Ahora que hay un alto el fuego, y que parece que la masacre en Palestina se ha calmado, aunque continuarán sus secuelas y efectos en salud y mortandad, quería comentar por qué cada vez que escucho la consigna de «Palestina, desde el río hasta el mar», se me marean un poco las neuronas.

Creo que es muy mala idea usar términos geográficos como consignas políticas. El río Jordán atraviesa partes de Líbano, Siria, Israel, Cisjordania y Jordania, y acaba en el Mar Muerto. Desde el extremo sur del Mar Muerto, hasta el Golfo de Aqaba (también llamado Golfo de Eilat, que es la salida al mar Rojo), la distancia en línea recta entre ambos puntos es de aproximadamente 150 kilómetros, que son parte del Estado de Israel. Así que –hablando geográficamente–, quienes afirman que Palestina va desde el Jordán al mar Mediterráneo, están obviando que dejan al margen un amplio territorio al sur de su desembocadura, y que reivindican territorios que son de Siria, Líbano y Jordania. No sabemos por dónde saldría la cosa. Mal, seguramente.

Además, es una pésima idea decir que tal país va desde aquí hasta allí. El Himno Alemán, por ejemplo, mencionaba que Alemania (por encima de todo), iba desde Desde el Mosa hasta el Niemen, y desde el Adigio hasta el Belt. No quiero ni pensar los quebraderos de cabeza que dio ese himno a Europa, hasta que –tras el desastre de la II Guerra Mundial–, los gobiernos austriaco y alemán prohibieron esa estrofa, así como la segunda que hablaba de las mujeres y sus alegrías, dejando actualmente un himno ligerito, más de libertad y de vamos a dejarnos de estupideces que calienten la cabecita de los escolares.

Y hay una tercera cuestión con esa consigna, que me parece obvia: que la usa todo dios. La usa Hamás, para decir que el Estado de Israel ha de ser eliminado. La emplea Netanyahu, para afirmar que Israel tiene que ocupar toda Palestina. Y la emplean judíos antisionistas y activistas de derechos humanos, para trabajar por una Palestina donde todo el mundo se lleve bien. O sea, que es un lío y es mejor correr un tupido velo… Porque cuando una frase vale para todo, es porque no significa nada. 

En fin, que vamos a dejar la geografía, para los que estudien Geografía, y a centrarnos más en reivindicaciones más precisas, como acabar con los genocidios, con el comercio de armas etc. Y vamos a decirlo claramente: el problema de la guerra son los Estados, y una serie de personajes que están claramente locos. Saben lo que hacen sí, pero tienen la chola peor que siete cabras que hayan comido setas alucinógenas. Toda esa peña de tarados, teócratas y mamarrachos, podrían ser exiliados –propongo– a las Islas Georgias del Sur y Sandwich del Sur, que pertenecen al Imperio Británico y solo tienen veinte habitantes. Allí darían mucha alegría a la Antártida. Y ojalá a palestinos y judíos, y a todos en general, nos dé por disolver los Estados algún día, los existentes y los de por venir, y así poder vivir de una vez, en paz.