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Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
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apacheanarco
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Mensaje por apacheanarco » 20 Jun 2006, 22:37

MAS RÒNEK escribió:
Siroco escribió: Y eso se impuso a los andaluces, a los extremeños y a todos tras la guerra civil. Quiero dejarlo bien claro: se machacaron las identidades de todos, y algunas tan a conciencia que desaparecieron.
pues bueno, hubo opresión nacionales para todos. Pero si los andaluces y los extremeños no la recuerdan es como si no hubiese existido. Aquí la cosa iba para el idioma y tradiciones y eso jode bastante.
A la salida de sevilla y entrada a mi pueblo dos hermanas,se construyo un macrocampo de concentración para la construccion de una obra hidraulica, el canal del bajo guadalquivir(canal de los presos).A el se trajeron presos politicos de toda andalucia,las familias de esos presos tuvieron que emigrar desde sus puntos de origen aldeas en la sierra,pueblesitos costeros,etc...Cambiaron sus constumbres, sus trabajos,cambiaron el medio rural por la fabrica textil.la cual se construyo estrategicamente cerca de los asentamientos de las familias de los presos buscando la mano de obra barata de sus mujeres.Encima tenian que ocultar quienes eran, su identidad,ser familiar de preso politico estaba evidentemente muy mal visto.ESO LO VIVIO MI ABUELO,LO VIVIO MI PADRE Y LO VIVI YO(el campo de concentracion de los merinales,estuvo hasta finales de los 60).Ese sector de la poblacion le cambiaron su forma de vida,sus marcadores como dice siroco,de escuchar el cante jondo y reivindicativo de los cabreros de la sierra a escuchar a la lola flores,de la solidaridad entre los trabajadores,el ateneo el sindicato ,etc al SALVESE QUIEN PUEDA. ESTO NO FUE UNA INVACION DE LA CORONA DE CASTILLA HACE NOSE CUANTO esto paso hace muy poco .para colmo a finales de los 60 principios de los 70 como aqui se habia destruido todo el tejido industrial pues tocaba emigrar a cataluña,alli esperaban los alquileres draconianos,los insultos (charnegos) , NO ME HABLEÍS DE OPRESION,PORQUE AQUI DE ESO ENTENDEMOS MUCHO.
NI ESTADOS NI FRONTERAS

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Indeterminacion
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Mensaje por Indeterminacion » 20 Jun 2006, 22:50

No creo nada oportuno llevar la discusión al victimismo. Sencillamente el maltrato hacia la cultura catalana es una de las razones por las que se puede entender la reacción autodefensiva del pueblo catalán y porqué ha crecido tanto el movimiento de liberación nacional.

¿Que sigues sin quererlo entender? Tu mismx.
¿Que no te gustan lxs indepes? Tu mismx.
¿Que vas a buscarle la quinta pata al gato siempre? Tu mismx.

Nuestro pueblo no tiene que dar explicaciones a nadie del camino que ha tomado hacia la autodeterminación.

Catalunya es como las lentejas.. si quieres las tomas y si no las dejas.

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Indeterminacion
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Mensaje por Indeterminacion » 20 Jun 2006, 22:53

Y eso de los insultos de charnegos y demás, también podria decirlo yo de cómo me llaman en tu tierra. La diferencia es que en esa época ser polaco en "polonia" todavia era peor que ser charnego, almenos los charnegos hablaban la lengua del impero.

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Siroco
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Mensaje por Siroco » 20 Jun 2006, 23:11

MAS RÒNEK escribió:pues bueno, hubo opresión nacionales para todos. Pero si los andaluces y los extremeños no la recuerdan es como si no hubiese existido.
Toma castaña. Tiene cojones la cosa. Te matan y no ha existido. Yo me acuerdo, ¿eh? No sé si se trata de falta de conocimiento, de falta de sensibilidad o de cabronada a conciencia. Eso es una bestialidad ofensiva.
Indeterminacion escribió:No creo nada oportuno llevar la discusión al victimismo.
Halaaa. No quieres caldo, pues dos tazas. Hablar del canal de los presos es victimismo. Tiene huevos el asunto, y luego os quejáis de que la gente desconfíe del nacionalismo ¿Quién ha sido el que ha sacado primero el victimismo a colación? Vosotros, con el asunto de la opresión histórica desde el 1700. Menudo independentismo. Luego dices que si se le busca la quinta pata al gato, cuando resulta que soltáis las barbaridades del siglo y os quedáis tan panchos. Pues hala, id con dios, que con actitudes como esas llegaréis lejos de la mano del marximo leninismo libertario, que crece tanto al parecer. Nada que ver lo vuestro con el humanismo de los viejos cenetistas catalanes, que ellos sí que me hicieron amar Catalunya.

Eugene Pottier
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Mensaje por Eugene Pottier » 20 Jun 2006, 23:25

Indeterminación, dices que no es cuestión de victimismo... para soltar a continuación lo del maltrato de la cultura catalana (y por extensión a la represión del pueblo catalán, claro). Lo que parece más bien , es que por la razón que sea, te la trae al pairo lo que ocurra o haya ocurrido en otros sitios. A menos que en este otro sitio, haya otro supuesto pueblo oprimido.

Si la explicación del sentimiento nacionalista es la reacción a esa opresión, ¿por qué en Andalucía no ocurre lo mismo? ¿ni en Extremadura? ¿por qué Las Hurdes no piden la independencia? Para explicarlo, hay que preguntarse, por qué en estos lugares no hubo nadie que utilizó el mito de la represión para la propia construcción de su identidad nacional.

Al final la espiral vuelve al principio. ¿Cuál es esa cultura catalana que ha sido tan reprimida? ¿Alguién sabe cuál es la fiesta anual que reúne a la mayor cantidad de personas en Cataluña? No es al diada, es la feria de abril. ¿Es la "andaluza" feria de abril cultura catalana? ¿o eso forma parte de "esa cultura andaluza", como decían en ERC cuando boicotearon un concierto de la Pantoja ("la música de Isabel Pantoja no era conveniente porque fomentaba la cultura andaluza en Cataluña")?

Y bueno, de acuerdo, como iba diciendo, con la última intervención. Al final va a resultar que lo une al catalanismo es precisamente el victimismo. Aunque aún no se sabe muy bien victimismo de qué.
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Indeterminacion
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Mensaje por Indeterminacion » 20 Jun 2006, 23:47

No hay que desviar la conversación hacia un concurso de victimismo histórico. Maltrato lo ha habido en todas partes pero del tipo exclusivamente cultural no se ha dado en regiones castellanoparlantes, no almenos en un sentido estrictamente cultural. ¿A algún extremeño se le insultó por hablar castellano durante el régimen? ¿Le llamaban charnego en Cáceres? ¿Se le acusó constantemente de ser la vergüenza del país y la causa de los males de la patria española?

Esa es la diferencia base por la que en Catalunya como en Euskadi y Galiza se han desarrollado las luchas de liberación nacional, y no ha sucedido lo mismo en otras regiones del estado español, que al régimen le interesaba mantener como "españoles ejemplares".

Aunque no simpatice con ERC, aplaudo su voicot al concierto de esa cerda franquista.

Y si quieres hablar de la cultura catalana creo que podríamos cambiar de topic, ya ahondaremos más en este asunto.

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pim, pam, POUM
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Mensaje por pim, pam, POUM » 20 Jun 2006, 23:49

MAS RÒNEK escribió:pues bueno, hubo opresión nacionales para todos. Pero si los andaluces y los extremeños no la recuerdan es como si no hubiese existido.
1) Propongo discutir el baneo inmediato de este usuario, a no ser que abra un hilo en el foro con una disculpa pública.

2) Paso a ilustrar a este ignorante (ya que ignora que elementos de la represión franquista fue el miedo, el silencio, y la tabula rasa) con unos cuantos enlaces en este mismo hilo, ya que no tengo tiempo para escribir algo de mi cosecha.

3) No sé para qué tanto trabajar la "memoria histórica", vistos comentarios de este tipo.

http://hispanianova.rediris.es/recensiones/R03_008.htm

Francisco ESPINOSA, La columna de la muerte. El avance del ejército franquista de Sevilla a Badajoz, Barcelona, Crítica, 2003, 559 págs, por Sergio Gálvez (Universidad Complutense de Madrid)



Entre las grandes novedades editoriales aparecidas en el 2003 hay que destacar la obra de Francisco Espinosa La columna de la muerte, ya que supone uno de los ejercicios historiográficos más completos y serios, que sobre la Guerra Civil Española se ha realizado en los últimos años. El profesor Josep Fontana nos avisa en el prólogo de la extraordinaria importancia que tiene el libro, para recuperar una parte de la historia de la Guerra Civil, como es la toma de Badajoz en agosto de 1936, apenas conocida a través de las leyendas y tópicos, que la historiografía (neo) franquista ha transmitido, y sigue manteniendo.

La columna de la muerte parte de una preocupación básica, a parte de la estrictamente histórica, como es recuperar para la actual sociedad democrática los lugares de la memoria (o como denomina el autor para el caso de España, los lugares del olvido). En el caso estudiado se trata de la plaza de toros de Badajoz (recientemente derribada para usos inmobiliarios), en donde se llevó a cabo una de las mayores matanzas de la Guerra Civil Española, por parte de las tropas fascistas sublevadas, todo ello dentro de un plan de exterminio meticulosamente elaborado.

El libro consta de cinco capítulos, y un anexo impresionante, que ocupa más de la mitad de la obra, con los nombres de miles de personas que estuvieron implicadas en los hechos relatados, y que supone, por si mismo, una labor titánica para una obra que no contó en ningún momento con ayudas o becas. La presencia de esta enorme cantidad de nombres y apellidos de los personajes en el relato de los hechos, introduce un factor de realidad y cercanía a los mismos, raramente practicado en la historiografía.

En la primera parte, se desarrolla el objetivo propuesto por el autor (ampliamente conseguido), que es explicar el funcionamiento de la columna militar del ejército franquista, que recorrió la ruta de Sevilla a Badajoz, dirigida a Madrid en última instancia. F. Espinosa explica magistralmente tanto sus orígenes, su composición (donde el elemento clave serán las fuerzas militares de los legionarios y moros, trasladados a la Península Ibérica a los pocos días del golpe de estado), como la evolución de los acontecimientos, pueblo a pueblo, dando en cada uno los nombres de todos aquellos que se vieron involucrados. Demostrando, a pesar de la amplia aceptación historiográfica que ha tenido hasta ahora la idea opuesta, que ni mucho menos fue un camino fácil de recorrer, sino que por el contrario la columna encontró una fuerte oposición, en aquellos pueblos donde después del golpe del 18 de julio se mantuvo la legalidad republicana. Esta exposición de acontecimientos, ocupa el primer y cuarto capítulo del libro, donde se termina supeditando el recorrido geográfico al cronológico.

En este recorrido, se muestra las dos formas de concebir la guerra por parte de cada uno de los bandos implicados. Entre los frentepopulistas la represión se limitó a la detención de los caciques, falangistas, curas y demás elementos antilegalistas, en donde no hubo nunca, salvo las excepciones señaladas, voluntad de exterminio. Incluso se puede afirmar que el relato que hace el autor, sobre las penas a cumplir por los detenidos, muestra la falta de iniciativa y de realismo político, en el comienzo de la Guerra Civil, que tuvo las autoridades republicanas, lo que provoca al lector una sensación de impotencia.

Mientras que la columna de la muerte nunca necesitó de violencia para iniciar la primera matanza, como refleja el autor. Pero como señala F. Espinosa es precisamente esta inexistencia del "terror rojo", la que obligó al ejército franquista a la creación de las leyendas y tópicos mantenidos durante los largos años de la dictadura y buena parte del periodo democrático actual.

En la segunda parte (capítulo segundo y tercero), el autor desarrolla el núcleo del trabajo, expone el camino recorrido por la columna de la muerte, su paso por los diferentes pueblos, así como la ocupación de la ciudad de Badajoz. Dejando para el último bloque (capítulo quinto), un balance sobre la matanza de Badajoz, y el tratamiento historiográfico dado a la cuestión.

Detengámonos ahora en el capítulo V, "El 14 de agosto en Badajoz, entre la historia y la leyenda", eje vertebrador del libro, en mi opinión. F. Espinosa comienza haciendo un repaso de las únicas pruebas documentales existentes sobre lo que ocurrió tanto el 14 de agosto como en los siguientes días, como fueron los relatos de los periodistas que cubrieron la noticia, especialmente las crónicas del periodista portugués Mário Neves. De tal modo que, como señala F. Espinosa "la conclusión es siempre la misma: la operación sobre Badajoz fue magnificada con el objetivo de justificar la masacre" (pp. 255).

El recorrido que hace el autor por las crónicas (que terminarían siendo censuradas a los pocos días ante la gravedad de los sucesos, por los mandos militares dirigidos por Yagüe), son tan extremadamente duras, dada la barbarie ocurrida en la matanza de Badajoz, que hasta el lector más experimentado, tiene que parar por unos momentos la lectura, y reflexionar sobre la condición humana, y el odio que demostraron los vencedores con sus enemigos. La crudeza del relato de los ametrallamientos de cientos de prisioneros en la plaza de toros, con los mandos militares y autoridades asistiendo al evento, acompañados de banda de música, son tan espeluznantes como muchos de los relatos ofrecidos por los supervivientes de los campos nazis.

Pero el capítulo V aporta otras dos cuestiones esenciales. La primera de ellas es un estado de la cuestión sobre el tema de análisis, incidiendo especialmente en la crítica de las obras (la gran mayoría publicadas en los años 80 y 90, véase al respecto el de Ramón Salas Larrazábal, La represión roja en Badajoz) que siguen negando la matanza de Badajoz, mediante juegos de malabares con las cifras.

La Columna de la muerte, junto con el capítulo "Los mitos de la sangre: la Plaza de Badajoz" de Alberto Reig Tapia en su obra Memoria de la Guerra Civil. Los mitos de la tribu (Madrid, Alianza, 1999, pp. 107-147), han clarificado dentro de lo posible (recordemos la falta de documentación disponible), las principales dimensiones del acontecimiento.

Por último, el autor se centra en clarificar la particular lucha de cifras en torno a la guarnición de defensa y a las victimas de cada uno de los bandos. Tras numerosos y laboriosos recuentos de las cifras del Libro de Registros de Entradas del cementerio y los libros de Registro de Defunciones del Juzgado de Badajoz, se ha llegado a un total de 1.349 personas fallecidas, con nombres y apellidos. Pero como avisa el autor, sólo estamos ante la punta del iceberg una vez más, y teniendo en cuenta otras fuentes, estas cifras podrían ascender como mínimo a más de 3.800 personas asesinadas. Simplemente con la primera de las cifras dadas por F. Espinosa, se trataría del asesinato del 33% del total de la población de Badajoz, cifra ostensiblemente superior a otras ciudades, por donde pasó la columna de la muerte, como en el caso de Sevilla (4%) o de Huelva (10%).

Si algo sobresale especialmente de la Columna de la muerte, es la inmensa documentación manejada, en donde F. Espinosa nos deja constancia del estudio de los archivos de 85 Juzgados de los partidos judiciales, que abarcan la totalidad de las poblaciones estudiadas, junto con otra inmensa labor de búsqueda de información en cuatro archivos (Archivo General Militar de Ávila, Archivo Histórico Nacional de Salamanca, Archivo del Tribunal Militar Territorial Segundo de Sevilla y Archivo Histórico Nacional de Madrid). La búsqueda realizada, a pesar de las dificultades conocidas de trabajar en archivos relacionados tanto con la Guerra Civil como con la represión franquista, debido a los expurgos e impedimentos legales aún existentes, consigue finalmente tantas "evidencias" (aunque de modo fragmentado), para sus tesis, que se convierte en un excelente ejemplo de investigación, senda por la hay que continuar. A lo que hay que sumar una amplia bibliografía sobre el tema, donde la influencia, ya citada, del profesor Albert Reig Tapia está presente.

Algunas palabras merecen también el amplio anexo del libro, que constituye otro conjunto de evidencias que vienen a desterrar la leyenda de Badajoz. Constituido por varios bloques, el primer de ellos se dedica a los gastos en alimentos de la milicia, a partir de los cuales el autor calcula el número de milicianos reales, que se hicieron cargo de la defensa de la ciudad, rebajando la cifra de los mismos ostensiblemente. La segunda parte del anexo, aporta datos generales sobre esa misma cuestión. El siguiente es un listado completo de la composición de los comités frentepopulistas de defensa creados en los diferentes pueblos, en un intento del autor por recuperar la memoria y la dignidad de aquellos que defendieron la legalidad republicana.

Especialmente hay que reseñar los dos últimos bloques, porque proporcionan las fuentes necesarias para hacer el balance de la represión de un bando y otro. En el primero, queda reflejado un listado de los detenidos derechistas durante los días rojos en los pueblos estudiados, cuya principal diferencia con el siguiente, es que la inmensa mayoría de los detenidos conservaron la vida durante el breve cautiverio. El segundo y último gran bloque, presenta una inmensa lista con los miles de nombres y apellidos, junto a las profesiones (mayormente jornaleros) de los represaliados en los años 1936-1945, que viene a mostrar la inmensidad de la represión llevada a cabo.

Por último, hay que mencionar la tésis básica mantenida por F. Espinosa, que siempre ha sido fuente de conflictos y debates no solamente historiográficos, como es que la política franquista durante la Guerra Civil constituyó un auténtico plan de exterminio del adversario político: "La prueba de que existía un plan establecido es que allí donde triunfó el golpe se actuó siempre de igual manera, variando únicamente la intensidad de las acciones represivas en razón a las particularidades de cada zona" (pp. 251). Es tal el conjunto de evidencias, de documentos aportados que de un modo u otro tratan el tema, que vienen ampliamente a avalar las hipótesis de partida de la investigación.

En resumen, la lectura de este excelente libro termina produciendo una sensación agridulce. Por un lado nos encontramos ante una obra historiográfica de primer nivel, que consigue clarificar muchos de los aspectos nunca conocidos de la represión franquista en Badajoz, pero por el otro, tal como reconoce F. Espinosa solamente estamos ante la punta del iceberg del funcionamiento del plan de exterminio del ejército franquista.

Es cierto que gracias a obras como La columna de la muerte, junto con las iniciativas de las diferentes asociaciones en el Estado español para recuperar la memoria histórica (Foro por la Memoria o Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH)), la progresiva apertura de los Archivos Militares o colecciones como la dirigida actualmente por el profesor J. Fontana (Crítica Contrastes), unidas al laborioso trabajo de una nueva generación de investigadores sobre la represión franquista, estamos más cerca de entender y comprender lo que sucedió en ese periodo de la Historia de España.
Última edición por pim, pam, POUM el 21 Jun 2006, 00:02, editado 2 veces en total.
"... todos pondrán sus manos para labrar la tierra y criar ganado, y la bendición de la tierra será común. Cuando un hombre tenga necesidad de grano o ganado, que lo tome del primer almacen que encuentre. No habrá ferias o mercados, pero toda la tierra será un tesoro común. Porque la tierra sólo puede poseerla Dios." (Winstanley)

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apacheanarco
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Mensaje por apacheanarco » 20 Jun 2006, 23:50

Indeterminacion escribió:Y eso de los insultos de charnegos y demás, también podria decirlo yo de cómo me llaman en tu tierra. La diferencia es que en esa época ser polaco en "polonia" todavia era peor que ser charnego, almenos los charnegos hablaban la lengua del impero.
os iba a contectar que si la tirra es de todos, que si la lengua es de el que la habla,etc.Pero la verdad es que he decidido que con gente como vosotros es mejor no hablar,ya os habeis quitado la careta (indeterminado ya ni disimula y nos llama directamente charnegos).Solo decirle a los compas que vivan en cataluña y que lean esto que cuidado con colectivos anarcoindependentistas , porque como se ve pueden ser amistades muy peligrosas.NO TENGO MÁS QUE DECIR

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pim, pam, POUM
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Mensaje por pim, pam, POUM » 20 Jun 2006, 23:53

nodo50.org/unidadcivicaporlarepublica/documunntosrep/Francisco%20Espinosa%20causa%20General.htm



Francisco Espinosa: Agosto de 1936. Terror y Propaganda: los orígenes de la Causa General

La Causa General, un gran proceso judicial abierto por los vencedores de la guerra civil para informar "de los hechos delictivos y otros aspectos de la vida en zona roja desde el 18 de julio hasta la liberación", comenzó oficialmente en Abril de 1942, como una iniciativa del Ministerio de Justicia del gobierno español promovida directamente por Franco. La Causa General se dividía en once apartados que en los lugares donde triunfó el golpe militar se redujeron a dos: Alzamiento (con el que se quería contabilizar el número de muertos causados por el "terror rojo") y Tesoro artístico (en el que se incluían todos los daños derivados de los ataques a iglesias y conventos). "Sin embargo, aseguró Francisco Espinosa en su intervención en el Laboratorio Blanco del proyecto F.X. Sobre el fin del arte, el proceso no se limitó a los hechos posteriores al 18 de julio del 36, sino que abarcó un periodo mucho más amplio, remontándose a octubre de 1934, incluso a abril de 1931 con la proclamación de la II República".

En 1945 se presentó la última y más extensa publicación derivada de la Causa General, que bajo el título Datos complementarios para la Historia de España. Guerra de Liberación 1936-1939 mostraba profusamente fotografías de personas asesinadas en Madrid a lo largo de 1936. De todos esos asesinatos se culpaba al gobierno de la República. Pero Francisco Espinosa, autor del libro La guerra civil en Huelva, recordó que fueron "las mismas autoridades republicanas las que ordenaron realizar esas fotografías, lo que demuestra que no tenían relación con esos crímenes".

Después de este informe se paralizaron las diligencias porque según el historiador Francisco Espinosa el régimen franquista descubrió que no cuadraban sus cálculos. La Causa General cifró en más de 80.000 las víctimas del "terror rojo", y aunque esos datos estaban inflados (en estudios recientes se reducen a unos 50.000) no se acercaba al número de muertos que en sus primeras estimaciones había difundido la propaganda franquista (600.000 en 1937 y 470.000 en 1938). En la mayoría de los pueblos se detuvo a la gente de derecha, se confiscaron los alimentos, se atacó el patrimonio eclesiástico e incluso se llevaron a cabo expropiaciones de fincas y c_asinos, pero los casos de violencia contra personas fueron insignificantes. "Sobre todo en proporción a la represión fascista", subrayó Francisco Espinosa. Por ejemplo, en toda Andalucía occidental y el sur de Extremadura la acción de los leales a la República no superó las mil víctimas mientras las tropas nacionales causaron más de 25.000.

El origen de la Causa General como proceso legitimador del régimen fascista de Franco es muy anterior a 1942. Como recordó Francisco Espinosa todo comenzó el 14 de agosto de 1936 cuando una columna militar que había salido de Sevilla perpetró una matanza indiscriminada en Badajoz de la que fueron testigos varios periodistas de Portugal, Francia y EE.UU. Tomaron fotos del suceso y la opinión pública internacional se estremeció. Pero el bando franquista reaccionó rápido y puso en acción todo su arsenal propagandístico para, en primer lugar desacreditar a los periodistas implicados, y después imponer una férrea censura informativa que impidiera que ese tipo de noticias volviera a difundirse. En este sentido se promulgaron dos bandos que exigían, entre otras cosas, disponer de una autorización militar para poder usar máquinas fotográficas y la obligación de enviar una copia de todas las imágenes que se tomaran al mando de la II División.

Con el propósito de legitimar al movimiento Nacional tras la matanza de Badajoz, Luis Bollín, un periodista monárquico (corresponsal de ABC en Londres) que trabajaba a las ordenes de los servicios de propaganda franquista, ideó la elaboración de unos informes para documentar "los asesinatos, violaciones, incendios y demás depravaciones y violencias cometidas por las hordas marxistas". Finalmente se llevaron a cabo dos - uno sobre Sevilla, Córdoba Huelva y Granada, y otro dedicado exclusivamente a Badajoz - que fueron traducidos a numerosos idiomas pero que, según Francisco Espinosa, no lograban contrarrestar los datos que evidenciaban la acusada diferencia proporcional entre las víctimas de la represión fascista y las causadas por el bando republicano. "¿Qué podían representar 40 ó 100 víctimas frente a los ocho mil desaparecidos en una provincia como Huelva?", se preguntó Francisco Espinosa.

Ante la disparidad en el número de víctimas, desde muy pronto la propagada Nacional comenzó a evitar dar cifras concretas de muertes para centrarse más en otros "efectos del terror rojo", como los destrozos de Iglesias. Le interesaba eludir el número de muertos reales y a cambio crear leyendas sobre la ferocidad de las hordas marxistas que, según ellos, se reflejaba en el estado ruinoso en el que habían quedado las Iglesias.

"De esta forma, explicó Francisco Espinosa, las imágenes de templos ruinosos, hierros retorcidos, santos descabezados, y vírgenes cuarteadas pasaron a ocupar el lugar de los mártires de carne y hueso que nunca existieron". Los que estuvieron implicados en este tipo de actos, en la mayoría de los casos gente procedente de ambientes marginales (y casi nunca dirigentes de la República), fueron tratados como criminales, incluso quienes sólo habían cometidos acciones iconoclastas no violentas como vestirse con ropajes de sacerdote. Además la propaganda hizo creer que no hicieron a las personas lo que le habían hecho a las imágenes por falta de tiempo. Francisco Espinosa aseguró que los curas, que desde la proclamación de la República estaban resentidos porque se sentían cada vez más alejados de los centros de decisión social, desempeñaron un papel crucial (muchas veces como delatores) en la demonización de las acciones de los izquierdistas.

Un sevillano llamado Antonio Bahamonde Sánchez de Castro publicó un libro titulado Un año con Queipo en el que desenmascaraba las técnicas de manipulación (algunas tan burdas como poner un pie de foto falso) utilizadas por la propaganda de los Nacionales para criminalizar a los "rojos". Para Francisco Espinosa, coautor del libro Morir, matar, sobrevivir. La violencia en la Dictadura de Franco, algunos de los efectos de esta manipulación permanecen vigentes en la actualidad. "Por ejemplo, indicó Espinosa, se sigue hablando de alzamiento cuando en realidad fue un golpe de Estado, se sigue presentando a los muertos de derecha como asesinados y a los de izquierda como fusilados..., incluso la expresión Guerra Civil encubre de algún modo lo que realmente ocurrió: una rebelión militar contra un gobierno legítimo cuyos partidarios en muchas zonas ni siquiera tuvieron posibilidad de defenderse".

La propaganda franquista ha quedado grabada en el imaginario colectivo de los españoles a través de textos e imágenes que han mantenido y ampliado una versión tendenciosa ("descarada" en palabras de Espinosa) de la historia. Se han olvidado los muertos del fascismo, muchos de ellos enterrados en fosas colectivas que permanecen sin remover, mientras en casi todos los pueblos, se han podido ver durante décadas la lista de los supuestos caídos por el bando Nacional.

"Sus mentiras, subrayó Francisco Espinosa, se han convertido en memoria histórica". Por eso cree necesario apoyar y destacar la labor de gente que ha luchado y lucha para consolidar una "memoria histórica de la izquierda". Personajes casi anónimos como el citado Antonio Bahamonde o Arturo Carrasco, un funcionario de los Juzgados de Valverde del Camino (Huelva) que impidió que desapareciera la documentación oficial de los años de la Guerra Civil (que incluía los procesos por iconoclastia), al ocultarlos y conservarlos personalmente
"... todos pondrán sus manos para labrar la tierra y criar ganado, y la bendición de la tierra será común. Cuando un hombre tenga necesidad de grano o ganado, que lo tome del primer almacen que encuentre. No habrá ferias o mercados, pero toda la tierra será un tesoro común. Porque la tierra sólo puede poseerla Dios." (Winstanley)

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Mensaje por pim, pam, POUM » 20 Jun 2006, 23:56

elmundo.es/elmundo/2004/05/13/madrid/1084404420.html

JORNADA POR LA MEMORIA HISTÓRICA

El historiador Francisco Espinosa arremete contra Pío Moa en la UCM

ANA CUEVAS
MADRID.- Francisco Espinosa, especialista en el estudio de la represión en la Guerra Civil, ha aprovechado su ponencia en la Jornada por la Memoria Histórica celebrada en la Facultad de Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid) para "denunciar la actitud de los literatos polivalentes como Pío Moa que se dedica a hacer propaganda y no Historia".

El acto, ante más de medio centenar de personas, ha contado también con la ponencia de Mirta Núñez, profesora titular de la Facultad y Emilio Silva, presidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica.

Para Espinosa "este tipo de autores quieren hacer pasar por Historia algo que no es real" y ha afirmado que Pío Moa "lo que quiere es limpiar la imagen de los fascistas y ocultar la verdad". Según el historiador, "lo que Moa ha escrito sobre la matanza de Badajoz no lo ha sacado de ningún archivo". Y ha añadido que espera que "después de la pérdida del PP, el auge de Pío Moa se frene en aras del éxito de los historiadores de verdad".

En el tiempo de preguntas un oyente le ha increpado por qué los historiadores callan ante este tipo de libros que confunden a la gente, a lo que Espinosa ha asegurado que en breve publicará una respuesta que se titulará 'El fenómeno Moa. Los fantasmas de la derecha española' donde pondrá fin a los mitos que el escritor ha alimentado.

Mirta Núñez y Emilio Silva han coincidido con Espinosa en las dificultades que tienen los investigadores para poder acceder a la documentación y cómo los medios de comunicación no contribuyen, en muchos casos, a la difusión de este tipo de investigaciones. En el acto Mirta ha presentado su libro 'Los años del terror' en el que ahonda en la represión que se sufrió en la posguerra y que tiene consecuencias en la actualidad.
"... todos pondrán sus manos para labrar la tierra y criar ganado, y la bendición de la tierra será común. Cuando un hombre tenga necesidad de grano o ganado, que lo tome del primer almacen que encuentre. No habrá ferias o mercados, pero toda la tierra será un tesoro común. Porque la tierra sólo puede poseerla Dios." (Winstanley)

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pim, pam, POUM
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Mensaje por pim, pam, POUM » 21 Jun 2006, 00:00

laberinto.uma.es/lab15/orihuela.htm

«La Justicia de Queipo: Violencia y Terror fascista en Sevilla, Huelva, Cádiz, Córdoba, Málaga y Badajoz».

Francisco Espinosa Maestre, Editorial Centro Andaluz del Libro (Sevilla)

Sevilla 2000, 383 páginas

Venta de Ejemplares, escribiendo al Apartado Postal, 3183. 41003 Sevilla

En 1997, un libro de Francisco Espinosa Maestre, La Guerra Civil en Huelva, rompía un silencio de complicidades donde, a pesar de los años transcurridos, se seguían conjurando fuerzas vivas, instituciones y hasta los mismos investigadores de dentro y fuera de la universidad, al parecer mucho más interesados por cuestiones políticamente correctas y la mayor de las veces, por eso mismo, insustanciales.

Viene siendo surrealista asomarse a ver que hacen aquellos a los que en teoría se les paga para que investiguen, ¿o es que tal vez se les paga para que hagan precisamente lo contrario?, no lo sé. Asumo con pesimismo que el delito académico de funcionar por libre, permanecer al margen de los círculos que refrendan la producción y reproducción de mensajes ideológicos, no jugar su juego, en suma, se tenga que seguir pagando tan alto. ¿Quién quiere disidentes?. El poder sólo acepta fusilados, vencidos o vasallos. Ahí nuestra tragedia.

Las trabas, los obstáculos que tuvo Francisco Espinosa que vencer para sacar a la calle este libro puede hacernos reflexionar sobre como se disciplina la investigación en torno a determinados temas que, no sólo siguen siendo particular coto hermenéutico de una investigación oficiosa, a la que, además, se le avisa de los rigores de la nueva y más cruel censura de los medias, la libertad de mercado y el escaso interés que a ellos les suscita este tipo de obras que, por otra parte, y a su pesar, claro; terminan siendo auténticos best-sellers que, como en este caso, alcanza, en menos de dos años, tres ediciones. Frente a la industria editorial, parece que el público de Huelva no estuvo por el silencio con que han querido seguir cubriendo a nuestros muertos.

Lo más increíble de todo es que el libro de Francisco Espinosa no hace más que resarcir, porque sencillamente pones las cosas en su justo lugar, a todos aquellos que la historia oficial prefiere seguir ignorando; y hasta, en cierta medida, a cerrar heridas familiares muy profundas, dando corporeidad a los que hasta ahora sólo eran fantasmas habitando los lejanos acontecimientos del 36 y que, sin embargo, como él ha demostrado, dejaron una huella a fuego que desde el silencio, no ha dejado de restallar, atravesando generaciones, hasta hoy.

Animado por este insólito respaldo popular, Francisco Espinosa, vuelve de nuevo a la carga, con un trabajo, donde insiste en hablar sobre el silencio y "las verdades oficiales", para los obstinados y los memoriosos. Porque "la memoria es uno de los pocos recursos que tenemos par defendernos de la historia, que siempre la escriben los vencedores ( J. Ramoneda)". Vencedores a los que Francisco Espinosa vuelve a desvelar en su nuevo libro "La Justicia de Queipo", un excepcional documento del horror que supuso la violencia y el terror fascistas en las provincias del suroeste peninsular y aledañas (Sevilla, Huelva, Cádiz, Córdoba, Málaga y Badajoz). Desde la misma foto de portada, Espinosa nos recuerda algo que la Iglesia católica parece empeñada en no querer olvidar tampoco, de parte de quien estuvo durante la contienda. A lo largo del mismo, y dividida la información por provincias, Francisco Espinosa va componiendo, sobre un sólido y estructurado análisis de fondos documentales, un macabro lienzo donde no faltan ninguno de los ingredientes que aderezaron aquella barbarie: los surreales Consejos de Guerra donde se condena a la pena capital "por rebelión marxista" a quienes lo único que han hecho es defender el orden jurídico y constitucional frente a los golpistas; desapariciones indiscriminadas que en ocasiones, rayan con el exterminio sistemático, como el caso del barrio de la Macarena, San Luis o Triana, en Sevilla o Santa María y La Viña, en Cádiz; denuncias sin el menor fundamento que terminan en el paredón; crímenes justificados políticamente que, en realidad, esconden móviles económicos o simples venganzas personales; bandos de perdón que sirven de trampa para cazar huidos; cárceles abarrotadas que se vacían a golpe de "Bando de Guerra", etc. y otros aspectos que no dejan de ser menos curiosos: las denuncias y juicios dentro del bando fascista, ante la necesidad de controlar, siquiera mínimamente, a civiles y militares afines al golpe y que, campan libremente, protegidos por la situación, condición o rango, haciendo la guerra por su cuenta, asesinando impunemente, violando, robando e incluso represaliando a sus mismos simpatizantes... Todo un decálogo de actos criminales que, amparados en el secreto militar y la complicidad política y jurídica de las nuevas autoridades, quedan sobreseidos y en definitiva, impunes, o bien, se saldan con el traslado de los acusados a otros lugares y, rara vez, con la expulsión de falange...

En el libro de Espinosa se puede observar, desde la consulta rigurosa de la documentación militar, la altura moral y la catadura de los militares involucrados en el golpe, retazos de los discursos del general Queipo, tan escabrosos, que hasta el mismo Franco tuvo que intervenir prohibiéndole seguir con sus arengas radiofónicas; el saqueo al que los regulares y los fascistas, como vulgares ladrones, se dieron una vez ocupado Badajoz, general Yagüe incluido. Las irregularidades del "Héroe de la Pañoleta" Gregorio Haro Lumbreras, comandante de la Guardia Civil y posteriormente Gobernador de Huelva, acusado de repetidos robos, entre ellos, las alhajas que las señoras de la provincia habían entregado para la "Causa Nacional" y que éste había "regalado" con posterioridad a las chicas de un conocido prostíbulo de la capital onubense. El rápido y nada sorprendente enriquecimiento del primer Delegado de Orden Publico de Badajoz, hasta entonces Comandante de la Guardia Civil, a costa de las fortunas y bienes de los republicanos represaliados. Hechos que se repiten en otras localidades, con fascistas y presos comunes metidos a fascistas como protagonistas.

Tampoco las estrategias militares quedan fuera del estudio de Espinosa, el modelo, desgraciadamente, se calca pueblo a pueblo por toda la geografía del suroeste, bombardeos y fuego de artillería anteceden las actuaciones de la infantería sin apenas resistencia, detenciones indiscriminadas y primeras matanzas junto a los cementerios. La pena de muerte se convierte así no en el castigo capital por un crimen concreto, sino "en un preventivo general (Neumann, 1983)"."Instancias oficiales reconocían tras más de dos años de guerra que los culpables eran tantos, tan inmenso era el cuerpo sobre el que había que actuar, que resultaba materialmente imposible condenar a tanta gente. Acedo Colunga, que hablaba de tarea sin par ni antecedente en la Historia, describía la represión como dotada de cifras con gran riqueza numérica... guerra de religión (Espinosa, 2000:310)" aprobada y animada por la iglesia. Cantada por profetas como Manuel Siurot, o poetas, como Pemán, hoy convertidos, por presuntos demócratas, en hijos predilectos de sus ciudades.

Sobre las secuelas de aquella terrible pesadilla, Francisco Espinosa, recuerda, lo que durante el resto de las vidas de los sobrevivientes a la carnicería tuvo que ser "convivir en una pequeña comunidad con quien sabes que asesinó a un familiar, cruzarte a diario con quien se apropió de cierto mueble o de una pequeña propiedad, o tener que recurrir para cualquier cosa a quien llevó la ruina a tu casa... tarea para personas fuertes (Espinosa, 2000:263)". El golpe y la posterior represión aniquiló para siempre una cultura de izquierdas que había costado casi un siglo levantar y que ya no se recuperará nunca del mazazo, silenció a la derecha democrática y lo que es peor, la convirtió en cómplice de la barbarie. El país se vistió de luto y se convirtió en una inmensa cárcel, "el hambre, las enfermedades, el miedo, la miseria y la violencia estructural (Espinosa, 2000:938)" completaron la obra de destrucción "organizada y financiada por los grupos privilegiados (Ibídem)". Con la transición e incluso antes, la mayoría de los archivos, tanto de Orden Público, Falange, etc. desaparecieron, y con ellos, la verdadera dimensión de "la obra de amor (Acedo, 1936)" del "Glorioso Movimiento Nacional". Francisco Espinosa, tras una ardua, solitaria y costosa labor que nadie, salvo su bolsillo, ha sufragado, ha podido reconstruir algunos fragmentos. Libros como el suyo, de trazos tensos y vigorosos, es probable que sean lo único que nos salve de la desmemoria y el olvido en el que nos sepultaron la Historia y, día a día, nos escamotean el presente.
"... todos pondrán sus manos para labrar la tierra y criar ganado, y la bendición de la tierra será común. Cuando un hombre tenga necesidad de grano o ganado, que lo tome del primer almacen que encuentre. No habrá ferias o mercados, pero toda la tierra será un tesoro común. Porque la tierra sólo puede poseerla Dios." (Winstanley)

Brutus
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Mensaje por Brutus » 21 Jun 2006, 00:00

Indeterminacion escribió:No hay que desviar la conversación hacia un concurso de victimismo histórico. Maltrato lo ha habido en todas partes pero del tipo exclusivamente cultural no se ha dado en regiones castellanoparlantes, no almenos en un sentido estrictamente cultural.
¿Acaso coger a un bracero y someterlo al feudalismo, y burlarse de su habla inculta y tratarlo como a un animal, no es un maltrato cultural, político, económico y global? Recomiendo ver la película de Los Santos Inocentes, para que se vea cómo trataron culturalmente a los extremeños. Protesto por las palabras vertidas, por el ninguneo con que se trata tanto sufrimiento. Flaco favor le ha hecho a Catalunya tu palabra. Verguenza te debiera dar.

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Indeterminacion
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Mensaje por Indeterminacion » 21 Jun 2006, 00:01

Cómo estais tergivesando este asunto.

Yo no llevo ninguna careta. Malinterpretar lo que se dice es algo facil.

Creo que nos estais haciendo boicot intencionado a MAS RONEK y a mi, puesto que somos lxs unicxs que defendemos un discurso que no se adapta a vuestros dogmas "apatrida-españolistas".

Por mi parte no voy a escribir mas en este tópic, no porque no vea oportuno defender mi discurso, sino porque veo que la reacción que teneis es instantáneamente abusiva y violenta.

Espero una reacción inteligente por parte de lxs moderadorxs.

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pim, pam, POUM
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Mensaje por pim, pam, POUM » 21 Jun 2006, 00:05

Indeterminación: ¿te pongo algunas fotos de la represión franquista en Extremadura? A los muertos, no les importa mucho la cultura.
Servidor, ni apátrida, ni imperialista: estoy por la unión socialista y federal ibérica y europea. Pero comentarios como el de Ronek son más propios de webs como Libertad Digital que de alguien que se dice progresista.
"... todos pondrán sus manos para labrar la tierra y criar ganado, y la bendición de la tierra será común. Cuando un hombre tenga necesidad de grano o ganado, que lo tome del primer almacen que encuentre. No habrá ferias o mercados, pero toda la tierra será un tesoro común. Porque la tierra sólo puede poseerla Dios." (Winstanley)

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chief salamander
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Mensaje por chief salamander » 21 Jun 2006, 00:07

Indeterminacion escribió:No hay que desviar la conversación hacia un concurso de victimismo histórico. Maltrato lo ha habido en todas partes pero del tipo exclusivamente cultural no se ha dado en regiones castellanoparlantes, no almenos en un sentido estrictamente cultural. ¿A algún extremeño se le insultó por hablar castellano durante el régimen? ¿Le llamaban charnego en Cáceres? ¿Se le acusó constantemente de ser la vergüenza del país y la causa de los males de la patria española?
Mira, yo mismo, y cualquier norteño o castellano viejo, hemos sido educados para mirar con desprecio a la gente de Madrid pabajo porque ni siquiera hablan un castellano comprensible, porque son unos putos paletos subdesarrollados (pobres), porque parece que no hablan bien aunque en su entorno les entiendan. A veces me sale el ramalazo, porque los prejuicios son fáciles. Al mismo tiempo, mi propia abuela se avergüenza de usar palabras de la tierra e intenta hablar en castellano estándar delante de la gente con autoridad.

El discurso naconalista se basa en identificar eso: un idioma, una cultura, una nación. Así pues, quienes no tengan un idioma diferenciado, sino que hablan una variante "deforme" del castellano, no tienen cultura, porque no son nación. Y si no son nación no existen para vosotros los nacionalistas. Y si no existen no hay maltrato.
no almenos en un sentido estrictamente cultural
a "faji tisztátalanság" határozottan jótékony hatású...
decididamente, la "impureza racial" tiene un efecto benéfico...
(bartók 1942)

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