Tiempos de elecciones: del Brexit al 26J

La situación política en Europa se está calentando últimamente debido a varios resultados electorales imprevistos por el establishment neoliberal. La crisis económica se eterniza, se hace crónica, se retroalimenta con otras crisis y esto tiene consecuencias políticas como la alta volatilidad que afecta a todo el continente europeo. Vivimos una época de auge de los llamados «populismos» que arrastran el voto de las clases populares, cómo hemos podido ver a las elecciones austríacas (con buenos resultados del neofascismo) o italianas (con la alcaldía de Roma ganada por el Movimento 5 Stelle), e incluso a la campaña norteamericana (con la elección de Donald Trump como candidato del partido republicano). Esta situación se está haciendo habitual y ya vivimos cada elección parlamentaria de susto en susto. Los últimos ejemplos han sido Reino Unido y España, de los cuales haremos un breve análisis.

El ‘Brexit’

El pasado 23 de junio el Reino Unido votó salir de la Unión Europea. El ‘shock’ ha sido tremendo y las consecuencias políticas todavía están por estudiarse completamente. De momento, el primer ministro Cameron ha tenido que renunciar, y se esperan nuevos referéndums de independencia en Escocia y en Irlanda del Norte, que votaron mayoritariamente a favor de permanecer a la UE en contra de ingleses y galeses, partidarios de marcharse.

El laborismo cometió el gran error histórico de estar a favor del ‘Brexit’ durante años (como mínimo una parte sustancial del laborismo) y, a la hora de la campaña, defender la permanencia en Europa. El error ha sido mayúsculo, puesto que la campaña para marchar de la UE quedó en manos de la extrema derecha y el sector euroescéptico del Partido Conservador que utilizaron la inmigración y los refugiados como argumento. El neofascismo de toda Europa ha celebrado como propia la victoria del ‘Brexit’ y reclaman nuevos referéndums en sus respectivos estados (Holanda, Francia, Dinamarca, Austria…).

En este sentido son las clases populares (las de menor renta, de más edad, de las zonas rurales, las de las áreas industriales desmanteladas) las que han votado a favor de irse. Culpan el neoliberalismo europeo de su situación. Ya han vivido la destrucción de sus comunidades industriales en los ochenta y ahora piensan que abandonando la UE podrán detener el poder de la City londinense y de la euroburocracia de Bruselas. En un mundo globalizado la reivindicación de la soberanía política y económica aparece de nuevo a la agenda política.

No es casual que las clases populares voten a la ultradreta en Austria y el ‘Brexit’ en Inglaterra. Es consecuencia directa del abandono de las izquierdas de su programa histórico de bienestar social (socialistas y laboristas) y de transformación social (comunistas y ecologistas): Las izquierdas se hicieron liberales y ahora lo pagan muy caro. Mientrastanto, la extrema derecha está ocupando poco a poco su lugar y las izquierdas que reaccionan y vuelven a defender programas socialdemócratas (o socio-liberales), llegan tarde o al menos tendrán que esperar, como demuestran las elecciones españolas.

En Embat tenemos claro que cualquier proyecto de transformación social pasa, inevitablemente, por la ruptura con la Unión Europea. El marco político y económico europeo, sirve única y exlusivamente a los intereses neoliberales de las élites europeas, las cuales pretenden someter a los pueblos del mundo a la hegemonía financiera en todos los ámbitos. La pérdida de soberanía del pueblo es directamente proporcional al avance de este modelo social. Por lo tanto, para superar sus contradicciones, hay que romper con los organismos políticos que lo sustentan. El debate no tiene que estar alrededor de las políticas migratorias y los refugiados sino alrededor de la recuperación de las soberanías y los derechos sociales y si la izquierda no se hace protagonista dentro de esta oleada de ruptura, este espacio será ocupado por la extrema derecha, cosa que hace de la lucha contra la UE un punto de primer orden en la agenda política.

Las elecciones generales

Después de un largo año electoral Podemos creía que podría desbancar el PSOE para obligarlo a construir un gobierno realmente «de izquierdas», de cambio, que en la práctica es hoy en día social-liberal (o de capitalismo con «rostro humano»). Las encuestas daban a entender que esta posibilidad era muy plausible y que entre los dos partidos podrían conformar un gobierno alternativo al del Partido Popular.

El resultado ha sido decepcionante para Podemos dado que las urnas han apoyado el Partido Popular que ha logrado mejores resultados que en diciembre, recuperando votos de Ciudadanos, que ha bajado. Además, Podemos no ha podido hacer el famoso «sorpasso» y el PSOE ha resistido con fuerza. Para Podemos estas elecciones son una derrota política, a pesar de tener 5 millones de votos.

Como hemos podido comprobar en estas elecciones, la hegemonía cultural no se cambia en 2 años. Se necesitan más años de trabajo de hormiga para lograr un cambio político y cultural a gran escala. Aquí tiene mucho que ver la gran capacidad demostrada de los partidos del “Régimen del 78” (sobretodo del PP y del PSOE, pero también de CDC y PNB) de arrastrar el voto de la gente más grande. Esta gente es generalmente fiel a su partido de referencia pase lo que pase. Ni los escándalos de corrupción, ni la crisis, ni el paro han causado impacto en el apoyo de millones de personas a los partidos mayoritarios. Pero no es que estén a favor de todo el que hace su partido al poder. Mucha gente es muy crítica, y sin embargo, vota para que no gane el otro.

En el caso español vemos que una gran parte del apoyo al Partido Popular viene de gente que no quiere ver un gobierno de Unidos Podemos (UP). El consenso, el «sentido común» arraigado, es que un gobierno como el PP, liberal y «moderado» (sí, mucha gente considera el PP como moderado), puede sacar el Estado Español de la crisis y que un gobierno de UP puede provocar un desastre económico. La corrupción pasa a ser un mal menor, un precio a pagar para que el sistema liberal funcione. El mapa electoral nos da un predominio del Partido Popular en el mundo rural y entre la gente mayor, un predominio del PSOE en las áreas industriales y mineras y en el sur de España, y victorias de Podemos y sus confluencias en muchos municipios de Euskal Herria y Cataluña y entre la gente joven y urbana, repitiendo la dinámica de las elecciones generales de diciembre.

En el caso concreto de Cataluña este 26J se puede leer como una doble ruptura con el modelo del ’78: una parte de los votos han sido en clave independentista y otra parte en clave de profundizar en un cambio social profundo. Estas dos visiones quedaban representadas el 26J respectivamente por ERC y En Común Podem (ECP), y resumen la dirección que tomaron las luchas populares en nuestra tierra: el proceso soberanista y la cuestión social. Y estas dos visiones han derrotado al partido de la burguesía catalana, CDC, cosa que nos indica el apoyo ciudadano a los cambios de paradigma que representan estos partidos – si bien insuficientes y incompletos según nuestra opinión.

Un último apunte al respeto: las elecciones las ha ganado el PP, pero la participación ha sido de un 69% del censo (65% en el caso de la CAC). Es importante tener en cuenta el abstencionismo porque es una muestra de la falta de confianza en el sistema electoral que no puede ser menospreciada. Se habla mucho del 15M y también de las ventanas de oportunidad abiertas por las elecciones municipales y la irrupción de Podemos, pero aún así, el porcentaje de abstención continúa siendo casi el mismo del de los ciclos electorales anteriores al 15M. La crisis de representatividad continúa viva y latente por lo tanto.

El abstencionismo nos habla de descrédito, de desvinculación, de causas estructurales que no están siendo atendidas y que provocan una distancia de estos segmentos de población respeto los debates que se mueven en el campo de la escena política electoral. Nos habla también que en la asunción de la entrada a las instituciones dejan atrás grande parte de la población.

Las elecciones, en cierta medida, nos sirven para ver cómo de lejos estamos de entender como sociedad que las cosas no cambian sólo con partidos políticos. Es más, pensamos que ellos no tienen que ser el epicentro de la acción y del cambio.

El efecto Podemos

Podemos empezó a acumular fuerzas gracias a su aparición en los grandes medios de comunicación justo al día siguiente de las Marchas de la Dignidad del 22M (22 de marzo de 2014). Las Marchas habían conseguido juntar 1 millón de personas a las calles de Madrid. Se habían dotado de un programa reivindicativo bastante avanzado. Pero al irrumpir Podemos en las elecciones europeas todo aquello se detuvo y derivaría hacia la campaña electoral. Además, hemos tenido casi dos años seguidos de citas electorales. Podemos y sus confluencias fueron capaces de recoger los restos del movimiento 15M y darle proyección electoral. Pero, en vez de construir un movimiento popular han contribuido a vaciar las calles a la espera de buenos réditos electorales que no llegan.

Si Podemos ha llegado para quedarse, como dice Errejón, todavía tiene que encajar el bajón de más de un millón de votos. Cómo algunas de sus figuras, por ejemplo Monedero, ya afirman, tienen que volver a trabajar desde la calle para cambiar las hegemonías, coincidiendo en ello con quienes estamos a favor de trabajar desde los movimientos populares. Las hegemonías no se han podido cambiar desde los platós de TV, puesto que para mucha gente un triunfo de Podemos le parece poco menos que un triunfo del caos. Esta ha sido la razón del profundo giro hacia el centro del partido en los últimos meses. Cada declaración estaba dirigida a tranquilizar y atraerse un electorado miedoso, cosa que hemos visto que no han conseguido, abandonando identidades de izquierdas y partes importantes de su programa de otros tiempos.

Una de las lecciones principales del 15M era que la ciudadanía tiene capacidad, tiene poder – poder popular. Por lo tanto la clave estaba en el empoderamiento. ¿Donde está este empoderamiento? ¿Qué nos queda de aquellos días? ¿Delegar todo el trabajo del cambio en las fuerzas políticas afines? De ser así, ¿hasta qué punto no se está incurriendo en las dinámicas de la Transición, y por lo tanto, repitiendo errores?

Conclusiones

Nos encontramos con un hecho claro: hay regiones de Europa con una identidad nacional fuerte (Cataluña, Euskadi, Escocia, Irlanda del Norte, Córcega, Bretaña…) que últimamente se están convirtiendo en un freno a la victoria del neofascismo a la vez que apoyan electoralmente un liberalismo “light” o un retorno a la socialdemocracia. Hay que tener en cuenta esta situación puesto que todavía no tenemos en Europa un proyecto paneuropeo de izquierdas que anime las clases populares y cambie la dinámica derrotista que nos está llevando hacia un triunfo inexorable de la extrema derecha.

También, como contrapunto al anterior argumento, podemos ver que hay unos nacionalismos centralistas profundamente hostiles a la idea descentralizadora (ya sea independencia, ya sea federalismo). No es poca la catalanofobia existente entre las clases populares españolas. Esto provoca que no tenga ningún coste electoral espiar e inventar pruebas contra los responsables del 9N.

Esta es el España irreformable que comenta ERC con objeto de atraerse En Comú Podem hacia la idea de un Referéndum Unilateral de Independencia. Pero no le falta razón. Si todo el mundo entiende perfectamente que Escocia celebre un nuevo referéndum de independencia para marcharse de un Reino Unido que ha tomado una decisión a su parecer equivocada, ¿porque no van Cataluña o Euskadi a celebrar otros referéndums para irse de una España que apoya mayoritariamente al PP pase lo que pase? ¿Querrá ECP apostar en Cataluña por la soberanía intentando que el Proceso deje de depender de CDC, o preferirá sustituir al PSC y poco más? En las últimas elecciones ECP y ERC han superado CDC cosa que puede influir el Proceso.

A la espera de un posible movimiento europeo de izquierdas, continental, que construya una nueva identidad europea afín a las clases populares, no sería extraño que las naciones sin sido sean el último refugio de la lucha contra el neoliberalismo europeo unificador, a pesar de paradójicamente tener gobiernos liberales (Scottish National Party, Junts pel Si, Partido Nacionalista Vasco). Es dentro de estos territorios donde tendrá más probabilidades de ser aceptada la idea de una soberanía popular contra la globalización del capital. Al fin y al cabo el relato de la independencia está construido sobre las mejoras sociales: la independencia ya no tiene que ser una simple finalidad en sí misma sino un medio para una mejora social de verdad.

¿Cómo cambiamos esta dinámica desde nuestras fuerzas?

Volviendo a nuestra pequeña realidad, desde Embat hemos dicho muchas veces que queremos un gran movimiento popular que sea un actor político y social a escala general. Sin este nuevo actor las clases populares y los movimientos sociales estaremos huérfanos de una representación propia que obedezca a nuestros intereses. Al contrario, si no construimos este movimiento popular fuerte y autónomo, si seguimos actuando descoordinadamente y cada cual por su lado siempre habrá partidos políticos que intentarán representarnos y que nos harán bailar a su ritmo.

En Francia se está librando una amplia guerra social desde el mes de marzo. Por un lado el gobierno socialista imponiendo la política de la austericidio y los recortes y por el otro un potente movimiento social y sindical que se niega a ser derrotado. Cada semana se libran importantes batallas de esta guerra. Este es un modelo muy positivo de un movimiento popular autónomo con agenda propia. Si ganara tendría posibilidades de instalar en el imaginario europeo una alternativa a la extrema derecha. La lucha de clases y la defensa de las soberanías y las libertades son ahora mismo claves en la construcción del nuevo sujeto de cambio.

Los movimientos sociales de Cataluña tenemos que ser bastante maduros para afrontar la situación y avanzar en nuestra lucha, puesto que sólo de esta forma podremos crear un pueblo fuerte con capacidad de impulsar nuestros intereses mediante el poder popular. La hegemonía cultural de la derecha la combatiremos construyendo este poder popular a pie de calle, en cada pueblo y cada barrio. No buscamos atajos electorales para lograr una mayoría social favorable a un cambio social. Sólo el pueblo salva el pueblo.

Embat, 27 de junio 2016

Loi-Travail-Plus-de-220.000-manifestants-en-France-selon-la-CGT

 

Enlaces relacionados / Fuente: 
http://embat.info/temps-electoral-del-brexit-al-26j/
Aviso Legal  |  Política de Privacidad  |  Contacto  |  Licencias de Programas  |  Ayuda  |  Soporte Económico  |  Nodo50.org