La ruptura con el Chile neoliberal y las tareas del movimiento estudiantil

Los días 3 y 4 de noviembre, los estudiantes de la Universidad de Chile votarán para elegir quiénes conducirán su federación el año 2015. El progresivo aumento de protagonismo que viene tomando el Movimiento Estudiantil como actor político y social desde el año 2006, y que encuentra en el 2011 su irrupción definitiva, convierten a estas elecciones en un hecho de relevancia no menor para el acontecer nacional, y de una importancia gravitante para la izquierda y todo aquél que apueste por la construcción de un proyecto político popular.

En contextos como estos, los libertarios siempre hemos procurado “subir la vara del debate”, procurando hacer valer los argumentos y visiones de largo alcance a la hora de inaugurar discusiones. En este sentido, creemos que la importancia de estas elecciones no permite a la izquierda darse el lujo de caer en pequeñas riñas siendo necesario, por el contrario, madurar la discusión.

Por eso, esta columna pretende ser una reflexión desde los libertarios para el movimiento estudiantil. En ella se explicará la relevancia que para nuestro sector tiene el actual proceso de elecciones federativas particularmente en la UCH, pero entendiendo que sus implicancias se replican a todas las universidades en las que en estos momentos se llevan adelante procesos electorales. En esta línea, se explicará también la actual apuesta de nuestro sector en dicho proceso, apuesta que necesariamente se enmarca dentro de lo que hemos llamado una estrategia de ruptura democrática.

Desde el movimiento estudiantil también impulsar un proceso de ruptura

Como es sabido, la instauración del modelo neoliberal en Chile en el contexto autoritario, conllevó una dura derrota para los sectores populares, la izquierda y sus apuestas en curso durante aquél período.

En dicha derrota no sólo se perdieron importantes conquistas sociales de las clases dominadas; la violencia y la persecución practicada por el gobierno de facto tuvieron como objetivo explícito lograr la desarticulación de vastas capas del campo popular organizadas en la defensa de sus intereses.  Deliberadamente se buscó el fin de numerosas organizaciones barriales, sindicales y políticas, tarea que vino a ser sellada institucionalmente con la implementación de un marco jurídico constitucional profundamente antidemocrático que limita en extremo, hasta el día de hoy, cualquier posibilidad de rearticulación social por parte de las clases populares, así como su incidencia en los procesos políticos nacionales.

La implementación del neoliberalismo en dictadura inaugura así un nuevo período en Chile, que a pesar de sus diferentes implicancias políticas y sociales, tiene su raíz primera en la fragmentación violenta y deliberada a la que fue sometida toda organización del campo subalterno. La lectura de los libertarios es que los enclaves autoritarios que aseguran el mantenimiento de la desarticulación popular, la exclusión política de diversos sectores sociales así como la privatización o clausura de buena parte de nuestros derechos sociales, no pueden ser destruidos desde una apuesta cuya centralidad esté en la participación institucional de la izquierda, en tanto tal institucionalidad está diseñada para blindarse de acciones que persigan esos fines. Por otra parte, no vemos en la Concertación o actual Nueva Mayoría actores que puedan ser sumados a las luchas que hoy le corresponden al campo popular, en tanto se identifica a esta coalición como un elemento sustantivo y comprometido con el bloque en el poder.

La salida que hemos delineado en este contexto tiene como objetivo la reorganización del campo subalterno, reorganización que necesariamente debe cristalizar en un marco jurídico que reconozca a tal actor social como una fuerza con incidencia, acabando por ende con los enclaves autoritarios heredados de la dictadura, entregando así  mayores derechos sociales y políticos a los sectores populares y dejándonos en mejor pie para la disputa. Esta tarea involucra a la totalidad de los excluidos del sistema político, económico y social imperante; pobladores, trabajadores, estudiantes y el campo popular en su conjunto.

El proceso que permitirá esto, que hemos caracterizado como uno de ruptura democrática, debe tener un repertorio táctico amplio, siendo la herramienta principal la movilización y la acción directa de masas; la presión – hasta su ruptura – de los marcos políticos actuales y de quienes los habitan y administran.  En este contexto, el problema de la institucionalidad se nos presenta desde dos flancos; el problema de la relación que con ella deben sostener los procesos de movilización y el de la pertinencia que puede tener la inserción institucional.

En el primer sentido, diremos que una estrategia de ruptura democrática debe necesariamente entender que el espacio en el que cristalizan los cambios sociales en el Chile contemporáneo es el espacio institucional. Así, un nuevo código laboral, un nuevo sistema de previsión o el recién ganado fin a los DFL cuajan en este espacio. Los movimientos sociales protagonistas de una ruptura deben entonces apelar a la institucionalidad como el momento en donde se consagran los triunfos del conflicto.

En el segundo sentido, la inserción institucional como apuesta política consideramos que debe ser una herramienta en la medida que se acople a la acción directa de masas; nuestro eje central. Una municipalidad, por ejemplo, es un espacio desde el cuál indudablemente se pueden dinamizar procesos sociales que se enmarquen dentro de este proceso de ruptura. Un repertorio táctico amplio debe ser visto como la posibilidad de una estrategia de no renegar de todo aquello que signifique un avance; una apuesta de inserción institucional como la que hemos brevemente definido cumple esta premisa.

En suma, Ruptura democrática es entonces la búsqueda por un cambio en las correlaciones de fuerzas que presentan las capas populares frente al bloque en el poder, cambio que necesariamente conllevará importantes – y necesarios – triunfos en materia de derechos sociales y políticos, que permitan posteriormente nuevos avances del pueblo. Las demandas sociales que se conquisten, deberán ser evaluadas a la luz de este proceso estratégico, como avance en un proceso de disputa de largo alcance, y como un triunfo en materia de la mejor vida que merece nuestro pueblo.

Una lectura que afirma la descomposición de la organización popular, en el marco de una política que apuesta por superar ese letargo, conlleva necesariamente la pregunta por cuáles son los sectores desde donde se debe comenzar la construcción y la disputa.

En la línea de lo anterior, diremos que a pesar de la centralidad que deben adquirir otros sectores en un proceso de ruptura, es ineludible contemplar al movimiento estudiantil como un actor necesario dentro de esta disputa. El proceso de rearme y politización que este actor social ha vivido desde el 2006 lo llevan hoy a ser el protagonista de los cuestionamientos al orden neoliberal heredado, y a posicionarse desde dichos años como la punta de lanza de los incipientes procesos de rearme que pueden observarse en algunos sectores del mundo sindical y barrial.

Sin entrar a preguntarse qué factores han dado origen a dicho fenómeno, observaremos que enmarcar al movimiento estudiantil dentro de un proceso de ruptura democrática como el que hemos caracterizado, requiere de una forma de llevar la movilización que cumpla requerimientos específicos. Vale la pena entonces especificar qué características concretas creemos los libertarios que debe adoptar el movimiento estudiantil.

En primer lugar, se requiere que el movimiento estudiantil continúe enarbolando su crítica al orden imperante como parte de un problema mayor que aqueja al conjunto del pueblo. El caer en el peticionismo, en la reivindicación aislada, hace correr el riesgo de desvincular a este actor del grueso de la sociedad, perdiendo así el potencial dinamizador que ha tenido durante los últimos años. El movimiento debe mantener y profundizar su dimensión política en tanto ésta le permita generar un discurso que apele a amplias capas sociales, como lo vimos el año 2011.

Por otro lado, es necesario evitar caer en cualquier tipo de cooptación por parte de la Nueva Mayoría o el gobierno de turno; hoy esta coalición ha demostrado – post elecciones y los aires progresistas que brevemente se respiraron – su adherencia explícita al bloque hegemónico y su proyecto neoliberal; así lo han demostrado los procesos de “reforma”,  o más bien reajuste, que han impulsado en materia tributaria y que perfilan en materia laboral y educacional. Así, subsumirse a la Nueva Mayoría sería subordinarse a un actor de este bloque. Además, se debe entender que toda posibilidad de avance para las demandas más profundas del movimiento estudiantil (un verdadero sistema de educación público) requieren que éste se mueva por fuera y a contrapelo de la institucionalidad; dentro de ésta hemos dicho ya que se encuentran blindajes frente a demandas que contradigan el dogma neoliberal, y avanzar por este camino significaría para nuestro movimiento perder su potencial transformador.

Hoy en día el movimiento estudiantil representa a un actor social de avanzada en la lucha contra el neoliberalismo, el cierre político y la injusticia social. Una estrategia de Ruptura democrática requiere que este actor siga en pie ante los intentos de cierre del conflicto que se han intentado por parte del Bloque en el Poder. El movimiento estudiantil debe ser conducido por quienes apuesten a potenciar este rol dinamizador y de avanzada que hasta ahora ha cumplido, al mismo tiempo que logran articular – más allá del sector educativo – una oposición a la institucionalidad neoliberal y sus administradores, una oposición social y política transversal en la sociedad, que convoque a diversos sectores.

Al mismo tiempo, de esta última tarea depende la posibilidad que nuestro movimiento tenga de materializar sus demandas.  La institucionalidad chilena ya ha dado muestras no ceder con la presión de nuestra movilización sectorial.

La FECH en disputa

En las apuestas federativas que pretenden disputar la FECH se pueden distinguir 3 apuestas, encarnadas en 5 listas diferentes (por razones obvias hacemos aquí abstracción de la lista de derecha).

Por una parte podemos observar sectores que no han sido capaces de re-leer la coyuntura ante las modificaciones que implicaron el cambio de gobierno. El carácter neoliberal de la Nueva Mayoría es algo que no nos atreveríamos a poner en duda, y que es un elemento que forma parte del diagnóstico que nos lleva a apostar por una construcción que se plantee en franca oposición contra este bloque. Sin embargo, existen sectores que niegan o ignoran el buen recibimiento que este gobierno ha suscitado en una parte de la población que anteriormente formó parte de las bases de apoyo del movimiento estudiantil.

El embate del bloque en el poder que significó el gobierno de la Nueva Mayoría impuso, muy a nuestro pesar, términos diferentes para la disputa del Movimiento Estudiantil. Hoy en día la centralidad de la agenda está en la reforma impulsada por esta coalición y tenemos dos opciones; entrar a disputar la agenda, buscando sumar al sentido común que hoy ve en la coalición gobernante una salida a los problemas que venimos acusando, o restarnos de la discusión negando el único escenario del cual nos podemos hacer partícipes.

Lamentablemente, existen sectores que, consciente o inconscientemente optan por esta segunda opción. El potencial transformador de las demandas del movimiento estudiantil no radica sólo en su radicalidad discursiva, si no en la posibilidad de ese discurso de calar en el sentir de la mayoría de la población que hoy debe movilizarse para generar los cambios. Quienes hoy apuestan por exigir, por ejemplo, estatización de todos los planteles educativos, están optando por excluirnos del escenario que actualmente se disputa, y por ende dejar a la NM y la derecha el encargo de cerrar el conflicto educativo. De seguir este rumbo, el movimiento dejará de ser un actor social transformador, y al final sólo podremos – otra vez como tantas – realizar el canto de cisne de una izquierda minoritaria que hace ya tiempo se ve impedida de sumar al grueso de la población a su lucha.

Se hace necesario para el movimiento estudiantil madurar y poder congeniar los elementos ideológicos y políticos; de esta forma se podrá vislumbrar que aunque la consigna “estatización de todos los planteles educativos” aunque puede representarnos ideológicamente, o ser moralmente correcta, carece de réditos políticos en el enfrentamiento con el gobierno actual.

En este sentido, creemos que propuestas como las de la lista Vencer, Vamos y Juventud en Lucha, no se hacen cargo del rol que hemos dicho que el movimiento estudiantil debe jugar para con los otros sectores sociales que es necesario sumar a un proceso de movilización de largo plazo. Estas listas proponen una conducción que no sólo restará al movimiento estudiantil del proceso del que se debe hacer cargo, si no que lo aislará de los sectores sociales populares que actualmente se recomponen y que deben ser dinamizados en pos de una estrategia de largo aliento.

En suma, existe el riesgo de acabar con el actor social de avanzada que ha sido protagonista de los cuestionamientos al orden liberal, con tal de asumir un discurso “más radical” cuyas posibilidades transformadoras observamos que serán nulas.

Sin embargo, a pesar de lo problemático que sería este rumbo, hoy no representa un riesgo real en la FECH, en tanto las listas que lo representan no se perfilan como las grandes contendoras.

El otro rumbo que puede tomar el movimiento estudiantil, y que se perfila como un riesgo real, es convertirse en el piso social de la reforma neoliberal de la Nueva Mayoría, haciendo triunfar así la apuesta de este sector por cerrar el ciclo de conflictividad social en pos de dotar de nuevos aires de gobernabilidad al orden heredado.

Aunque esta apuesta se ha intentado hacer de un discurso crítico de las conducciones del movimiento el 2014, adjudicándose la posibilidad de “retomar la ofensiva del movimiento social”, lo cierto es que las fuerzas que la componen no pueden desentenderse del rol que, quiéranlo o no, han tenido el año 2014. El legítimo intento por parte del PC de tensar a la coalición de gobierno hacia un rumbo progresista no sólo ha demostrado fracasar este año, sino que además le ha costado a este partido el tener que jugar sus cartas a favor del gobierno.

De esta forma, fuimos testigos de cómo buscaron mantener al movimiento estudiantil dentro del plan de participación del gobierno, que no fue más que un intento por parte de la Nueva Mayoría de vestirse con ropajes democráticos para legitimar su reforma educativa usando al movimiento estudiantil como moneda de cambio. Así mismo, fuimos testigos de cómo la CONES rechazó las indicaciones que el CONFECH hizo a los proyectos de ley que el gobierno enviaba. En suma, la apuesta del PC por “tensar” a la NM ha significado que a nivel nacional y estudiantil, los pies del partido hayan estado más por el gobierno que por la calle, gobierno cuyo carácter sigue siendo profundamente neoliberal.

Es necesario cambiar los términos de la discusión en el movimiento estudiantil; la crítica al Partico Comunista por ser parte de la coalición de gobierno no puede seguir siendo de carácter moral o ideológico; que el partido “se vendió”, que “negociaron puestos”, “transaron ideales”. La crítica y necesaria reflexión del conjunto de la izquierda debe ser a una estrategia que ha demostrado durante este año ser errada al no poder hacer frente al grueso de las fuerzas conservadoras que sólo por un breve lapso de tiempo dejaron de ejercer la conducción de la antigua concertación.

Esta estrategia ha significado para el partido de Recabarren ponerse al servicio de esta coalición de gobierno sin mayores réditos, y significa para el movimiento estudiantil perder la posibilidad de librar una disputa seria por sus demandas, tanto en el corto como en el largo plazo. Así, se renunciaría también que a nuestro movimiento lleve adelante las tareas en clave de ruptura que hemos definido como necesarias.

Actualmente los libertarios pretendemos que el movimiento estudiantil cuando disputamos la federación desde la plataforma “Somos Fuerza”. Dicha plataforma se ha conformado como un esfuerzo de confluencia que trascienda lo meramente electoral, entre fuerzas que presentan diagnósticos y tareas que poseen similitudes (y también diferencias, digámoslo), como lo son el FeL, la UNE y la IA.

Desde los libertarios nuestra apuesta es usar esta plataforma para concretar las tareas que creemos son necesarias a implementar desde el movimiento estudiantil; construir una articulación social contraria al bloque hegemónico, desde un discurso que apele a las grandes mayorías dejando en claro las diferencias que separan a los planteamientos del movimiento estudiantil de la coalición gobernante y el proyecto neoliberal.

De esta forma, el 2015 se perfila como el año en que tendremos que exigir claridades en los planteamientos del gobierno, de forma que la disputa pueda ser planteada. Esta disputa, como lo hemos dicho, no será sólo por concretar nuestras demandas, sino que también por re-encantar a la población que marchó con el movimiento el 2011 y que hoy se presta como base de apoyo del gobierno, agravando el riesgo de gobernabilidad que hoy apuesta a conseguir el modelo neoliberal.

Los libertarios acá tenemos nuestro aporte específico; como fuerza que siempre se ha caracterizado por velar por la unidad de la izquierda en un tono fraterno, debemos velar porque esta alianza que hoy adquiere ribetes nacionales se proyecte en el tiempo y en la elaboración política. Nuestros diagnósticos brevemente esbozados en este artículo así lo requieren, y con ellos intentaremos que esta plataforma se transforme en una alternativa seria para que el movimiento estudiantil se dote de potencial transformador y en una vocería política de los problemas que hoy aquejan a nuestro pueblo.

Escrito por Nicolás Selamé

Estudiante de Sociología de la Universidad de Chile.
Militante del Frente de Estudiantes Libertarios.

Publicado originalmente en la revista digital "Perspectiva Diagonal"

 

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