La guerra de los campesinos (Alemania-1525)

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Regiones de los levantamientos

Situación del campesinado

Las razones que condujeron al levantamiento del año 1525 eran múltiples, pero radicaban principalmente en la desfavorable evolución de la situación económica y legal de los campesinos, evolución esta que no difería mayormente entre una y otra región.

El campesinado constituía el grueso de la población del Imperio y todas las cuestiones relativas a éste eran tratadas y resueltas a nivel local por los príncipes territoriales.

Los campesinos no tenían, a diferencia de los otros estamentos sociales, ninguna participación ni derecho político en la vida del imperio. Pero sobre ellos pesaba la mayor carga del mantenimiento de la sociedad feudal: príncipes, nobles, funcionarios, patricios y el clero se beneficiaban de la fuerza de trabajo de aquellos. El número de beneficiarios se había acrecentado en sucesivas generaciones, no así los recursos de los campesinos. Por el contrario, fueron las cargas que pesaban sobre los mismos las que aumentaron con el transcurso del tiempo.

Por otra parte, en la Alta Suabia, Wurtemberg, Franconia, Alta Sajonia y Turingia era habitual la partición de las herencias sobre una base real, es decir, dividiendo efectivamente el territorio cultivable entre los herederos, razón por la cual, la misma superficie global de producción se fraccionaba cada vez más. Muchas de estas pequeñas explotaciones no eran económicamente viables en razón de las incompresibles cargas que pesaban sobre las mismas.

Los problemas económicos, las guerras, las malas cosechas y la presión ejercida por los Señores acrecentaban la situación de dependencia y la servidumbre del campesinado.

Las propiedades comunales se habían expropiado. Los derechos de utilización de terrenos comunes de pastoreo, de tala de bosques, de pesca y de caza, antes comunitarios, habían sido limitados o suprimidos.

La escalada: el año 1524

En 1524 comenzaron los conflictos en Forchheim, en las cercanías de Núremberg, y poco después en Mühlhausen y Érfurt. En octubre de 1524 se levantaron los campesinos en Stühlingen, valle del río Wutach. Luego se dirigieron 3.500 campesinos hacia Furtwangen.

En la Alta Suabia, rodeando el lago lago de Constanza, la rebelión fermentaba desde hacía ya un tiempo, y en un breve lapso, entre febrero y marzo de 1525, se crearon tres de las más famosos grupos armados: la Banda de Baltringer, la del Lago y la de Algovia.

La más importante era la de Baltringer: más de 12.000 campesinos, burgueses y pequeños clérigos se reunieron en pocos días en las viñas de Baltringer, junto a Biberach.

La Banda de Algovia, en las cercanías de Lindau, estaba integrada por unos 12.000 hombres, entre ellos muchos simples clérigos y también lansquenetes.

Los 7.000 campesinos de Algovia, que sobre todo se sublevaban contra el principado-abadía de Kempten, acamparon cerca de Leubas.

Tentativas de organización y de negociación

Las reuniones de Memmingen

Las tres bandas de campesinos de la Alta Suabia querían fundamentalmente mejorar sus condiciones de vida, no comenzar una guerra en gran escala.

Unos 50 representantes de las tres bandas se reunieron en la ciudad libre de Memmingen, donde la burguesía simpatizaba con el campesinado. Los líderes de los campesinos, utilizando argumentos bíblicos, procuraban estructurar sus reclamos y hacer avanzar sus pretensiones.

El 20 de marzo de 1525, luego de muchas discusiones, el abogado Wendel Hipler, “el canciller de los campesinos”, dio a conocer “los doce artículos”. Estos eran a la vez catálogo de dolencias, programa de reformas y manifiesto político. Habían sido redactados por el párroco Christoph Schappeler y el peletero Sabastian Lotzner. Siguiendo el ejemplo de los campesinos suizos, fundaron al mismo tiempo la confederación de la Alta Suabia, sentando las bases en una acta constitutiva. Las bandas se comprometían a prestarse asistencia recíproca. En un corto tiempo, se editaron y distribuyeron numerosas copias de esos documentos que buscaban una difusión, hasta entonces, inusual y rápida del movimiento en todo el sur de Alemania y el Tirol.

La negociación de los doce artículos en Memmingen fue el punto crucial y decisivo de la guerra de los campesinos. Aquí, por primera vez, se establecieron de manera consensuada y escrita las reclamaciones de los campesinos. Se enfrentaron por primera vez unificados contra las autoridades. Los levantamientos de las décadas anteriores habían fracasado, sobre todo por la dispersión de los levantamientos y la falta de apoyo mutuo. Sus demandas eran, en resumen, las siguientes: a cada congregación debe reconocérsele el derecho de elegir y de destituir a su pastor (artículo I); el diezmo para el sostenimiento del clero debe limitarse al "gran diezmo" (trigo y otros productos del campo), mientras que el "pequeño diezmo" (cabezas de ganado y productos lácteos) tiene que caducar (II); la servidumbre debe quedar abrogada (III), puesto que Cristo ha redimido o libertado a todos los hombres por igual; así, pues, todos los hombres, y no sólo los señores, tienen el derecho de cazar y pescar (IV) y de juntar leña en el bosque que a todos pertenece (V); no podrán ya exigirse servicios que excedan de lo que permite la Palabra de Dios (VI) o de lo que ha establecido la costumbre (VII), y estos servicios estarán en proporción con el valor de la tierra que se tenga (VIII); los castigos no deben ir más allá de lo admitido por la ley de la costumbre, independientemente de lo que pueda estar establecido en el derecho romano (IX); los prados y campos que han sido comunes deben volver a esta situación (X); los señores deberán renunciar al tributo que suelen exigir cuando muere un jefe de familia, con lo cual dejan en la miseria a viudas y huérfanos (XI). Al final se declara que, en caso de demostrarse que alguno de los artículos va contra la Palabra de Dios, será retirado inmediatamente (XII).

Tentativas de negociación

La fundación de la confederación se remitió a la Liga Suaba en Augsburgo, con la esperanza de que esta se sumara al diálogo en una base de igualdad.

Pero el conflicto ya estaba en marcha y en razón de diferentes saqueos ocurridos, los nobles de la Liga no mostraron interés por entablar negociaciones.

Se especuló también que si los campesinos hubieran continuado las ocupaciones de tierras como anteriormente sin intentar negociar con la liga Suaba, en vista de su gran superioridad numérica hubieran estado en condiciones de derrotarla o de que, por lo menos, sus reclamaciones hubieran sido tomadas más en serio.

Sostenidos por los Fugger, poderosa familia comerciante de Augsburgo, y conducidos por Jorge III, senescal de Waldburg-Zeil (apodado "Jorge de los campesinos" a causa de su intervención en este conflicto), los nobles ganaron tiempo y organizaron un ejército de 9.000 infantes, incluyendo lansquenetes y 1.500 caballeros armados para aplastar el levantamiento.

El desarrollo de las hostilidades

Hacia fines de marzo de 1525 se reunió el ejército de Waldburg-Zeil en Ulm. Un poco más hacia abajo del Danubio, se habían congregado alrededor del predicador Jakob Wehe unos 5.000 campesinos que habían saqueado conventos y propiedades de nobles. El ejército de la Liga Suaba se dirigió entonces hacia Leipheim y ya en el camino se enfrentó con algunos grupos aislados de campesinos responsables de pillajes.

El 4 de abril tuvo lugar la primera gran batalla cerca de Leipheim, en la cual la Banda de Leipheim fue derrotada. La ciudad de Leipheim fue obligada a pagar una cuantiosa suma. Wehe y los otros cabecillas del grupo fueron ejecutados.

Luego de este evento se unieron las bandas del valle del Neckar y de Odenwald con la del valle del Tauber al mando del noble franco Florian Geyer (Banda Negra) y la "Banda de la luz diáfana". Aproximadamente 12.000 hombres se dirigieron a las órdenes del noble Götz von Berlichingen, contra los obispos de Maguncia y Wurzburgo y el príncipe del Palatinado.

El 12 de abril, las fuerzas de la Liga Suaba se enfrentaron con la Banda Baltringer, que fue rápidamente derrotada. Los campesinos fueron desarmados y obligados a pagar elevadas indemnizaciones.

El 13 de abril, el senescal Jorge III von Waldburg-Zeil y su ejército lucharon contra la “Banda del Lago”, bien armada y bien preparada militarmente, y sabiamente decidió no librar batalla. Encontró un día después en Wurzach a los campesinos de la Banda de Algovia. Negoció hábilmente con ésta y la convenció de que entregaran sus armas. En el acuerdo de Weingarten del 20 de abril, dio garantías a las bandas del Lago y de Algovia de que podían retirarse libremente y de que un tribunal imparcial resolvería sus conflictos.

Desde comienzos de abril se habían reunido paralelamente los campesinos del valle del Neckar y del Odenwald bajo la dirección de Jäcklein Rohrbach. En las Pascuas de 1525 (16 de abril), la Banda del Neckar se estableció en Weinsberg, donde Rohrbach ajustició haciendo "correr baquetas" (pasar en medio de una doble fila de hombres armados) al odiado Conde Ludwig de Helfenstein, el nuero del emperador Maximiliano y a varios de sus caballeros.

La humillante ejecución de estos nobles entre las picas y bastonazos de los campesinos pasó a la historia como "la matanza de Weinsberg". Este doloroso hecho no contribuyó a proyectar una imagen simpática de la insurrección. Por el contrario, puede decirse sin muchas dudas que con este acto sangriento los sublevados perdieron imagen: aparecieron como saqueadores y brutales asesinos. Fue además una de las razones que incitaron a varios nobles indecisos y, especialmente a Martín Lutero, a tomar abiertamente partido en su contra.

En la hora de las represalias, la ciudad de Weinsberg fue incendiada y Jäcklein Rohrbach capturado y quemado vivo.

El 16 de abril se reunieron los campesinos de Wurtemberg. Una vigorosa tropa de 8.000 hombres ocupó Stuttgart y luego se dirigió en mayo hacia Böblingen.

En Hall y Gmünd se reunieron pequeñas bandas; 3.000 campesinos saquearon el monasterio de Lorch y Murrhard y dejaron en ruinas el castillo de Hohenstaufen. También en Kraichgau y Ortenau se incendiaron castillos y se saquearon monasterios.

Tras el éxito diplomático de Weingarten, el ejército del senescal Jorge III de Waldburg-Zeil se encaminó hacie el valle del Neckar. Dada su notable inferioridad numérica, los campesinos fueron derrotados en Baligen, Rottenburg, Herrenberg y en la batalla de Böblingen. El cabecilla Matern Feuerbacher huyó hacia el sur. Lo mismo sucedió el 2 de junio con la banda del valle del Neckar y de Odenwald en Königshofen.

El 23 de mayo, una banda de 18.000 campesinos de Brisgovia y del sur de la Selva Negra tomaron Friburgo de Brisgovia. Luego de este éxito, el jefe Hans Müller quiso acudir en ayuda de los sitiadores de Radolfzell, pero fueron pocos los campesinos le siguieron, ya que la mayoría prefirió volver a sus labores agrícolas. El grupo que se enfrentó finalmente con el archiduque Fernando de Austria era relativamente pequeño.

Entretanto, en Turingia había tenido lugar el 15 de mayo de 1525 la batalla de Frankenhausen. Fue una de las más significativas de todo el levantamiento y en ella fueron aniquiladas por el ejército imperial las bandas de los campesinos de Turingia, lideradas por Thomas Müntzer, quien fue apresado, torturado en el castillo de Heldrung y decapitado el 27 de mayo en Mühlhausen.

El senescal Jorge III von Waldburg-Zeil se enfrentó el 4 de junio en las cercanías de Wurzburgo con la "Banda de la Luz Diáfana" compuesta por campesinos de Franconia. Estos habían sido abandonados el día anterior por su cabecilla, el noble Götz von Berlichingen, por motivos poco claros, probablemente por una traición. Privados de líder, no tenían ninguna posibilidad realista de librar un combate equilibrado. En dos horas fueron aniquilados 8.000 campesinos. Tras esta victoria, las tropas del senescal Jorge III von Waldburg-Zeil se dirigieron nuevamente hacia el sur y hacia fines de julio derrotaron en Algovia a los últimos insurgentes. En cuatro meses, su ejército había recorrido más de 1.000 kilómetros.

Otras pequeñas revueltas fueron sofocadas asimismo. Entre el 23 y el 24 de junio de 1525, en la Batalla de Pfeddersheim, los sublevados palatinos fueron exterminados. Hacia septiembre, todas las batallas y acciones punitivas habían terminado.

El emperador Carlos V y el papa Clemente VII agradecieron a la Liga Suaba por su rol en los combates.

Las consecuencias

Para los sublevados

Las consecuencias para los sublevados fueron drásticas. Según estimaciones, ya solamente durante la fase bélica habrían perdido la vida unos 100.000 campesinos. Los sobrevivientes fueron automáticamente afectados por la proscripción imperial ("Reichsacht") que comportaba una situación parecida a la muerte civil. Así fueron privados de todos sus derechos y posesiones y podían ser declarados proscriptos "Vogelfrei" (quien hubiera sido declarado "Vogelfrei" podía ser impunenemente asesinado o ultrajado. En caso de muerte, no podía ser enterrado y su cadáver era abandonado en un lugar abierto para servir de alimento a aves de rapiña). Los líderes fueron castigados con la pena de muerte.

Los otros amotinados fueron sometidos a los tribunales penales de los señores territoriales, que podían ser muy crueles. Muchos relatos dan cuenta de decapitaciones, extirpación de ojos, amputaciones de miembros y cosas por el estilo. Aquellos que debieron pagar solamente penas pecuniarias, podían considerarse privilegiados, si bien muchos de los condenados ni siquiera estaban en condiciones de hacerlo.

Comunidades enteras fueron desposeídas de todos sus derechos por haber sostenido a los insurgentes. En parte perdieron los derechos de jurisdicción, se prohibieron las fiestas y las fortificaciones de los pueblos fueron arrasadas. Las armas debieron ser entregadas y hasta se prohibió la frecuentación de tabernas por la noche.

En algunas regiones, sin embargo, tuvo consecuencias positivas, si bien no fueron muchas. En algunos territorios fueron solucionados inconvenientes por medio de acuerdos, en los casos en que los levantamientos hubieran tenido lugar en razón de circunstancias particularmente malas, como en el caso del principado-abadía de Kempten, por el que se estableció un acuerdo en la Dieta de Espira de 1526.

Para los jefes militares

La derrota de los campesinos sentó las bases para el enriquecimiento patrimonial de los jefes militares nobles que habían salido vencedores. El senescal Jorge von Waldburg-Zeil obtuvo muchos territorios en la Alta Suabia. El comandante Sebastian Schertlin von Buertenbach se sirvió de los vencidos para pagar a los mercenarios empleados.