Gladys gogoan

El 3 de Junio de 1.979 Gladys del Estal Ferreño murió en Tudela a causa de un disparo en la nuca, a quemarropa, efectuado por un miembro de la Guardia Civil. Se celebraba en Tudela el Día de la Tierra, convocado a nivel internacional por diversas organizaciones antinucleares y ecologistas en general.

Se había elegido Tudela por su proximidad al Polígono de Tiro de las Bardenas, cuyo desmantelamiento se reivindicaba (hoy en día se sigue haciendo) y por su proximidad, así mismo, a la localidad de Arguedas en la que, en aquel entonces, se pretendía construir una central nuclear, similar a la de Lemóniz. También, ¡cómo no!, se reivindicaba la paralización de las obras de construcción de la central de Lemóniz, lucha que en aquellos años fue emblemática y auténtico estandarte para el movimiento antinuclear y ecologista de Euskadi.

El festejo contaba con todos los permisos necesarios y se había venido desarrollando con absoluta normalidad a lo largo del día. Miles de personas participaron en los distintos actos organizados, muchas de ellas en los autobuses fletados al efecto. Sin embargo, la Policía Nacional (entonces todavía sus uniformes eran grises) irrumpió en el recinto festivo y con gran violencia obligó a dispersarse a los que allí estaban. Se produjeron escenas de pánico y la gente se vió obligada a dispersarse. Corrió la voz de que lo mejor era retirarse y no caer en provocaciones, por lo que todo el mundo se encaminó hacia la zona en que estaban aparcados los autobuses. Se produjeron las lógicas aglomeraciones y tapones humanos, sobre todo al intentar cruzar el puente sobre el Ebro.

Un grupo de gente decidió sentarse en el suelo, mitad protesta pacífica, mitad para esperar a que se descongestionara la zona. Entre esas personas, Gladys. En ese momento, apareció un grupo de cuatro o cinco guardias civiles (paradójicamente, siempre con uniformes verdes) con las metralletas en la mano, cargadas y amartilladas, conminando a la gente a dispersarse. Inmediatamente comenzaron a golpear con sus armas a las personas que estaban sentadas. Sonó un disparo. Gladys no tuvo tiempo de levantarse. Sentada en el suelo como estaba, recibió un disparo en la nuca, a quemarropa, disparado por la espalda por uno de los guardias civiles, José Martínez Salas, y allí mismo quedó tendida, desangrándose. Sus amigos y compañeros consiguieron meterla en un coche y llevarla al Hospital de Tudela pero no se podía hacer nada por salvar su vida. Había muerto prácticamente en el acto. Tenía 23 años.

El dolor y la indignación se extendieron por todo Euskadi, como un incendio que devora la hierba seca. Protestas, manifestaciones, enfrentamientos...heridos, detenidos... También hubo pronunciamientos institucionales. El Ayuntamiento de Donostia (donde vivía Gladys) exigió la salida de Euskadi de las fuerzas policiales.

Como siempre ocurre en estos casos, el dolor y la desgracia contribuyeron a fortalecer la lucha por las causas en las que, como tantas otras personas, había venido participando Gladys : el movimiento antinuclear, ecologista, la defensa de la tierra, la lucha contra la especulación, el hiperdesarrollismo devorador, los grandes intereses económicos... También abrió los ojos de muchos y muchas. Los poderosos no se andaban con chiquitas a la hora de defender sus intereses.

Han pasado 25 años, que se cumplirán exactamente el 3 de Junio de 2.004. Muy a nuestro pesar, Gladys se convirtió, y hoy en día sigue siéndolo, en un estandarte de la lucha ecologista, considerada en su sentido más amplio.

Un grupo de amig@, antigu@s compañer@s de militancia e ilusiones de Gladys hemos constituido una comisión, Gladys Gogoan Batzordea, para, en coordinación con el veterano grupo ecologista Eguzki, recordar su figura, no como un mito ni una mártir, sino como símbolo de una lucha que hoy perdura, que todavía hoy tiene muchas causas por defender. Y, desde luego, no con tristeza, sino con fuerza y esperanza.

Recordar aquellos trágicos hechos es reivindicar la lucha ecologista, la defensa de la naturaleza, de la tierra, del aire, del sol. Pero, no nos equivoquemos. No es sólo cuestión de pájaros y flores. Es recordar que hay muy poderosos intereses económicos y especulativos que no se detienen ante nada y que son capaces de devorar la naturaleza y a quienes en ella viven con tal de seguir engordando su insaciable faltriquera.
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