Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Anarquismo e Independentismo vs. Nacionalismo. ¿Cómo afronta el Anarquismo la existencia de "naciones" y "movimientos de liberación nacional"?
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Pablo (A)
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Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 05 Sep 2008, 16:46

No abro este hilo con la intención de iniciar la enésima polémica en torno a la cuestión nacional. No me interesa hacerlo. Lo que pretendo es más bien hacer de éste un hilo parecido al abierto por chief salamander en el foro de Higiene Ética y Moral Anarquista con el título Para debatir con fundamento la cuestión de la violencia, que sirva para hacer acopio de ensayos, artículos o simples fragmentos que, desde posiciones anarquistas, aborden la cuestión.

Empiezo yo con lo que se me ocurre que es interesante aportar:
Ni catalanistas ni bizkaytarras

"Lo dije tiempo atrás en La Protesta, de Valladolid, y juzgo conveniente repetirlo hoy en esta publicación barcelonesa, donde quiera que se considera y estudia un derecho, individual o colectivo, surge un atropello cometido por el Estado, esa entidad destinada teóricamente a garantir al individuo y a las colectividades el uso de sus legítimos derechos, aunque en la práctica sólo consiga lesionarlos.
Cataluña y las provincias vascas tienen de seguro fundados motivos de queja contra el Estado español, como lo tienen todas las demás regiones y provincias, aunque no se quejen; como lo tienen todos los individuos; como los tendrá el respetable lector; como los tengo yo, porque al fin, como dijo Renan, el Estado es un autócrata sin igual que tiene derechos contra todos y nadie los tiene contra él.
Es, pues, el caso que sólo las dos regiones nombradas formulan más abiertamente quejas y cierto número de aspiraciones, y sobre esto, a fin de que los trabajadores no sufran desviación en el camino que conduce a su emancipación, me propongo exponer las consideraciones siguientes.
Sucede que en cuanto se trata de levantar una bandera, lo primero que salta a la vista es la necesidad de soldados que den por ella su sangre. Tratándose de alistar soldados para una causa, en seguida se ocurre quiénes han de ser éstos, y claro está, no pueden ser otros que los trabajadores, el último mono social, el que lleva siempre la peor parte en todo.
Paralelamente se observa que los iniciadores, los portaestandartes, los hijos del privilegio que quieren lucirse, ponen especial cuidado en asegurarse la retirada en caso de derrrota y los medios de monopolizar los beneficios en caso de triunfo. Vedlos, oidlos, leed lo que dicen en los mítines catalanes o en sus discursos en el Congreso de diputados; tienen dos caras, o, por mejor decir, dos caretas: la separatista o la nacionalista autonomista; con la una contentan a San Miguel; con la otra, al diablo, y para amenizar la cosa no falta algún insulto o alguna alabanza a los trabajadores, según caen las pesas.
Ahora (...) la atención en este hecho: el catalanista (...) esto también el bizkaytarra, echan pestes contra el madrileño, pobre diablo que en la asamblea de las regiones viene a ser lo que el burro en la de los animales, y lejos de censurar al Estado por lo que como tal institución tiene de absorbente, tiránica y odiosa, aspiran a fundar nuevos Estados más pequeños, en que ellos, los propagandistas de hoy y los gobernantes de mañana, conserven sin alteración los mismos males que la sana crítica halla siempre en todos los Estados.
En las provincias vascas, lo mismo que en Cataluña, hay un proletariado numeroso, inteligente y activo, en general conocedor de las cuestiones sociales, con aspiraciones definidas y concretas, y que es una esperanza para la futura renovación social que ha de dar forma adecuada y justa a la organización del trabajo y a la distribución de los productos, y conviene que esas fuerzas no se distraigan de su objeto ni se desmembren por servir ideales que les son por lo menos extraños, por no decir absolutamente perjudiciales.
Los trabajadores no deben luchar por un nuevo amo ni por una nueva clase de amos, y es preciso que manden a paseo a los que vengan con músicas regionales de esas que dejan subsistentes como si tal cosa el propietario, el capitalista, el explotador y el usurero; es decir, el usurpador y el ladrón legales.
Al seguir a catalanistas y bizkaytarras, los trabajadores que tal hiciesen por lo pronto sólo conseguirían desvirtuar con los hechos aquella gran verdad tiempo ha reconocida: "La emancipación de los trabajadores no es un problema local (ni regional añado yo) ni nacional", y se harían enemigos de los trabajadores de otras regiones, incluso los de Madrid, donde también hay obreros, aunque otra cosa quieran hacer creer los catalanistas y bizkaytarras que llevan un madrileño montado en la nariz.
Semejante enemistad, por lo absurda y por lo inconveniente, salta a la vista; se necesita ser burgués incurable o loco de atar para sostenerla y fomentarla, y es dudoso que haya ni en Cataluña ni en las provincias vascas un trabajador con dos dedos de frente que la patrocine.
Todo eso aparte de esta consideración que dejo para final: yo no sé cómo anda la administración municipal y provincial en Vizcaya, pero sí diré que en Barcelona no se echa de menos a los madrileños para administrar a la diabla. Catalanes, y bien catalanes, más o menos catalanistas, son los que en el Municipio y la Diputación han manejado el tinglado hasta ahora, y para juzgar de su moralidad no hay más que dar un vistazo a la prensa barcelonesa, y se verá a cada paso un gazapo. De donde se saca la consecuencia que si nuestros gobernantes fueran de los que saben decir setse jutges menjan fetje, igual pelo nos luciría, porque los que estamos dedicados a ser vasallos, súbditos o ciudadanos en lo que existe o en lo que catalanistas y bizkaytarras tratan de implantar, siempre nos ha de tocar roer el hueso de la explotación.
He aquí por qué lo mejor que los trabajadores catalanes y vascos pueden hacer es ir directamente a la huelga general, a la revolución social, y dejar que catalanistas y bizkaytarras saquen las castañas del fuego con sus propias manos."

Anselmo Lorenzo
Noviembre de 1901, La Huelga General, número 2, Barcelona.
http://www.nodo50.org/tierraylibertad/2 ... #articulo5

En El Catecismo Revolucionario, obra que se piensa que escribió Netchaev bajo influencia de Bakunin, y que suele decirse que es bastante intempestiva, se hace sin embargo una consideración que puede resultar interesante sobre la nación al hilo de su entidad como unidad histórica:
Netchaev, en [i]El Catecismo Revolucionario[/i], escribió:...La organización interna de cada país sobre la base de la libertad absoluta de cada individuo, cada asociación, cada comunidad, cada región, cada nación, tiene el derecho absoluto a la autodeterminación, a asociarse o no asociarse, a aliarse con quien le plazca y a repudiar sus alianzas sin considerar los así llamados derechos históricos...
Finalmente, enlazo la obra Nacionalismo y Cultura, de Rudolf Rocker: http://www.antorcha.net/biblioteca_virt ... ndice.html

Pediría a los administradores que, si consideran esta iniciativa interesante, conviertan el hilo en un post-it. De lo contrario, que se quede como está.
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Hoy condenará la Audiencia
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lo carraco
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por lo carraco » 05 Sep 2008, 20:01

pues yo enlazo un par de debates que hubo en ALB sobre la famosa conferencia de Salvador Seguí en Madrid en 1919.

al parecer hay un par de versiones de dicha conferencia, de ello se habla en ambos hilos:

uno: http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... onferencia

pego un comentario aclarador
Invitado escribió:El invitado catalán que utiliza el seudónimo de Serrallonga usaba una supuesta cita de Salvador Seguí para defender la coincidencia entre anarquismo y separatismo (perdón por ser políticamente incorrecto y no usar el término “independentismo”, pero separatistas fue cómo se autodenominaron originariamente los defensores de una Catalunya independiente y no voy a ser yo quien les cambie la denominación que ellos mismos se dieron).

Anonymous escribió:Soy el "invitado" catalán. Ahora ya estoy reconocible. Dije que no contestaría más, pero veo que la droga es dura y mi paciencia infinita. Ahí va.

Fragmento de una conferencia pronunciada en Madrid el 1919 por Salvador Seguí, el "Noi del Sucre", secretario general de la CNT:

"Nosotros, lo digo aquí, en Madrid y, si conviene, lo diría en Barcelona, somos y seremos contrarios a estos señores que pretenden monopolizar la política catalana, no para conseguir la libertad de Catalunya, sino para poder defender mejor sus intereses de clase,porque siempre están dispuestos a desentenderse de las reivindicaciones del proletariado catalán. Y os puedo asegurar que estos reaccionarios, que se llaman tan catalanistas -nacionalistas?- como el primero, tienen miedo del restablecimiento nacional de Catalunya si ésta no les ha de quedar sometida, y como saben que Catalunya no es un pueblo servil, ni tan sólo no intentan separar la política catalana de la española. En cambio a nosotros, los trabajadores, como que con una Catalunya independiente no perderíamos nada, antes al contrario, todavía ganaríamos, la independencia catalana no nos da miedo (...) Os aseguro, amigos madrileños, que una Catalunya libre del Estado español sería una Catalunya amiga de todos los pueblos de la península ibérica, y sospecho que aquellos

que ahora pretenden presentarse como los dirigentes del catalanismo temen un acuerdo fraternal y duradero con las otras nacionalidades peninsulares. Por lo tanto es falsa la catalanidad de los dirigentes de la Lliga Regionalista [CiU]. Y es que esta gente antepone los intereses de clase, es decir, los intereses del capitalismo a cualquier otro interés o ideología"

Copiat de:
"Zona Alliberada"
Assemblea de Joves de Gràcia

Salut.


Es una pena que Serrallonga no haya usado su infinita paciencia para documentarse y saber de qué fuente original se ha extraído dicha cita. Porque Serrallonga debe admitir que la Assemblea de Joves de Grácia no constituye una referencia historiográfica de solvencia.

Aunque no infinita, yo también tengo paciencia. Por ello, le ahorraré a Serrallonga la búsqueda: esta cita procede de libro “Apòstols i mercaders”, publicado en 1957 y obra de Pere Foix, un antiguo cenetista que pasó a Esquerra Republicana en los años treinta. Se trata de la reproducción de fragmentos de una supuesta conferencia de Seguí en el Ateneo de Madrid, en octubre de 1919. El problema es que no hay ningún soporte documental de dicha conferencia en la prensa de la época y constituye una cita de memoria del propio Foix, casi cuarenta años después del evento y con el significativo dato de que el autor de la cita militaba en las filas del nacionalismo catalán.

Curiosamente, hubo una conferencia de Seguí, también en Madrid y en octubre de 1919, pero en la Casa del Pueblo y reproducida por la prensa de la época con un contenido opuesto al que proclama Pere Foix. Reproduzco algunos párrafos muy ilustrativos a continuación:

Se habla, con demasiado frecuencia por cierto, de los problemas de Cataluña. ¿Qué problemas de Cataluña?. En Cataluña no hay ningún problema; el único problema que pudiera haber planteado en Cataluña está planteado por nosotros; pero el problema que está planteado por nosotros no es un problema de Cataluña, es un problema universal. (...)

En Cataluña –hay necesidad de decirlo así– no existe otro problema que el nuestro, y éste he dicho ya anteriormente, que no es problema de Cataluña que es de España y es universal. En Cataluña no hay problema catalán, porque allí solamente siente ese problema la burguesía organizada, que está bajo los auspicios de la Liga regionalista.(...)

La Liga regionalista ha pretendido, y en parte ha logrado, dar a entender a toda España que en Cataluña no había otro problema que el suyo: el regionalista. Esta es una falsedad; en Cataluña no existe otro problema que el que existe en todos los pueblos libres del mundo, en toda Europa; un problema de descentralización administrativa que todos los hombres liberales del mundo aceptamos; pero un problema de independencia nacional, un problema de autonomía que esté lindante con la independencia, ese no existe en Cataluña, porque los trabajadores de allí no queremos, no sentimos ese problema, no solucionamos ese problema bajo esas condiciones.


La conferencia tuvo lugar el 4 de octubre de 1919 y fue reproducida íntegramente por el periódico España Nueva, diario madrileño donde Seguí publicó algunos artículos entre 1919 y 1920. Quien quiera ahorrarse la consulta de la hemeroteca, puede encontrar el texto en el libro “Artículos madrieños de Salvador Seguí”, edición de Antonio Elorza y publicado por Editorial Cuadernos para el Diálogo en 1976.

Así que, Serrallonga, vas a tener que buscar otros patrocinios históricos para tu síntesis entre anarquismo y separatismo. De todos modos, en estos foros, hay quien ha planteado incluso coincidencias entre anarquismo y falangismo, por lo, en cuestión de desvaríos ideológicos, vas a tener una dura competencia.
........................

y dos : http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... &sk=t&sd=a

en la última página hablo del siguiente link
http://www.alay.com/hist1975.html
en donde también se puede encontrar la versión discrepante de la que suelen usar los anarcoindepes
Y qué bonito sería si no fuera mentira
D.B.

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Comunista integral
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 05 Sep 2008, 20:24

Aquí un artículo recomendable para quienes quieran hablar con fundamento del independentismo libertario.
¿Qué independencia?
http://www.chez.com/duzodu/queindependencia.htm

En Canarias, es común que se interprete el término independencia como la creación de un nuevo Estado. Cuando se plantea la conveniencia de que nuestro país rompa con la dependencia colonial española, por lo general se asocia como alternativa la edificación de un Estado canario. Trataremos, en este escrito, de aclarar esta cuestión falsamente planteada y de exponer en coherencia, desde una perspectiva autónoma-libertaria, una opción independentista.

Cuando hablamos de independencia lo que intentamos es definir una situación en la que se produzca una ruptura con la situación dependiente que Canarias tiene desde el siglo XV. Esa independencia algunos la entienden simplemente como un cambio administrativo. Así hablan de un Estado canario, un estado que falsamente se entiende como propio al considerarse que en el presente Canarias es una nación sin Estado, hecho no cierto.

Canarias ya tiene Estado

Actualmente, Canarias ya posee un Estado que organiza su vida, que impone unas instituciones y unos tributos que las sustentan. El Estado español —a quien nos referimos—, ¿en qué se diferenciaría del propuesto Estado canario? El ámbito territorial quedaría circunscrito al Archipiélago, pero con ello no queda garantizado que demasiadas cosas más puedan cambiar, pues, dependiendo de los intereses de quiénes controlen el poder, podrá tener un contenido "proteccionista" o bien ser permisivo con intereses extranjeros que realizarán una explotación neocolonial de nuestros recursos. Pero, es más, seguirán existiendo instituciones represivas (juzgados, policías, ejército...) y se seguirá saqueando al pueblo con impuestos con los que sustentarlas y también a aquellas otras que impiden un verdadero ejercicio de la participación popular (Ayuntamientos, Cabildos, Gobierno... ), ya que la casta política ejerce su actividad sobre el pueblo y veda la expresión libre de la ciudadanía. Además, la totalidad de las propuestas que tienen al Estado canario como valedor de la independencia del Archipiélago no cuestionan el actual modelo social y económico, acaso si introducen algunas matizaciones con las que intentan engatusar a la burguesía isleña —garantizando así sus apetencias de dominio económico—, nada proclive en el presente a apostar por la ruptura con el Estado español.

El ejemplo del continente

Como podremos comprobar en los jóvenes Estados del continente afrikano, en muchas ocasiones estos han resultado más sanguinarios y corruptos que las propias metrópolis. El ejército tiene una actividad que excede los estrictos ámbitos castrenses para instalarse directamente en las instituciones que rigen la vida de estos pueblos, llevando un gobierno despótico que condena a la pobreza a la mayoría de sus súbditos. Mientras, las jerarquías militares y la naciente burguesía nadan en la abundancia, sus métodos no se entretienen en demasía con las formas y los opositores son rápidamente encarcelad@s, torturad@s, injustamente juzgad@s, ejecutad@s o desaparecid@s y hasta se sigue ejerciendo la opresión nacional sobre las etnias que separaron las potencias colonizadoras y que los nuevos estados reproducen al alzarse sobre las irracionales fronteras coloniales. En definitiva, bajo los nuevos Estados afrikanos se sigue viviendo en la injusticia y la opresión. Nada sustancialmente positivo han traído y puede que la nueva clase dirigente sea aún más corrupta y sus conductas sean aún más despóticas que las de las antiguas potencias colonizadoras.

Lo que traería de viejo el 'nuevo' Estado

Cuando se habla de un Estado canario, aunque no se menciona, también se refiere a:

· una policía que, al igual que ahora, nos vigile y nos reprima,
· un ejército que, al igual que ahora, defienda los intereses de los poderosos y del mismo Estado —incluso si fuera necesario aplicándose sobre los mismos ciudadanos de las Islas—,
· un ordenamiento jurídico que, al igual que ahora, proteja a los ricos y los intereses inherentes al poder y castigue a quienes se rebelan ante estas injusticias,
· unos jueces que, al igual que ahora, ejecuten en nombre de la Justicia la parcialidad del Derecho legislado,
· una economía que, al igual que ahora, consagre la explotación sobre quienes producen la riqueza social y sin embargo son desposeíd@s de ella,
· unos medios de comunicación que, al igual que ahora, formen la opinión social que conviene a los intereses de sus propietarios o directamente del gobierno y censure las disidencias,
· una escuela que, al igual que ahora, capacite para las actividades productivas y modela seres acríticos y cobardes, incapaces de organizarse por sí mismos y rebelarse ante las injusticias,
· unas cárceles y unos manicomios donde recluir, al igual que ahora, a quienes se atrevan a saltarse las normas sociales establecidas,
· un largo etcétera que, al igual que ahora, constituye la base de una sociedad despótica e injusta que nos condena a la resignación, al sufrimiento, a la insatisfacción, al no poder disfrutar de una existencia digna, plena de participación y carente de opresiones.

No existe un cambio sustancial entre el actual Estado español que nos sojuzga con el proyecto de Estado canario que algunos partidos políticos nos presentan como alternativa.

El Estado nunca será nuestro, siempre es de ellos: de los opresores

En definitiva no existe ningún Estado que sea propio. El Estado es una estructura que siempre estará sobre el pueblo, nunca podrá ser expresión real de él. Incluso en el marco de una sociedad que se proponga el desarrollo de unas bases sociales igualitarias y la abolición de la burguesía, el mismo Estado se encarga de hacerla emerger nuevamente, tal como la historia nos ha demostrado. El Estado separa, hace aparecer una clase que dirige, manda y se enriquece en nombre de una colectividad que asiste de espectadora sobre todo aquello cuanto le concierne. El Estado hace siempre dependientes a los pueblos, al impedir el libre ejercicio de su soberanía, su continua autodeterminación, la práctica constante de la democracia directa como expresión de su voluntad, la apropiación de su existencia y de la misma riqueza que genera.

El Estado es dependencia; la autogestión, independencia

Pero, entonces, ¿cuándo cabe hablar de independencia? Cuando proponemos una Canarias independiente y libertaria abogamos por la ruptura con el Estado español que nos ha mantenido sojuzgados durante casi seis siglos y, además, afirmamos que esa independencia sólo será posible cuando el pueblo canario tome en sus manos directamente las riendas de su vida, lejos de cualquier tutela estatal. No seremos independientes hasta vernos libres de las garras de la oligarquía y burguesía canarias y del capital foráneo y también de las instituciones diseñadas para garantizar la dominación. Canarias se ha de Independizar de todo Estado, incluso de aquel que se considera falsamente como propio.

Cuando señalamos que el poder debe estar en manos del pueblo, esto es, que Canarias sea efectivamente autogobernada, afirmamos que su poder también se extienda sobre la economía, lo que implica la total autogestión de los medios de producción, distribución y consumo. Sin la auténtica colectivización de la actividad económica no existe independencia; actividad económica que, no obstante, hemos de ir corrigiendo desde ahora, dirigiendo los esfuerzos hacia el logro de una producción no dependiente, sino autocentrada, y en armonía con el medio natural de nuestro país y del planeta.

La autonomía por la independencia

Hablamos de una independencia producto de un proceso autoorganizativo, que haga ser al pueblo canario el auténtico protagonista de sus destinos. Hablamos de un proceso marcado por la democracia directa, asambleísmo, portavoces revocables... por una práctica autónoma, sin necesidad de dirigentes ni vanguardias y sin participar en las instituciones, sino practicando la acción directa. No es a partir de la participación en las instituciones del Estado español ni en las de un hipotético Estado canario como vamos a encaminarnos por los senderos que proponemos; viejas sendas ya propuestas desde planteamientos emancipativos de clase, esencialmente libertarios. Unimos la liberación nacional a la de clase. La opresión nacional de Canarias ha sido necesaria para que se desarrollara un sistema económico con planteamientos coloniales que hasta hoy se prolonga, por eso no separamos una de la otra. Como anticapitalistas somos independentistas, como ambas cosas somos, igualmente, antiestatistas y comunistas libertarios.

Por un Independentismo libertario

Los planteamientos independentistas libertarios fueron defendidos ya durante los tiempos de la II República por la CNT de Canarias, tal como ya ha sido divulgado en varios artículos por esta misma revista. Durante la llamada transición democrática con la actuación del MPAIAC, gentes que se definen como anarquistas se suman a ese movimiento independentista, sin que ello tenga excesiva trascendencia. Serán años más tarde cuando las posiciones autónomas, que intervienen desde los movimientos sociales, se reclamen como independentistas, siendo pionero en este sentido el caso del C.O.A. de Gran Canaria, referencia obligada en el antimilitarismo isleño. Posteriormente, publicaciones alternativas servirán de tribuna para formular propuestas en sintonía con las posturas anarcoindependentistas cada vez más ampliamente extendidas entre los sectores antagonistas.

Sería necesario que, establecidos los esenciales vínculos entre los distintos colectivos y personas que en Canarias nos identificamos con la idea independentista libertaria, se iniciara un debate amplio, que con mayor profundidad definiera —de forma colectiva— su contenido, hoy explicado de forma bastante vaga y sobre la base de aportaciones individuales dispersas. La propuesta independentista libertaria debe definirse y desarrollarse de forma colectiva, pues entraría en contradicción consigo misma si no se realiza participativamente desde la labor de los colectivos, desde las personas que actuamos de forma autónoma en los movimientos sociales. No es otra cosa sino reflejo y desarrollo natural de la propia labor que desde ya realizamos: la generalización de la práctica autoorganizativa, asamblearia, autogestionaria, de acción directa... ¡pero necesariamente coordinada! Va siendo hora de acercarnos —gentes de todas las Islas— y hablarnos de cómo entendamos el desarrollo de nuestra idea de independentismo, madurándola desde los diversos sectores de lucha en los que intervenimos, enriqueciéndonos mutuamente con las experiencias que protagonizamos en nuestra diaria labor conducid@s por la idea de emancipación nacional y social. El encuentro, la participación y el intercambio de pareceres nos hará crecer en nuestra capacidad y fortaleza, con una visión más amplia y global, con mejor definición, con mayor claridad, capaces de ir avanzando y extendiendo nuestro proyecto político-social... La propuesta ya está lanzada, ¿cuándo empezamos?

VICENTE CAÑERO, 08/07/95.
Embannet er gazetenn El Baifo, nº 8-9, a viz Kerzu 1996
Última edición por Comunista integral el 06 Sep 2008, 00:36, editado 2 veces en total.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 05 Sep 2008, 21:19

Recopilación de los tópicos en los que se debatió n-1 veces entre la postura independentista y anti-independentista en este subforo.

El independentismo libertario
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... ?f=5&t=365
Este tópico es del 2002 y viendo la discusión allí es claro que no se ha avanzado mucho desde entonces. "Independentismo=nacionalismo", "las naciones no existen", "la liberación nacional es incompatible con el internacionalismo", etc.

Anarcoindependentistas canarios
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=18511

anarcoindependentistas, autonomía y comunismo libertario
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=33561

La Peste del Patriotismo
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=34759

Anarcoindependentismo y federalismo libertario
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=33536

Al paso de las criticas de la CNT como españolista
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=16386

bakunin y kropotkin frente a la liberación nacional
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=30543

independentista-anarquista
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=16064

Consejo de Aragon
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=27004
El Consejo de Aragón ha sido mencionado varias por anarco-independentistas como el ejemplo de combinación entre emancipación social y liberación nacional. Digamos que sería la "Comuna de París" para lxs anarco-independentistas en la península ibérica.

Patria, Nacionalidad según Mijail Bakunin
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=26772
En este tópico es particularmente gracioso como algunxs anti-independentistas se ven obligadxs a distorsionar lo que Bakunin dice para presentarle como opuesto a la liberación nacional. Empezando por quien abre el tópico, que hace una selección muy particular del texto de Bakunin (que puede encontrarse entero en http://lahaine.org/pensamiento/patria_nacionalidad.htm).

¿Qué es eso del anarcoespañolismo?
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... =5&t=36042
Uno de los más recientes, largos y combativos debates entre independentistas y anti-independentistas.
Última edición por Comunista integral el 05 Sep 2008, 22:35, editado 1 vez en total.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 05 Sep 2008, 21:22

Y aunque ya había provisto el link a este texto, me pareció lo suficientemente relevante para pegarlo aquí.
Patria y Nacionalidad
Mijail Bakunin


El Estado no es la patria; es la abstracción, la ficción metafísica, mística, política y jurídica de la patria. La gente sencilla de todos los países ama profundamente a su patria; pero éste es un amor natural y real. El patriotismo del pueblo no es sólo una idea, es un hecho; pero el patriotismo político, el amor al Estado, no es la expresión fiel de este hecho: es una expresión distorsionada por medio de una falsa abstracción, siempre en beneficio de una minoría explotadora.

La patria y la nacionalidad son, como la individualidad, hechos naturales y sociales, fisiológicos e históricos al mismo tiempo; ninguno de ellos es un principio. Sólo puede considerarse como un principio humano aquello que es universal y común a todos los hombres; la nacionalidad separa a los hombres y, por tanto, no es un principio. Un principio es el respeto que cada uno debe tener por los hechos naturales, reales o sociales. La nacionalidad, como la individualidad, es uno de esos hechos ; y por ello debemos respetarla. Violarla seria cometer un crimen; y, hablando el lenguaje de Mazzini, se convierte en un principio sagrado cada vez que es amenazada y violada. Por eso me siento siempre y sinceramente el patriota de todas las patrias oprimidas.

La esencia de la nacionalidad. Una patria representa el derecho incuestionable y sagrado de cada hombre, de cada grupo humano, asociación, comuna, región y nación a vivir, sentir, pensar, desear y actuar a su propio modo; y esta manera de vivir y de sentir es siempre el resultado indiscutible de un largo desarrollo histórico.

Por tanto, nos inclinamos ante la tradición y la historia; o, más bien, las reconocemos, y no porque se nos presenten como barreras abstractas levantadas metafísica, jurídica y políticamente por intérpretes instruidos y profesores del pasado, sino sólo porque se han incorporado de hecho a la carne y a la sangre, a los pensamientos reales y a la voluntad de las poblaciones. Se nos dice que tal o cual región - el cantón de Tesino [en Suiza], por ejemplo -pertenece evidentemente a la familia italiana: su lenguaje, sus costumbres y sus restantes características son idénticos a los de la población de Lombardía y, en consecuencia, debería pasar a formar parte del Estado italiano unificado.

Creemos que se trata de una conclusión radicalmente falsa. Si existiera realmente una identidad sustancial entre el cantón de Tesino y Lombardía, no hay duda alguna de que Tesino se uniría espontáneamente a Lombardía. Si no es así, si no siente el más leve deseo de hacerlo, ello demuestra simplemente que la Historia real - la vigente de generación en generación en la vida real del pueblo del cantón de Tesino, y responsable de su disposición contraria a la unión con Lombardía - es algo completamente distinto de la historia escrita en los libros.

Por otra parte, debe señalarse que la historia real de los individuos y los pueblos no sólo procede por el desarrollo positivo, sino muy a menudo por la negación del pasado y por la rebelión contra él; y que este es el derecho de la vida, el inalienable derecho de la presente generación, la garantía de su libertad.

La nacionalidad y la solidaridad universal. No hay nada mas absurdo y al mismo tiempo más dañino y mortífero para el pueblo que erigir el principio ficticio de la nacionalidad como ideal de todas las aspiraciones populares. El nacionalismo no es un principio humano universal. Es un hecho histórico y local que, como todos los hechos reales e inofensivos, tiene derecho a exigir general aceptación. Cada pueblo y hasta la más pequeña unidad étnica o tradicional tiene su propio carácter, su específico modo de existencia, su propia manera de hablar, de sentir, de pensar y de actuar; y esta idiosincrasia constituye la esencia de la nacionalidad, resultado de toda la vida histórica y suma total de las condiciones vitales de ese pueblo.

Cada pueblo, como cada persona, es involuntariamente lo que es, y por eso tiene un derecho a ser él mismo. En eso consisten los llamados derechos nacionales. Pero si un pueblo o una persona existe de hecho de una forma determinada, no se sigue de ello que uno u otra tengan derecho a elevar la nacionalidad, en un caso, y la individuali-dad en otro como principios específicos, ni que deban pasarse la vida discutiendo sobre la cuestión. Por el contrario, cuanto menos piensen en si mismos y más imbuidos estén de valores humanos universales, más se vitalizan y cargan de sentido tanto la nacionalidad como la individualidad.

La responsabilidad histórica de toda nación. La dignidad de toda nación, como la de todo individuo, debe consistir fundamentalmente en que cada uno acepte la plena res-ponsabilidad de sus actos, sin tratar de desplazarla a otros. ¿No son muy estúpidas todas esas lamentaciones de un muchachote quejándose con lágrimas en los ojos de que alguien lo ha corrompido y le ha puesto en el mal camino? Y lo que es impropio en el caso de un muchacho está ciertamente fuera de lugar en el caso de una nación, cuyo mismo sentimiento de autoestima debería excluir cualquier intento de cargar a otros con la culpa de sus propios errores.

Patriotismo y justicia universal. Cada uno de nosotros debería elevarse sobre ese patriotismo estrecho y mezquino para el cual el propio país es el centro del mundo, y que considera grande a una nación cuando se hace temer por sus vecinos. Deberíamos situar la justicia humana universal sobre todos los intereses nacionales. Y abandonar de una vez por todas el falso principio de la nacionalidad, inventado recientemente por los déspotas de Francia, Prusia y Rusia para aplastar el soberano principio de la libertad. La nacionalidad no es un principio; es un hecho legitimado, como la individualidad. Cada nación, grande o pequeña, tiene el indiscutible derecho a ser ella misma, a vivir de acuerdo con su propia naturaleza. Este derecho es simplemente el .corolario del principio general de libertad.

Todo aquél que desee sinceramente la paz y la justicia internacional debería renunciar de una vez y para siempre a lo que se llama la gloria, el poder y la grandeza de la patria, a todos los intereses egoístas y vanos del patriotismo.
Última edición por Comunista integral el 06 Sep 2008, 00:34, editado 1 vez en total.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 06 Sep 2008, 00:35

La corrección que me pedías está ya hecha, Comunista integral. Espero que todos seamos capaces en adelante de evitar las valoraciones personales. Volvamos al tema que nos ocupaba al abrir este hilo:

Sobre Bakunin y el nacionalismo, ha de hacerse una advertencia, y es que Bakunin tuvo una época de enormes simpatías nacionalistas, que él mismo superó en favor de la práctica anarquista:
Godwin [usuario de ALB] escribió:...Pronto estallarían las revoluciones del 48, allí encontraremos a Bakunin, en su elemento, no el escritorio, si no la barricada, la calle en llamas (un oficial de alta graduación diría de Bakunin “Vaya hombre, el primer día de la revolución vale un tesoro, el segundo día hay que fusilarlo”). Bakunin iría barricada por barricada luchando en todas, en París, en Praga, en Berlín, en Dresde, siendo poco antes de que estallaran estas revoluciones cuando Bakunin, viendo el estado latente de las mismas, empezaría a ver expectativas revolucionarias en los pueblos eslavos, sería cuando escribiría su Llamada al paneslavismo, y cuando por tanto empezaría su supuesto acercamiento al nacionalismo.

¿Pero acaso no fue Bakunin un nacionalista y un patriota?, Bakunin fue ante todo un anarquista y esto hace que sea ante todo un revolucionario, siempre hasta antes de conocer el significado de la palabra Anarquía se opuso a la autoridad, a la jerarquía, al gobierno, al estado, a la desigualdad y a la discriminación. Estos planteamientos fueron defendidos por Bakunin intransigente e inflexiblemente durante toda su vida y hasta que llego su muerte, sin renunciar a ellos jamás, en base a esto y a conocer sus ideas, escritos y actos, he de afirmar que Bakunin en lo que se refiere al nacionalismo, fue un hombre que se equivocó de medios, pero no de fin, fue un hombre equivocado pero no un nacionalista. Bakunin buscaba una revolución integral, la redención absoluta de la humanidad, e intentaba lograr esto usando todos los medios que tuviera a su alcance, utilizando simplemente los que en los determinados momentos de su vida le parecieran más acertados, sin variar nunca de objetivo, la libertad. Fue esto lo que buscaba e hizo con el hegelismo de izquierdas al final de los 30, y lo que haría en gran parte de los 40 con el socialismo.

Esto no quiere decir que fuera un maquiavelista, él no pensaba que el fin justificara los medios, él creía que sus medios eran los correctos y adecuados, pero no sería hasta los últimos doce años de su vida, cuando él encontraría el único que supo verdadero, la praxis netamente anarquista, porque aunque su actuación e ideas siempre fueron las de un anarquista, sería sobre todo en esos años cuando comprendería de forma más nítida la verdad que siempre intuyó y sintió, para un fin anarquista han de usarse medios anarquistas.

Por eso, y como ya hemos dicho, tanto como el hegelismo y el socialismo, el nacionalismo no fue para Bakunin más que un medio efectivo para hacer la revolución, una brecha que parecía más abierta que ninguna otra y por la que podía iniciarse un proceso revolucionario.

Además una motivación puramente anarquista fue la que erróneamente le hizo acercarse al nacionalismo, Bakunin fue uno de los primeros que propugnó una revolución de obreros y campesinos, concediéndole a los campesinos un papel de tanta importancia como el de los obreros urbanos, sin que los campesinos pudieran quedar subyugados o supeditados a la voluntad de los trabajadores industriales. A Bakunin le obsesionaba y preocupaba este tema, temiendo que después de la revolución pudiera crearse otra élite privilegiada, era éste uno de los primeros y principales enfrentamientos con el marxismo, ya que Marx no solo consideraba que los campesinos debían someterse al proletariado industrial, sino que ni siquiera contaba con ellos para la revolución y los consideraba hasta una fuerza reaccionaria y contra revolucionaria (de todo esto hablaremos más tarde y lo apoyaremos con un texto demostrativo).

Esta profunda preocupación por la futurible marginación y exclusión de las clases campesinas, además de la racista defensa de Marx de la “superioridad del obrero alemán sobre los degradados pueblos eslavos de pastores y campesinos”, hizo que Bakunin se pusiera del lado de estos últimos, es decir del lado de los pueblos campesinos por excelencia. La “causa de los pueblos oprimidos contra los pueblos opresores” de las “nacionalidades esclavizadas contra los esclavizadores” se desmoronarían como un castillo de naipes de la cabeza de Bakunin nada más profundizar en lo que siempre había creído, “no hay pueblos opresores y oprimidos, solo hay individuos opresores e individuos oprimidos, las causas de las nacionalidades no existen, cuando solo existe un pueblo, el pueblo humano, y cuando solo hay una libertad que defender, la libertad de todos”.

Como hemos demostrado, Bakunin nunca dejó de ser ni de sentirse anarquista, el nacionalismo no solo desaparecería por completo sino que encontraría en Bakunin uno de sus más fieros enemigos, su odio al patriotismo sería inigualable, y después de que sus intentos revolucionarios junto a los insurgentes polacos (demasiado moderados para Bakunin) le costaran doce años de prisión (cosa que nunca hubiera soportado Marx), de que dedicara, de esos doce, los cinco que paso en Siberia a observar desde abejas, termitas, hormigas, perros…(y todos los animales que encontraba) con el fin de analizar el territorialismo animal, que da origen al patriotismo humano, y de su gran decepción con el movimiento nacionalista en los dos primeros años después de su huida de prisión, encontramos en 1864 a un Bakunin netamente ateo, federalista y anarquista.

[...]

Para Bakunin hay cuatro elementos sobre los que intenta fundamentarse el patriotismo “1º el elemento natural o fisiológico, 2º el elemento económico 3º el elemento político y 4º el elemento religioso o fanático”. “El patriotismo natural es un hecho puramente bestial que se encuentra en todos los grados de la vida animal y hasta cierto punto en la vida vegetal; el patriotismo, tomado en este sentido, es una guerra de destrucción; es la primera expresión humana de ese grande y fatal combate por la existencia que constituye todo el desarrollo, toda la vida del mundo natural o real; combate incesante, devorador, universal, que nutre a cada individuo y a cada especie con la carne y la sangre de los individuos extranjeros… En el mundo animal, se reproduce la misma lucha, pero más ruidosa y dramáticamente; no es la lucha silenciosa y sin ruido; la sangre corre, y el animal destrozado, devorado y torturado, llena el aire con sus gemidos. Por fin, el hombre, animal parlante, introduce la primera frase en esta lucha, y esa frase se llama el patriotismo… Pero esa destrucción mutua de los individuos vivientes no se encuentra sólo en los lindes de ese mundo limitado que llamamos la gran patria… la gran patria debe dividirse en una multitud de pequeñas patrias animales, hostiles y destructoras las unas de las otras……

Se podría definir el patriotismo natural así: es una adhesión instintiva, maquinal y completamente desnuda de crítica a las costumbres de existencia colectivamente tomadas y hereditarias o tradicionales, y una hostilidad también instintiva y maquinal contra toda otra manera de vivir. Es el amor de los suyos y de lo suyo y el odio a todo lo que tiene un carácter extranjero. El patriotismo es un egoísmo colectivo, por una parte, y, por la otra, la guerra. No es una solidaridad bastante poderosa para que los miembros de una colectividad animal no se devoren entre sí en caso de necesidad, pero es bastante fuerte para que todos sus individuos, olvidando sus discordias civiles, se unan contra cada intruso que llegue de una colectividad extraña…

Ved los perros de un pueblo, por ejemplo. Los perros no forman, por regla general, República colectiva; abandonados a sus propios instintos, viven errantes como los lobos y sólo bajo la influencia del hombre se hacen animales sedentarios, pero una vez domesticados constituyen en cada pueblo una especie de República fundada en la libertad individual, según la fórmula tan querida de los economistas burgueses; cada uno para sí y el diablo para el último. Cuando un perro del pueblo vecino pasa solo por la calle de otro pueblo, todos sus semejantes en discordias se van en masa contra el desdichado forastero. Yo pregunto, ¿no es esto la copia fiel o mejor dicho el original de las copias que se repiten todos los días en la sociedad humana? ¿No es una manifestación perfecta de ese patriotismo natural del que yo he dicho y repito que no es más que una pasión brutal? Bestial, lo es, sin duda, porque los perros incontestablemente son bestias, y el hombre, animal como el perro y como todos los animales en la Tierra, pero animal dotado de la facultad fisiológica de pensar y hablar, comienza su historia por la bestialidad para llegar, a través de los siglos, a la conquista y a la constitución más perfecta de su humanidad…

Yo he querido hacer constar solamente que el patriotismo que nos cantan los poetas, los políticos de todas las escuelas, los gobernantes y todas las clases privilegiadas como una virtud ideal y sublime, tiene sus raíces, no en la humanidad del hombre, sino en su bestialidad… Es un hecho probado por los naturalistas y ya ha pasado al estado de axioma, que el número de cada población animal corresponde siempre a la cantidad de medios de subsistencia que encuentra en el país que habita”.

Según nos dice Bakunin cuando esos medios de subsistencia escasean es cuando se produce el fenómeno de la emigración. “Pero esta migración que les hace romper sus antiguas costumbres, sus maneras diarias y rutinarias de vivir y les hace buscar sin conocimiento, sin pensamiento alguno, instintivamente y a la ventura los medios de subsistencia en países por completo desconocidos, va siempre acompañada de privaciones y sufrimientos inmensos. La parte más grande de la población animal emigrante muere de hambre, sirviendo con frecuencia de alimento a los supervivientes, y la parte más pequeña es la que suele aclimatarse y encontrar nuevos elementos de vida en otro país. Después viene la guerra entre las especies que se nutren con los mismos alimentos; la guerra entre los que, para vivir, tienen que devorarse los unos a los otros. Considerado así, el mundo natural no es más que una hecatombe sangrienta, una tragedia horrorosa y lúgubre escrita por el hombre… El crecimiento y el desarrollo de las especies, están limitados por su propia hambre y por el apetito de las otras especies, es decir, por el sufrimiento y por la muerte. Nosotros no decimos, como los cristianos, que esta Tierra es un valle de lágrimas, pero debemos convenir en que no es madre tan tierna como dicen y que los seres vivientes necesitan mucha más energía para vivir. En el mundo natural, los fuertes viven y los débiles sucumben y los primeros no viven sino porque los otros mueren…

¿Es posible que esta ley fatal de la vida natural, sea también la del mundo humano y social? Los hombres, ¿están condenados por su naturaleza a devorarse entre sí para vivir como lo hacen los animales de otras especies?.. ¡Ay! Encontramos en la cuna de la civilización humana la antropofagia, y en seguida las guerras de exterminio, las guerras de las razas, y de los pueblos; guerras de conquista, guerras de equilibrio, guerras políticas y guerras religiosas…

Y en el fondo de todo esto, a través de todas las frases hipócritas de que se sirven para darse una apariencia de humanidad, y de derecho, ¿qué encontramos? Siempre la misma cuestión económica, la tendencia de uno a vivir y prosperar a expensas de los otros. Los ignorantes, los simples y los tontos, se dejan sorprender; pero los hombres fuertes que dirigen los destinos de los Estados saben muy bien que en el fondo de todas las guerras no hay más que un sólo interés: ¡el saqueo, la conquista de las riquezas de otros y el servilismo del trabajo! Es evidente que hasta ahora la humanidad no ha hecho ninguna excepción para esa ley general de bestialidad que condena a todos los seres vivientes a devorarse entre sí para vivir; sólo el socialismo, poniendo en el lugar de la justicia política, jurídica y divina, la justicia humana, reemplazando el patriotismo por la solidaridad universal de los hombres y la competencia económica por la organización internacional de una sociedad fundada sobre el trabajo, podrá poner fin a esas manifestaciones brutales de la bestialidad humana”.

[...]

Mientras Marx solo analiza los factores económicos y olvida y omite el factor individual del ser humano, Bakunin (siendo un profundo materialista y profundo conocedor de Feurbach), exalta el papel del individuo como factor revolucionario, mientras Marx solo se preocupa de la historia y los procesos económicos, Bakunin superpone la voluntad del “yo” como factor revolucionario, mientras Marx se interesa de cambiar las condiciones materiales de vida existentes, Bakunin además de eso eleva al individuo como principal hacedor de la revolución, uno cree en una masa obediente, el otro en un pueblo compuesto por personas concientes, en un caso no hay héroes individuales pero tampoco hay personas, en el otro no hay héroes individuales porque en su conjunto todos son por igual héroes, en definitiva y sin adentrarnos mucho en este tema, Marx es un autoritario y Bakunin un libertario.
La intervención completa del compañero Godwin, de título Bakunin y la incoherencia: http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... hp?t=14192

Versión completa de Sobre el Patriotismo, obra escrita por Bakunin en su época de madurez y por lo tanto anarquista (que imagino que es la versión de Bakunin que, como libertarios, más nos interesará) citada por Godwin en su artículo: http://miguelbakunin.wordpress.com/2007 ... triotismo/
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 06 Sep 2008, 00:56

José Benitez, Octubre del 2002 escribió:No es lo mismo independentismo que nacionalismo. El nacionalismo es la exaltación de la nación, idea pareja a la justificación del Estado. El independentismo es la no dependencia y ello entronca con los principios libertarios de la libre federación. Confundimos los términos por la asunción del discurso dominante (esto es, el discurso de las clases dominantes). A veces nos resulta difícil comunicarnos porque las palabras toman connotaciones muy diferentes por las referencias individuales que cada uno de nosotros tenemos de ellas. El discurso libertario parece ir perdiendo identidad, en la medida de que éste es minoritario y por encontramos inmersos en un medio social en el que el poder de los medios de comunicación y su ampliación de la vida política institucionalizada hace cobrar a las palabras un sentido plegado a ella. Pero también las palabras son libres y podemos hacer recobrar su sentido liberador, si conquistamos la palabra y elaboramos un discurso, más profundo y radical (es decir, buscando el sentido profundo de las palabras), apropiándonos de los elementos de la comunicación para lanzar nuestras propuestas de vida en autogestión al margen de las propuestas estatalizantes.

Quizás ese sea uno de los esfuerzos presentes que debamos asumir... En toda la polémica desarrollada en el foro existe una enorme confusión de términos y es escasa la comunicación y el intercambio de ideas...

Encuentro que la “liberación nacional” es un elemento más de la lucha por una sociedad autogestionada. Como alguien ya ha apuntado, en la lucha contra la estructuración de la vida alrededor de un Estado con cierta descentralización autonómica organizada de forma piramidal, sin la concurrencia de una auténtica participación popular (nada más lejos de ello que la delegación institucionalizada por las elecciones), lo que late en la “lucha nacional” es las ansias de los pueblos por regir por sí mismos su propio destino, haciendo valer su propia determinación, y ello no puede tener mejor expresión que en la total autogestión.

La idea de “liberación nacional”, con un estúpido y mediocre concepto de lo libertario, se está abandonando en manos de los partidos, que intentan integrar estas ansias en el marco institucional o en una ruptura con el presente marco jurídico-político para alzar otro en su lugar, a su misma imagen y semejanza, con un nuevo Estado. ¿Acaso la existencia de Partidos Verdes hace que desde el campo libertario tengamos que abandonar las luchas ecologistas? ¿Acaso la existencia del Instituto de la Mujer hace que tengamos que volvernos antifeministas? ¿Por qué no podemos desarrollar, al igual que lo hacemos con la liberación sexual, ecologista, antimilitarista, feminista, etc., una actuación --desde nuestra idiosincrasia autogestionaria y antiestatal-- hacia la liberación nacional? A pesar de Partidos Verdes, del Ministerio de Medio Ambiente, del Instituto de la Mujer, etc., como libertari@s no nos causa rubor el podernos declararnos feministas, antimilitaristas, ecologistas... ¿por qué también no somos independentistas, si ese concepto lo llenamos de identidad libertaria?

Ha sido uno de los mayores errores del movimiento libertario en el Estado español el pretender ignorar este campo de actuación y en aras de un falso internacionalismo despreciar y estúpidamente combatir “la cuestión nacional” que también necesita de nuestras propuestas. Lo único conseguido es automarginarse de procesos de clara raigambre y protagonismo popular y alinearse, con el “antinacionalismo”, en el nacionalismo españolizante junto a los sectores más reaccionarios de la sociedad.

Sólo muy escasos colectivos libertarios se han atrevido a iniciar este camino, contando con la incomprensión y boicoteo de quienes se han alzado en guardianes de las esencias libertarias. Conocer sus propuestas es un tema pendiente que tiene el movimiento libertario que actúa bajo el Estado español para renovar y refrescar sus ideas y acción para la consecución de una sociedad sin dioses ni amos.
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... ?f=5&t=365
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 06 Sep 2008, 01:02

José Benitez, Octubre del 2002 escribió:En algún debate sobre el tema “cuestión nacional” vs. Anarquismo en el que he participado me ha sorprendido que la nueva “moda” de la ortodoxia antinacionalista anarquista es negar la existencia de la nación. Lo curioso es que se hace mediante la expresión verbal que inexorablemente conduce al hecho nacional: se habla una lengua, principal vínculo de comunicación y cohesión de una nación. Cierto que el castellano se habla en muchos lugares del mundo, pero ello muestra la historia de una nación conquistadora y colonizadora y la historia de unas naciones conquistadas y, en buena parte, también anuladas en su cultura, tal como es el hecho de haber sido despojadas de sus lenguas autóctonas y haber asimilado el castellano.

La nación es un hecho natural. Nacemos en un medio cultural determinado: una lengua, un espacio geográfico que determina las relaciones con el medio natural y con otros pueblos, una manera de sentir, una gastronomía propia, unas tradiciones, unas fiestas, unas celebraciones, unas músicas, cantos y bailes... Todo ello nos hace sentirnos partícipes de una nación, de un pasado común y de una identificación con un futuro colectivo. La nación nace de la identificación de las personas en un colectivo con rasgos culturales comunes. La nación no es algo estático, es algo dinámico, en continua evolución. La nación no siempre ha sido lo que ahora es, ni en un futuro será como en el presente. Al igual que en el pasado los avances técnicos, las diversas formas de dominación, las relaciones con otros pueblos, etc., han modificado nuestra nación de referencia, en la actualidad, con los cambios cada vez más acelerados, el impacto de los medios de comunicación y la configuración del mundo mundial en eso que se ha dado en llamar globalización, hace que las naciones vean anuladas sus expresiones y cada vez se esté uniformando más la vida en el Planeta.

Bajo el Estado español subsisten naciones diferenciadas. Unas han conseguido conservar un idioma milenario, caso de Euskalherría con el euskara; otras hablan lenguas románicas; su vinculación al Estado ha sido diferente, cada cual ha tenido una trayectoria histórica propia. Alguna nación, como Canarias, por el avasallador colonialismo perdió su propia lengua, pero las condiciones particulares de su espacio geográfico y de su propio devenir histórico la hacen constituirse en una nación con rasgos diferenciados de otras sometidas al Estado español.

Desde una perspectiva libertaria no podemos ignorar la existencia de la nación. No pretendemos edificar una alternativa libertaria como castillos en el aire. Lo pretendemos hacer desde la realidad, desde el presente. El que no nos identifiquemos con determinadas cuestiones que, hoy por hoy, son propias de nuestra nación de referencia –y que algunos nacionalistas las llegan a defender como rasgos de la identidad nacional para los siglos venideros--, no nos debe hacer perder el norte de que para hacer realidad nuestra alternativa en un futuro debemos partir de la realidad del presente. Tal es así que nuestra patria estará plagada de costumbres, tradiciones, cantos y otras expresiones que son portadoras de una ideología reaccionaria que aún perdura y con la que en absoluto no nos identificamos. En coherencia debemos combatirlas junto con todo aquello que nos impida el ejercicio de una vida más libre. Pero hay otras que tienen un indudable utilidad en el camino de la emancipación humana: el trabajo colectivo, las expresiones de ayuda mutua, las experiencias autoorganizativas, la resistencia a las formas de opresión... y las ansias de una vida en común regida por la voluntad colectiva y sin interferencias foráneas.

La nación es un hecho. Negarse a ello es no querer transformar la vida, es renunciar a la utopía que queremos. La lucha por la liberación de nuestra nación es pareja a la lucha contra todas las opresiones (de clase, de género, de especie...). Las luchas nacionales hemos de contribuir a llenarlas de un contenido global: por una transformación hacia una sociedad autogestionada y en ausencia de Estado. Es un error pretender ser “antinacionalista” catalán, vasco o canario... y seguir siendo un nacionalista español, convertidos en aliados de las propuestas de los partidarios de la nación española y su Estado.

El mismo razonamiento que te vale para negar la validez de la implicación libertaria en las luchas nacionales, puede llevarnos a negar la validez de cualquier lucha en el presente. ¿Acaso, basándose en que en la “futura” sociedad libertaria no habrá –digo yo—diferencias entre hombre y mujer, se ha de renunciar a la lucha feminista en el presente, o, hasta llegar a negar que exista una opresión de género? Y así podríamos seguir preguntando por la lucha ecologista, antimilitarista, anticapitalista, etc.

Si el anarquismo es independentista (de las personas, de los barrios, de las ciudades... hasta llegar a la nación), ¿por qué no habríamos de involucrarnos en las luchas de las naciones en la búsqueda de su libertad? ¿Acaso la alternativa libertaria no es la más capaz de aportar libertad a los individuos y los pueblos? ¿No es la autogestión y la libre federación la manera más adecuada para resolver la cuestión nacional? ¿Por qué no nos implicamos en la tarea y nos dejamos de tanta chorrada “antinacionalista” que sólo nos conduce a no hacer nada y abandonar en los partidos políticos este campo de lucha?
http://www.alasbarricadas.org/forums/vi ... ?f=5&t=365
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 06 Sep 2008, 01:14

Otra más del Jorge Benitez, mismo tópico:
Empecemos por una aclaración de términos:
· Nación, patria: colectivo humano identificado entre sí y con rasgos comunes: lengua, costumbres, tradiciones, en un espacio geográfico en el que se desarrolla y con una historia común y con voluntad de un futuro colectivo. La nación o patria es un hecho natural.
· Estado: organización de las clases dominantes para someter, de acuerdo a sus intereses, a una o varias naciones. Consolida la estructuración clasista y piramidal de la sociedad, y roba a las naciones que somete su soberanía, imponiendo la voluntad de sus gobernantes y la de las clases que representa.

No es lo mismo la nación o patria que el Estado. Todos tenemos una nación o patria de referencia, pues, en nuestro proceso de socialización hemos aprendido una lengua, vivido en un espacio geográfico, asumido unas costumbres y tradiciones y nos hemos identificado con un colectivo humano (patria o nación) con un pasado común y con voluntad de pertenencia en los tiempos venideros. La nación es así un hecho natural, consustancial a la existencia humana. Todos tenemos patria. Otra cosa es que queramos conservar la patria tal como ha venido siendo o es ahora. La patria o la nación es portadora de una cultura que transmite valores con los que no sentimos identificación (machismo, religiosidad, sumisión...), pero tiene otras expresiones que son manifestaciones latentes de una vida más libre: el trabajo colectivo, las expresiones de ayuda mutua, las experiencias autoorganizativas, la resistencia a las formas de opresión... y las ansias de una vida en común regida por la voluntad colectiva y sin interferencias foráneas. Y, como libertarios, queremos ver a nuestra patria libre del Estado, organizada de forma autogestionaria. Nuestra patria la queremos libre, en nuestro caso, del Estado español o de cualquier otro que se quiera alzar abarcando un marco territorial más pequeño. La liberación de la patria no está en conseguir un nuevo Estado, está en la autogestión a todos los niveles.

La alternativa libertaria debemos construirla –no hay otra forma—de forma descentralizada, de lo pequeño a ámbitos mayores. En el camino de un planeta regido bajo formas libertarias, la nación es un hecho, ¿por qué hemos de ignorarlo?

Bajo el Estado español, hay varias naciones asfixiadas en sus expresiones. La opresión nacional es un hecho y no quererlo apreciar es no querer ver la realidad. Los pueblos quieren vivir de acuerdo a su voluntad y el Estado español y el actual sistema económico-social lo impide. Por una cerrazón incomprensible, las luchas de liberación nacional bajo el Estado español no tienen una participación libertaria, exponiendo una alternativa autogestionaria y antiestatal, si exceptuamos el trabajo de algunos pequeños colectivos. Mayoritariamente, el “anarquismo español” –particularmente las organizaciones que se reclaman anarcosindicalistas-- opta por el “antinacionalismo”, protagonizando españolismo y solidificando así la idea de Estado (español, por supuesto). El auténtico peligro está en dejar en manos de los partidos y sus propuestas estatistas la respuesta a la opresión nacional.

Una alternativa libertaria a la opresión nacional, habría de incidir en:
· Crítica al Estado español en tanto que impide el libre desarrollo de nación.
· Cuestionamiento de la alternativa estatal como solución a la opresión nacional.
· Globalización de la lucha nacional, incorporando a la misma otros elementos que acercan una vida más libre: anticapitalismo, ecologismo, antisexismo, antimilitarismo...
· Alternativa libertaria: autogestión a todos los niveles. Puesta en práctica de experiencias autogestionarias en la propia organización.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Comunista integral » 06 Sep 2008, 01:17

La última del Jorge Benitez respondiendo a lo de "la nación es un invento".
Efectivamente, la nación es una invención humana. Pero también lo es el trabajo, la política, el amor, el matrimonio, las relaciones de pareja... y hasta las ideologías, incluido el anarcoindividualismo stirneriano... Todo lo existente en la vida humana (y la que se le hace sufrir a los seres no humanos...) es una invención humana...

(...)

La nación, la patria o el pueblo de pertenencia forma parte de la vida humana. Hay quienes optan por vincular el hecho nacional (es decir, la conciencia de pueblo diferenciado de otros) a un Estado. Hay quienes optan por ignorar el hecho nacional negándose a sí mismos como seres insertos en la obvia realidad que lo envuelve y condiciona. Y encima se llaman anarquistas y defienden la bandera negra con tanta pasión como alguien del Frente Atlético la bandera colchonera...

Pero también hay otra gente, gente libertaria, que quiere organizar su nación bajo formas libertarias, sin Estado, sin fronteras, en autogestión, siendo partícipes de ella, haciéndola, transformándola con su propia acción, recreándola, conduciéndola hacia una vida más HUMANA. Dicho queda de la forma más sencilla que puedo...

(...)

El nacionalismo no es defendible desde posiciones libertarias. El nacionalismo es conservador, burgués, estático y estatalizante. El independentismo entronca con las ideas libertarias. He defendido y defiendo una intervención libertaria ante la opresión nacional (impedimento para que unos individuos identificados como colectividad puedan desarrollar libremente su vida) basada en las ideas-fuerza del anarquismo. Tal como se hace en otros escenarios de lucha: el laboral, de género, antimilitarista, ecologista... También en ellos intervienen propuestas diversas que intentan asimilarlos al poder y solidificar la sociedad presente, maquillándola, pero sin resolver las contradicciones que están presentes y que han dado lugar al surgimiento de esos movimientos sociales; no por ello la gente libertaria deja de intervenir e impulsar luchas en esos escenarios, aportando una visión radical y optando por una participación coherente con sus principios y proponiendo alternativas acordes a su idiosincrasia.

Abandonar un escenario de lucha como el de la opresión nacional, aduciendo que se impulsa el nacionalismo y la creación de nuevos Estados, es de una miopía e incapacidad para aplicar las ideas que dan forma al anarquismo que cuanto menos sorprende... Afirmar que se está por un cambio radical de la sociedad e ignorar la opresión nacional es no abordar en su conjunto una lucha por la liberación integral del individuo y de la sociedad.

En el camino hacia una sociedad libre en el que el individuo sea un ente libre está también la liberación nacional, la liberación colectiva, en el que los elementos identitarios de la nación son un punto de partida para una existencia en el que los individuos se adueñan del control de sus vidas en el marco de una sociedad autogestionada. La nación, forjada a través del tiempo, es también una voluntad colectiva de afirmarse en el tiempo. Darle forma libertaria es el objetivo...
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 06 Sep 2008, 02:00

La función de este hilo no es recuperar polémicas pasadas. Por ese motivo, para no desvirtuar su propósito original, pido encarecidamente a todos los participantes que al referirse a discusiones anteriores sobre el tema nos remitan al enlace a dichos debates, y no a intervenciones concretas, como es el caso de los últimos cuatro mensajes. De otro modo, corremos el riesgo de convertir esto en un refrito de discusiones viejas.

Para entablar debates sobre la cuestión nacional tenemos todo el foro, respetemos este espacio.
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 06 Sep 2008, 03:30

Copio a continuación un fragmento del artículo de Ricardo Mella Una opinión y otra opinión, aparecido en el cuarto número de Acción Libertaria, Gijón, 9 de diciembre de 1910. A la hora de transcribirlo, he seleccionado aquella parte del artículo que se centraba en la relación entre nación como concepto, individuo y libertad, antes que en las críticas contra el aspecto estatista del nacionalismo (a excepción de una frase suelta que no me parecía bien omitir por cuanto pudiera descontextualizar), ya que a ese respecto no hay nada que aclarar, me imagino, en estos foros. La negrita es mía.
...El reconocimiento de la personalidad o nacionalidad de Cataluña, Irlanda, etc., es una cuestión de tradiciones y de historia en cuyo análisis particular no tenemos por qué detenernos. Mucho más que pueda importar el establecimiento definido de esas personalidades históricas, cuyo origen está, juntamente con el de las grandes nacionalidades, en la misma raíz del privilegio, importa la libertad de formar personalidades plenamente libres para cualesquiera fines, de producción y cambio y consumo, o simplemente artísticas y científicas o de pura simpatía o afinidad. Y como a esta libertad y este reconocimiento de las colectividades formadas o a formar no puede llegarse sino por medio de la libertad individual - alma mater de todas las libertades -, y como la autonomía individual es imposible sin la previa igualdad de condiciones económicas, políticas y sociales, resulta inmediatamente que, pese a nuestras simpatías por las pequeñas nacionalidades rebeldes, ellas no laboran por otra cosa que por un simple cambio de amos, gobernantes y propietarios en una sola pieza.

Por otra parte, bajo el punto de vista político y social, la autonomía o independencia de esas pequeñas nacionalidades históricas supone casi siempre reviviscencia de tradiciones y atavismos que nada tienen de común con el progreso. Y si de otro lado el centralismo ha tratado y trata de borrar con su enorme esponja cuanto había y hay de característico en esas nacionalidades, y contra la violencia y la injusticia y el atropellamiento de un privilegio moribundo, ¿qué pueden hacer los hombres de ideas progresivas? ¿optar por uno de los dos males? Nuestra actitud está siempre definida: es de resuelta rebeldía frente a todos los depotismos.

No es por la historia, por la tradición, por las cualidades y condiciones privativas de cada personalidad como se ha de establecer el derecho a la autonomía o a la independencia. Colocarse en este terreno es pasarse al enemigo, caer de bruces en el campo del adversario, de los hombres de la tradición, defensores de los privilegios pasados, presentes y futuros en lo político, en lo económico y en lo social.

La autonomía, la libertad de gobernarse, mejor, de arreglar sus asuntos por sí mismos, ya se trate de individuos, ya de colectividades, es un derecho natural, primitivo, anterior y superior a toda ley, de tal modo, que cualquier restricción lo anula en absoluto. Reducirlo a la existencia de las pequeñas nacionalidades es suprimir de un plumazo todo el progreso y olvidar por completo el problema de la emancipación humana.

¿No es de suyo ya un mal grave este resurgimiento de particularismos que traen divididos a los hombres de ideas radicales mientras los elementos reaccionarios se apiñan alrededor de la bandera de la tradición patriótica? ¿No está diciendo a voces ello mismo que frente a la tendencia cosmopolita triunfa el patriotismo de campanario?

No somos de los que declaman contra el sentimiento de patria en cuanto es la expresión del cariño a los lugares y cosas en que hemos convivido. Nos confunde profundamente el eco lejano de la canturria de la niñez, la lengua en que balbuceamos nuestras primeras palabras, la música y la poesía en que nuestro espíritu se educó. También repercute allá, muy hondo, el rumor de otras músicas, de otras lenguas, de otros cantares de tierras en que, ya hombres, hemos vivido y gozado y... sufrido. ¿Por qué bañarse apasionado en el estrecho recipiente de piedra teniendo a nuestro lado el lago, el río, el anchuroso mar donde van todas las lenguas, todas las músicas, todas las poesías, todos los armoniosos rumores de la Naturaleza y de la vida y también todas sus turbulencias?
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Pablo (A)
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 06 Sep 2008, 04:12

NO ES SOBERANO EL PUEBLO, LO ES EL INDIVIDUO

Otra negativa para terminar: Pi y Margall ha dicho: «”La soberanía del pueblo es una gran pura ficción, no existe. La idea de soberanía es absoluta; no tiene su menos ni su más, no es divisible ni cuantitativa ni cualitativamente. ¿Soy soberano? No cabe, pues, sobre mi otra soberanía, ni cabe concebirla. Admitida, por lo tanto, la soberanía individual, ¿cómo admitir la colectiva?”.

“¿No se rebela mi inteligencia a cada paso contra las determinaciones de esa pretendida soberanía de los pueblos? Si las leyes no me dejan la esperanza de poder renovar pacíficamente estas determinaciones, ¿no apelo, acaso, a la violencia? Admitida por un momento la posibilidad de dos soberanías, la colectiva sería lógicamente superior a la del individuo; ¿en virtud de qué principio podría nunca protestar ésta contra la acción de aquélla?”.

“Mas hasta la hipótesis es terriblemente absurda; la soberanía nacional no necesita otro golpe; dejémonos de luchar contra un cadáver”.

“Entre soberanos no caben más que pactos. El contrato, y no la soberanía del pueblo, debe ser la base de nuestras sociedades”».

¿Lo ves, trabajador? Te llaman pueblo para enaltecerte, te llaman pueblo para envilecerte, te llaman pueblo para explotarte. Unas veces el que te llama pueblo se une a ti con el halago cuando te necesita; otras se separa de ti con desprecio cuando goza; otras veces te amenaza con rabia cuando te teme. Y tú, entretanto, abajo, en la última capa social, olvidado de ti, de los tuyos y del mundo, o te consumes en la mansedumbre, o exhalas doloridas quejas, o aplaudes a tu peor enemigo, que es el ambicioso disfrazado de redentor, que sobre tus sufrimientos y con tus aplausos y tus votos adquiere prestigio e influencia y se eleva remachando tus cadenas.

Ya has leído lo que escribió Pi y Margall cuando no ostentaba más título que el de pensador: tú, tú solo eres soberano de ti mismo, como todos tus compañeros, y la lógica añade como todas las mujeres, y entre soberanos no caben más que pactos. Pero discierne: también Pi fue luego político, y como tal, a través de radicalismos de oropel, sometió tu intangible derecho al régimen social imperante, y habló del Estado, de la soberanía nacional, del Parlamento, del ejército, del tesoro, de la deuda, del presupuesto, de las ocho horas y del minimun de los salarios, olvidando la lógica de los principios. No diré de él que fue de esos políticos que empiezan poniéndose a tu lado en mangas de camisa esperando el momento de ponerse el frac para jurar el cargo de ministro; respeto mucho la memoria del autor de La Reacción y la Revolución; pero deploro que haya ofuscado el brillo inextinguible de aquel libro con el oportunismo político de su Programa del Partido Federal, utopía del presente que no será jamás la realidad del porvenir (bien alto lo proclaman la vieja Suiza y todas las repúblicas federales de América), y siento que no haya mantenido hasta su último momento, ocurrido en 16 de Noviembre de 1901, el vigor intelectual y la rigurosa lógica sustentada en 1854; no se explotaría hoy su nombre y la austeridad de sus costumbres en contra de los trabajadores que van a la transformación revolucionaria y científica de la sociedad sin dejar tras sí un quinto estado irredento.
Anselmo Lorenzo, El Pueblo, capítulo I (¿Qué es el pueblo?).

En general, aprovecho para recomendar la lectura del libro completo.
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Pablo (A)
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 06 Sep 2008, 10:44

Se comprende fácilmente que a los historiadores modernos educados en el espíritu romano y empeñados en hacer remontar todas las instituciones hasta Roma, les sea difícil comprender el espíritu del movimiento comunalista del siglo XII. Este movimiento, afirmación viril del individuo que logra constituir la ciudad por la libre federación de los hombres, de los pueblos, de las ciudades, fue una negación absoluta del espíritu unitario y centralizador romano mediante el cual se pretende explicar la historia en nuestras universidades. Dicho movimiento no va ligado a ninguna personalidad histórica ni a ninguna institución central.

Es un desarrollo natural, antropológico, perteneciente, como la tribu y la comuna del pueblo, a una determinada fase de la evolución humana y no a tal o cual nación o región.

Precisamente por esto escapó a la ciencia universitaria; por esto Agustín Thierry y Sismondi, que comprendieron el espíritu de aquella época, no han tenido sucesores en Francia, y actualmente Luchaire se encuentra solo para reanudar la tradición del gran historiador de las épocas merovingia y comunalista. Y por esto también, en Inglaterra y en Alemania, el despertar de los estudios sobre este período y la vaga comprensión de su espíritu, son de origen reciente.

El municipio de la Edad Media, la ciudad libre, tiene su origen, por una parte, en la comuna del pueblo, y por otra, en estas mil hermandades y guildas que se constituyeron aparte, fuera de la unión territorial. La federación de estas dos especies de uniones perfeccionó la comuna de la Edad Media bajo la protección de su recinto fortificado y de sus torres.

[...]

La ciudad, en fin, es la unión de los barrios, de las parroquias y de las guildas, y tiene su plena asamblea en el gran forum, su gran atalaya, sus jueces elegidos, su estandarte para aliar las milicias de las guildas y de los barrios. Trata en calidad de soberano con las demás ciudades, se federa con las que quiere, pacta alianzas nacionales o fuera de su nación. Los Cinco puertos ingleses alrededor de Douvres estaban federados con puertos franceses y norleandeses del otro lado del canal de la Mancha, la Novgorod rusa es la aliada de la Hansa escandinavogermánica, y así otras muchas por el estilo. En sus relaciones exteriores cada ciudad posee todos los atributos del Estado moderno, y desde esta época se constituyó, por medio de libres contratos, lo que más tarde debía conocerse con el nombre de derecho internacional, colocado bajo la sanción de la opinión pública de todas las ciudades, y más tarde muy a menudo violado, mejor que respetado, por los Estados.
Fragmento del capítulo IV de El Estado, de Kropotkin.
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Pablo (A)
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Re: Los Anarquistas, las Naciones y la lucha por la Emancipación

Mensaje por Pablo (A) » 06 Sep 2008, 19:07

Al comienzo de este hilo, enlacé la obra Nacionalismo y Cultura, de Rudolf Rocker. Dado que es tal vez demasiado extensa para leerla íntegramente por internet, me he decidido a seleccionar de ella los pasajes que contienen reflexiones de interés para este hilo, sin por ello dejar de recomendar su lectura completa.

- Capítulo Décimo Tercero, Romanticismo y Nacionalismo, Libro I.

En este capítulo se examina entre otras cosas la relación entre nacionalismo cultural y nacionalismo político, abordando Rudolf Rocker a un tiempo la conciencia nacional y el apego natural que todos tenemos a la propia tierra, estableciendo una separación entre ambas ideas:
Todo nacionalismo es reaccionario por esencia, pues pretende imponer a las diversas partes de la gran familia humana un carácter determinado según una creencia preconcebida. También en este punto se manifiesta el parentesco íntimo de la ideología nacionalista con el contenido de toda religión revelada. El nacionalismo crea separaciones y escisiones artificiales dentro de la unidad orgánica que encuentra su expresión en el ser humano; al mismo tiempo aspira a una unidad ficticia, que sólo corresponde a un anhelo; y sus representantes, si pudieran, uniformarían en absoluto a los miembros de una determinada agrupación humana, para destacar tanto más agudamente lo que la distingue de los otros grupos. En ese aspecto, el llamado nacionalismo cultural no se diferencia en modo alguno del nacionalismo político, a cuyas aspiraciones de dominio ha de servir, por lo general, de hoja de parra. Ambos son espiritualmente inseparables y representan sólo dos formas distintas de las mismas pretensiones.

El nacionalismo cultural aparece más puramente allí donde hay pueblos sometidos a una dominación extranjera, y por esa razón no pueden llevar a cabo los propios planes políticos de dominio. En este caso se ocupa el pensamiento nacional con preferencia de la actividad creadora cultural del pueblo e intenta mantener viva la conciencia nacional por el recuerdo del esplendor desaparecido y de la grandeza pasada. Tales comparaciones entre un pasado que se ha convertido ya en leyenda y un presente de esclavitud hacen doblemente sensible para el pueblo la injusticia sufrida; pues nada pesa más en el espíritu del hombre que la tradición. Pero si, tarde o temprano, consiguen esos grupos étnicos oprimidos sacudir el yugo extranjero y actuar por sí mismos como potencia nacional; la parte cultural de sus aspiraciones queda excesivamente delegada para dejar el campo a la realidad escueta de las consideraciones políticas. La historia reciente de los Estados formados después de la guerra en Europa habla al respecto con elocuencia.

[...]

En el nacionalismo cultural convergen generalmente dos sentimientos distintos que, en el fondo, no tienen nada de común. Pues el apego a la tierra natal no es patriotismo, no es amor al Estado, no es amor que tiene sus fuentes en la concepción abstracta de la nación. No hacen falta vastas explicaciones para demostrar que el pedazo de tierra en que el hombre ha pasado los años de su juventud está hondamente encarnado con sus sentimientos. Pues son las impresiones de la niñez y de la temprana juventud las que se graban con más fuerza en el espíritu y las que más tiempo se conservan en el alma del hombre. El terruño es, por decirlo así, la indumentaria externa del hombre, al que todo pliegue le es familiar. De ese sentimiento del terruño proviene también, en años ulteriores, el mudo anhelo por un pasado enterrado hace mucho tiempo bajo las ruinas, y esto hizo posible a los románticos penetrar tan adentro con su mirada.

El sentimiento del terruño no tiene ningún parentesco con la llamada conciencia nacional, aunque a menudo se confunden y se expenden como valores idénticos, como hacen los falsos monederos. Es precisamente la conciencia nacional la que devora los tiernos capullos del verdadero sentimiento del terruño, pues pretende nivelar todas las impresiones que recibe el hombre a través de la inagotable multiformidad de la tierra nativa y canalizadas en un molde determinado. Tal es el resultado inevitable de aquellas aspiraciones mecánicas de unidad, que realmente sólo son las aspiraciones del Estado nacional.
http://www.antorcha.net/biblioteca_virt ... mo/13.html

- Capítulo Primero, La Nación como comunidad moral de hábitos e intereses, Libro II.

Lo más interesante de esta parte es la pregunta que se hace el autor de cuál es la importancia de la cuestión nacional en la lucha de clases:
Por eso carece de sentido el hablar de una comunidad de intereses nacionales, pues lo que las clases dominantes de cada país han defendido hasta aquí como exigencias nacionales no ha sido nunca otra cosa que los intereses particulares de las minorías sociales privilegiadas, intereses que debían ser asegurados mediante la explotación económica y la opresión política de las grandes masas. De igual modo que la tierra de la llamada patria y sus riquezas naturales han estado siempre en posesión de aquellas clases, y se pudo hablar con razón de una patria de los ricos. Si la nación fuese en realidad una comunidad de intereses asociados, según se la ha definido, en la historia moderna no habría habido nunca revoluciones y guerras civiles, pues los pueblos no han recurrido por mero placer a las armas de la insurrección; tampoco las interminables y continuas luchas por mejores salarios, tan propias del sistema capitalista, habrían tenido lugar por exclusivo capricho de las capas laboriosas.
http://www.antorcha.net/biblioteca_virt ... mo/1a.html

- Capítulo Octavo, La ilusión de los conceptos de Cultura Nacional, Libro II.

Poca presentación hace falta. La negrita es mía:
No hay cultura alguna, sea del carácter que fuere, de la que se pueda afirmar que se ha formado con entera independencia y sin la acción de influencias extrañas. Es cierto que ya desde un principio nos hemos acostumbrado a clasificar la llamada historia de la cultura según determinados puntos de vista, algo así como el farmacéutico que distribuye su mercancía en bujetas, redomas y cajitas; pero hay que reconocer que es poco lo que hemos adelantado: al esforzarnos por descubrir los íntimos contrastes existentes entre las diversas formas de cultura, nos inhabilitamos para valorar debidamente los rasgos generales que forman el substrato de toda cultura. Los frondosos árboles nos impidieron ver el bosque. La decadencia de Occidente de Spengler no es sino un resultado tardío, pero lógico, de esta especie de obsesión. Tan sólo los maravillosos resultados de la modernas etnología y de la sociología han vuelto a agudizar nuestra inteligencia para comprender la sorprendente semejanza de los procesos sociales y culturales de desarrollo realizados por los diversos grupos étnicos, y prepararon el camino para una revisión de todos los conceptos tradicionales. Dondequiera que la investigación científica se ha lanzado al descubrimiénto de una época cultural pasada, ha tropezado con restos de culturas más antiguas o con conexiones y transiciones que revelan claramente la influencia fecundante de anteriores formas sociales.

De este mundo no podemos desprendernos, dice Grabbe. Y esto nos recuerda, una vez más, lo esencial y lo general que une a todos los hombres entre sí y que, a pesar de todas las particularidades, originadas por la diversidad climatológica y las condiciones exteriores de vida, apenas alteran o modifican el equilibrio interno entre los diversos grupos étnicos. Todos somos hijos de esta tierra y estamos sometidos a las mismas leyes de la vida, que tienen su expresión más elemental en el hambre y en el amor. Y como quiera que nuestro modo de ser fisiológico al fin de cuentas, es el mismo, porque el mundo que nos rodea obra en nosotros en igual medida, bien que no siempre sean iguales en todas partes las circunstancias exteriores, así también la cristalización espiritual y psíquica que produce en nosotros el ambiente en que vivimos es más análoga de lo que sospechan los más. El hombre lucha sobre todo por la conservación de su especie, y, dentro de esa especie, por su existencia personal; los motivos de su acción son los mismos en todas partes. El ambiente natural que le rodea, y los instintos innatos transmitidos por una ininterrumpida cadena de ascendientes y que obran en la subconciencia, hacen surgir en todas partes las mismas formas primitivas del sentimiento religioso. La lucha por la existencia conduce en todas las zonas a determinadas formas de la vida eoonómica y política y a menudo ostentan una analogía sorprendente, aun tratándose de pueblos de diversas razas y separados unos de otros por tierras y mares. Todo ello demuestra que nuestro pensamiento y acción, en virtud de idénticas cualidades fisiológicas y de la receptividad para las influencias del mundo exterior, están sometidos a las mismas leyes básicas de la vida, frente a las cuales todas las diversidades de expresión no desempeñan más que un papel secundario. En la mayor parte de los casos, se trata simplemente de diferencias de grado que resultan espontáneamente de exigencias culturales más elevadas o más primitivas.

Desde que Hegel y otros nos enseñaron a pensar en conceptos generales abstractos, este sistema de pensamiento se puso de moda. Se tomó el hábito de operar con cantidades psicológicas, llegándose así a las más temerarias generalizaciones, sin sospechar los más que eran víctimas de hipótesis arbitrarias que habían de conducir a las consecuencias más descaminadas. Después que Lazarus y Steinthal, siguiendo las huellas de Herbart, construyeron con agudeza de ingenio la Psicologia comparada de los pueblos, se convirtió éste en un ancho campo de placenteras excursiones y nos condujo con aplastante lógica a la abstracta representación de un alma de masas, un alma de clases y un alma de razas y a conceptos análogos nacidos de la acrobacia del espíritu, que lo significan todo y no significan nada. Según esto, Dostoiewski vino a ser para nosotros el genio del alma eslava, y Goethe el heraldo de la alemana. El inglés se nos antoja la incorporación viviente del entendimiento prosaico, reñido con toda consideración sentimental de las cosas; el francés nos parece poseído de una frívola ambición de gloria, y los alemanes como un pueblo de poetas y pensadores. Y nos embriagamos con esta pomposa fraseología y nos sentimos satisfechos al ver que el idioma se ha enriquecido con algún nuevo fetiche verbal. Hablamos, pues, con toda seriedad de un individuo-pueblo y hasta de un individuo-Estado, con lo cual nos queremos significar un hombre perteneciente a determinado pueblo o un ciudadano de un Estado determinado; nada de eso: se trata en este caso de todo un pueblo y de todo un Estado, respectivamente, como si fuesen individuos con especificas disposiciones de carácter y especiales cualidades psíquicas o espirituales. Se comprenderá fácilmente lo que esto significa: tomamos una forma abstracta cualquiera, Estado o pueblo, que entraña simplemente un concepto sociológico, la vestimos con ciertas cualidades que sólo son perceptibles en el individuo, y le aplicamos un concepto general, lo cual nos ha de conducir irrevocablemente a los más monstruosos paralogismos.
http://www.antorcha.net/biblioteca_virt ... mo/8a.html

- Capítulo Décimo Primero, El Arte y el Espíritu Nacional, Libro II:
No, el arte no es nacional, como tampoco lo es la ciencia o cualquier otro sector de nuestra vida espiritual y material. Es indudable que el clima y el ambiente influyen en cierto modo sobre el estado anímico del hombre y por consiguiente sobre el artista; pero eso ocurre con frecuencia en el mismo país y dentro de la misma nación. Que ninguna ley nacional puede derivarse de ello lo demuestra el hecho de que los pueblos nórdicos, que emigraron hacia el Sur y se establecieron allí, como los normandos en Sicilia o los godos en España, no sólo olvidaron en el nuevo país su idioma, sino que se adaptaron al nuevo ambiente incluso en su vida emotiva. Los modelos artísticos nacionales, si fueran posibles, convertirían todo arte en una tediosa imitación y le privarían de lo que constituye su fuerza primordial: la inspiración interior. Lo que se ha dado en llamar nacional es, por regla general, la obstinación por aferrarse al pasado, mero dominio de la tradición. Lo tradicional puede ser también bello y excitar la creación artística; pero no debe convertirse en norte de vida y paralizar lo nuevo con el peso de su pasado muerto. Dondequiera que se pretenda despertar lo pasado a nueva vida, como acontece hoy de modo tan grotesco en Alemania, la vida quedará desolada y sin espíritu, y será mera caricatura de lo que fue. No hay, pues, ningún puente que lleve de nuevo hacia el pasado. Como el hombre adulto, a pesar de sus vehemente deseos, no puede retroceder a los años de su infancia y debe completar su ciclo, tampoco un pueblo puede traer a nueva existencia su pasado. Toda producción cultural tiene carácter universalista, y mucho más en el arte.

[...]

El arte y la cultura están por encima de la nación. Como ningún verdadero artista crea para un pueblo determinado, así tampoco el arte, en cuanto arte, se deja extender en el lecho de Procusto de la nación. Por el contrario, contribuirá como el mejor intérprete de la vida social a la preparación necesaria para una cultura social más elevada, que vencerá al Estado y a la nación y abrirá a la humanidad las puertas de una nueva sociedad, meta de su ferviente anhelo.
http://www.antorcha.net/biblioteca_virt ... o/11a.html

- Capítulo Décimo Segundo, Problemas Sociales de Nuestro Tiempo, Libro II.

Como todo revolucionario, Rudolf Rocker, con los pies en el presente, termina por dirigir su mirada al futuro:
Lo que nos hace falta es un nuevo socialismo humanitario, que se haya liberado de todos los conceptos colectivos y de todos los dogmas preconcebidos y haga del hombre nuevamente el centro de todo el proceso social. Un socialismo que suplante la dominación de los hombres por la administración de las cosas, y que arraigue en la conciencia ética del individuo. Un socialismo que permanezca consciente de su gran misión en lo minúsculo y en lo mayúsculo y que anude otra vez el vínculo de la humanidad que ha roto la vesania nacional.

Y con las instituciones coactivas del Estado desaparecerá también la nación, la cual es sólo pueblo del Estado; la idea de humanidad recibirá un nuevo sentido, que se manifestará en cada una de sus partes y extraerá su conjunto de la rica y polifona variedad de la vida.
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