de Sevilla, y otros sugieren que hasta se podían aventurar a través del pacifico océano y levantar estatuas de hombres barbudos en las islas de la Polinesia.

Nosotros sabremos que en la península itálica, durante o poco después del reinado del Rey Hiram, etruscos de repente aprenderán a escribir su propio lenguaje usando el alfabeto de Irán y que en Attica tanto como en Anatolia los mas sedentarios de los deambulantes aventureros también aprenden a escribir, y con el mismo alfabeto. Nosotros sabremos que muchos de estos puestos de trueque, sea Gadir ( -Gadez-Cadiz)o Tarshish en la costa atlántica, o las famosas Cartagena, Sardinia o Sicilia, o los numerosos puestos en los mares Adriático y Egeo que luego adquirieron nombres griegos, rápidamente crecieron en monstruos tipo pulpo que saquearon y depredaron sus propias tierras con la entereza de sus fundadores, con motivo de estar bien abastecidos de cosas cuando los grandes barcos llegen.

Gracias a las progresivas actividades de los sigilosos fenicios, Eurasia occidental esta bien en camino a convertirse en una gruesa red de interconectados tentáculos, un lugar donde un ser humano libre no puede ni saltar ni pararse ni sentarse.

***

El pulpo fenicio se alimenta de israelitas y otras personas echadas al mediterráneo por una decisión inicial de resistir la leviatinización.

Hemos visto que los primeros leviatanes provocaron a la gente de Estepa a irse o defenderse, y que cada alternativa provoco olas de movimiento que pudieron ser sentidas en la distante China.

Mitanni, Kasites y Hititas fueron algunos de los muchos que se juntaron para confrontar al Leviatán frontalmente y luego se encontraron atrapados en una red leviatánica hecha por ellos mismos. Una vez armados y atrincherados, los hititas de hierro luego pusieron en movimiento nuevas tendencias con sus cazas de conscriptos y giras de cobro de tributos.

Micenicos, jonios y dorios pueden haber descendido hacia Anatolia, el archipiélago y tierra continental de Grecia en respuesta a las provocaciones Hititas. Linguísticamente esta gente es prima de los Hititas, Kasittes y Mittanis, de arios que se mostraron en India, y hasta de los persas, que eventualmente le sucedieron a todos los de Anatolia y el Levanto.

La gente de habla iraní (o indo-europea) y la de habla turca parecen moverse juntos en las estepas. Mas tarde van a aparecer juntos en los limites del impero romano; al menos no son extraños entre ellos. Algunas de estas personas son sembradores que solo se van cuando son empujados, otros son pastores nómadas. Algunos de ellos son criadores de caballos que pueden moverse rápidamente de la Mesopotamia a China, y algunos pocos forjaban sus propias armas de hierro.

Los griegos micénicos ya estaban en Anatolia y Grecia continental durante el apogeo del Leviatán Hitita. Jarrones micénicos datados en el periodo medio hitita pueden ser encontrados en Cyprus, Egipto y en el Levanto, y tan lejos como en Sicilia e Irlanda; el aceite de oliva micénico debe haber sido transportado a todos estos lugares en barcos fenicios, ya que no habrá evidencia de grandes flotas comerciales micénicas. Ocasionalmente usaban una escritura, pero no tenían rey ni una armada permanente. Su comunidad inicial se había esparcido, pero no se habían encerrado todavía ellos mismos en un Leviatán propio, a pesar de que sus héroes lo intentaron duramente. Se habían o unido a los hititas en cazas de conscriptos o sino en cobros de tributos propios; los recién llegados de un lenguaje casi idéntico no los trataban como parientes sino como enemigos. Los micénicos fortificaron sus pueblos y rechazaron a los recién llegados, probablemente con la ayuda de Hiti. Casi inmediatamente después de la caída de los hititas, uno tras otro los fuerte micénicos empezaron a caer ante los griegos jonios y los dorios.

Las indigencias sufridas por los recién llegados antes de su llegada no serán de examinación accesible, debido a que los griegos posteriores eligieron olvidar su pasado pre-Leviatán.

Podemos de todas maneras tratar de formar alguna idea de la naturaleza de estas indignidades mirando hacia otro lado.

En una tabla asiria contemporánea a la destrucción de Micenas, el escriba del primer Tiglathpileser exagera diciendo que en una simle campaña a la región norte del lago Van el tirano y su armada capturaron miles de mushki, por cuyo nombre los asirios designaron a los phrygian, hurrianos, griegos y otros indo-iraniano parlantes.

Los griegos barren a sus predecesores micénicos durante el periodo en el que el imperio comercial fenicio esta en su punto mas alto. Así como sus predecesores Guti, los griegos forman ligas tribales de guerreros liderados por un Basileo, un alguna vez sacerdote, que ahora es un jefe de guerra. Tambien como los Guti, permanecen federados por tanto tiempo que pierden todo contacto con sus comunidades originales. De sus propias deidades anteriores traen principalmente a Zeus, el que lanza truenos con su espada, quien guia al jefe de guerra. Ellos llevan al Minotauro, el laberinto, Helena, Artemis y Demeter desde Anatolia y Creta. Los barcos fenicios les traen a Cadmo, Europa y un proyecto de Leviatán.

Las federaciones mas tempranas, entre ellas la famosa Agamenon, parecen tan decididas como los Mongoles posteriores a barrer todo resto de lo que los griegos luego llamarían Civilización. Ellos arrasan fuertes y no los reconstruyen, aplastan palacios y no los copian, destruyen escrituras y no aprenden su significado. Usan las tablas de los escribas de Hiti como piedras en las paredes de nuevos fuertes. Sus espadadas son sus dioses y viven para la batalla.

Pero cuando los grandes barcos llegan y desembarcan tela púrpura y marfil, los héroes se comprometen a agasajar a los extranjeros con regalos la próxima vez. Sus vecinos, especialmente las mujeres, retuercen el aceite de los olivos y el jugo de las uvas. Los griegos se ofrecen a proteger a los vecinos en lugar de molestarlos, y ofrecen algunos de los regalos que recibieron de los fenicios. Hacen postas de guardia en los templos y en los lugares de baile donde mujeres enloquecen con bebidas y agreden a los protectores. Y los griegos almacenan en vasijas.

Los nietos de Agamenon aparecieron en la costa Egea como mercantes de vino y aceite de oliva. Un enclave tras otro se convirtió en un tentáculo del pulpo fenicio.

Cuando la cabeza del pulpo es cortada por el gusano asirio, cada tentáculo griego se vuelve autónomo.

Esta historia es contada usualmente como el sombrío emergimiento de los griegos desde la oscuridad hacia la luz de la Civilización. Pero al menos un griego que no esta todavía armado experimenta la secuencia como algo un poco diferente a una inmersión en la Luz.

El poeta Hesíodo recuerda tiempos mejores. Él es contemporáneo a la invasión asiria de Fenicia, y también un contemporáneo a los griegos que se preparaban para comenzar un imperio comercial propio.

Hesíodo escribe sobre cinco edades o generaciones de seres humanos mortales. Los primeros, pastores nómadas que vivían en algún lugar en las estepas y montañas, eran
Una raza dorada...Y vivian como dioses sin pena en el corazón, lejanos y libres de obligaciones y penas... Vivian en paz y tranquilidad en sus tierras con muchas cosas buenas, ricos en rebaños y amados por sus bendecidos dioses.
Estos primeros no se han ido totalmente; ellos
deambularon por toda la tierra, vestidos en bruma, y vigilaban los juicios y las hazañas crueles.

Estando aun en las estepas, las comunidades de pastores nómadas fueron molestados por agentes de un Leviatán, y apareció
Una segunda generación que fue de plata y por lejos menos noble. No era como la raza dorada ni en cuerpo ni en espíritu... Zeus el hijo de Cronos estaba furioso y los hecho por que no podían rendir honor a los bendecidos dioses que vivían en el olimpo.
Cuando la tierra cubrió a la desorientada segunda generación, aparecieron aquellos que se aliaron en contra de los disturbiadores;
Una tercera generación de hombres mortales, una raza de cobre, brotados de árboles en cenizas, y no era de ninguna manera parecida a la raza de plata, pero era terrible y fuerte. Ellos amaban los lamentables trabajos de Ares y las hazañas de violencia, no comían pan pero eran duros de corazón como el diamante, hombres temerarios. Grande era su fuerza e inconquistables sus brazos que les crecían de los hombros en sus fuertes miembros. Sus armaduras eran de bronce, y sus casas de bronce, y de bronce eran sus implementos...estos fueron destruidos por sus propias manos y pasaron a la húmeda casa del frío Hades, y no dejaron nombre...
Luego vinieron los jefes de guerra alabados por Homero, los
hombres héroes que son llamados semi dioses, la raza que vino antes de la nuestra... Horrendas guerras y terroríficas batallas destruyeron una parte de ellos, algunos en la tierra de Cadmo en la Thebe de siete Portones cuando pelearon por los rebaños de Edipo, y algunos, cuando los habían traído en barcos sobre el gran golfo marino hacia Troya...
Por ultimo viene la quinta generación, la de Hesíodo, las victimas y cómplices de los mercantes de oliva y vino, los griegos finalmente se iniciaron en las artes de la Civilización por sus guías fenicios. Hesíodo escribe,
Si yo no estuviera entre los hombres de la quinta generación, pero tampoco hubiese muerto antes o nacido después. Para este momento seguramente es una raza de hierro, y los hombres nunca descansan del trabajo en el día, y de perecer durante la noche..
El poder será su derecho: y un hombre saqueara la ciudad del otro. No se favorecerá al hombre que mantenga su juramento, o al justo , o al bueno; pero los hombres mas bien alabaran a los hacedores de maldades y sus acciones violentas...La envidia, el mal habla, el regocijamiento en la maldad, con cara de enojo, irán junto con todos los hombres despreciables. Y luego Aidos y Nemesis, con sus dulces formas, envueltos en túnicas blancas, irán caminando desde el ancho camino de la tierra y abandorán a la humanidad para unirse a la compaña de los dioses inmortales...
El recuerdo de Hesíodo sobre las cosas pasadas le da un poder que Moisés no había tenido; el poder de sacar su mascara Leviatánica mientras aun estaba inmersos en una red Leviatánica. Llamaremos a este poder “teoría critica”, un nombre insípido para esto. A este poder más tarde se le dará la forma de una daga con doble filo, pero no los griegos a quienes Hesíodo se los da.

Los compañeros griegos de Hesíodo le dan la espalda al regalo que tan libremente les da porque en el mismo momento en el que les esta recordando sobre la Era Dorada, el Leviatán Asirio esta tragándose a sus mentores y guías fenicios, y los compañeros de Hesíodo están preparándose para arrojarse ellos mismos en un pulpo propio.


(Traducción del capitulo 5 del libro de Fredy Perlman, realizada por JM Jones V, libre para tod@s, mayo 2006 )

Invitado

Mensaje por Invitado » 01 Jun 2006, 12:05

Estado de la traducción colectiva del Against His-Story:

Están traducidos los capítulos: 1, 2, 5 y 6
Y en proceso de traducción: el 3, 4 y 7

Para colaborar con la traducción contactar aquí: antonfdr@yahoo.es

Invitado

Mensaje por Invitado » 08 Jun 2006, 17:27

Están traducidos los capítulos: 1, 2, 5 y 6
Y en proceso de traducción: el 3, 4, 7 y 8

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Al Azif
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Mensaje por Al Azif » 16 Jun 2006, 19:05

Estado de la traducción colectiva del Against His-Story:

Inicio de la traduccion del capitulo 10

Están traducidos los capítulos: 1, 2, 5 y 6
Y en proceso de traducción: el 3, 4, 7, 8 y 10

Simulacro
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Mensaje por Simulacro » 09 Jul 2006, 13:39

[Traducción del capítulo 7 de Perlman, Fredy: Against His-Story, Against Leviathan! Red & Black. Detroit, 1983.
Traducido por Antón Irimia, antonfdr[]yahoo.es, Revista Simulacro]

7.

Con la llegada de los Medas, Persas y Escitas podemos entrever, pero solo entrever, lo que se ha estado elaborando en los calderos de las brujas y chamanes de las montañas y estepas Euroasiáticas.

Cuando llegaron los Guti, Kasitas, Hititas y griegos, no pudimos mirar dentro de su pasado porque ellos habían olvidado o reprimido cualquier posible memoria de él. El Griego Hesíodo solo recordaba que el pasado fue dorado comparado con su propia era, pero había olvidado la mayoría de los detalles.

Cuando llegaron los Persas, recordaban a un visionario, o un movimiento de visionarios, llamado Zaratustra, y preservarán los trazos supervivientes de su memoria en libros.

No se sabe si este Zaratustra vivió en las estepas o en las afueras del imperio neo-Babilónico, o siquiera si fue un hombre o una comunidad.

Zaratustra redujo las cinco generaciones de Hesíodo a dos: una fuera del Leviatán, la otra adentro.

Lo afuera es Luz, Ahura Mazda, asociado a los espíritus del fuego, la tierra y el agua, con animales y plantas, con Tierra y Vida. Ahura Mazda es la fuerza y la libertad de la generación que Hesíodo consideró la primera, la dorada.

Lo adentro es la Oscuridad, Ahriman, también llamado La Mentira. Ahriman es el Leviatán así como la coraza Leviatánica que trastornó la comunidad antigua.

Nietzsche va a reconocer que Zaratustra hizo un llamamiento a los humanos a elevarse en estatura, a ser más que mercaderes de vino y olivas. Zaratustra anunció y tal vez incluso proclamó la guerra del Ahura Mazda contra Ahriman.

Esta guerra no sería un cortés éxodo dirigido por un oficial. Zaratustra sabía que los seguidores arrastrados por la nariz no recobrarían su libertad. Ahriman está en la guerra y en el individuo. La guerra contra Ahriman está inscrita en el mundo y en el individuo. Es simultáneamente una lucha contra el Leviatán y contra la coraza. Esta inscrita en el fuego, el gran purificador. La máscara es incendiada, la coraza es incendiada, el Leviatán es derribado. Y la aflicción se dará en el mundo si el fuego cae ante Ahriman, ¡en las manos de los hombres acorazados!

A pesar de las advertencias y las precauciones de Zaratustra, el fuego de Ahura Mazda cae en las manos de un hombre acorazado, Cyrus, el bisnieto de Achaemenes el Persa. Este Cyrus no vacila en llevar a la gente de la nariz. Entrenado por los Medas, que habían heredado no solo de Elam sino también todo lo que los Elamitas habían aprendido de un centenar de generaciones de Leviatanes Mesopotámicos, Cyrus como Moisés se deja arrastrar por su acorazamiento.

Aquellos que se dejan llevar de la nariz no ven la coraza de Cyrus. Todo lo que ven es el manto de Cyrus, el manto de Zaratustra. Piensan que Cyrus no les está llevando de nuevo a la misma y vieja trampa, sino a un lugar completamente diferente.

Entre todos estos seguidores hay numerosa gente de afuera [ousiders] cuyas comunidades han sido gravemente heridas por los Leviatanes Mesopotámicos, gente de las montañas y de Partia, Afganistán y la India. También muchos insiders acorazados siguen a Cyrus, aquellos que tiempo atrás esperaron de los Caldeanos que destruyeran, y no que restaurasen, el monstruo Asirio.

Uno de los insiders acorazados, un hombre llamado Isaías que podía pensar en la liberación solo de forma muy reducida, solo en términos de su círculo propio más inmediato, piensa que Cyrus es el Mesías:

I [the lord] have roused up one from the north, and he is come...
And he shall come upon ruler as upon mortar,
And as the potter treadeth clay.

To open the blind eyes,
To bring out the prisoner from the dungeon,
And them that sit in the darkness out of the prison-house.

Thus saith the Lord to his anointed,
To Cyrus, whose right hand I have holden,
To subdue nations before him,
And to loose the loins of kings,
To open the doors before him,
And the gates may not be shut:
I will go before thee,
And make the crooked places straight;
I will break in pieces the doors of brass,
And cut in sunder the bars of iron...

Las expectativas del menos acorazado son indudablemente mayores. Los Persas vistiendo el manto de Zaratustra pueden dar aliento a tales expectativas porque hay un sentimiento de repugnancia desde el Estrecho de Gibraltar hasta el Mar Chino, y el objeto de esta repugnancia es el Leviatán.

En la distante China la gente está diciendo que la coraza y la máscara del Leviatán no son el Camino. Están aprendiendo a experimentar el goce del elevarse del sol y del efusivo manar de la fuente, no de la caída de un enemigo o del manar de sangre de la herida. Están empezando a deshacerse de la coraza. Está diciendo que el ser humano, que tiene mucho, se convierte en muy poco.

En la India la gente está diciendo que el Leviatán y sus distinciones y jerarquías artificiales no son la última realidad, que no son realidad alguna. Están rompiendo todas sus ataduras con el Leviatán y concentrándose en quemar la coraza que los ha aprisionado entre sus tripas. Están intentando librarse de las astillas definitivas, para ellos también se trata de recordar que los seres humano son mucho, que los seres humanos solían volar.

Desde un extremo al otro del continente entero, círculos de mujeres están danzando alrededor de los fuegos celebrando la emergencia desde las cenizas de unos nuevos seres humanos. Toda Eurasia está bailando.

Si debemos etiquetar la danza, la podemos llamar un rechazo generalizado de la Civilización y todas sus máscaras y corazas.

No podemos llamar a la danza “religión”. El camino a un ser humano libre es Todo; no hay nada por encima de esto. La religión es parte del Leviatán; debe haber comenzado como un camino pero no es por más tiempo uno; este ha sido aplastado y convertido en una parte de la coraza del Leviatán.

Nosotros no hemos aprendido de la repugnancia o de la expectación de renovación humana de estos danzantes porque los ejércitos ignorantes, entre ellos especialmente Cyrus, rompieron sus círculos.

Aprendemos de los niños y los niños de los niños que ellos mismos no han bailado, pero que han escuchado de estos bailes.

En China las visiones de Lao Tse, vagamente contemporáneas a las visiones igualitarias de Zaratustra, están recogidas en libros y vienen a ser conocidas como El Camino.

En la India las visiones de uno llamado Gautama son recogidas y vienen a ser consideras por los enmascarados y acorazados como técnicas para liberarse de la máscara y la coraza.

En Grecia, los ecos de las esperanzas permanecerán con las mujeres que continúan danzando y recuerdan haber visto emerger de las cenizas a un nuevo Dionisio. Los ecos también permanecerán con los músicos que se juntan con Pitágoras de Samos para renovar las esperanzas.

Las principales líneas generales de lo que llamará Turner “la crisis del culto”, la Cristiandad, la preceden en veinticinco o treinta generaciones. Y las principales líneas generales de la inversión de la crisis de culto también la preceden, y por al menos tantas generaciones. Cyrus el Persa el cual viste el manto de Zaratustra y el último Ashoka Indio que viste el manto de Buda son ambos precursores de Constantino y los Papas.

***

Los Persas que arrasaron el imperio neo-Babilónico de los Caldeos no reactivaron los motores de guerra Asirios. Tal cambio radical no casaría bien con las expectativas de los seguidores.

Cyrus se mueve despacio, con escuadrones de elefantes, camellos y caballos. No necesita el terror Asirio. Simplemente pasea su ejército a lo largo de Eurasia. La mera apariencia y tamaño de su multitud móvil inspira terror, y el recuerdo de la crueldad Asiria incita a la sumisión.

Durante los primeros años del reinado del hijo de Cyrus, el Leviatán Persa incluía Egipto también, y abarcaba mundos de los cuales los Asirios tan sólo habían escuchado hablar.

Mientras tanto, las visiones de Zaratustra son reducidas a una religión. La gente que quiso ser más es instada a continuar siendo menos y a esperar. Los sacerdotes demuestran su decidido compromiso en copiar y preservar el Camino, el Avesta, en un libro. Los mismos sacerdotes convencen a la gente de que la renovación llegará tan seguro como a la noche le sigue el día, pero no durante el reino del gran Cyrus. La renovación llega después de que la gente muere, por su voluntad cruzarán el puente e irán por un camino que va al reino de la Luz y ahí, y solo ahí, Saoshyant el Savio los librará de las garras de la muerte.

Después de que el gran Cyrus en persona fuese a buscar a Saoshyant a ese camino detrás del puente, su hijo Cambyses guió a sus multitudes acorazadas a través del Levante y hasta abajo del Nilo. El simple exotismo del circo viajero Persa desarma a cualquier Egipcio que tenga en mente resistir. Los Persas se burlan de las antiguas prácticas del Templo cuando llegan, pero compensan sus burlas prometiendo ayuda al Templo. Prometen hacerse cargo de todas las necesidades del Templo, de forma que el Faraón y sus sacerdotes tengan incluso más tiempo para dedicárselo a los dioses.

Lo que Cambyses no dice es que algo de su cola, los mercaderes Levantinos y Babilonios, se van a quedar atrás cuando el gran ejército vuelva al Creciente Fértil. Egipto había levantado sus defensas para librarse de la rapacidad de los mercaderes Mesopotámicos, y de esta rapacidad se había librado por cien generaciones. Pero, en los tiempos de la llegada de los mercaderes Asirios, ningún Egipcio recordaba porqué el primer muro había sido construido, y ahora que Cambyses se va, pocos prestan atención a esos hombres siempre ocupados con las mercancías.

Un victorioso Cambyses abandona Egipto, pero, a su vuelta, en vez de encontrarse con guirnaldas se encuentra con la mitad de su reino levantado en armas contra él. Resulta que los primeros seguidores de Cyrus realmente pensaban que Cyrus y su hijo habían venido desde el norte para prenderle fuego a la máquina recaudadora-de-tributos, no para hacerla funcionar. Cambysse se dirige a hacia la antigua ciudad de Abraham, Harran, donde los últimos Asirios se intentaron esconder de sus sublevados zeks, y ahí, se dice, el hijo de Cyrus se suicidó.

Los Persas se juntan con los Caldeos y los Arameos para celebrar la muerte del tirano, y un seguidor de Zaratustra proclama el fin del Leviatán.

Pero Darío, un primo lejano de Cambyses cuyo título está en su fuerza, se rodea de hombres acorazados nostálgicos de Asiria, y con estos hombres y métodos reprime a los rebeldes y restaura el Leviatán recolector-de-tributos.

Darío se proclama entonces Rey del reino “por la gracia de Ahura Mazda.” Independientemente de las esperanzas que los individuos hayan logrado mantener vivas, ahora se pudren dentro de ellos como los barcos vacíos de Tiro.

Sus-Historiadores llamarán a Darío “El Grande” porque restaura los métodos Asirios y los lleva a un reino mucho más grande, a un Leviatán que se extiende sobre la mitad de Eurasia, desde el Sur del Nilo hasta las aguas del Indo.

Pero ahora, al menos, los Egipcios recuerdan porqué construyeron sus murallas. Por fin advierten que las apropiaciones de los mercaderes son enormes, mucho mayores que las recaudaciones de los recolectores-de-tributos. Los mercaderes toman mucho más de lo que todos los Templos Egipcios necesitan y dan muy poco de todo lo que toman a los Templos.

Los Egipcios intentan evadirse del Leviatán Persa, pero el Gran Darío tiene acceso a reclutas de la mitad del mundo, y sus reclutadores van a buscar más a los bosques y valles del Sur de Egipto, sesgando y perturbando las comunidades, desencadenando oleadas que afectarán a África así como las primeras oleadas afectaron a Eurasia.

El gran ejército derriba las murallas de Egipto, definitivamente. Por los tiempos en los que los grandes Persas, los grandes Griegos y los grandes Romanos han terminado con Egipto, el que fue el reino más rico del mundo será ahora la colonia más pobre de todas.

El Leviatán Persa se ha comido a todos los otros leviatanes del mundo. Se sospecha de la existencia del distante Leviatán Chino, pero pocos van hasta allí, y las historias contadas sobre él por los Escitas no pueden ser creídas.

De cualquier modo, los Persas saben que hay un mundo fuera del Leviatán que está más cerca y más a mano que China. Vuelven su atención sobre los Escitas, los salteadores nómadas armados con hierro, que acompañaron a los primeros Persas al Creciente Fértil pero que todavía no han sido incorporados al reino de Darío. Darío y sus huestes se ponen manos a la obra para reparar este descuido. El gigantesco ejército sigue la abandonada ruta Hitita a través de Anatolia, atraviesa el Hellesponto, se mueve hasta Tracia.

Pero los Persas, con todo su acorazamiento Asirio y Babilonio, han olvidado cómo de móvil la gente de las estepas solía ser –y todavía es. Los persas atrapan a un salteador aquí a otro allí, pero no pueden encontrar ninguna ciudad, ningún palacio, ningún templo, ni siquiera un campamento central. Los hombres acorazados no pueden imaginar cómo puede vivir la gente de esta manera: en los bosques, sin cuadrillas de trabajo. Esto, para los hombres acorazados del Leviatán, es salvajidad. Y Darío decide que su ejército, todo lo grande que es, no es lo suficiente para tragarse la salvajidad.

***

Simulacro
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Mensaje por Simulacro » 09 Jul 2006, 13:41

Me pongo a traducir el 9

Estado de la traducción colectiva del Against His-Story:

Están traducidos los capítulos: 1, 2, 5, 6 y 7
Y en proceso de traducción: el 3, 4, 7, 8, 9 y 10

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Al Azif
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Mensaje por Al Azif » 07 Ago 2006, 23:44

[Traducción del capítulo 8 de Perlman, Fredy: Against His-Story, Against Leviathan! Red & Black. Detroit, 1983.
Traducido por Miguel Girasol]

CAPÍTULO 8

Volviendo hacia el este desde Tracia, los persas se sincretizan con los egeos y los griegos anatolios, el pueblo llamado Mushki en las antiguas tablillas. Los persas consideran realmente civilizados a los antiguos Mushki en comparación con sus antiguos compañeros escitas.

Pese a que los mares Egeo y Jónico son verdaderos avisperos, plagados de pequeñas disputas, pugnas y guerras interminables entre ciudades raquíticas, en una inspección más a fondo encontramos que los antiguos Miushki no son en absoluto como los describen las antiguas tablillas asirias y babilónicas. Hablan el dialecto hebreo de la lengua irania original de los persas, pero en los demás aspectos, estos asirios llamados Mushki son fenicios -no como los fenicios de los tiempos de Darío, sino como los antiguos fenicios que se habían expandido por todo el mundo. Escriben en griego con caracteres fenicios, llevan vestidos fenicios, cuentan historias fenicias, viajan en barcos fenicios, y todas las pequeñas ciudades tienen puestos comerciales a lo largo y ancho del Mediterráneo, exactamente igual que los fenicios.

Cada cuidad, llamada polis, tiene santuarios dedicados a los dioses, algunos de ellos fenicios. Pero los dioses ya no están en el templo, están en el ágora, en el mercado. Los hombres de la polis son todos comerciantes de vino y olivas -todos, claro está, excepto los esclavos- y todos mienten y estafan tan experimentadamente como los fenicios. Dicen obtener su fuerza física de su vigoroso ejercicio al sol, pero los persas pronto aprenderán que, al menos parte de su fuerza, proviene de los cargamentos de trigo que llegan a diario, y aunque los griegos intentan mentir acerca del origen de ese trigo, Darío descubre que los mushki no tienen ningún problema para llegar hasta los escitas, y como auténticos fenicios, entregar unas cuantas tinajas de olivas, y unas cuantas ánforas de vino a ciertos caudillos, y regresar al Egeo con todo el trigo que puedan comer.

Los persas, blindados a la manera asiria, instintivamente detectaron el punto débil de este pequeño pueblo de griegos fenicios con sus imperios flotantes: las ciudades griegas no pueden mantener grandes ejércitos. Deben mantener su riqueza a flote, en el mar, para aumentarla, e incluso para mantenerla. Los persas saben que se pueden hacer con todas las polis anatolias en una sola campaña militar.

Pero tal campaña es innecesaria. Los griegos también son conscientes de su propia debilidad, y compiten entre sí por vaciar sus cofres y barcos para hacer a Darío el Grande más obsequios de los que su ejército puede cargar a Persépolis. Como el segundo Hiram de Tiro, trataron de comprar su salida de las entrañas del leviatán mundial.

El rey Darío, cínicamtente “rey por la gracia de Ahura Mazda” sin duda reconoce en estos griegos algo que les hace distintos de sus predecesores. Los griegos saben que sus dioses están muertos, que los templos están vacíos. Cuando oyen recitar una descripción de Hesiodo de la época en la que los dioses caminaban entre los hombres, los oyentes se concentran en contar las estrofas de sus versos.

Darío sin duda desea que los persas que oyen recitar las visiones de Zaratustra, también aprendan a concentrarse en la métrica. El propio cinismo de Darío de seguro le ayuda a entender que los griegos se están convirtiendo en algo que podríamos llamar secular, y seguramente les considera únicos en esto, ya que no puede saber que los distantes chinos están en ese momento lanzándose a un secularismo similar.

Los griegos siguen haciendo, o pretenden hacerlo, sacrificios y ofrendas a sus dioses; no matan y saquen simplemente por matar y saquear. Pero cuando van a sus templos y santuarios, no se concentran en los dioses, aunque estén muertos. Se concentran en las líneas, formas y colores de los techos y columnas.

¿Cómo es posible?, los antiguos fenicios no hubieran podido concebir sus vidas sin su difunto Baal, no hubieran podido soportar verse a sí mismos como meros comerciantes de púrpura y marfil.

Los griego soportan esto mucho mejor que sus mentores. Les aterra pensar en un nuevo Hesiodo describiendo una nueva generación hecha ya no de metal alguno, sino de vino y olivas almacenadas en vasijas cerámicas. Hablan de cualquier cosa menos de vino y aceite de oliva, y de los esclavos que los cultivan, fabrican y almacenan. Se saben expertos en líneas, formas y colores, incluso en los de las propias ánforas que los contienen. Los griegos son lo que llamamos “connoisseurs” de arte. Han conseguido transferir las actividades del templo al ágora. Lo han conseguido porque pocas actividades que se realizaban allí provenían de su propio pasado, muchas venían de Fenicia, y nunca tuvieron mucho significado para ellos.

Una vez que se han cansado de saquear el templo, falsifican actividades que ya no tienen ninguna conexión con su pasado ni con el de nadie. Lo que para los demás es la verdad absoluta, pierde todo valor entre los griegos. Las grandes representaciones son reducidas a drama, los santuarios a arquitectura, las visiones a pintura y arquitectura. La extereorización de las visiones se convierte en arte; la búsqueda interior, en filosofía; el compartir experiencias, la comunicación, pasa a ser retórica.

Los griegos han invertido la relación entre el templo y leviatán. Para todos sus antecesores, la bestia artificial, da igual cuán grande y fuerte fuese, era una mera herramienta, un instrumento para mantener los dioses muertos dentro del templo. Pero los griegos han cogido los fragmentos de su templo destripado y los han convertido en ornamentos para su leviatán. El único dios al que rinden culto es a su polis, aunque sólo adoran una polis que esté correctamente adornada.

Aristóteles pensará que sus representaciones y ornamentos sirven para purgar a la gente de su blindaje, pero verá muchas cosas a través de una lente que le ofrece una visión invertida de cosas claramente visibles para los demás. Las representaciones y ornamentos griegos sirven para impedir esa purga, esa purificación, para cubrir el blindaje, para enmascararlo, para darle apariencia de arte.

Darío de Persia sabe que los griegos están por delante de sus sùbditos cananeos en el levante, que actualmente adoran la abstracción de leviatán, pero que tratan esa abstracción como si fuese un dios sumerio, y crean su actual leviatán sometido a él. Estos cananeos incluso persiguen a los ammonitas, moabitas, edomitas, samaritanos, fenicios, y a otros cannanitas que no adoran la abstracción de su templo.

Tendrá que pasar mucho tiempo para que el pueblo que dice ser heredero de Moisés aprenda a adorar al actual leviatán, pero en esto serán herederos de los griegos y de los posteriores griegos ingleses de la época de Hobbes, que intentarán implantar el culto a un leviatán sin adornos, un estado puro.
Darío y sus generales aprenden lo que pueden, y pronto su capital, Persépolis, y su centro administrativo, Susa, se van llenando de edificios que no son templos, y de monumentos que no son santuarios. Pronto, la arquitectura florece en el Creciente Fértil por primera vez, y los persas, que han visto la luz de Aaura Mazda, descubren la luz artificial del arte.

Durante los reinados de Jerjes y Aratajejes, el leviatán persa es cada vez más ornamentado, y para el reinado del segundo Darío, es tan hermosos como una polis.

Para cuando el tercer y último Darío huye del pupilo más célebre de Aristóteles, los persas saben de Zaratustra casi tan poco como los griegos de Zoroaster, sólo conocen su nombre.

La jerarquía persa evitará el avispero egeo, donde cada polis intentará convertir el conjunto del gusano en pequeños feudos contra la polis vecina.
Por consiguiente, no todas las polis griegas caen bajo el influjo del leviatán persa, y los griegos no absorbidos no dudan en explotar el handicap de sus hermanos; no más de lo que dudaron los fenicios en explotar la ignorancia de sus compañeros cananeos, a quienes su cautiverio egipcio les había abocado a un desconocimiento total de los asuntos comerciales.

De hecho, no todos los griegos egeos se benefician de la difícil situación de sus hermanos anatolios. Algunos, como los espartanos son incapaces de obtener ningún beneficio de ella. Hace muchas generaciones, los espartanos habían intentado quedarse en lo que Hesiodo llamó su primera edad. Las mujeres habían seguido siendo importantes, y los hombres seguían felices comportándose más como adornos que como amos. Pero cometieron el error de intentar conservar su comunidad en vías de extinción, obligando a otros a proveerles, y esclavizando a sus vecinos mesenios. En vez de preservar lo que merecía la pena, estos actos convirtieron a los espartanos en fríos guerreros con la lanza siempre a mano y siempre temerosos de que los antiguos mesenios, reducidos a ilotas, se levantaran y acabaran con lo poco que quedaba de Esparta.

Los griegos que se benefician del desconcierto de los jonios son los que no han conservado nada de su pasado, los corintios, de Egina, Eretria y los atenienses.

Las leyes de Dracón han convertido agricultores en deudores, y a los antiguos deudores en esclavos para mayor gloria de los mercaderes de vino y olivas. Para los mercaderes, el mundo es un lugar donde ejercer el pillaje. La Tierra no es la madre. Es un remolino de átomos en movimiento, exactamente igual que la polis.

Cada pequeña ciudad, aunque representa una avispa para Darío, es en realidad la cabeza de un pulpo, cuyos tentáculos alcanzan hasta la última cala a lo largo y ancho del Mediterráneo, con puestos comerciales y colonias en las orillas de África, España e Italia. Los tentáculos griegos intentan no cruzarse con los de Cartago, Gades, o Tarteso; no están seguros de su poderío comercial en vista de que los propios fenicios aun operan desde estos lugares .Pero los griegos, especialmente los atenienses, van a todas partes, y nada los detiene a la hora de enviar barcos con enormes cargamentos a los emplazamientos de los desdichados jonios, que tienen que vaciar sus barcos para satisfacer a Darío. Y al derrotar a la flota que el hijo de Darío, Jerjes, envió contra ellos, los atenienses se han librado de pagar tributos a Persia, y pronto alcanzarán una prosperidad a la altura de los sobrevivientes de sus antiguos mentores fenicios, los cartagineses.

Ahora empieza a surgir esa gran Atenas tan admirada por el espíritu occidental a partir del Renacimiento. Las próximas seis generaciones se verán colmadas, a los ojos del blindado occidente con una variedad infinita de “formas de libertad”.

Las “formas de libertad” se harán visibles a aquellos que miran sólo a la retórica ateniense, y no a los esclavos, a las uvas y a las olivas. La retórica ateniense proclama que las ciudades anatolias son ahora libres, y pueden volver a empezar donde lo dejaron.

Pero la invicta armada ateniense, las integra en la Confederación Ateniense o Liga de Delfos, un nombre retórico para designar el Imperio Ateniense.
Las ciudades canias y lidias rechazan amablemente ser integrados y coartados por el pulpo naval ateniense, que sustituye al gusano terrestre persa. La discordia llega a la propia metrópolis. Se forman dos partidos, el del gusano, y el del pulpo.

Los autoritarios del partido del gusano saben que un imperio necesita una gran concentración de fuerzas armadas para evitar su desmembramiento.
Los mercaderes, en el partido del pulpo, dirigido por un tirano constitucionalista, saben que la riqueza de Atenas proviene de sus tentáculos, y de la libertad de movimientos de éstos; y que una gran concentración militar haría mella en las fuentes de esa riqueza, vaciaría los barcos, y haría perder el imperio. Los mercaderes saben que los tentáculos no son seres humanos libres, sino piezas del blindaje, partes de la polis, astillas que, como flechas, sirven a su propósito sólo cuando están perdidas.

Por este buen sentido mercantil, el arconte Pericles será aclamado algún día como defensor de la libertad.

Pericles defiende la libertad para el movimiento de mercancías, no la libertad del pueblo. Dos terceras partes de la población son zeks, cuadrillas de trabajo dedicadas a la minería, artesanía y servicio. Y las ciudades en el Imperio Ateniense están obligadas a pagar tributo, como en el Imperio Persa.

El partido del gusano es derrotado, pero los atenienses no llegan a olvidar sus propuestas. Intentan abarcar todo su territorio interior, la Boecia de Hesiodo. Esto trae la guerra con Tebas y Esparta, y los atenienses de Pericles empiezan la metamorfosis, de pulpo flexible, a firme gusano siempre oscilando entre lo uno y lo otro. Bajo el mandato de Pericles, extendieron sus tentáculos sobre Egipto, y construyeron murallas.

Derrotados por los espartanos y sus aliados, los atenienses renunciaron a su imperio terrestre, pero se apresuraron a reducir sus colonias marítimas Samos y Bizancio.

En la metrópolis, se desarrollará lo que Toynbee describirá como las obras arquitectónicas más bellas pagadas con tributos imperiales impuestos por las armas atenienses, y yo añadiría, por artimañas comerciales.

La libertad pericliana, es la libertad de las garras y tentáculos para hacerse con todo lo que se ponga a su alcance. Y es la misión de las más bellas obras arquitectónicas y artísticas y del drama, ocultar las garras y tentáculos, primero de todo, de los propios atenienses.

Sin embargo los atenienses son conscientes de esas garras y tentáculos, pues son ellos quienes las manejan. Sólo en épocas posteriores, los apologistas de otras garras, querrán ver únicamente la suprema belleza de la Atenass de Pericles.

Avergonzado por el poder de los exitosos imperialistas, el arconte Pericles y sus camaradas comerciantes van demasiado lejos. Los propios atenienses llaman a esa extralimitación soberbia, arrogancia ciega: intentan hacerse con los enclaves de ultramar de Corinto.

Pero Corinto no es una polis jónica mermada y debilitada por los recaudadores persas. Corinto es un vecino cercano, a la zaga de Atenas en posiciones de ultramar.

Ahora empieza esa historia de violencia inhumana por tierra y mar, de esclavitud y plagas, conocida como guerras del Peloponeso, inmortalizadas por Tucidides. Todos los aliados de Atenas, cada confederado y cada colonia se rebelan contra la forma de libertad que la Atenas de Pericles les había obligado a compartir.

Después de más de una generación de guerra fraticida y genocida, Atenas es reducida a una polis más. Una polis saturada, plagada de monumentos de un pasado glorioso.

Y los atenienses vencidos se vuelven píos. Ordenan la ejecución de un hombre llamado Sócrates porque anuncia públicamente que los dioses atenienses están muertos. Llevan muertos eras, pero este no es el momento de proclamar su deceso. Sin la cobertura de sus dioses, los atenienses son sólo comerciantes de vino y olivas, y ni siquiera son los mejores ya. Los fenicios de Cartago, en la orilla norte de África, son más astutos, y entre los griegos, Siracusa ha superado a Atenas en tamaño y riqueza, si no, en la belleza de sus obras.

La gran época de Atenas ha acabado. Atenas ha subido y caído. Todo lo que queda es el intento de Platón de encontrar el leviatán ideal, la polis perfecta. Platón es un ateniense típico. Habla del leviatán con el lenguaje del templo. Se concentra en la ornamentación que oculta el blindaje. Hace referencia a los esclavos, uvas y olivas, sólo cuando explica que algunos han nacido para exprimir su jugo y otros para venderlo. De hecho piensa que los esclavos serán felices si alguien les explica esto.

Platón no sabe, no puede saber, que un contemporáneo suyo en la lejana China, está concibiendo una teoría casi idéntica usando el lenguaje del propio leviatán pero sin ornamentar.

Este contemporáneo de Platón es Shang Yang, ministro del duque de Ch’in, heredero de un segmento del gusano de la China occidental, un segmento que puede haber sido llevado allí por los pastores nómadas de influencia asiria o incluso por los escitas.

La polis ideal de Shang Yang no tiene las florituras de la de Platón. El filósofo rey de esta república, empieza por concebir la tierra de las comunidades campesinas como mercancía comercializable. Los mercaderes empobrecen a los campesinos y les hacen endeudarse; el duque expropia a los campesinos morosos, o los propios campesinos venden su tierra para saldar la deuda. En cualquier caso, la antigua comunidad basada en el parentesco se rompe y la tierra pasa al duque y sus secuaces, y un gran número de antiguos campesinos sin tierra están disponibles para las cuadrillas de trabajo o los ejércitos. Sobre esta sólida base, se construye el leviatán. Se cohesiona por coerción. Sus mayores son la policía secreta. Su argumento el terror. La música, la poesía, atenta contra sus fines y son totalmente liquidados. El propósito de la máquina es hacerse cada vez más grande mediante la guerra perpetua y la preparación para la guerra.

Platón y Shang Yang encuentran monarcas a quienes ofrecer sus servicios, pero sólo los de Shang Yang son requeridos. El tirano de Siracusa a quien Platón se había ofrecido, no está acostumbrado a florituras. Siracusa ya no usa el lenguaje del templo.

El admirador y pupilo de Platón, Aristóteles, pone la sabiduría del maestro en libros, una forma adecuada para la Academia, y cuando Filipo de Macedonia invita al filósofo a contar a su hijo todo lo que hay que saber sobre la polis, Aristóteles acepta la invitación.

El propio Filipo, se las había arreglado sin la sabiduría de los filósofos. Empezó reparando un segmento decadente del gusano persa abandonado en Tracia por Darío durante la caza de escitas. Filipo sabe cosas que Aristóteles no sabe. Sabe, -quizás de manera intuitiva, quizás ha oído sobre el destino que corrieron los fenicios- que un pulpo no se puede comparar a un gusano, especialmente ahora, cuando cada polis en el Egeo esta exhausta por el intento ateniense de ser pulpo y gusano.

El último defensor del pulpo ateniense es un hombre llamado Demóstenes. Las otras ciudades se limitan a enviar embajadas a Filipo. El partido del pulpo, fundado por Pericles, parece haber perecido con el imperio marítimo.
Demóstenes defiende el pulpo, pero es un ateniense y un orador. Utiliza la retórica, el lenguaje adornado que oculta en vez de rebelar. Si fuese Shang Yang, hablaría directamente de vino y olivas, recordaría a sus camaradas atenienses que su riqueza sigue proviniendo de la circulación de mercancías en sus barcos, y que incluso una brave visita del ejército de Filipo vaciaría todos sus barcos. En caso de que Filipo se quedara por más tiempo, los barcos dejarían de circular y los atenienses se volverían tan pobres como sus esclavos.

Los oyentes de Demóstenes harían oídos sordos incluso a las claras advertencias de Shang Yang, porque los atenienses prefieren asumir varios filipos , antes que otra guerra del Peloponeso, y los demás griegos no creen que los macedonios puedan ser peores que la Confederación Ateniense. Así que invitan, o al menos pretenden invitar a los demás a ingresar en el gusano macedonio, silenciando a todos los que llaman a resistir.

Y por supuesto se equivocan, y Demóstenes, o más bien Shang Yang, tiene razón. Atenas no encaja mejor en las entrañas de un gusano macedonio, de lo que encajó el segundo Tiro de Hiram en el gusano asirio.

La historia de la polis griega y sus tentáculos moviéndose a su antojo está totalmente acabada. La humanidad leviatanizada ha subido otro gran peldaño de la escala. Filipo de Macedonia será un hombre conocido por todos los escolares .

La única polis al margen es la lejana Siracusa, situada en una isla a medio camino entre Italia y Cartago, y Siracusa nunca tendrá la belleza que Atenas tiene todavía hoy. Los atenienses han removido su templo y volcado su contenido en el ágora. Han profanado lo que en otro tiempo fue sagrado, pero lo han hecho con pinceles, con arte.

Los siracusanos lo han hecho con cuchillos de carnicero, y pronto su Arquímedes venderá los poderes del visionario a un tirano que los volverá contra la vida misma, contra la Madre Tierra. Arquímedes alardeará “dadme un punto de apoyo y moveré el mundo”, y cuando el tirano mata con las poleas y palancas del inventor, Arquímedes gritará “¡eureca!”. Siracusa ya no es una polis bonita, está situada entre el ornamentado mundo griego y el desadornado mundo de zeks y máquinas de matar, cuyos visionarios, secos y calculadores, expresarán sus letales preceptos morales transformando “¡eureca!” en “¡funciona!”.

En cuanto Filipo entra, los griegos egeos abandonan sus bonitas y ornamentadas ciudades: Sus barcos se empiezan a pudrir y pronto se unirán a los de Tiro en el fondo del mar. Los antiguos comerciantes de vino y olivas, se venderán al mejor postor en calidad de mercenarios. De aquí en adelante habrá griegos en ambos bandos de cada gran guerra desde Eurasia oriental a China occidental.

Filipo es, según de ha dicho, asesinado por la madre del joven Alejandro. El valiente Demóstenes impulsa un decreto en memoria del asesino del tirano. Pero el hijo del tirano no está por la labor de poner en práctica los preceptos que aprendió de Aristóteles. Ni su madre ni los hombres de confianza de su padre habían previsto esto. Incluso si Alejandro hubiera mirado más allá de las enseñanzas de su maestro y hubiera aprendido por su cuenta sobre la vid y el olivo, no hay nada que pueda hacer para poner el pulpo en funcionamiento.
Así que el veinteañero Alejandro, se deja convertir en Magno, deja que un puñado de caudillos le llame general de los griegos. Acuerda junto a sus aduladores convertirse en rey de reyes, y señor de señores, siguiendo caminos abiertos por Ciro, dos Sargones y Lugalzaggizi, para acabar apagándose en Babilonia a los 33.

Muchos de los restantes griegos abandonan la polis para ayudar al general de los griegos a alzarse en el trono vacante desde el tercer y último Darío, y se enfrentan a muchos griegos para evitar que el persa caiga.

Estos griegos, al menos algunos de ellos, se hacen administradores de los dominios recogidos del indomable leviatán Alejandrino, por los caudillos que tenían precisamente esto en mente cuando se unieron al pupilo de Aristóteles. Cada caudillo se convierte en rey de reyes de los innumerables lenguajes del descompuesto leviatán alejandrino, y pronto los ornamentos griegos, las florituras que serán más tarde aclamados como “formas de libertad”, adornan, cubren y ocultan los colmillos y garras de todos los tipos concebibles de gusano artificial.

Después de la más grande victoria griega, los griegos que dieron la bienvenida a Filipo, están encadenados por los tributos, levas y registros nocturnos; lo que nosotros llamaremos impuestos, ley y orden. El territorio original de la polis es invadido, ocupado y saqueado, primero por el antiguo general de filipo Antípatro, luego por la madre de Alejandro y luego por la secuencia Antigonuses, Demetriuses y Filipos, hasta que un quinto Filipo, corre la misma suerte que el tercer Darió y cae en las mandíbulas del siguiente leviatán. Otra su-historia termina. Los entusiastas de la polis se convierten en libreros y anticuarios.

Esta secuencia de atrocidades se plasmará en los libros de historia como una edificante secuencia de avances, pero los que los vivieron no los han sentido, no los han experimentado como avances.

El dramaturgo Menender, expresa la profundidad de su entusiasmo por la marcha de la civilización: “El más sabio es el que menos espectativas tiene, y el más feliz el que muere joven”

El filósofo Zenón ya no guarda una brizna del patriotismo de sus predecesores Aristóteles y Platón. A sus ojos, todo en el mundo leviatánico es un mal necesario. El entusiasmo de los constructores de la polis deja paso a la resignación de los zecks.

Epicúreo también lo afirma: el infierno está aquí, es el mundo fabricado por el hombre en el que estás, y los dioses están demasiado lejos para ayudarte, así que vive discreta y modestamente, y con suerte, no tendrás nada que temer.
Otros, llamados cínicos, van incluso más lejos. Dicen que no hay nada humano en el leviatán, y la única alternativa es ignorar cualquier forma de gobierno y vivir según las propias convicciones.

Desde la época de Hesiodo los griegos nunca habían dado la espalda a la civilización de manera tan rotunda.

La resistencia, el rechazo, y la renuncia, son, o bien ocultados e ignorados en los balances de su-historia, o bien, fragmentados e interpretados como “religión”. Todavía éstas son las únicas partes de la historia que tienen significado para la humanidad. Todo lo demás es un relato de gusanos, una historia de descomunales gusanos antropófagos, de gusanos artificiales que llevan a la tierra al naufragio.

La historia de los sucesores de Alejandro es un relato de crueldad y guerra entre leviatanes rivales intentando engullirse entre sí. Todos acabaron devorados por un gusano tripulado por unos nuevos pastores nómadas, muy poderosos gracias a levas forzosas, tributos y caravanas comerciales. Las tribus nómadas parnias, cuyas tierras eran atravesadas por las caravanas que se dirigían a China, parten hacia una carrera civilizatoria más corta, pero como tantos de sus predecesores, acaban formando parte de un leviatán parto por las provincias orientales del reino de Alejandro.

Justo al lado de Partia, Cheng pone los preceptos de Shang Yang en práctica y se convierte en Shih Huang-ti, primer emperador de un leviatán unificado chino.

En el mediterráneo, el centro de atención está en Siracusa, la última polis superviviente, rica y poderosa. Siracusa está empezando a ser absovido por el pulpo cartaginés. Pero miraremos a otro lado, porque sabemos que ambos serán tragados – Cartago de hecho será destruido--, por un gusano todavía invisible, un gusano llamado Roma.
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Mensaje por Al Azif » 07 Ago 2006, 23:50

Miguel traducirá el capitulo 11

Estado de la traducción colectiva del Against His-Story:

Están traducidos los capítulos: 1, 2, 5, 6, 7, 8
Y en proceso de traducción: el 3, 4, 9, 10 y 11

Miguel comenta que va a ser dificil unir todos los fragmentos, ya que hay terminos que hemos traducido de diferente manera, ademas del nombre de las ciudades, etc... No se quien comento que tenia un colega traductor que podria realizar esta tarea de homogenizacion del texto. Quiza ya va siendo hora de hablar del tema. ¿ideas?

Un abrazo

Esto va pa'lante! animo!

Para colaborar con la traducción contactar aquí: antonfdr [at] yahoo.es
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Mensaje por Al Azif » 09 Nov 2006, 13:22

Traducido capitulo 11. en cuanto este revisado se cuelga.

Estado de la traducción colectiva del Against His-Story:

Están traducidos los capítulos: 1, 2, 5, 6, 7, 8, 11
Y en proceso de traducción: el 3, 4, 9, 10 y 12

Para colaborar con la traducción contactar aquí: antonfdr [at] yahoo.es
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Mensaje por Al Azif » 29 Ago 2007, 01:29

Traducción del capítulo 11 de Perlman, Fredy: Against His-Story, Against Leviathan! Red & Black. Detroit, 1983.
Traducido por Mikel Girasol

El Imperio Romano se sigue descomponiendo rápidamente, pero no lo suficientemente rápido para los que les resisten. Cada año trae nuevas sorpresas; cada estación más primaveras florecen, y más ruedas se atascan. Pero el gusano artificial se niega a desaparecer, su negativa dura ya demasiado como para que cualquier movimiento de resistencia pueda seguir siendo lo que fue.
Debemos recordar que las máquinas poseen la perversa habilidad de repetir las mismas acciones de la misma manera durante el tiempo que estén operativas. Es una habilidad es inherente a ellas, pero no a personas, que cambian, mueren, y son reemplazadas por otras que perciben y se comportan de manera diferente. Los primeros que resistieron tenían algunas ideas claras y poderosas, las generaciones siguientes, con el paso del tiempo, les dieron la vuelta e invirtieron los cometidos originales.

Retrospectivamente, podemos ver que los caminos de la traición estaban ya pavimentados antes de que nadie los hubiera recorrido, pero esto explica por qué la traición sigue estos caminos, no por qué se produce. Creo que la explicación hay que buscarla primero en el leviatán, y sólo en segundo lugar en el bagaje heredado por los primeros resitentes. El leviatán pone a los seres humanos en una situación imposible de encontrar en la biosfera, excepto en extraños lugares como Súmer. En Súmer el clima provocó que las cosechas, o se secaran, o se echaran a perder por exceso de lluvia, no una o dos veces en una generación, sino de manera continuada. En ninguna otra parte, ni siquiera en tierras que limitan con hielo o arena, la naturaleza obliga a los seres humanos a convertirse en espejos de sus desastres. El leviatán aboca a esa situación a todo el que alcanza. Sus recaudadores de impuestos, reclutadores, proxenetas, violadores y estafadores pisotean a las personas con la regularidad de un reloj, arrastrándolas hacia respuestas defensivas constantes que gradualmente producen también la regularidad de un reloj.

Los rebeldes que participan en las festividades de Ágape, en los festivales de renacimiento y rejuvenecimiento, repentina o gradualmente se alejan de las tareas que de ellos esperaban los guardianes del orden romano.

El estado responde difamando, persiguiendo y encarcelando a los que resisten, incluso forzando a algunos de ellos a salir a la arena del circo con leones hambrientos para entretenimiento de las multitudes. La resistencia intenta protegerse forzando vínculos fuera de las festividades de Ágape, incluso buscando protectores entre los guardas. Esto es incomprensible a la vista de la persecución, pero podemos ver ya, con la perspectiva del tiempo, que tales vínculos, que no surgen del amor, y no están basados en el apoyo mutuo, formarán con el tiempo un nudo corredizo que estrangulará su compromiso originario. Están creando los vínculos que les llevarán inevitablemente a lo que los militantes de nuestra época llamarán La Organización.

Inicialmente los visionarios de la revuelta se alinearon vehementemente al lado de cualquier tensión de afirmación de la vida, y según se dice bebieron de todas ellas. Pero desde el momento en que se proclaman cristianos, tienen que definirse de cara a sus patrones y a ellos mismos, y tienen que diferenciarse de los seguidores de Moisés, de los entusiastas de Mitra, de los que rinden culto a Isis, Osiris, o Serapis. Y tan pronto como han aclarado esto, tienen que convencerse de que su propio grupo tiene la idea más válida y verdadera, pues si ésta perteneciera a otro grupo, no quedarían muy buenas razones para seguir siendo cristianos.

Una vez que se han distanciado del resto de la resistencia, no tardan mucho en volverse contra ella. Los cristianos ya no están al lado de cualquier grupo que afirme la vida. Primero se vuelven contra la manera en que otros afirman la vida, gradualmente se vuelven contra la vida.

Llegados a este punto encuentran fórmulas ya confeccionadas, caminos pavimentados por precursores. “No habrá otros dioses para mí”. Esto pone fin a Isis, Osisris y Serapis. Los cristianos gritan a mala fe que sus antiguos aliados son idólatras, añadiendo el insulto al ataque. Saben perfectamente que Isis y su hermano son poderosos símbolos de eventos importantes, símbolos que han acoplado a su Jesse1, a quien ahora llaman Jesús. Gritan “idolatría” sin mirar a su propio bagaje, sin ver que la abstracción que han heredado del (libro antiguo, antiguo testamento?)2, el Rey de Reyes, la abstracción de Lugalzaggezi, no simboliza nada primordial, ni siquiera natural. Gritan “idolatría” olvidando que son ellos los que están haciendo llegar un ídolo a todos los rincones del mundo.

La Organización parece tener su propia lógica. Algunos miembros son más hábiles para justificar el ídolo3 oculto en su(s) armario(s), y pronto se convierten en los pastores; el título que reciben los que no explican nada es obvio. En seguida los pastores dan discursos sobre falsos profetas que llevan a conclusiones erróneas a sus rebaños. Pero, ¿quién puede decir qué profeta es falso?, sólo los pastores más conscientes, ahora llamados presbíteros y diáconos. Pero incluso los diáconos yerran, y sus errores sólo pueden ser detectados por un diácono de diáconos, un obispo.

Cada grupo participante en las festividades de Ágape, se convierte en una iglesia. El antiguo compromiso de muchos de estos cristianos les predispone a aceptar algún tipo de ordenación jerárquica. Han pensado a su Osiris como un líder con apóstoles. Muchos se han pensado a sí mismos como seguidores del líder Moisés.

Incluso para muchos de ellos las iglesias empiezan a parecerse a provincias del Imperio Romano, lo único que falta es el emperador. Y un romano blindado que se las arregla para llegar al puesto de obispo anuncia ahora que los agrupamientos son iglesias reales sólo si son “nombrados por Pedro y Pablo”, o sea, por un autoproclamado portavoz de Pedro y Pablo, por ejemplo él mismo.
***
Los descendientes de los resistentes ya no son un espejo del monstruo, ahora están en sus mandíbulas. Muchos de ellos lo saben, y los pastores se ven obligados a una prevaricación rápida y aguda para no perder sus rebaños. Utilizan el ardid de Darío de vestirse de Ahura Mazda, pero como revestimiento exterior. Los jerarcas se presentan a sí mismos como la puerta a la salvación, pero cualquiera puede ver que no conducen a ninguna parte, que se mantienen en el poder por encima de las congregaciones, como los oficiales romanos. Así que las iglesias oficiales toman otro truco de los persas. Sitúan la salvación en el reino del los muertos. ¿Y quién puede estar seguro de que el obispo no es la puerta a semejante salvación?.

La Iglesia llegará muy lejos por esa vía, pero ya parte de la resistencia se disocia de ella por la misma razón por la que la que los que la iniciaron se apartaron de la Roma imperial.

Los visionarios llamados gnósticos, rechazan toda tentativa de organizar contra-monstruos para oponerse al monstruo que subyuga al mundo. Dicen que los arcontes, especialmente el arconte de arcontes del Antiguo Testamento, no sólo esclaviza el cuerpo, sino que también mantiene cautivo el espíritu de los seres humanos, lo blinda, y adormece a las personas. Los gnósticos pretenden acabar con el blindaje, despertar, e insisten en que ésto sólo ocurrirá teniendo presentes los eventos primordiales que hicieron que el monstruo creciera, no olvidándolos.

En Anatolia, donde un día bailó Cibeles, el espíritu de la resistencia originaria se mantuvo viva y se intensificó gracias a un gran círculo creado alrededor de las profetisas Priscila y Maximilia, y a un hombre llamado Montano. Están convencidos de que el Imperio está cayendo, y hacen todo lo posible para acelerar su caída, llegando incluso a negarse a producir niños para las legiones y plantaciones romanas. Para ellos la afirmación “el reino de los cielos está dentro de ti” significa que cada hombre y cada mujer son un visionario en potencia. Serán más tarde liquidados por la Iglesia Cristiana por su incapacidad para reprimir la humanidad de las mujeres. Los cristianos oficiales conocían a las profetisas, pero se refieren al grupo como montanistas, tomando el nombre del varón. Los integrantes del círculo de Priscila consideran abominaciones los engaños y componendas de estos cristianos, y están convencidos de que encontrarán el paraíso en este mundo y no en ningún otro.

Muchos otros rebeldes se alejan de la romanización de los cristianos. Algunos vuelven a los círculos alrededor de Isis, y vuelven a afirmar y experimentar el gozo de la generación y regeneración de la Tierra. Otros son atraídos por las visiones de un hombre llamado Mani, que recoge las revelaciones de budistas, zaratustristas, gnósticos y primeros cristianos, pero rechaza el Antiguo Testamento y su dios leviatánico. Las formulaciones de Mani se expanden desde Persia más allá de las fronteras del Imperio, y por el este llegan hasta la muralla china; pero el propio Mani cae víctima del Shahanshah, el rey de reyes de un reacondicionado imperio persa.

El Imperio Parto llegó a su ocaso cuando las legiones lideradas por Trajano, y luego las enviadas por Marco Aurelio, agotaron sus últimas fuerzas. El vacío no fue cubierto por la luz de Zaratustra, sino por el ejército de un persa llamado Ardashir, nieto de Sassan, quien se proclamó primero rey, y luego Shahanshah por la gracia de Ahura Mazda.

En este contexto Mani, un joven zaratustrista familiarizado con filosofía griega, y conocedor de muchas de las luchas del movimiento de resistencia en el mundo romano, tiene una visión. Ve la riqueza y poder de los nuevos dominadores persas como dádivas del tenebroso Ahrimán, no de Ahura Mazda. Expulsado de Persia por el clero zaratustriano, a quien pone en evidencia., encuentra refugio entre los budistas indios, que le confirman lo que ya sabe: que el leviatán no es la realidad última, que ni siquiera es realidad. Después regresa a la Persia reconstituida, durante el mandato del más tolerante del rey Shapur. Pero observa que el pueblo amado por zaratustra, los que plantan semillas y siegan, los que celebran los poderes de la Tierra y la fertilidad de la vida, son los más oprimidos del reino, sujetos a insoportables impuestos personales y por la tierra, trabajos forzados y levas.

Mani no se reconcilia con el oscuro mundo leviatánico. Está convencido de que la luz prevalecerá, incluso si son necesarios catorce mil años de fuego incesante para acabar con el monstruo. El sucesor de Shapur, Vahram, encarcela al envejecido rebelde, y sacerdotes oficiales de Zaratustra hacen que sea asesinado en prisión.

***

Al oeste de Persia, la enorme concha llamada todavía llamada Imperio Romano, se vacía tanto de sus contenidos humanos, que todo su entramado interno pierde cualquier sentido. Las legiones blindadas, con su moderna técnica, siguen ocupando todas las provincias de un extremo a otro, pero ya no son miembros de un gusano artificial; funcionan descoordinados, sin ningún proyecto común. El monstruo ya no tiene cabeza desde que la metrópolis misma ha sido reducida a una simple provincia, simplemente otra provincia más objeto de pillaje para la legión más poderosa.
El emperador Séptimo Severo, desfila con la cabeza de su predecesor por Roma, pero asistir a semejante espectáculo es el único privilegio todavía disponible para los que viven en la capital. El Senado es desde hace tiempo una reliquia sin ningún poder. Las leyes las hacen e implementan guardias pretorianos y caudillos militares provenientes de otras provincias.

Los cristianos y otros resistentes son perseguidos. Los campesinos con tierras son obligados a endeudarse y degradados al mismo estatus que los esclavos: siervos en latifundios pertenecientes a héroes militares absentistas.

El emperador Caracalla establece otro oneroso impuesto, al considerar a todos los individuos ciudadanos, y por tanto cuantificables para los impuestos de ciudadanía abonables en especie por los siervos. La actividad de toda la población, convertida en sierva, se destina a mantener a las denostadas legiones, y el principal anhelo de cada legión es convertir a su general en el siguiente emperador.

La putrefacción interna del leviatán romano está tan avanzada que nadie entiende cómo el monstruo sigue en pie. Ya no hay poetas o arquitectos que ornamenten la brutalidad. Los únicos pensamientos que se expresan son los de la resistencia. Los únicos pensamientos sobre Roma son especulaciones acerca de quién dará el golpe de gracia al viejo cadáver. El sujeto que finalmente hará caer al descompuesto leviatán romano será una federación de tribus provenientes de la estepa euroasiática. La entrada en acción de estas tribus no se debe únicamente a Roma, sino a todo el complejo leviatánico que se expande ahora por la mitad sur de Eurasia.

En China, los campesinos inspirados por Tao, el Camino, tocados con turbantes amarillos, se arman con cualquier utensilio que pueda servir como arma e intentan expulsar a leviatán fuera de esa parte del mundo. Cuando los ocupantes chinos de la cuenca del Tarim regresan a China para reprimir a los campesinos, los blindados cómplices de los ocupantes, se apresuran a reemplazarles, e invaden las tierras de las comunidades de Hsiung-un. Muchos Hsiung-un se quedan y se defienden; sus descendientes invadirán la China entera tres o cuatro generaciones más tarde. Otros Hsiung-un, huyen hacia el oeste. Serán conocidos como hunos cuando lleguen a la frontera romana.

Durante el reinado de Séptimo Severo y su sucesor, estos hunos se federan con los alanos, godos y otros pueblos de las estepas, y atacan las caravanas de la ruta que va de Roma a la cuenca del Yarim; posiblemente movidos por antiguos rencores hacia los engaños y estafas de los mercaderes que las conducían, pero no lo sabemos.

Los ataques de los pueblos de las estepas y los contraataques de los ejércitos romanos y persas, activan toda Eurasia. Godos, alanos, hunos, y demás aliados llegan a la frontera norte de Persia, en Anatolia, e incluso a Tracia por mar. Los francos, federados con los alanos turcoparlantes, invaden las provincias galas, conocidas más tarde como Francia y España. Todos estos pueblos no vienen a reacondicionar el leviatán romano, sino a sepultarlo; usan las esculturas e inscripciones romanas como piedras para construir las paredes de sus viviendas.

Roma responde a los recién llegados como respondió a los dacios: esclavizándolos y masacrándolos. Pero algunas legiones romanas son derrotadas por las nuevas federaciones; y, en una provincia tras otra, los soldados romanos, y a veces legiones enteras, unen su fuerzas con el enemigo para luchar contra Roma.

***

Y entonces ocurre algo que nadie esperaba. Ocurre exactamente en el mismo año en el que hsiung-un y otros nómadas en el extremo opuesto de Eurasia invaden y desmembran el Imperio Chino.
Un general y su legión, con mayoría de soldados cristianos, reprimen una rebelión en Bretaña y proceden a la invasión de Italia; destronan al emperador, y se instalan en el poder. Este general, un tal Constantino, que adora a Séptimo Severo como al sol, atribuye la victoria al dios de sus soldados cristianos, y él mismo se proclama cristiano.

Ahora el emperador es el sumo pontífice, es decir, el sacerdote supremo, no de Óptimus sino de Yavé, y la abstracción de los israelitas se convierte en el dios de las legiones romanas.

Constantino es emperador por la gracia de Jesucristo, y la mayor tensión de la resistencia interna es recuperada. En lo sucesivo, el dios cristiano va a la cabeza de las legiones romanas y cualquier dios que vaya a la cabeza de las legiones romanas es un gemelo de Óptimus máximus.

En el concilio de Nicea, el teólogo recién llegado Constantino, insiste en que el Padre, el Hijo y el Espíritu son de la misma materia y están en el mismo nivel. El Hijo ya no es Osisris-Serapis el renacido. Los tres son ahora una nueva abstracción tricéfala, y sus atributos colectivos son los de Óptimus máximus. El Padre no constituye un problema para los concilios teológicos, pues ya tenía los atributos de Óptimus. Pero el hijo no puede ser reducido e invertido tan brutalmente. Ah, pero sí puede. Calígula y Nerón demostraron que el emperador puede hacer cualquier cosa. Constantino lo demuestra una vez más.

Cualquiera que objete algo ante semejante mutilación es tachado de cismático y hereje. La resistencia ha tomado el poder, pero su primera pretensión es acabar con toda resistencia. Las guerras de israelitas contra ammonitas, edomitas contra moabitas, son recordadas como precedentes de la guerra santa, y los perseguidores de la resistencia tienen halos.

Óptimus máximus no se había mezclado con otras deidades. Pero ahora que se ha convertido en Yavé, el celosos dios que no quiere ningún otro dios antes que él, ni detrás, ni a su lado; proclama una guerra sin precedentes contra todos los demás dioses- sin precedentes excepto en Judea-.

Los primeros en caer ante el blindado ídolo de ídolos son los dioses que simbolizan eventos naturales primordiales: Isis, Osiris, Serapis, Mithra. Y tan pronto como el campo es despejado de todo menos de cristianos, la cólera de las teológicas legiones se vuelve contra los cismáticos y herejes en las filas de los cristianos.

La caza de herejes invierte todos los principios por los que los cristianos se alzaron. De aquí en adelante “en verdad os digo” sólo se oirá en boca del Sumo Pontífice, cualquier otro individuo que exprese su visión será un falso profeta o, peor aun, un instrumento de Satán.

Las historias que contaron cuatro amigos del Jesús crucificado, son arrojadas entre las cubiertas de un libro, llamado Los Evangelios, y son proclamados como los evangelios finales, el último testamento. No habrá más visiones, especulaciones ni revelaciones, no habrá más sueños. Si Óptimus-Lugalzaggizi tiene algo que decir a su congregación, se lo dirá a los oficiales de la congregación.

Las lanzas y dagas, los motores de guerra de los ejércitos romanos, apuntan ahora no sólo a los invasores y conspiradores, sino también a la imaginación de los visionarios y soñadores. Los barrotes y grilletes que han encerrado cuerpos, ahora encarcelan mentes.

Los gnósticos ya no dejan constancia de sus estudios. Los maniqueos huyen para salvar la vida.Los anatolios inspirados por Priscila, Maximilia y Montano, para expresarse libremente, para compartir sus visiones, serán denigrados ante la perspectiva de que los obispos del emperador Justiniano se lancen contra ellos; se encerrarán en sus iglesias y les prenderán fuego.

Este es el momento en que la cristiandad deja de ser un camino, un movimiento de resistencia, para convertirse en una religión, en un culto. Ya no conduce a nadie a ningún sitio ni promete nada desde el momento en que sus sacerdotes y obispos han llegado exactamente a donde querían estar: son a la vez pastores del culto y oficiales del Imperio Romano.

Y ahora se le dice a la oveja que la inhumana, la artificial brutalidad del leviatán no reside en el monstruo, ¡sino en sus víctimas!. Los sacerdotes llaman a la abominación pecado, y dicen que éste mora en los individuos que sufren sus estragos. Una vez más el Antiguo Testamento sirve a los propósitos de las blindadas legiones, al decir que la primera mujer fue corrompida por Satán, comió la fruta prohibida, y calló del edén, arrastrando con ella a toda su descendencia. Los romanos, que odian a las mujeres, se unen a Moisés para proclamar que es el pueblo el corrupto, no el Rey de Reyes.

Los maniqueos responden que la desgracia del pueblo es la miseria, no el pecado; que las víctimas de las atrocidades no son los pecadores, sino quienes las cometen. Pero los maniqueos son ahora perseguidos por los cristianos romanos, como éstos lo fueron en otro tiempo por los paganos romanos.

El leviatán romano se intenta reconstruir tragando su negación, pero ya es demasiado tarde. El emperador cristiano camina sin esperanza hacia Bizancio para intentar encontrar una nueva capital, mientras los celtas pictos y escotos con sus cueros pintados y armados con arcos invaden la isla grande más allá de la provincia más occidental, los francos y visigodos se instalan definitivamente en la Galia, y los alanos, visigodos y hunos no muestran ningún respeto por la muralla del emperador Adriano.

Y al final la bestia artificial se quiebra. El imperio se parte en dos. El Bizancio griego se convierte en la nueva capital, pero sólo para la mitad del imperio. Las provincias de occidente corren el mismo destino que la isla más occidental; y al caer, los sacerdotes dirán que pecan, pues han abandonado los refinamientos que aportaba la civilización romana.
Haz tu voluntad será la totalidad de la ley . KALLISTI

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Rogelio
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Mensaje por Rogelio » 04 Oct 2007, 23:55

ke me kedao sin papel y lápiz, regreso a las traducciones....disculpen mi demora. :o
Desde la Patagonia se eleva la Insurrección Anarquista Permanente!!!

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Rogelio
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Mensaje por Rogelio » 08 Oct 2007, 17:14

Aunque debo confesar que se me perdió el archivo que me correspondía (el art.04) si alguien me lo pudiera enviar mal no estaría.
al mail:
cisneskin@yahoo.es
Desde la Patagonia se eleva la Insurrección Anarquista Permanente!!!

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