Diario de un pistolero de la FAI
Miquel Mir descubre en Londres un relato del saqueo anarquista de 1936
JOSEP MASSOT - 28/04/2005
La Vanguardia, Barcelona
Han pasado casi setenta años desde el inicio de la Guerra Civil y aún quedan por atender muchas historias que una parte de la población preferiría no oír y a otra le traen recuerdos dolorosos. La que cuenta Miquel Serra Mir (Banyoles, 1955) es una de ellas. Hace siete años fue reclamado por un conocido para que le ayudara a resolver un tema espinoso. Un día, al abrir el buzón, su conocido encontró un sobre con remite de un despacho de abogados de Londres. Le notificaban que había recibido en herencia un piso en Chelsea. Allí encontró, entre montones de papeles, 48 cuadernos: 31 de ellos escritos en castellano y 17 en inglés. Miquel Serra, además de poeta y presidente comarcal de ERC, era archivero, y su amigo le encargó la transcripción del manuscrito. No se dio cuenta de lo que tenía entre las manos hasta dos meses después: era el diario de un pistolero de la FAI, que relataba con lujo de detalles su participación en los saqueos de iglesias y casas burguesas en los primeros meses de la Guerra Civil y hacía una descripción escalofriante de los paseos de la muerte en los que tantos religiosos y civiles fueron asesinados en Barcelona en 1936. No sólo contaba los crímenes, cometidos al amparo de la revolución, sino también cómo fue apropiándose de un copioso botín (ornamentos religiosos, muebles, cuadros, joyas) depositados en un taller de Poble Nou y en su masía y cómo, tras desencadenarse la represión estalinista contra el POUM y los anarquistas, logró escapar y trasladar gran parte de su botín a Londres.
Miquel Mir ha dedicado estos siete años a comprobar la veracidad de las confesiones del pistolero de la FAI y a novelar el diario en un libro que aparece ahora (Entre el roig i el negre,Llibres del Quatre Cantons). También a devolver a los propietarios originales los objetos hallados en Londres que ha podido identificar.
El diario comienza en un mas del Penedès, del que Josep S. (1893-1974), el autor del manuscrito, parte en 1916 para convivir a diario durante tres años con el horror de los cuerpos destripados en Yebala, en la guerra del Rif. Al ser licenciado, se trasladó a vivir a Barcelona, donde se afilió a la CNT y empezó a curtirse como pistolero: su primera víctima fue el encargado de una fábrica textil. Siguieron muchas más. Josep S. se empleó en palizas, secuestros, atracos, asesinatos o colocación de bombas, intentando esquivar a los profesionales de la Browning,los matones contratados por los empresarios, y a la policía de Primo de Rivera y Martínez Anido, Barcelona era una ciudad violenta en la que Josep S. aprendió que los límites entre la acción revolucionaria y la rapiña eran muy tenues e ingresó enseguida en el sector radical de la recién creada FAI, partidario de la acción armada, de devolver violencia con más violencia, y a recelar de todos los políticos, incluidos los republicanos.
La proclamación de la II República dio alas a los radicales, que tras participar en los combates contra las guarniciones que se sumaron al golpe de estado, se apoderon de los arsenales militares y desencadenaron el terror en una Barcelona sin gobierno ni policía. Comenzó el pillaje sin oposición de comercios y sedes de entidades y partidos, como Foment del Treball y la Lliga, cuyos ficheros sirvieron después para desencadenar la violenta represión contra sus militantes.
El Comitè de Defensa ordenó a Josep S. que se hiciera cargo de un camión y él supo sacar provecho de poder contar con un vehículo y libertad de movimientos. En su diario describe con todo detalle y fría reiteración la saña con que entraban en iglesias y conventos, destrozando cuanto podían, poseidos por una rabia infinita contra lo religioso, sin respetar ni vidas ni patrimonio artístico, antes de prender fuego a los templos. Él seguía otra estrategia: llegaba con el camión, arramblaba cuanto podía acarrear y después, dando una excusa al resto del grupo, lo transportaba a un escondite y luego, de noche, a la masía del Penedès. Parte era utilizado para la compra de armas, otra parte se la quedaba él.
Más tarde fue adscrito a las patrullas de control de Sant Elies, en Sant Gervasi, una de las más sanguinarios de la guerra. Josep S. narra aquí las requisas, confiscaciones de bienes, vigilancia y ejecuciones sin sentido: saquearon las torres, sacaron de sus casas, al romper el alba, a quienes no habían huido, los llevaban en camiones a la Arrabassada, el Morrot, Horta, el Somorrostro, Can Tunis, Pedralbes, la Font del Lleó, la riera de Valcarca, las montañas de Vallvidrera y el Tibidabo. A veces los arrojaban al mar, después de despojarles de todos los objetos de valor, incluidas las piezas dentales de oro, rotas a martilazos, y para evitar que algún fusilado quedara con vida los remataban con un tiro de gracia en la cabeza. Les quitaban la documentación para que no pudieran ser reconocidos y dejaban sus cuerpos en cunetas o cerca de cementerios. Josep S. reconoce que pocos se atrevían a fusilar de día y afirma haber sentido vergüenza y remordimiento por haber dejado que su voluntad quedara disuelta en la de la patrulla. Todos eran culpables, nadie era culpable, y, como excusa, estaban las noticias que llegaban del lado franquista. Josep S. fue destinado después al comité del siniestro Manuel Escorza de Val y al final, tras Els Fets de Maig, huyó a Londres gracias a un brigadista británico, para empezar una nueva vida.
"Entre el roig i el negre" (Diario de un pistolero
"Entre el roig i el negre" (Diario de un pistolero
¿que es esto?
...vive como piensas o acabarás pensando lo que vives...
A veces los arrojaban al mar, después de despojarles de todos los objetos de valor, incluidas las piezas dentales de oro, rotas a martilazos, y para evitar que algún fusilado quedara con vida los remataban con un tiro de gracia en la cabeza.
Después de leer esto se me hace muy difícil darle credibilidad al texto. Es sensacionalismo puro y duro.se apoderon de los arsenales militares y desencadenaron el terror en una Barcelona sin gobierno ni policía.
Tampoco han sido muy originales para montar la tramoya, se han copiado del ¨tierra y libertad¨de Loach. En un piso de londres descubren unos manuscritos y blablabla.
Lo que me jode es que el morbo y por ende las ventas están asguradas.
Lo que me jode es que el morbo y por ende las ventas están asguradas.

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AMO LA $GA€, AMO AL GRAN H€RMANO.
También me jode lo siguiente: Si se quieren montar una nóvela, me parece muy bien. La trama, ya digo que aunque copiada hasta el infinito ( pápeles hallados en un arcón que te descubren LA VERDAD) no deja de ser interesante. Pero que te lo vendan como documento histórico! jodeer!

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AMO LA $GA€, AMO AL GRAN H€RMANO.
Los de ERC tienen más cuento que Calleja.
De la guerra reivindican lo que les interesa y les da la gana y toda la mierda nos la echan a l@s anarquistas.
Todos los asesinatos de fascistas son nuestros, todas las quemas de iglesias son nuestras, todas los expolios del patrimonio son nuestros,...
¿Y ell@s mientras que hacían? ¿salvar fascistas de una muerte horrible?
Porque de dientes rotos a martillazos se podría hablar de los que les rompieron a los poumistas en las checas de Barcelona durante el gobierno de Macià (al que tanta devoción le tienen). Igual de aquí nada aparecen "documentos" en algún cajón donde se "demuestre" que esto también fue cosa de la FAI.
Lo que digo. No tienen vergüenza.
Ya dijo Carod Rovira una vez: "Todo lo que esté a la izquierda de ERC es asunto de la guardia civil".
Y vaya si lo promueve.
Y mientras tanto, ell@s en el gobierno de la Generalitat y nuestr@s muert@s enterrados en las cunetas.
De la guerra reivindican lo que les interesa y les da la gana y toda la mierda nos la echan a l@s anarquistas.
Todos los asesinatos de fascistas son nuestros, todas las quemas de iglesias son nuestras, todas los expolios del patrimonio son nuestros,...
¿Y ell@s mientras que hacían? ¿salvar fascistas de una muerte horrible?
Porque de dientes rotos a martillazos se podría hablar de los que les rompieron a los poumistas en las checas de Barcelona durante el gobierno de Macià (al que tanta devoción le tienen). Igual de aquí nada aparecen "documentos" en algún cajón donde se "demuestre" que esto también fue cosa de la FAI.
Lo que digo. No tienen vergüenza.
Ya dijo Carod Rovira una vez: "Todo lo que esté a la izquierda de ERC es asunto de la guardia civil".
Y vaya si lo promueve.
Y mientras tanto, ell@s en el gobierno de la Generalitat y nuestr@s muert@s enterrados en las cunetas.
Four more years of war is peace, ignorance is strenght and slavery is freedom. Four more. May all your interventions be "humanitarian". (Propagandhi)
Desconozco la realidad cotidiana catalana. Puedo hablar de la valenciana:
el vivero, la cantera de ERC-ERCPV ( pais valenciá) es muy similar. Jóvenes descontentos con como están las cosas. ERC vende una semi revolución light. Estos mismos jóvenes deslastrados del patriotismo se pueden pasar con facilidad al movimiento libertario.
Es un apunte, solo eso.
el vivero, la cantera de ERC-ERCPV ( pais valenciá) es muy similar. Jóvenes descontentos con como están las cosas. ERC vende una semi revolución light. Estos mismos jóvenes deslastrados del patriotismo se pueden pasar con facilidad al movimiento libertario.
Es un apunte, solo eso.

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De: http://www.red-libertaria.net/noticias/ ... e&sid=1319
Memorias de un pistolero de la FAI y crónica de la Barcelona anarquista
Reseña del libro de MIR SIERRA, Miquel: Entre el roig i el negre. Una crònica de la Barcelona anarquista. Llibres del Quatre Cantons, Girona, març 2005, en catalán, 250 páginas.
INTRODUCCION
Nos hallamos ante un libro en el que su autor confunde y mezcla conscientemente géneros, absolutamente antagónicos entre sí, como son la novela y la crónica.
La novela histórica es una obra de ficción más o menos fundamentada en estudios históricos que pretende, mediante licencias literarias que no tienen por qué ceñirse a rigor científico alguno, caracterizar, ilustrar o hacernos entender un determinado período del pasado, insertar en éste un argumento novelesco o una aventura, o bien trazar el carácter y la psicología de una destacada personalidad, así como las costumbres y vivencias individuales o colectivas, propias de la época.
Clásicos excelentes de la novela histórica son “Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar, con una magnífica traducción al castellano firmada por Julio Cortázar; la supuesta autobiografía de Claudio, novelada por Robert Graves; y las biografías de Julio César, o Napoleón, noveladas por Max Gallo.
Robert Graves simula que su novela es escrita en primera persona por el emperador Claudio, y sitúa en el centro motor de su obra los envenenamientos domésticos de Livia, para conseguir que su hijo Tiberio se convierta en el sucesor de Augusto. Nadie juzgará si es rigurosamente cierta, o no, la atribución a Livia de los envenenamientos de los diversos sucesores posibles de Augusto, que se anteponen a Tiberio. Se trata de una novela histórica en la que el novelista goza de licencias literarias, que no le serían permitidas a un historiador. Un historiador podría incluso recoger los rumores existentes sobre los envenenamientos de Livia, como tales rumores o difamaciones, pero no podría situarlos en el centro de su narración, sin faltar al rigor más elemental de la investigación histórica. Y no podría hacerlo porque tales envenenamientos no están suficientemente documentados, ni son la única explicación plausible de la sucesión de Augusto por Tiberio. Ese rigor documental es la diferencia fundamental entre una novela y una crónica.
La magnífica y documentada autobiografía novelada de Adriano, escrita por Marguerite Yourcenar, que no se permite trasgresión histórica de ningún tipo, es una excelente introspección psicológica en el carácter y la personalidad del emperador Adriano. No necesita ni pretende ser más que una ficción literaria, pero su autora consigue ahondar profundamente en la ética, anhelos y resignación de un individuo que, pese a gozar del formidable poder de un emperador romano, no es más que una persona sometida a la común fragilidad humana ante el destino, la enfermedad, el envejecimiento o el temor a la muerte. Adriano se alza ante nosotros con una grandeza similar a la de Hamlet, Fausto, Medea o Don Quijote. Yourcenar no recurre al artificio literario de hacernos creer que su novela son las auténticas memorias escritas por el propio Adriano, y de haberlo hecho, tal recurso no habría dejado de ser legítimo. Pero Marguerite nunca ha pretendido, ni ha necesitado simular, que su novelado Adriano fuese el “auténtico” emperador Adriano. Hay una diferencia necesaria, una frontera infranqueable, entre literatura e historia.
Con Max Gallo nos encontramos ante el caso de un autor que es a la vez historiador y novelista. Como novelista ha gozado de gran éxito con las autobiografías noveladas de César y de Napoleón. Como historiador es autor, entre otros trabajos, de una excelente y rigurosa biografía sobre Robespierre. Max Gallo tiene a gala diferenciar claramente sus obras de historia de sus novelas, porque quiere evitar al lector cualquier posibilidad de confusión.
En cambio, en la novela de Mir sucede todo lo contrario, puesto que junto al titulo de la novela “Entre el roig i el negre” aparece inmediatamente un oscuro y desafortunado subtítulo “Una crònica de la Barcelona anarquista”. El lector es sometido a un burdo engaño, o si se prefiere, a una confusión insuperable: ¿estamos ante una novela o ante unas crónicas?, que posiblemente no ha sido resuelta ni por el propio creador del engendro.
Mir ha quebrado la necesaria diferencia que debe existir entre literatura e historia. Esa frontera no puede franquearse impunemente, sin caer en un doble descrédito, como novelista y como historiador.
ORIGENES DE LA CONFUSION
El jueves, 28 de abril de 2005, en el suplemento cultural de “La Vanguardia”, diario serio e imparcial, apareció un artículo firmado por Josep Massot (que nadie debe confundir con el riguroso historiador del mismo nombre), responsable de la sección de cultura de ese diario, en el que se afirmaba, en grandes caracteres tipográficos, que el libro de Mir son las confesiones extraídas de un auténtico diario de memorias de un pistolero de la FAI. Así pues, según el periodista Massot, la novela de Mir se basa, no sabemos sin embargo hasta qué punto, en el hallazgo real de las memorias de un criminal anarquista sobre los saqueos y asesinatos que cometió en la Barcelona de 1936. Según el periodista de “La Vanguardia”, Mir ha dedicado siete años a comprobar los datos de ese diario, que luego ha NOVELADO en el libro “Entre el roig i el negre”, además de dedicarse a devolver a los propietarios originales una inmensa cantidad de objetos robados, que todavía se guardaban en el piso londinense, propiedad del pistolero de la FAI, así como en una masía del Penedés.
Josep Massot, con quien mantuvimos una breve correspondencia, tuvo la gentileza de confirmarnos que el diario y los objetos robados no eran un artificio literario, sino un hallazgo real. Y como “La Vanguardia” es un periódico que parece serio no pusimos en duda la veracidad sobre la existencia real de esas memorias. Aunque no resolvió nuestras dudas sobre la importancia y el peso real del diario y las confesiones en el conjunto de la novela. ¿Qué necesidad hay de novelar unas memorias, si no es porque tienen carencias importantes? ¿Por qué no publicar el diario tal cual?
Nos encontramos pues ante un nuevo género literario. No se trata aquí de la genial creación literaria de un Cide Hamete Benengeli, narrador minucioso y omnisciente de las hazañas del ingenioso hidalgo Don Quijote. Aquí resulta que el pistolero de la FAI, y sus memorias, y hasta su cueva de Alí Babá, son tan reales como el aire que respiramos, el suelo que pisamos y el cielo que nos cubre, temamos o no temamos, como siempre teme Astérix, que algún día caiga sobre nuestras cabezas. El nuevo género literario consiste en NOVELAR unos saqueos y unos asesinatos reales, de los que da fe un real pistolero en un diario real. El misterio del nuevo género literario radica, para el lector, en que no sabe ni podrá saber nunca, pues carece del mamotreto original del pistolero de la FAI, qué es ficción y qué es realidad. Cide Hamete Benengeli es un artificio literario divertido, y más cómico aún es saber que algunos lectores lo tomaron por el autor de las aventuras de Don Quijote, y más gracioso e impertinente es poder leer en la segunda parte del Quijote que Alonso Quijano despotrica de las desleales, falsas y groseras aventuras narradas por un tal Avellaneda, y que contemple en una imprenta la confección de un libro sobre sus aventuras en curso. Se trata de artificios literarios complejos y humorísticos, que el lector puede compartir y gozar con Cervantes. Pero ¿qué compartimos con Mir?: confusión, manipulación, oscuridad, indeterminación, creer en un puro acto de fe, o no creer si se es incrédulo, en la veracidad del diario (y de los objetos que dice haber hallado) que luego ha novelado. Se trata de un nuevo género literario, sin gracia ni ventura, muy propio de los actuales tiempos de televisión-basura y comida-rápida-basura que todo lo invade y penetra. ¿Realidad-basura, diarios-basura o historietas-basura: y qué más da y a quién le importa? Para vender, todo vale; para difamar y ensuciar cualquier basura es buena. De lo que se trata es de novelar el tópico del anarquista ladrón y asesino, como son todos los anarquistas. Nuestro pistolero no es un criminal, que además es anarquista, sino que es un criminal porque es anarquista, ya que según Mir todos y todos los anarquistas son criminales.
Como nos es imposible tener acceso al diario de memorias auténtico, realmente escrito por el pistolero de la FAI, juzgaremos sólo y sólo el libro “Entre el roig i el negre. Una crónica de la Barcelona anarquista”. Y lo juzgaremos desde un triple criterio: como novela histórica, como crónica histórica, o si somos capaces de hacerlo, en función del nuevo género literario instaurado por Mir: como “diario real novelado”.
Pero antes es necesario poner los puntos sobre las íes y dejar muy claro qué es lo que sucedió realmente en Barcelona durante los primeros meses posteriores al 19 de Julio de 1936.
LA VIOLENCIA REVOLUCIONARIA DEL 19 DE JULIO DE 1936 EN BARCELONA.
El Estado, en la sociedad capitalista, pretende siempre el monopolio de la violencia, con el objetivo manifiesto de mantener a raya a la clase explotada. A la violencia no controlada por el Estado, y que se ejerce fuera de ese monopolio, se la califica de delincuencia y es perseguida en nombre de la ley y el orden capitalistas. Los principales aparatos del estado ERAN el Ejército, para la defensa frente a otras naciones o la expansión imperialista y como garantía última del orden establecido; la Policía, para prevenir la subversión y reprimir al movimiento obrero; una Hacienda para financiar, mediante tributos, los distintos aparatos estatales y la burocracia; el Parlamento, para resolver pacíficamente los intereses de las distintas fracciones de la burguesía, e incluso institucionalizar al movimiento obrero en la sociedad capitalista. Iglesia, Escuela, Policía-Ejército, Sindicatos, Partidos, Tele-radio-prensa, Corrupción, Mafias, ONGes y afines, Alternativa antiglobalización “Otro mundo (capitalista) es posible” y Prisión SON, hoy, instituciones estatales y paraestatales destinadas a controlar, deformar, reprimir, vigilar, CON-vencer, manipular, dirigir, tiranizar, desviar, desorientar y castigar a la clase obrera. El Estado es pues el formidable instrumento de dominación de la clase poseedora sobre la clase explotada. El antagonismo de clase, en las sociedades capitalistas, era y es de tal magnitud que jamás el proletariado ha podido, ni puede, ejercer el poder estatal conjuntamente con una fracción de las clases poseedoras, sin favorecer la contrarrevolución burguesa. Las fracciones de las clases explotadas que entren en una coalición gubernamental, por las circunstancias más imperiosas que se quieran, o la razón que fuere, con alguna fracción de las clases poseedoras acabarán siendo, SIEMPRE, cómplices de los inevitables actos de represión contra la clase obrera, que irremediablemente conllevará el proceso contrarrevolucionario. SIN DESTRUCCION DEL ESTADO NO HAY REVOLUCION PROLETARIA.
En 1936, en España, la Iglesia y el clero, con importantes intereses terratenientes, financieros y educativos, eran la poderosa institución coordinadora de la derecha militar y fascista, opuesta al progreso material y social de las clases populares, con una presencia económica, ideológica y cultural, tiránica, omnipresente, inamovible y abrumadora en la vida cotidiana de campesinos, clases medias y trabajadores. Durante todo el período republicano la Iglesia fue vista como el primer obstáculo para alcanzar el progreso y el bienestar social. La alianza de la Iglesia con la derecha más reaccionaria y brutal presentó a esa Iglesia como diana de todas las movilizaciones sociales, progresistas y republicanas.
La sublevación militar y fascista, apoyada, incitada, ansiada, bendecida y amparada por la Iglesia, fracasó en casi toda España, creando como reacción una situación revolucionaria. La derrota del ejército por el proletariado en la “zona roja” había dinamitado el monopolio estatal de la violencia, brotando de la explosión una miríada de poderes locales, directamente asociados al ejercicio local de la violencia. Violencia y poder estuvieron íntimamente relacionados. Por otra parte, las llamadas “fuerzas de orden público” habían desaparecido de la calle, acuarteladas a la espera del momento oportuno de apoyar a la contrarrevolución. Esa situación revolucionaria común fue la que hizo surgir, sin consignas de organización alguna, ni centros de dirección de ningún tipo, en todos los lugares donde la sublevación fascista había sido derrotada: comités; armamento del proletariado; barricadas; milicias; patrullas de control; desaparición de sombreros, trajes y corbatas, sustituidos por monos y pañuelos rojinegros; quema de iglesias; pases emitidos por los comités de defensa; saqueos de casas de la burguesía; juntas revolucionarias de ámbito regional o comarcal en Málaga, Barcelona, Aragón, Valencia, Gijón, Madrid, Santander, Sama de Langreo, Lleida, Alicante, Almería…; persecución, encarcelamiento o asesinatos “in situ” de fascistas, militares sublevados, patrones y clero; incautación de fábricas, cuarteles y locales de todo tipo; comités de control obrero y un largo etcétera en el que el ejercicio de la violencia ERA EN SÍ MISMA la manifestación del nuevo poder obrero. En las semanas posteriores al 19 de julio se vivía una situación revolucionaria, nueva y desconocida, festiva y salvaje, en la que la ejecución del fascista, del amo o del cura ERA la revolución. Violencia y poder eran lo mismo. El torrente revolucionario lo arrasaba todo con su éxtasis furioso, redentor e imparable.
Pero las instituciones estatales siguieron en pie, y la CNT-FAI decidió entrar en un gobierno de coalición con partidos burgueses, para aplastar PRIMERO al fascismo allí donde había triunfado.
Los comités, surgidos por doquier, intentaron ordenar e imponer la nueva realidad social y económica surgida de la victoria insurreccional obrera sobre el fascismo, en Cataluña. Y por supuesto, surgieron los arribistas de la revolución, aquellos que buscaron el beneficio personal a toda costa, en una situación todavía confusa y revuelta, ladrones y asesinos que, sin carné o con carné de cualquiera de las formaciones sindicales y políticas existentes, desde la FAI (pero no sólo de la FAI, como quiere Mir) hasta el PSUC o POUM, pasando por ERC y Estat Català, desprestigiaron la labor revolucionaria en curso. Esos delincuentes fueron denunciados, certera y apasionadamente, por Joan Peiró en “Perill a la reraguarda”. Sin embargo, no confundamos a esos arribistas, que los hubo, no sólo en la FAI, con los incontrolados. Nada tan arbitrario, ni arrojadizo, como los múltiples significados que cada cual dio a la palabra “incontrolado”. La CNT-FAI la utilizó el 28 de julio en un manifiesto, como amenaza contra aquellos que utilizaran la violencia en provecho propio y no se sometieran a los dictámenes, controles y consignas confederales o del CCMA. El gobierno de la Generalidad la utilizó contra los revolucionarios que expropiaban los bienes de la burguesía y ponían en práctica la justicia proletaria. ERC contra toda actividad ácrata. El PSUC contra toda acción que atentara contra la autoridad gubernamental, el fortalecimiento de las instituciones estatales y la centralización militar. Después de mayo del 37 la CNT-FAI calificó de incontrolados a Los Amigos de Durruti. Con la conquista del Estado por los estalinistas, y la instauración del omnipotente terror del Servicio de Información Militar (SIM), todos los revolucionarios del 19 de Julio se convirtieron en incontrolados, desde el ilegalizado POUM hasta los sectores críticos o descontentos de la CNT-FAI.
Así fue y así pasó.
EL LIBRO DE MIR COMO NOVELA
Una crónica histórica ha de atenerse forzosamente a lo realmente ocurrido, aunque caben diversas interpretaciones, que suelen ser fruto de la ideología del autor. En una novela histórica pueden tolerarse ciertas licencias literarias, pero en contrapartida ha de exigírsele cierta credibilidad, y sobre todo una determinada profundización en los personajes, que nos permita entender sus acciones y pensamientos individuales o colectivos, y a través de ellos cierta comprensión de la época, o de la situación histórica vivida por los personajes de la novela. Sin embargo, la ideología del novelista no debería reflejarse en la caracterización de un personaje que fuese de otra ideología distinta. Así por ejemplo, la ideología catalanista y republicana de Mir no debería influir para nada en la descripción que se nos hace del personaje central de la novela, ese pistolero de la FAI, y mucho menos en los pensamientos e ideas expresadas por ese pistolero, ni en su íntima valoración de los hechos históricos vividos.
El protagonista principal de la novela, el pistolero de la FAI, no es creíble en ningún momento. Mir es incapaz de comprender qué es la violencia proletaria, y ni por asomo puede entender qué es la justicia revolucionaria. Es incapaz de transmitirnos la atmósfera de exaltación revolucionaria vivida por los obreros ácratas barceloneses en 1936. Véase de nuevo, en Peiró, la defensa que hace de la violencia y la justicia revolucionarias COLECTIVAS del proletariado barcelonés, claramente diferenciadas de las acciones delictivas, en provecho propio, de ladrones y asesinos. El pistolero de Mir es un militante anarquista que lo ve todo desde la ideología de un jerarca actual de ERC, porque hasta un simpatizante de la Esquerra de 1936 rechazaría la esquizofrenia de este pistolero novelado por imposible e increíble. El pistolero de Mir no es un idealista, es sólo un delincuente, ladrón y asesino, que juzga a sus compañeros como a tales; pero como tal delincuente sería un monstruoso cínico y se expresaría irónicamente. Pero no, el pistolero de Mir, carece de grandeza o bajeza alguna, no le azota ninguna lucha interior desgarradora entre lo que piensa y lo que hace. El pistolero de Mir es sólo un personaje plano, sin conflictos interiores, que le permite al autor de la novela operar con él como lo haría con una cámara de video. Y ese es el único papel que juega el pistolero de Mir, ver los hechos históricos, para que los juzgue el propio Mir desde su ideología catalanista y republicana. Mir crea de este modo un engendro increíble: un pistolero de la FAI que actúa conscientemente como ladrón y asesino, sin idealismo alguno, que piensa, y se juzga a si mismo y a sus compañeros, como lo haría un militante actual de ERC. Pero es que además ese pistolero es, en todo momento, la caricatura ridícula de un monstruo, que acumula todos los tópicos y maldades que la burguesía teme y atribuye al revolucionario, que le arrebata sus propiedades. Más que a un personaje de novela, Mir dibuja el tópico burgués del anarquista ladrón y asesino. Si Mir hubiera hecho de su pistolero un bruto sanguinario, un monstruo sin sentimientos ni ideales, que actúa sólo por el placer de matar y robar, disfrazando o justificando sus crímenes bajo el manto de la ideología ácrata, tomada como excusa o escudo protector, quizás hubiera conseguido un personaje excepcional con fuerza y credibilidad. Pero ese monstruo, en manos de Mir, es sólo esa cámara, que le permite al autor emitir los juicios y prejuicios de un militante de ERC, como si fueran los pensamientos del pistolero. El lector tiene la sensación de que el monstruo se derrite en un frágil y desarticulado muñequito que, en manos del tedioso ventrílocuo Mir, hace muecas extrañas e incomprensibles, mientras balbucea parrafadas ajenas e incoherentes, sin más gracia ni otro sentido que el de vestir el tópico del bruto anarquista de Tarrasa.
Todos los personajes de Mir son escasamente creíbles y las situaciones históricas narradas carecen de fuerza, exaltación y verosimilitud alguna. Tampoco consigue reflejar el irrefrenable ímpetu, la salvaje belleza y la explosiva grandeza del momento revolucionario. Es una mala novela, porque su propósito es, ante todo, confirmar la ya vieja difamación de una ideología y de un movimiento, el anarquista, que ni puede, ni quiere, entender, aceptar o explicar: sólo busca denigrar y exorcizar Julio de 1936.
EL LIBRO DE MIR COMO CRONICA HISTORICA.
Pese a lo que se dice en “La Vanguardia”, y pese a lo que se dice en el prólogo del libro Mir, éste no hace una crónica verídica y aceptable de la situación revolucionaria, creada en Barcelona a partir de la victoria armada del proletariado sobre los militares sublevados contra el régimen republicano, y contra el nuevo gobierno de Frente Popular, surgido en las elecciones de febrero de 1936.
Ante todo una afirmación tajante frente a un autor, como Mir, que ha militado en ERC: sin los anarcosindicalistas en la calle, no habría habido Guerra civil, por la sencilla razón de que la sublevación fascista y militar habría triunfado inmediatamente en Barcelona. La mayoría de los militantes de ERC, salvo un honroso puñado, el 19 de Julio se quedó en casa, a la espera de acontecimientos. El 19 de Julio casi todos los parlamentarios de ERC, con la notable, valiosa y valerosa excepción de Tarradellas, abandonaron a Companys a su suerte, porque se creyeron ante un nuevo 6 de octubre.
Y otra afirmación tan tajante y cierta como la anterior, necesaria además para revitalizar la memoria histórica de los actuales militantes nacionalistas de ERC, que no vivieron el 19 de Julio: la CNT-FAI desautorizó desde los primeros días los saqueos y asesinatos indiscriminados, cometidos por delincuentes con carné o sin carné. Ejecutó “in situ” a militantes cenetistas o no cenetistas que, en la vorágine de la situación creada por la sublevación militar y el vacío de poder, habían delinquido, o se habían tomado la justicia por su mano, con fines privados.
Pero no hay que olvidar que también hubieron delincuentes y pistoleros con carné de ERC, y que el propio comisario de orden público de la Generalidad, Revertés, militante de ERC, había intentado asesinar chapuceramente a su suegra, porque creía que su cargo le hacía impune a cualquier delito. Descubierto y denunciado por los Servicios de Investigación de la CNT-FAI, dirigidos por Manuel Escorza, fue puesto a disposición del presidente de la Generalidad. Confeso, y destituido de su cargo, fue abandonado por Companys a la custodia del citado comité, que le ejecutó inmediatamente.
Por otra parte, debe quedar muy claro que la CNT-FAI, en la situación revolucionaria creada el 19 de Julio, no condenó TODAS las ejecuciones y expropiaciones, porque como dijo el propio Peiró, tan merecidamente citado como azote de la violencia indiscriminada, era necesaria una justicia revolucionaria popular de carácter COLECTIVO, inmediato y espontáneo.
Y el 19 de Julio matar un fascista, fusilar un cura, o saquear e incendiar una iglesia era hacer la revolución. Quizás no lo fuera ya en noviembre, porque los avances de la contrarrevolución en marcha desfiguraban el carácter festivo, glorioso, igualitario, excitante, gozoso, anónimo, purificador, lúdico, salvaje, entusiasta, justiciero, popular, liberador, erótico, solidario y maravilloso que había tenido en Julio el uso de las armas.
Violencia y poder iban juntos. Una vez destruido el monopolio de la violencia por el Estado, porque se había derrotado al ejército en la calle, y armado el proletariado, se abría una situación revolucionaria que imponía su violencia, su poder y su orden. El poder de una clase obrera en armas.
No hay nada más violento ni autoritario que derrotar al ejército, y eso lo hicieron los anarcosindicalistas y el pueblo de Barcelona. No hay nada más violento ni autoritario que arrebatar las armas de los cuarteles y armar al proletariado, y eso lo hicieron los anarcosindicalistas. No hay nada más violento ni autoritario que arrancar las fábricas a sus propietarios, y eso es lo que hicieron los anarcosindicalistas y el proletariado catalán. Aunque hay quien dice, como Víctor Alba (POUM), que la colectivización fue fruto del abandono de las fábricas por sus dueños, olvidando que si éstos habían huido era porque comités de hombres armados habían ido antes a buscarlos a sus domicilios. No hay nada más violento ni autoritario que disolver el gobierno y destruir el aparato estatal, pero eso NO lo hicieron los anarcosindicalistas, que optaron por colaborar con el resto de fuerzas políticas (incluso las burguesas, como ERC y Estat Català), con el gobierno de Companys y con las instituciones estatales. Ese fue el error de los anarquistas: no destruir el Estado y colaborar con el gobierno de Companys.
El error anarquista, en julio de 1936, no fue el de matar curas, quemar iglesias, formar milicias y patrullas, tomar las fábricas o crear comités por doquier. El error fue dejar en pie el gobierno de la Generalidad, y colaborar con él mediante el Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA). El error fue no dar la patada de gracia a la Generalidad, sustituyéndola por una Junta Revolucionaria, representante de los comités. Una Junta capaz de centralizar el poder del proletariado en armas y coordinar los comités locales. Una Junta capaz de plantearse y resolver, desde esa centralización y coordinación de los comités, entre otras muchas labores necesarias, la tarea de REPRIMIR A LOS LADRONES Y ASESINOS SIN CARNÉ O CON CARNE (incluido el carné de ERC), y sobre todo la de sustituir a los funcionarios y altos cargos derechistas, que como denunciaba Peiró, saboteaban la producción y la guerra desde el gobierno de la Generalidad. Joan Peiró llegó a decir que mejor hubiera sido matar menos curas y más altos cargos y funcionarios; aunque lo realmente revolucionario quizás hubiera sido dejarlos a todos en el paro, suprimiendo el Estado.
Mir es incapaz de comprender, e incluso de “aceptar”, la evidente existencia histórica de esa violencia revolucionaria del proletariado barcelonés, que para él, y “La Vanguardia”, sólo pueden ser caos, saqueos, asesinatos, incendios, robos, pero sobre todo el fin del poder de la burguesía, y por lo tanto SU fin del mundo.
Mir, además de su incapacidad para entender la situación revolucionaria del 19 de Julio, a causa de su ideología burguesa, comete graves e innumerables errores historiográficos, más propios de un bachiller, poco leído e interesado en el tema de la Guerra civil, que de un archivero y erudito, como nos es presentado en “La Vanguardia” y en el prólogo de su libro. Aunque digan que “La Vanguardia” es un diario serio e imparcial.
Vamos a demostrar que el libro de Mir, desde el punto de vista del cronista, está plagado de imprecisiones y errores, y lo que es aún peor, está mal enfocado y estructurado. Por razones de espacio y brevedad señalaremos sólo los errores más graves y los más divertidos:
En la página 34 no reconoce las estrofas de un conocidísimo himno bélico catalán.
En la página 35 da una falsa explicación del bombardeo ocurrido el 17 de marzo de 1938, a las 14,05 horas, en la Gran Vía / Balmes, cuya enorme destrucción no fue causada por la utilización de explosivos de gran potencia por parte de la aviación italiana, como dice Mir, sino al alcanzarse casualmente un camión cargado de natamita.
En la página 105 Mir afirma que Francisco Ascaso, que había caído el 20 de julio de 1936 en el asalto al cuartel de Atarazanas, formaba parte desde el 21 de julio del Comité Central de Milicias Antifascistas. Y esta afirmación es puesta además en labios del protagonista de la “crónica novelada” esto es, del pistolero de la FAI que escribe el diario que Mir novela. Es absolutamente impensable que un viejo militante de la FAI no supiera, o no se acordara, de la muerte de Francisco Ascaso el 20 de julio, en el asalto al cuartel de Atarazanas. Hay errores lo suficientemente graves como para desautorizar, no ya la supuesta crónica y el supuesto diario, sino también la novela. Es increíble que el pistolero barcelonés de la FAI desconociera la heroica y mitificada muerte de Francisco Ascaso, reproducida hasta la saciedad en estampas, sellos, discursos, artículos… y que constituyó una auténtica tragedia, vivamente sentida por todos los luchadores del 19 de Julio. Este error es un auténtico blasón, que desautoriza a un Mir que “La Vanguardia” y el prólogo nos intenta pasar por investigador, conocedor y erudito de la historia de la Guerra civil.
En la página 112 el pistolero de la FAI inventado por Mir o, si Mir quiere y la seria e imparcial “La Vanguardia” quiere, el auténtico pistolero de la FAI que escribe un diario auténtico, nos dice que pertenece a la sección doce de las Patrullas de Control de Barcelona. Lástima que sólo hubo once secciones. A los mentirosos se les coge en detalles tan estúpidos y nimios como éste. No entendemos que “La Vanguardia”, como diario serio e imparcial que dice ser, no señale en su crítica errores de tal calibre.
En la página 113 se afirma que las patrullas de control eran algo así como el brazo armado de la FAI. El disparate no puede ser más descomunal si tenemos en cuenta que las patrullas de control, dependientes del CCMA y luego de la Consejería de Orden Público, estaban formadas (en octubre de 1936) por unos setecientos hombres, de los cuales sólo la mitad aproximadamente pertenecían al movimiento anarquista, y la otra mitad al PSUC, ERC, UGT o sin afiliación concreta. El brazo armado de la FAI, en Barcelona, si de tal cosa puede hablarse, estaba constituido por los Comités de Defensa de las barriadas y por el Comité de Investigación de la CNT-FAI, amén de la lejana fuerza que suponían las milicias ácratas del Frente de Aragón.
En la página 148 se hace una narración absolutamente errónea de la muerte de Durruti en el frente de Madrid. Es difícil cometer tantos errores en un solo párrafo. Durruti fue a Madrid a causa de la insistencia de Federica Montseny y Marianet, y no de Cipriano Mera. Durruti fue herido de bala el 19 de noviembre, y no el 20, como dice Mir. La bala que le hirió no fue en un asalto al Clínico, como dice Mir. La bala no era de un Winchester, como dice Mir.
En la misma página 148, Mir afirma que Durruti fue enterrado el mismo día en que se hizo el cortejo fúnebre, en el cementerio de Montjuic, bajo una montaña de flores. Lo cierto es que Durruti no pudo ser enterrado ese mismo día, porque el agujero era demasiado pequeño y las montañas de flores y una lluvia torrencial impidieron ampliarlo hasta el día siguiente. Mir puede documentarse en mi artículo “Habla Durruti”, publicado en http://www.red-libertaria.com.
En la página 140 Mir afirma que entraron tres ministros anarquistas en el gobierno de Largo Caballero. Hasta nuestro bachiller, poco leído e interesado, le corregiría el número al señor Mir, diciéndole que fueron cuatro: Juan López, Juan García Oliver, Federica Montseny y Joan Peiró. Tres juanes y una federica ¡Menuda crónica la de Mir: no acierta ni una!
En la página 159 Mir afirma que las Jornadas de Mayo (3 al 7 de mayo de 1937) supusieron la inmediata sustitución de Largo Caballero por Negrín, y que fue Negrín quien desde Valencia ordenó el envío de ochenta camiones que llegaron a Barcelona el 7 de mayo.
El error cronológico implica una incomprensión absoluta de lo ocurrido. Fue Largo Caballero quien envió esos camiones, además de varios navíos que Mir no cita. Porque Largo Caballero no fue sustituido por Negrín hasta el 17 de mayo. Nuestro bachiller está pensando seriamente en darle a Mir un cero patatero. Y otro a la crítica de “La Vanguardia”, que ha elogiado seria e imparcialmente el libro de Mir como un libro imparcial y serio, vomitado tras varios años de investigación.
En la página 160 Mir afirma que a principios de mayo Los Amigos de Durruti elaboraron un manifiesto en solidaridad con el asesinato de Nin por los soviéticos, al mismo tiempo que pedían la formación de un gobierno revolucionario, el fusilamiento de los culpables del asalto a la Telefónica y denunciaban a los estalinistas como responsables de los Hechos de Mayo. ¡A veces puede ser difícil y laborioso explicar el cúmulo de errores, barbaridades, estupideces e imprecisiones que la empanada mental de un ignorante puede apretujar en sólo cinco líneas! Pero vamos a intentarlo: Los Amigos de Durruti lanzaron el 5 de mayo, en las barricadas, una octavilla en la que pedían la formación de un Junta revolucionaria que sustituyera a la Generalidad y el fusilamiento de los culpables del asalto a la Telefónica, al tiempo que saludaban a los compañeros del POUM, que también combatían en las barricadas. El 16 de junio el POUM fue ilegalizado y su ejecutiva detenida. Días después Nin fue secuestrado de una cárcel republicana por agentes soviéticos. Torturado en una finca de Alcalá de Henares, propiedad de unos aristócratas estalinistas, fue asesinado por Orlov, Gerö y otros, en una curva de la carretera entre Alcalá y Perales de Tajuña, muy probablemente hacia el 23 de junio.
Era pues imposible que Los Amigos de Durruti se solidarizaran, el 5 de mayo, con el POUM, a causa del secuestro y asesinato de Nin, ocurrido entre el 20 y el 24 de junio. Mir mezcla fechas y acciones, anticipa denuncias por asesinatos antes de que se produzcan, y en suma no hace más que desacreditarse ante nuestro bachiller, no ya como mal novelista y peor cronista, sino como pésimo lector o estudiante de historia. No sólo Mir no es un erudito sobre la Guerra civil, sino que ha leído poco y mal. Sobre este tema remito al lector interesado a mi artículo “Los Amigos de Durruti en mayo de 1937”, publicado en http://www.red-libertaria.com.
Podemos concluir que el libro de Mir, en cuanto crónica, está plagado de errores, algunos tan inadmisibles como el de la presencia de Francisco Ascaso en el CCMA, la sustitución de Largo Caballero por Negrín durante las jornadas de mayo, la denuncia por Los Amigos de Durruti, en su octavilla del 5 de mayo, del secuestro y asesinato de Nin en la segunda quincena de junio y un largo etcétera del que sólo hemos destacado los más disparatados, aunque confesamos que lo que más nos irrita en la lectura de la bazofia de Mir son las constantes imprecisiones y pequeños errores que pueblan todo su libro.
HACIA LA HISTORIA BASURA: ¿UN NUEVO GÉNERO?
¿Por qué tomarse las molestias de leer y reseñar el libro de Mir, que es una mala novela y una peor crónica?
Pues porque al parecer el libro de Mir se inscribe en un nuevo género, que ya hace furor en algunas editoriales: “la historia basura”. Se presenta como libro de historia un bodrio que no es más que un tocho de papel, fabricado con cinco tijeretazos y dos documentos mal interpretados. La lista sería larga e ilustrativa, desde un Pío Moa, escribano a la carta que, sin investigaciones propias de peso y calidad en archivos, se limita a reinterpretar la historia desde la perspectivas, demandas y necesidades ACTUALES de la extrema derecha franquista, hasta un César Vidal, escribidor al servicio de la última moda del mercado editorial sobre los temas más variopintos, capaz en su libro sobre Durruti de un plagio descarado y ácido de las investigaciones que Abel Paz ha realizado a lo largo de toda una vida. Han desaparecido por completo el rigor y la fiabilidad, amén de la cortesía de la cita “comedida” de otro historiador.
Un caso inaudito es el del mediocre historiador derechista (¿carlista?) César Alcalá, que ha publicado un libro sobre las checas de Barcelona, citando literalmente unas veces, y otras sin citarlo, o reseñándolo, todo un trabajo de Agustín Guillamón sobre el tema, que abarca un tercio del libro de César Alcalá. Los otros dos tercios los completa con tijeretazos menores, estadísticas, listados y quizás algún agrio y mínimo fruto de cosecha propia. Plagiar y citar tan ampliamente, SIN PERMISO, la obra de otro autor, tiene delito; pero si además todo ello se usa, malévola y torcidamente, para llegar a conclusiones descabelladas y aberrantes, que el autor así saqueado no comparte, merece ser denunciado públicamente.
Frente a la gravedad de los casos anteriores, pasan a ser “pecata minuta” las llamadas técnicas periodísticas de un José María Zavala, que en su libro sobre Nin suprime toda cita, en la que se indique de qué libro o a qué investigador se deben sus afirmaciones, con lo cual no sólo el lector pierde la posibilidad de comprobar y ampliar los datos, sino que además se arrebata a los investigadores, no citados, sus primigenios descubrimientos, y a la ciencia histórica algo que se parezca remotamente al rigor científico, olvidándonos ya por supuesto de la mínima cortesía debida a los historiadores así pirateados. Más que de una técnica periodística, cabe hablar de una técnica basura. Y a ese atraco múltiple hay quienes lo llaman hacer el estado de la cuestión sobre el tema. Ya ni señalamos los múltiples errores, las graves deficiencias y las turbias interpretaciones de Zavala, porque nos parece una labor descomunal, ingrata y sobre todo inútil.
El libro de Mir, ni novela ni crónica, sino todo lo contrario y del revés, tiene además la desfachatez de presentar como “crónica novelada” lo que no es más que una grosera “difamación novelada” del movimiento revolucionario barcelonés de 1936.
Mir no ha inventado un nuevo género, el de la crónica novelada, porque el género de la difamación y la calumnia, sobre todo cuando procede del odio de clase contra la revolución proletaria, del terror que inspira en la burguesía la violencia revolucionaria del proletariado, no necesita de excusa alguna, ni es ninguna novedad, ni necesita presentarse como nuevo género literario.
Bastan primero (1936-1939) bombardeos, masacres, terror, cárceles y paredones contra el proletariado. Luego (hasta 1976) una dictadura fascista de cuarenta años, a la que propietarios de un diario, que aún se pretende serio e imparcial, cedieron gratuitamente una fábrica de cáñamo, para convertirla en campo de concentración de penados a muerte, con cómodo cuartel anexo de la guardia civil, todo ello muy eficientemente cerca de la playa del Campo de la Bota, donde se fusiló masiva e impunemente desde 1939 hasta 1952. Y, por fin, ahora, para rematarlo todo, tras la amnesia de la Transición, la historia basura de los píos moa nacionalistas, franquistas y de extrema derecha; o los nuevos píos mir, nacionalistas, republicanos y de izquierda. Porque es entre píos y flautas donde los extremos nacionalistas se tocan hoy: contra los ácratas y los revolucionarios, todos a una; y todo por la patria.
Nada nuevo bajo el sol, y mucho menos la basura de siempre, que unas veces nos quieren vender como historia y otras como novela, y ahora Mir como crónica novelada. Ya se sabe, desde siempre, y para eso no hacen falta ni vanguardias ni píos, sino los habituales siervos de la burguesía ilustrada, que todos los anarquistas son, por definición, ladrones y asesinos. Y eso lo dicen, también desde siempre, novelistas, historiadores y diarios muy burgueses, y más subvencionados, que se creen realmente serios e imparciales. Es un tópico, y de los tópicos no salen novelas ni crónicas: sólo basura. Y hasta hay basureros que confunden lo serio con lo triste, y llaman imparcialidad a la complicidad.
CONCLUSIONES.
“Entre el rojo y el negro” es un libro que no aporta nada nuevo a la clásica, clasista y soez difamación franquista y catalanista del movimiento obrero en Cataluña. Es fruto del odio y del temor de clase a la revolución proletaria. Oscila constantemente ENTRE EL TÓPICO Y LA INFAMIA burgueses contra la acción revolucionaria de la clase obrera barcelonesa y catalana durante la Guerra civil.
Agustín Guillamón
Balance. Cuadernos de historia (septiembre 2005)
http://es.geocities.com/hbalance20000
OBRAS CITADAS:
ALBA, Víctor: Los colectivizadores. Laertes, Barcelona, 2001.
ALCALA, César: Checas de Barcelona. Belacqva, Barcelona, 2005.
GALLO, Max: L´homme Robespierre. Histoire d´une solitude. Paris, Perrin, 1968.
- Napoleón” (novela). Planeta, Barcelona, 2004.
- César Imperator. Planeta. Barcelona, 2004.
GUILLAMON, Agustín: “La NVKD y el SIM en Barcelona. Algunos informes de Gerö (“Pedro”) sobre la Guerra de España”. Balance. Cuadernos de historia número 22. Barcelona, noviembre 2001.
- “Doce estampas revolucionarias (o no) de Barcelona”. Balance. Cuadernos de historia número 30. Barcelona, mayo 2005.
- Varios artículos en http://www.red-libertaria.com
- Varios artículos en http://es.geocities.com/hbalance2000
MIR SERRA, Miquel: Entre el roig i el negre. Una crònica de la Barcelona anarquista. Llibres del quatre cantons, Girona, 2005.
MOA, Pío: Innumerables engendros….
PAZ, Abel: Durruti en la Revolución española. Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 1996.
PEIRO, Joan: Perill a la reraguarda. Edicions Llibertat, Mataró, 1936.
VIDAL, César: Durruti. La furia libertaria. Temas de Hoy, Madrid, 1996.
YOURCENAR, Marguerite: Memorias de Adriano. Traducción de Julio Cortázar. Editorial sudamericana, Buenos Aires, 1980.
ZAVALA, José María: En busca de Andreu Nin. Plaza y Janés, Barcelona, 2005.
Memorias de un pistolero de la FAI y crónica de la Barcelona anarquista
Reseña del libro de MIR SIERRA, Miquel: Entre el roig i el negre. Una crònica de la Barcelona anarquista. Llibres del Quatre Cantons, Girona, març 2005, en catalán, 250 páginas.
INTRODUCCION
Nos hallamos ante un libro en el que su autor confunde y mezcla conscientemente géneros, absolutamente antagónicos entre sí, como son la novela y la crónica.
La novela histórica es una obra de ficción más o menos fundamentada en estudios históricos que pretende, mediante licencias literarias que no tienen por qué ceñirse a rigor científico alguno, caracterizar, ilustrar o hacernos entender un determinado período del pasado, insertar en éste un argumento novelesco o una aventura, o bien trazar el carácter y la psicología de una destacada personalidad, así como las costumbres y vivencias individuales o colectivas, propias de la época.
Clásicos excelentes de la novela histórica son “Memorias de Adriano” de Marguerite Yourcenar, con una magnífica traducción al castellano firmada por Julio Cortázar; la supuesta autobiografía de Claudio, novelada por Robert Graves; y las biografías de Julio César, o Napoleón, noveladas por Max Gallo.
Robert Graves simula que su novela es escrita en primera persona por el emperador Claudio, y sitúa en el centro motor de su obra los envenenamientos domésticos de Livia, para conseguir que su hijo Tiberio se convierta en el sucesor de Augusto. Nadie juzgará si es rigurosamente cierta, o no, la atribución a Livia de los envenenamientos de los diversos sucesores posibles de Augusto, que se anteponen a Tiberio. Se trata de una novela histórica en la que el novelista goza de licencias literarias, que no le serían permitidas a un historiador. Un historiador podría incluso recoger los rumores existentes sobre los envenenamientos de Livia, como tales rumores o difamaciones, pero no podría situarlos en el centro de su narración, sin faltar al rigor más elemental de la investigación histórica. Y no podría hacerlo porque tales envenenamientos no están suficientemente documentados, ni son la única explicación plausible de la sucesión de Augusto por Tiberio. Ese rigor documental es la diferencia fundamental entre una novela y una crónica.
La magnífica y documentada autobiografía novelada de Adriano, escrita por Marguerite Yourcenar, que no se permite trasgresión histórica de ningún tipo, es una excelente introspección psicológica en el carácter y la personalidad del emperador Adriano. No necesita ni pretende ser más que una ficción literaria, pero su autora consigue ahondar profundamente en la ética, anhelos y resignación de un individuo que, pese a gozar del formidable poder de un emperador romano, no es más que una persona sometida a la común fragilidad humana ante el destino, la enfermedad, el envejecimiento o el temor a la muerte. Adriano se alza ante nosotros con una grandeza similar a la de Hamlet, Fausto, Medea o Don Quijote. Yourcenar no recurre al artificio literario de hacernos creer que su novela son las auténticas memorias escritas por el propio Adriano, y de haberlo hecho, tal recurso no habría dejado de ser legítimo. Pero Marguerite nunca ha pretendido, ni ha necesitado simular, que su novelado Adriano fuese el “auténtico” emperador Adriano. Hay una diferencia necesaria, una frontera infranqueable, entre literatura e historia.
Con Max Gallo nos encontramos ante el caso de un autor que es a la vez historiador y novelista. Como novelista ha gozado de gran éxito con las autobiografías noveladas de César y de Napoleón. Como historiador es autor, entre otros trabajos, de una excelente y rigurosa biografía sobre Robespierre. Max Gallo tiene a gala diferenciar claramente sus obras de historia de sus novelas, porque quiere evitar al lector cualquier posibilidad de confusión.
En cambio, en la novela de Mir sucede todo lo contrario, puesto que junto al titulo de la novela “Entre el roig i el negre” aparece inmediatamente un oscuro y desafortunado subtítulo “Una crònica de la Barcelona anarquista”. El lector es sometido a un burdo engaño, o si se prefiere, a una confusión insuperable: ¿estamos ante una novela o ante unas crónicas?, que posiblemente no ha sido resuelta ni por el propio creador del engendro.
Mir ha quebrado la necesaria diferencia que debe existir entre literatura e historia. Esa frontera no puede franquearse impunemente, sin caer en un doble descrédito, como novelista y como historiador.
ORIGENES DE LA CONFUSION
El jueves, 28 de abril de 2005, en el suplemento cultural de “La Vanguardia”, diario serio e imparcial, apareció un artículo firmado por Josep Massot (que nadie debe confundir con el riguroso historiador del mismo nombre), responsable de la sección de cultura de ese diario, en el que se afirmaba, en grandes caracteres tipográficos, que el libro de Mir son las confesiones extraídas de un auténtico diario de memorias de un pistolero de la FAI. Así pues, según el periodista Massot, la novela de Mir se basa, no sabemos sin embargo hasta qué punto, en el hallazgo real de las memorias de un criminal anarquista sobre los saqueos y asesinatos que cometió en la Barcelona de 1936. Según el periodista de “La Vanguardia”, Mir ha dedicado siete años a comprobar los datos de ese diario, que luego ha NOVELADO en el libro “Entre el roig i el negre”, además de dedicarse a devolver a los propietarios originales una inmensa cantidad de objetos robados, que todavía se guardaban en el piso londinense, propiedad del pistolero de la FAI, así como en una masía del Penedés.
Josep Massot, con quien mantuvimos una breve correspondencia, tuvo la gentileza de confirmarnos que el diario y los objetos robados no eran un artificio literario, sino un hallazgo real. Y como “La Vanguardia” es un periódico que parece serio no pusimos en duda la veracidad sobre la existencia real de esas memorias. Aunque no resolvió nuestras dudas sobre la importancia y el peso real del diario y las confesiones en el conjunto de la novela. ¿Qué necesidad hay de novelar unas memorias, si no es porque tienen carencias importantes? ¿Por qué no publicar el diario tal cual?
Nos encontramos pues ante un nuevo género literario. No se trata aquí de la genial creación literaria de un Cide Hamete Benengeli, narrador minucioso y omnisciente de las hazañas del ingenioso hidalgo Don Quijote. Aquí resulta que el pistolero de la FAI, y sus memorias, y hasta su cueva de Alí Babá, son tan reales como el aire que respiramos, el suelo que pisamos y el cielo que nos cubre, temamos o no temamos, como siempre teme Astérix, que algún día caiga sobre nuestras cabezas. El nuevo género literario consiste en NOVELAR unos saqueos y unos asesinatos reales, de los que da fe un real pistolero en un diario real. El misterio del nuevo género literario radica, para el lector, en que no sabe ni podrá saber nunca, pues carece del mamotreto original del pistolero de la FAI, qué es ficción y qué es realidad. Cide Hamete Benengeli es un artificio literario divertido, y más cómico aún es saber que algunos lectores lo tomaron por el autor de las aventuras de Don Quijote, y más gracioso e impertinente es poder leer en la segunda parte del Quijote que Alonso Quijano despotrica de las desleales, falsas y groseras aventuras narradas por un tal Avellaneda, y que contemple en una imprenta la confección de un libro sobre sus aventuras en curso. Se trata de artificios literarios complejos y humorísticos, que el lector puede compartir y gozar con Cervantes. Pero ¿qué compartimos con Mir?: confusión, manipulación, oscuridad, indeterminación, creer en un puro acto de fe, o no creer si se es incrédulo, en la veracidad del diario (y de los objetos que dice haber hallado) que luego ha novelado. Se trata de un nuevo género literario, sin gracia ni ventura, muy propio de los actuales tiempos de televisión-basura y comida-rápida-basura que todo lo invade y penetra. ¿Realidad-basura, diarios-basura o historietas-basura: y qué más da y a quién le importa? Para vender, todo vale; para difamar y ensuciar cualquier basura es buena. De lo que se trata es de novelar el tópico del anarquista ladrón y asesino, como son todos los anarquistas. Nuestro pistolero no es un criminal, que además es anarquista, sino que es un criminal porque es anarquista, ya que según Mir todos y todos los anarquistas son criminales.
Como nos es imposible tener acceso al diario de memorias auténtico, realmente escrito por el pistolero de la FAI, juzgaremos sólo y sólo el libro “Entre el roig i el negre. Una crónica de la Barcelona anarquista”. Y lo juzgaremos desde un triple criterio: como novela histórica, como crónica histórica, o si somos capaces de hacerlo, en función del nuevo género literario instaurado por Mir: como “diario real novelado”.
Pero antes es necesario poner los puntos sobre las íes y dejar muy claro qué es lo que sucedió realmente en Barcelona durante los primeros meses posteriores al 19 de Julio de 1936.
LA VIOLENCIA REVOLUCIONARIA DEL 19 DE JULIO DE 1936 EN BARCELONA.
El Estado, en la sociedad capitalista, pretende siempre el monopolio de la violencia, con el objetivo manifiesto de mantener a raya a la clase explotada. A la violencia no controlada por el Estado, y que se ejerce fuera de ese monopolio, se la califica de delincuencia y es perseguida en nombre de la ley y el orden capitalistas. Los principales aparatos del estado ERAN el Ejército, para la defensa frente a otras naciones o la expansión imperialista y como garantía última del orden establecido; la Policía, para prevenir la subversión y reprimir al movimiento obrero; una Hacienda para financiar, mediante tributos, los distintos aparatos estatales y la burocracia; el Parlamento, para resolver pacíficamente los intereses de las distintas fracciones de la burguesía, e incluso institucionalizar al movimiento obrero en la sociedad capitalista. Iglesia, Escuela, Policía-Ejército, Sindicatos, Partidos, Tele-radio-prensa, Corrupción, Mafias, ONGes y afines, Alternativa antiglobalización “Otro mundo (capitalista) es posible” y Prisión SON, hoy, instituciones estatales y paraestatales destinadas a controlar, deformar, reprimir, vigilar, CON-vencer, manipular, dirigir, tiranizar, desviar, desorientar y castigar a la clase obrera. El Estado es pues el formidable instrumento de dominación de la clase poseedora sobre la clase explotada. El antagonismo de clase, en las sociedades capitalistas, era y es de tal magnitud que jamás el proletariado ha podido, ni puede, ejercer el poder estatal conjuntamente con una fracción de las clases poseedoras, sin favorecer la contrarrevolución burguesa. Las fracciones de las clases explotadas que entren en una coalición gubernamental, por las circunstancias más imperiosas que se quieran, o la razón que fuere, con alguna fracción de las clases poseedoras acabarán siendo, SIEMPRE, cómplices de los inevitables actos de represión contra la clase obrera, que irremediablemente conllevará el proceso contrarrevolucionario. SIN DESTRUCCION DEL ESTADO NO HAY REVOLUCION PROLETARIA.
En 1936, en España, la Iglesia y el clero, con importantes intereses terratenientes, financieros y educativos, eran la poderosa institución coordinadora de la derecha militar y fascista, opuesta al progreso material y social de las clases populares, con una presencia económica, ideológica y cultural, tiránica, omnipresente, inamovible y abrumadora en la vida cotidiana de campesinos, clases medias y trabajadores. Durante todo el período republicano la Iglesia fue vista como el primer obstáculo para alcanzar el progreso y el bienestar social. La alianza de la Iglesia con la derecha más reaccionaria y brutal presentó a esa Iglesia como diana de todas las movilizaciones sociales, progresistas y republicanas.
La sublevación militar y fascista, apoyada, incitada, ansiada, bendecida y amparada por la Iglesia, fracasó en casi toda España, creando como reacción una situación revolucionaria. La derrota del ejército por el proletariado en la “zona roja” había dinamitado el monopolio estatal de la violencia, brotando de la explosión una miríada de poderes locales, directamente asociados al ejercicio local de la violencia. Violencia y poder estuvieron íntimamente relacionados. Por otra parte, las llamadas “fuerzas de orden público” habían desaparecido de la calle, acuarteladas a la espera del momento oportuno de apoyar a la contrarrevolución. Esa situación revolucionaria común fue la que hizo surgir, sin consignas de organización alguna, ni centros de dirección de ningún tipo, en todos los lugares donde la sublevación fascista había sido derrotada: comités; armamento del proletariado; barricadas; milicias; patrullas de control; desaparición de sombreros, trajes y corbatas, sustituidos por monos y pañuelos rojinegros; quema de iglesias; pases emitidos por los comités de defensa; saqueos de casas de la burguesía; juntas revolucionarias de ámbito regional o comarcal en Málaga, Barcelona, Aragón, Valencia, Gijón, Madrid, Santander, Sama de Langreo, Lleida, Alicante, Almería…; persecución, encarcelamiento o asesinatos “in situ” de fascistas, militares sublevados, patrones y clero; incautación de fábricas, cuarteles y locales de todo tipo; comités de control obrero y un largo etcétera en el que el ejercicio de la violencia ERA EN SÍ MISMA la manifestación del nuevo poder obrero. En las semanas posteriores al 19 de julio se vivía una situación revolucionaria, nueva y desconocida, festiva y salvaje, en la que la ejecución del fascista, del amo o del cura ERA la revolución. Violencia y poder eran lo mismo. El torrente revolucionario lo arrasaba todo con su éxtasis furioso, redentor e imparable.
Pero las instituciones estatales siguieron en pie, y la CNT-FAI decidió entrar en un gobierno de coalición con partidos burgueses, para aplastar PRIMERO al fascismo allí donde había triunfado.
Los comités, surgidos por doquier, intentaron ordenar e imponer la nueva realidad social y económica surgida de la victoria insurreccional obrera sobre el fascismo, en Cataluña. Y por supuesto, surgieron los arribistas de la revolución, aquellos que buscaron el beneficio personal a toda costa, en una situación todavía confusa y revuelta, ladrones y asesinos que, sin carné o con carné de cualquiera de las formaciones sindicales y políticas existentes, desde la FAI (pero no sólo de la FAI, como quiere Mir) hasta el PSUC o POUM, pasando por ERC y Estat Català, desprestigiaron la labor revolucionaria en curso. Esos delincuentes fueron denunciados, certera y apasionadamente, por Joan Peiró en “Perill a la reraguarda”. Sin embargo, no confundamos a esos arribistas, que los hubo, no sólo en la FAI, con los incontrolados. Nada tan arbitrario, ni arrojadizo, como los múltiples significados que cada cual dio a la palabra “incontrolado”. La CNT-FAI la utilizó el 28 de julio en un manifiesto, como amenaza contra aquellos que utilizaran la violencia en provecho propio y no se sometieran a los dictámenes, controles y consignas confederales o del CCMA. El gobierno de la Generalidad la utilizó contra los revolucionarios que expropiaban los bienes de la burguesía y ponían en práctica la justicia proletaria. ERC contra toda actividad ácrata. El PSUC contra toda acción que atentara contra la autoridad gubernamental, el fortalecimiento de las instituciones estatales y la centralización militar. Después de mayo del 37 la CNT-FAI calificó de incontrolados a Los Amigos de Durruti. Con la conquista del Estado por los estalinistas, y la instauración del omnipotente terror del Servicio de Información Militar (SIM), todos los revolucionarios del 19 de Julio se convirtieron en incontrolados, desde el ilegalizado POUM hasta los sectores críticos o descontentos de la CNT-FAI.
Así fue y así pasó.
EL LIBRO DE MIR COMO NOVELA
Una crónica histórica ha de atenerse forzosamente a lo realmente ocurrido, aunque caben diversas interpretaciones, que suelen ser fruto de la ideología del autor. En una novela histórica pueden tolerarse ciertas licencias literarias, pero en contrapartida ha de exigírsele cierta credibilidad, y sobre todo una determinada profundización en los personajes, que nos permita entender sus acciones y pensamientos individuales o colectivos, y a través de ellos cierta comprensión de la época, o de la situación histórica vivida por los personajes de la novela. Sin embargo, la ideología del novelista no debería reflejarse en la caracterización de un personaje que fuese de otra ideología distinta. Así por ejemplo, la ideología catalanista y republicana de Mir no debería influir para nada en la descripción que se nos hace del personaje central de la novela, ese pistolero de la FAI, y mucho menos en los pensamientos e ideas expresadas por ese pistolero, ni en su íntima valoración de los hechos históricos vividos.
El protagonista principal de la novela, el pistolero de la FAI, no es creíble en ningún momento. Mir es incapaz de comprender qué es la violencia proletaria, y ni por asomo puede entender qué es la justicia revolucionaria. Es incapaz de transmitirnos la atmósfera de exaltación revolucionaria vivida por los obreros ácratas barceloneses en 1936. Véase de nuevo, en Peiró, la defensa que hace de la violencia y la justicia revolucionarias COLECTIVAS del proletariado barcelonés, claramente diferenciadas de las acciones delictivas, en provecho propio, de ladrones y asesinos. El pistolero de Mir es un militante anarquista que lo ve todo desde la ideología de un jerarca actual de ERC, porque hasta un simpatizante de la Esquerra de 1936 rechazaría la esquizofrenia de este pistolero novelado por imposible e increíble. El pistolero de Mir no es un idealista, es sólo un delincuente, ladrón y asesino, que juzga a sus compañeros como a tales; pero como tal delincuente sería un monstruoso cínico y se expresaría irónicamente. Pero no, el pistolero de Mir, carece de grandeza o bajeza alguna, no le azota ninguna lucha interior desgarradora entre lo que piensa y lo que hace. El pistolero de Mir es sólo un personaje plano, sin conflictos interiores, que le permite al autor de la novela operar con él como lo haría con una cámara de video. Y ese es el único papel que juega el pistolero de Mir, ver los hechos históricos, para que los juzgue el propio Mir desde su ideología catalanista y republicana. Mir crea de este modo un engendro increíble: un pistolero de la FAI que actúa conscientemente como ladrón y asesino, sin idealismo alguno, que piensa, y se juzga a si mismo y a sus compañeros, como lo haría un militante actual de ERC. Pero es que además ese pistolero es, en todo momento, la caricatura ridícula de un monstruo, que acumula todos los tópicos y maldades que la burguesía teme y atribuye al revolucionario, que le arrebata sus propiedades. Más que a un personaje de novela, Mir dibuja el tópico burgués del anarquista ladrón y asesino. Si Mir hubiera hecho de su pistolero un bruto sanguinario, un monstruo sin sentimientos ni ideales, que actúa sólo por el placer de matar y robar, disfrazando o justificando sus crímenes bajo el manto de la ideología ácrata, tomada como excusa o escudo protector, quizás hubiera conseguido un personaje excepcional con fuerza y credibilidad. Pero ese monstruo, en manos de Mir, es sólo esa cámara, que le permite al autor emitir los juicios y prejuicios de un militante de ERC, como si fueran los pensamientos del pistolero. El lector tiene la sensación de que el monstruo se derrite en un frágil y desarticulado muñequito que, en manos del tedioso ventrílocuo Mir, hace muecas extrañas e incomprensibles, mientras balbucea parrafadas ajenas e incoherentes, sin más gracia ni otro sentido que el de vestir el tópico del bruto anarquista de Tarrasa.
Todos los personajes de Mir son escasamente creíbles y las situaciones históricas narradas carecen de fuerza, exaltación y verosimilitud alguna. Tampoco consigue reflejar el irrefrenable ímpetu, la salvaje belleza y la explosiva grandeza del momento revolucionario. Es una mala novela, porque su propósito es, ante todo, confirmar la ya vieja difamación de una ideología y de un movimiento, el anarquista, que ni puede, ni quiere, entender, aceptar o explicar: sólo busca denigrar y exorcizar Julio de 1936.
EL LIBRO DE MIR COMO CRONICA HISTORICA.
Pese a lo que se dice en “La Vanguardia”, y pese a lo que se dice en el prólogo del libro Mir, éste no hace una crónica verídica y aceptable de la situación revolucionaria, creada en Barcelona a partir de la victoria armada del proletariado sobre los militares sublevados contra el régimen republicano, y contra el nuevo gobierno de Frente Popular, surgido en las elecciones de febrero de 1936.
Ante todo una afirmación tajante frente a un autor, como Mir, que ha militado en ERC: sin los anarcosindicalistas en la calle, no habría habido Guerra civil, por la sencilla razón de que la sublevación fascista y militar habría triunfado inmediatamente en Barcelona. La mayoría de los militantes de ERC, salvo un honroso puñado, el 19 de Julio se quedó en casa, a la espera de acontecimientos. El 19 de Julio casi todos los parlamentarios de ERC, con la notable, valiosa y valerosa excepción de Tarradellas, abandonaron a Companys a su suerte, porque se creyeron ante un nuevo 6 de octubre.
Y otra afirmación tan tajante y cierta como la anterior, necesaria además para revitalizar la memoria histórica de los actuales militantes nacionalistas de ERC, que no vivieron el 19 de Julio: la CNT-FAI desautorizó desde los primeros días los saqueos y asesinatos indiscriminados, cometidos por delincuentes con carné o sin carné. Ejecutó “in situ” a militantes cenetistas o no cenetistas que, en la vorágine de la situación creada por la sublevación militar y el vacío de poder, habían delinquido, o se habían tomado la justicia por su mano, con fines privados.
Pero no hay que olvidar que también hubieron delincuentes y pistoleros con carné de ERC, y que el propio comisario de orden público de la Generalidad, Revertés, militante de ERC, había intentado asesinar chapuceramente a su suegra, porque creía que su cargo le hacía impune a cualquier delito. Descubierto y denunciado por los Servicios de Investigación de la CNT-FAI, dirigidos por Manuel Escorza, fue puesto a disposición del presidente de la Generalidad. Confeso, y destituido de su cargo, fue abandonado por Companys a la custodia del citado comité, que le ejecutó inmediatamente.
Por otra parte, debe quedar muy claro que la CNT-FAI, en la situación revolucionaria creada el 19 de Julio, no condenó TODAS las ejecuciones y expropiaciones, porque como dijo el propio Peiró, tan merecidamente citado como azote de la violencia indiscriminada, era necesaria una justicia revolucionaria popular de carácter COLECTIVO, inmediato y espontáneo.
Y el 19 de Julio matar un fascista, fusilar un cura, o saquear e incendiar una iglesia era hacer la revolución. Quizás no lo fuera ya en noviembre, porque los avances de la contrarrevolución en marcha desfiguraban el carácter festivo, glorioso, igualitario, excitante, gozoso, anónimo, purificador, lúdico, salvaje, entusiasta, justiciero, popular, liberador, erótico, solidario y maravilloso que había tenido en Julio el uso de las armas.
Violencia y poder iban juntos. Una vez destruido el monopolio de la violencia por el Estado, porque se había derrotado al ejército en la calle, y armado el proletariado, se abría una situación revolucionaria que imponía su violencia, su poder y su orden. El poder de una clase obrera en armas.
No hay nada más violento ni autoritario que derrotar al ejército, y eso lo hicieron los anarcosindicalistas y el pueblo de Barcelona. No hay nada más violento ni autoritario que arrebatar las armas de los cuarteles y armar al proletariado, y eso lo hicieron los anarcosindicalistas. No hay nada más violento ni autoritario que arrancar las fábricas a sus propietarios, y eso es lo que hicieron los anarcosindicalistas y el proletariado catalán. Aunque hay quien dice, como Víctor Alba (POUM), que la colectivización fue fruto del abandono de las fábricas por sus dueños, olvidando que si éstos habían huido era porque comités de hombres armados habían ido antes a buscarlos a sus domicilios. No hay nada más violento ni autoritario que disolver el gobierno y destruir el aparato estatal, pero eso NO lo hicieron los anarcosindicalistas, que optaron por colaborar con el resto de fuerzas políticas (incluso las burguesas, como ERC y Estat Català), con el gobierno de Companys y con las instituciones estatales. Ese fue el error de los anarquistas: no destruir el Estado y colaborar con el gobierno de Companys.
El error anarquista, en julio de 1936, no fue el de matar curas, quemar iglesias, formar milicias y patrullas, tomar las fábricas o crear comités por doquier. El error fue dejar en pie el gobierno de la Generalidad, y colaborar con él mediante el Comité Central de Milicias Antifascistas (CCMA). El error fue no dar la patada de gracia a la Generalidad, sustituyéndola por una Junta Revolucionaria, representante de los comités. Una Junta capaz de centralizar el poder del proletariado en armas y coordinar los comités locales. Una Junta capaz de plantearse y resolver, desde esa centralización y coordinación de los comités, entre otras muchas labores necesarias, la tarea de REPRIMIR A LOS LADRONES Y ASESINOS SIN CARNÉ O CON CARNE (incluido el carné de ERC), y sobre todo la de sustituir a los funcionarios y altos cargos derechistas, que como denunciaba Peiró, saboteaban la producción y la guerra desde el gobierno de la Generalidad. Joan Peiró llegó a decir que mejor hubiera sido matar menos curas y más altos cargos y funcionarios; aunque lo realmente revolucionario quizás hubiera sido dejarlos a todos en el paro, suprimiendo el Estado.
Mir es incapaz de comprender, e incluso de “aceptar”, la evidente existencia histórica de esa violencia revolucionaria del proletariado barcelonés, que para él, y “La Vanguardia”, sólo pueden ser caos, saqueos, asesinatos, incendios, robos, pero sobre todo el fin del poder de la burguesía, y por lo tanto SU fin del mundo.
Mir, además de su incapacidad para entender la situación revolucionaria del 19 de Julio, a causa de su ideología burguesa, comete graves e innumerables errores historiográficos, más propios de un bachiller, poco leído e interesado en el tema de la Guerra civil, que de un archivero y erudito, como nos es presentado en “La Vanguardia” y en el prólogo de su libro. Aunque digan que “La Vanguardia” es un diario serio e imparcial.
Vamos a demostrar que el libro de Mir, desde el punto de vista del cronista, está plagado de imprecisiones y errores, y lo que es aún peor, está mal enfocado y estructurado. Por razones de espacio y brevedad señalaremos sólo los errores más graves y los más divertidos:
En la página 34 no reconoce las estrofas de un conocidísimo himno bélico catalán.
En la página 35 da una falsa explicación del bombardeo ocurrido el 17 de marzo de 1938, a las 14,05 horas, en la Gran Vía / Balmes, cuya enorme destrucción no fue causada por la utilización de explosivos de gran potencia por parte de la aviación italiana, como dice Mir, sino al alcanzarse casualmente un camión cargado de natamita.
En la página 105 Mir afirma que Francisco Ascaso, que había caído el 20 de julio de 1936 en el asalto al cuartel de Atarazanas, formaba parte desde el 21 de julio del Comité Central de Milicias Antifascistas. Y esta afirmación es puesta además en labios del protagonista de la “crónica novelada” esto es, del pistolero de la FAI que escribe el diario que Mir novela. Es absolutamente impensable que un viejo militante de la FAI no supiera, o no se acordara, de la muerte de Francisco Ascaso el 20 de julio, en el asalto al cuartel de Atarazanas. Hay errores lo suficientemente graves como para desautorizar, no ya la supuesta crónica y el supuesto diario, sino también la novela. Es increíble que el pistolero barcelonés de la FAI desconociera la heroica y mitificada muerte de Francisco Ascaso, reproducida hasta la saciedad en estampas, sellos, discursos, artículos… y que constituyó una auténtica tragedia, vivamente sentida por todos los luchadores del 19 de Julio. Este error es un auténtico blasón, que desautoriza a un Mir que “La Vanguardia” y el prólogo nos intenta pasar por investigador, conocedor y erudito de la historia de la Guerra civil.
En la página 112 el pistolero de la FAI inventado por Mir o, si Mir quiere y la seria e imparcial “La Vanguardia” quiere, el auténtico pistolero de la FAI que escribe un diario auténtico, nos dice que pertenece a la sección doce de las Patrullas de Control de Barcelona. Lástima que sólo hubo once secciones. A los mentirosos se les coge en detalles tan estúpidos y nimios como éste. No entendemos que “La Vanguardia”, como diario serio e imparcial que dice ser, no señale en su crítica errores de tal calibre.
En la página 113 se afirma que las patrullas de control eran algo así como el brazo armado de la FAI. El disparate no puede ser más descomunal si tenemos en cuenta que las patrullas de control, dependientes del CCMA y luego de la Consejería de Orden Público, estaban formadas (en octubre de 1936) por unos setecientos hombres, de los cuales sólo la mitad aproximadamente pertenecían al movimiento anarquista, y la otra mitad al PSUC, ERC, UGT o sin afiliación concreta. El brazo armado de la FAI, en Barcelona, si de tal cosa puede hablarse, estaba constituido por los Comités de Defensa de las barriadas y por el Comité de Investigación de la CNT-FAI, amén de la lejana fuerza que suponían las milicias ácratas del Frente de Aragón.
En la página 148 se hace una narración absolutamente errónea de la muerte de Durruti en el frente de Madrid. Es difícil cometer tantos errores en un solo párrafo. Durruti fue a Madrid a causa de la insistencia de Federica Montseny y Marianet, y no de Cipriano Mera. Durruti fue herido de bala el 19 de noviembre, y no el 20, como dice Mir. La bala que le hirió no fue en un asalto al Clínico, como dice Mir. La bala no era de un Winchester, como dice Mir.
En la misma página 148, Mir afirma que Durruti fue enterrado el mismo día en que se hizo el cortejo fúnebre, en el cementerio de Montjuic, bajo una montaña de flores. Lo cierto es que Durruti no pudo ser enterrado ese mismo día, porque el agujero era demasiado pequeño y las montañas de flores y una lluvia torrencial impidieron ampliarlo hasta el día siguiente. Mir puede documentarse en mi artículo “Habla Durruti”, publicado en http://www.red-libertaria.com.
En la página 140 Mir afirma que entraron tres ministros anarquistas en el gobierno de Largo Caballero. Hasta nuestro bachiller, poco leído e interesado, le corregiría el número al señor Mir, diciéndole que fueron cuatro: Juan López, Juan García Oliver, Federica Montseny y Joan Peiró. Tres juanes y una federica ¡Menuda crónica la de Mir: no acierta ni una!
En la página 159 Mir afirma que las Jornadas de Mayo (3 al 7 de mayo de 1937) supusieron la inmediata sustitución de Largo Caballero por Negrín, y que fue Negrín quien desde Valencia ordenó el envío de ochenta camiones que llegaron a Barcelona el 7 de mayo.
El error cronológico implica una incomprensión absoluta de lo ocurrido. Fue Largo Caballero quien envió esos camiones, además de varios navíos que Mir no cita. Porque Largo Caballero no fue sustituido por Negrín hasta el 17 de mayo. Nuestro bachiller está pensando seriamente en darle a Mir un cero patatero. Y otro a la crítica de “La Vanguardia”, que ha elogiado seria e imparcialmente el libro de Mir como un libro imparcial y serio, vomitado tras varios años de investigación.
En la página 160 Mir afirma que a principios de mayo Los Amigos de Durruti elaboraron un manifiesto en solidaridad con el asesinato de Nin por los soviéticos, al mismo tiempo que pedían la formación de un gobierno revolucionario, el fusilamiento de los culpables del asalto a la Telefónica y denunciaban a los estalinistas como responsables de los Hechos de Mayo. ¡A veces puede ser difícil y laborioso explicar el cúmulo de errores, barbaridades, estupideces e imprecisiones que la empanada mental de un ignorante puede apretujar en sólo cinco líneas! Pero vamos a intentarlo: Los Amigos de Durruti lanzaron el 5 de mayo, en las barricadas, una octavilla en la que pedían la formación de un Junta revolucionaria que sustituyera a la Generalidad y el fusilamiento de los culpables del asalto a la Telefónica, al tiempo que saludaban a los compañeros del POUM, que también combatían en las barricadas. El 16 de junio el POUM fue ilegalizado y su ejecutiva detenida. Días después Nin fue secuestrado de una cárcel republicana por agentes soviéticos. Torturado en una finca de Alcalá de Henares, propiedad de unos aristócratas estalinistas, fue asesinado por Orlov, Gerö y otros, en una curva de la carretera entre Alcalá y Perales de Tajuña, muy probablemente hacia el 23 de junio.
Era pues imposible que Los Amigos de Durruti se solidarizaran, el 5 de mayo, con el POUM, a causa del secuestro y asesinato de Nin, ocurrido entre el 20 y el 24 de junio. Mir mezcla fechas y acciones, anticipa denuncias por asesinatos antes de que se produzcan, y en suma no hace más que desacreditarse ante nuestro bachiller, no ya como mal novelista y peor cronista, sino como pésimo lector o estudiante de historia. No sólo Mir no es un erudito sobre la Guerra civil, sino que ha leído poco y mal. Sobre este tema remito al lector interesado a mi artículo “Los Amigos de Durruti en mayo de 1937”, publicado en http://www.red-libertaria.com.
Podemos concluir que el libro de Mir, en cuanto crónica, está plagado de errores, algunos tan inadmisibles como el de la presencia de Francisco Ascaso en el CCMA, la sustitución de Largo Caballero por Negrín durante las jornadas de mayo, la denuncia por Los Amigos de Durruti, en su octavilla del 5 de mayo, del secuestro y asesinato de Nin en la segunda quincena de junio y un largo etcétera del que sólo hemos destacado los más disparatados, aunque confesamos que lo que más nos irrita en la lectura de la bazofia de Mir son las constantes imprecisiones y pequeños errores que pueblan todo su libro.
HACIA LA HISTORIA BASURA: ¿UN NUEVO GÉNERO?
¿Por qué tomarse las molestias de leer y reseñar el libro de Mir, que es una mala novela y una peor crónica?
Pues porque al parecer el libro de Mir se inscribe en un nuevo género, que ya hace furor en algunas editoriales: “la historia basura”. Se presenta como libro de historia un bodrio que no es más que un tocho de papel, fabricado con cinco tijeretazos y dos documentos mal interpretados. La lista sería larga e ilustrativa, desde un Pío Moa, escribano a la carta que, sin investigaciones propias de peso y calidad en archivos, se limita a reinterpretar la historia desde la perspectivas, demandas y necesidades ACTUALES de la extrema derecha franquista, hasta un César Vidal, escribidor al servicio de la última moda del mercado editorial sobre los temas más variopintos, capaz en su libro sobre Durruti de un plagio descarado y ácido de las investigaciones que Abel Paz ha realizado a lo largo de toda una vida. Han desaparecido por completo el rigor y la fiabilidad, amén de la cortesía de la cita “comedida” de otro historiador.
Un caso inaudito es el del mediocre historiador derechista (¿carlista?) César Alcalá, que ha publicado un libro sobre las checas de Barcelona, citando literalmente unas veces, y otras sin citarlo, o reseñándolo, todo un trabajo de Agustín Guillamón sobre el tema, que abarca un tercio del libro de César Alcalá. Los otros dos tercios los completa con tijeretazos menores, estadísticas, listados y quizás algún agrio y mínimo fruto de cosecha propia. Plagiar y citar tan ampliamente, SIN PERMISO, la obra de otro autor, tiene delito; pero si además todo ello se usa, malévola y torcidamente, para llegar a conclusiones descabelladas y aberrantes, que el autor así saqueado no comparte, merece ser denunciado públicamente.
Frente a la gravedad de los casos anteriores, pasan a ser “pecata minuta” las llamadas técnicas periodísticas de un José María Zavala, que en su libro sobre Nin suprime toda cita, en la que se indique de qué libro o a qué investigador se deben sus afirmaciones, con lo cual no sólo el lector pierde la posibilidad de comprobar y ampliar los datos, sino que además se arrebata a los investigadores, no citados, sus primigenios descubrimientos, y a la ciencia histórica algo que se parezca remotamente al rigor científico, olvidándonos ya por supuesto de la mínima cortesía debida a los historiadores así pirateados. Más que de una técnica periodística, cabe hablar de una técnica basura. Y a ese atraco múltiple hay quienes lo llaman hacer el estado de la cuestión sobre el tema. Ya ni señalamos los múltiples errores, las graves deficiencias y las turbias interpretaciones de Zavala, porque nos parece una labor descomunal, ingrata y sobre todo inútil.
El libro de Mir, ni novela ni crónica, sino todo lo contrario y del revés, tiene además la desfachatez de presentar como “crónica novelada” lo que no es más que una grosera “difamación novelada” del movimiento revolucionario barcelonés de 1936.
Mir no ha inventado un nuevo género, el de la crónica novelada, porque el género de la difamación y la calumnia, sobre todo cuando procede del odio de clase contra la revolución proletaria, del terror que inspira en la burguesía la violencia revolucionaria del proletariado, no necesita de excusa alguna, ni es ninguna novedad, ni necesita presentarse como nuevo género literario.
Bastan primero (1936-1939) bombardeos, masacres, terror, cárceles y paredones contra el proletariado. Luego (hasta 1976) una dictadura fascista de cuarenta años, a la que propietarios de un diario, que aún se pretende serio e imparcial, cedieron gratuitamente una fábrica de cáñamo, para convertirla en campo de concentración de penados a muerte, con cómodo cuartel anexo de la guardia civil, todo ello muy eficientemente cerca de la playa del Campo de la Bota, donde se fusiló masiva e impunemente desde 1939 hasta 1952. Y, por fin, ahora, para rematarlo todo, tras la amnesia de la Transición, la historia basura de los píos moa nacionalistas, franquistas y de extrema derecha; o los nuevos píos mir, nacionalistas, republicanos y de izquierda. Porque es entre píos y flautas donde los extremos nacionalistas se tocan hoy: contra los ácratas y los revolucionarios, todos a una; y todo por la patria.
Nada nuevo bajo el sol, y mucho menos la basura de siempre, que unas veces nos quieren vender como historia y otras como novela, y ahora Mir como crónica novelada. Ya se sabe, desde siempre, y para eso no hacen falta ni vanguardias ni píos, sino los habituales siervos de la burguesía ilustrada, que todos los anarquistas son, por definición, ladrones y asesinos. Y eso lo dicen, también desde siempre, novelistas, historiadores y diarios muy burgueses, y más subvencionados, que se creen realmente serios e imparciales. Es un tópico, y de los tópicos no salen novelas ni crónicas: sólo basura. Y hasta hay basureros que confunden lo serio con lo triste, y llaman imparcialidad a la complicidad.
CONCLUSIONES.
“Entre el rojo y el negro” es un libro que no aporta nada nuevo a la clásica, clasista y soez difamación franquista y catalanista del movimiento obrero en Cataluña. Es fruto del odio y del temor de clase a la revolución proletaria. Oscila constantemente ENTRE EL TÓPICO Y LA INFAMIA burgueses contra la acción revolucionaria de la clase obrera barcelonesa y catalana durante la Guerra civil.
Agustín Guillamón
Balance. Cuadernos de historia (septiembre 2005)
http://es.geocities.com/hbalance20000
OBRAS CITADAS:
ALBA, Víctor: Los colectivizadores. Laertes, Barcelona, 2001.
ALCALA, César: Checas de Barcelona. Belacqva, Barcelona, 2005.
GALLO, Max: L´homme Robespierre. Histoire d´une solitude. Paris, Perrin, 1968.
- Napoleón” (novela). Planeta, Barcelona, 2004.
- César Imperator. Planeta. Barcelona, 2004.
GUILLAMON, Agustín: “La NVKD y el SIM en Barcelona. Algunos informes de Gerö (“Pedro”) sobre la Guerra de España”. Balance. Cuadernos de historia número 22. Barcelona, noviembre 2001.
- “Doce estampas revolucionarias (o no) de Barcelona”. Balance. Cuadernos de historia número 30. Barcelona, mayo 2005.
- Varios artículos en http://www.red-libertaria.com
- Varios artículos en http://es.geocities.com/hbalance2000
MIR SERRA, Miquel: Entre el roig i el negre. Una crònica de la Barcelona anarquista. Llibres del quatre cantons, Girona, 2005.
MOA, Pío: Innumerables engendros….
PAZ, Abel: Durruti en la Revolución española. Fundación Anselmo Lorenzo, Madrid, 1996.
PEIRO, Joan: Perill a la reraguarda. Edicions Llibertat, Mataró, 1936.
VIDAL, César: Durruti. La furia libertaria. Temas de Hoy, Madrid, 1996.
YOURCENAR, Marguerite: Memorias de Adriano. Traducción de Julio Cortázar. Editorial sudamericana, Buenos Aires, 1980.
ZAVALA, José María: En busca de Andreu Nin. Plaza y Janés, Barcelona, 2005.
"No estando ligados formalmente al pasado, no tendremos ninguna obligación con los programas y los métodos antiguos, pudiendo más libremente elaborar, sobre la base de las extraordinarias experiencias de nuestro tiempo, un programa renovador."
El Curioso Lector (2004-2005), a modo de despedida final.
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“La Vanguardia”, diario serio e imparcial
Espera que me tronche




Este verano me he leído el libro. Lo compré por error porque, aunque ya había oído hablar sobre él, no caí en la cuenta de que era este hasta que lo había comprado.
El libro es claramente un refrito de El eco de los pasos para la época del pistolerismo y de Homenaje a Cataluña para los hechos de mayo.
Entremedio, el tal Mir ese, se dedica a decir sandeces una tras otra.
Me llama la atención las contradicciones en las que cae a la hora de describir al personaje, lo suficientemente convencido de que el fin (la causa revolucionaria) justifica los medios (matar, robar, saquear,...), un anarquista totalmente "concienciado" pero ahora, eso sí, ¡admira a Macià!
Se dedica a poner en boca del personaje toda una retaíla de elogios hacia la figura del "avi" (que conste que esto no tiene nada que ver con que el Mir ese sea de ERC, ¿o sí?).
Yo no sé si esto esta basado en un diario real o no, que lo dudo mucho, pero aunque fuera así, está claro que este ¿autor? ha colado lo que le ha dado la gana para hacer su proselitismo.
Ya no somos anarquistas y sindicalistas que marchan por caminos opuestos. Ahora, y en adelante, anarcosindicalismo (J.G.O.)
recientemente en uno de sus explendidos artículos del amigo Losantos mezclaba la eta, los grapo, los pistoleros de la FAI, etc...
lo que mas gracia me hace de todo esto es que se le ponga el calificativo de pistolero al integrante de la FAI, cuando el verdadero pistolerismo es ese de la burguesía que no dudan en silenciar.
en fin, que se puede esperar de esta gentuza, lastima que haya gente que se pueda creer estas mentiras.
demos gracias a dios que hoy por hoy la juventud no está por la labor de leer
lo que mas gracia me hace de todo esto es que se le ponga el calificativo de pistolero al integrante de la FAI, cuando el verdadero pistolerismo es ese de la burguesía que no dudan en silenciar.
en fin, que se puede esperar de esta gentuza, lastima que haya gente que se pueda creer estas mentiras.
demos gracias a dios que hoy por hoy la juventud no está por la labor de leer

"Queremos personas capaces de destruir, de renovar sin cesar los medios y de renovarse ellas mismas; personas cuya independencia intelectual sea su mayor fuerza, que jamás estén ligados a nada... aspirando a vivir vidas múltiples en una sola vida".
Francisco Ferrer i Guardia
Francisco Ferrer i Guardia
Contra el terror
Hola amigos. No estoy de acuerdo con vosotros. Vuestros argumentos son los mismos que fascistas, comunistas y demás negadores de la verdad. Por desgracia los anarcos participaron activamente en el terror y la represión de la zona izquierdista. Cierto es que todos los grupos y partidos lo hicieron. Y por supuestos lax derechas en su zona. Pero eso no es excusa. Un libertario no debe actuar como todos, debe rechazar, el terror, y la pena de muerte. Y nolo hicieron. Participaron en tribunales, tenían sus checas, sus grupos de matarifes... Vernon Richard habla de ello y lo reconoce sin pelos en la lengua.
por eso para mi el anarquismo español fracasó totalmente, pese a que se hable de las colectivizaciones y sus realizaciones. para mi, repito, humanamente se fracasó absolutamente. y yo me niego a mentir y a ocultar la verdad, porque perjudica a una ideología y pensamiento.
Saludos de un tolstoiano.
por eso para mi el anarquismo español fracasó totalmente, pese a que se hable de las colectivizaciones y sus realizaciones. para mi, repito, humanamente se fracasó absolutamente. y yo me niego a mentir y a ocultar la verdad, porque perjudica a una ideología y pensamiento.
Saludos de un tolstoiano.
LA VIOLENCIA ES EL MAYOR FRACASO DEL ANARQUISMO
No creo que ninguno aquí no reconozca los excesos que pudiera haber ocurrido por parte del movimiento libertario, lo que denunciamos es que estos sucesos se magnifican y se multiplican de forma maravillosa cuando se trata de nuestro movimiento, tratando de manipular o generalizar sobre hechos aislados, cuando no de intentar colarnos una mentira a base de repetirla en mil y una ocasiones...
Sobre el tema en cuestión habría que investigar mucho y se podría hablar largo y tendido sobre ello (seguro que ya hay algún post abierto en este foro), dependiendo de lo que se lea veremos la problemática de una forma u otra. Por ejemplo, convendría recordar como bien indica en un artículo Abel Ortíz, con el nombramiento de Juan García Oliver (CNT) como ministro de justicia y de Melchor Rodríguez (CNT), al que los fascistas llamarían "el ángel rojo" (por salvar sus vidas), como director general de prisiones, hicieron que se terminara con los atropellos que se venían cometiendo con los fascistas detenidos.
Por ser unos hechos minoritarios y no atribuibles de forma generalizable yo mantengo con firmeza que el anarquismo español no fracasó ni mucho menos en el empeño por crear un mundo nuevo, sus triunfos son mucho más grandes que sus fracasos y debilidades. Yo lo tengo clarísimo y creo que debemos tener mucho cuidado en caer en la demagogia que desde muchas partes se vierte sobre el anarquismo, una estrategia muy antigua para desprestigiar a esta gran filosofía de vida. Finalizando: el anarquismo tuvo errores y muy gordos, pero analizando la lucha en general llevada a cabo los triunfos fueron mucho más importantes, siendo un ejemplo histórico en el que fijarnos con orgullo. Quien piense en una revolución perfecta y sin errores que no se moleste porque entonces se olvida de que el hombre es un ser imperfecto.
salud!
Sobre el tema en cuestión habría que investigar mucho y se podría hablar largo y tendido sobre ello (seguro que ya hay algún post abierto en este foro), dependiendo de lo que se lea veremos la problemática de una forma u otra. Por ejemplo, convendría recordar como bien indica en un artículo Abel Ortíz, con el nombramiento de Juan García Oliver (CNT) como ministro de justicia y de Melchor Rodríguez (CNT), al que los fascistas llamarían "el ángel rojo" (por salvar sus vidas), como director general de prisiones, hicieron que se terminara con los atropellos que se venían cometiendo con los fascistas detenidos.
Por ser unos hechos minoritarios y no atribuibles de forma generalizable yo mantengo con firmeza que el anarquismo español no fracasó ni mucho menos en el empeño por crear un mundo nuevo, sus triunfos son mucho más grandes que sus fracasos y debilidades. Yo lo tengo clarísimo y creo que debemos tener mucho cuidado en caer en la demagogia que desde muchas partes se vierte sobre el anarquismo, una estrategia muy antigua para desprestigiar a esta gran filosofía de vida. Finalizando: el anarquismo tuvo errores y muy gordos, pero analizando la lucha en general llevada a cabo los triunfos fueron mucho más importantes, siendo un ejemplo histórico en el que fijarnos con orgullo. Quien piense en una revolución perfecta y sin errores que no se moleste porque entonces se olvida de que el hombre es un ser imperfecto.
salud!
"Queremos personas capaces de destruir, de renovar sin cesar los medios y de renovarse ellas mismas; personas cuya independencia intelectual sea su mayor fuerza, que jamás estén ligados a nada... aspirando a vivir vidas múltiples en una sola vida".
Francisco Ferrer i Guardia
Francisco Ferrer i Guardia
Los anarquistas han sido las fuentes principales de información sobre sus actos. Cuando han puesto una bomba, cuando han matado a alguien, lo han dicho. Hemos sido bastante sinceros para lo bueno y para lo malo.
Juan Peiró cargó en repetidas ocasiones contra los asesinos que llevaban carnet de CNT y de FAI, que no es lo mismo eso que ser anarquista. Nunca esas actividades fueron aprobadas por la CNT. Habla Alfredo de las chekas de la CNT... ¿Dónde las hubo por favor? Los propios fascistas han tenido serios problemas a la hora de atribuir a los anarquistas la fabricación de checas. Por el contrario los anarquistas no solo no hicieron checas, sino que demolieron cárceles. Y me parece curioso que Alfredo afirme que el anarquismo fracasó humanamente, dejando a un lado la obra constructiva de teatros, periódicos, libros, escuelas, sindicatos y espíritu solidario que dieron dignidad a miles de personas.
Tolstoi escribió páginas muy bellas acerca del pacifismo y la no violencia. Eso no le impidió tratar con la punta del pie a su esposa. Cuando se mira una obra, Alfredo, hay que valorarla en su globalidad. No por la basura que nos echan encima.
Juan Peiró cargó en repetidas ocasiones contra los asesinos que llevaban carnet de CNT y de FAI, que no es lo mismo eso que ser anarquista. Nunca esas actividades fueron aprobadas por la CNT. Habla Alfredo de las chekas de la CNT... ¿Dónde las hubo por favor? Los propios fascistas han tenido serios problemas a la hora de atribuir a los anarquistas la fabricación de checas. Por el contrario los anarquistas no solo no hicieron checas, sino que demolieron cárceles. Y me parece curioso que Alfredo afirme que el anarquismo fracasó humanamente, dejando a un lado la obra constructiva de teatros, periódicos, libros, escuelas, sindicatos y espíritu solidario que dieron dignidad a miles de personas.
Tolstoi escribió páginas muy bellas acerca del pacifismo y la no violencia. Eso no le impidió tratar con la punta del pie a su esposa. Cuando se mira una obra, Alfredo, hay que valorarla en su globalidad. No por la basura que nos echan encima.
Contra terror
Hola amigos. Perdonar mi fuerte cr´´itica. Pero aunque no nos guste los anarcos , no todos, por supuesto(Melchor Rodríguez es una notable excepcion), participaron en crímenes. No se trata de hincharlos, sino de reconocerlos. Y destruyeron cárceles. Pero crearon otras para los llamados fascistas(en realidad, aunque sea políticamente incorrecto, un curilla o un fraile, no suelen ser fascistas, aunque no compartamos su visión de la vidA).
sE QUE CREARON ESCUELAS, CENTROS PARA CIEGOS...Hicieron cosas muy buenas. pero fracasaron al participar en el terror. Es una opinión personal y discutible, pero es mi sincera opinión.
Saludos tolstoianois
sE QUE CREARON ESCUELAS, CENTROS PARA CIEGOS...Hicieron cosas muy buenas. pero fracasaron al participar en el terror. Es una opinión personal y discutible, pero es mi sincera opinión.
Saludos tolstoianois
LA VIOLENCIA ES EL MAYOR FRACASO DEL ANARQUISMO
Te están diciendo que precisamente los anarquistas son los que primero reconocieron los "crímenes" que cometieron algunos anarquistas. Mucho antes de que lo dijeran los fascistas, o los comunistas, ya salían denuncias públicas de estos hechos en la prensa del movimiento. No todos, dices. Pero es que el movimiento libertario englobaba a más de 1,5 millones de personas. Y entre 3 y 5 millones de personas participaron en la revolución social. Un puñado de personas participaron en crímenes... ¿y qué? Claro que lo reconocemos. En la misma época ya se denunció. Claro que hicieron cárceles. Estaban en plena guerra. Pero mientras los comunistas ejecutaron a los prisioneros fascistas sistemáticamente (caso Paracuellos), los anarquistas no lo hacían.
¿Tenemos que pedir perdón por ello?
¿Tenemos que pedir perdón por ello?
...vive como piensas o acabarás pensando lo que vives...
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- Mensajes: 149
- Registrado: 22 Jun 2005, 15:38
Un poco de investigación e información, por favor
¿Violencia revolucionaria?
Sr. Alfredo debería usted informarse sobre qué es lo que pasó en España desde 1900 hasta 1936... donde se pueden contabilizar miles de muertes en las manifestaciones y huelgas en las que se reclamaba, pan, derecho de asociación, subida de salarios y otras "radicalidades"...
debería informarse sobre la extensa red de escuadrones de la muerte que asolaron Barcelona... (concretamente los barrios obreros) incluso antes de la dictadura de Primo de Rivera...
Un buen día de 1936, después de detener un golpe de estdo militar (único caso en la historia) los trabajadores y trabajadoras de Catalunya incautan propiedades a la clase opresora... En el edificio de Foment del Treball (patronal)aparecen miles de documentos donde se demuestra has qué punto estaba planificado el exterminio de los sindicalistas. Aparecen las listas negras famosas... y aparecen las actas de las reuniones donde se tomaban esas decisiones, nombres de los chivatos, de los espías, de los ejecutores...
El terror de los primeros días es azuzado por esto último y por la actitud del clero durante el golpe de estado...
Sume estos tres factores y reflexione...
Las checas, las ejecuciones frías y calculadas, las sacas, paracuellos, etc... son resultado de la política cruel e inhumana de SOCIALISTAS, COMUNISTA Y FASCISTAS...
El "bando" anarquista (se debería llamar más bien movimiento) participó coyunturalemente en hechos violentos casi de forma anecdótica si lo comparamos con el resto de fuerzas...pero el sambenito era más cómodo hacer lo recaer en los "radicales" que consiguieron el derecho de asociación, la joranada de 8 horas y la eliminación del trabajo infantil... los mismísimos diablos, vamos...
¿quema de iglesias? Pues sí... concretamente aquellas desde las que se disparó al pueblo, y aquellas que se distinguieron en la represión de los movimientos huelguisticos.
¿Cuantas en lugar de quemarse se reconviertieron en locales de uso civil, para uso y disfrute del pueblo... Muchísimas más de las que se quemaron... Pero esto mejor que no se sepa...¿me equivoco?
Sr. Alfredo debería usted informarse sobre qué es lo que pasó en España desde 1900 hasta 1936... donde se pueden contabilizar miles de muertes en las manifestaciones y huelgas en las que se reclamaba, pan, derecho de asociación, subida de salarios y otras "radicalidades"...
debería informarse sobre la extensa red de escuadrones de la muerte que asolaron Barcelona... (concretamente los barrios obreros) incluso antes de la dictadura de Primo de Rivera...
Un buen día de 1936, después de detener un golpe de estdo militar (único caso en la historia) los trabajadores y trabajadoras de Catalunya incautan propiedades a la clase opresora... En el edificio de Foment del Treball (patronal)aparecen miles de documentos donde se demuestra has qué punto estaba planificado el exterminio de los sindicalistas. Aparecen las listas negras famosas... y aparecen las actas de las reuniones donde se tomaban esas decisiones, nombres de los chivatos, de los espías, de los ejecutores...
El terror de los primeros días es azuzado por esto último y por la actitud del clero durante el golpe de estado...
Sume estos tres factores y reflexione...
Las checas, las ejecuciones frías y calculadas, las sacas, paracuellos, etc... son resultado de la política cruel e inhumana de SOCIALISTAS, COMUNISTA Y FASCISTAS...
El "bando" anarquista (se debería llamar más bien movimiento) participó coyunturalemente en hechos violentos casi de forma anecdótica si lo comparamos con el resto de fuerzas...pero el sambenito era más cómodo hacer lo recaer en los "radicales" que consiguieron el derecho de asociación, la joranada de 8 horas y la eliminación del trabajo infantil... los mismísimos diablos, vamos...
¿quema de iglesias? Pues sí... concretamente aquellas desde las que se disparó al pueblo, y aquellas que se distinguieron en la represión de los movimientos huelguisticos.
¿Cuantas en lugar de quemarse se reconviertieron en locales de uso civil, para uso y disfrute del pueblo... Muchísimas más de las que se quemaron... Pero esto mejor que no se sepa...¿me equivoco?