El dinero es una convención

Tierra y Libertad

Me adhiero sin más a la invitación que Diogene, desde las columnas de este periódico, ha hecho a los anarquistas para apropiarse de los instrumentos de la teoría económica. Aun reconociendo los riesgos y los límites del economicismo, creo que la sustancial ausencia de teóricos anarquistas en la materia después de Proudhon (que inspiró tanto a Marx como a Gesell) y Kropotkin ha debilitado enormemente el alcance social del pensa-miento libertario.

Llegando a la cuestión específica, la enorme expansión de la actividad financiera y especulativa que ha caracterizado al capitalismo en las últimas décadas ha conducido a sus opositores a inves-tigar posibles remedios (como la tasa Tobin) para combatir el poder desmedido de la denominada "economía de papel". El renovado interés por la moneda perecedera de Gesell se puede encuadrar en tal contexto, donde la moneda ha ad-quirido un papel muy importante como bien de inversión financiera.

A Silvio Gesell hay que reconocerle méritos relativos al estudio del ámbito de la circulación: su mayor descubrimiento fue lo que después será definido como "preferencia por la liquidez", o sea, la voluntad del poseedor de moneda de no gas-tarla toda, porque la moneda no es sólo un medio de cambio sino también reserva de valor en el tiempo: al contrario de las mercancías, no es perecedera y, para hacerla salir de los bolsillos de sus poseedores, se les ofrece un interés. Por eso en el mercado la oferta es menor que la demanda: si la oferta es igual a 100 y la moneda disponible otro tanto, una preferencia por la liquidez de 5 hace disminuir la moneda efectivamente en circulación (y por ello la demanda) a 95, provocando crisis de superproducción y deflación (precios decrecientes). Keines (gran defensor de Gesell) propone resolver tal situación, que atenazaba la economía mundial tras la crisis de 1929, con la inflación: el estado acuñaba moneda (deficit spending) hasta devaluarla, forzando así a los acumuladores de moneda a deshacerse de ella para frenar la pérdida de poder adquisitivo real. Esta fue la línea generalmente seguida por los Estados, por lo que unas décadas después se encontraron con el problema opuesto de la inflación galopante. La idea de Gesell por el contrario (y donde probablemente reside la fascinación que ejerce sobre los anarquistas) no consistía en una intervención estatal, sino en una moneda que "arde lentamente" y pierde tanto el valor nominal como el real (poder adquisitivo), forzando igualmente a sus poseedores a apresurarse a gastarla y "hacer girar" así la economía.

Si queremos confrontar a Marx con Gesell es necesario partir de su diferente concepción de la explotación en la economía capitalista: para Marx tiene origen en la plusvalía, es decir, en la parte de trabajo que no es remunerada al trabajador asalariado y que de cualquier manera genera la ganancia de la empresa. Analizando tal ganancia, se subdivide en "réditos de propiedad" que son las rentas del suelo (del propietario del terreno), interés (de quien presta el dinero) y dividendo (del accionista, o a veces la remuneración del empresario titular de los medios de producción). Gesell se lanza solo contra los dos primeros, proponiendo una tierra libre y una moneda que se devalúe. En su obra El orden económico natural, define "los beneficios industriales y comerciales, una vez deducidos el interés del capital y la renta del suelo que generalmente contienen como retribución del trabajo". Pero al considerar el interés como remuneración del capital, confunde el capital con la moneda. Sobre todo, Gesell acaba por transformar la naturaleza del beneficio de rédito del capitalista en rédito del trabajo. El error se repite en su definición de valor (que es un poco la piedra de toque para un economista), cuando observa que "salario y precio son todo uno", inventándose de esa manera un precio-valor al que no corresponden las dos categorías distintas del salario y el beneficio.

En la práctica, según Gesell, los explotadores son los propietarios del suelo y los especuladores financieros, mientras que los demás son los explotados, empresarios inclusive. Por eso no valorará la necesidad de los trabajadores de apropiarse de los medios de producción, porque trabajador y empresario (a quienes estamos habituados a identificar con el trabajo asalariado y el capital) serían aliados. Por lo demás, el mismo Gesell era un empresario y un convencido partidario de la libre competencia.

Se objetará que con la actual "financiarización" de la economía, la deuda creciente de Estados, empresas, etc., el problema principal del capitalismo es el interés de los especuladores y de la banca, mientras el beneficio del empresario es relegado a un segundo plano. Tal observación desplaza sólo en términos cuantitavos el destino del beneficio expuesto precedentemente, sin resolver el conflicto entre capital y trabajo asalariado. En conclusión, no parece oportuno olvidar a Marx para seguir las sugerencias de cualquier teórico de moda: resulta dificil reconstruir una crítica seria y orgánica del capitalismo sin su punto de vista en materia económica (esto es válido también para los otros grandes economistas del pasado) y nos arriesgamos a acabar haciendo un ejercicio de autolimitación y perder las coordenadas principales.

En cuanto a la moneda perecedera, es una idea que reaparece cíclicamente junto a determinados escenarios económicos: en 2002 se le pasa por la cabeza a algunos exponentes de la Reserva Federal (el banco central estadounidense) que, frente al fantasma de una economía en deflación, propusieron la introducción de un dólar con una banda magnética que disminuía su valor con el tiempo. Estoy de acuerdo en que tal instrumento monetario tenga más probabilidades de funcionar en una micro-sociedad: no sólo para evitar la oposición de los poderes financieros fuertes o del Estado, sino sobre todo porque la moneda, incluso la acuñada por un Estado que impone su "señorío", es fruto de una convención tácita (es decir, de una voluntad, aunque no esté expresada) de quienes la usan.

Comentarios

Parece que las ideas de algunos "gesellianos" han calado más de lo que parecía entre los anarquistas clásicos, jeje.

Solo puntualizar dos cosas entorno a que Gesell creía que la dicotomía estaba entre los especuladores financieros y los terratenientes, por un lado, y los trabajadores y empresarios por otro:

1) Esa idea proviene de Henry George -quien le inspiró la propuesta de "libre tierra", y a pesar de ello creía que sus ideas abrirían el camino al socialismo y la cooperación.

2)Gesell creía que con la libre moneda y la libre tierra el interés del capital se reduciría hasta remunerar simplemente el "trabajo" del capitalista, posibilitando -como sucede con H. George- que los medios de producción sean tomados por los trabajadores. Prueba de ello es que se consideraba socialista y participó en la revolución soviética de Baviera, en donde existía cierto movimiento "anarco-geselliano".

Si solo se presta el dinero que la gente ahorra ¿no crece la economía si los demas, los que ahorran quieren que crezca?

Te recomiendo la lectura de este trabajo

http://www.emed.net/flechas/index.htm

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