La influencia de la religión en la ropa femenina

Pacorro, que es un hombre humanitario, se pregunta que a qué se debe el uniforme ese que llevan las mujeres por la cosa de la religión que les cubre todo el cuerpo menos el rostro. ¿Deberíamos liberarlas de la opresión?

No hombre, deja que ellas mismas se liberen. Que aquí te cae un libertador y es peor que una plaga de ratas. Ese uniforme se debe a lo siguiente.

Imagina a Mahoma hace miles de años en el desierto, con ese turbante, tras recibir los latigazos de los legionarios romanos y la corona de espinas. Una corona de esas tiene que molestar muchísimo… Y además el no dormir bien, una cama llena de clavos no es el colchón de viscolátex lomónaco. Añádele un montón de horas meditando (pensando gilipolleces) sin comer, a pleno sol, serpientes bailando con la flauta y alfombras voladoras… ¡la esponja de vinagre! Y que te rechacen las mujeres… Y al final te crucifican. Lo normal es que Mahoma inventase una doctrina bien pero que bien jodida, para amargar a sus descendientes hasta la diezmilllonésima generación. ¿Cómo conseguir que los incautos se adhieran a ese muermo? Prometiéndoles que se les pagará la deuda cuando mueran. El negocio es fabuloso. Te piden un préstamo, lo entregas con generosidad, y lo cobrarás cuando seas un difunto. Eso ha de incentivarte para morirte cuanto antes. “Cuando mueras te resucitamos”, qué gran empresa de servicios es la religión. Pero la parte atractiva para los hombres es esta: podrás hacer con tu mujer lo que te dé la gana.

Por supuesto la doctrina de Mahoma no es cosa de Mahoma. Tras él vinieron sus cuñados y sus yernos, y sus sobrinos, que apoyados por universitarios le dieron una forma al libro sagrado, el Corán, un ladrillo que desmoralizaría a una burra. Como la Biblia, pero peor escrito incluso. La idea es que ese libro fue inspirado por Dios, también llamado el-que-está-bien-informado, así que no puede haber duda. Total, que la mujer ha de adaptarse a los cambios y pensar en positivo mientras prepara su liberación. Esa túnica que las cubre, sirve de mosquitero, las protege del sol de la playa, y así cuando van de excursión, no tienen que llevar ni saco de dormir, ni tienda de campaña, ni ropa interior. El ahorro es evidente.

Ah carajo, Pacorro, ¡que me estás hablando de una congregación de monjas católicas! Pues empieza por ahí hombre.

Por el Cielo que quiero y espero, un burka de un solo agujero. Lo que es de uno es de todos, lo que es de todos es de nadie, lo que es de nadie es de uno.

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