Elecciones libres en la formación de la brecha de género

 

Entre las múltiples burradas que tuve que escuchar, en torno al pasado día de la Mujer Trabajadora, una es esa de que "no existe brecha de género", y que en España no es cierto que por el mismo trabajo, una mujer cobre menos que un hombre. Si las mujeres –dicen estos papanatas–, como grupo social globalmente tomado, cobran menos que los hombres (esto sí lo admiten) es porque las mujeres "eligen trabajar jornadas a tiempo parcial, o en empleos de menor calificación profesional o peor retribuidos que los hombres". Por otro lado –continúan manifestando estos mentecatos–, las tareas femeninas "no son peores que las masculinas. Trabajar en un empleo retribuido, no es mejor que trabajar en casa dedicada a tareas propias de la mujer, como la crianza de la prole, el sostenimiento del hogar y el cuidado del marido". Claro. Estoy deseando ver a esos varones heterosexuales blancos ciudadanos de naciones civilizadas, que "eligen libremente" a los catorce años cuidar niños en casa, asumiendo las funciones femeninas, tan dignas como cualquier otra. No. No los veo. ¿Por qué será?

 

Y esto me lleva a pensar en lo que es una elección libre. Por lo visto las mujeres eligen profesiones poco cualificadas o empleos a tiempo parcial. Y ello las conduce a ganar menos que un hombre. Claro, uno elige dentro de un catálogo de posibilidades. Yo hubiera elegido ser Princesa de Asturias. Pero no tuve oportunidad cuando el Príncipe designó a su esposa. ¿No debería de haber salido el puesto de princesa consorte a concurso-oposición? Al fin y al cabo, siendo un cargo público, y pudiéndose casar cualquiera con cualquiera, estoy seguro de que yo hubiera cumplido a la perfección con el papel. Y le hubiese dado al Reino dos o tres herederos adoptando huérfanos de alguna patera. Pero no. No pude elegir.

 

Lo mismo le pasa a una mujer de clase trabajadora, que tiene que criar cinco hijos espantosos y cuidar de dos viejos horribles. Le dan a elegir entre limpiar casas cuatro horas día sin seguridad social (1), y trabajar a tiempo completo (cobras seis horas y trabajas ocho) repartiendo bombonas de butano en un barrio sin ascensores en los pisos, y elige sin dudar lo de limpiar por seis euros la hora. Sí, a eso se le llama en Filosofía "una elección libre". Ojo que el de las bombonas, también eligió eso.

 

Ahora te planteo un ejercicio: mira en un vídeo cualquiera de esos de internet, cómo cambian los cuatro neumáticos a un Ferrari en Formula 1. Tardan dos segundos, mientras que yo al Seat Panda tardo un cuarto de hora en cambiarle uno. Si yo me echase una carrera con Kimi Raikkonen, evidentemente él, que tiene la ventaja de equipo, coche y entrenamiento, llegaría primero a la meta y se comería el premio solito (eso es el capitalismo), a no ser que le cayese un rayo o algo. Pues en eso consiste la competitividad: colocas a un grupo en situación de desventaja, le adjudicas el peso de las tareas domésticas, le proporcionas menos oportunidades, cualificación y dinero (peores colegios, pésimos estímulos…), le planteas obstáculos culturales disfrazándolos de naturales, y luego les enseñas que si están por detrás en movilidad, en actividad, en pasta, eso es porque "eligen" o porque "es para lo que naciste".

 

Pues menuda elección de mierda. Ha de haber un gran malentendido, porque yo pienso que la libertad es otra cosa.

 

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NOTA

 

(1) Alguien dijo que hay dos formas en que una mujer puede librarse de limpiar la casa: o naciendo hombre, o contratando a otra mujer.

 

 

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