El Hedonismo puesto en evidencia

Mi “Crítica de la noción de felicidad y repudio del hedonismo. La vida como esfuerzo”*, igual que las charlas y recensiones (en Ekintza Zuzena nº 35) que lo desarrollan, han suscitado fuertes incomprensiones, aunque también han recibido el respaldo de muchos, hastiados de la ideología oficial sobre la obligatoriedad del placer, y de que la búsqueda de la felicidad sea mandamiento número uno del orden constituido.

      Éste se define como Estado de bienestar, siendo tal vocablo un sinónimo de felicidad, por tanto, Estado de felicidad. En él el aparato estatal (en esencia ejército, policías, profesores y funcionarios) se compromete a que todos disfruten, gocen y sean dichosos.

      En particular, tal trabajo ha sido mal recibido por quienes se siguen aferrando a la ideología de los años 60, supuestamente “antisistema”, y por aquéllos que pretenden inteligir el siglo XXI con caducos textos del XIX, sin comprender las fundamentales innovaciones en las formas de dominación ideológica y política que han tenido lugar en los últimos 50 años, entre las cuales destaca la conversión del “principio del placer” en elemento preferente de conformismo y entontecimiento, de deshumanización y adhesión emocional al sistema.

      Precisamente en ello está una de las pruebas más sustanciosas de que componentes primordiales de la ideología “anticapitalista” y “revolucionaria” de los años 60 del pasado siglo son un procedimiento maquiavélico para promover los valores del capitalismo mientras se vocifera y agita, pretendidamente, en su contra.

      Pocas forma de práctica social son tan especificas de la sociedad hodierna como la publicidad, política y sobre todo comercial, hasta el punto de que la actual, más que de sociedad de consumo, ha de ser tildada de “sociedad de la información”, esto es, de la manipulación de las mentes y las conductas desde arriba, algo que jamás ha existido antes y que anula la libertad interior, espiritual o de conciencia.

      La sociedad de la publicidad es, por tanto, un sistema tiránico que exige una revolución que instaure la libertad de pensar, sentir y desear, y con ella, la libertad política y civil. Se admite que, cada día, el número de mensajes publicitarios que llegan al sujeto medio es de casi mil, la gran mayoría comerciales, pero éstos, en sus contenidos y naturaleza, son también ideológico y políticos. Así las cosas, ¿qué queda de la vida interior, autónoma y auto-creada, de la persona?

      La reciente publicación de “Industrias de la conciencia. Una historia social de la publicidad en España (1975-2009)”, 550 páginas, R. Eguizábal, permite conocer desde dentro -dado que su autor es entusiasta de tal “industria”- y en detalle este inmundo universo. Expone algo obvio pero que muchos no desean ver, que los contenidos de la publicidad comercial se asientan, sobre todo, en las categorías de placer y felicidad, elevadas a nuevos “deberes cívicos”.

      Arguye el libro que promover “la lógica del deseo” es el meollo mismo del quehacer publicitario, en significativa coincidencia con la elevación de “el deseo” a categoría axial por el “radicalismo” de los años 60 y 70, que en lo que más cuenta fue un movimiento para adecuar ideológicamente a las masas a las nuevas necesidades del capitalismo, en particular para adherir a la juventud a la sociedad de consumo.

      Apunta que la publicidad sustituye “el esfuerzo por el goce” de donde resulta que “todo esfuerzo debe quedar abolido”, astuto procedimiento para fabricar al consumidor pasivo, por tanto, el sujeto paciente y débil que al sistema le es necesario. Lo medular ha resultado ser que “no se debe renunciar nunca al hedonismo”. En definitiva, añade, hoy “todo el mundo tiene la obligación de la felicidad”, el “deber del placer, del disfrute”, imperativos que algunos consideran, ¡todavía!, derechos por los que batirse, ya nadie sabe contra quién. Particularmente iluminante es la campaña, en 2007, de una bebida carbónica, bajo el lema “La fábrica de la felicidad”, que podría servir de colofón a una buena parte del “anticapitalismo” en curso.

      Dice también que la publicidad “convierte el cuerpo en una religión”, de donde está resultando ese zoologismo insolente que impide el desarrollo de la causa primera y principal del cambio revolucionario, la conciencia, en tanto que realidad espiritual. En este caso no hay duda de que la publicidad comercial, supuestamente destinada nada más que a promover bienes y servicios en el mercado, se hace propaganda política.

      Lo grave es que bastantes continúen creyendo, a pesar de las muchas evidencias en contra, que la “lucha” por mejoras y ventajas materiales puede elevar el grado de distanciamiento de las masas del orden constituido, cuando lo que hace es hundir más y más a éstas en un fisiologismo deshumanizador que se realiza en el supermercado, en las industrias del espectáculo, en las ofertas del negocio turístico, en el consumo “liberador” de alcohol y drogas.

      Vuelvo a insistir que lo que se suele llamar, para entendernos, las ideas reaccionarias no son algo estático y atemporal, pues los sistemas de dominación cambian sus prácticas y discursos, así como sus instrumentos organizativos, según el cambio de las circunstancias. Hasta mediados del siglo XX el placerismo no ha podido realizarse completamente como el sistema de ideas y prácticas perfecto para vertebrar la conciencia dominante de la modernidad, y precisamente para lograrlo las instituciones se valieron, entre otras herramientas, del “anticapitalismo” sesentayochista, cuyo rasgo principal es su adhesión vehemente al hedonismo, felicismo y epicureismo, presentados como valores “revolucionarios” cuando son los disvalores de la reacción última y más moderna, por tanto, la más letal.

      De ello han resultado males formidables, por ejemplo, la desestructuración de la mentalidad militante, comprometida, madura y desinteresada, de donde proviene la actual catástrofe política que padecen los movimientos antiinstitucionales de boquilla, convertidos, en su mayoría, en una falange, cada vez más reducida eso sí, de gozadores sin cerebro y sin corazón.

      Finalmente, se ha de deplorar que un texto “antisistema” que trata estas materias, “De la miseria humana en el medio publicitario. Cómo el mundo se muere por nuestro modo de vida”, del grupo francés MARCUSE, no haya sido capaz de desembarazarse precisamente de los tópicos rancios urdidos en torno a mayo del 68 al tratarlas.

      No es de recibo que ponga en el centro los deberes de los seres humanos con la naturaleza y argumente casi todo a partir de ahí, sin entrar en la publicidad como sistema de órdenes ideológicas y políticas que crean seres subhumanos, esto es, hiper-dóciles. La naturaleza, en efecto, se muere por nuestro modo de vida, pero nosotros estamos ya muertos, por lo que parece, debido a que no queremos considerarnos como seres humanos, sólo como seres de la naturaleza, puramente zoológicos, meros cuerpos sin conciencia. Ello anula toda perspectiva revolucionaria. Tratar, además, de la publicidad sin centrar el análisis en el hedonismo y felicismo es estar ciegos a la realidad actual, por culpa de sistemas teoréticos y dogmáticos mil veces puestos en evidencia, pero a los que algunos siguen rindiendo un culto irracional.

      Como seres con conciencia que aún somos, o que cuando menos deberíamos desear ser, es conveniente que opongamos a los chabacanos y reaccionarios disvalores del placer y la felicidad los ideales y valores de la libertad, el esfuerzo, el servicio desinteresado, la verdad, el afecto, la vida ética y la revolución, que son los únicos hoy antisistema sin comillas. Así nos haremos gente del siglo XXI para transformar radicalmente el orden constituido, quizá en el siglo XXI.

                                                  

                                                                                           Félix Rodrigo Mora 

* Se publicará en el libro “Ética y política para una revolución fundante de una sociedad libre”, editorial Brulot.

Comentarios

El señor Rodrigo nos dice que “nosotros estamos ya muertos”, pero sólo “por lo que parece”. Me temo que no solo lo parece.

En la precampaña de Al Gore por la presidencia de EEUU de final del siglo pasado, su mujer hizo un pacto con la asociación norteamericana de enfermeras (ANA). A cambio del apoyo político de la organización de profesionales sanitarios más numerosa, se comprometía, una vez en el poder, a desarrollar una campaña de “normalización” del síndrome depresivo entre las enfermeras, que estaban siendo estigmatizadas socialmente por ello. Es sabido que la mayor tasa relativa de suicidios, drogadicción y enfermedades mentales se da entre los profesionales sanitarios, en especial médicos. En un noticiero de ayer mismo se nos informaba que la BBC ofrecerá la presentación de sus informativos a personas con el rostro desfigurado. ¿Quién podría rechazar esto sin ser tildado de hideputa? En otro escalón de la misma dialéctica una organización de resonancias anarquistas (http://www.lasbarricadas.net/) reclama el reconocimiento de enfermedades claramente ligadas a la contaminación. ¿Quién podría criticarles, si a estos pacientes se les trata de simuladores y se les veja en el sistema sanitario?

Los signos de la degeneración de la especie se multiplican por doquier, y no sólo en el ámbito sanitario. Pero el sistema ya nos ofrece la solución de una nueva economía basada en las biotecnologías y la terraformación. La vieja dialéctica de los izquierdistas contra los revolucionarios se reproduce: “si, si, tu utopía está muy bien, pero respóndeme algo concreto a este problema”. Un buen ejemplo histórico podría ser la conversación que se desarrolló en un café de Las Ramblas entre Eric Blair (Orwell) y Archibald Cochrane (padre de la Medicina Basada en la Evidencia) durante las Jornadas de 1937 (Cf.: Cochrane: “One Man’s Medicine”). No es difícil de adivinar quien estaba a cada lado de los argumentos confrontados.

El último parrafo de tu escrito "asi nos haremos gente del siglo XX1 para transformar radicalmente el orden constituido quiza en el siglo XX1" demuestran que tu eres antisistema, pero no antisistemas.
Quieres como tu dices transformar el orden constituido ,pero te mantienes partidario del orden,orden revolucionario basado en un idealismo, trasnochado y repleto de abstracciones; la libertad, la verdad, la etica, la.....
Quieres construir otro sistema, y ademas quieres que sea rancio.Conmigo no cuentes.
El titulo del libro donde se publicara tu trabajo, tambien es ilustrativo "etica y politica para una revolucion fundante de una sociedad libre"
Las sociedades libres me imagino que deben seguir siendo las comunistas, libre es la sociedad, no el sujeto, este sigue siendo vasallo del nuevo jerarca, la sociedad.
Con respecto a la felicidad, he de decir que solo es una idea para otra idea, el hombre.El humano vive de la forma que puede, y hay veces que las pasa mejor que otras y viceversa.
Criminal.

Criminal ¿Cuando el ser humano ha vivido sin sistemas sociales? ni siquiera los primitivos vivieron si ellos, lea antropologia y lo vera, reglas consetuedinarias, coaccion social, reglas culturales, culto a los antepasados, etc.

Felix propone un sistema donde el ser humano podra realizarse como ser, tanto individual como colectivo, desarrollar su libertad y el proceso de poder*, mantener su entorno, etc.

El individualismo "Stirnernita" de rechazo a la cultura social esta bien como reaccion negativa hacia sistemas opresivos, pero como desarrollo positivo de la sociedad humana es fantasioso ¿Que sociedad conoces que no tenga una cultura y base social comun?

Un saludo

*Lease "La sociedad Industrial y su futuro".

No se tanto, pero lo que si se es que los sitemas totalizantes (para todos) no tienen mas tiempo que el cristianismo. Y que los que durante los ultimos siglos se han postulado; socialismo, comunismo, anarquismo, capitalismo....son de base comunista y cristiana.
Ya se que el sedentarismo propicio la generalizacion de la rutina,la cultura y la doma pero ello no quiere decir que ello sea inevitable.
Yo considero que la relacion de los individuos es inevitable y seguramente necesaria, pero ello no da pie a la cultura alienante y estandarizadora que implica la domesticacion de las crias humanas en base a principios abstractos y absolutistas, que los sistemas llevan a cabo. Ademas la cultura, que se deriva de los usos y costumbres de los individuos, nunca es homogenea, porque todos somos diferentes y todo es cambiante. Cuando la cultura es una, quiere decir que ha habido imposicion.
Relacionemonos cuando queramos o necesitemos y con quien elijamos o podamos pero solo mientras mientras dure la necesidad o el pacto. Es decir asociemonos o unamonos de forma interesada pero no imbuyamos a los que no deciden, de compromisos que solo cada cual es el afectado.
Yo no creo en nada que se mantenga en un plano mas elevado que yo mismo,se llame como se llame, y ese es el caso de la sociedad que promueve el autor del escrito.Asociemonos cuando lo necesitemos, pero no fomentemos absolutismos jerarquizantes como en este caso lo es la sociedad.
La sociedad es para todos y es por ello obligatoria y permanente, dura mas que sus miembros, la asociacion o la union es solo paro los implicados, y cada uno se apea de ella cuando lo cree conveniente, o cuando lo que da origen a su creacion cesa o cambia.
Criminal

Antes del cristianismo ya existía la cultura domesticadora y colectivista, incluso pueblos nómadas como los tuaregs o incluso los yanomamis reglamentan su vida social, las relaciones sexuales, las actividades económicas, etc. Esta reglamentación es llevada a cabo por todo el grupo, de manera anarquíca y no por una autoridad superior.

Y lo que Félix propone, aunque podamos no estar de acuerdo es eso, al gestión colectiva y directa de los asuntos políticos.

Si tu fundases tu propia "Unión de egoístas" seguramente en los primeros tiempos esta funcionase como tu propones pero con el tiempo y cuando tus descendientes se socializasen en tu entorno esa asociación se convertiría en una cultura particular, toda cultura necesita "alienar" ya que esta es imprescindible para el hombre, para poder hacer frente al estado natural de las cosas. Otra cosa es que unas culturas sean más flexibles y otorguen más libertad que otras.

P.D: A ver si sigues escribiendo, me agradaban mucho tus textos, es necesario un poco de anticulturalismo e stirnernismo en el anarquismo actual.

Saludos

Es cierto como dices que antes del cristianismo, existia una cultura domesticadora, lo que yo digo es que el cristianismo es la primera teoria social de caracter totalizante, para todos.
Lo de las uniones de egoistas, puede que si o puede que no, o unas si y otras no. Ya sabes que todo cambia constantemente. Hay pactos que seran efimeros y otros que duraran mas, pero en cualquier caso, lo unico que a mi me importa es lo que yo pueda experimentar, los demas alla ellos, no sere yo quien les diga como han de vivir, ya sabes que no soy partidario de ningun sistema social absolutista.
Saludos
criminal

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