De cara a la Huelga General del 14-N

En mis buenos tiempos de cabo del ejército, cuando nos enfrentábamos a enemigos superiores en número, en material, en armamento, en comida, en dinero, en buenos oficiales, en moral de victoria, en salud, en entrenamiento, en inteligencia, en valor, en determinación, en planificación, en espías y, en general, superiores a nosotros en todo salvo en número de piojos, recuerdo que, para levantar los ánimos a mis hombres ante el frío, el hambre, y la humedad, les decía todas las mañanas: “no, hoy tampoco podemos rendirnos”. Porque el problema de la rendición, es que te arriesgas a que sea peor rendirse que seguir en campaña, aunque sea en retirada.

En las actuales circunstancias, los núcleos de disidentes pueden sentirse tentados de pensar que lo que hacemos carece de utilidad, de sentido, y que una huelga reformista, una manifestación, un encierro, no vale para nada, ya que el Gobierno y la Banca se nos pasa por el orto. Esa sensación (realista) se produce por la falta de coordinación en la maniobra. Los conflictos estallan dispersos, no levantan ánimo solidario, y así los poderosos pueden aislar, circunscribir y agotar a los protestatarios. Por ejemplo, actualmente en los hospitales de la Princesa, Infanta Leonor, Infanta Sofía, Infanta Cristina, Hospital del Henares, del Sureste y del Tajo luchan. El resto de hospitales no afectados, no se incendian. ¿Cuál sería la solución meramente reformista a la agresión del gobierno madrileño? Un levantamiento simultáneo, completo y contundente (brutal), sin duda. ¿Puede levantarse la tropa? Puede hacerse.

Así que no queda más remedio que dar la cara como se pueda.  Capitular, acomodarse poco a poco a la debacle, asimilar los cambios con resignación, ante un enemigo sanguinario, insaciable, despiadado, que solo entiende el lenguaje de la fuerza, llevará a un 2013 espantoso. En mi visión contemplo tumbas que se abren, muertos vivientes y a Milla Jovovich con un ojo a la funerala, sin dientes, comiendo sopa fría en un campamento de refugiados. O sea: pedir comprensión y clemencia a un banco, es como pedirle a un vampiro que cambie la sangre por leche. Es decir: resistir con orden, dando la cara en la estrategia, planteando escaramuzas y emboscadas, permite mantener las filas, la organización, las ideas, la fuerza y la vida. Desgasta al enemigo, crea lazos comunitarios, te proporciona experiencia, te educa en el conflicto, te habitúa a la tensión y te sitúa en el plano de la lucha de clases.

Por eso, dale siempre aliento a tu igual en la batalla y no cedas, porque la bandera blanca no solo es indigna. También es  el sudario de tu cadáver. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

Comentarios

Imagen de Daniel Tordable

¡Sórdenes mi cabo!

Y digo yo: si lo único de lo que disponemos es de piojos (lanzados libremente en liendres a principios de estudios de primaria)... ¿porqué no hacemos un ataque vía piojo dejando un par de liendres de mi (supuesta) hijastra ahí en el palacio de los congresos?

Si las farmacéuticas antipiojiles se forran negando la existencia de un fármaco llamado ZZ usado por todas nuestras madres para nosotros baratilmente dándonos fármacos de unos 80 bolos por antipiojal (cuando ZZ cuesta unos 5 eur) ¿porque no usar lo que más tenemos para contraatacar?

Solo consiste en dejar unas liendres ahí en los grandes y atacar con nuestras armas...

¿Me salvará esta idea de comerme más tercera imaginaria? Porque todo es de todos y nada es de nadie...

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