El número 110 del Boletín Informativo editado por el sindicato Confederación General del Trabajo (CGT), de abril de 2007, dedicado en u integridad a tratar el tema del Patrimonio Sindical Acumulado (PSA) y el Patrimonio Sindical Histórico (PSH), arroja, para los que no pertenecemos a la organización sindical mencionada, un serie ensartada de sorpresas bajo la forma de argumentos de todo punto inconcebibles y que dejan bien a las claras las aviesas intenciones que animan a sus dirigentes y la falsedad de quienes, cara al exterior, difunden proclamas de “unidad de acción” o “unidad por la base” o “unidad del anarcosindicalismo, mientras por detrás apuñalan a conciencia.
Cuentan en el citado boletín que “tras la correspondiente decisión de la organización”, la CGT interpuso “155 reclamaciones ante el MTAS, reclamaciones que no sólo versan sobre bienes inmuebles, sino también sobre máquinas, coches, y todo tipo de bienes, incluidas las cuentas bancarias que en su día fueron arrebatadas a nuestros (sic) sindicatos por el régimen franquista”.
Según los “compañeros” de la CGT, la reforma de la Disposición Adicional Cuarta de la Ley 4/1986, de 8 de enero, sobre cesión de bienes del PSA, establece que los bienes y derechos en su día incautados por el régimen franquista deberán ser reintegrados en pleno dominio a las “organizaciones sindicales” a las que les fueron arrebatadas, o a aquellos sindicatos de trabajadores que acrediten ser sus legítimos sucesores.
Para la CGT, “organización sindical es un concepto jurídico en el que caben todas las formas de organizaciones sindicales; esto es, desde Sindicatos, pasando por Federaciones, hasta Confederaciones”, y, sin cortarse un pelo, asegura la CGT que muchos de sus sindicatos federados “constituían la CNT en 1936” o son en la actualidad “sus legítimos sucesores”.
Del mismo modo, la “sentencia de las siglas”, según el particular punto de vista de la CGT, no tiene incidencias “políticas ni patrimoniales”, o sea, que encuentran justo reclamar bienes y demás que pertenecieron y pertenecen a otra organización de la que libremente se escindieron.
Cogiendo el rábano por las hojas, argumentan que existe una “notoria dificultad para acreditar” “la prueba de titularidad de los bienes” y por ahí esperan colar de rondón sus reclamaciones antes enumeradas.
Como la decisión adoptada por el Consejo de Ministros relativa a la devolución de bienes del PSH, no obraba en su beneficio, la CGT interpuso contra ese acuerdo “Recurso Potestativo de Reposición ante el propio Consejo de Ministros, paso previo al Recurso Contencioso Administrativo”, siguiendo la estela, la táctica y la estrategia del sindicato Comisiones Obreras, obsesionado con no pillar del PSA y con que la CNT no obtenga lo que le pertenece, de modo que ambos, CGT y CC.OO, actuando en comandita y por distintas vías, intentan impedir la devolución de los bienes sindicales incautados por Franco a las organizaciones sindicales que entonces existína: nadie tiene culpa de que CC.OO no existiera entonces.
Que CC.OO no desee ni por asomo que la CNT y la UGT reciban parta del PSH, es lógico. Que la CGT desee que se le restituyan bienes de la CNT, es ilógico. ¿Porqué?. Pues por varias razones. Una de ellas, las más simple y la más clara, es que la CNT existe y está viva y coleando, de modo que no hay más “herederos” que los que son y, que se sepa al menos, la CNT no adoptó a nadie con capacidad para reclamar a la hora de establecer las partijas. De modo y manera que la CGT tiene que esforzarse en encontrar algún lado de unión entre la CGT y la CNT de 1936. ¿Dónde pues?. Pues, ni más ni menos, que en este cambalache argumental que textualmente dice: “Los entes federados en la CGT, que surge de uan modificación de los estatutos de la gran mayoría de sindicatos y federaciones que en su día estaban integrados en la CNT, no pueden verse apartados de sus legítimos derechos históricos, no sólo sobre el PSH, sino en todos y cada uno de los aspectos de nuestra historia, que debemos reivindicar ahora y siempre como propios, pues es la verdad histórica”. Ahí es nada.
Con argumentos así, es de suponer que a nadie, de dentro o de fuera de la CGT, pueda suponerle algo extraño que el artículo 74 de los Estatutos de la CGT establezca que “el patrimonio de la CGT está integrado por:... El denominado Patrimonio Histórico de la CNT que pudiera corresponderle...”.
Y donde rizan el rizo es justamente cuando termina la exposición, en la última página del texto que traemos a colación:
”Hacemos un llamamiento a la unidad de los anarcosindicalistas para evitar el expolio de nuestro patrimonio histórico por parte del Estado amparándose en viejas rencillas”.
Ni los jesuitas llegaron a actuar con tamaña doblez.
Cuando personas bien intencionadas, sin duda, lancen proclamas de unidad o de entendimiento y aboguen por construir “espacios de convivencia” en los el fracturado mundo anarcosindicalista encuentre la paz y el sosiego necesarios, bueno, pues ya sabemos que, de momento, hay pocas posibilidades de que tan benemérita intención cuaje.
Por mi parte, espero y deseo que las fracturas múltiples que la organización CGT está sufriendo en Valencia, en Sanidad, en RENFE, en Galicia, se agranden lo suficiente como para tragársela enterita o, al menos, para que los sindicatos, federaciones y militantes expulsados usen las mismas armas que la CGT usa en relación con el PSH de la CNT, o sea, proclamarse herederos auténticos de la CGT, de su espíritu, de su letra y de su carne, y entablen todas las acciones humanamente posibles contra la actual dirección de la CGT. A ver si les gusta la medicina.