Argumentos especistas y contraargumentos veganos

Conservacionismo, Antidesarrollismo, cuestionamiento de la tecnología, naturismo, alternativas al sistema industrial capitalista, cambio climático...
Avatar de Usuario
TheLadyDowding
Mensajes: 33
Registrado: 06 May 2008, 04:06

Argumentos especistas y contraargumentos veganos

Mensaje por TheLadyDowding » 07 May 2008, 00:22

Dejo los argumentos especistas más oídos por todos los vegetarianos y más aún por los veganos, ya se verán identificados con la mayoría, si no es con todos:

1.-“Los humanos siempre hemos comido carne”.

Empezaremos diciendo lo que dijo el escritor y premio Nobel, Isaac Bashevis Singer: “La gente argumenta con frecuencia que los humanos siempre han comido carne, como si ésta fuera una justificación para continuar la práctica. De acuerdo con esta lógica, no deberíamos tratar de evitar que la gente mate a otra gente dado que esto también ha sucedido desde el comienzo de los tiempos”.

Hasta hace unos dos millones de años la dieta de nuestros ancestros se basaba principalmente en frutas, semillas., hojas, tallos, raíces, brotes tiernos, tubérculos, y frutos secos. Debido a cambios climáticos adversos los vegetales escasearon y, para sobrevivir, el Homo ergaster tuvo que recurrir a alimentos de origen animal. Consumía carne de cualquier animal que encontraran muerto, o que lograran atrapar, así como huevos de aves o reptiles que buscaba entre los árboles o por las orillas de los lagos donde habitaba.

Más adelante, nuestros ancestros se organizaron para cazar animales. Cazar con armas primitivas era, en algunos casos, bastante peligroso para el cazador, y los animales que perseguían eran adorados y temidos. Hoy en día, los “cazadores” de los modernos supermercados no se parecen mucho a sus predecesores. El “cazador/consumidor” actual se encorva sobre los mostradores refrigerados y selecciona los envoltorios plásticos etiquetados, que marcan “lomo”, “filete”, etc. Con la mente ocupada en otros temas arroja sus presas al interior del carrito y aguarda en la cola de la caja. A veces una gota de sangre se escapa del envoltorio y salpica la mano o la camisa; ése es el instante en que esa persona se halla más próximo a la realidad de los mataderos.

Pero, dejando aparte si hemos sido en un origen herbívoros o carnívoros, cabe plantearnos si hoy día es necesario comer carne. Existiendo la opción de elegir un alimento libre de crueldad ¿por qué no hacerlo?. El vegetarianismo es una dieta equilibrada y sabrosa, así que sólo es una cuestión cultural, de costumbre, paladar o comodidad, y habría que plantearse hasta que punto estos argumentos tienen más fuerza que el hecho de que se comercie y mate a un animal.

Hasta hace unos 100 años, la dieta básica occidental estaba compuesta por cereales, legumbres, verduras, patatas, frutas y productos lácteos. Con el aumento del nivel de vida, esta dieta ha sido reemplazada progresivamente por la carne de vacuno, pescado, pollo, grasas animales y alimentos precocinados y envasados. En la actualidad, los consumidores occidentales comen un 35% más de productos lácteos, un 52% más de ternera, un 84% más de pescado, un 190% más de huevos y un 280% más de pollo que en 1900. Durante este mismo periodo, el número de enfermedades cardiovasculares letales, cáncer, enfermedades reumáticas, asma bronquitis, artritis, alergias, etc han incrementado significativamente.

Recomendamos la lectura del siguiente artículo, titulado "El vegetarianismo a través de la historia", de Inma Morales, y publicado en el nº 2 de la revista "Vegetus"(de la UVE).

2.-“Es necesario comer carne para no tener carencias (proteínas, hierro,...)”.


Para este punto recomendamos visitar nuestra sección de nutrición.

No es necesario consumir productos de origen animal para mantener una buena salud. En muchos casos es todo lo contrario, ya que suministrar mucha carne supone para el organismo una agresión que no puede digerir adecuadamente: el resultado es una fijación en el cuerpo de una serie de elementos tóxicos (ácido úrico, colesterol, amoniaco,...) que son responsables, con los años, de multitud de enfermedades de tipo cardiovascular, cáncer, artritis, reumatismos, etc. (con el consiguiente beneficio para la industria farmacéutica). En Gran Bretaña (país donde hay ya una buena cultura vegetariana), los vegetarianos le salen muy baratos a la Seguridad Social, ya que generan cinco veces menos gastos asistenciales a lo largo de su vida que un consumidor convencional.

Según un artículo publicado en el semanal Magazine, el consumidor de carne exige al ganadero que las vacas se alimenten de hierba, pero que den carnes blancas. Esto es literalmente imposible porque la alfalfa ennegrece la carne. La presencia de compuestos químicos en los cadáveres de los animales usados para alimentación humana tiene que estar en unas cantidades que no superen lo límites máximos permitidos por la legislación, pero lo que no se cuenta es que esos límites ignoran los “cócteles” y cómo interactúan las sustancias entre sí. Además, muchos de esos valores máximos responden a criterios políticos antes que científicos. Los límites legales se establecen en algunos casos para amparar los contenidos que existen en los mercados, y no al revés. Esa amalgama de productos químicos que se emplea en la agricultura (de la que el consumidor de carne recibe por dos vías, la directa cuando consume productos no cárnicos, y la indirecta, a través del animal que ha comido muchos de esos productos), la ganadería y la industria, es la “contaminación silenciosa” de posibles consecuencias crónicas. De esa contaminación queda un rastro que sólo se ve, si acaso, en los laboratorios especializados. Los expertos aseguran que no hay análisis que dé resultado negativo. Las cantidades son pequeñas, pero el organismo lo va acumulando a lo largo de la vida y puede manifestarlo en forma de cáncer u otras dolencias graves. Hay infinidad de sustancias cuyas consecuencias para la salud son todavía desconocidas. Por lo general se realizan pocos análisis de los alimentos, y los que se hacen “encuentran sólo lo que buscan”, para ratificar que no hay problemas, por eso cuando algo sale a la luz es que está muy extendido. Algunas crisis, como las de los pollos belgas, las vacas locas o el salmón de piscifactoría, son ejemplos para ilustrar por dónde llegan los problemas a estos alimentos.

Las “vacas locas” y el escándalo de los salmones de piscifactoría, son paradigmas del descontrol que persistió en la fabricación de alimentos para la ganadería y la pesca. La demanda de piensos crece a un ritmo muy superior a la de la oferta y es casi imposible controlar lo que cada granjero hace en sus explotación. Luces de alarma se habían encendido antes por la utilización generalizada de sustancias como hormonas o antibióticos (una bomba de relojería porque crean bacterias resistentes a todo), pero tuvo que llegar la encefalopatía espongiforme bovina para que las autoridades tomaran en serio el desbarajuste que supone la alimentación de la ganadería. A continuación mostramos 3 ejemplos:

* Un escándalo de grandes proporciones fue el conocido como “los pollos de Bélgica”. Esta crisis permitió conocer un problema de contaminación ambiental que todavía está sin solución. Todo empezó con una gran mortandad de pollos en una granja belga. Las investigaciones concluyeron que los animales tenían altos índices de unas sustancias ausentes en los piensos que se suministraban a la granja. Esas sustancias fueron introducidas en los piensos por el fabricante, que utilizó grasas contaminadas procedentes de aceites refrigerantes, utilizados en transformadores eléctricos. Contienen sustancias extremadamente tóxica, utilizándose durante écadas como el mejor aislante y controlador de la llama para las instalaciones eléctricas. Además en aquel pienso se había añadido hasta fango extraído de la limpieza de las depuradoras.
* Otro caso similar ocurrió con los piensos para aves fabricados con cáscaras de almendra, serrín de pino y zuro de maíz (núcleo de la mazorca). El problema fue que los pinos convertidos en serrín habían sido tratados con pentaclorofenol, y nadie cayó en la cuenta de que aquella madera podía acabar en el buche de los pollos y después en el estómago de las personas.
* El engorde de los peces en las piscifactorías tampoco ha estado exento de escándalos. Hace poco tiempo se conoció que el salmón criado en piscifactorías europeas mostraba mayor contenido en dioxinas que el de Estados Unidos. Según los expertos, el probable origen de esas sustancias era el mar Báltico, zona altamente contaminada por las fábricas de papel. Está prohibido exportar pescado capturado en el Báltico para consumo humano, pero no para la fabricación de harinas. Y por esa vía llegan las dioxinas a las piscifactorías y por último al humano. Estas sustancias se acumulas en los tejidos grasos y tardan décadas en ser eliminadas.

Una alimentación vegana completa suministra todos los elementos nutritivos necesarios para los humanos. La forma de pensar de los médicos está evolucionando, y son innumerables los estudios que muestran los beneficios para la salud de una dieta ajena a la explotación de los demás animales.

Para nuestros ancestros, el cazar y el comer carne estaba gobernado por otras necesidades, además de las puramente físicas. Era un acto mágico, precursor de la religión y la ciencia. Incluso cuando la primitiva agricultura liberó a muchos hombres de la inseguridad de la vida nómada, las creencias en los poderes de la carne continuaron.

En las diversas épocas y sociedades los humanos han desarrollado leyes, costumbres y actitudes contrapuestas con respecto a la comida. Entre ellas, las carnes han aportado gran número de simbolismos y ritos. Dependiendo de la cultura imperante, la carne ha sido vista como necesidad, lujo, perversión, tabú, medicina o veneno.

El mito de la carne se ha transmitido de generación en generación sin importar que la sociedad dependiera de la caza o de las cosechas. En el mundo actual, el antiguo mito se mantiene con tanto poder como en los primitivos grupos de cazadores. Dejar la carne es prescindir de algo que ya forma parte de la “cultura”. La mayoría de los occidentales aún cree que el comer carne es la única garantía de salud. Este mito suele comenzar en la infancia, cuando se alimenta a los niños mediante papillas de carne de ternera, pollo o merluza, con la errónea confianza de que tales ingredientes son absolutamente esenciales para su correcto desarrollo. Con los años esa persona se verá rodeada de restaurantes y establecimientos en los que predomina la carne.

Pese a su adoración por la carne, muchas personas prefieren ser ajenas a la realidad de su obtención y la consideran como una sustancia abstracta. Así, las mismas almas sensibles que tiemblan ante la vista de un perro o un gato atropellado van luego a la pescadería para echar un vistazo a los peces muertos de ojos brillantes. Mientras los miran sin darle importancia al asunto, el pescadero los corta en trozos y tira sus entrañas en un basurero. Después puede que hagan una paradita en la carnicería para comprar algunos cuartos de pollo, riñones o lengua de vaca.

3.-“Con la de problemas que tenemos los humanos...”.

Todo el que dice esto se olvida de que nosotros, los humanos, también somos animales.

Por otro lado, tras el lógico argumento de que “habiendo tantos problemas que solucionar entre humanos, ¿para qué te preocupas de los animales?”, se esconde el más rancio conformismo y conservadurismo ideológico. ¿Para qué intentar cambiar nada?, si siempre habrá problemas mayores que solucionar. Según el mismo argumento, ¿para qué preocuparnos de los problemas de las mujeres?, siendo que los hombres tienen tantos problemas; ¿para qué preocuparse de los problemas de otros países?, siendo que en el nuestro hay tantas cosas que arreglar; ¿para qué preocuparme de mi vecino?, cuando yo ya tengo mis problemas, y así un largo etcétera de insolidaridad.

Con este argumento parece que ocuparnos de los animales impide hacerlo también de los humanos, y que sean cuestiones incompatibles. Pero modificar nuestra dieta para hacerla no cruenta no impide hacer cosas por cualquier ser que siente (sea humano o no). Además, siendo vegetariano se contribuye a mejorar la calidad de vida del tercer mundo, ya que se posibilita el mejor reparto de las cosechas entre todos.

Este argumento sugiere que los animales y los humanos son muy diferentes, y están separados por barreras infranqueables, por lo que ayudar a los “seres inferiores” imposibilita el ayudar a los “superiores”. Pero somos tan animales como ellos, ni mejores ni peores, solo que nosotros lo vemos desde nuestro punto de vista, y juzgamos las cosas según él. Además, las personas que argumentan esto no suelen ser precisamente las que más hacen por los humanos.

Por otro lado, mientras los países ricos derrochan alimentos transformándolos en proteína animal, los países pobres pasan hambre. El problema no procede de la limitación cuantitativa, sino del status, de intereses económicos y de repartición desigual.

El primer paso hacia la solidaridad con el Tercer Mundo es hacerte vegan@.

4.-“Con dejar de comer carne no vas a solucionar nada”.

Aunque algunos detractores del vegetarianismo argumentan que es inútil hacer nada a menos que se pudiera evitar todo (sería terrible aplicar esto al resto de problemas de los humanos), consideramos que hasta la más mínima acción que se realice para retirar nuestro apoyo a la explotación animal es valiosa. No es una tontería reducir tanto sufrimiento como nos sea posible, si nuestra meta es reducir el sufrimiento. No tenemos que evitar todo, sino todo el que individualmente podamos, distanciándonos de los símbolos principales causantes del sufrimiento animal. El resto de los usos menores de productos animales irán desapareciendo a medida que las industrias cárnicas y lecheras vayan perdiendo poder.

El hecho de decidir lo que comemos puede parecer a simple vista que no sea una gran cosa, pero en realidad tiene consecuencias muy importantes:

* salvas vidas (no matan animales por ti)
* mejoras tu salud
* ayudas a los humanos más necesitados (Tercer Mundo)
* contribuyes a conservar el medio ambiente.

Una dieta basada en proteínas de origen animal es la base de la mayoría de los problemas del planeta: océanos moribundos, deforestación, pérdida del suelo fértil, disminución de los recursos acuíferos y pérdida de hábitats. Es básica en la creación de enfermedades y es la causa principal del abuso animal y extinción de especies. Ninguna otra decisión es tan simple, tan ética, tan efectiva y tan necesaria.

Por otro lado, la tierra es nuestro principal recurso, y utilizarla para alimentos de directo consumo humano tiene una lícita justificación. Lo que resulta irracional es explotarla cultivando cosechas para engordar a los millones de animales que a su vez servirán de alimento a los habitantes del primer mundo. Este sistema es el principal responsable del agotamiento de los recursos alimentarios del planeta. Así:

* la obtención de cada kilo de carne de vaca ha precisado 1500 litros de agua y 15 kilos de cereales; además de que para la obtención de un kilo de trigo para piensos se requieren 2.000 litros de agua.
* algunos rendimientos medios de transformación de proteína vegetal en animal son: de la vaca el 50%, del pollo el 20% y del cerdo el 12%.
* de un cultivo de 100m2 de soja se obtienen 5 kilos de proteína que pueden cubrir las necesidades de 70 personas durante un día; si se utiliza para alimentar ganado sólo se obtendrá ½ kilo de carne, lo justo para alimentar a 4 personas al día.
* el 80% de los recursos acuíferos del planeta se destina al consumo del ganado (un vegano puede ser alimentado con menos del 10% del agua para un omnívoro).
* sólo el 34,5% de la energía procedente de combustibles fósiles empleada en la cría de animales más eficaz se recupera como energía calórica; pero en la menos eficaz de las cosechas vegetales se obtiene un 328%.

En definitiva, un lamentable derroche que no tiene en cuenta la escasez mundial de agua y suelo agrícola. El modo de vida “carnívoro” del 25% de la población mundial se queda con más de la mitad de la producción de grano, en un planeta con casi 1000 millones de personas desnutridas. Si cada habitante de los países desarrollados redujera su consumo de carne tan solo un 10%, el grano sobrante por este motivo bastaría para alimentar a los 60 millones de personas que mueren de hambre cada año.

La desesperada búsqueda de pastos con este fin supone gran parte de causa de la masiva deforestación de las selvas tropicales y su posterior conversión en desiertos, una vez que el suelo ha sido totalmente erosionado. Un vegano salva miles de árboles al año.

Por otra parte está también el problema de la contaminación por los desechos de las granjas. En España, el ganado produce 20 veces más excrementos que los humanos. La mayor parte de éstos se vierten directamente al agua de los ríos y cauces subterráneos, dejándola pestilente e inservible para el consumo. Además los gases tóxicos generados por estos residuos, como amoniaco, metano y dióxido de carbono, contaminan la atmósfera, afectando a la capa de ozono y contribuyendo al efecto invernadero.

5.-“Formamos parte de una cadena alimenticia, es natural que nos comamos los unos a los otros”.

Eso podía argumentarse en caso de que viviesemos en "estado natural", pero nada más lejos de ser así. Vivimos en zonas apartadas del resto de animales (a excepción de los que hemos domesticado para nuestro provecho). La cadena alimenticia está truncada ya que hoy día no tenemos predadores naturales, por lo que no sería cierta la igualdad en cuanto a que otros animales puedan cazarnos y alimentarse de nosotros. Además, los animales que sirven de sustento a los que comen carne tampoco viven según los dictados de la naturaleza, puesto que permanecen recluidos, confinados o vigilados por los humamos. Tampoco su reprodución es natural, puesto que se les insemina de forma artificial.

Así pues, nada más alejado de la natural cadena alimenticia que la actual dieta cárnica.

Además, aunque vivieramos en estado natural, debemos ser conscientes de que somos el único animal que tiene la posibilidad de elegir qué tipo de ingredientes incluimos en nuestra alimentación. De este modo, y habiendo alternativas, deberíamos elegir la que menor daño cause, y es evidente que estaríamos hablando de una alimentación sin productos animales.

Como bien se dice en el libro "La dieta ética" de David Román y Estrella Vilaplana:
"Es cierto que anatómicamante no somos como los herbívoros, y evidentemente no pdemos vivir comiendo hierba. Pero lejos de tener un parentesco con los carnívoros naturales, la estructura de los órganos de nuestro cuerpo u la composición de nuestra sangre es muy similar a la de los grandes simios, es decir, los mayores entre los monos sin cola como los orangutanes, los chinpancés y los gorilas. De hecho, recientemente se ha descubierto que compartimos con ellos hast un 98% de nuestro código genético. Lo que sí está claro es que no estamos adaptados adecuadamente al consumo de carnes, ni tampoco de leche de otros animales.

En lo que respecta a los orígenes de la humanidad, es bastante probable que empezásemos como criaturas frugívoras y cambiásemos hacia el consumo de carnes como resultado de migraciones hacia regiones inhóspitas, o a causa de una escasez en la cubierta vegetal debida a cambios climáticos. Nos autocalificamos como omnívoros, pero esto es resultado de nuestra elección, no de nuestra fisiología".

6.-“Las plantas también sufren”.

El dolor es un estado o sensación psicológica desagradable, una forma de sufrimiento que tiene una gran utilidad para la supervivencia de un organismo. Tener la capacidad de percibir el entorno y de experimentar sensaciones es una estrategia adoptada por los animales que les permite reaccionar ante fuentes de daño y peligro que amenacen su supervivencia. Pero para poder experimentar sensaciones o estados mentales, es condición necesaria poseer un sistema nervioso que permita el procesamiento de la información. Las plantas no disponen de células especializadas en el procesamiento rápido de información que permita una respuesta plástica a su entorno. Aunque diversos experimentos parecen haber comprobado cierta capacidad de reacción de algunas plantas ante algunos estímulos, no parece demostrado que posean la capacidad de sentir dolor o sufrir como los animales. El hecho de no tener movilidad haría inútil esta sensación, puesto que no pueden huir de su agresor.

De todos modos, y en el caso de que en un futuro se demostrara que las plantas sufren, la alimentación con animales produce mucho más sufrimiento porque se han utilizado muchas plantas para alimentar al animal, además de la muerte de dicho animal, mientras que los vegetarianos/veganos utilizamos muchas menos plantas. Un carnívoro requiere de mucho mayor número de plantas para alimentarse (aunque no se las coma directamente).

Desde aquí queremos indicar que la opcíon del frugivorísmo o frutarianismo nos parece una opción aún más respetable con la vida, ya que su alimentación se basa en el consumo de los frutos (no confundir con que sólo comen fruta), y por lo tanto no es necesario matar a las plantas que los producen.

7.-“La carne me gusta y no sabría qué comer si no la comiese”.

Uno de los prejuicios más comunes que suele tener la gente respecto a las dietas vegetarianas, es pensar que al adoptarlas se está privando de consumir un gran número de alimentos. Es como un sacrificio para renunciar a determinados placeres gastronómicos. Pero, se podría alegar que, si uno evita consumir algo que es negativo para su salud y además para el bienestar de otros seres y del medio ambiente, está haciendo un buen acto. Evidentemente se prescinde de algunos ingredientes comúnmente utilizados, pero se aprende a usar otros que no son tan populares, con lo que la cocina resultante es más variada, multicolor y apetitosa.

Por otro lado, la creencia en la supremacía de los alimentos cárnicos es lo que aturde a muchas personas en el momento de cuestionarse las ventajas del vegetarianismo. Se construyen mentalmente cómo queda su plato sin carne, ve la ensalada, el puré de patatas o los guisantes, pero allí donde solía estar la carne hay un vacío. ¿Cómo se puede vivir sin carne, con una triste lechuga un día tras otro?. Por lo que concluye que sería incapaz de vivir así. Pero, ¿quién puede culparle de ello?, ¿acaso cuando se habla del vegetariano en los medios de comunicación (principalmente en la televisión) no se nos vende que son seres enclenques, o hipersensibles, o que sólo comen acelgas o que se pasan el día meditando?.

Pero el menú vegetariano no se limita en cuando a variedad; hoy día están al alcance del consumidor más de 50 tipos de verduras, 25 tipos de leguminosas, 20 tipos de frutas,15 tipos de hortalizas, 12 tipos de semillas, 9 tipos de cereales y 7 tipos de algas. Esto hace que no suponga ningún gran esfuerzo el dejar de consumir animales, ni una vida de dolor y sufrimiento para soportar las frugalidades de la dieta, como en muchos casos se piensa. Los alimentos se pueden preparar en infinitas combinaciones que nunca imaginaría un cocinero limitado por el lema: “la carne es lo principal en una comida”. La comida vegetariana puede ser rápida y simple como la cárnica, aparte de mucho más sana. Podeis visitar nuestra sección de recetas.

Además, no debemos dejarnos engañar por la terminología empleada por la industria de la carne, y saber en todo momento lo que nos están vendiendo: bistec (músculo), molleja (estómago), morcillas (sangre cuajada usando intestinos como fundas), etc...

8.-“Los animales que nos comemos han sido creados y criados para alimentarnos”.

Los animales no hemos sido creados ni criados para nada, salvo para vivir nuestra vida.

Hay quien defiende que hemos de proteger y respetar a los animales salvajes, en peligro de extinción (gorilas, ballenas, delfines, lobos,...) o especialmente afines a los humanos (perros y gatos), pero no se plantean el respeto por la vida y libertad de los cerdos, vacas o pollos, ya que éstos han nacido ya en cautividad y han sido criados para que nos alimentemos (no debemos olvidar que incluimos, claro está, a la creciente industria de las piscifactorías donde se crían peces y marisco). Parece que como no han conocido la vida salvaje no la pueden echar en falta y que como les hemos dado un nombre específico: “animales de abasto”, no pueden esperar ser tratados como seres que sienten o tienen derechos. Su fin es ser criados para morir, para darnos gusto al paladar. Estas personas ven normal comer carne de ternera, pero no de ballena, de cerdo, pero no de jabalí, de pavo, pero no de águila, de conejo, pero no de gato. En todo caso muestran compasión, siendo además selectiva. Se oponen a la absurda muerte de los animales en peligro de extinción o de los animales “domésticos”, pero no se preocupan de la muerte de los animales per se, como individuos.

Los veganos no nos movemos por compasión, sino por justicia, y consideramos que todos los animales tenemos derecho a la vida y a la libertad. No diferenciamos entre un cadáver de pollo que cuelga de un gancho en una carnicería y un perro que muere ahorcado por un cazador, ya que estas muertes era innecesarias, y en ambas se ha acabado con la vida de un ser con capacidad para sentir. Tampoco creamos diferencias de consideración si alguien mata a un animal en peligro de extinción o a otro criado por su carne, ya que quien sufre por su encierro, maltrato o muerte no es la especie, sino el individuo. Todos los animales hemos nacido para vivir nuestra vida, y nadie tiene derecho a privarnos de ella (salvo en caso de defensa propia y subsistencia, claro está), sin importar nuestra raza, especie, o si estamos en extinción o no.

Si nos referimos al modo en que viven antes de ser asesinados, tenemos que indicar que, desde mediados del siglo XX, sólo el 5% de la ganadería se cría en libertad, sufriendo el resto la terrible cría intensiva. Sólo en España se sacrifican anualmente unos 2 millones de vacas, 12 millones de cerdos y más de 30 millones de aves. Pocos de los que tienen delante de sí un plato de carne conocen el sufrimiento que ha pasado el ser que se van a comer. Las granjas industriales de cría intensiva y los mataderos, lejos de ser los lugares idílicos que nos muestran los cuentos para niños, o la publicidad engañosa que nos muestran los anuncios de las empresas de la carne y derivados, son lugares donde campan el horror, la enfermedad y la muerte. Los animales de consumo son amontonado en su corta vida en habitáculos tan mínimos que, literalmente, no pueden moverse, tenderse o darse la vuelta, ya que se trata de obtener el mayor beneficio al espacio, y lo que se busca es un engorde rápido del animal (por lo que cuanto menos ejercicio haga, mejor). El aire que respiran es un hedor cargado de las sustancias tóxicas de sus desechos. Su alimento son piensos artificiales hechos a base de cereales, hormonas y aunque se trate de animales herbívoros, carnes de desecho (sesos, vísceras, etc...). Las condiciones son tan terribles que los desesperados animales tienden a automutilarse o al canibalismo (por ello a las gallinas se les recorta su sensible pico, o a los cerdos el rabo, en ambos casos sin anestesía). Las enfermedades son continuas, por lo que se les satura de antibióticos desde que nacen (negocio redondo también para la potente industria farmacéutica, que destina a este fin la mitad de su facturación mundial). En estas condiciones, difícilmente pueden desarrollar sus instintos naturales, como la búsqueda de alimento, la relación con los demás individuos de su especie o el apareamiento (la inseminación es una violación mecánica y las crías son separadas de sus madres al poco tiempo para iniciar un nuevo ciclo).

Después vienen el transporte al matadero en condiciones igualmente espantosas, y el asesinato donde el aturdimiento previo (cuando se emplea), deja al animal aún consciente, debatiéndose en una atroz agonía mientras se desangra o lo despellejan delante de los compañeros que le siguen.

Además, no debemos olvidar la cría intensiva de peces, crustáceos, etc... en las piscifactorías, y la pesca en mares y ríos, ya que aunque la ignorancia suele hacernos creer que son animales que no sienten debemos ser conscientes de que aunque los peces no expresan dolor del mismo modo que nosotr@s, la presencia de bradiquimices, endorfinas y nociceptores alrededor de los labios y la boca del pez, indican que los peces sienten dolor al ser pescados y cuando se asfixian. Los peces tienen receptores benzodicizepinos que indican que sienten tanto ansiedad como dolor. Los peces, anfibios, y reptiles tienen respuestas variables, únicas y creativas al dolor, lo que demuestra que sus reacciones no son simplemente reflejos. .

En todos los casos, aunque el animal haya vivido en libertad y en buenas condiciones, ello no justifica que tengamos ningún derecho a matarlo para saciar nuestra gula.

9.-“Conozco a un vegetariano que, después de varios años volvió a comer carne”.

Si, los hay, y también hay personas que dejamos de comer cadáveres.

10.-“Yo no lo maté”

No, pero contrataste al asesino. Cada vez que compras carne, significa que la matanza fue hecha para tí y que pagaste para ello (el matarife es uno de los costes añadidos que marcan el precio de venta al público). El matarife o pescador es un trabajador que mata porque alguién le pide que mate, y no olvidemos que el que le pide que mate no es el empresario del matadero o barco pesquero, sino que el que realmente le pide que mate a un animal que también quiere vivir y disfrutar de su vida es el consumidor de productos de origen animal. El que compra en una pescadería o carnicería pide que maten animales para poderse llevarlos cadáveres troceados.

Si no hubiera demanda de carne no habrían mataderos, piscifactorías, barcos pesqueros,... es decir, no habrían asesinatos de animales que tiene capacidad de sentir como nosotr@s, los animales humanos.

11.-“Está bien comer huevos, porque las gallinas los ponen naturalmente. Los huevos que compramos en el supermercado son estériles y no fetos que van a nacer, ¿no?”


No pedimos que se dejen de demandar huevos porque nos preocupe si en un futuro podría nacer o no alguien de esos huevos.

Nuestra petición es que se deje de afectar sistemáticamente a las gallinas ponedoras, que son explotadas y consideradas como meras máquinas de producir huevos, y a las cuales, cuando se considera que no producen tantos huevos, se les quita la vida a los 2 ó 3 años (si se les dejara vivir podrían hacerlo durante unos 20 años), y por lo tanto acaban siendo asesinadas sin importar si sus huevos son considerados ecológicos o no.

Estos individuos que tiene ganas de vivir como nosotr@s son convertidas en sopa, o empanadillas de pollo, que es para lo único que "sirven" llevado este punto (según la industria cárnica). En los criaderos de producción de huevos, se realiza el proceso de sexado para separar a los machos de las hembras, dando lugar a que los pollitos machos, que no son considerados de utilidad, sean asesinados mediante asfixia, decapitación o aplastándolos, cuando no son pulverizados vivos en máquinas de cuchillas (se les lanza a una cinta transportadora de tal modo que cuando ésta se acaba caen en un embudo de cuchillas siendo triturados vivos).

Fuente: http://www.defensanimal.org/vegetarianismo/6.htm

ImagenImagenImagen

// Algunos comentarios típicos de quienes consumen
restos o productos de origen animal //


1. "Yo no podría ser vegan@ porque me encanta la carne/el jamón/el atún/la leche/ la tortilla ..."
2. "Se ha hecho así toda la vida, es lo normal".
3. "También los animales se comen unos a otros".
4. "Hay que comer de todo para estar sanos" .- (¿y a todos/as?).
5. "Es que no tengo tiempo para preparar comidas".
6. "Seguro que es más caro ser vegan@ y yo no tengo dinero".
7. "¿Y las plantas, ellas no merecen respeto?".
8. "Es que a mí no me gustan los animales y eso hay que respetarlo".
9. "Si todos nos hiciéramos veganos/as ¿qué haríamos con tantísimos animales?".

..............................................................

..............................................................

1. - Cuando se tiene claro que es injusto participar en la explotación y/o muerte de otros/as, y se es consciente de lo sucedido con anterioridad a que se nos muestren como alimentos: los músculos troceados de un animal no humano/la pata de un cerdo/los restos de los cuerpos de quienes un día fueron peces/la leche segregada por las vacas para alimentar a sus crías/el huevo engendrado por el ovario de un ave .... su sabor deja de presentarse ante nosotros/as como algo bueno o apetecible. Es más, no consumir dichos productos no se percibe como una privación sino como una liberación.

2. - También en otras épocas estaba normalizada la esclavitud humana; en la mayoría de las sociedades era habtiual torturar a la gente plúblicamente, como medida represiva; las mujeres no tenían derecho al voto ....

3. - Aunque no en todos los casos, es cierto que determinados animales no humanos se comen a otros pero, ¿desde cuando dichos animales pueden elegir alimentarse de otro modo? y, en todo caso, ¿desde cuando son agentes morales y por tanto responsables de sus actos?.

4. - ¿Acaso no existen multitud de individuos humanos que no consumen productos de origen animal, llevan una alimentación balanceada, y son un vivo ejemplo de que la afirmación es errónea?.
- ¿No es cierto que existen multitud de individuos humanos que encajan en sociedades distintas en sus arquetipos "come de todo" y no están sanos?.
- En la mayoría de sociedades occidentales por ejemplo, no se consumen determinados animales no humanos, que sí se consumen en otras de un modo habitual. ¿Debe entenderse entonces que el hecho de estar sana/o depende de lo que la sociedad en la que se viva acepte como válido?, y en ese caso, ¿en función de qué?.

5. - ¿Acaso conlleva más tiempo no añadir ingredientes de origen animal a una receta que hacerlo?.

6. - ¿Desde cuando es más caro hacer una paella de verduras que una de marisco? (por poner un ejemplo).

7. - ¿Desde cuando las plantas cuentan un sistema nervioso que les permita poseer la capacidad de sentir (miedo, dolor, placer, etc)?. ¿Desde cuándo se entiende que alguien que no posee dicha capacidad puede tener intereses?. En todo caso, ¿invalidaría el hipotético supuesto de que las plantas poseyeran sistema nervioso, el hecho de que los demás animales cuentan con él?.

8. - ¿Estás de acuerdo en que hace falta que alguien nos guste o no, para respetar su derecho a disfrutar de su vida sin ser utilizado?.
- ¿Crees que es justo pedir que se respete el derecho de alguien a aprovecharse de una posición de dominio sobre otr@, para utilizarlo en contra de su voluntad (asesinarlo, explotarlo, someterlo a privaciones, discriminarlo, o contribuir para que otros/as lo hagan)?.

9. - A los demás animales en muchos de los casos, se les insemina, se fuerza sus ciclos reproductivos a través de diferentes métodos, se les obliga a procrear ... para abastecer las demandas de quienes compran sus productos. Si la "demanda" decrece, la "oferta" también lo hace.
- ¿Hubieras estado de acuerdo en que se mantuviera la esclavitud humana para evitar posibles problemas de vivienda de los/as esclavos/as?. Actualmente existen santuarios en donde animales no humanos pueden disfrutar de su vida sin ser utilizados.

..............................................................

Las plantas están vivas ... ¿no hay que tener en cuenta sus intereses?

..............................................................

En primer lugar debemos aclarar qué estamos cuestionando al plantear la pregunta. ¿Qué es lo que queremos decir exactamente con ella?: ¿que sea tenida en cuenta como paciente moral?, ¿que sea considerada como individuo poseedor de intereses que puedan verse afectados por las acciones de otra/os?. Si la intención de la pregunta fuera la mencionada ésta sería un absurdo hoy día puesto que, dado el estado de conocimientos actual y a pesar de que efectivamente las plantas son seres vivos, existe una diferencia clara entre un ser vivo y otro capaz de sentir. La diferencia radica en la posesión de un sistema nervioso que permite al individuo experimentar sensaciones tales como sufrimiento o bienestar. Parece lógico pensar que para que se respeten los intereses de alguien es requisito indispensable que éste posea intereses que deban ser respetados. Por otra parte la posesión de intereses está íntimamente relacionada con las mencionadas capacidades y como consecuencia con el hecho de que un sujeto sea consciente de sus experiencias (esto es, sea capaz de procesar información a nivel mental y de responder al entorno con la finalidad de satisfacer un interés). El hecho de que las plantas reaccionen ante determinados estímulos como pueda ser el caso de los tropismos, movimientos en este caso totalmente involuntarios, no significa que tengan interés por satisfacer un determinado objetivo y que actúen de forma consciente para lograrlo.

En todo caso, si el planteamiento se mantuviera sobre una base científica y se descubriera a las plantas como seres sintientes y por lo tanto poseedoras de intereses, dicho descubrimiento no invalidaría la argumentación sobre la que se sostiene que todos los animales que poseen las mencionadas capacidades deben ser respetados. Se trataría en el caso de que esta hipótesis fuera real de extrapolar dicha argumentación también a ellas, para incluirlas en nuestro círculo de consideración moral.

Sin embargo, lo que sí está demostrado actualmente a nivel científico es que los demás animales son capaces de experimentar sufrimiento y bienestar, ¿a qué esperamos entonces para considerar sus intereses de forma igualitaria?.

..............................................................

¿Acaso va a acabar la explotación animal porque yo sea vegan@?

..............................................................

Efectivamente, la explotación de los demás animales no acabará porque un@ de nosotr@s se haga vegan@, es decir, decida adoptar un estilo de vida respetuoso hacia ellos y deje de utilizarlos. De igual modo la esclavitud humana no dejó de ser aceptada en la mayoría de las sociedades, porque un@ esclavist@ liberara a sus esclav@s, o porque una persona dejara de comprarlos. Ni tan siquiera en pleno siglo XXI podemos asegurar dicha esclavitud no se produzca en ningún lugar. Sin embargo parece evidente que aunque quede aún camino por recorrer, se consiguió avanzar bastante en este sentido gracias a quienes dejaron de participar de ella y emprendieron su lucha cuestionándola públicamente.

Está claro que una consideración igualitaria hacia los intereses de los demás animales no se alcanzará nunca si todo el mundo adopta una postura como la citada en la pregunta del enunciado. Los demás animales no se organizarán para reclamar su derecho a disfrutar de sus vidas libres de explotación. Tampoco es factible que puedan escapar de su situación de sometimiento, lograda a través de métodos coactivos: reclusión, privaciones, cadenas, jaulas, rejas, castigos, etc, y sostenida en base a la inocencia de los esclavos y a su incapacidad para liberarse. En todo caso podemos contar con: instrumentos varios y maquinaria punta para satisfacer las necesidades del explotador, y adecuada para cumplir con su finalidad según el área de que se trate, además de todo un aparato institucional encargado de mantener y/o promocionar el negocio basado en la utilización de animales no humanos.

No es previsible que ante tanta premeditación por parte de la especie dominante l@s dominad@s, siendo éstos animales no humanos, huyan en masa de sus dominador@s. Ni siquiera lo es que dado el caso de que la huída se produzca por parte de algunos individuos, se les permita a éstos lograr su objetivo con éxito (en aquellas ocasiones en que ciert@s cautiv@s logran escapar, se les asesina o se les obliga a volver a los lugares de los que intentaban huir).

Por otra parte, parece lógico pensar que la liberación no partirá de aquell@s inversor@s que han decidido apostar por la explotación animal y ven crecer sus ingresos gracias a ella. Dich@s inversor@s no van a modificar sus pautas de comportamiento, en tanto sigan aumentando sus beneficios gracias a l@s consumidor@s dispuest@s a comprar sus productos, y en tanto no tengan acceso, como el resto de la sociedad, a otro tipo de planteamientos basados en el respeto hacia los demás animales.

Por otra parte creer que la solución se encuentra en el poder ejecutivo o en el legislativo es una postura un tanto ingenua. En ambos casos quienes componen sus elites son personas que han recibido el mismo tipo de educación que la mayoría de la población, en cuanto al modo de relacionarse con los demás animales. Esta educación se basará por tanto en prejuicios especistas o discriminatorios para éstos, en función de los cuales está bien utilizarlos como si de objetos o meros recursos se tratara.

Un tanto utópico se muestra el planteamiento de que la sociedad en términos globales, va a tomar conciencia súbitamente de la injusticia que se está cometiendo con seres, que al igual que nosotr@s son capaces de sufrir y de disfrutar, y va a dejar de mantenerla.

La explotación animal es rentable para algun@s, y pensar que no puede hacerse nada para cambiarla una postura cómoda para tod@s, pues se traduce en tener que hacer eso: nada.

Sin embargo, cada vez que alguien se hace vegan@ está dejando de participar en la esclavitud y sometimiento que sufren los animales que no pertenecen a nuestra especie. Cada vegan@ deja de ser un/a cliente más por el/la que mantener la explotación, para ser un@ más por el/la que abolirla. Si esta persona además cuestiona abiertamente el especismo (discriminación por motivo de especie), estará acelerando el proceso necesario para que esta injusticia sea conocida socialmente y pueda ser considerada. Cada persona que decide dar este paso, está alertando al resto a través de su elección de la existencia del problema: no tod@s creemos que sea justo aprovecharnos de los demás animales, no a tod@s nos parece “normal” hacerlo, ni creemos que sea algo irremediable.

La conclusión es simple: es posible vivir sin utilizar a los demás animales, y está al alcance de la mano de tod@s nosotr@s no participar de esta injusticia y luchar para que pueda ser reconocida y erradicada.

..............................................................

¿Es justo utilizar a los demás animales?

..............................................................

Desde que nacen su destino está decidido. Sea o no justo que los explotemos, lo cierto es que es una realidad. Incluso está institucionalizada y es posible recibir subvenciones para mantenerla. El motivo: no pertenecen a nuestra especie.

El hecho de que sean capaces de sufrir, disfrutar, que tengan interés en vivir su vida de acuerdo con su naturaleza, no supone una traba cuando estamos hablando de beneficios (evidentemente no para los demás animales). Es más, es posible que tampoco la supusiera en caso de no haberlos, ya que la raíz del problema es el modo en que los consideramos. Lo que se plantea es obtener su carne, sus huevos, su piel con la que hacer todo tipo de prendas… El que para conseguir productos de origen animal, poner a prueba una idea en alguien vivo, desarrollar nuestra faceta “artística”, o divertirnos utilizándolos, tengamos que recluir, explotar y asesinar a otros individuos con capacidad de sufrir y disfrutar, no parece ser un obstáculo.

En ocasiones se intenta justificar esta actitud utilizando para ello argumentos que no parecen ser producto de una reflexión demasiado elaborada. Es bastante habitual encontrar personas que alegan que es lo “normal”, ya que se ha hecho siempre así. O quienes recurren al argumento: “las plantas también sufren”, lo que además de mostrarse como un “absurdo biológico” (sin poseer un sistema nervioso, ser capaz de sufrir, y además sin que dicha capacidad pueda cumplir con la función para la que existe: avisar al individuo de que debe alejarse de la fuente de dolor que pone en peligro su supervivencia); no invalida en modo alguno el hecho de que los demás animales son capaces de sufrir y disfrutar.

A veces se utilizan argumentos del tipo: ¿acaso no se come el león a la gacela?, como si estuviéramos haciendo referencia a un agente responsable de sus actos, que además puede optar por alimentarse de otro modo. O bien a otros tales como: “el hombre se encuentra en la cúspide de la pirámide evolutiva”, lo que carece de todo tipo de fundamentación científica, puesto que la evolución no se dirige en una única dirección, sino que ésta más bien se extiende a modo de árbol en múltiples ramas. Es frecuente por parte de algunas personas recurrir a planteamientos tales como: “los animales existen para que nosotros los utilicemos” (¿para qué sirve una gallina si no?, parecen decir), que simplemente presentan el hecho en términos utilitaristas para beneficio humano.

En otras ocasiones pretende invalidarse la defensa de los intereses de los demás animales por vivir libres de explotación del siguiente modo: “hay cosas más importantes que afectan a miembros de nuestra especie que solucionar antes”, planteamiento que además estar basado en el mismo prejuicio especista que las posturas citadas anteriormente, parece proponer que ineludiblemente hay que explotar animales para poder participar en otro tipo de luchas. Otras veces lo que se persigue es justificar esta actitud en un intento de sacralizar conceptos tales como: arte, tradición, ciencia, cultura, salud. Plantean la tesitura de que no es posible la existencia de dichas categorías sin que los demás animales sean utilizados en su nombre.

Es común recurrir a argumentos basados en la posesión de determinadas capacidades, que los demás animales no tendrían. Lo cierto es que no se ha encontrado ninguna capacidad relevante para respetar el interés de un individuo en vivir libre de explotación, que sea propiedad exclusiva sólo de l@s human@s, y además de tod@s ell@s. Podríamos desconsiderar el hecho de que no tod@s los human@s poseen la capacidad X, que tomemos como base para discriminar a los demás animales (porque la perdieron, porque nunca la poseyeron, o porque no cuentan con ella durante una etapa de su vida al menos). En este caso quienes emplean dichos argumentos se verían obligados a discriminar a dich@s human@s mencionados también, si fueran coherentes con su planteamiento.

Todos estos argumentos resultan muy cómodos a quienes los utilizan, ya que les permiten continuar actuando tal y como lo hacen (posiblemente del mismo modo que lo hicieran sus progenitores, sus antepasados…). Contribuyen además a mantener el estatus de algun@s: tanto el de quienes se benefician económicamente, como el de aquell@s otr@s que obtienen prestigio o reconocimiento social.

Lo cierto es que ninguno de los postulados mencionados afronta con la seriedad debida el debate sobre la relación que mantenemos con los demás animales. Ninguno logra justificar su utilización desde una perspectiva ética basada en términos de justicia, y tras todos ellos podemos apreciar la existencia de prejuicios especistas. A través de ellos, y aún de muchos otros, se prentende enmascarar la injusticia que supone negar a quien es capaz de sentir una consideración igualitaria, discriminando sus intereses por el mero hecho de pertenecer a una especie distinta a la nuestra.

Fuente: http://ojosveganos.com/pensamiento.html
                              Imagen

Responder