[Republicanismo Federal] Francisco Pi i Margall.

Confrontación e intercambio de ideas entre las diferentes tendencias del Anarquismo, así como crítica desde un prisma libertario a otras corrientes ideológicas e información sobre éstas.
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Cloratita
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[Republicanismo Federal] Francisco Pi i Margall.

Mensaje por Cloratita » 17 Ago 2005, 21:09

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Procedente de un medio obrero, estudió hasta doctorarse en Derecho (1847). Luego se ganó la vida como profesor, traductor y empleado de un banco, al tiempo que daba sus primeros pasos como escritor y crítico literario. Vinculado al Partido Demócrata desde que llegara a Madrid en los años cuarenta, participó en la Revolución de 1854 y se orientó cada vez más hacia la política: en 1854 publicó sus ideas federalistas en La reacción y la revolución; desde 1857 sostuvo polémicas en defensa del socialismo contra los demócratas individualistas o liberales. En 1864 adquirió notoriedad como director del periódico La Discusión, desde el cual difundió su ideología; por ese motivo hubo de exiliarse en París durante la reacción que siguió a la intentona revolucionaria de 1866.

Exilio

La estancia en París le permitió profundizar en el conocimiento de Proudhon - fallecido el año anterior - , autor cuya influencia es visible en el pensamiento de Pi y que él mismo traduciría al español. Allí maduró Pi su ideología revolucionaria, basada en la destrucción de la autoridad para sustituirla por el libre pacto constitutivo de la federación. El triunfo de la Revolución de 1868 le permitió regresar y ser elegido diputado en las Cortes constituyentes.

Diputado

Se erigió como uno de los grandes líderes del republicanismo, en una vertiente federalista y cercana al socialismo (lo que le permitía conectar mejor con las aspiraciones sociales de las clases trabajadoras y con las aspiraciones de descentralización política de su ciudad natal). En consecuencia, se opuso al carácter monárquico de la Constitución de 1869, y - ya como máximo dirigente del Partido Republicano Federal, desde 1870 - combatió el reinado de Amadeo de Saboya. Cuando éste abdicó, Pi fue uno de los impulsores de la proclamación de la Primera República Española (1873). El primer presidente de la misma, Estanislao Figueras, que conocía bien a Pi por haberle tenido empleado en su bufete de abogados, le encomendó el difícil Ministerio de la Gobernación; desde aquel cargo, Pi hizo lo que pudo por mantener el orden público, contener el movimiento cantonalista y procurar que las elecciones arrojaran un resultado favorable para el régimen. Al dimitir Figueras, fue el propio Pi y Margall quien se hizo cargo del Poder Ejecutivo (formalmente no existía el cargo de presidente de la República, en tanto no se promulgara una nueva constitución).

Poder Ejecutivo de la República

Lo hizo con un amplio programa de reformas políticas y sociales que no pudo llevar a cabo, pues sólo se mantuvo durante algo más de un mes, acosado por la rebelión cantonalista (que nacía de una lectura radical del ideal federalista) y por la división entre las filas republicanas: a la tradicional oposición entre socialistas e individualistas se unía la ruptura entre unionistas y federalistas, y la propia división de los federalistas entre moderados y radicales.

Restablecimiento de la Monarquía

Tras el golpe de Estado de 1874 que restableció la Monarquía de los Borbones, Pi y Margall se retiró temporalmente de la política y se dedicó a su trabajo como abogado, pensador y escritor. En los años ochenta, aprovechando la tolerancia de los gobiernos liberales, volvió a la actividad pública para reorganizar a los republicanos federales. Confiando en las posibilidades de éxito que les ofrecería la restauración del sufragio universal en 1890, creó en aquel mismo año un periódico propio (El nuevo régimen) e impulsó la definición del programa del partido en 1894. Su prestigio le permitió ser elegido diputado en 1886, 1891 y 1893; pero perdió popularidad al ser el único líder republicano que no se dejó arrastrar por el ardor nacionalista durante la Guerra de Cuba (1895-1898): propugnó la concesión de la independencia a las colonias y se opuso a la guerra contra los Estados Unidos, modelo de democracia republicana y federal.

Wikipedia.
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sal de los bares, ellos están ahí,
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Cloratita
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Mensaje por Cloratita » 17 Ago 2005, 21:13

Contra las campañas por la III Republica Española, basada en la II Republica Española, deberíamos rescatar la memoria del republicanismo federal hispano (reformista o radical). La única republica digna de ser llamada así, es la popular, socialista, libertaria y federal.
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Mensaje por El Curioso Lector » 17 Ago 2005, 22:37

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"No estando ligados formalmente al pasado, no tendremos ninguna obligación con los programas y los métodos antiguos, pudiendo más libremente elaborar, sobre la base de las extraordinarias experiencias de nuestro tiempo, un programa renovador."

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Mensaje por El Curioso Lector » 23 Ago 2005, 23:44

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Mensaje por Manu García » 24 Ago 2005, 01:07

Pues sí. Debemos agradecer a Kaplan que se comenzara a superar la imagen mítica del anarquista andaluz milenarista por una más ajustada a la realidad. El anarquista andaluz de fines del siglo XIX era eminentemente organizador, pragmático y se centraba en reivindicaciones inmediatas de clase (sin olvidar, claro está, el objetivo último que era la revolución social).

Y, por supuesto, recogió el bagaje del republicanismo federal, en la línea "juntista" que había caracterizado los levantamientos del siglo XIX. Y no dudó en tejer alianzas con estos sectores del republicanismo que sobrevivieron al cambio de siglo (recordemos dos nombres, Blas Infante y Pedro Vallina y una fecha, 1932).
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Mensaje por El Curioso Lector » 06 Sep 2005, 23:52

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Mensaje por El Curioso Lector » 14 Sep 2005, 04:56

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Manu García
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Mensaje por Manu García » 14 Sep 2005, 18:59

Los gruesos volúmenes de Díez Torre me imponen por el momento bastante respeto. Cuando tenga valor me lanzaré sobre ellos.

Mil gracias por tu síntesis y valoración, Curioso Lector, muy accesibles y didácticas.
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Pablo (A)
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Mensaje por Pablo (A) » 06 Sep 2007, 15:37

Sacado de http://es.wikisource.org/wiki/La_reacci ... C3%B3n_:_7
Pi i Margall escribió:¿Qué es la revolución? La revolución es, hoy como siempre, la fórmula de la idea de justicia en la última de sus evoluciones conocidas, la sanción absoluta de todas nuestras libertades, el reconocimiento social de esa soberanía que la ciencia moderna ha reconocido en nosotros al consignar que somos la fuentes de toda certidumbre y todo derecho. No es ya una simple negación, es una afirmación completa. Tiene por principio y fin el hombre, por medio el hombre mismo, es decir, la razón, el deber, la libertad; cosas en el fondo idénticas. Su forma es también humana en cuanto cabe. Representa aún el poder, pero tiende a dividirlo; no mata aún la fuerza, pero le clava el puñal hasta donde sabe y puede. Divide el poder cuantitativa, no cualitativamente, como nuestros constitucionales. Está limitada, pero ella no ve límite, porque cree en el progreso indefinido. Es, para condensar mejor mi pensamiento, en religión atea, en política anarquista: anarquista en el sentido de que no considera el poder sino como una necesidad muy pasajera; atea, en el de que no reconoce ninguna religión, por el mero hecho de reconocerlas todas; atea aún, en el de que mira la religión como obra de nuestro yo, como hija espontánea de la razón humana en su época de infancia.

Sé bien que muchos revolucionarios, si no en público, en secreto, han de levantar contra esta explicación una enérgica protesta; mas sus protestas no me espantan; no me obligarán de seguro a borrar ni una palabra. Unas serán inspiradas por la hipocresía, otras por la ignorancia; ninguna por la ciencia. Hay una grave falta en muchos de nuestros revolucionarios, la de que no tienen aún una plena conciencia de la nueva idea. La reacción se lo echa en cara a cada paso, y es preciso confesar que está en lo justo. Divagan casi siempre, suplen casi siempre la escasez de razones con vanos alardes de más o menos sublimes sentimientos. El sentimentalismo, conviene tenerlo muy presente, podrá seducir al pueblo rudo, nunca al pueblo inteligente; y es siempre éste el que decide la suerte de las grandes causas. La doctrina de Jesucristo, antes de triunfar, necesitó de un Orígenes que la racionalizara, poniendo a su servicio la filosofía del antiguo mundo; Proudhon, con su lógica inflexible, ha hecho dar más pasos a la economía que los socialistas juntos con sus arranques de imaginación y de humanitarismo.

(...)

Homo sibi Deus, ha dicho un filósofo alemán: el hombre es para sí su realidad, su derecho, su mundo, su fin, su Dios, su todo. Es la idea eterna, que se encarna y adquiere la conciencia de sí misma; es el ser de los seres, el ley y legislador, monarca y súbdito. ¿Busca un punto de partida para la ciencia? Lo halla en la reflexión y en la abstracción de su entidad pensante. ¿Busca un principio de moralidad? Lo halla en su razón, que aspira a determinar sus actos. ¿Busca el universo? Lo halla en sus ideas. ¿Busca la divinidad? La halla consigo.

Un ser que lo reúne todo en sí es indudablemente soberano. El hombre pues, todos los hombres son ingobernables. Todo poder es un absurdo. Todo hombre que extiende la mano sobre otro hombre es un tirano. Es más: es un sacrílego.

Entre dos soberanos no caben más que pactos. Autoridad y soberanía son contradictorios. A la base social autoridad debe, por lo tanto, sustituirse la base social contrato. Lo manda así la lógica.

La democracia ¡cosa rara! Empieza a admitir la soberanía absoluta del hombre, su única base posible; mas rechaza aún esa anarquía, que es una consecuencia indeclinable. Sacrifica la lógica, como los demás partidos, ante los intereses del momento, o cuando no, considera ilegítima la consecuencia, por no comprender la conservación de la sociedad sin un poder que la gobierne. Este hecho es sumamente doloroso. ¿Se reconocerá pues siempre mi soberanía sólo para declararla irrealizable? ¿No seré nunca soberano sino de nombre? ¿Con qué derecho combatiré entonces a los que combatan mi sistema?

Yo, que no retrocedo ante ninguna consecuencia, digo: El hombre es soberano, he aquí mi principio; el poder es la negación de su soberanía, he aquí mi justificación revolucionaria; debo destruir este poder, he aquí mi objeto. Sé de este modo de dónde parto y adónde voy, y no vacilo.
Refloto este tema porque la figura y obra de Pi i Margall me parece enormemente interesante para l@s anarquistas, si bien no comparto esa fe en el republicanismo federal. Es cierto que la II República no da la talla frente a la Primera, que fue constituída por auténticos republicanos (mientras que la segunda fue una democracia moderna, donde imperaba el medrar por encima de todo). No obstante, tampoco considero un sistema válido el de la I República.

Centrándonos en Pi i Margall, el texto que he copiado es de lo más interesante que le he leído, y sirve para hacerse una idea de por qué much@s anarquistas de la época lo consideraron "el primer anarquista español". Entiendo el cariño que se le tenía, aunque me parece un error de apreciación considerar a Pi anarquista, puesto que él mismo asume el poder como una necesidad transitoria. Eso sí, rompiendo una lanza en su favor, creo que es de los pocos políticos honrados que ha habido en España, si no el único.
Hoy condenará la Audiencia
a un ladrón principiante
por no robar lo bastante
para probar su inocencia...

Ser cenetista

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