Arquitectura de las naciones.

Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
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Ibérico Antiespañol
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Arquitectura de las naciones.

Mensaje por Ibérico Antiespañol » 19 Ago 2005, 14:02

Pensamiento moderno vasco en torno a la nación.

14/04/04 |

Kultura >
Jon NIKOLAS Autor de «Arquitectura de las naciones»
«Las nacionalidades surgen en el Paleolítico, con la palabra»

Jon Nikolas ha publicado, de la mano de la editorial Arabera, "Arquitectura de las naciones", una ambiciosa obra en la que, desde un punto de vista multidisciplinar, que abarca desde la antropología a la ciencia política, pasando por la historia y la lingüística, el autor rastrea las huellas de las nacionalidades desde sus orígenes remotos, que sitúa en el Paleolítico, con el surgimiento de la palabra.

Nikolas no acepta que el origen de las nacionalidades se sitúe en la Revolución francesa. «Eso es fruto de la confusión entre nacionalidad y estado-nación», matiza. En su opinión, el origen de las nacionalidades hay que buscarlo muchísimo más atrás en el tiempo, en el Paleolítico, cuando surge la palabra y, en torno a ella, empiezan a estructurarse una serie de comunidades humanas.

Unas comunidades que, a través de sus propias experiencias, vividas en un espacio geográfico más o menos determi- nado, han desarrollado una identidad colectiva, de la que el idioma es fiel reflejo. En un momento dado, interactuando con los recursos naturales de que disponen (economía), esas comunidades alcanzan una conciencia nacional, que podría desembocar en la creación del Estado. «Pero el Estado es una entidad novísima en la historia de la humanidad, historia que, a mi juicio, arranca precisamente con la palabra, o sea, justo cuando surgen las comunidades que están en el origen de las nacionalidades», explica Nikolas.

El autor discute también el darwinismo o, mejor, esa simplificación del darwinismo que cabe resumir en la frase «el pez grande se come al chico». «Cada vez hay más antropólogos que discuten ese cainismo, esa teoría de que los seres humanos somos violentos por naturaleza», indica. Es su capacidad para evolucionar y adaptarse lo que hace fuertes a los seres humanos, pero esa capacidad no se circunscribe ni en exclusiva ni de forma determinante (no necesariamente, al menos) a la violencia, sino que incluye otros factores, por ejemplo, la solidaridad. Nikolas recuerda al respecto las hipótesis de los investigadores de Atapuerca y, particularmente. «En las duras condiciones impuestas por la glaciación, los neanderthales, con una capacidad de palabra limitada, no están en condiciones de adaptarse con la rapidez debida, y terminan extinguiéndose. Los cromañones, en cambio, disponen de un lenguaje más evolucionado, son más sociales, y su capacidad de solidaridad debió ser determinante para conseguir superar la prueba de la supervivencia».

Frente al individualismo de épocas posteriores, Nikolas alaba la solidaridad que debió caracterizar aquellas comunidades paleolíticas. Y recuerda que el euskara procede de aquel entonces y lleva en sí mismo el poso de la forma de pensar y sentir el mundo de aquellos seres humanos. Eso le lleva a afirmar que, «si queremos indagar sobre nuestro pasado, sobre nosotros mismos, el euskara es la llave».

Defiende que el papel de las nacionalidades es aportar al mundo su particular cosmogonía y cree que la visión de la historia aranista está ya «afortunadamente desbordada» y, dentro del nacionalismo vasco, se está abriendo paso una nueva visión que con su libro querría contribuir a clarificar. «La revisión que se debería plantear desde el nacionalismo vasco empieza ahí, con la historia de la palabra», afirma.

«¿Por qué nos dicen que no existimos como pueblo, cuando tenemos nuestro nicho ecológico-cultural bien marcado ya en épocas en las que los arios, hoy el grupo dominante, ni siquiera habían aparecido en Europa?», se pregunta Jon Nikolas.

Que Euskal Herria haya sido capaz de subsistir a la marea indoeuropea se debe a su capacidad de adaptación. «Pero lo que hace falta es que esa adaptación siga teniendo raíces. Y esas raíces, en nuestro caso, son las que son. Las personas desarrollamos la capacidad de adaptación en función de nuestra identidad. Nadie se siente contento no siendo de ninguna parte. Esos sedicentes cosmopolitas a los que critico a lo largo del libro ya sé yo dónde están, en la desvertebración personal». Eso, cuando su cosmopolitismo no empieza y termina en Madrid. «Sí ­sonríe Jon Nikolas­, también conozco a algunos de ésos».
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Ibérico Antiespañol
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Mensaje por Ibérico Antiespañol » 19 Ago 2005, 14:12

Entrevista a Jon Nikolas

¿Qué le llevó a plantearse un estudio sobre los contenidos del concepto de nación?

En la Introducción del libro aseguro que un conjunto de preguntas como NORTZUK GARA?,¿quiénes somos?, NUNDIK GATOZ?, ¿de donde venimos?, NORA GOAZ?, ¿a dónde vamos?,están muy presentes en el pensamiento de las gentes de Euskal Herria. Mi intención ha sido realizar un estudio de los elementos que configuran la estructura de la nación con la atención puesta en los orígenes de nuestro pueblo. Estos elementos (identidad, territorio, idioma, recursos e historia) nos permiten entender cuál es el nexo que nos une a las personas como miembros de un pueblo.

¿Porqué ha planteado el concepto de nación a nivel universal?

Una visión universal del concepto nación nos permite entender qué son los problemas humanos de identidad, seguridad y consolidación del yo colectivo; los que cada comunidad de gentes debe intentar resolver, respetando la comprensión del conjunto de su propia colectividad, frente a la imposición de los intereses que vienen defendiendo los Estados. Todos los pueblos, todas la snacionalidades se han enfrentado a cambios y avances tecnológicos que se le han ido presentando; y cada uno les ha hecho frente de una manera distinta, según su forma de entender las cosas.

Refuerza la diferenciación entre Nación y Estado. ¿Existe objetivamente tal disparidad?

Por supuesto. En la nación cada yo individual se integra dentro de su colectividad formando el sujeto colectivo. La toma de conciencia personal del yo individual como parte de una identidad colectiva es lo que permite el paso de la nacionalidad a la nación; es decir, la colectividad de origen constituye una nacionalidad que adquiere la categoría de nación cuando toma conciencia de que pertenece a un grupo concreto. Una nacionalidad con una cultura, idioma, territorio y recursos propios, diferenciada de otras colectividades, con la voluntad de perpetuarse en la historia como tal pueblo diferenciado. El Estado, sin embargo, es una superestructura creada por el hombre moderno con una organización administrativa y de gobierno que utiliza medios coercitivos para defender un orden establecido. El Estado y su carta de constitución son modificables desde la crítica y la razón.

¿Cree que la gente, incluso políticos, tiene bien clara la diferenciación de estos conceptos?

Me atrevo a decir que no. Con la Revolución francesa de 1789, el Estado se asentó en los principios de soberanía de la nación para elevar el concepto de ciudadano a la categoría de sujeto político. Al mismo tiempo hacía del Estado el sujeto de reconocimiento internacional. La nación es el único sujeto colectivo capaz de reconocer su propia potencialidad desde la legitimidad de su decisión soberana. La nación no necesita de cartas magnas. Si existe es porque ha desarrollado una conciencia colectiva como pueblo desde la identidad de la propia nacionalidad. El concepto de Estado está ligado a las instituciones políticas en cuanto se consideran el propio ámbito de intervención normativa para el conjunto de la sociedad civil. Sin embargo, es en la nación donde reside el sujeto nacional que manifiesta todas las percepciones de su autoafirmación.

Marca y destaca los elementos permanentes de Euskal Herria y sus orígenes que le diferencian de otros pueblos y otras naciones. ¿Están presentes hoy tales diferencias?

En una nacionalidad no se borra nada a pesar del tiempo, sino que sus elementos van evolucionando para adaptarse a los nuevos retos que se le presentan. Todo su pensamiento cultural queda impreso en su idioma y la supervivencia del euskara durante tantos siglos es la prueba másclara de que tales diferencias persisten.

¿La tesis que plantea puede alimentar un debate para redefinir el nacionalismo del siglo XXI?

Como los niveles de conocimiento en materias como la antropología, arqueología, geología... han crecido, nos resulta más fácil desmotar todo aquello que había de inevitablemente erróneo en otro tiempo anterior.. El origen del lenguaje y el alcance de los mitos permite adentrarse en la historia oral antes de la escritura. Este libro revitaliza una visión de la evolución de todas las naciones desde unas nacionalidades de origen. El siglo XXI debe ser el hito que marque el triunfo y la consolidación de las naciones en el tránsito hacia su propio autogobierno.

Una perspectiva, sin duda, apasionante. Y para terminar, el tesoro de Aitor, el euskara,¿alcanzará la normalización para su supervivencia?

La normalización es un compromiso de futuro. Las nuevas generaciones deben profundizar en los contenidos semánticos de las palabras en euskara para llegar a identificarse y comprender el pensamiento euskaldun desde sus raíces. Por otra parte, la toponimia como fósil orgánico del euskara arrastra con sus huellas el pensamiento de nuestro pueblo antes de la división diglósica que vivimos en la actualidad. Esta riqueza toponomástica del propio estrato del euskara recoge conceptos de un dominio lingüístico anterior sujeto a comparación con una geografía de implantaciónen la actual Euskal Herria.

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APOLOGIA DE LA DIFERENCIA
Alfontso MTZ. LIZARDUIKOA

Si algo parece constante a lo largo de la historia del universo desde su nacimiento en el Big Bang hasta hoy son la evolución y el cambio. Desde las partículas más elementales, pasando por el mundo mineral, siguiendo por la vida, el pensamiento y finalmente la sociedad y la cultura, la norma es el cambio y la diversidad. Es como si estos dos factores, actuando al unísono, interrogaran las infinitas posibilidades de la naturaleza y encontraran soluciones a cual más específicas, con objeto de no perder el hilo de la evolución y evitar la derrota que conduce a la desaparición y al vacío de la nada.

El estudio de la física, astrofísica y cosmología, el microuniverso cuántico, la exploración de los campos de la biología evolucionista y de la genética, la investigación de la conciencia y de las neurociencias, la lingüística y la arqueología, el análisis marxista de la historia; todas estas disciplinas se integran finalmente en una gran síntesis: el universo es un proceso sin tregua que partió de la máxima homogeneidad hace 15.000 millones de años y ha llegado a la máxima heterogeneidad, en el planeta Tierra (al menos). Sin duda, la norma de la evolución cósmica es la diferenciación, siendo ésta el instrumento de comprensión de la realidad.

Esta heterogeneidad (pluralidad) de la que nos habla la ciencia se hace patente también en el campo de los idiomas y de las culturas. La multiplicidad cultural hace de cada grupo humano el actor de su propia historia, de su propia reflexión sobre la naturaleza y, en definitiva, de su propio análisis y conexión con el cosmos. La multiplicidad de respuestas culturales de los diversos pueblos del planeta parece íntimamente unida a la propia esencia de la vida, al tiempo que la uniformidad aparece ligada a la pobreza, a la falta de recursos vitales y a la alineación.

Pues bien, en este camino hacia la diversidad del que nos habla la ciencia, los vascos tenemos una historia especialmente rica, hermosa, y excitante. Somos (por lo que parecen descubrir ciencias como la lingüística, la arqueología, la antropología o la genética) una comunidad cultural que ha sobrevivido hasta el día de hoy desde la friolera de los tiempos paleolíticos (30.000 años). Pero para sobrevivir hace falta, por un lado, estar cerrado a lo externo con objeto de preservar lo propio (algo parecido al aislamiento de las especies que se da en el campo biológico) y sin embargo, a la vez hay que saber cambiar, ya que, si no, tanto las culturas como las especies pueden quedar obsoletas y no responder adecuadamente a un medio en permanente cambio. Y esto es singularmente cierto en espacios de tiempo tan largos como los que usamos para el caso vasco.

Pues bien, decía que los vacos parece que hemos sido especialmente hábiles en mantener esta dura dialéctica de apertura/aislamiento frente a los cambios biológicos y culturales. Hemos sido capaces de mantener rasgos paleolíticos en nuestras costumbres, lengua y cultura; hemos retenido también rasgos de la expansión neolítica de los pastores asiáticos; hemos sido posteriormente capaces de integrar elementos de las invasiones celta y romana y, finalmente, nos hemos convertido en un país del siglo XX con la revolución industrial. El pueblo vasco, sin embargo, y a pesar de tan drásticas transformaciones, ha sido capaz de no perder el acervo cultural de todos estos estratos y experiencias anteriores. Es así como nuestra especial interrogación ante la naturaleza y la sociedad es explícita profundamente diferenciadas (debido a la integración en ellas de procesos culturales muy lejanos en el tiempo) que provocan la admiración de la gente sensible y culta, y el odio de aquellos individuos y sociedades que sólo desean la uniformidad y, por tanto, la pobreza cultural de la humanidad y su alineación colectiva.

Esta hermosa experiencia cultural que el pueblo vasco ha integrado (y aún lo siguen haciendo) en el haber colectivo de la existencia planetaria queda sumida de manera elocuente en la siguiente cita del célebre antropólogo Lévi-Strauss: "Las diversas culturas, cada una de ellas vinculada a un estilo de vida, a un sistema de valores, han de velar por sus particularismos; y darse cuenta de que esta disposición es sana, y en modo alguno (como quisieran hacernos creer) patológica. Cada cultura desarrolla gracias a sus intercambios con otras culturas. Pero es preciso que cada una ponga en ello una resistencia, pues de lo contrario muy pronto dejaría de tener nada propio que intercambiar. Tanto la ausencia como el exceso de comunicación tienen sus peligros". Más claro agua.
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