El doctor Jekyll y su hermana Hyde (Roy Ward Baker, 1070), una película de terror inglesa que cuenta de otra manera la historia de la novela de Robert Louis Stevenson
El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde; si en la novela un científico tomaba una droga que hacia emerger su otro yo, que le convertía en una persona negativa enfrentada a la imagen positiva que daba durante el día al resto de la sociedad, aquí el científico se convierte en una mujer.
La película hace bien lo que Stevenson hacía magistralmente en su novela, es decir, pone en duda que existan barreras nítidas entre lo que se cree bien y lo que se cree mal. En un primer momento, podría pensarse que lo único que le ocurre al científico cuando toma él mismo, como experimento, un medicamento basado en hormonas femeninas, es que éste, inesperadamente, le hace cambiar su aspecto físico: transforma a un joven caballero inglés en una morenaza exuberante. Pero la gracia de la película está en que, según se va enredando la trama, resulta tan creíble pensar que la versión masculina del científico es una máscara de la femenina como lo contrario.
Si en la novela de Stevenson un científico que la sociedad definiría como buena persona se convierte en una persona que la sociedad definiría como mala, aquí el científico empieza siendo ambiguo desde el principio: cuando comprueba que investigar la cura de enfermedades es una tarea tan larga que puede que no viva para que se le reconozca el mérito, decide pasar a investigar una medicina que rejuvenece... aunque para ello tenga que traficar con cadáveres y después comportarse como Jack el Destripador para conseguir los úteros que le sirven de materia prima -él parece seguir convencido de que no busca la gloria, sino el bien de la humanidad-.
Donde la película sí se acerca a la novela es en plantear el odio que cada personalidad siente hacia la otra; pero queda a la interpretación del espectador si lo que el científico siente hacía su versión femenina es odio hacia su maldad, o más bien arrepentimiento hipócrita de utilizarla para llevar a cabo actos que no es capaz de asumir -y si la máscara femenina combate al científico, lo que hace es defenderse de la hipocresía que la amenaza-. Si el Hyde de la novela es un monstruo terrorífico, aquí la mujer Hyde aparece por primera vez bajo una música no terrorífica sino romántica, y se diría que cuando el científico ve por primera vez en el espejo en qué se ha convertido se siente enamorado de esa imagen.
Una película que plantea con mucho ingenio preguntas tan inquietantes como imposibles de responder; puede decirse que las buenas películas de terror son además las películas más realistas, porque la vida real está llena de preguntas del mismo tipo. Está estupendamente dirigida por Roy Ward Baker, un director que merecería más reconocimiento por las historias del cine. Aún así, puede pensarse que parte del mérito de la película se debe a su productor Brian Clemens, responsable de las películas menos adocenadas del terror inglés de los setenta. A mí me impresionó mucho cuando la vi de pequeño en el programa de terror de la segunda cadena, y me ha gustado mucho volver a verla siendo mayor.